Enrique Ortega |
La inflación apenas baja y los bancos centrales de EEUU y Europa persisten en su vieja receta, dolorosa e inútil: subir los tipos de interés. Primero fue el Banco de Inglaterra, que ha subido 10 veces los tipos desde diciembre de 2021, del 0 al 4% actual (febrero 2023). Luego la Reserva Federal USA, que, desde el 16 de marzo de 2022, ha subido 8 veces los tipos de interés, del 0 al 4,75% (febrero 2023), en algo menos de 1 año. Y les ha seguido, con retraso, el Banco Central Europeo (BCE), que ha aprobado 5 subidas de tipos, desde el 21 de julio de 2022), subiendo el precio oficial del dinero del 0 al 3% (febrero 2023) en 8 meses. Ha sido la subida de tipos más rápida de la historia, mayor incluso que la de los años 80 del siglo pasado, que provocó dos recesiones históricas en la economía mundial.
Hoy, 16 de febrero, le toca “mover ficha” al BCE, porque la Reserva Federal decide la próxima semana. Ya en la reunión de febrero, la presidenta del BCE adelantó que en marzo iba a subir los tipos un 0.5% (del 3 al 3,50%). Un anticipo poco habitual, con el que Lagarde quería mandar un mensaje a los mercados: la política monetaria iba a ser firme, hasta que hiciera bajar la inflación, demasiado elevada (8,5% en la zona euro). Y el BCE dio a entender que no sólo subiría los tipos en marzo, sino también en las reuniones de mayo (+0,25%), junio (+0,25%) y julio (+0,25%), con el objetivo de dejar el precio oficial del dinero este verano en el 4,25% (desde el 0% un año antes). Y avisando que, a la vista de las perspectivas de inflación (6,3% este año y 3,4% en 2024), los tipos de interés no podrán bajar en Europa hasta 2025.
Pero el BCE propone y la realidad dispone. Así, el pasado viernes quebró en California un banco mediano (el 16º mayor de EEUU), el Silicon Valley Bank, que se sumaba a la quiebra de otros dos pequeños bancos, el californiano Silvergate (miércoles) y el neoyorquino Signature Bank (quebrado también el viernes). En los tres casos, el detonante de la crisis era la agresiva política monetaria de la FED (Reserva Federal USA). El ejemplo del Silicon Valley Bank es muy sintomático: sus depósitos se habían disparado, por el exceso de liquidez de las empresas tecnológicas en los últimos años (con dinero al 0%). Y ahora, con la subida de tipos, estas empresas pedían al SVB (como las empresas de criptomonedas a los otros dos bancos quebrados), que les pagaran más por sus depósitos. Esta presión obligó al SVB a buscar liquidez (tenía un 55% de sus depósitos en bonos y deuda del Tesoro), vendiendo deuda a largo plazo (bonos). Pero para colocarla antes de la fecha de vencimiento, tenía que hacer un descuento al comprador, ya que era deuda vieja (al 1%) y ahora la deuda estaba al 3%. Así que el SVB se desprendió de 21.000 millones de dólares en bonos, con una pérdida de 1.800 millones. Y para cubrirla, anunció una ampliación de capital, que fue mal interpretada. Sus depositantes entraron en pánico, pidieron su dinero y forzaron la quiebra.
El problema es que el SVB (y el Silvergate y el Signature Bank) no son casos aislados: hay cientos de bancos medianos y pequeños, más en EEUU que en Europa (pero también), que se han dedicado estos años a comprar deuda, para buscar una mayor rentabilidad a su excesiva liquidez (los "zombis financieros").Y ahora, esa deuda vale mucho menos de lo que marcan los libros, porque los tipos han subido (y la vieja deuda baja su rentabilidad cuando la nueva sube). Si no tienen que venderla antes de tiempo, por presión de sus depositantes, no pasa nada: esperan al vencimiento y no hay pérdidas. Pero si tienen que venderla (con descuento), tendrán pérdidas. Sólo en EEUU, las autoridades estiman que las pérdidas globales de muchos bancos, por la caída del valor de los activos con vencimiento a largo plazo (deuda) ascienden a 620.000 millones de euros. Un problema que podría ser grave en bancos medianos y pequeños, que tienen un alto porcentaje de depósitos a corto invertidos en deuda a largo (dicen que en el SVB era el 55% de su dinero). Si sus clientes se ponen nerviosos y quieren el dinero ya, podría estallar otra crisis financiera.
Por eso, muchos expertos creen que la Reserva Federal USA no subirá otra vez sus tipos de interés (ahora en el 4,75%) en su próxima reunión del 21 y 22 de marzo. Y mientras, el Gobierno Biden estudia reponer los controles sobre las exigencias de liquidez e inversión de los bancos norteamericanos, que Obama aprobó en 2009, pero que Trump anuló en febrero de 2017, lo que ha permitido ahora la quiebra de estos tres bancos USA (sin apenas supervisión). La duda es que hará hoy el BCE: si no sube los tipos el +0,5%, como había prometido (o los sube un 0,25%), estará mandando una señal de preocupación por la situación de los bancos europeos. Y si los sube, para atajar la inflación, podría agravar la situación de algunos bancos medianos y pequeños (la crisis del Credit Suisse tiene otro origen: años de mala gestión), cuyos balances están perjudicados por la subida de tipos (tienen deuda antigua, a tipos bajos, y no pueden deshacerse ahora de ella, porque tendrían pérdidas). Truco o muerte.
Lo razonable sería que el BCE no subiera hoy los tipos (ni la Reserva Federal USA la próxima semana), no sólo porque podría acelerar otra crisis financiera como la de 2008 sino también porque la subida de tipos se ha demostrado inútil y dañina. Veámoslo.
Inútil porque la inflación apenas ha bajado en Europa tras las 5 subidas de tipos anteriores. De hecho, la inflación en la zona euro estaba en el 8,6% en junio de 2022 (antes de la primera subida de julio), siguió subiendo hasta un máximo del 10,1% en noviembre (tras las subidas de julio y septiembre) y ahora está en el 8,5%, casi igual que antes de las 5 subidas de tipos. Y lo más preocupante: la inflación subyacente (sin energía ni alimentos) en la zona euro lleva 8 meses consecutivos de subidas, pasando del 3,7% en junio 2022 (antes de la 1ª subida de tipos de julio) al 5,6% de febrero 2023, según Eurostat. Así que si el BCE sube los tipos para rebajar la inflación, ha tenido poco éxito.
Y el BCE tiene poco éxito porque esta vez, la inflación sube por otras causas diferentes a las habituales, como reitera el Nobel Stiglitz. En otras ocasiones, la fuerte subida de los precios se debía a una “inflación de demanda”: había un exceso de consumo e inversión, la economía estaba “recalentada” y los bancos centrales subían el tipo de interés para encarecer el dinero y “enfriar” la economía. Y funcionaba. Pero esta vez, estamos ante una “inflación de oferta”: los precios suben porque suben los costes (inflación de costes), sobre todo la energía, las materias primas y los alimentos, no tanto el consumo y la actividad. Y los tipos altos poco pueden hacer para bajar el precio del gas, la electricidad o los alimentos, así como las consecuencias de la ruptura de las cadenas de suministros o los embudos en el comercio mundial. Y menos, frenar la guerra en Ucrania, un detonante de esta inflación disparada desde el verano de 2021. Por eso, esta vez, la subida de tipos es inútil, sobre todo en Europa.
En EEUU, una parte de la alta inflación sí se debe al aumento del consumo y al pleno empleo y por eso, la subida de tipos ha sido más eficaz: la inflación ha bajado del 7,9% en febrero 2022 (antes de la primera subida) al 6,5% en febrero 2023, con 8 meses consecutivos de bajada. Y la inflación subyacente USA ha bajado del 6% en febrero 2022 al 5,5% actual. Pero la subida de tipos en EEUU (más justificada) arrastra al BCE, porque si no sigue a los norteamericanos en la subida de tipos (hoy, antes de esta 6ª subida, el precio del dinero en Europa está en el 3%, frente al 4,75% en EEUU), los inversores seguirán dedicando su dinero a comprar deuda USA (más rentable) en vez de europea. Y además, este flujo de capitales hacia el otro lado del Atlántico debilita el euro, lo que encarece las importaciones europeas (sobre todo de energía y alimentos) y provoca “inflación importada”.
Además de inútil para bajar la inflación en Europa, las subidas de tipos del BCE son dañinas para la economía, porque al encarecer el dinero, las familias y las empresas reducen su consumo y su inversión, con lo que se reduce el crecimiento. Ya ha pasado: la alta inflación y la rápida subida de tipos han provocado que la economía europea caiga a finales de 2022: el PIB de la UE-27 se redujo un -0,1% en el 4º trimestre, con un estancamiento de la zona euro (+0% aumento PIB). Y lo peor: hay 9 paises europeos cuya economía cayó en el 4º trimestre de 2022, entre ellos Alemania (-0,4%), Italia (-0,1%), Finlandia (-0,6%), Suecia (-0,5%) o Polonia (-2,4%), según Eurostat, mientras Francia sólo creció un 0,1% y España un 0,2%. Ahora, los expertos apuestan porque la economía europea caiga más en este primer trimestre de 2023, una media del -3%, con lo que Europa entraría en recesión (2 trimestre cayendo). Lo que está claro es que las subidas de tipos del BCE no ayudan, sino que hunden más a una economía ya estancada. Algo que no pasa en EEUU, donde la economía creció un +0,7% a finales de 2022 y donde hay una situación de pleno empleo.
La subida de tipos afecta negativamente a la economía, agravando el riesgo de recesión. Pero, sobre todo, perjudica a familias, empresas y Gobiernos. A las familias, porque las 5 subidas de tipos anteriores del BCE ya han disparado el coste de las hipotecas y créditos. El Euribor, el tipo al que se prestan los bancos entre sí y que marca la revisión de las hipotecas, se ha disparado: ha pasado de estar 6 años en negativo (desde 2016) a subir desde abril de 2022 (+0,013), disparándose en los últimos meses hasta rozar el 4% el viernes pasado, aunque ahora baje algo (3,662% ayer), por el temor a una crisis financiera. Pero aún así, el Euribor medio de marzo está en el 3,824% y eso significa que (como en marzo de 2022 era del -0,222%) la próxima revisión de una hipoteca media (180.000 euros a 25 años, contratada al Euribor más 1%) supondrá subir la cuota mensual unos 376 euros (de 659 a 1035 euros, un aumento del de +57%...). Y también han subido los créditos personales, para pagar un electrodoméstico o un viaje: del 6,59% en junio al 7,67% en enero, según el Banco de España.
Las empresas, sobre todo las pymes, también han visto encarecerse sus créditos, a la vez que les resulta más difícil conseguirlo. Los tipos de los créditos inferiores a 250.000 euros han subido del 1,79% en junio al 3,87% en enero, según el Banco de España. Los de 250.000 a 1 millón han subido del 1,53 al 3,63%. Y los créditos a empresas de más de 1 millón de euros han subido del 1,28% en junio pasado al 3,40% en enero de 2023. También los Gobiernos tienen más dificultades para colocar la deuda pública, que en el caso de España es muy elevada (1,5 billones): ahora tienen que pagar más intereses a los inversores. Así, el tipo del bono español a 10 años ha subido del 0,76% al 3,35% que había que pagar ayer, lo que aumentará los intereses a pagar (estaban previstos 31.275 millones en 2023).
Como se ve, muchos costes derivados de la subida de tipos. Los dirigentes del BCE ya han dicho que saben que la subida de tipos es “dolorosa”, pero que no hay otro camino para atajar la inflación y dejarla en el objetivo del 2% (para 2025…). Parece que el precio es “hundir la economía”, poner al enfermo “en coma” (recesión) para conseguir bajar los precios, a costa de frenar la recuperación y el empleo. Pero ojo, ahora, hay un coste más de esta política monetaria “trasnochada” (que no tiene en cuenta las causas de la inflación actual): provocar una nueva crisis financiera, como la de 2008-2010, que tendría mayores costes aún de los que está teniendo la alta inflación y la guerra en Ucrania. Por eso, el BCE y la Reserva Federal deberían ser prudentes y paralizar de momento la subida de tipos, instando a los Gobiernos a que tomen medidas efectivas para frenar las causas reales de la persistente inflación actual: falta de competencia y márgenes injustificados, necesidad de reformar los mercados energéticos, mal funcionamiento de las cadenas de producción y embudos en el comercio mundial. Están a tiempo de evitar males mayores, por una equivocada ortodoxia neoliberal. A ver qué pasa.
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