jueves, 29 de diciembre de 2022

Nuevas ayudas contra la inflación

El Gobierno ha prorrogado 6 meses las medidas más eficaces contra la inflación: bajada impuestos a luz y gas, ayudas al transporte público, tope a la revisión de alquileres y ayudas a las familias más vulnerables. Además, mantiene la bonificación de 20 céntimos a los carburantes para profesionales, quitándola al resto. Y aprueba dos medidas nuevas: un cheque de 200 euros para 4,7 millones de familias con menos ingresos y la rebaja del IVA a algunos alimentos. Medida que pedían hipermercados, supermercados y el PP, pero que es poco efectiva: la leche bajará 4 céntimos, el pan 2 y los huevos 8el chocolate del loro. Urge vigilar la formación de precios y evitar márgenes abusivos entre el campo y las estanterías. Las nuevas ayudas (10.000 millones) paliarán la inflación, pero la clave es que Europa aplique su tope al gas y a la electricidad y ayude a parar (o ganar) la guerra en Ucrania. Y mientras, que apruebe un Fondo de ayudas europeas contra la inflación, como hizo cuando el COVID.

Enrique Ortega a partir de El Capitán Trueno de Víctor Mora y Ambrós

La inflación ha bajado en los últimos 4 meses en España (del +10,8% en julio al +6,8% en noviembre, según el INE), situándose cerca de donde estaba hace un año (+6,5% en diciembre 2021). Y también baja, aunque mucho menos, en la zona euro: del 10,6% máximo en octubre al 10,1% en noviembre, aunque en Alemania los precios suben +11,3%, en Italia +12,6%, en Francia +7,1%, en Polonia +16,1% y en Letonia +21,7%, según Eurostat. Pero lo importante es que el invierno se ha retrasado y es más suave en Europa, que tiene cubiertas sus reservas de gas y petróleo, lo que ha frenado (momentáneamente) la subida del petróleo y del gas, aunque se mantienen las subidas de los alimentos (+15,3% anual en España).

La energía está dando una tregua a esta crisis de inflación, tras más de un año de alzas, anteriores a la invasión de Ucrania (24-F). El petróleo Brent cotiza hoy a 81,5 dólares por barril, por debajo de los 97,9 dólares que costaba el 23-F y muy lejos de los 129,49 dólares que llegó a costar el 9 de marzo, un precio que rozó en junio (123,83 el día 8), aunque luego bajó y en diciembre costó incluso 77,12 dólares (ver gráfico evolución precio crudo). Esta bajada del petróleo ha propiciado que los carburantes cuesten hoy casi como antes de la invasión de Ucrania, tras bajar semana a semana en diciembre: la gasolina cuesta algo menos (1,5906 euros por litro frente a 1,5910 el 23-F) y el gasóleo algo más (1,6433 euros por litro frente a 1,479 euros antes de la invasión), aunque ambos carburantes han bajado sensiblemente desde el verano (costaron más de 2 euros el litro en julio).

La otra energía clave que está bajando es el gas natural, que hoy cotiza en España a 69,83 euros/MWh, por debajo del precio que tenía antes de la invasión de Ucrania (78,76 euros), aunque alcanzó un precio máximo de 230,39 euros/MWh el 31 de agosto. Y en Europa, el indicador TTF señala hoy un precio de 81,35 euros/MWh, también inferior al de antes de la invasión (88,89 euros) y muy alejado de ese máximo histórico de 346 euros que alcanzó el 31 de agosto. Este menor precio del gas ha servido para rebajar el coste de la luz en toda Europa, desde los máximos que alcanzó en julio y agosto. Pero en el caso de España, la bajada de la luz ha sido más drástica, gracias sobre todo a la excepción ibérica”, ayudada por el aumento de las energías eólica y solar.

España y Portugal consiguieron que una Cumbre Europea aprobara, el 8 de junio de 2022, la llamada “excepción ibérica”, justificada en que la Península es una “isla energética” (sólo se importa el 3% de la electricidad) y ha conseguido un alto porcentaje de electricidad “renovable” (47% en 2021): se autorizó poner un tope al precio del gas (primero 40 euros y luego hasta 70 euros/MWh) utilizado en la generación de electricidad, hasta el 31 de mayo de 2023. Con ello, las demás energías (hidráulica, nuclear, térmica de carbón y renovables) no cobrarán por la luz que produzcan el precio del gas, sino el tope fijado (menor), lo que bajará el precio mayorista de la electricidad. Y las térmicas de gas reciben una compensación.

El efecto de la “excepción ibérica” en los precios mayoristas de la electricidad ha sido decisivo. Si la luz en origen llegó a costar 544,52 euros/MWh el 9 de marzo (al dispararse el precio del gas por la guerra) y se mantuvo en 214 euros el 14 de marzo, este precio mayorista empezó a bajar el 15 de junio, al entrar el vigor la “excepción ibérica: ese día costó 165,59 euros/MWh. Y cinco meses después, el 15 de noviembre, estaba en 109,66 euros, bajando  hasta los 36,41 euros el 24 de diciembre. Incluso sumando a ese precio la compensación a las eléctricas por la diferencia en el precio del gas (compensación que pagamos los consumidores), el precio mayorista final (que supone la mitad de la factura: el resto son cargos fijos e impuestos) es más bajo que antes. Para hoy, 29 de diciembre, el precio mayorista (con compensación) queda en 16,15 euros/MWh, la mitad que en Franciael precio más bajo de todo el año 2022 y desde febrero de 2021 (ver gráfico evolución precios).

 El Gobierno estima que los usuarios nos hemos ahorrado en la factura de la luz, estos 6 meses, más de 4.000 millones de euros, un ahorro medio de 150 euros anuales por hogar, gracias a la excepción ibérica. Y con ella, hemos pagado la luz un 54% más barata que Alemania, un 59% menos que Francia y un 63% menos que Italia... Un balance muy positivo para una medida que el PP calificó de “timo ibérico”.

Bajan el petróleo, los carburantes, el gas  y la electricidad en los últimos meses, pero siguen subiendo los alimentos, un 15,3% anual en noviembre, según el INE, más del cuatro veces lo que subían hace un año (+3,3% en noviembre 2021). Y lo peor es que hay 18 alimentos básicos que suben más del 10%: azúcar (+50,2%), harinas y otros cereales (+37,6%), mantequilla (+37,5%), leche entera (+30,9%), huevos (+27,1%), aceite de oliva (+25,9%), patatas (+20,5%), queso (+20,3%), carne de ave (+16,6%), pizza (+16,4%), arroz (+15,3%), pan (+14,9%), legumbres y hortalizas (+14,6%), sal y especias (+14,3%), pescado congelado (+13,6%), carne de vacuno (+13,2%), carne de cerdo (+13,2%) y pescado fresco (+10,4%). Ahora, con la Navidad, aún están subiendo más el pescado, los mariscos, las carnes y todos los dulces, además del resto de los alimentos, que no se espera empiecen a bajar hasta enero, afectando sobre todo a los hogares más vulnerables.

Aunque el resto de los precios estén más controlados, la inflación de fondo (subyacente: sin energía y alimentos) es muy alta, en el +6,3%, el triple que en diciembre pasado (+2,1%), lo que indica que la inflación se ha generalizado, contagiando a todos los sectores. Y además, los precios de la energía, desde el gas y el petróleo a los carburantes y la electricidad, pueden remontar en los próximos meses, si el frío arrecia como es de esperar. Por todo ello, el Gobierno Sánchez aprobó este martes un tercer paquete de ayudas contra la inflación, tras los aprobados en marzo (para el 2º trimestre) y junio (para el 2º semestre). Las ayudas (ver cuadro resumen) son en general por 6 meses, hasta junio de 2023, y costarán 10.000 millones de euros, a sumar a los 35.500 millones gastados ya en las ayudas anteriores.

La mayoría de las medidas aprobadas ahora prorrogan las aprobadas en marzo y junio. La principal, la rebaja de impuestos a la luz y el gas (que ha costado 6.500 millones este año): se mantiene la prórroga del IVA al 5% (antes era el 10%) a la luz y el gas, se mantiene la supresión del tributo del 7% a la generación eléctrica (aprobado por Rajoy en 2012) y se continúa con la reducción del impuesto especial a la electricidad al 0,5%, además de mantener la tarifa especial para el gas para calefacción (incluidas comunidades de vecinos) y el precio máximo de la bombona de butano (19,55 euros).

También se mantiene hasta el 31 de diciembre de 2023 el tope del 2% a la revisión anual de los alquileres, con la excepción de congelar los alquileres que se acaben entre el 1 y 30 de junio (se prorrogan 6 meses sin actualización). Y se prorroga 6 meses la prohibición de los desahucios para hogares vulnerables, prohibiéndose durante todo 2023 el corte de suministros esenciales (luz, gas y conectividad). Y se mantiene el bono social (ampliado en 2022) y se suben un 15% el ingreso mínimo vital y las pensiones no contributivas (las pensiones contributivas suben un 8,5% en 2023). Y se mantiene durante todo 2023 la gratuidad en los abonos de Renfe de Cercanías, Rodalies y Media Distancia, subvencionando el 30% del transporte público urbano e interurbano (Ojo: la novedad es que Ayuntamientos y autonomías tienen que subvencionar otro 20%, porque si no, el Gobierno no financia).

Otra ayuda actual se modifica: el 1 de enero, se suprime la bonificación de 20 céntimos a los carburantes (vigente desde el 1 de abril) que reposten los conductores particulares, debido a su alto coste (4.269 millones), a que aumenta el consumo y las emisiones, favoreciendo a las rentas más altas y a que el precio de los carburantes, aún sin la ayuda de 20 céntimos, es menor ahora que en abril: la gasolina cuesta esta semana 1,5906 (costaba 1,8182 el 31 de marzo) y el gasóleo 1,643 euros (costaba 1,8371 euros). En cambio, se mantiene la bonificación de 20 céntimos por litro a los transportistas (10 céntimos en el 2º trimestre), agricultores y ganaderos y pescadores. Y otra novedad: se ayuda a la industria que consume mucho gas (cerámica y otras), con 450 millones en ayudas, 500 millones en créditos ICO y un Plan (PERTE) de descarbonización industrial (3.100 millones). Y se incluyen 300 millones para compensar a los agricultores de la subida de los fertilizantes.

La “medida estrella” de este tercer paquete de ayudas es la rebaja del IVA a algunos alimentos, no a todos como pedían la industria alimentaria, supermercados y PP. Y eso, no sólo por su alto coste sino porque España es de los paises europeos con más alimentos al tipo superreducido del 4% (que sólo existe en España, Francia, Irlanda y Luxemburgo): en Alemania, la mayoría de los alimentos pagan el 7% del IVA  y en Francia un 5,5%. Ahora, el Gobierno ha optado por una medida intermedia: baja del 4% al 0% el IVA que pagarán los alimentos básicos desde el 1 de enero: pan, harinas, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, tubérculos y cereales. Y baja del 10 al 5% el IVA de los aceites y pastas, sin aplicar esta rebaja a la carne, pescado, agua, conservas y productos de higiene.

Esta rebaja del IVA a los alimentos estará en vigor hasta que la inflación subyacente (hoy en el 6,3%) baje del 5,5%. Y tiene 3 problemas. Primero, que beneficia más a los que más tienen: las familias con más ingresos ahorrarán 400 de los 661 millones que supone la medida. Segundo y fundamental, que existe el riesgo de que la rebaja de impuestos no se traslade íntegramente a los precios al consumidor, como ya sucedió cuando bajó el IVA de las entradas de cine. El Gobierno dice que lo va a vigilar y que “habrá sanciones para los que no trasladen la rebaja del IVA”… Pero no es fácil vigilar los precios de 7.000 productos en 24.000 establecimientos. Y tercero, esta rebaja, muy “vistosa” es “el chocolate del loro”, supone apenas unos céntimos. Basten algunos ejemplos: una barra de pan debería bajar 2 céntimos, un litro de leche 4 céntimos (sobre 0,95 euros), una docena de huevos 8 céntimos y un kilo de naranjas 6 céntimos (sobre 1,59 euros/kilo). Una rebaja que apenas notaremos los consumidores. La verdadera rebaja se conseguiría recortando los márgenes en el camino de los alimentos desde el campo al súper, donde cuadruplican su precio.

Por último, el tercer paquete de medidas busca ayudar directamente a las familias más vulnerables: aprueba un cheque de 200 euros para paliar la inflación, que podrán solicitar a Hacienda desde el 15 de febrero y recibir directamente en su cuenta las familias con ingresos inferiores a 27.000 euros (y menos de 75.000 euros de patrimonio, excluida la vivienda habitual) y que no reciban pensión ni el ingreso mínimo vital. Cheque que llegará a 4.200.000 familias (1 de cada 4,5 existentes), quizás no todas las que lo necesitan, dado que Cáritas estima que hay 6 millones de familias “muy vulnerables”, que no pueden hacer frente a la alta inflación.

Ahora, la clave del éxito de estas ayudas está en la situación internacional, en que no repunten los precios de la energía y los alimentos. Pero también depende de que las autoridades europeas sigan interviniendo en los mercados, para que funcionen y no se generen márgenes y beneficios injustificados. El 19 de diciembre, los ministros de Energía dieron un salto de gigante, al aprobar por fin un tope al precio del gas que compren los europeos, fijado en 180 euros/MWH durante 3 días (o que el precio del indicador europeo TTF supere en 35 euros el precio de los mercados internacionales). Además, aprobaron por fin las compras conjuntas de gas en 2023 (como hicieron con las vacunas del COVID), planes de solidaridad entre paises y acelerar los permisos para las instalaciones renovables.

Está bien, pero es insuficiente. Porque la bajada de temperaturas y las contramedidas de Putin (no venderá petróleo ni gas con precio topado) permiten esperar nuevas alzas de precios, en la energía y en las materias primas y los alimentos en 2023. Y si no hay paz en Ucrania, los precios seguirán altos en Europa, que además sufrirá los nefastos efectos de la subida de tipos (van 4 y seguirán en 2023, según el BCE), que no ayudan a bajar los precios (están más altos que antes de la 1ª subida, en julio) pero sí encarecen los créditos e hipotecas  de empresas y familias, favoreciendo la recesión en Europa.

Por todo ello, los dirigentes europeos deberían aprobar un paquete de ayudas para toda la UE en 2023, como hicieron con las ayudas contra la COVID (Plan de recuperación) en lugar de aprobar ayudas cada país, más los más ricos: Alemania anunció ayudas por 200.000 millones para compensar a sus empresas y familias, lo que favorece la competencia desleal en Europa, donde van a seguirle (con menos recursos), Francia, Italia, Holanda o Bélgica. Hasta ahora, ya sabemos lo que ha pasado: que los paises ricos de Europa se permiten gastar mucho más que los pobres, según Bruegel: 264.200 millones en ayudas lleva Alemania (7,33% del PIB), 97.000 Reino Unido (3,66%), 71.600 Francia (2,86% PIB), 62.600 Italia (3,51%), 38.500 España (3,19% PIB), frente a 12.400 millones Polonia (0,47% PIB), 10.500 Grecia (5,77%), 7.000 Portugal (3,2%) o 1.800 millones Bulgaria (1,29% PIB).

De ahí, que haya expertos que piden un Fondo europeo anti-inflación, de 1 billón de euros, financiado en parte con deuda europea (como el Fondo de Recuperación anti-COVID), con impuestos sobre multinacionales con beneficio extraordinarios y con nuevas fuentes de ingresos más remanentes de otras partidas presupuestarias. Este Fondo permitiría que los paises más pobres o con más deuda no se agobiaran tanto con las ayudas y repartiría más equitativamente el coste de esta crisis, como se hizo con la pandemia. Será difícil aprobarlo, pero también lo fue el Fondo de recuperación. Si no se acaba la guerra para el próximo verano, harán falta nuevas ayudas en otoño e invierno. Y no todos podrán pagarlas. Así que o paz o una mayor cooperación europea.

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