Enrique Ortega |
Los Presupuestos de un país, España, se hacen al revés que los de una familia: no se mira lo que uno ingresa o gana para ver lo que uno puede gastar sino que se empiezan las cuentas fijando el techo de gasto que se puede hacer (el gasto no financiero a controlar, que es el gasto total menos el gasto financiero (deuda), el pago del desempleo, los gastos financiados por la UE y las transferencias a autonomías y Ayuntamientos, según la AIReF). Es una imposición de la Unión Europea, que forzó a España (y al resto de paises del sur) a aprobar una Ley de Estabilidad Presupuestaria en 2011, endurecida por el PP en 2012, para controlar el gasto y con ello el déficit público. Para 2022, sin estar en vigor el tope del déficit (lo ha levantado Bruselas hasta 2023, por la pandemia), el Gobierno ha presentado unos Presupuestos con un tope de gasto no financiero de 196.142 millones de euros, un gasto “histórico”, aunque sólo 45 millones más de gasto no financiero que en 2021 (196.097 millones), también “histórico”.
Una vez fijado el tope de gasto no financiero, queda resolver el problema principal: cómo conseguir los ingresos para pagarlo. Y sobre todo, cuando se quiere gastar mucho más de lo habitual, porque el techo de gasto para 2022 (recordemos: 196.142 millones) es mucho mayor que el gasto en 2020 (+68.542 millones, un 53% más) y casi el doble que en 2018 (119.834 millones), cuando los últimos Presupuestos de Montoro. Y aquí llega el primer misterio de estos Presupuestos: ¿Cómo se puede gastar un 53% más sin subir los impuestos? Porque el Gobierno dice que no va a tocar los impuestos en 2022, salvo un mínimo retoque a las grandes empresas (sube el tipo mínimo efectivo en Sociedades al 15%), para contentar a Podemos, una concesión “populista” de cara a la galería que es muy poco efectiva: sólo se aplica sobre la base imponible (que es la cuarta parte de los beneficios, tras los ajustes fiscales) , con lo que afectará sólo a 1.070 grandes empresas (el 12% de las grandes), que pagarán 400 millones más en 2022 (+373.000 euros de impuestos cada una…).
Así que si no suben impuestos a las grandes empresas (ni a los más ricos), ¿Cómo consiguen gastar 68.542 millones más de lo habitual en 2022? Algunos creen que es por porque va a llegar mucho dinero de Europa. Eso ayuda, pero poco: se esperan recibir 27.633 millones de euros de Fondos europeos, una cantidad vital pero que sólo supone un 14% del tope de gasto no financiero. Así que tiene que haber otra vía para “cuadrar los ingresos”. Y esa vía es la recaudación fiscal, que dará un salto en 2022, gracias al fuerte crecimiento de la economía que el Gobierno espera (+7% subida del PIB el año próximo). Y con ello, la recaudación de impuestos, sin subirlos, va a aumentar 38.301 millones en 2022 (+19,73%) sobre lo recaudado en 2020. Así que ya tenemos solución al “misterio”: se va a hacer un gasto histórico porque se espera una recaudación de impuestos histórica, no sólo por los Fondos UE.
Y ¿Quién paga esta recaudación récord? Se lo pueden imaginar… Pero los Presupuestos 2022 lo reflejan claramente: el 85% de lo que se espera recaudar procede de los ciudadanos normales, los que pagan impuestos con la Renta, al comprar (IVA) o al echar carburante o comprar alcohol y tabaco (impuestos especiales). De los 232.352 millones que espera recaudar Hacienda en 2022, 100.132 millones los ingresará con el IRPF (que en un 85% pagan los asalariados y pensionistas), 75.651 millones por el IVA (consumo, la mayoría de las familias), otros 21.843 millones de impuestos especiales (carburantes, luz, alcohol, tabaco) y el resto (10.224) son otros ingresos. Y las empresas sólo aportarán 24.477 millones en el impuesto de sociedades (la cuarta parte que IRPF), la mitad de lo que pagaban en 2007 (44.823 millones), gracias al múltiple abanico de exenciones y desgravaciones fiscales que permitió a las empresas pagar un 8,3% sobre sus beneficios en 2020, menos que las pymes y los particulares. Y mientras, los ingresos por IRPF , que pagamos el resto, crecieron de 81.879 millones (2007) a 100.132 (2022).
Aclarado cómo y quién paga el gasto histórico del Presupuesto, queda desvelar otro “misterio”: ¿Cómo se puede gastar más en 2022 y a la vez rebajar a la mitad el déficit público? (del -11% del PIB en 2021 al -5% prometido a Bruselas en 2022). Aquí tampoco hay “milagros” para cuadrar las cuentas. Por un lado, se rebaja el déficit porque se recauda más aunque se gaste más. Y por otro, hay “un truco”: se ahorran el año que viene 26.000 millones de gasto que no se va a hacer y que puede ir a otras partidas, sobre todo a pagar las pensiones y mejorar el gasto social. Las 3 partidas de ahorro son los intereses de la deuda pública (-1.490 millones en 2022, porque baja la deuda, del 120% del PIB en 2020 al 115,1 por 100, y además pagamos intereses más bajos, gracias a las compras del BCE), el gasto en desempleo (-2.555 millones, porque se espera bajar el paro del 15,2 al 14,1%) y sobre todo el gasto en ERTEs (-22.000 millones si dejan de necesitarse en abril).
Así que, entre el aumento esperado de recaudación fiscal (+17.357 millones), los Fondos europeos (27.633 millones) y los ahorros en tres partidas (-26.000 millones), son casi 71.000 millones más, para gastar (solo +45 millones, una mínima parte) y sobre todo para rebajar drásticamente el déficit (71.000 millones) y dar una señal a Bruselas de que “somos serios y cumplidores”, que no nos tendrán que aplicar la disciplina fiscal (“recortes”) en el futuro (2023), porque prometemos bajar el déficit, al 5% del PIB ahora (2022), al 4% en 2023 y al 3,4% en 2024. Así se entiende otro “misterio” de estos Presupuestos: suponen un gasto histórico (aunque similar al de 2021), pero podría haberse optado por gastar más. Y no se ha hecho para mandar un mensaje (Calviño) de estabilidad presupuestaria a Bruselas y evitar futuros “recortes” y “problemas con los mercados”.
Visto el marco general de los Presupuestos 2022, veamos las decisiones políticas de gasto, que alcanza el año que viene un total de 458.956 millones de euros, sumando al techo de gasto no financiero (los 196.242 millones "controlados"), los gastos financieros (intereses deuda), el desempleo, el gasto financiado por la UE y las transferencias que se hacen a autonomías y Ayuntamientos. Casi medio billón de gastos públicos para 2022 que pretenden afianzar la recuperación y el crecimiento, por dos vías: aumento de las inversiones públicas y fomento del consumo, con múltiples transferencias a pensionistas, funcionarios, jóvenes y familias, a lo que el Gobierno llama “la clase media y trabajadora”.
El motor clave de la recuperación van a ser las inversiones públicas, que saltan a 40.238 millones de euros, otro “máximo histórico” gracias a los Fondos europeos: eran 39.340 millones en 2021 (por la pandemia), pero rondaban los 15.000 millones entre 2015 y 2020 y fueron sólo 12.801 millones de inversión pública en 2012 (primer Presupuesto de Rajoy). La mayoría de estas inversiones van a la industria y la movilidad (19,8%), la tecnología (19,6%), las infraestructuras (9%), el comercio, turismo y pymes (7,1%), la educación (5,8%), más todas las inversiones horizontales para digitalizar la economía y luchar contra el Cambio Climático.
Todas estas inversiones públicas buscan ser una locomotora de inversiones privadas, para modernizar la economía y aprovechar el gasto y los Fondos europeos para conseguir una economía para competitiva, entre 2021 y 2023. El otro gran frente del gasto son los gastos sociales, también “históricos”, porque suponen ya 248.391 millones, el 59% del gasto presupuestario. Tienen un doble objetivo: atender necesidades sociales e inyectar dinero a la economía para que las familias gasten y consuman más, para que la economía crezca más.
El principal gasto social de los Presupuestos 2022 son las pensiones, que se llevarán 171.165 millones (+4,8%), casi un 40% de todo el gasto. El año que viene entra en vigor la reforma de las pensiones (aprobada con el voto en contra de PP y Vox), que contempla subirlas cada año lo que suba el IPC del año anterior: para 2022, la inflación media (de noviembre 2020 a noviembre 2021) se espera suba un +2,3%, que será lo que se revalorizarán las pensiones el año que viene (+3% las mínimas). La 2ª mayor partida de gasto irá a pagar los intereses de la deuda pública (30.223 millones, -4.7%) y la 3º el pago del desempleo (22.457 millones,-10,2%), seguido del pago a los 2,8 millones de funcionarios (19.229 millones de gasto en 2022,+3,8%), que tendrán una subida del +2%, aumentando además las plantillas (el 110% de las jubilaciones), tras unas ofertas de empleo público muy importantes en los últimos años (+109.718 empleos públicos entre 2018 y 2021), para paliar los recortes hechos a partir de 2012 por los gobiernos de Rajoy. Y el 5º gasto prioritario será Ciencia (I+D+i) y digitalización: 13.298 millones, más del doble (+88,5%) que en 2020.
A partir de ahí, otras partidas de gasto del Presupuesto 2022 son menores, aunque algunas crecen mucho más que la media (+3,6%) para 2022: Seguridad Ciudadana y Prisiones (10.149 millones, +4,3%), Defensa (9.791 millones,+7,9%), Fomento del empleo (7.648, +10,1%), Servicios sociales (6.154 millones, +20,3%, con un salto del +23% en las ayudas a la Dependencia, un aumento del +43% en el bono social térmico y 40 millones más contra la pobreza infantil), Sanidad y vacunas (6.606 millones, +10,2%), Educación (5.023 millones, +10,6%), Acceso a la vivienda (3.295 millones, +33,9%), Política Exterior y Cooperación (2.254 millones, +25,6%) y Cultura (1.589 millones, +30,2%), según los documentos presentados.
Otra novedad importante de los Presupuestos 2022 es que se aumentan mucho las transferencias a autonomías y ayuntamientos, responsables de muchos gastos básicos. Así, mientras conocemos el desglose de 2022, se anuncia que las autonomías va a recibir r en los 4 años de Gobierno Sánchez (2019-2022) un total de 490.161 millones de los Presupuestos, 130.000 millones más de los que recibieron en los últimos 4 años de Rajoy (360.950 millones en 2014-2017). Y los Ayuntamientos recibirán 23.350 millones del Estado en 2022 (+17%). Además, el 39% de los Fondos Europeos esperados (27.633 millones) irán a las autonomías (8.712 millones) y Ayuntamientos (2.050 millones), según Hacienda.
Una novedad de los Presupuestos 2020 son los gastos destinados a los jóvenes: 12.550 millones de euros, más del doble que en 2021 (+84,8%), partidas incluidas en 13 Ministerios. Destacan el gasto en digitalización (3.139 millones), becas (2.199 millones para 808.517 beneficiarios), fomento del empleo (2.144), Formación Profesional (2.075), Ciencia e innovación (1.684) y dos nuevos cheques para jóvenes: un cheque cultural (210 millones para gastar en cultura, del que se beneficiarán 475.000 jóvenes) y un cheque vivienda (250 millones para pagar 250 euros al mes a jóvenes con trabajo que ganen menos de 23.725 euros, lo que beneficiará a unos 40.000 jóvenes).
Ya sabemos cómo quieren gastarse en 2022 el dinero público que sale mayoritariamente de nuestros bolsillos. Suena bien, pero para que el Presupuesto 2022 salga hace falta que España crezca mucho, tanto el año que viene (un +7% el PIB) como este año 2021: hace falta que la recuperación se consolide en el tercer y 4º trimestre, ya que el Gobierno apuesta por crecer un +6,5% en 2021 y, de momento, sólo hemos crecido un 0% en el primer trimestre y un +1,1% en el 2º trimestre, según el INE. Si la economía no se recupera con más fuerza este otoño –invierno, será difícil crecer un +7% en 2022. De hecho, la OCDE apuesta porque crezcamos en 2022 un +6,3%, lo mismo que prevé la Comisión Europea . El problema de crecer menos es que Hacienda recaudará menos y sólo tendrá dos caminos: o gastar menos de lo presupuestado o tener más déficit, algo que sería mal visto en Bruselas.
Las cuentas públicas son una estrategia que apuesta a una carta: crecer mucho más este año y el que viene (más que Europa, que espera crecer el 4,5% en 2022), para poder recaudar lo suficiente como para gastar lo previsto y así conseguir crecer y modernizar de paso la economía española. Por eso nos jugamos mucho con estos Presupuestos. Primero, crear más empleo: la previsión es crear 531.000 nuevos empleos en 2022 y superar los 20 millones de españoles trabajando (y consumiendo y pagando impuestos y pensiones). Y segundo, modernizar la economía española, invirtiendo en industria, digitalización, medio ambiente y servicios públicos, aprovechando los Fondos europeos y la mayor recaudación, para ser más eficientes y competitivos en el futuro, con objeto de ser menos vulnerables en la próxima crisis. Todo ello, crecer y modernizarse, exige gastar bien y cumplir con agilidad y eficacia el Plan de recuperación. Un reto que exige colaboración social (empresas, sindicatos y ciudadanos) y política (Estado, autonomías, Ayuntamientos). Hay que cambiar el país en esta década.
Si los Presupuestos 2022 están “en el alero”, pendientes de que España crezca lo esperado por el Gobierno (y que casi nadie comparte), están aún más en el aire porque ahora tienen que ser aprobados en el Congreso, donde el PSOE y Podemos sólo tienen 155 votos y necesitan 21 votos más para ganar la enmienda a la totalidad que seguro presentarán PP, Vox y Ciudadanos (149 votos). Eso les exige pactar los Presupuestos al menos con ERC (13 escaños) y PNV (8), además de intentar el apoyo de otros pequeños grupos, como consiguieron con los Presupuestos 2021 (apoyados por 188 votos de 11 partidos). Ahora, el Gobierno lo tiene más difícil (quizás no cuente con PDeCAT), la negociación será dura y compleja, con todos los partidos buscando contrapartidas. Y todos sabiendo que, si tensan demasiado la cuerda y no se aprueban estos Presupuestos, caería el Gobierno y habría elecciones. Un riesgo que pondría en peligro la recuperación.
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