El Gobierno Rajoy,
después de hacer drásticos recortes en el Presupuesto
2012, quiere ayudar a las autonomías (11 de su cuerda) a hacer los suyos. Y para
ello, les ha regalado una serie de cambios legales para hacer 10.000 millones de recortes adicionales en
Sanidad y Educación, que gestionan en un 93%. En Sanidad, el ajuste va sobre todo a disuadir el gasto farmacéutico, haciendo que paguemos más por las
medicinas, una medida compleja de aplicar y un parche, ya que
no aborda las ineficacias de un sistema sanitario cuyo gasto crece sin parar. En Educación
es peor: se opta por recortar plantillas
y costes, perjudicando la calidad de la enseñanza en un país con menos formación y el doble de paro. Al
final, en lugar de buscar más ingresos, se opta por el
fundamentalismo de los recortes.
enrique ortega |
El primer recorte en Sanidad
es el del Presupuesto
2012: 32 millones menos (-45%) en políticas de prevención
(la clave de un ahorro estable),
recorte en el Plan antidroga (-28%) y
supresión financiación del Plan antisida (6 millones) y Plan bucodental infantil. Y ahora, 7.000
millones más de recorte que harán las autonomías, la mayor parte en medicamentos (un 22% de la factura
sanitaria). Eso se suma a los 5.000 millones recortados en Sanidad en 2010 y
2011, con lo que serán más de 12.000
millones en 3 años.
Ahora, casi la
mitad de los recortes autonómicos vendrán de que pagaremos
más por las recetas,
tanto los pensionistas como los activos, según nivel de ingresos y con un tope
mensual. Una medida que trata de disuadir la barra
libre de medicamentos: se hacen 1.000
millones de recetas al año, con 17.000 millones de gasto (11.000 en
farmacias y el resto en hospitales). Y el problema es el despilfarro:
los pensionistas, que no pagan nada, hacen el 72% del gasto y van a la farmacia
con tacos de recetas tirando luego 3.700 toneladas
de medicamentos (1.200 millones a la basura). Parece lógico disuadir este
consumo injustificado, aunque el sistema
elegido es muy complejo y requerirá inversiones y tiempo (Madrid y varias
autonomías no tienen implantada la receta
electrónica). Y nos obligará a pagar 10 euros por la nueva tarjeta sanitaria, antes de dos meses.
Otras medidas se dirigen a frenar el turismo sanitario (extranjeros), a unificar el catálogo de prestaciones entre las autonomías (a la
baja) y, sobre todo, a recortar
la factura de medicamentos, sacando del Nomenclator de financiables a los más baratos (pagaremos el 100% por paracetamol y muchas medicinas) y forzando a
laboratorios y farmacias a bajar más los
precios (llevan 20 recortes en 10 años), en perjuicio de la investigación y la calidad.
Y poco más. Un parche
farmacéutico que evita abordar el problema de fondo: el crecimiento disparado
del gasto. España tiene una Sanidad
más barata (65.000 millones, el 6,5% del PIB) que la mayoría de países occidentales,
pero ha crecido un 6,6% interanual,
por dos razones: la tecnología sanitaria
es cada vez más cara y la población vive más años (y vivirá más). Por eso, no basta con cobrar unos céntimos más por
receta, hay que tomar medidas
de fondo: reducir el número de medicamentos
(el 35% de los financiados por el SNS no aportan nada sobre la molécula
existente) y costosas tecnologías (un
30% ineficientes, según la OMS), afrontar el problema de los ancianos y enfermos crónicos, potenciar la prevención
y la atención primaria, desmasificar
las urgencias y cambiar la política
de compras y la gestión de personal (aumentando horarios, reduciendo absentismo y
temporalidad e introduciendo incentivos). Reformas
de fondo que no se hacen.
En Educación, el
primer recorte se ha hecho también en el Presupuesto
2012: 166,4 millones menos en becas
(primera vez que se reduce este gasto en una década, desde Erasmus a becas de
idiomas y ayudas para libros de texto) y eliminación (-466 millones) de 10 de
los 17 programas de cooperación con las autonomías (-100 millones para nuevas guarderías,
la mitad del presupuesto para digitalizar
aulas, casi supresión del programa de formación al profesorado, -71 millones para FP y secundaria…). Y
ahora, el Gobierno permite a las autonomías un recorte
adicional de 3.000 millones, básicamente con 2 medidas para la enseñanza
pública y concertada: más alumnos por
aula (de 27 a 30 en primaria, de 33 a 36 en secundaria y hasta 43 en
bachillerato) y más horas lectivas (25
en primaria y 20 en secundaria), que se van a traducir en menos profesores (hay 75.000 interinos y la mitad pueden ir a la calle). Además, se recorta la oferta educativa: los módulos más largos de Formación
Profesional (clave en enseñar para trabajar) se dejan para el curso
2014-2015 y se permite que los centros de Bachillerato
ofrezcan sólo una rama, en vez de las dos obligatorias.
En la Universidad, aumentarán también las
horas lectivas, se suprimirán las carreras con menos alumnos
y se permite a las autonomías subir
las matriculas, hasta un 66 % (unos 540 euros),
para que paguen un 25% del coste de los
estudios y hasta el 100% los multirepetidores (ahora pagan todos el 15%).Una subida
de tasas que ya han hecho los dos últimos cursos todas las
autonomías, con muchas diferencias (en Cataluña, la primera matricula cuesta
1.400 € frente a 772 en Andalucía). Estudios
más caros mientras se recortan las becas.
Recortes que se suman a los realizados en 2010 y 2011 (unos 2.500 millones), para totalizar más de 6.000 millones de recortes en educación en tres años (mientras hay 520.000 alumnos más). Una decisión que va a afectar a la calidad de la enseñanza pública, sobre todo a la recuperación de los alumnos con problemas (menos refuerzos). Y eso es especialmente grave en un país como España, que invierte menos en educación que el resto de Europa, a pesar de nuestra menor formación: la mitad de la población (48,2%) entre 25 y 64 años tiene una formación básica (ESO o inferior), el doble que en Europa (23,2%). Y sólo un 22,1 % tiene una formación media (bachillerato y FP), la mitad que Europa (48,9%). Y eso explica en buena medida que tengamos el doble de paro (total y juvenil).
Recortes que se suman a los realizados en 2010 y 2011 (unos 2.500 millones), para totalizar más de 6.000 millones de recortes en educación en tres años (mientras hay 520.000 alumnos más). Una decisión que va a afectar a la calidad de la enseñanza pública, sobre todo a la recuperación de los alumnos con problemas (menos refuerzos). Y eso es especialmente grave en un país como España, que invierte menos en educación que el resto de Europa, a pesar de nuestra menor formación: la mitad de la población (48,2%) entre 25 y 64 años tiene una formación básica (ESO o inferior), el doble que en Europa (23,2%). Y sólo un 22,1 % tiene una formación media (bachillerato y FP), la mitad que Europa (48,9%). Y eso explica en buena medida que tengamos el doble de paro (total y juvenil).
Sanidad y Educación,
dos recortes para ofrecer a los fundamentalistas
de Bruselas pero que atentan
contra nuestro futuro y nuestra salida de la crisis (Educación) y contra la cohesión social (Sanidad).
Y dos recortes que no van al fondo de los
problemas, a hacer reformas, sino sólo a resolver urgencias contables. Y
que no afrontan la otra vía para afianzar
el Estado del Bienestar: aumentar
ingresos, sustituir el copago por más impuestos a los que pueden
pagarlos, desde particulares a grandes empresas (este recorte en educación es menos que las desgravaciones en sociedades).
Al final, la vía de
los recortes sin reformas será insuficiente y habrá
que hacer más, sobre todo si la economía sigue en recesión, porque faltarán ingresos. Y volverá a cargarse el ajuste sobre los más débiles,
los que han empezado el año pagando más
impuestos, perdiendo el empleo
o ganando menos, con un rosario de subidas (de la luz
a los transportes) y ahora, pagando más
por la sanidad y recibiendo peor
educación para sus hijos. Y todo
esto, ¿para qué? Para que la recesión
se profundice y en unos días tengamos 5,6
millones de parados. Un desastre. Es
hora de olvidarse de los recortes y probar otro camino. Con urgencia.
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