lunes, 4 de marzo de 2019

Crecen los seguros médicos y la sanidad privada



Cada día, más de 1.000 españoles contratan un seguro médico privado, para ir al especialista y operarse sin esperas (aunque cuando tienen algo grave, van a la sanidad pública). Son más de 11,5 millones de asegurados, que alimentan una sanidad privada creciente, que se lleva casi un tercio del gasto sanitario en España. Eso sí, el 26% de los ingresos de los hospitales privados vienen de los conciertos, de lo que les paga la sanidad pública por atender pacientes. Y al repartirse el trabajo, las enfermedades graves y los ancianos se concentran en los hospitales públicos. El negocio de los seguros y la sanidad privada crece imparable por el deterioro de la sanidad pública, donde faltan recursos, tecnología, médicos y especialistas (4.000, según Sanidad), con grandes diferencias por regiones. Urge que el próximo Gobierno apruebe un Plan de choque para mejorar la sanidad pública y reducir las listas de espera. Y frenar la privatización encubierta de la sanidad, con desvío de pacientes a costa del Presupuesto. SOS sanidad pública.

enrique ortega

Uno de cada cuatro españoles tiene ya un seguro médico privado, 11,51 millones de pólizas en 2017, 440.000 más que en 2016 y 1 millón más que en 2008, según los últimos datos de ICEA. El éxito es tal que el seguro de salud es el que más ha crecido en la última década (un 3,6% anual, mientras los demás seguros no vida caían un 1,5%) y en 2018 captó 8.520 millones de euros, con un aumento del 5,59% (frente al 2,44% que subieron los seguros de vida y el 3,94% los de no vida), según los datos de UNESPA. De estos 11,51 millones de españoles con seguro médico, 1,9 millones son funcionarios (el 80% han elegido tener un seguro médico, que les paga el Presupuesto, en vez de la sanidad pública) y el resto son particulares, aunque a un tercio (3,2 millones) les paga el seguro médico su empresa (que se los desgrava, con lo que también acaban cargando sobre el Presupuesto).

El éxito de los seguros médicos ha provocado una auténtica “guerra comercial” entre las aseguradoras, con ofertas cada vez más agresivas (algunas han llegado a regalar viajes si les contratan un seguro) y la multiplicación de “ofertas low cost de compañías creadas por las grandes aseguradoras (Savia de Mapfre, Néctar de Sanitas, Vivaz de Línea Directa…): seguros médicos hasta por 10 euros al mes por persona que luego tienen multitud de “letra pequeña” y muchos copagos. Laguerra de tarifas se ha centrado en captar nuevos clientes mientras se suben las primas a los clientes antiguos (como en el automóvil), porque la sanidad es cada año más cara. De hecho, los seguros médicos subieron un 5,1% en 2018, más del doble que el IPC global (+2,2%), según el INE.

Las aseguradoras se han volcado en vender seguros de salud y más en los dos últimos años, al ser más visible el deterioro de la sanidad pública y sus listas de espera, su mejor “argumento comercial”. Y lo hacen a través de las oficinas bancarias, las ofertas a empresas para cubrir a sus trabajadores (es el beneficio social más valorado y ahorra impuestos) y sobre todo, a través de Internet y de intermediarios online. De hecho, hay más de 200 empresas tecnológicas trabajando en el sector de la salud, como plataformas vinculadas a aseguradoras que ofrecen servicios, desde video consultas, chats y evaluación de síntomas hasta el acceso a un cuadro médico diverso. Y a su vez, las grandes tecnológicas (Google, Apple, Amazon, Facebook) quieren usar nuestros datos para vendérselos a las aseguradoras y que tengan un mejor “perfil de riesgo” de sus clientes (porque saben el ejercicio que hacemos o lo que comemos por múltiples APPs). Algo muy preocupante.

Sobre estas bases, el negocio de los seguros médicos en España está muy concentrado en pocas aseguradoras: las 3 grandes controlan casi dos tercios del negocio. El ranking lo encabezó en 2018 Mutua Segur Caixa Adeslas (con 2.524 millones en primas, el 29,63% de cuota), seguida de lejos por Sanitas (1.325 millones, el 15,75% del mercado) y Asisa (1.156 millones, el 13,57%), según ICEA. Y les siguen DKV Seguros (6,84%), Mapfre (la aseguradora líder es la 5ª en seguros médicos, con el 6,84% del mercado, IMQ (2,79%), Grupo AXA (2,37%), Asistencia Médica Colegial (2,31%), FIATC (1,90%) y Grupo CASER (1,69%). Su oferta crece cada vez más en Internet, vía comparadores, y la penetración del seguro médico varía mucho por regiones. Las zonas que más lo contratan son las autonomías más ricas (no las que tienen más listas de espera), Madrid (lo tienen el 34% de habitantes), Cataluña (29%) y el País Vasco (22%), mientras se contrata poco en Murcia o Extremadura (12% de habitantes) y casi nada en Cantabria (5%), según la Fundación Idis.

Estos seguros médicos privados son la principal fuente de financiación de la sanidad privada en España, un negocio que supone ya casi un tercio del gasto sanitario total: 28.500 millones en 2016, un 28,5% de todo el gasto sanitario, según la última estadística de la Fundación Idis. Y la mayor parte de ese negocio lo mueven los hospitales privados, que facturan más de 11.000 millones anuales y tienen ya 451 hospitales (el 57% del total) y 51.332 camas (el 33% de todas las que hay en España). Dentro de este sector, la mitad del mercado son hospitales sin ánimo de lucro, vinculados a instituciones y órdenes religiosas, y la otra mitad son hospitales privados con ánimo de lucro, que facturaron 6.175 millones de euros en 2016, según la Fundación Idis.

Este mercado sanitario de los hospitales privados con ánimo de lucro está también muy concentrado, ya que 8 grupos hospitalarios  se reparten las tres cuartas partes del mercado. El ranking lo encabeza el Grupo Quirón Salud, que facturó 2.540 millones en 2016, el 39,7% del mercado hospitalario privado con ánimo de lucro. Un grupo fruto de la fusión de Quirón e IDC Salud (antes Capio), con 46 centros hospitalarios (su buque insignia es la Fundación Jiménez Díaz en Madrid), controlado desde 2017 por la multinacional alemana Fresenius, la mayor empresa hospitalaria de Europa. Le siguen, muy lejos, el grupo Vithas-Nisa (fusionados en 2016), que facturó 506 millones y tiene el 8,2% de este mercado (con 19 hospitales y 28 centros médicos), HM Hospitales (336 millones de facturación, el 5,4% del mercado),  HLA (290 millones y 4,7% de cuota), la canaria Hospiten (277 millones, el 4,5%), Sanitas (247 millones), Clínica Universitaria de Navarra (157 millones) y grupo Pascual (150 millones, la mayoría en Andalucía), según el último ranking de la Fundación Idis.

Estos hospitales privados se financian en sus dos terceras partes (el 62,5% en 2016, según la Fundación Idis) con lo que les pagan las empresas aseguradoras, que les “aprietan las tuercas” a la hora de negociar lo que pagan por acto médico, prueba e intervención pero que han optado por no construir hospitales (sólo un 2% de los privados son de aseguradoras). Y la otra gran fuente de ingresos son los conciertos con la sanidad pública, que les aportan otro 26% de ingresos a estos hospitales privados (y a algunos, como a la Fundación Jiménez Díaz, hasta un 40%). El resto lo ingresan de pacientes que pagan ellos directamente las consultas e intervenciones (10% ingresos) y de lo que facturan con restaurantes y parkings (1,5%), según los datos de la Fundación Idis.

Los ingresos de los hospitales privados por los conciertos con la sanidad pública han aumentado en la última década  y supusieron 7.665 millones en 2016, el 11,6% de todo el gasto sanitario público. Estos conciertos los tienen el 43% de los hospitales privados (193 hospitales) y son muy importantes en Madrid (Quirón Salud gestiona 4 hospitales del sistema público y 2 concertados en Cataluña) y, sobre todo, en Cataluña, donde hay 30 hospitales privados integrados en la red sanitaria pública, lo que hace que sea la única autonomía con  más camas privadas que públicas (un 26% más). De hecho, en Cataluña, el 25,1% de su gasto sanitario público se destina a financiar hospitales privados. En Madrid, los conciertos se llevan el 12,4% del Presupuesto sanitario y en Canarias y Baleares el 10%, mientras en Castilla y León es sólo el 4%, en Andalucía el 4,3% y en Valencia el 4,5%.

Los conciertos, además de desviar recursos públicos a negocios privados, son un “mal negocio” para la sanidad pública, porque los pacientes que se desvían son los menos complicados y costosos, quedando la atención más cara y compleja para la sanidad pública. Así, de los 4,86 millones de españoles que recibieron el alta en algún hospital durante 2017, el 72,5% fueron atendidos en la pública y 23,5% en la privada. Hasta ahí normal, aunque estuvieron más días hospitalizados en la privada (7,8 días de media) que en la pública (7,4 días). Pero al analizar los motivos por los que se les hospitalizaron, se ve que el 37% de los que estuvieron en hospitales públicos fueron por enfermedades que matan (cáncer, problemas cardiovasculares y enfermedades respiratorias), frente al 26% de los atendidos en hospitales privados, según los últimos datos del INE (2017)


O sea que la sanidad pública se concentra en las patologías más graves y más caras, porque los pacientes la eligen cuando tienen un problema serio (aunque paguen un seguro médico privado).Además, la sanidad pública atiende a un mayor porcentaje de personas mayores que la privada (48% de las estancias en hospitales son de mayores de 65 años, frente al 44% en la privada) y los atienden más tiempo (8,26 días de estancia media en la sanidad pública y 5,04 días en la privada), según los datos del Estudio RESA 2018.

Al final, si los seguros médicos crecen y la sanidad privada hace más negocio es a costa de  los crecientes problemas de la sanidad pública. Tenemos una sanidad eficaz, universal y barata, según la OCDE, pero arrastra una serie de problemas preocupantes, derivados de los drásticos recortes en el presupuesto (-9.787 millones entre 2009 y 2014, 1 de cada 7 euros) y las plantillas (se perdieron 41.000 empleos sanitarios: 11.000 médicos y 30.000 enfermeras), así como una descapitalización de medios, instalaciones y tecnología (apenas se ha invertido). El resultado es que la sanidad pública está al límite y eso se traduce en tensiones en la atención primaria (faltan médicos y se han reducido horarios), en los especialistas (hacen falta 4.000, según un reciente informe de Sanidad) y en la atención hospitalaria, sobre todo en urgencias y operaciones.

Y todo ello acaba en un aumento de las listas de espera, lo que hace que millones de españoles contraten un seguro médico privado. Las listas de espera han mejorado en 2017 y 2018, pero son superiores a las de muchos paises europeos, según el informe de la OCDE-CE. En junio 2018 (último dato oficial), había 584.018 españoles esperando una operación (sobre todo de cataratas, artroscopia, cadera, hernia o cirugía vascular), con una espera media de 93 días (en Canarias eran 147 días, en Castilla la Mancha 137 y en Cataluña 132 días, mientras sólo esperan 47 días en Madrid y 48 en el País Vasco), según el Ministerio de Sanidad. Y la lista de espera para el especialista afecta a 43 de cada 1.000 habitantes, más en Cantabria (74/1.000 habitantes), Ceuta (66), Canarias (62,3) y Galicia (61,39) y menos en el País Vasco (13,93 por cada 1000 habitantes), Melilla (18,49), Castilla la Mancha (24,22) y Madrid (26,51), con una espera media de 57 días (en Canarias, 105 días).

Otro problema muy serio de la sanidad española es la desigual atención por autonomías, fruto de los diferentes recortes (hay 8 autonomías que todavía hoy gastan menos en sanidad que en 2009: Cataluña, Andalucía, Extremadura, Canarias, Galicia, Castilla la Mancha, Murcia y La Rioja) y de que gastan más o menos en sanidad: en 2018, el País Vasco (1.695 euros/habitante) gastó en sanidad un 46% más que Andalucía (1.158 euros/habitante). Y junto a los vascos (1.670 euros en 2017), los que más gastan en sanidad son Navarra (1.635 euros en 2017), Asturias (1.586 euros), Extremadura (1.453) y Aragón (1.441). Y los que menos gastan, junto a Andalucía (1.108 euros en 2017), Madrid (1.179), Cataluña (1.192), la Rioja (1.199) y Murcia (1.206 euros/habitante en 2017). 


Al final, evaluando distintos parámetros, la Federación en Defensa de la Sanidad pública configura un ranking de “4 Españas” sanitarias. Una sanidad “buena” en el País Vasco (94 puntos sobre 118), Navarra (83), Aragón (80) y Castilla y León (83 puntos). Una sanidad “regular” en Asturias (78), Castilla la Mancha y Extremadura (77), La Rioja (76) y Madrid (73). Una sanidad “deficiente” en Baleares (72 puntos), Galicia (71), Andalucía (68), Cantabria y Murcia (66). Y una sanidad “mala” en Cataluña (65 puntos), Valencia (63) y Canarias (53).

Visto el panorama, urge un gran Pacto sanitario para resolver los problemas actuales de la sanidad pública y asegurar su futuro, actuando en 6 frentes. El primero, asegurar una financiación suficiente para la sanidad: debería acordarse un gasto sanitario del 7% del PIB (la media europea), lo que supondría gastar  en sanidad 12.000 millones más cada año (algo que requiere una reforma fiscal). Con más dinero,  podría actuarse en el frente laboral: garantizar unas plantillas mínimas a medio plazo, con contratos y salarios dignos, sabiendo que en conseguir más médicos se tarda 10 ó 11 años (6 de Universidad más 4 ó 5 de MIR). Tercer frente: homogeneizar la sanidad, con un Fondo de compensación interterritorial, para que tengamos la misma atención en toda España. Cuarto, configurar un sistema de atención sanitaria a los mayores (en geriátricos, residencias y centros de día), para descongestionar hospitales y centros de salud. Quinto, dedicar más dinero y medios a la prevención, para reducir enfermedades y hospitalizaciones. Y sexto frente, preparar un Plan sanitario hasta 2050, para hacer frente al envejecimiento, las enfermedades crónicas, los nuevos tratamientos  farmacológicos y la renovación tecnológica.

Todo esto debería ser prioritario para el próximo Gobierno y el futuro Parlamento. Porque si no se toman medidas, se deteriorará más la sanidad pública, en beneficio de la sanidad privada. Y una cosa es que tengamos un seguro privado para ir pronto al ginecólogo o al dentista y otra que lo necesitemos para saber si tenemos o no un cáncer porque el especialista tarda meses en vernos. O para operarnos. No podemos volver a aquello de que el que tiene dinero tiene una buena atención médica y el que no, atenderle en urgencias y como se pueda. Con la salud no se juega.

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