Son días de compras masivas que pagamos a golpe de tarjeta y con dinero en efectivo. Estamos enganchamos al móvil y a Internet, pero los
pagos electrónicos son minoritarios. El número de tarjetas bate récords y los pagos con ellas superan ya el dinero que se
saca de los cajeros. Pero sigue dominando
el pago en efectivo: con dinero hacemos todavía el 70% de los pagos. Y eso,
a pesar de las campañas de los bancos
para que paguemos con tarjetas o el móvil y de las medidas del Gobierno, que ha prohibido los pagos en metálico de más de 1.000 euros desde el 1 de enero, para reducir el
fraude fiscal. Pero el dinero en efectivo tardará mucho en desaparecer, a pesar del
avance del dinero electrónico, que debe resolver problemas de seguridad
y comisiones. Y ojo: pagar sin
dinero es una tentación que puede endeudarnos
más. Cuidado con darle a la tarjeta o a la tecla: luego hay que pagarlo.
enrique ortega |
Otro dato que habla del tirón
de las tarjetas es que mueven más dinero del que se saca en los cajeros, algo que tampoco había
pasado antes. Desde enero de 2016, los pagos con tarjeta (crédito y débito) superan al importe que se extrae de los cajeros de los bancos: fueron 32.713
millones en el tercer trimestre, frente a 31.317 millones extraídos en cajeros.
Esto es fruto del auge de las tarjetas pero también de un cierto declive de los cajeros,
que se resienten del aumento de comisiones aplicado por los bancos
desde la Navidad de 2015: si antes cobraban entre 0,65 y 0,75 euros por sacar
dinero en bancos ajenos, ahora cobran el triple, entre 1,80 y 2 euros por
extracción. Con todo, aunque crecen menos, los cajeros también están funcionando más este
año, con más operaciones y más dinero sacado: 31.317 millones en el tercer trimestre
frente a 30.210 extraídos en el tercer trimestre de 2015.
Indudablemente, las
mayores comisiones en los cajeros han
dado alas a las tarjetas, con más operaciones (789.937 en el tercer
trimestre) y más importes de compras (32.713 millones entre julio y septiembre
de 2016). España es el quinto país de Europa por número de tarjetas (73,66 millones), por
detrás de Reino Unido, Alemania (147 millones), Francia (80 millones) e Italia
(77 millones), aunque ocupamos el puesto 13º en el ranking de tarjetas por habitante (1,48
tarjetas, frente a 1,82 de Alemania o 1,21 de Francia). Y todavía utilizamos menos las tarjetas que la mayoría de Europa: 52 operaciones por
habitante y año frente a 79 de media en la UE (y más de 200 en los paises
nórdicos).
Eso sí, la operativa
de tarjetas está cambiando y cada vez se hacen más operaciones de pequeños
importes, incluso de menos de 10 euros, sobre todo tras el auge de los pagos
“Contact less” (acercando la tarjeta al datafono), que ya aceptan la mitad de
los TPV (hay 820.000 terminales “Contact less” de los 1.647.646 terminales disponibles para tarjetas). El gasto medio por tarjeta es de 2.838 euros (+3,5% sobre 2015), de los que 413
euros se gastan ahora por Navidad. Y en contra de lo que se piensa, gastan más los hombres (2.917 euros) que las mujeres (2.369 euros). Y más
los que tienen entre 40 y 50 años, seguidos de los de 50 a 60 años, siendo bajo
el gasto con tarjeta de los jóvenes.
Y sobre su uso, el 23% de los pagos
con tarjeta se hacen en el súper, el 16% en viajes, el 13% en gasolineras, el
12% en restaurantes, el 11% en grandes almacenes, el 9% en comprar moda, el 7%
en electrónica y telefonía y el 6% en artículos para el hogar. Y un dato
importante: en las compras online, el 67,2% de los
pagos se hacen con tarjeta de crédito.
Los pagos con tarjeta
no dejan de crecer y suponen un importante gasto para los usuarios y una
creciente fuente de ingresos para la banca. Los que tienen tarjeta pagan por tres vías. Una,
la comisión anual, que a veces se
perdona el primer año pero no después (salvo en algunos bancos online): es de
35 a 43 euros al año. La segunda, el
pago de intereses cuando se aplaza el pago de lo comprado con la tarjeta: un tercio de las tarjetas
que tenemos lo hacen (se llaman “revolving”).
Entonces se paga un interés, que oscila entre el 20 y el 25% (la media actual es el
21,1% TAE), aunque hay entidades que cobran el 15% (ING o Bankinter) y otras
hasta el 30%. En noviembre de 2015, una sentencia del Tribunal Supremo
estableció que los intereses superiores al 24% son “usurarios” y por tanto
“nulos”. Y la tercera vía son los elevados costes en que se incurre por descubierto, por superar el límite de la tarjeta:
se pagan dos comisiones, por reclamación de posiciones deudoras (35 euros) y
por descubierto (30 euros), más los intereses de demora (más del 20% TAE).
Además, los comercios
tienen que pagar una comisión a los
bancos que les instalan el terminal (TPV) con el que poder cobrar compras con
tarjeta. Esta comisión (“tasa de descuento”) es libre y oscila entre el 0,5% y el 1,10% por operación, con
un mínimo (que suele ser de 0,35 euros). Y a veces también les cobran una
reducida cuota mensual por el TPV. Luego, el banco que ha instalado el PTV y
que recibe el importe de la compra tiene que pagar una comisión (“tasa de intercambio”) al banco emisor de la tarjeta con la que se paga, una
comisión que sí está fijada por el Gobierno y que tiene un máximo (0,3% por
operación en las tarjetas de crédito y
0,2% en las de débito). Al final, serán casi 3 millones de operaciones este
año, con casi 120.000 millones pagados, de los que una parte (entre 600 y 1.000 millones de euros anuales)
van a aumentar los ingresos por comisiones de la banca, que suponen ya un 23% de sus ingresos totales (vea aquí el porcentaje de comisiones que cobran los bancos españoles).
Por eso los bancos
tienen tanto interés en “colocarnos” más tarjetas y en que no usemos el cajero, que les
supone ingresos pero también muchos
costes, no sólo en comprarlos e instalarlos sino en toda la intendencia de
manejar “dinero físico”: almacenamiento, transporte, seguridad… En esto
coinciden con los Gobiernos, que también mantienen una “guerra contra el dinero
en efectivo”, porque alimenta la economía sumergida y es una fuente de fraude fiscal: el dinero
electrónico deja huella y se rastrea con cierta facilidad, no así el dinero en
metálico. Por eso, el Gobierno Rajoy limitó los pagos en efectivo a un máximo
de 2.500 euros, en noviembre de 2012. Y ahora ha vuelto a hacerlo: desde el 1
enero de 2017, no se podrá pagar en efectivo más de 1.000 euros, a una empresa o a un
profesional, no
entre particulares (ahí, el pago es libre). Y si no se cumple, Hacienda
puede multar por el 25% de los pagos ilegalmente hechos.
A pesar del auge de las tarjetas y de las prohibiciones, el dinero en efectivo es “el rey de los pagos”, en España (84%
de los pagos), en Europa (66%) y en todo el mundo (85% de los pagos), según datos de la consultora PwC. Además, el
efectivo es el único medio de pago utilizado
por el 100% de los españoles, en todas las edades. Las tarjetas las usan el 90,8% de españoles y el 66,7% de los que tienen
entre 25 y 34 años. Les siguen los pagos por transferencias (85,8% españoles),
los pagos alternativos tipo Pay-Pal (52,5% usuarios), los cheques (38,8%), las
tarjetas virtuales (18% españoles), los pagos Contact less (15,2%), las APPs
(4,4%) y el pago por móvil (sólo 2,4% pagos), según el estudio de PwC.
Actualmente, se estima que un 70% de todo el consumo privado se paga todavía con dinero en
efectivo y sólo un 30% mediante tarjeta o dinero electrónico, según datos recientes de MasterCard. Y lo que es más llamativo: sólo hay un 7% de españoles que pagan exclusivamente
con tarjeta mientras hay un 22,6% que lo pagan todo sólo en efectivo,
según Tecnocom. Eso indica que los pagos
electrónicos aún están muy retrasados en España, aunque en los últimos años
crezcan las propuestas para pagar online, por ordenador o móvil. Y todo apunta
a que el dinero en efectivo tiene mucha vida por delante, no va a desaparecer a corto plazo, aunque los expertos vaticinan que 3 de
cada 4 transacciones de dinero en el mundo serán on line o través del móvil para 2020, según la consultora Accenture.
La última apuesta por los
pagos electrónicos ha llegado a España en diciembre de la mano de Apple,
que ha lanzado su servicio “Apple Pay”, dos años después que en EEUU. Un servicio que
permite pagar con el iPhone (iPad, Apple Wach o Mac) en tiendas físicas, en
APPs y en comercios online y que complementa la oferta de Google para los
smartphones Android, el “Google Wallet”,
lanzado en 2009 y mejorado en 2013 con una tarjeta de débito prepago. Y otros gigantes de Internet, como Facebook
o Twitter
también han lanzado servicios de pagos en sus redes, aunque todavía no están
operativos en España.
En paralelo, otras
empresas tecnológicas se han lanzado a ofrecer compras online con tarjetas.
La pionera, en el año 2.000, fue PayPal (eBay),
que ya tiene 130 millones de cuentas activas en el mundo, con las tarifas más
baratas para compras
y envío de dinero persona a persona. Amazon
lanzó en agosto de 2014 un lector de tarjetas de crédito que conectado a un
móvil o una tablet permite a pequeños negocios aceptar pagos. Y las empresas
chinas Alibaba
y Tencent o la japonesa Rakuta ofrecen también desde hace años
plataformas de pago a través de móviles, como la mayoría de empresas que venden
por Internet.
Las grandes empresas
de telefonía también se han lanzado a este negocio de los pagos
electrónicos. Vodafone ofrece su
monedero electrónico para pagos (“Vodafone Wallet”) desde 2014 en Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda y España. Y
en noviembre de 2015 renovó su aplicación para permitir el pago con móvil asociado hasta con 5 tarjetas
diferentes. También Orange ofrece el
servicio de pago por móvil “Orange Cash”.
Y Samsung lanzó en España, en junio
de 2016, su sistema de pago por móvil “Samsung Pay”, que ya funcionaba
en otros tres paises europeos. Y Movistar
ofrece también un pago por móvil limitado, vinculado a una VISA de la Caixa, uno de sus principales
accionistas.
Mientras los gigantes
de Internet y las telecos avanzan en los pagos digitales, la banca española ha ido a la zaga, con dispersas aplicaciones desde 2013,
la mayoría en colaboración con las telecos. En 2014, CaixaBank y Santander
intentaron hacer una apuesta conjunta (con Movistar) de pago por el móvil, la plataforma Yapp, pero fue un fracaso que
cerró en junio pasado, tras perder 8 millones de euros. Y finalmente, a finales
de septiembre, toda la banca (27 bancos y cajas, el 95% del sector) lanzó
Bizum, un servicio de
transferencias y pagos por móvil de la banca española, con requisitos técnicos
homologados con Europa, donde hay plataformas similares en Reino Unido, Suecia
y otros paises. Con Bizum, las transferencias de dinero entre particulares
no exigen saber el número de cuenta, sólo el móvil. En octubre se estrenaron las compras online y en diciembre han empezado las compras en
comercios, acercando el móvil al TPV e introduciendo una clave que ofrece
el banco al cliente que solicite el alta en
Bizum, tras el pago de una comisión que fijará cada entidad (algunos ofrecen gratis las 10
primeras operaciones o el primer año, pero luego cobrarán).
Precisamente, los dos
problemas que tienen los pagos
electrónicos son las comisiones
(más “visibles” que las de las
tarjetas) y la seguridad: los expertos creen que los ciberdelincuentes se van a volcar en estas operaciones en 2017,
sobre todo en los pagos por móvil, aunque sus requisitos de seguridad son muy
altos. Pero hay bastante “sensación de inseguridad”
entre muchos usuarios y eso ha restado auge al comercio electrónico y puede
frenar también los pagos electrónicos. Sobre todo si los bancos no refuerzan
sus inversiones en ciberseguridad y en seguros específicos, para compensar
a los clientes (sin “peleas” y complejas reclamaciones) en caso de fraude
online.
En definitiva, que cada vez compramos más por tarjeta pero
todavía el dinero en efectivo es el rey de los pagos y lo será por mucho tiempo, a pesar de que crecen los pagos electrónicos y por el móvil. Pero cuidado:
estos nuevos pagos son una forma
sencilla de endeudarnos más, de
gastar sin control y luego darnos “sustos”. Ojo
con darle a la tarjeta o a la tecla: luego hay que pagarlo.
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