Enrique Ortega |
Dicen que no hay mal que por bien no venga. La guerra de Ucrania, junto a la crisis energética y los efectos negativos del Cambio Climático, han disparado los proyectos renovables en todo el mundo. De hecho, este año 2023 se van a instalar 440 GW de energías renovables, un 32% más que en 2022, un aumento que equivale a toda la potencia eléctrica instalada en Alemania y España juntas, según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que destaca este dato: por cada dólar invertido en energías fósiles (petróleo, carbón, gas) se invierten ya 1,7 dólares en energías renovables, superando la inversión en energía solar al petróleo. La mayoría de estos nuevos proyectos renovables se están haciendo en China, EEUU y Europa, dos tercios de ellos son instalaciones fotovoltaicas. Sólo en Europa, los proyectos renovables han crecido un 40% estos años sobre 2019, sobre todo proyectos fotovoltaicos y eólicos en Alemania, Italia, Paises Bajos y España, paises que han concedido más permisos de plantas renovables en los últimos 18 meses que en toda la década anterior.
El informe de la AIE revela que este “boom” de las renovables en Europa ha permitido a los consumidores europeos un ahorro de 100.000 millones de euros entre 2021 y 2023, gracias a la mayor producción eléctrica con energía solar y eólica. A pesar de este “salto” en las renovables, Europa sigue ocupando el 2º lugar mundial, con un 21,28% de la energía de fuentes renovables, frente al 49% en China y el 14,7% en EEUU. La estimación de la AIE es que China se va a consolidar en 2024 como el país líder mundial en renovables (55% del total), con el 70% de los proyectos eólicos marinos, el 60% de los eólicos terrestres y un 50% de los proyectos fotovoltaicos mundiales. Europa pretende dar un salto en esta década y tiene pendiente aprobar un Plan para saltar del 22% renovable actual al 42,5% en 2030.
En este panorama, España es uno de los paises europeos que más ha apostado por las renovables en estos dos últimos años. Este mes de junio, la potencia renovable instalada alcanzaba los 72.960 MW, el 59,66% del total, liderada por la energía eólica (30.272 MW instalados, el 25,09% del parque eléctrico total), seguida de la solar fotovoltaica (paneles: 21.024 MW) y la solar térmica (el sol calienta un fluido y el vapor mueve las turbinas de la central: 2.304 MW), un 19,34% del parque total, más la energía hidráulica (17.097 MW, el 14,17% de la potencia total) y otras renovables (1.263 MW, el 1,04% restante). Para apreciar el salto de las renovables, baste decir que en 2019 suponían el 49,3% de la potencia instalada, en 2012 el 36,8% y en 2009 un 32,65%, casi la mitad que ahora.
Y ojo, hay varias autonomías, de la España vaciada, donde las energías renovables suponen casi la totalidad de la potencia instalada: Castilla y León (el 96% es renovable), Castilla la Mancha y Extremadura (el 81% de la potencia instalada es renovable), Aragón (76%) y Galicia (71%), según los datos de Red Eléctrica (REE), debido a que concentran la mayor parte de las nuevas instalaciones solares y eólicas de España.
Con esta potencia renovable instalada, que ronda el 60% del total, España se ha convertido en uno de los paises europeos con más peso de las renovables, según el informe de ENTSO-E: ocupamos el puesto 14 de 30 paises, un ranking dominado por Noruega (98,6% de potencia instalada renovable), Albania (95,8%), Luxemburgo (85,4%), Suiza (81,3%), Austria (78,6%), Montenegro (78,5%), Croacia (77,1%), Portugal (79,1%), Dinamarca (65,4%), Alemania (65%), Suecia (65%), Rumania (63,3%) y Letonia (63,5%), teniendo menos peso las renovables en Italia (43,2% de la potencia instalada) y Francia (42,8%).
Con esta importante potencia instalada, cada año se genera más electricidad renovable, en Europa y en España. En los cinco primeros meses de 2023, las energías renovables han generado en España el 52,3% de toda la electricidad consumida: un 25,9% ha sido electricidad eólica, otro 13% solar fotovoltaica, un 1,6% solar térmica, un 10% electricidad hidráulica y el 1,7% de otras renovables (residuos). Con ello, los kilovatios eólicos (25,9%) superaron a los nucleares (20,5% de la electricidad) y los kilovatios de origen solar (14,6%) igualaron a los kilovatios producidos con gas natural (14,6%), superando a los generados con carbón (1,4%) y fuel y gas (1,5%), según REE. En definitiva, más de la mitad de la electricidad es de origen renovable, cuando en 2019 era el 36,8% del total y en 2009 suponía sólo el 29%. Y la eólica y la solar juntas generan ya el 40,5% de la electricidad. Incluso un día, el pasado 13 de mayo, entre 10 y 19 horas, el 100% de la electricidad generada en España fue renovable. Y somos uno de los paises europeos con más generación eléctrica renovable.
Este tremendo salto en las renovables es fruto de un “boom” de instalaciones y, sobre todo, de solicitudes, empujadas por las eléctricas, inversores españoles y Fondos extranjeros. La “avalancha” de proyectos renovables ha sido tal que, a finales de 2021 había 176.000 solicitudes de instalaciones eólicas y solares con autorización administrativa previa, el primer paso para instalar una planta renovable. Por toda España, sobre todo en las zonas rurales, se multiplicaron los proyectos, creando una “burbuja especulativa” de empresas que compraban terrenos rústicos (pagando 5 veces su valor como tierras agrícolas) para luego revenderlos a inversores o eléctricas. Eso provocó un tremendo atasco, en el Ministerio de Transición Ecológica (que supervisa los “macro parques”, de más de 50 MW) y en las autonomías (que conceden la autorización administrativa a los pequeños parques), poniendo en riesgo todo el proceso. Por ello, a finales de diciembre, el Gobierno aprobó una moratoria de 18 meses, para retrasar estas solicitudes a las futuras subastas de renovables.
Aunque se ha frenado la entrada, el 2º escalón del proceso, el permiso medioambiental, lo tienen ya 1.418 instalaciones renovables (182 macro proyectos, 161 solares y 21 eólicos, y otros 1.236 proyectos más pequeños), que ahora tienen que seguir el resto de filtros y permisos: autorización administrativa, autorización de construcción y autorización de explotación definitiva. No se sabe cuántas de estas 1.418 instalaciones más avanzadas acabarán generando electricidad en los próximos años (los retrasos y la subida de tipos están desalentando a algunos inversores), pero se trata de una enorme “burbuja” renovable. Baste decir que si todos estos proyectos salieran adelante, supondrían 68.859 MW más de potencia renovable, es decir se duplicaría con creces la potencia eólica y solar instalada ahora (53.600 MW en junio). Por eso, hay expertos que alertan de esta “burbuja” renovable (“es el ladrillo de ahora”) y defienden un crecimiento más ordenado de las instalaciones, atendiendo al medio ambiente y a las zonas rurales (se multiplican las protestas contra parques renovables en pueblos y zonas costeras, por la eólica marina).
El Gobierno utiliza las subastas de renovables (desde 2013) para tratar de ordenar el proceso de concesión e incorporación de nuevas plantas, mientras las empresas eléctricas e inversores tratan de subir los precios no cubriendo en muchos casos la oferta. El Gobierno Sánchez se comprometió a instalar 40.000 MW antes de 2030, para que el 74% de la electricidad proceda de energías renovables. Pero al ritmo lento de las últimas subastas (4 desde 2021) va a ser difícil alcanzar esa cota, si no paga más por kw renovable. Además, hay un montón de litigios y demandas en los tribunales, mientras las principales empresas que apuestan por las renovables se quejan de falta de componentes (vienen de China y otros paises) y un 78% de de que les falta mano de obra especializada (hay 55.400 personas empleadas en la energía solar y eólica, pero harán falta hasta 468.000 en la próxima década). Y también les preocupa el proceso electoral y si el futuro Gobierno autorizará más o menos renovables.
A finales de mayo, la Comisión Europea alertó a España sobre la evolución de las renovables. Dentro de sus recomendaciones anuales, advertía que “son necesarias más inversiones tanto en infraestructuras de red como en almacenamiento para integrar más electricidad renovable”. A lo claro: que si hay 1.418 instalaciones renovables en camino, hay que hacerles un hueco para verter esta electricidad en la red y almacenarla (para guardarla y evitar que se pierda, por “no verterla” en la red). Y además, España tiene que avanzar en la interconexión con Europa, porque somos “una isla eléctrica”: sólo un 5,4% de la electricidad producida se exporta a Francia, cuando el objetivo marcado por Bruselas es del 10% en 2020 y el 30% en 2030, porcentaje que consideran “imposible de cumplir” incluso con la inauguración del cable del Golfo de Vizcaya previsto para 2027-28.
En definitiva, que está muy bien que España haya dado un gran salto en renovables, pero que tiene “un cuello” de botella si no consigue resolver tres problemas: ampliar la red eléctrica (para dar entrada y cabida a las nuevas plantas solares y eólicas), instalar centros de almacenamiento junto a la red (para aprovechar después la energía solar y eólica que ahora no se utiliza o se pierde) y ampliar la conexión eléctrica con Europa. Además de un 4º problema que también señalan: la falta de personal formado en renovables.
Para el primer problema, ampliar la red de transporte y comercialización, un monopolio de Red Eléctrica (REE, una empresa con un 20% de capital público y la “acción de oro” para que no pueda ser opada por terceros sin autorización), la Comisión pide un Plan de inversiones para ampliar los puntos de acceso y mejorar la red y las interconexiones. Según la consultora Aurora Energy Research, la red eléctrica española solo está preparada para asumir 16.600 nuevos MW en 2026 y no los 60.000 largos que se esperan para 2030. Otro problema, el almacenaje, es muy serio porque hoy, dado que apenas existen plantas de almacenamiento, hay una parte de la energía renovable que se pierde y para sustituirla hay que poner a funcionar (en horas sin sol o aire) a centrales de gas (que nos cuestan 68 euros al año por recibo). De hecho, el desperdicio de energía eólica y solar se multiplicó por 10 en 2022, según Aurora Energy. Algunos expertos ponen como ejemplo a Portugal, que ha instalado baterías y electrolizadores junto a las nuevas plantas renovables.
En resumen, lo que dice la Comisión Europea es que no basta con que España promueva nuevas plantas solares y eólicas, sino que tiene que invertir más para complementar ese esfuerzo con nuevas redes, plantas de almacenaje, conexiones con Europa y formación de personal especializado. Habrá que gastar más, invertir más, lo que encarecerá algo el kilovatio renovable, pero se creará una estructura estable que lo abaratará a medio plazo.
En medio de esta “burbuja” renovable y la necesidad de
nuevas inversiones, España se encuentra con que la Comisión Europea quiere reforzar aún más la opción renovable,
para que pase de aportar el 22% actual
de la energía al 42,5% en 2030. Un salto tremendo que no
se aprobó la semana pasada en Luxemburgo pero que la Comisión quiere aprobar en el semestre español. Y eso va a
obligar a todos los paises europeos a “hacer un esfuerzo extra”, no sólo en la generación de electricidad
(donde España va bien) sino en la sustitución de energías fósiles en la
movilidad (vehículos eléctricos), los
edificios (bombas de calor en lugar de calefacciones) y las industrias (sustituyendo gas y petróleo por hidrógeno verde y
energías renovables), donde España
va más retrasada que la mayoría
de Europa.
De hecho, España tiene que cumplir un compromiso con la Comisión Europea: el Gobierno en funciones debe enviar, antes del 30 de junio, una “hoja de ruta”, actualizando el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), que la Comisión aprobó en marzo de 2021, porque ha quedado desactualizado por la guerra en Ucrania y el mayor esfuerzo renovable que piden ahora las autoridades comunitarias. La ministra de Transición Ecológica, "en funciones", ha dicho que va a enviar este mes el nuevo Plan, que puede contemplar aumentar la potencia de energías renovables de los 40.000 MW anteriores a 65.000 para 2030.
La cuestión es que ese nuevo Plan del Clima para 2030 deberá ser ejecutado por el futuro Gobierno español, una vez lo autorice Bruselas. Y si ese Gobierno lo integran PP y Vox, podrían defender cambios de fondo, dado que tanto el PP como Vox defienden mantener la energía nuclear (estaba previsto reducirla a la mitad en 2030, cerrando nucleares a partir de 2027) y no son demasiado partidarios de promover las energías renovables (en Extremadura, el PP propone mantener abierta Almaraz después de 2027 y “revisar las prohibiciones y limitaciones de la Red Natura 2000 que están ahuyentando e impidiendo el desarrollo de las empresas y la instalación de nuevos proyectos industriales”) . Así que todo el “boom” de las renovables está pendiente de las elecciones del 23-J. Y también de lo que pase en Europa, en las elecciones de junio de 2024, porque una parte de la derecha y toda la extrema derecha europea son partidarias de ir más despacio en la descarbonización y las renovables. Así que nuestra luz y nuestro medio ambiente dependen otra vez de la política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario