lunes, 7 de octubre de 2024

El recibo de la luz, pendiente del clima

Ya casi nadie se fija en el recibo de la luz, que tantos “sustos” nos dio en 2021 y 2022. En 2023 moderó su subida y así sigue en 2024, a pesar del final de “la excepción ibérica”, la subida del IVA y los conflictos geopolíticos. Y España sigue con la luz más barata de Europa. La causa de estos precios “más controlados” está en las energías renovables (sol, aire y agua), que producen una electricidad más barata y limpia: llevan 12 meses consecutivos generando más del 50% de la electricidad. Y el objetivo es que generen el 81% de la luz en 2030. Es bueno, pero obliga a estar más pendientes del clima: más o menos aire, sol y lluvia explican los vaivenes del precio de la luz. En paralelo, se agrava la “guerra de precios” y las ofertas de las eléctricas para que contratemos la luz “en el mercado libre”, con tarifas planas (y “letra pequeña”) que ya tienen el 71,8% de consumidores.

                            Enrique Ortega

El recibo de la luz sigue sin darnos sustos en 2024. Ya en 2023 volvimos “casi a la normalidad” en las tarifas, tras los “sustos” sufridos en 2021 y 2022, por la crisis de la energía y la invasión de Ucrania. Así, el coste de la luz en el mercado mayorista (donde venden y compran la luz diariamente las compañías productoras y distribuidoras) cerró 2023 con un precio medio de 87,43 euros/MWh, menos de la mitad del precio medio de 2022 (209,69 euros/MWh) y por debajo del precio medio de 2021 (111,39 euros/MWh), aunque todavía duplicaba el precio medio de los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh). Y ahora, en lo que llevamos de 2024 (enero-septiembre), el precio medio del mercado mayorista ha sido menor al de 2023, 45,5 euros/MWh, a pesar de ser mayor en verano (desde 56 euros en junio a 91,05 en agosto y 72,62 en septiembre), por las olas de calor y el turismo.

Con un precio de la luz en origen más moderado, los consumidores hemos pagado precios contenidos, tanto en el mercado regulado (8,6 millones de clientes, cuya tarifa se rige por el precio mayorista diario según las horas de consumo) como en el mercado “libre” (21,8 millones de clientes) , donde las tarifas (“planas”) se suelen fijar por un año o más (y se revisan después, con la evolución del mercado). Ya en 2023, el recibo medio de la luz (para un hogar que tenga contratada 4,6 kW de potencia y 292 kwh de consumo mensual) fue de 60,26 euros al mes (723 euros al año), una rebaja importante (-42,8%) sobre el recibo medio pagado en 2022 (105,48 euros al mes) y en 2021 (79,11 euros al mes de media), según los precios que publica la OCU. Y este año 2024, revelan que estamos pagando un recibo algo más bajo: 58 euros de media (enero a septiembre), con recibos inferiores a 55 euros en abril, mayo y junio y por encima de los 60 euros en enero, julio y agosto.

Así que este año 2024, el precio de la luz es más bajo incluso que en 2023, tanto en el mercado mayorista de origen como en el recibo final al consumidor. Y eso que hemos contado con dos factores en contra. Uno, que desde el 1 de enero de 2024 ya no tenemos la ayuda de “la excepción ibérica, esa medida concedida por Bruselas a España y Portugal para poner un tope al precio del gas utilizado para producir electricidad, para que no disparara el precio del mercado de origen. La medida entró en vigor el 15 de junio de 2022 y fue clave para rebajar la tarifa eléctrica en 2022 (el peor año) y en 2023 (aunque no se aplicaba desde febrero de 2023, porque el gas estaba por debajo del tope, entonces 65 euros/MWh). De hecho, “la excepción ibérica” (el “timo ibérico” para el PP) permitió a España un ahorro de 5.106 millones de euros en los recibos (4.000 millones en 2022 y 1.100 millones en 2023).

El otro factor que no ha ayudado a bajar el recibo han sido los 3 impuestos a la electricidad, que han subido en 2024. En enero, con los precios en origen más bajos, el Gobierno Sánchez decidió subir el IVA (tras bajarlo del 21 al 10% en 2021 y al 5% en junio de 2022): lo subió al 10%, siempre que el precio mayorista (en origen) estuviese por encima de los 45 euros/MWH. Pero en febrero bajó a 40euros y con ello, el IVA  subió al 21% hasta mayo. En junio, el precio mayorista se colocó en 56 euros/MWH y el IVA volvió al 10%, que ha estado vigente hasta septiembre. Además de un IVA más alto que en 2023, hemos pagado una subida del impuesto especial a la electricidad (del 0,5% al 2,5% en el primer trimestre, el 2,8% en el 2º y el 5,11% desde julio) y del impuesto a la generación de electricidad, que pagan las eléctricas pero “nos lo repercuten” a los clientes (se suprimió en 2021 y ha vuelto, al 3,5% en el primer trimestre, el 5,25% en el 2º y el 7% a partir de julio). En conjunto, se estima que pagaremos 7,50 euros extras mensuales en 2024 por esta triple subida de impuestos a la luz.

Sin embargo, hay otros factores que sí han ayudado y explican por qué pagamos algo menos por la luz que en 2023 (y mucho menos que en 2021 y 2022). Uno de ellos, la reforma de la tarifa regulada, el PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor), que entró en vigor el 1 de enero de 2024. El principal cambio es que la tarifa regulada ya no oscila sólo con el precio diario del mercado mayorista, sino que se obliga a las compañías distribuidoras que compren una parte de la luz que nos venden en el mercado a plazo: este año, un 25% deberá ser de contratos a plazo (a un mes, un trimestre, un año o más), un 40% en 2025 y un 55% en 2026. Con ello se buscan contratos más estables (evitando los “saltos” diarios de precios) y que deben ser más baratos, en beneficio de los consumidores.

Pero el factor clave de que el precio de la luz sea más bajo está en el creciente peso de las energías renovables (eólica, solar e hidráulica) en la generación de electricidad, porque son más baratas que el resto (gas, carbón o incluso algunas nucleares). Así, en 2024 (enero-septiembre), las energías renovables han aportado el 57,3% de la electricidad producida (22,4% la eólica, 20,3% la solar, 13,2% la hidráulica y 1,4% otras energías renovables), según Red Eléctrica (Redeia). Y lo más importante: son ya 12 meses consecutivos (de octubre de 2023 a septiembre de 2024) en que las energías renovables generan más del 50% de la electricidad en España. Ya en 2023, las renovables aportaron el 50,1% de la electricidad generada, un gran salto desde 2019, cuando aportaron el 39,2%. 

El tirón de las renovables es lo que explica que nuestro recibo de la luz no se dispare, junto a la moderación en el precio del gas natural, el culpable de disparar nuestro recibo en 2021 y 2022: sigue por debajo de los 40 euros/MWh, cuando en agosto de 2022 se disparó a 311 euros, aunque su precio podría repuntar por el conflicto en Oriente Próximo. En cualquier caso, la electricidad generada con gas (centrales combinadas) es ahora marginal (11,3% de enero a septiembre), con lo que podría aumentar algo el recibo si su precio se dispara, pero no lo notaríamos demasiado, porque casi dos tercios de la electricidad es renovable.

Este tirón de las renovables explica también otro hecho: España tiene la electricidad más barata de Europa. Con datos del 3 de octubre, en España costaba 58 euros/MWH, casi como en Francia (57,64 euros) y mucho más barata que en Portugal (67,45), Alemania (72,66), Paises Bajos (86,05), Grecia (101), Italia (115) o Finlandia (183 euros/MWh). Y eso ha sido así durante todo 2024 y también en 2022 y 2023. Concretamente, en los 18 meses que iban de junio de 2022 a diciembre de 2023, el precio mayorista de la electricidad fue de 102,64 euros por MWh en España, 161,48 euros en Alemania, 175,82 en Francia y 207,88 euros en Italia, según los datos publicados por el Grupo ASE. Y si miramos todo el año 2023, el precio mayorista en España (87,43 euros de media) fue un -14,2% inferior a la media de la electricidad mayorista en los 4 grandes paises UE (101,82 euros).

Eso se explica en parte por la “excepción ibérica” (hasta 2023) pero sobre todo porque España ha desarrollado más las energías renovables. En energía solar, somos líderes europeos en potencia instalada (29,5 GW de potencia, por delate de los 24,6 de Alemania, los 10,8 de Francia, los 9,8 de Reino Unido  y los 4,8 de Italia)  y también en potencia en construcción (7,8 GW, más que la prevista en Grecia, Reino Unido, Portugal y Alemania juntas. Y en energía eólica, España ocupa el 2º puesto en Europa en capacidad instalada (30,42 GW en 2023), tras Alemania y por delante de Reino Unido, Francia e Italia. Y por si no quedara claro, en 2023, España produjo casi el 40% de la electricidad (39,3%) con energía eólica y solar, frente al 13% en el mundo y algo por encima de Alemania (39%).

El objetivo es seguir aumentando el peso de las energías renovables (eólica, solar, hidroeléctrica y otras) en los próximos años  y conseguir que aporten el 81% de la electricidad en 2030, según el último Plan aprobado por el Gobierno en septiembre y enviado a Bruselas. La hoja de ruta de la energía solar (fotovoltaica y térmica) va bien, según lo previsto, pero la energía eólica va retrasada: ha superado  el listón de los 30 GWh (con 22.200 aerogeneradores), pero le queda mucho para llegar a los 62 GW previstos para 2030. Y avanza a un ritmo lento: en 2023 se instalaron 607,27 MWh, la octava parte de los 5,2 GWH anuales que hay que instalar hasta 2030. El sector se queja de un “exceso de rigidez normativa” por las distintas administraciones, con mucha “judicialización” de proyectos (sobre todo en Galicia). Problemas que urge agilizar y resolver, junto al desarrollo de la eólica marina (recién autorizada) porque la energía eólica es clave para cubrir la demanda en horas que no hay sol (si no hay molinos y energía suficiente, obliga a tirar de las centrales de gas…).

El tirón de las renovables no sólo abarata el recibo de la luz sino que reduce drásticamente las emisiones de CO2 que provocan las centrales de carbón (solo ha generado el 1% de la electricidad este año), fuel y gas (11,5%) y los residuos de las centrales nucleares  (que generan todavía un 19,7% de la electricidad). Concretamente, en 2024 (enero-septiembre), la producción de electricidad ha generado 18,58 millones de toneladas de CO2 equivalente y podrían llegar a 25 millones de toneladas de CO2 en todo 2024. Eso supondría reducir a la mitad las emisiones por generar electricidad que se hicieron en 2019 (50 millones).

Así que el impulso a las renovables nos está permitiendo tener una luz más barata y limpia. Ahora, la clave es seguir promoviendo las energías eólica, solar y otras renovables, mejorando su eficiencia y desarrollando el almacenamiento, porque una parte de la energía renovable no se puede guardar (almacenar en baterías gigantes) y se pierde. En paralelo, urge modernizar la red de distribución, para evitar picos y cortes: hay horas y lugares donde se ha cortado la luz a grandes industrias para no cortarla al resto, por desajustes puntuales en la generación y distribución de electricidad. Con todo, lo esperado es que la luz sea cada año más barata, al ser más renovable. El Banco de España estima que las energías renovables pueden reducir los precios de la luz un 50% de aquí a 2030. Y con ello, España tendría unas tarifas eléctricas más competitivas, del 20 al 30% más bajas que en Europa.

Pero esto va a suponer un gran cambio: cada vez tendrá más peso el clima en nuestro recibo de la luz. Ya lo hemos visto este año: en primavera, con las lluvias, hemos tenido la luz más barata del año (marzo, abril y mayo). En verano, con las olas de calor (más demanda y menos rendimiento de los paneles solares), la falta de viento y de lluvias, hemos tenido la luz más cara (julio y agosto). Y en septiembre, con más viento y algunas lluvias, la electricidad ha bajado. También se espera que baje en octubre (salvo por “sustos” geopolíticos en el gas natural). Así que alegrémonos los días de viento, sol y lluvia  (más renovables) y poco calor y frío (menos demanda), porque eso rebajará nuestro recibo de la luz.

Visto el panorama, queda hablar de la “guerra de precios que han vuelto a lanzar las eléctricas y sus distribuidoras (también las independientes y empresas como Repsol o el Corte Inglés) para “robarse clientes”. Ahora que los clientes de tarifa regulada (PCPV) han visto subir algo su recibo en verano (aunque les bajó más en primavera), las distribuidoras arrecian sus ofertas para que se cambien al “mercado libre”. Hasta ahora están teniendo éxito, porque han ganado clientes en los últimos años: en junio sólo había 8,6 millones de consumidores con tarifa regulada (el 28,2%) y 21,8 millones con “tarifa libre” (71,2%), clientes que contratan una “tarifa plana” (tanto al año), con el argumento de que así “no tendrán sustos”. Pero muchos no saben “los inconvenientes”: estos contratos suelen tener “permanencia”, no pagan según la hora de consumo, como la tarifa regulada (a veces tienen 3 franjas horarias) y no tienen derecho al bono social. Y a veces pagan potencia de más.

Cualquier consumidor puede meterse en el comparador de la CNMC, para ver las ofertas de luz disponibles y compararlas con su tarifa regulada (PVPC). Pero ojo, aquí pasa un poco como con las hipotecas: las eléctricas quieren convencernos de que nos pasemos al mercado “libre”, como los bancos nos intentan convencer de las hipotecas a tipo fijo. Y ahora que bajan los tipos, puede que no sean una buena opción. Lo mismo pasa con la luz: si la previsión es que siga bajando, compensará más estar en el mercado regulado (más ligado al mercado) que en el “libre” (donde habrá que pelear la rebaja en cada revisión, algo difícil). Por eso, a pesar del bombardeo de “ofertas”, yo sigo con la tarifa regulada.

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