España está endeudada hasta las cejas. Como país, debemos 1 billón largo de
euros, más del 100% del PIB, un récord desde 1910. Y hay que sumar otros
1,6 billones que deben las empresas y familias españolas. En total, debemos el 250% del PIB y somos el 8º país
más endeudado del mundo. El problema
es doble. Por un lado, la deuda sigue creciendo y nos hace muy vulnerables: dependemos de que “los mercados” nos
presten (necesitamos 400.000 millones “nuevos” este año) y no se pongan
nerviosos, cobrándonos más por su dinero. Y por otro, tenemos que dedicar muchos recursos a devolver deuda y
pagar intereses, dinero que el Estado no puede destinar a gastos
necesarios, las empresas a invertir y las familias a consumir. Por eso, tanta
deuda es una losa que dificulta crecer y crear más empleo. Hay que renegociar esta deuda, a nivel europeo y
español, para rebajar su coste y que no
torpedee la recuperación.
enrique ortega |
España alimentó la burbuja inmobiliaria y el fuerte
crecimiento de la pasada década a base de endeudarse,
de créditos para el Estado, las empresas
y las familias (hipotecas). Y con la crisis, los Gobiernos se endeudaron
aún más, para enjugar los déficit públicos crecientes, mientras las empresas y
familias intentaban reducir sus deudas, que muchos no podían pagar (quiebras y
desahucios). El resultado es que si
España ya estaba muy endeudada antes de la crisis, como el resto del mundo,
lo está aún más ahora, por culpa del aumento de la deuda pública (+641.556 millones), aunque haya bajado la deuda privada (-542.278 millones). Así, si en diciembre de 2008 España
tenía una deuda total de 2.611.413 millones de euros (el 233,95% del PIB), en
febrero de 2016 tiene una deuda mayor, de 2.710.691 millones de
euros (el 250,71% del PIB), dos
veces y media lo que producimos anualmente.
España se ha
convertido así en el octavo país más
endeudado del mundo, con datos del Mc Kinsey Global Institute, sólo por detrás de Japón (debía el 400% de su PIB en 2014), Irlanda (390%), Singapur
(382%), Portugal (358%), Bélgica, Holanda y Grecia (todos con una deuda
superior al 300% del PIB). En el mundo, la deuda es hoy uno de los problemas
económicos más graves y ha crecido un 40% con la crisis: pasó de 142 billones de dólares a 199
millones en 2014, según los datos del Mc Kinsey Global Institute. Los mayores aumentos de deuda se han dado estos
años en China, España, Irlanda Portugal
y Grecia. Y este “empacho de deuda” explica que el mundo y sobre todo Europa
apenas crezcan: los esfuerzos de Estados, empresas y familias están
volcados en devolver parte de esta deuda, en “desendeudarse” y eso se come la
mayor parte de la recuperación internacional.
Volviendo a España,
la mayor parte de la deuda total es deuda
privada, de empresas y familias: alcanzaba los 1.629.364 millones de euros en febrero de 2016, un 150,7% del PIB, una deuda más elevada que en el resto de
Europa, a pesar de que esta deuda privada es la única que se ha recortado con la crisis: se ha rebajado en 542.278 millones, una cuarta parte de
lo que debían empresas y familias en diciembre de 2008 (2.171.642 millones).
Las empresas
españoles deben ahora 910.769 millones de euros (febrero 2016), tras haber devuelto
350.836 millones en los últimos 7 años, a costa de beneficios, dividendos y
empleo. Con todo, las empresas españolas siguen más endeudadas (84% del PIB) que el
resto de las empresas europeas (su deuda supone el 60% del PIB) y sobre
todo más que las alemanas (su deuda es sólo el 38% del PIB). Y además de tener más deuda pendiente, las empresas
españolas pagan más caro el dinero, sobre todo las pymes, con lo que devolver los
créditos y pagar intereses les supone un
coste mayor que a la mayoría de empresas europeas. Por eso, aunque el
beneficio de las empresas españolas se ha triplicado, la mayoría dedican estos recursos a desendeudarse, pagar dividendos y ahorrar, no a invertir. Y
no quieren pensar en pedir más créditos, porque aún tienen encima una pesada deuda.
Las familias
españolas deben ahora 718.595 millones de euros (febrero 2016), la mayoría son hipotecas pendientes de pago (el 77% de esta deuda) que tienen unos
7 millones de españoles. También aquí, las familias
españolas están más endeudadas (67% del PIB) que la
mayoría de familias europeas (65% PIB) y que las alemanas (52%), francesas
(60%) o italianas (50% PIB). Y como además aquí han caído más los salarios y el
empleo, han sufrido más el impacto de la crisis para poder pagar estas
hipotecas. Por eso ha subido la morosidad
y los desahucios, mientras se ha recortado el consumo,
porque su prioridad ha sido y es pagar la hipoteca. Y aún tienen que
seguir devolviendo dinero, unos 2.000 millones al mes, con lo que las familias no alcanzarán el nivel de endeudamiento europeo
hasta 2018, según un estudio de CaixaBank.
Y queda la deuda
pública, que está disparada: acaba de batir un récord
histórico, al llegar en febrero de 2016 a la cifra de 1.081.327millones de euros, superando la barrera del 100% del PIB (100,012 % PIB) y el mayor porcentaje desde
el año 1910 (antes tuvimos el 165% en 1879 y el 124% en 1900), según el reciente libro “La crisis de la deuda soberana en España 1500-2015”, de Francisco Comín. Esta
deuda pública se ha multiplicado por 2,5
con la crisis, ya que era sólo de 439.771 millones (39,4% PIB) en diciembre de 2008. Y el mayor salto
lo ha dado con el Gobierno Rajoy,
que recibió 743.530 millones de deuda pública (el 69,5% del PIB) y la ha aumentado en un tercio,
para financiar el déficit público, ayudar a las autonomías y a la banca y
colaborar en los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda. Una deuda
que en un 80% tiene el Estado y la Seguridad Social y el resto las autonomías.
Con esta deuda que ya supera el billón de euros, España es el 6º país europeo con más deuda pública
en importancia relativa (99,2% del PIB en 2015), por delante de la media
europea (85,2% PIB) y de la zona euro (90,7%), sólo por detrás de la deuda de Grecia (176,9% PIB), Italia (132,7%), Portugal (129%), Chipre
(108,9%) y Bélgica (106%), según los
últimos datos de Eurostat. Y a nivel mundial,
somos el país nº 14 en deuda pública, sólo por detrás de Japón (249,08%), EEUU (104,97%) y cinco
pequeños países de África y el Caribe.
Las perspectivas apuntan que la deuda privada (empresas y familias) se reduzca otra vez este año,
pero que siga creciendo la deuda pública,
porque España tiene que financiar un elevado déficit público. La última previsión de la Comisión Europea es que la deuda pública española crezca en 2016 (hasta el 101,3% del PIB) y no baje del 100% del PIB hasta 2020. Y esto nos hace “un
país muy vulnerable”, como ha advertido Bruselas en su informe de
Sostenibilidad Financiera (enero 2016). Y eso porque tanta deuda hace a España muy dependiente de los “mercados”,
de los inversores (el 53% de la deuda
pública española está en manos de extranjeros). Así, el país necesita este año 400.000 millones de dinero nuevo para seguir
funcionando, según el ministro de Guindos (226.000 el Tesoro público y 170.000
las empresas y bancos). Y si vuelve a haber tensiones o suben los tipos (que están
casi a cero), tendríamos un grave problema. Porque además de devolver la deuda,
hay que pagar intereses. Este año
2016, el pago de intereses sólo por la deuda pública supondrá 33.500 millones (5.000 menos que
en 2012, gracias a la bajada de tipos). Una factura que daría para pagar medio año del gasto en Educación o 4 meses las
pensiones. Y que ahora se va a pagar intereses a los inversores y bancos
(la mayoría españoles), que son los que ganan dinero con nuestra deuda.
Así que la deuda
pública es una pesada losa para los Gobiernos, que no pueden
gastar ese dinero en gasto social o en inversiones que ayuden a crecer más y
crear más empleo. Y la deuda privada
es también una losa para el resto de la economía: las empresas tienen que destinar una gran parte de sus ingresos a
devolver deuda y pagar intereses en vez de a invertir y crear más empleo. Y las familias, están agobiadas por pagar
la hipoteca y restringen su consumo y sus gastos, lo que retrae también las
ventas y el crecimiento. Por eso, son muchos los economistas que creen que la abultada deuda, del mundo y de España,
es la principal causa de que la economía internacional esté
estancada y no despegue con más fuerza.
¿Qué se puede hacer? Hay que reducir la deuda, empezando por la pública, lo que obliga a reducir el déficit público, para no
seguir “alimentándola”. Eso pasa no tanto por hacer más recortes (siempre hay gastos “prescindibles”)
sino por aumentar los ingresos públicos, ya que España recauda mucho menos que el resto de
Europa (sólo el 38,2% del PIB,
frente al 46,6% del PIB que recaudan
los países del euro y el 44,9% del PIB que ingresa la UE-28, según Bruselas). Eso
se traduce en que si España recaudara como los demás países euro, Hacienda ingresaría 90.804
millones más al año, con lo que no
habría déficit y se podría pensar en devolver más deuda y gastar más en lo que
hace falta. Para ello, habría que reducir el fraude fiscal y conseguir que paguen más impuestos los que ahora pagan poco (multinacionales, grandes
empresas y los más ricos), no la mayoría.
Además de reducir el déficit y la deuda pública, habría que renegociarla a nivel europeo. Porque
ahora, España y los países del sur de Europa pagamos intereses más altos porque tenemos que endeudarnos por nuestra
cuenta, país a país, y los más endeudados y con más problemas económicos
tenemos que pagar más (prima de riesgo). La
alternativa, propuesta por el Consejo alemán de expertos económicos y 17 economistas europeos,
sería crear un Fondo Europeo donde
los países metieran su exceso de deuda, la que supera el 60% del PIB (en el
caso de España, 432.000 millones del billón largo de deuda pública) y eso se
convertiría en “eurobonos”, bonos que pagarían menos que ahora los países. Y
el resto de deuda, ya más baja, se financiaría más barata mientras se crea el Tesoro europeo y
toda la deuda se mete en el mismo saco, como hace EEUU con la deuda de sus
Estados. Claro que eso supondría que Alemania y los países del norte pagarían
algo más de lo que pagan ahora por su deuda (por eso se resiste Merkel). Pero eso debería ser la
solidaridad europea.
A nivel de deuda
privada, las empresas españolas deberían renegociar su deuda con los bancos, ayudadas por el Estado (que ha “rescatado” a
la banca), para ampliar plazos de devolución y reducir tipos, sobre todo las pymes, que están
más indefensas. Y en algún caso, crear un
“banco malo de créditos empresariales”, como se hizo con los créditos
inmobiliarios de la banca. Sólo reduciendo el peso de la deuda podemos
conseguir que las empresas inviertan más y creen más empleo, las grandes
prioridades de España. Y en cuanto a las familias,
habría que hacer “un mapa de las hipotecas más vulnerables”, para renegociar plazos, tipos y condiciones, evitando desahucios y dando un respiro a las familias, que sólo así podrán pensar en
gastar y consumir más, algo que necesitan las empresas y la economía.
Como se ve, quitarse
parte de la losa de la deuda es clave para reanimar la economía, internacional, europea y española. Pero no es algo que
se resuelva de un día para otro: 2,7 billones de euros es una carga demasiado
pesada como para aligerarla en poco tiempo. Hacen falta años, pero sobre todo un
Plan ambicioso, europeo y español, para recortarla y aliviar su peso. Porque
si no, no sólo creceremos menos sino que cargaremos
el problema de esa deuda sobre nuestros hijos y nietos. No es justo
dejarles esa pesada herencia.
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