lunes, 9 de mayo de 2016

La enorme deuda, una losa para la recuperación


España está endeudada hasta las cejas. Como país, debemos 1 billón largo de euros, más del 100% del PIB, un récord desde 1910. Y hay que sumar otros 1,6 billones que deben las empresas y familias españolas. En total, debemos el 250% del PIB y somos el 8º país más endeudado del mundo. El problema es doble. Por un lado, la deuda sigue creciendo y nos hace muy vulnerables: dependemos de que “los mercados” nos presten (necesitamos 400.000 millones “nuevos” este año) y no se pongan nerviosos, cobrándonos más por su dinero. Y por otro, tenemos que dedicar muchos recursos a devolver deuda y pagar intereses, dinero que el Estado no puede destinar a gastos necesarios, las empresas a invertir y las familias a consumir. Por eso, tanta deuda es una losa que dificulta crecer y crear más empleo. Hay que renegociar esta deuda, a nivel europeo y español, para rebajar su coste y que no torpedee la recuperación.
 
enrique ortega

España alimentó la burbuja inmobiliaria y el fuerte crecimiento de la pasada década a base de endeudarse, de créditos para el Estado, las empresas y las familias (hipotecas). Y con la crisis, los Gobiernos se endeudaron aún más, para enjugar los déficit públicos crecientes, mientras las empresas y familias intentaban reducir sus deudas, que muchos no podían pagar (quiebras y desahucios). El resultado es que si España ya estaba muy endeudada antes de la crisis, como el resto del mundo, lo está aún más ahora, por culpa del aumento de la deuda pública  (+641.556 millones), aunque haya bajado la deuda privada (-542.278 millones). Así, si en diciembre de 2008 España tenía una deuda total de 2.611.413 millones de euros (el 233,95% del PIB), en febrero de 2016 tiene una deuda mayor, de 2.710.691 millones de euros (el 250,71% del PIB), dos veces y media lo que producimos anualmente.

España se ha convertido así en el octavo país más endeudado del mundo, con datos del Mc Kinsey Global Institute, sólo por detrás de Japón (debía el 400% de su PIB en 2014), Irlanda (390%), Singapur (382%), Portugal (358%), Bélgica, Holanda y Grecia (todos con una deuda superior al 300% del PIB). En el mundo, la deuda es hoy uno de los problemas económicos más graves y ha crecido un 40% con la crisis: pasó de 142 billones de dólares a 199 millones en 2014, según los datos del  Mc Kinsey Global Institute. Los mayores aumentos de deuda se han dado estos años en China, España, Irlanda Portugal y Grecia. Y este “empacho de deuda” explica que el mundo y sobre todo Europa apenas crezcan: los esfuerzos de Estados, empresas y familias están volcados en devolver parte de esta deuda, en “desendeudarse” y eso se come la mayor parte de la recuperación internacional.

Volviendo a España, la mayor parte de la deuda total es deuda privada, de empresas y familias: alcanzaba los 1.629.364 millones de euros en febrero de 2016, un 150,7% del PIB, una deuda más elevada que en el resto de Europa, a pesar de que esta deuda privada es la única que se ha recortado con la crisis: se ha rebajado en 542.278 millones, una cuarta parte de lo que debían empresas y familias en diciembre de 2008 (2.171.642 millones).

Las empresas españoles deben ahora 910.769 millones de euros (febrero 2016), tras haber devuelto 350.836 millones en los últimos 7 años, a costa de beneficios, dividendos y empleo. Con todo, las empresas españolas siguen más endeudadas (84% del PIB) que el resto de las empresas europeas (su deuda supone el 60% del PIB) y sobre todo más que las alemanas (su deuda es sólo el 38% del PIB). Y además de tener más deuda pendiente, las empresas españolas pagan más caro el dinero, sobre todo las pymes, con lo que devolver los créditos y pagar intereses les supone un coste mayor que a la mayoría de empresas europeas. Por eso, aunque el beneficio de las empresas españolas se ha triplicado, la mayoría dedican estos recursos a desendeudarse, pagar dividendos y ahorrar, no a invertir. Y no quieren pensar en pedir más créditos, porque aún tienen encima una pesada deuda.

Las familias españolas deben ahora 718.595 millones de euros (febrero 2016), la mayoría son hipotecas pendientes de pago (el 77% de esta deuda) que tienen unos 7 millones de españoles. También aquí, las familias españolas están más endeudadas (67% del PIB) que la mayoría de familias europeas (65% PIB) y que las alemanas (52%), francesas (60%) o italianas (50% PIB). Y como además aquí han caído más los salarios y el empleo, han sufrido más el impacto de la crisis para poder pagar estas hipotecas. Por eso ha subido la morosidad y los desahucios, mientras se ha recortado el consumo, porque su prioridad ha sido y es pagar la hipoteca. Y aún tienen que seguir devolviendo dinero, unos 2.000 millones al mes, con lo que las familias no alcanzarán el nivel de endeudamiento europeo hasta 2018, según un estudio de CaixaBank.

Y queda la deuda pública, que está disparada: acaba de batir un récord histórico, al llegar en febrero de 2016 a la cifra de 1.081.327millones de euros, superando la barrera del 100% del PIB (100,012 % PIB) y el mayor porcentaje desde el año 1910 (antes tuvimos el 165% en 1879 y el 124% en 1900), según el reciente libro “La crisis de la deuda soberana en España 1500-2015”, de Francisco Comín. Esta deuda pública se ha multiplicado por 2,5 con la crisis, ya que era sólo de 439.771 millones (39,4% PIB) en diciembre de 2008. Y el mayor salto lo ha dado con el Gobierno Rajoy, que recibió 743.530 millones de deuda pública (el 69,5% del PIB) y la ha aumentado en un tercio, para financiar el déficit público, ayudar a las autonomías y a la banca y colaborar en los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda. Una deuda que en un 80% tiene el Estado y la Seguridad Social y el resto las autonomías.

Con esta deuda que ya supera el billón de euros, España es el 6º país europeo con más deuda pública en importancia relativa (99,2% del PIB en 2015), por delante de la media europea (85,2% PIB) y de la zona euro (90,7%), sólo por detrás de la deuda de Grecia (176,9% PIB), Italia (132,7%), Portugal (129%), Chipre (108,9%) y Bélgica (106%), según los últimos datos de Eurostat. Y a nivel mundial, somos el país nº 14 en deuda pública, sólo por detrás de Japón (249,08%), EEUU (104,97%) y cinco pequeños países de África y el Caribe.

Las perspectivas apuntan que la deuda privada (empresas y familias) se reduzca otra vez este año, pero que siga creciendo la deuda pública, porque España tiene que financiar un elevado déficit público. La última previsión de la Comisión Europea es que la deuda pública española crezca en 2016  (hasta el 101,3% del PIB) y no baje del 100% del PIB hasta 2020. Y esto nos hace “un país muy vulnerable”, como ha advertido Bruselas en su informe de Sostenibilidad Financiera (enero 2016). Y eso porque tanta deuda hace a España muy dependiente de los “mercados”, de los inversores (el 53% de la deuda pública española está en manos de extranjeros). Así, el país necesita este año 400.000 millones de dinero nuevo para seguir funcionando, según el ministro de Guindos (226.000 el Tesoro público y 170.000 las empresas y bancos). Y si vuelve a haber tensiones o suben los tipos (que están casi a cero), tendríamos un grave problema. Porque además de devolver la deuda, hay que pagar intereses. Este año 2016, el pago de intereses sólo por la deuda pública supondrá 33.500 millones (5.000 menos que en 2012, gracias a la bajada de tipos). Una factura que daría para pagar medio año del gasto en Educación o 4 meses las pensiones. Y que ahora se va a pagar intereses a los inversores y bancos (la mayoría españoles), que son los que ganan dinero con nuestra deuda.

Así que la deuda pública es una pesada losa para los Gobiernos, que no pueden gastar ese dinero en gasto social o en inversiones que ayuden a crecer más y crear más empleo. Y la deuda privada es también una losa para el resto de la economía: las empresas tienen que destinar una gran parte de sus ingresos a devolver deuda y pagar intereses en vez de a invertir y crear más empleo. Y las familias, están agobiadas por pagar la hipoteca y restringen su consumo y sus gastos, lo que retrae también las ventas y el crecimiento. Por eso, son muchos los economistas que creen que la abultada deuda, del mundo y de España, es la principal causa de que la economía internacional esté estancada y no despegue con más fuerza.

¿Qué se puede hacer? Hay que reducir la deuda, empezando por la pública, lo que obliga a reducir el déficit público, para no seguir “alimentándola”. Eso pasa no tanto por hacer más recortes (siempre hay gastos “prescindibles”) sino por aumentar los ingresos públicos, ya que España recauda mucho menos que el resto de Europa (sólo el 38,2% del PIB, frente al 46,6% del PIB que recaudan los países del euro y el 44,9% del PIB que ingresa la UE-28, según Bruselas). Eso se traduce en que si España recaudara como los demás países euro, Hacienda ingresaría 90.804 millones más al año, con lo que no habría déficit y se podría pensar en devolver más deuda y gastar más en lo que hace falta. Para ello, habría que reducir el fraude fiscal y conseguir que paguen más impuestos los que ahora pagan poco (multinacionales, grandes empresas y los más ricos), no la mayoría.

Además de reducir el déficit y la deuda pública, habría que renegociarla a nivel europeo. Porque ahora, España y los países del sur de Europa pagamos intereses más altos porque tenemos que endeudarnos por nuestra cuenta, país a país, y los más endeudados y con más problemas económicos tenemos que pagar más (prima de riesgo). La alternativa, propuesta por el Consejo alemán de expertos económicos y 17 economistas europeos, sería crear un Fondo Europeo donde los países metieran su exceso de deuda, la que supera el 60% del PIB (en el caso de España, 432.000 millones del billón largo de deuda pública) y eso se convertiría en “eurobonos”, bonos que pagarían menos que ahora los países. Y el resto de deuda, ya más baja, se financiaría más barata mientras se crea el Tesoro europeo y toda la deuda se mete en el mismo saco, como hace EEUU con la deuda de sus Estados. Claro que eso supondría que Alemania y los países del norte pagarían algo más de lo que pagan ahora por su deuda (por eso se resiste Merkel). Pero eso debería ser la solidaridad europea.

A nivel de deuda privada, las empresas españolas deberían renegociar su deuda con los bancos, ayudadas por el Estado (que ha “rescatado” a la banca), para ampliar plazos de devolución  y reducir tipos, sobre todo las pymes, que están más indefensas. Y en algún caso, crear un “banco malo de créditos empresariales”, como se hizo con los créditos inmobiliarios de la banca. Sólo reduciendo el peso de la deuda podemos conseguir que las empresas inviertan más y creen más empleo, las grandes prioridades de España. Y en cuanto a las familias, habría que hacer “un mapa de las hipotecas más vulnerables, para renegociar plazos, tipos y condiciones, evitando desahucios y dando un respiro a las familias, que sólo así podrán pensar en gastar y consumir más, algo que necesitan las empresas y la economía.

Como se ve, quitarse parte de la losa de la deuda es clave para reanimar la economía, internacional, europea y española. Pero no es algo que se resuelva de un día para otro: 2,7 billones de euros es una carga demasiado pesada como para aligerarla en poco tiempo. Hacen falta años, pero sobre todo un Plan ambicioso, europeo y español, para recortarla y aliviar su peso. Porque si no, no sólo creceremos menos sino que cargaremos el problema de  esa deuda sobre nuestros hijos y nietos. No es justo dejarles esa pesada herencia.    

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