Inmigrantes: no quitan trabajo ni servicios
La nueva Comisión Europea pretende endurecer la
política migratoria en Europa, presionados por el auge de la extrema
derecha. Y la inmigración se ha convertido en la 1ª preocupación
de los españoles, alentada por bulos y campañas de VOX y PP. Pero la
realidad es otra, según dos recientes informes de Fedea y el Banco de
España. Primero, la inmigración es uno de los motores que explica el mayor crecimiento
de España. Segundo, los inmigrantes no roban empleo a los españoles,
sino que ocupan trabajos que nadie quiere y peor pagados. Y tercero, pagan
impuestos y cotizan, no usan más la sanidad y la educación y ayudan
a pagar las pensiones y a que crezca la población. Por todo ello, la
inmigración beneficia a la economía, en España y en Europa. Por eso, el
Gobierno aprobará un Reglamento para regularizar a 500.000 inmigrantes irregulares
y facilitará contratar extranjeros para cubrir puestos donde hoy
falta personal (construcción, campo, transporte, hostelería, cuidados…).
La inmigración legal nos ayuda. Enrique Ortega
En España y en toda Europa, los flujos migratorios
han recuperado un fuerte dinamismo, tras los retrocesos de inmigrantes por
la crisis financiera (2008-2014) y la pandemia (2020 y 2021). En consecuencia,
la llegada de extranjeros permite que
Europa y España ganen población en 2022 y 2023, tras perderla
cuando llegan menos inmigrantes, por la tremenda caída de la natalidad y el
envejecimiento. Así, en 2023, el número de europeos nacidos en
Europa bajó
en -1.173.700 personas, cayendo la población autóctona en todos
los paises (-334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia o -114.000
en España), salvo en Francia (+47.700 autóctonos) y Suecia (+5.700).
Pero se compensó con la llegada de extranjeros: +2.821.056 inmigrantes netos
(entradas-salidas) en 2023, lo que permitió a Europa aumentar su población en +1.647.300
personas (hasta 449.206.579 habitantes).
La migración exterior hacía Europa se
ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507
inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena
pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a 2.821.056
inmigrantes netos (ojo: de ellos, sólo
318.000 entraron en la UE “irregularmente”). Las mayores llegadas netas
de inmigrantes en 20223 se dieron en Alemania (+664.000 inmigrantes),
seguida de cerca por España
(+639.000), quedando a más
distancia la inmigración neta recibida por Italia (+273.800), Francia
(+181.700), Portugal (+155.700) o Paises Bajos (+136.700 inmigrantes. Con ello,
en 2023 eran 59.901.585 los europeos residentes que habían nacido
fuera de la UE, el 13,48% de la población censada.
Por paises, los que tienen más porcentaje de extranjeros son
Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%) e Irlanda (21,8%, por los británicos), pero
por número, el mayor peso de extranjeros se da en Austria (21,6% de la
población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300), Alemania (19,5%: 16.476.400
extranjeros), Bélgica (19,1% población: 2.246.900 extranjeros), Estonia
(17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023),
Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia
(14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia
(13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según
Eurostat.
Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros
nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la
mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra
de extranjeros
de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600
habitantes, el 9,23% de toda la población europea. Y aquí, en este ranking de paises con más
inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000
extranjeros de paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900
extranjeros de fuera de la UE, el 9,1% de la población), Francia
(4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900
extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises donde
los extranjeros no UE pesan más en el censo, como Malta (17,5%, aunque son 94.800), Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200),
Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE).
La
mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes,
ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y
chinos.
La mayoría de estos inmigrantes extranjeros en Europa son hombres
y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años). España
recibe inmigrantes más mayores (32 años) que Francia (26,1) y Alemania (29,1), como Italia (32 años), según
un reciente estudio del Banco de España. Y también es el país europeo que
recibe más inmigrantes mujeres (50,5% del total) y el país europeo que
recibe inmigrantes con más nivel educativo: un 43% de los que vienen son
universitarios, frente al 38% en Alemania y al 15% en Italia, aunque son casi
la mitad en Francia, mientras recibimos menos inmigrantes con bajo nivel
educativo. Y otra ventaja de España, según
este estudio, es que la mitad de los inmigrantes proceden de
Latinoamérica (el 65% de los extranjeros no UE), lo que facilita su
integración y trabajo, por lengua y cultura, algo que no les pasa a Alemania y
Francia (y menos a Italia).
Pero la gran diferencia de la inmigración
que recibe España frente al resto de Europa es su
gran dinamismo: son personas con una gran tasa de actividad
(el 78% trabaja o busca trabajo, por encima del 70% en Francia, el 71% en
Italia o el 73% en Alemania), mayor incluso que la de los españoles. Y eso ha
creado una enorme fuerza de trabajo: en los últimos 5 años, la población
activa extranjera ha crecido en 1,2 millones de personas, mientras los
españoles “activos” han aumentado en 120.000, según
el Banco de España. Por ello, los extranjeros en España han contribuido
más al crecimiento del empleo que en otros paises europeos. Y eso explica el mayor crecimiento de España estos años.
Volviendo a las cifras de extranjeros en España, el
último Censo del INE (1 julio 2024) revela que
viven en España 6.632.064 “extranjeros”, el 13,59% de la población total ,
lo que supone un gran salto desde los 600.000 extranjeros que vivían en
España en 1998: pasaron a ser 2.058.879 en 2002 (el 4,97% de la
población) a 5.265.457 extranjeros en 2008 (el 11,45%), para bajar en 2019
(5.033.641 extranjeros, el 10,68%) y subir en 2022 (5.787.013 extranjeros,
el 12,11%) y 2023
(6.089.620, el 12,66%). Estas cifras revelan que el porcentaje de
extranjeros en España se ha cuadruplicado en este siglo, cambiando el
panorama de pueblos y ciudades. Pero ha sido en los últimos años, con el auge
de la ultraderecha en Europa y en España, acompañada de bulos y xenofobia por parte
de Vox (y el PP siguiendo su “senda”), cuando los inmigrantes preocupan más.
Hasta el punto de que en el Barómetro del CIS de septiembre aparecía como “la
primera preocupación de los españoles”.
La realidad indica que no es para tanto,
que los inmigrantes han dinamizado el empleo y la economía (como
revela el estudio del Banco de España) y que no “roban” a los españoles
ni el empleo ni los servicios públicos, como
demuestra otro estudio de Fedea, que concluye que las oportunidades de
empleo de los trabajadores españoles (nativos) “no se ven afectados de forma
significativa por la inmigración”, básicamente porque copan trabajos
que no quieren los españoles (construcción, campo, hostelería y
turismo, transporte, servicio doméstico y cuidados), con peores contratos
y salarios. Y además, los inmigrantes tienen más problemas que los
españoles para encontrar trabajo en los primeros 5 años desde que llegan y
tienen una menor tasa de empleo y más paro
(17,43% tasa de paro frente al 10,74% los españoles). Sólo las mujeres
inmigrantes consiguen, a los 5 años, tener una tasa de empleo mayor que
las mujeres españolas, porque sirven en casas o cuidan a ancianos.
Además, como los inmigrantes que vienen a España están
bastante cualificados (43% tienen estudios universitarios), muchos
trabajan “sobrecualificados”, en puestos más bajos de los que deberían
por su formación: en España les pasa al 50% de inmigrantes (frente
al 34% del total de trabajadores), como en Italia, mientras en Alemania y
Francia sólo trabajan “sobrecualificados” el 30% de inmigrantes, según
el Banco de España. Y además, los datos del INE revelan que los
inmigrantes ganan un 30% menos que los trabajadores españoles, porque
tienen peores contratos (más temporales y a tiempo parcial) y trabajan en
sectores con salarios más bajos (hostelería, construcción, campo, cuidados y
servicio doméstico). Aunque si consideramos sólo el factor “nacimiento” (descontando
su contrato y trabajo), la discriminación salarial de los inmigrantes bajaría
del 30 al 6%, según
Fedea.
Lo que está claro es que el impulso del empleo en los
últimos años se ha dado gracias a los inmigrantes. Así, de los
1.280.000 nuevos empleos creados en España entre 2019 y 2023, el 43,2%
(553.000 empleos) han sido para trabajadores nacidos en el extranjero, 31,2%
(465.700 empleos) para trabajadores nacidos en España y el 20,4%
restante (261.300 empleos) para trabajadores con doble nacionalidad
(extranjeros que ya son españoles), según
los datos de la EPA. Y este año 2024, de enero a junio se han creado
295.000 nuevos empleos, de los que el 32,8% se lo han llevado los
trabajadores extranjeros, el 25,2% los trabajadores españoles y el
41,62% los que tienen “doble nacionalidad”. Con ello, en
junio de 2024 había 21.684.700 ocupados en España, casi el 80% trabajadores
(79,96%) nacidos en España (17.340.600), 3.224.900 nacidos en el
extranjero (14,87%) y 1.119.200 trabajadores con doble
nacionalidad (5,16%).
Este récord de extranjeros trabajando (3.224.900) ha
permitido el fuerte crecimiento de la economía española en los últimos
años (superior a toda la UE), un tirón del consumo y de la demanda (también
vivienda) y el salto que se ha dado en el turismo y la hostelería, la
agricultura y la ganadería, el transporte, la construcción y la economía de los
cuidados. Y ha ayudado a sanear las cuentas de la Seguridad Social,
con un récord de cotizantes extranjeros (2.868.678
en septiembre, frente a 2 millones en 2019). Los cotizantes
extranjeros aportan el 9% de los ingresos por cotizaciones y su
gasto en pensiones sólo supone el 1% del total, así que su
aportación al sistema es muy positiva.
Una queja que se amplifica es que los inmigrantes
“quitan servicios” a los españoles, desde la sanidad a la educación o
la Dependencia y las ayudas sociales. El
estudio de Fedea revela que no es así. En Sanidad, la utilización de
servicios por los inmigrantes es similar a la de los españoles, según los datos
del SNS, tanto en visitas a médicos de familia y estancias en hospitales,
aunque acuden menos a los especialistas y más a urgencias. Y como los
inmigrantes suelen ser más jóvenes que los españoles, acuden menos a servicios
ligados a enfermedades crónicas y de mayores. Eso no quita, advierte el
estudio, que haya zonas de España donde la mayor concentración de
inmigrantes tensione más la sanidad (o la educación), algo que sí pasa
en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana. Eso exige reforzar
los servicios públicos en estas autonomías, que también se benefician de más
ingresos fiscales y cotizaciones por tener más inmigrantes.
La inmigración beneficia a la economía europea y más a
la española, según todos los estudios nacionales e internacionales. Y
será aún más necesaria cara al futuro, cuando se desplome más la
población europea y sean necesarios más inmigrantes para financiar los servicios
públicos y las pensiones. La
ONU estima que Europa necesita recibir 60,8 millones de trabajadores
extranjeros hasta 2050. Y España necesita recibir 7 millones de
inmigrantes más entre 2020 y 2050, según
el Centro de Desarrollo Global de Washington, mientras el INE prevé que los
nacidos en España bajen de 40,20 a 37,10 millones entre 2020 y 2050. Así que “necesitamos
a los inmigrantes”, les guste o no a algunos. Eso sí, hay que ordenar
y organizar la inmigración, para “canalizar las llegadas” y reducir
la inmigración ilegal (en 2023 entraron 56.852
inmigrantes ilegales, menos del 10% del total).
Para conseguirlo, el Gobierno Sánchez quiere aprobar en
noviembre dos
cambios en el Reglamento de la Ley de Extranjería.
Uno, la regularización de unos 500.000 inmigrantes que viven en
España sin regularizar, una medida que ya se ha presentado
en el Congreso como iniciativa popular y que teóricamente apoyan todos
los partidos, salvo Vox, medida que reduciría la economía sumergida y el
fraude, mejorando la vida de estos inmigrantes no regularizados. Y la otra, promover
la contratación en origen de trabajadores extranjeros (por periodos o
campañas), para hacer frente a la demanda no cubierta de mano de obra en
muchos sectores, desde el transporte y la construcción al campo y la
hostelería. Además, el Gobierno pretende agilizar
la homologación de títulos a extranjeros, porque ahora hay un “atasco”
de 5.000 solicitudes al mes (se atienden 2.000).
Con ello, el Gobierno quiere facilitar mano de obra a
sectores clave donde falta y aumentar el empleo extranjero legal, lo
que facilitará que España siga creciendo (será el país occidental que más
crezca en 2024, según
el FMI. Y por eso, en el último Plan económico enviado por el Gobierno a
Bruselas (octubre 2024), se
prevé crear 1,5 millones de empleos nuevos entre 2024 y 2026,
con lo que España rozaría los 23 millones de ocupados, superando
todos los récords históricos (20,7 millones en 2007 y 21,6 en junio de 2024). Y
eso será en gran medida gracias a “la ayuda de los inmigrantes”, que empujan
nuestra economía, “no nos roban”. Por eso, hay que regularizar su
situación, canalizar sus legadas e integrarlos mejor, porque si mejoran
sus contratos y sueldos, si se integran mejor en nuestras ciudades y pueblos,
si trabajan más a gusto, aumentará su productividad y, con ella, la de
toda España, una
“asignatura pendiente” de la que depende que produzcamos más y vivamos
mejor.
Así que no hagan caso
a bulos y “sensaciones” personales : los datos y estudios revelan que los
inmigrantes están salvando la demografía y la economía, en Europa y en
España. Y que los necesitamos para seguir creciendo, recaudando y
pagando los servicios públicos y las pensiones. No nos “roban” ni
trabajos ni servicios: nos ayudan (con precariedad y bajos salarios) a
construir el presente y el futuro. No lo olviden.
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