jueves, 18 de julio de 2024

Los inmigrantes salvan la población en Europa

En 2023 aumentó la población en Europa, como en 2022, tras caer en 2020 y 2021, por la pandemia. Pero la población nacida en Europa cae desde 2012, porque hay más muertes que nacimientos, debido a la caída de la natalidad. Y por eso, la población en Europa (y en España) sólo crece gracias a la llegada de inmigrantes, 2,8 millones netos en 2023. España es el país europeo donde más creció la población en 2023 (+525.100 residentes), por ser el 2º país con más inmigración neta (639.000 inmigrantes), tras Alemania (664.900). Así que los inmigrantes, lejos de “robarnos el trabajo”, están ayudándonos a crecer y sostener el Estado del Bienestar. Y ojo: sólo el 10% de la inmigración en Europa es “irregular”, la mayoría llegan por cauces legales y ordenados. Ahora, Europa y España deben plantearse organizar esa inmigración en el futuro, porque los expertos creen que necesitamos 60 millones de inmigrantes más (7 millones España) de aquí a 2050. Y aumentar la natalidad.

                       Enrique Ortega

Al 1 de enero de 2024 había censados en la Unión Europea 449.206.579 habitantes, según la estadística recién publicada por Eurostat. Son 1,64 millones más que en 2023, año en que la población europea también creció (+1,5 millones), tras las caídas de población sufridas en 2021 (-249.860 habitantes) y 2020 (-253.480), por los estragos de la pandemia. Salvo estas dos excepciones, la población europea lleva creciendo desde 1960, cuando la población de los 6 miembros de la CEE era de 354.531.254 europeos. Una parte de estos 94,7 millones de europeos nuevos se deben no sólo a la demografía y a la inmigración sino también a las 7 ampliaciones de la Unión Europea, que han incorporado a paises muy poblados: Reino Unido en 1973 (67 millones de habitantes, que salieron con el Brexit en 2020), Grecia en 1981 (10,43 millones), España en 1986 (48,5 millones) o Polonia y Hungría en 2004 (con 36,8 y 9,64 millones de habitantes).

En 2023, 20 paises de la UE aumentaron su población, encabezados por España (+525.100 habitantes), Alemania (+330.000) y Francia (+229.000 habitantes), junto a Paises Bajos (+131.651 habitantes), Portugal (+123.105), Bélgica (+89.253), Chequia (+73.026) , Irlanda (+72.410) y Austria (+53.978 habitantes). Pero hubo 7 paises que perdieron población en 2023, sobre todo en la Europa del Este: Polonia (-132.800 habitantes), Grecia (-16.800), Hungría (-15.100), Letonia (-11.126), Italia (-7.452), Eslovaquia (-4.105) y Bulgaria (-2.229 habitantes), según Eurostat.

Europa ganó población en 2023, pero siguió cayendo el número de europeos nacidos en Europa. Es decir, que la evolución demográfica europea sigue siendo negativa: desde 2012, mueren cada año más europeos de los que nacen. Concretamente, en 2023, nacieron en Europa 3.665.160 europeos y murieron 4.838.900. A lo claro: se perdieron 1.173.700 personas en la UE-27. Esa pérdida neta de población autóctona se produjo en todos los grandes paises, salvo en Francia (la población autóctona creció en +47.400, porque hubo más nacimientos que muertes) y Suecia (+5.700 autóctonos) : -334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia, -114.000 autóctonos en España, -89.500 en Rumanía, -56.000 en Grecia, -41.200 en Hungría y -32.600 en Portugal, según Eurostat.

El gran problema que tiene Europa (y España) es la tremenda caída de la natalidad, que provoca un desplome de los nacimientos en las últimas décadas, con las mujeres siendo madres más tarde y con menos niños por mujer, mientras hay mucha población envejecida en Europa y aumentan más las muertes que los nacimientos. Así, la natalidad en la UE ha caído de 1,54 niños por mujer en 2011 a 1,46 en 2022. España es el país europeo con la menor tasa de fertilidad (1,16 niños por mujer en 2023), muy por debajo de Francia (el país con más fertilidad, 1,79 niños por mujer, gracias a políticas activas en favor de la familia), Hungría (1,53), Suecia (1,53), Paises Bajos (1,49) , Alemania (1,46) e incluso Italia (1,24).

Si cae la población autóctona año tras año, ¿qué salva a la población en Europa? Pues la llegada de inmigrantes, la población nacida fuera de Europa. Los datos de 2023 son claros, según Eurostat: la inmigración neta (llegadas menos salidas) fue de +2.821.056 millones de extranjeros, que contrarrestan con creces la pérdida de población autóctona (-1.173.700 habitantes) y permiten que haya +1.647.300 habitantes censados en 2023. Es una tendencia que lleva décadas en Europa y que se mantuvo en 2023, año en que la mayor migración neta se produjo en Alemania (+664.900 inmigrantes), seguida muy de cerca por España (+639.100 inmigrantes netos). Y ya lejos, las llegadas a Italia (+273.800 inmigrantes netos), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) , Paises Bajos (+136.700), Rumanía (+99.400), Chequia (+94.700) y Bélgica (+89.900).

La migración exterior hacia Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a los 2.821.056 inmigrantes netos. Con ello, en 2023, eran 59.901.586 los europeos que habían nacido fuera del país donde residían, el 13,48% de la población europea cansada  (449.26.579 habitantes). Por paises, los que tienen más proporción de extranjeros (residentes nacidos fuera) son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%), Chipre (22,7%) e Irlanda (21,8%, por la población nacida en Reino Unido, ahora fuera de la UE-27). Pero por número e importancia, los paises con más peso de  extranjeros son Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300 habitantes), Alemania (19,5% de la población: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1%: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de terceros paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la IE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises con un menor número de extranjeros no UE y donde pesan mucho más en el censo, como Malta (17,5%, aunque sólo son 94.800 extranjeros) Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE). La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de inmigrantes son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años).

La inmigración total a Europa se redujo mucho en 2023: de los 3,97 millones de 2022 se bajó a 2,82 millones. Y sólo 380.000 de estos inmigrantes entraron ilegalmente en Europa en 2023, aunque unos 62.000 se redireccionaron al Reino Unido, son lo que serían realmente 318.000 ilegales”, menos del 10% del total (el 8% en 2023). Así que, en contra de lo que parece, el 92% de los inmigrantes que llegan a Europa lo hacen legalmente, de forma relativamente reglada y organizada, y la llegada en pateras o por rutas ilegales es totalmente marginal, aunque sea grave y arrastre graves problemas y muertes.

Dicho esto y vistas las cifras reales de inmigración de terceros paises (41,3 millones de personas, el 9,23% de la población europea), hay que relativizar “el problema de la inmigración”, en toda Europa y en España (los inmigrantes no UE son el 9,1% de la población española). Y, sobre todo, hay que valorar lo que aportan a los paises y a sus economías. En el caso de España, la inmigración es una de las causas del “milagro económico” de los últimos años, de que España crezca más que el resto de Europa, gracias a un  fuerte aumento de la mano de obra extranjera que cubrió  4 de cada 10 empleos creados en 2023. Una mano de obra extranjera que ha provocado un récord de cotizantes (2.899.003 en junio 2024, casi el doble que los 1,5 millones en enero de 2012 y un 13,6% de todos los afiliados a la SS ), que paga impuestos y aporta al país más de lo que recibe, según distintos informes.

Europa tiene cada año más población extranjera, pero gracias a ella no pierde población y se sostiene el empleo y la economía. De hecho, la ONU considera que Europa necesita recibir  60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España  necesita 7 millones más inmigrantes entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington. Sólo así conseguiremos frenar la continuada caída de población que sufrimos desde 2015 (en 2023, recordemos, perdimos 114.000 habitantes autóctonos, porque las muertes superaron a los nacimientos). Y la previsión del INE es que los nacidos en España bajen de 40,2 millones en 2020 a 37,10 millones en 2050 y a 33,79 millones en 2070, por la caída de la natalidad y el progresivo envejecimiento. Y por eso, vaticinan que la población “extranjera” (nacida fuera) se dispare (de 7,47 millones en 2020 a 12,80 en 2050 y 16,79 millones en 2070), para cubrir el ”bache demográfico” y permitir aumentar la población: a 49,91 millones en 2050 y 50,5 millones de “españoles en 2070, un tercio nacidos en el extranjero.

Los inmigrantes son claves no sólo para “salvar” la población futura en Europa y en España, sino para garantizar la actividad económica, los servicios públicos y, sobre todo, las pensiones, dado el progresivo envejecimiento de Europa (y España). La esperanza de vida es muy alta en Europa, con una media de 81,5 años en la UE-27 y un máximo de 84 años en España, superior a los 83,8 años de Italia, los 83,4 de Suecia, los 83,1 de Francia o los 81,2 años en Alemania. Y eso provoca una población europea cada vez más envejecida: el 21,3% de los europeos (UE-27) tienen más de 65 años, con un mayor porcentaje de mayores en Italia y Portugal (24%), Bulgaria (23,5%), Finlandia (23,3%), Grecia (23%) y Alemania (22,1%), siendo menor en Suecia (20,4%), España (20,1%) e Irlanda (15,2%). Y lo peor es que este porcentaje de mayores rondará el 25% de los europeos en 2050 y España estará a la cabeza, con un 30% de mayores de 65 años, según el INE.

Para poder financiar estas pensiones, hace falta que haya mucha gente trabajando y cotizando, algo problemático si cae la natalidad de la población europea. Por eso también necesitamos a los inmigrantes, para que trabajen, coticen ya paguen parte de las pensiones de nuestros hijos y nietos. De hecho, la tasa de dependencia (población jubilada y menores de 15 años sobre el total de población en edad de trabajar) ya supone un 33,4 % en la UE-27: un tercio de la población necesita que les mantengan los otros dos tercios, un porcentaje que sube en Francia (34,5%), Alemania (34,7%) e Italia (37,8%) y que es menor en España. Pero subirá para 2050 en toda Europa, hasta el 56,7%.(y al 59,5% en España)  A lo claro: más de la mitad de los europeos (jubilados y niños) necesitarán que les mantengan los que estén en edad de trabajar. Más carga de gasto que exigirá más gente trabajando, autóctonos y extranjeros.

Al final, como se ve por todas estas cifras, el problema no está en la inmigración ilegal (el 8% del total) ni en la grave situación de los menores inmigrantes agolpados en Canarias (5.600 niños y niñas, el 0,011% de la población española), sino en ver cómo canalizamos la inmigración para que siga siendo un factor de crecimiento y empleo, para que nos ayude a garantizar el Estado del Bienestar y las pensiones. En lugar de las peleas políticas y la xenofobia, necesitamos un Pacto de Estado por la inmigración, en Europa y en España, que planifique el futuro: cuántos inmigrantes pueden llegar, qué perfiles deberíamos promover y cómo ayudarles a formarse e integrarse en la economía y la sociedad. Y en paralelo, lograr acuerdos con los paises de origen, para frenar la inmigración ilegal y las mafias, para reorientar estas llegadas irregulares hacia empleos regulados allí y aquí. Organizar y canalizar la inmigración es una exigencia ineludible, por justicia y necesidad económica. Los inmigrantes no nos “roban” el trabajo, nos ayudan a construir el futuro.

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