De cada 10 nuevos empleos creados en 2023, sólo
4 han ido a españoles: los 6 restantes han sido para extranjeros (4,26) y residentes
con doble nacionalidad (1,74). Lo mismo ha pasado con los 1.280.000 empleos
creados en España desde 2019: sólo 465.700 (el 31,3%) han sido para nacidos
en España. Los extranjeros están copando muchos nuevos empleos en sectores
con trabajados duros y bajos sueldos, que no quieren muchos españoles: hostelería
(40% afiliados SS son extranjeros), el campo (35%), la construcción,
cuidados a mayores o inmobiliarias (25%) y empleadas de hogar
(45% afiliadas son extranjeras). Con la caída de la población nacida en
España, los inmigrantes crecen cada año y ya suponen el 14,2% de los ocupados,
cuando eran el 1,3% en 1986. No deberíamos rechazarlos, porque están contribuyendo
al mayor crecimiento y a salvar las cotizaciones (pensiones), la recaudación y
el consumo. Pero hay que organizar su llegada, para frenar la
inmigración ilegal, buscando la mano de obra formada que falta en
muchos sectores.
Enrique Ortega
La llegada de extranjeros ha cambiado visiblemente el
mapa de la población española en este siglo. Baste un dato: si en 2002
había censados en España 1.737.972 extranjeros (el 4,32%
de la población), en octubre de 2023 el censo recogía ya 6.373.463 residentes
extranjeros (el 13,15%), casi 1 de cada 7 españoles, según el INE. La
llegada de extranjeros se concentró en los años 90 del siglo pasado y
sobre todo hasta 2008, con el “boom” del ladrillo y el turismo, para frenarse
después con la crisis financiera (hubo inmigrantes que se fueron entre 2009 y
2014). Y los extranjeros han vuelto a España tras la
pandemia, sobre todo en 2022 (+580.000 censados) y 2023 (+283.843 hasta octubre).
Lo más llamativo es que la población residente en España habría caído en esta década de no ser por la llegada de inmigrantes, ya que desde 2012 hay menos nacimientos que defunciones y los inmigrantes tienen el doble de tasa de natalidad y son más jóvenes que los españoles nacidos aquí (37 años de edad media frente a 45 años). Así, en 2023 superamos la cifra de 48 millones de españoles (48.446.594 habitantes censados el 1 de octubre), que son un millón largo más (+1.127.644 habitantes) de la población que teníamos antes de la pandemia (47.318.950 habitantes el 1 de enero de 2020).
Pero ojo: en estos casi 4 años, la
población nacida en España se ha reducido en -426.677 habitantes (de 40.303.297
a 39.876.640 censados). Y si hemos ganado población como país ha
sido porque han aumentado los habitantes nacidos fuera, +1.555.201 censados más
(de 7.014.763 habitantes nacidos en el extranjero en enero de 2020 a 8.569.954
ahora). Y con ello, los residentes en España nacidos fuera han pasado de
ser el 5,69% de la población en 2002 al 17,68% en 2023. Y pronto
serán 1 de cada 5 censados.
Este aluvión creciente de extranjeros, hacia España
y hacia el resto de Europa, pelea cada día por conseguir un empleo. Y en
los últimos años, después de la pandemia, copan una gran parte de los
nuevos empleos que se han creado en España. El dato más llamativo es el
de 2023, según
la EPA recién publicada: de los 783.000 nuevos empleos creados, más
de la mitad han sido para extranjeros (333.700, el 42,6% del total) y
para personas con doble nacionalidad (+136.200, el 17,4% del total),
destinándose sólo 313.100 de los nuevos empleos a españoles (el
40% del empleo creado). Un reparto similar también se dio en el empleo
creado en 2022 (+279.000 empleos totales) y 2021 (+840.600 empleos tras la debacle
de 2020, por la pandemia). Y, en consecuencia, de los 1.280.000 empleos
netos creados en España respecto a antes de la pandemia (diciembre 2019),
la mayoría han sido para trabajadores nacidos en el extranjero (553.000
empleos, el 43,2% del total) y los que tienen doble nacionalidad
(261.300 empleos, el 20,4%), copando los españoles menos de un tercio del
nuevo empleo creado estos 4 años (465.700, el 31,2%), según
la EPA.
A finales de 2023, trabajaban en España 3.022.300
trabajadores extranjeros, el 14,13% del total de ocupados, 1 de cada 7
trabajadores con empleo (21.246.900 ocupados), según
la EPA, además de 974.200 trabajadores con doble nacionalidad,
frente a 17.250.400 trabajadores españoles. Tomando sólo los
trabajadores extranjeros (esos 3 millones), hay más hombres (1.601.900)
que mujeres (1.420.300, aunque son ellas las que han crecido más desde 2019). La
mayoría de estos trabajadores extranjeros proceden de Latinoamérica
(1.187.400 trabajadores, +440.000 que en 2019), seguidos de lejos
por los trabajadores extranjeros de la UE (880.800, +71.700 que
en 2019), los 241.300 trabajadores europeos de fuera de la UE
(+44.400 que en 2019) y otros 712.000 trabajadores nacidos en el resto del
mundo (+104.200 ocupados que en 2019).
La mayoría de
estos 3 millones de trabajadores extranjeros llevan en España 7 años o más
(1.970.300) y si les sumamos los que llevan de 4 a 6 años (otros 554.300),
podemos concluir que dos de cada tres inmigrantes que trabajan
en España llegaron antes de la pandemia. Y sólo 231.500 llevan trabajando
aquí 1 año o menos, según
la EPA. Los trabajadores extranjeros se concentran en Cataluña
(689.900 a finales de 2023, el 18,3% de los trabajadores), Madrid
(587.900, el 16,8% del total), Comunidad Valenciana (385.700, el 16,7%)
y Andalucía (351.100 trabajadores extranjeros, el 18,3% del total),
aunque su peso destaca más en Baleares (138.800 trabajadores
extranjeros, pero suponen el 26,4% del empleo), también en Canarias (138.800 extranjeros,
el 18,4%) y Murcia (104.800, el 15,3% de la mano de obra).
Para saber dónde trabajan los extranjeros hay que ir
a los
datos de afiliación a la Seguridad Social: 2.712.113 trabajadores
extranjeros cotizaban a la SS en diciembre de 2023, menos de los 3.022.300
que reconocían estar trabajando según
la EPA. Esa cifra de cotizantes extranjeros supera en +549.714
cotizantes a la de diciembre de 2019 (2.162.399 cotizantes extranjeros), lo
que refleja un aumento del +25,42% en cuatro años, más del triple del
aumento del conjunto de cotizantes a la SS desde 2019 (+1.422.751 cotizantes,
+7,3%). A lo claro: los ingresos de la SS (y nuestras pensiones) se
han salvado por los inmigrantes. Sólo en 2023, casi un 40% de los nuevos
cotizantes fueron extranjeros (+211.436 de un aumento de +549.714
cotizantes), según Trabajo.
La mayoría de los
cotizantes extranjeros (2.668.766 afiliados medios en 2023) son hombres
(1.495.935), aunque han crecido más las cotizantes mujeres (son 1.172.806). Y
destacan los trabajadores extranjeros de mediana edad (1.464.971 cotizantes
tienen entre 35 y 54 años), aunque crecen los más jóvenes (900.310 trabajadores
extranjeros tienen menos de 35 años), según
Trabajo. Los paises de origen son básicamente Latinoamérica (1,1 millones) y Europa (853.188 extranjeros proceden de la UE), destacando por
nacionalidades los trabajadores rumanos (328.545 cotizantes) y marroquíes
(319.433), a los que siguen de lejos italianos (174.664), colombianos
(174,583), venezolanos (148.324), chinos (115.952), peruanos (70.708),
ecuatorianos (69.815) y ucranianos (65.694).
La mayoría de los trabajadores extranjeros cotizan
en el régimen general de la SS (1.834.654), pero hay un número muy
importante cotizando en el régimen especial agrario (229.420 cotizantes,
97.205 de Marruecos y 40.260 de Rumanía), como empleadas de hogar (168,773
cotizantes, 23.073 rumanas, 14.139 colombianas, 21.423 hondureñas, 12.431
paraguayas, 3.987 ecuatorianas y 2089 dominicanas) y como trabajadores del
mar (4.022 cotizantes, 867
senegaleses, 712 indonesios y 508 marroquíes), además de 428.989 que cotizan
como autónomos no del campo (63.967 chinos, 46.772 rumanos, 38.330
italianos, 27.004 marroquíes, 26.005 británicos y 18.711 venezolanos).
Los trabajadores extranjeros se concentran en unos
pocos sectores: la hostelería (ahí trabajan el 20,5% del total
de inmigrantes), el comercio (otro 16,8%) y la construcción
(11,2% del total) aglutinan casi la mitad de los extranjeros que trabajan en
España), siendo muy baja su presencia en la industria (8,1% de todos los inmigrantes),
el transporte (6,3% de ellos), las actividades profesionales (5% del total de
extranjeros) y la educación (5%) y la sanidad (5%). Esto ha llevado a que los inmigrantes tengan
un gran peso en algunos sectores: son casi el 40% de los
trabajadores de la hostelería, el 35% de los trabajadores del campo
y la pesca, el 30% en la construcción, un 25% en
servicios (como los cuidados a mayores), otro 25% en
inmobiliarias. Y un 45% de las empleadas del hogar.
¿Por
qué los extranjeros consiguen más empleos? Muchos
expertos coinciden en que buscan trabajo en sectores y empleos más duros,
con peores condiciones de trabajo y bajos sueldos, que no quieren los
españoles, como el campo, la hostelería, las empleadas del hogar, los
cuidados a mayores y las residencias, el comercio y el transporte y la
logística. Trabajos con horarios muy amplios, contratos precarios y unos
sueldos menores, como en la hostelería (los más bajos: 14.632 euros brutos,
frente a 25.896 de media) y el comercio. De hecho, los inmigrantes ganan de
media un 36% menos que los trabajadores españoles (especialmente las mujeres), según
la Agencia Tributaria. Y para los que insisten en que “los
inmigrantes nos roban trabajo”, es falso: 4 de cada 10 se incorporan
a ocupaciones elementales y mal remuneradas, con un salario medio que es un
56% del que reciben los españoles, según
un informe del Defensor del Pueblo.
Además, el trabajo de los inmigrantes aporta
diversas ayudas claves a la
economía española. Por un lado, es uno de los motores del
fuerte crecimiento en los últimos años, tras la pandemia, al proporcionar
una mano de obra abundante (y barata) a sectores que han sido claves,
como el turismo, el comercio, el campo, la construcción y muchos servicios. Eso
ha permitido mejorar los ingresos por cotizaciones de la SS y asegurar
las pensiones, aumentando la recaudación de impuestos. Y su
gasto ha mantenido el consumo y la actividad, tirando del empleo. Para los
que piensan que también los emigrantes se llevan una gran parte de los gastos
sociales, desde la sanidad a la educación o las ayudas públicas, muchos
estudios revelan que aportan más de lo que reciben.
Pero la principal aportación de los inmigrantes es que están
salvando la demografía, al compensar con su llegada (y sus hijos)
la caída de la población española, lo que permite contar con la mano de
obra y los ingresos y cotizaciones que necesitamos. Y los inmigrantes “nos
van a salvar aún más en el futuro”, según las preocupantes proyecciones de población del
INE. Así, los nacidos en España van a caer de 40.229.931
personas en 2020 a 37.108.939 españoles en 2050 y a 33.794.071 en 2070.
Una caída de “españoles” de -6,5 millones sobre 2020, que el INE
espera que se compense con los inmigrantes: su previsión es que
los extranjeros residentes pasen de 7.471.460 en 2020 a 12.801.174 en 2050
(+5,8 millones) y 16.795.740 extranjeros censados en 2070 (+9,8
millones).
Con este “panorama demográfico”, España (y
Europa) necesitarán a los inmigrantes en las próximas décadas para mantener
sus economías. Lo
ha dicho claramente la ONU: Europa necesita abrir sus puertas a 60,8
millones de trabajadores extranjeros para 2050. Y en el caso de España,
necesitamos 7 millones de inmigrantes más entre 2020 y 2050 (más de los 5,8
millones que espera el INE), según
el Centro de Desarrollo Global de Washington. De hecho, el problema de falta
de trabajadores se está dando ya en varios sectores, tras la pandemia,
según alertan los empresarios del turismo y la hostelería, el campo o la
construcción, el transporte y la logística (sectores con muchos
inmigrantes), así como en el sector tecnológico y digital más las energías
alternativas.
Cara al futuro, hay que “canalizar” la llegada de
trabajadores extranjeros, organizando y planificando sus llegadas de
forma legal y ordenada. Es lo que intentó hacer el Gobierno Sánchez en
julio de 2022, al reformar
el Reglamento de Extranjería, para facilitar la contratación de
inmigrantes en sus paises de origen y a la vez regularizar parte de los inmigrantes
irregulares que ya están en España (más de 500.000), facilitando
su formación en los empleos donde falta mano de obra. Así, en 2022 se
concedieron 16.100
permisos de trabajo en origen para extranjeros (hasta 9 meses al año,
que se renuevan si vuelven a sus paises de origen). En 2023, el ministro
Escrivá
pretendió avanzar por este doble camino, apoyado por los empresarios:
contratar temporalmente fuera y formar a los inmigrantes que ya están dentro.
Pero chocó con la oposición de la ministra de Trabajo y los sindicatos y no
se aprobó ninguna reforma por la anticipación electoral. Ahora, su
sucesora, la ministra Elma Saiz ha
anunciado una reforma de la contratación de extranjeros, en el
primer trimestre de 2024, para “simplificar trámites y mejorar la protección de
los inmigrantes”.
Mientras la reforma llega, hay un gran debate que no se
afronta, ni en España ni en Europa: como planificamos la
incorporación futura de inmigrantes, qué tipo de empleos necesitamos cubrir
y cómo los buscamos de forma ordenada y legal. Hace falta un Pacto político
sobre inmigración, que hurte el tema a la extrema derecha y nos ayude a
preparar el futuro económico y social, para el que necesitamos a los
inmigrantes, que ya han sido claves estos años: el 30% de todo lo
que ha crecido España en los últimos 20 años ha sido gracias a los inmigrantes,
según
este informe del Defensor del Pueblo. Los inmigrantes no nos “roban” el
trabajo, nos ayudan a construir el presente y el futuro.
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