Los universitarios
vuelven a clase para completar un curso difícil
de acabar, por la asfixia financiera
de muchas Universidades y la tensión desatada por la subida de tasas y la pérdida de becas.
Los recortes de los últimos cuatro
años han puesto a la Universidad bajo
mínimos, tras perder un 14% de sus
recursos, un 9% de profesores,
muchas inversiones y gran parte de su investigación. Y todo ello, acompañado de
una creciente tensión en las aulas, con encierros, manifestaciones y policías en los Campus, por el desánimo de unos alumnos que pierden
becas, pagan más tasas, reciben una enseñanza peor y se desalientan por su incierto futuro laboral.
Además, está bajando el número de universitarios,
mientras crece la FP superior. Urge
inyectar recursos y profesores a la Universidad, junto a una profunda reforma
de titulaciones, porque si hay muchos universitarios en paro, los jóvenes
poco formados trabajan aún menos. Rescaten
a la Universidad.
enrique ortega |
Una de cada cinco Universidades españolas tiene
actualmente graves
problemas de liquidez, según
la Conferencia de Rectores: les resulta difícil
pagar las nóminas cada mes, la luz o el teléfono, deben a los proveedores y
no pueden reparar los edificios ni comprar libros, ordenadores, mobiliario o
material. Y todas las Universidades se sienten
vigiladas
por Hacienda, que les obliga a cumplir
estrictamente con su Presupuesto para junio, so pena de ser sancionados con un plan de ajuste más riguroso, como las
autonomías.
Todo ello es fruto de cuatro
años de recortes en la financiación pública a la Universidad y de los 1.000
millones que les deben sus propias autonomías. Entre 2010 y 2013, las
50 Universidades públicas han perdido
1.388 millones de euros de la financiación que reciben del Estado (10%) y
de las autonomías (70%), un -13,72% de
sus ingresos, según un estudio
de CCOO, al que habría que sumar otros 500 millones de rebaja en las
partidas universitarias de investigación
(I+D+i). Las Universidades que han sufrido un mayor recorte son las de Castilla la Mancha (-29,68%), Cantabria (-19,6%), Murcia (-19,46%), País Vasco (-18,71%),
la Rioja (18%) y Cataluña (17,3%). Tras los nuevos recortes en 2014, España
destina unos 8.500 millones de euros a la Universidad pública, un 0,85% del PIB, por
debajo de Europa (1,26% PIB),
Francia (1,35%) o Alemania (1.30%), en línea con Italia y Reino Unido (0,84% PIB).
Dos terceras partes de este
recorte se ha traducido en menos
inversiones, desde obras e instalaciones a material, ordenadores, equipos e
investigación. Y el otro tercio se ha quitado de gastos de personal, reduciendo plantillas: entre 2008 y
2012 se
han perdido 13.200 empleos en las Universidades, según
datos de Hacienda. De ellos, 5.987 son profesores despedidos y 7.223
personal no docente. Sumando los recortes no contabilizados inicialmente en 19
Universidades y los despidos de 2013 y 2014, podría rondar las 17.000 personas,
un 12% de la plantilla universitaria. Menos profesores para más alumnos: el
número de universitarios creció
en 32.000 entre 2010 y 2013 Y lo
más grave es lo que está por venir: como sólo se cubren un 10% de las
jubilaciones, las plantillas seguirán
cayendo.
Además de hacer estos
ajustes, el Gobierno Rajoy obligó
a las Universidades a subir
las tasas, para cubrir un 20% de
sus ingresos (y el 25% el próximo curso). Con ello, los alumnos pagan las matrículas un 20% más caras en los dos últimos cursos, aunque
hay autonomías que han subido las tasas mucho más: Cataluña (+66,7%), Madrid
(+66%), Castilla y León (+43,8%), Canarias (+42,1%) y Comunidad Valenciana
(+34,7%). Así aumenta
la desigualdad a la hora de estudiar: un estudiante madrileño o catalán paga ahora tres veces más que un
gallego o andaluz por estudiar la misma carrera (de 750 a 2.100
euros). Y estudiar un master ha subido mucho más, hasta un 130% en Madrid (3.900 euros).
Mientras es más caro
estudiar, hay menos
ayudas para los que no pueden pagarlo. Por un lado, se han recortado los importes y por
otro, se han endurecido los criterios
para dar las becas, retrasando su pago (en abril aún no se había recibido el importe de este año). Con
ello, se estima que unos 20.000
universitarios perdieron su beca el curso 2012-2013 y podrían ser aún más este curso, sin olvidar los recortes en otras ayudas, como las becas
Erasmus, la supresión de las becas
Séneca (para cambiar de Universidad) y las becas
de idiomas. Todo ello cuando España
dedica a becas la
tercera parte de recursos que la media de países de la OCDE (0,11% del
PIB frente al 0,31%).
Matrículas más caras y menos becas son un cocktail explosivo que está provocando fugas
de alumnos de la Universidad: en los dos últimos cursos, las
Universidades públicas han perdido 22.334
alumnos en grados (hay 1.272.047 universitarios), mientras aumentaban 3.666
alumnos en las privadas (166.068 alumnos). Y han caído más los alumnos de master públicos: -14.334 entre 2012 y
2014 (hay 74.499 matriculados), mientras también aumentaban 8.613 en las
Universidades privadas (hay 35.614 matriculados). Una parte de las fugas son universitarios
que se han ido a
hacer Formación Profesional Superior,
porque las matrículas son más baratas (400
€ las más caras), los estudios duran
menos (2 años en vez de 4), hay
bastante oferta (más de 100 títulos) y más
salidas profesionales, aunque con menos sueldo.
Entre la asfixia
financiera, la falta de medios y profesores, la subida de tasas y el recorte de
becas, la tensión
crece en la Universidad, donde los alumnos han protagonizado en
marzo encierros, manifestaciones
y protestas, con graves incidentes y la vuelta de la policía
a los Campus, como en los años 70. Junto al deterioro y el encarecimiento
de la enseñanza, pesa el desánimo de los jóvenes ante su
incierto futuro laboral. Saben lo que hay: un 40% de los licenciados trabajan,
al cabo de 7 años de terminar su carrera, en un empleo por debajo de su formación, la mitad con contrato
temporal y ganando menos de 1.500 euros, según un informe
del Ministerio de Educación. Claro que peor
están los
que tienen poca formación:
los universitarios tienen una tasa
de paro del 13,5% frente al 26 % del total (aunque es el doble del paro
que tienen los universitarios en la OCDE). Y está demostrado que los universitarios que trabajan acaban
cobrando hasta el doble que el resto, según un estudio
de ICSA.
Ahora, la angustia
de las Universidades es cerrar
el curso con el Presupuesto recortado
y que no les sancione Hacienda por acabar con déficit y deudas. Lo tienen
difícil, pero peor aún será el curso que
viene, donde volverá a haber recortes, para seguir
bajando el déficit. Y ya no hay más
donde cortar, salvo de nuevo en plantillas, al no cubrirse las
jubilaciones. Por eso, el Comité
de Expertos sobre la futura reforma universitaria ya pedía
al Gobierno, en 2013, aumentar la financiación a la Universidad,
hasta el 3% del PIB, lo que supondría
dedicarle 22.000 millones más, algo impensable en el
corto plazo (aunque sea sólo la quinta parte de lo que nos ha costado el rescate de la banca). Los rectores también han pedido una ley de Mecenazgo, para mejorar
el trato fiscal a las donaciones a la Universidad (eximen de un 25-35%
de impuestos, mientras en Francia eximen del 66% y en EEUU un 100%).
Pero no sólo hace
falta más dinero, que es lo
prioritario. La Universidad tiene que
afrontar
cambios, empezando por ajustar
su oferta, recortando
titulaciones (2.413 grados y 2.758 Master) y fusionando centros (hay 236
Campus, en todas las capitales, con ofertas muy similares a pocos
kilómetros). Y orientar a los
estudiantes hacia carreras técnicas más demandadas, reduciendo la oferta de
Humanidades y Ciencias Sociales, con menos “salida”. Y fomentar el trasvase de jóvenes bachilleres
a la FP Superior, con más salidas. Además, hay que optimizar la
inversión pública en la Universidad, mejorando
la organización de los Campus (con menos
endogamia y más profesores de fuera), ampliando
la autonomía
universitaria a cambio de mayores controles y auditorías
externas de eficiencia y calidad. Y, sobre todo, fomentar unas Universidades más ligadas a las empresas y
más internacionales. Todo ello exige un
gran pacto político y universitario, que cuente con Universidades, profesores
y alumnos, para gastar mejor el dinero de todos. Lo de ahora, el sálvese quien pueda, nos conduce a un estallido de la Universidad. Al
tiempo.
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