Enrique Ortega |
La pandemia supuso una brusca caída de la actividad económica y del consumo de energía, lo que permitió reducir las emisiones de CO2 (-5,4%), por primera vez desde 2015. Pero ha sido un espejismo. Con la reanudación de la actividad y el inicio de la recuperación económica, el mundo ha vuelto a consumir más energía y las emisiones de CO2 volverán a aumentar este año, un +4,9%, la mayor subida desde 2010, según la estimación de Global Carbon Project. Así que volvemos a la casilla de salida, con una previsión de emisiones este año de 36,4 Gigatoneladas, un volumen similar al de antes de la pandemia (36,7 GTm en 2019). Y eso porque se va a utilizar más el carbón (responsable del 40,38% de las emisiones de CO2), sobre todo en China e India, el gas (responsable del 20,32%) y también el petróleo (causante del 31,59% de las emisiones mundiales de CO2.
Esta vuelta atrás se debe a que esperan en 2021 un aumento de emisiones de CO2 en China (+4%), el mayor emisor del mundo (30,5% del total de emisiones esperadas), en Estados Unidos (+7,6%), el 2º mayor emisor de CO2 (14% emisiones), la Unión Europea (+7,6%), el tercer mayor emisor (7,7% del CO2 total) y la India (+12%), el 4º mayor emisor (7,4%) y el que más verá aumentadas sus emisiones este año 2021. En el resto del mundo (que concentra el 40,65% de emisiones restantes), las emisiones subirán algo menos (+2,7%), según el estudio de Global Carbon Project. Y la ONU lanza otra alerta: sólo el 18% de las inversiones que se están haciendo para recuperar la economía son “verdes”. O sea, que el 82% del gasto para salir de la crisis agravará las emisiones de gases de efecto invernadero.
Lo peor es que a este ritmo de crecimiento de emisiones (desde 2015, cuando se aprobaron los objetivos de la Cumbre del Clima de París), el mundo superará en 11 años el tope de emisiones que podrían permitir no superar la temperatura del Planeta en 1,5º para 2100. Quiere esto decir que si no se toman ya medidas de recorte efectivo de emisiones, en 2032 llegaremos a “un punto de no retorno”. Y por eso, la ONU pide con urgencia un cambio de rumbo: en vez de aumentar las emisiones, como se va a hacer en 2021 (+1,6 Gigatoneladas), habría que reducir 1,4 Gigatoneladas cada año hasta 2050. Y empezar ya a hacerlo.
El último informe de la ONU alerta de que está muy bien que los paises hablen de emisiones netas cero para 2050, pero que hay que hacer recortes drásticos desde ahora para cumplirlo. Y advierte que con los Planes de recortes que han presentado en el último año 120 paises del mundo, las emisiones no se reducirán sino que crecerán un 16% hasta 2030. Y eso provocaría un aumento de la temperatura del Planeta de +2,7º, algo inasumible porque provocaría una catástrofe climática (olas de calor, inundaciones, sequías, huracanes), la subida del nivel del mar y el desastre ecológico (y económico). Por eso han insistido en la Cumbre de Glasgow: hay que hacer más recortes de los anunciados, recortes adicionales del -22% al -50% para 2030 si queremos mantener la subida en +1,5º y salvar el Planeta.
El mensaje es claro: hay una brecha enorme entre los recortes prometidos y los que hacen falta. Hay que recortar más drásticamente las emisiones y de aquí a 2030. Se acaba el tiempo. “Estamos cavando nuestra propia tumba”, dijo en Glasgow el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y reiteró que no basta con hacer recortes extras de emisiones de 2021 a 2030. La ONU urge a “eliminar el carbón”, en 2030 para los paises industrializados y en 2040 para el resto del mundo. Y eliminar de una vez los subsidios de los Gobiernos a los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), que recibieron 375.000 millones de euros públicos en 2020, el triple que a las energías limpias (130.000 millones de subvenciones), según este informe de la OCDE. También propone fijar una tasa mundial a las industrias y sectores que producen emisiones de CO2, un mercado similar al que existe en Europa. Y sobre todo, que los paises ricos aporten ya los 100.000 millones de dólares anuales a los paises pobres y en desarrollo, para ayudarles a “descarbonizar" su economía.
De momento, los grandes paises contaminantes no han cogido el guante y se resisten a aprobar recortes extras de emisiones, que les obligarían a grandes inversiones y a un drástico reajuste energético. Sólo la Unión Europea se adelantó, en la Cumbre de diciembre 2020, al aprobar un mayor recorte de emisiones para 2030: si antes prometieron recortarlas un -40%, ahora lo harán un -55%, una decisión apoyada por los 27 paises, aunque hay reticencias al ajuste en Polonia, Hungría y la República Checa. EEUU, China e India no han anunciado recortes adiciones de emisiones para 2030, aunque todos venden que harán fuertes retoques para 2050 (demasiado tarde). De momento, 74 paises, entre ellos la UE, EEUU y Japón han prometido “emisiones cero” (el CO2 que se emita menos el que se recoja) para 2050. China, Rusia, Arabia Saudí y Australia prometen “cero emisiones” para 2060. Y la India, para 2070. A todos, la ONU les insiste: vale, pero díganme lo que va a recortar para 2030.
Y aquí, algunos grandes paises no dan buenas señales contra el Cambio Climático. China (30,5% de las emisiones mundiales) está volviendo al uso del carbón, la energía más contaminante: el Partido Comunista ordenó hace un mes aumentar la producción de carbón para producir electricidad (ya el 65% de sus kilovatios son “negros”), a la vista de la reactivación de la economía y del encarecimiento del gas. Y por eso, desde mediados de octubre, la producción de carbón en China ha aumentado 11,5 millones de toneladas diarias. Y también han pedido a sus refinerías que produzcan más carburantes, para acabar con el racionamiento. Todo indica que China sigue priorizando el crecimiento sobre la ecología.
Aún más preocupante es el caso de India, aunque emita menos (7,4% del CO2 total). Se niega a presentar recortes concretos para 2030 (más allá de que va a potenciar las energías limpias) y sigue apostando por el carbón: con él obtiene el 70% de su energía y tiene previstas o en construcción 50 nuevas centrales eléctricas de carbón. Rusia (4,7% emisiones totales) no ha prometido recortes concretos para 2030 y tiene el hándicap de ser uno de los mayores productores de petróleo, gas y carbón del mundo. Y Japón, el 5º país más contaminante del mundo (3% emisiones mundiales), ha prometido aumentar su recorte de emisiones un -46% para 2030 (frente al -16% antes, aunque sigue con una alta dependencia del carbón.
Estados Unidos, el 2º mayor emisor del mundo (14% del total), ha prometido en Glasgow recortar a la mitad sus emisiones y su nuevo presidente, Joe Biden, lleva meses empeñado en demostrar que su país va a liderar la lucha contra el Cambio Climático, tras el fatídico paréntesis de Trump. Ya en la reciente Cumbre de Roma del G-20 presumió de una cifra: 550.000 millones de dólares que va a invertir contra el Cambio Climático. Pero tiene problemas en casa para aprobarlo: dos senadores demócratas (conservadores) están vetando el Plan en el Congreso, donde tampoco cuenta con el apoyo republicano.
Los mayores avances contra el Cambio Climático se dan en Europa (7.7% de las emisiones globales, donde la Comisión Europea ha aprobado el Next Generation EU, un ambicioso Plan de inversiones de 750.000 millones de euros, un 30% de ellos para políticas contra el cambio climático, a las que también destinarán un tercio del Presupuesto UE 2021-2027 (1,07 billones de euros). En el caso de España, la transición energética es la prioridad del Plan de recuperación 2021-2023, con una inversión total de 28.152 millones de euros, el 39,1% de los Fondos Europeos esperados. Y en el Presupuesto para 2022 ya se incluyen 13.750 millones de inversiones verdes: renovables, hidrógeno verde, movilidad urbana, apoyo coche eléctrico, rehabilitación de viviendas, transporte ferroviario, infraestructuras hidráulicas, residuos…
A la vista de este panorama de los principales paises contaminantes, no parece que el mundo avance suficiente contra el Cambio Climático. Y en paralelo, los paises pobres (que emiten poco porque crecen poco), se quejan de falta de medios para “descarbonizarse” y de que los paises ricos no aportan los 100.000 millones anuales para ayudarles (deberían haberlos depositado en 2020). Al final, el problema de fondo es evidente: todas las economías (más las grandes) han de hacer una profunda “reconversión energética”, cambiando a fondo su economía, lo que exige cuantiosas inversiones: será necesario invertir entre 1 y 4 billones de dólares al año hasta 2030. Y un total de 17 billones para conseguir el objetivo “cero emisiones en 2050, según el FMI. Una cifra que asusta a los Gobiernos y a las empresas, por lo que retrasan lo más posible tomar medidas drásticas. Pero si no se hace, las consecuencias del Cambio Climático serán dramáticas y su coste mucho mayor.
De momento, no parece que el mundo haya aprendido de la pandemia para afrontar unido una lucha decidida contra el Cambio Climático. Eso sí, en Glasgow ha habido mucho “postureo” y se han “vendido” tres acuerdos que tienen 2 problemas: no son vinculantes ni globales. El primero, propiciado por EEUU y la UE, un Compromiso Global por el metano, el 2º gas más responsable del calentamiento global (un 25%) tras el CO2 (responsable del 66%). Se pretende reducir las emisiones (causadas por la ganadería, los cultivos de arroz y los vertederos) un -30% para 2030. Pero el acuerdo, respaldado por 103 paises, no cuenta con el apoyo de China, India o Rusia. El segundo acuerdo de Glasgow, propiciado por Reino Unido, pretende frenar la deforestación mundial en 2030. Cuenta con el apoyo de más de 100 paises, entre ellos Brasil, China, Rusia y EEUU, pero los ecologistas lo critican porque se da otra década para que algunos paises sigan destrozando los bosques (que absorben casi el 30% del CO2). Y el tercer acuerdo no vinculante pretende limitar el uso del carbón: lo han firmado 40 paises, pero no los 4 mayores consumidores del mundo, China, EEUU, India y Australia.
Además de estos “Acuerdos para la galería” (que no vinculan a los firmantes), la Cumbre de Glasgow ha sido aprovechada por el mundo financiero para vender que “el dinero es verde”: 450 grandes aseguradoras, Fondos de inversión y bancos (entre ellos los españoles) han firmado una “Alianza Financiera para el Cero neto” (GFANZ) en la que se comprometen a alcanzar emisiones cero en 2050 y movilizar 130 billones de dólares para luchar contra el Cambio Climático. Suena muy bien, si no fuera porque desde 2015 (firma del Acuerdo de París) los 60 mayores bancos del mundo han invertido 4 billones de dólares en petróleo, gas y carbón, en energías fósiles, según Reclaim Finance (25.736 millones el Santander y 17.452 millones el BBVA). Y la mayoría de los bancos siguen financiando empresas contaminantes, un grifo que les pide cortar la Agencia Internacional de la Energía.
Los bancos se han puesto
las pilas contra el Cambio
Climático porque saben que los desastres naturales y medio ambientales van
a repercutir
en sus balances. Según un reciente estudio
del Banco Central Europeo (BCE), el Cambio Climático puede recortar un 4%
la riqueza europea para 2030 y causar pérdidas al 40% de las empresas para
2050. Y eso generaría riesgos de crédito en la banca. De
hecho, la banca española sería la 3ª
más afectada en Europa, tras la de Grecia y Portugal: el
BCE estima que un 60% de las empresas españolas podrían tener sus créditos
expuestos por el Cambio Climático. Y eso no sólo porque los riesgos
medioambientales son mayores en el sur de Europa sino también porque el 80% de créditos que dan nuestros bancos
van a empresas con altas emisiones.
La ONU reitera Cumbre a Cumbre que el deterioro ambiental avanza y que cada vez queda menos tiempo. Pero casi nadie escucha y los paises tratan de recuperar sus economías antes que salvar el clima. Nadie quiere ir más adelante en los recortes que el resto (salvo la UE), porque el ajuste energético tiene un alto coste a corto plazo, aunque muchos beneficios a medio y largo plazo: el principal, la supervivencia del Planeta. Y aunque los ciudadanos se manifiesten en contra del Cambio Climático (los jóvenes), tampoco lo consideramos una prioridad vital. Y no estamos dispuestos a cambiar de hábitos: coger menos el coche, viajar menos en avión, pagar más impuestos por los carburantes, ahorrar energía en casa, consumir menos, comer menos carne o comprar menos alimentos importados y más de proximidad… Así no salvamos el Planeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario