Esta semana se cierra la Cumbre del Clima en París, donde 195 países intentan reducir
las emisiones de gases de efecto
invernadero culpables del Cambio Climático. Tras 20 Cumbres anteriores inútiles, ahora podrían
aprobarse recortes globales (tardíos
e insuficientes), que urge cumplir. Porque reducir las emisiones de CO2 no es fácil: obliga a cambiar la economía, reconvertir las
empresas, renovar el transporte y la vivienda, cambiar hábitos de consumo y
hasta comer menos carne. Y exige fuertes
inversiones y subidas de precios, desde la luz a los coches o las casas.
Pero no hacerlo cuesta más: nos llevaría a una crisis sin salida. Por eso,
luchar contra el Cambio Climático es el
mayor reto de este siglo. Y España
lo tiene peor, porque no cumple: emite más CO2 del que debe y tenemos pocas
renovables. El próximo Gobierno debe aprobar un Plan urgente para consumir menos
petróleo, carbón y gas, más renovables y ahorrar energía. O lo hacemos todos o el clima
nos pasará factura.
enrique ortega |
El Cambio Climático
es
ya
una realidad que todos podemos apreciar
: 2015 va a ser el año más caluroso de la historia, el huracán Patricia (octubre 2015
en el Golfo de México) ha sido el más fuerte registrado jamás, se producen
cinco veces más tormentas, huracanes,
inundaciones, olas de calor y sequías que en los años 70, la temperatura de la Tierra ha subido 0,85 ºC desde principios del siglo XX (sobre
todo desde 1960) y el nivel del mar sigue subiendo, 8
centímetros de media desde 1992 (y 22 centímetros en algunos lugares), poniendo
en peligro el futuro de islas y zonas costeras del Pacífico, Asia y Oceanía,
mientras en el Mediterráneo sufren ya los cambios la Manga, el mejillón, el arroz o las uvas.
Este Cambio Climático irá a más si no se
frenan las emisiones de gases de efecto invernadero (60% CO2, 20% metano, 6% N2O y 14%
clorofluocarbonados por el aire acondicionado y sprays), provocadas por el hombre al consumir energía en industrias, transporte, vivienda,
agricultura y servicios. Según el 5ºInforme de Evaluación del IPCC, un grupo de 830 expertos creado por la
ONU, para evitar que la temperatura del Planeta suba más de 2 grados a
finales de siglo (la zona de “alerta
roja”), hay que reducir las
emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (que evitan, como un paraguas, que el calor de la Tierra salga a las capas altas de la atmósfera) entre un 40 y un 70% entre 2010 y 2050 y bajarlas después hasta dejarlas
en un nivel cero o negativo para 2100.
Si no se hace, añaden
los expertos, la temperatura de
la Tierra subirá entre 3,7 y 4,8 grados en 2100
respecto a la temperatura del periodo pre-industrial. Y esto podría provocar el
deshielo de los casquetes polares y un aumento del nivel del mar hasta 82
centímetros, además de acidificación de los océanos (por la reacción del CO2 con el agua del mar), daños en los ecosistemas,
aumento de los desastres naturales,
malas cosechas, hambre y desnutrición, con una dramática secuela de refugiados climáticos (podrían migrar 1.000 millones de personas, según ACNUR). El Cambio Climático no sólo daña la salud del Planeta, también la del hombre, según alerta la OMS: sólo
en 2012 unos 7 millones de personas murieron por enfermedades relacionadas
con la contaminación del aire. Y prevé que durante el periodo 2030-2050, el
cambio climático causará 250.000 muertes adicionales cada
año por dolencias asociadas a sus efectos ambientales.
Así que el Cambio
Climático no es “una obsesión de
ecologistas” sino una grave amenaza
para todos (“estamos al borde del
suicidio”, ha dicho el Papa Francisco). Y los científicos alertan: “se acaba el tiempo” para tomar medidas. Por eso, los 195 países
reunidos en la Cumbre del Clima de
París buscan un acuerdo global de
recorte de emisiones, que sustituya al protocolo de Kioto, firmado en 1997 sólo por 38 países (los 28 de la UE más otros
pequeños países, no USA, China, Japón, Rusia o India, los principales emisores
de CO2). Ahora, un recorte mundial parece
más posible, ya que 180 países han acudido a esta Cumbre con compromisos concretos de
recortes de emisiones, entre ellos los
países que más contaminan: China (26% emisiones CO2), EEUU (16%), Europa (11%),
India (6,1%), Rusia (5,2%) y Japón (3,8%). Casi todos plantean recortes de
emisiones del 20 al 30% entre 2020 y 2030, siendo Europa
(UE-28) la zona del mundo que ofrece los recortes más ambiciosos: -40% de recorte emisiones para 2030 y entre el -80/-95%
para 2050.
El recorte de emisiones
prometido en París es una gran
avance, pero tiene tres problemas: es tardío (los
recortes empezarían en 2020, no inmediatamente), es insuficiente (los científicos
dicen que con estos recortes, la temperatura subiría 2,8 grados a final de
siglo y algunos creen que más) y, sobre todo, no son obligatorios y vinculantes para los países, porque EEUU se niega
(el Senado USA no acepta una obligación impuesta desde fuera). Así que “se
confía” en que los países cumplan con sus recortes y se prevé revisar las emisiones cada 5 años, por si los recortes fueran insuficientes y
hubiera que acelerarlos. Otro problema son las
ayudas a los países pobres, para que reduzcan las emisiones y se preparen
para el cambio climático (subida del mar, catástrofes naturales, migraciones). Se
prevé crear un Fondo verde del clima, con 94.000 millones de euros anuales, pero el problema es quien
pone esa enorme cantidad de dinero. Y hay países, como India, que ya ha dicho que no recortará
sus emisiones si no recibe 187.000 millones de euros de este Fondo verde entre
2015 y 2030.
Aunque el acuerdo de la Cumbre de París sea insuficiente y
no vinculante, es un gran punto de partida
para luchar contra el Cambio Climático. Ahora, hace falta pasar de las palabras a los hechos. Y esto es lo difícil, porque antes de París se han celebrado 20 Cumbres del Clima
(desde la de Río en 1992) y a pesar de las buenas intenciones, las emisiones de CO2 se han duplicado : de 27 gigaTm
en 1970 a 49 en 2010, que al ritmo actual serán ya 53 gigaTm en 2020. Y eso
pasa porque el mundo es “adicto al CO2”,
vivimos en unas economías muy dependientes de los combustibles fósiles
(petróleo, carbón y gas natural), que mueven las industrias, las ciudades, el
transporte, la agricultura o los servicios. Y “huir del CO2” exige una auténtica
revolución, en la economía y en el estilo de vida, difícil de hacer y
que choca con potentes intereses, de grandes empresas y multinacionales energéticas. Por eso esta batalla no es fácil.
Y menos en España,
uno de los países europeos que suspende en la batalla contra el Cambio Climático.
Primero, porque España (5º mayor emisor de CO2 en Europa) es el único
país europeo donde las emisiones de CO2 han aumentado en las dos
últimas décadas, según la Agencia Internacional de la Energía (AEI), mientras en todos los demás
se reducían (entre el -5,4% en Francia y el -20,5% en Alemania). Segundo,
porque España es uno de los 9 países europeos (junto a Grecia, Irlanda, Italia,
Luxemburgo, Holanda, Noruega, Suecia y Suiza) que no han cumplido el compromiso de Kioto, que suponía no aumentar las
emisiones más del 25% (1990-2012): han aumentado un 29,9%. Y tercero, porque
España tampoco cumple el objetivo europeo de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020: en 2014, las renovables
aportaron un 15,4% de la energía total, según Eurostat, y alcanzar ese 20% en seis años más parece imposible, según los
expertos: habría que triplicar el parque de renovables (eólica, solar, biomasa,
geotérmica, cogeneración) instalado entre 2005 y 2014.
Así que emitimos mucho
más CO2 del que debíamos y tenemos pocas energías limpias, renovables. Y no es por casualidad. Ningún Gobierno español y menos Rajoy han
tomado medidas para reducir las energías fósiles, las que emiten más CO2.
Incluso ahora, España bate su récord histórico de consumo de petróleo, por la bajada de precios. Y en lo que
va de año, el uso del carbón (la energía que emite más CO2) y el gas natural para producir electricidad han
batido también récords. Mientras, el Gobierno Rajoy ha pegado un gran tajo a las energías renovables entre 2012 y 2014 (-2.100 millones, un 25% de
las ayudas), a pesar de tener España unas industrias renovables líderes en el
mundo y de que ya empiecen a ser unas energías competitivas: la eólica es la tecnología más barata
para producir electricidad en España, 28,2 €/Mw frente a 105,5€ el gas natural,
según la CNMC. Y para rematar tantas equivocaciones, el Gobierno Rajoy ha recortado también (-200 millones) las ayudas para fomentar el ahorro de energía, a pesar de que
tenemos unas empresas que consumen tres veces más energía por unidad de producto que las europeas.
El temor ahora,
en España y en todo el mundo, es que si
la economía se recupera, aumentará el gasto de energía y las emisiones de CO2,
que han crecido menos durante la crisis. Por eso, habrá que redoblar los esfuerzos para reducir de
verdad las emisiones. Y eso obliga a tomar medidas duras y que van contra
poderosos intereses como los de las industrias energéticas. Baste decir que
para que la temperatura del Planeta no suba más de esos 2ºC que piden los
científicos, habría que dejar bajo tierra
un tercio de las reservas probadas de petróleo y el 80% de las reservas de
carbón y gas, según el Instituto para los Recursos Sostenibles del Reino Unido. Y eso supondría
la posible quiebra de muchas petroleras. No en vano, 90 grandes multinacionales (ver la lista) son culpables de dos
tercios de las emisiones mundiales de CO2. Eso significa que habrá que forzarlas a reducir emisiones y ayudarlas a hacerlo, con recursos
públicos y con subidas de precios (de la luz, los coches, los productos
industriales, los alimentos y la vivienda). También los ciudadanos somos responsables y tenemos que cambiar los hábitos de vida, para emitir menos CO2: menos coche y más transporte
público, menos calefacción o aire acondicionado y más aislamiento, menos
consumismo y hasta comer menos carne…
¿Qué hacer para
emitir menos CO2? A nivel mundial,
los expertos recomiendan recortar drásticamente
las subvenciones a las energías
contaminantes (el carbón, el gas y
los carburantes reciben hoy más de 2 billones de euros de ayudas
públicas), obligar a pagar a las industrias más contaminantes
(el mercado de CO2 no funciona y contaminar con 1 Tm de CO2 cuesta sólo 7 euros, en vez
de los 30 que costaba en 2008), reconvertir
las industrias más contaminantes (electricidad, cemento, siderurgia,
aluminio…), apostar y apoyar a las renovables
(como ha hecho Alemania,"el país más verde” de Europa), dar
ejemplo desde las Administraciones públicas (la ciudad de Hamburgo se
abastecerá 100% con renovables en 2025) y fomentar
entre los ciudadanos un consumo más verde,
con campañas, con impuestos a las
energías contaminantes y con precios que ayuden al cambio.
En España, el futuro Gobierno debería promover un Plan urgente contra el Cambio Climático,
porque estamos más retrasados que la mayoría de Europa (salvo el “negro” Este).
Hay que actuar contra las grandes fuentes de CO2: el transporte (25% del CO2), la
generación de electricidad (23%), la
industria (21%), la vivienda y los servicios (14%), la ganadería y la agricultura (12%) y el tratamiento de residuos
urbanos (5% emisiones). Hay que quitar
peso al transporte por carretera (83% del transporte total, frente al 45% en la UE) y al coche privado (apoyando los híbridos y el transporte público), producir menos luz con carbón, fuel y
gas natural (aunque suba el recibo), cerrar y reconvertir empresas
contaminantes (de las10 empresas que más contaminan, 6 son centrales de carbón, 3 refinerías y una siderurgia),
ayudar a aislar las viviendas y al autoconsumo energético (quitando el impuesto a los paneles solares de Rajoy) y modificando los hábitos de
consumo, para comprar más productos locales (no chinos que suponen enormes
emisiones al traerlos en barco) y menos carnes (1 kg de cordero supone 10.629 gramos de CO2 equivalente frente a
299 gramos de 1 kg de tomates o 140 gr de CO2 de producir 1 kilo de naranja). Y
sobre todo, hay que informar bien de quién contamina y cómo, penalizando con impuestos
a quien lo haga para invertir con ese dinero en un país más limpio.
Hay que pasar de las palabras y los gestos
(apagar la luz un día al año) a los hechos. El mundo debe
emprender una cruzada contra el CO2, la verdadera “guerra” de este siglo. Supone ir contra empresas e intereses muy poderosos, realizar grandes inversiones (1,3 billones de
dólares al año hasta 2050, según la ONU), crecer con equilibrio y cambiar todos de
estilo de vida. Pero no queda más remedio, si queremos salvar el Planeta y a nosotros mismos. Porque si no empezamos a
tomar medidas ya, luego será tarde y el mundo tendrá que hacer frente a tantas catástrofes que la
economía acabará en una crisis irresoluble. No pensemos sólo en los problemas
de hoy, en el trabajo, en los sueldos, en nuestro nivel de vida. Pensemos en cómo preservarlo para nuestros hijos y
nietos. Y para eso, hay que cambiar ya. Todos.
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