La patronal siempre se queja del absentismo laboral de muchos trabajadores. Pero en mayo, sindicatos y empresarios lanzaron una alerta conjunta, inédita en España: “manifestamos nuestra preocupación por el aumento de las bajas laborales”. Causa: batieron un récord en 2022, 768.094 bajas (43 por cada 1.000 asalariados, frente a 34 en 2019). El aumento se debe a que trabajan más personas y, sobre todo, al atasco en la sanidad pública, que ha retrasado las revisiones, tratamientos y altas. Y también a que las plantillas han envejecido y sufren más traumatismos y depresiones. Sindicatos y patronal no creen que haya “abusos”, sino que se diagnostican y tratan los problemas de salud tarde y mal. Y piden que las Mutuas colaboren con los médicos para agilizar y reducir las bajas, costosas para todos. Otra vía es mejorar la seguridad en el trabajo y la salud mental de los trabajadores, cada vez más deteriorada. También ayudaría mejorar el clima laboral, porque el 54% de los trabajadores están “desmotivados” en su trabajo.
Enrique Ortega |
Sindicatos y patronal firmaron el 10 de mayo el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, un pacto social para encarrilar las subidas salariales y las relaciones laborales entre 2023 y 2025. La novedad es que, en este Acuerdo se incluye, por primera vez en España, una referencia a las bajas laborales, una cuestión que preocupa desde siempre a la patronal, que lleva años quejándose de un aumento del absentismo laboral. En el Capítulo VII del Acuerdo, sindicatos y patronal dicen textualmente: “manifestamos nuestra preocupación por los indicadores de incapacidad temporal derivados de contingencias comunes”. La alerta se lanza por los últimos datos oficiales sobre bajas laborales (por problemas de salud comunes, no las “bajas profesionales”) publicadas por la Seguridad Social: 768.094 bajas de asalariados en 2022, frente a 583.118 bajas en 2019, antes de la pandemia, y 283.292 en 2012 (el mínimo de bajas, en lo peor de la crisis). Y con ello, se bate un récord histórico: son ahora 43,26 bajas por cada millar de trabajadores por cuenta ajena, frente a 34,1 por cada 1.000 en 2019 y 19,14 en 2012 (incluso en 2007 eran sólo 32,14 por cada 1.000 asalariados).
El peso de las bajas laborales es muy desigual por autonomías. Están por encima de la media española (43,26 bajas por cada 1.000 asalariados) Galicia (57,28 bajas con 59,53 en Lugo), Canarias (56,93, con 59,15 en Las Palmas), País Vasco (55,72 bajas, con 61,46 en Vizcaya), así como León (58,13 bajas por 1.000 asalariados) y Palencia (53,50 bajas). Y tienen un menor problema de bajas laborales Madrid (34,94 bajas por cada 1.000 asalariados), La Rioja (35,98 bajas), Baleares (36,75 bajas) y Andalucía (38,15 bajas).
Lo positivo es que la duración de estas bajas laborales por contingencias comunes se ha reducido en 2022, hasta los 37,68 días de media, tras batir récords en 2021 (47,86 días) y 2020 (49,44 días), por la pandemia y los atascos en la sanidad pública. Esta duración media de las bajas (37,68 días) es similar a 2019 (38,59 días) y 2012 (37,12 días) y menor a los años anteriores a la crisis financiera (43,83 días de media en 2007). Con todo, hay una gran diferencia por autonomías: la baja media dura más en Extremadura (67,18 días), Galicia (66,10) y Asturias (56,53), tres regiones más envejecidas, y es mucho menor en Cataluña (27,14 días), La Rioja (32,26), Madrid (33,17), Euskadi (36,22) y Castilla la Mancha (38,89), seguidas por Canarias (42,52), Cantabria (44,89) y Andalucía (44,48 días).
Los expertos consideran que hay varias causas que explican este aumento de las bajas laborales. La primera, que hay más gente trabajando, más asalariados, lo que puede explicar el aumento total de bajas (de 583.118 en 2019 a 768.094 en 2022, un +31,7%, muy superior al +2,5% que ha aumentado el empleo), pero no explica el aumento de su prevalencia, de su peso por cada 1.000 asalariados (que ha subido de 34,1 a 43,26). Este aumento habría que buscarlo en otras causas. La primera, el envejecimiento de las plantillas (el 34,4% de los trabajadores tienen más de 50 años, mientras sólo eran el 25,2% del total en 2012), que explicaría el aumento de bajas por problemas en el aparato locomotor (golpes, roturas, esguinces…), que son las que más han crecido. Y la otra, el aumento de la precariedad laboral y los problemas mentales agudizados por la pandemia, que explican el aumento de las bajas por depresión y salud mental.
Expertos, sindicatos y patronal coinciden en otra causa, que está por debajo de todas las demás: los atascos en la sanidad pública, agravados con la pandemia. La cuestión de fondo es que los problemas de salud ahora se diagnostican tarde (han aumentado las esperas para ir al médico de familia y, sobre todo, al especialista: 95 días de media) y eso retrasa los tratamientos y la recuperación, alargando las bajas.
Los sindicatos creen que muchas bajas traumatológicas (el 2º motivo de las bajas estos años, tras el coronavirus) se podrían reducir con un diagnóstico más rápido y sobre todo, con una rehabilitación más inmediata e intensa, algo que resulta difícil de conseguir en la sanidad pública, donde los servicios de rehabilitación están colapsados y tienen largas listas de espera. Otras bajas que se han disparado en 2021 y 2022 son las bajas por depresión, ansiedad, insatisfacción o sobrecarga de trabajo, que han crecido un 31% entre los menores de 35 años. Actualmente, estas bajas por salud mental son las segundas más frecuentes (el 17%), tras las bajas por razones musculo esqueléticas. De hecho, España es el mayor consumidor del mundo de ansiolíticos (el 11% de españoles los toman a diario…). Los sindicatos se quejan de que las empresas no tienen protocolos para detectar y mejorar los problemas de salud mental y que la sanidad pública tampoco ayuda, sólo con recetas y bajas.
Este fuerte aumento de las bajas laborales tiene un alto coste para el país. Empezando por los trabajadores que están de baja: los 3 primeros días no cobran nada y después cobran el 60% de la base reguladora (para un tercio de asalariados, en torno a los 1.000 euros) los días 4º al 20º, para subir al 75% de esa base a partir del día 21. El coste es también para las empresas, que pagan la baja y la cotización del 4º día al 15º, pagándolo después la Seguridad Social o la Mutua. Y el mayor coste es para la Seguridad Social, que paga la mayor parte del coste de estas bajas laborales, más sus cotizaciones sociales. Cuando la baja supera los 365 días, se produce una de estas 3 situaciones: el trabajador es dado de alta, se le prorroga la baja 180 días más si se piensa que puede curarse o se empieza el trámite para reconocerle una incapacidad permanente (que también paga la SS).
En un país con las plantillas tan cortas, donde faltan trabajadores en muchos sectores y empresas, que haya un porcentaje de baja complica la gestión de las empresas y tiene altos costes para todos. Por eso, sindicatos y patronal han propuesto solucionar el problema de las bajas, reconociendo que es un problema de mala gestión más que de “fraude” de los trabajadores, según los sindicatos: “No se puede meter en el mismo saco las ausencias injustificadas (absentismo) y las debidas a problemas médicos”, señalan, aunque reconocen que hay faltas al trabajo sobre todo “por razones familiares y de falta de conciliación laboral”, así como por razones de “insatisfacción laboral”.
Sindicatos y patronal creen que se puede reducir el número de bajas laborales y, sobre todo, gestionarlas mejor para que duren menos tiempo. Por un lado, insisten en la necesidad de mejorar la seguridad en el trabajo, la prevención y cuidar más la salud mental de los trabajadores, para reducir problemas médicos y bajas. Y cuando ya aparecen, creen que la sanidad pública (gestionada por las autonomías) debe tener ayuda de las Mutuas de Trabajo: “instamos a las administraciones a desarrollar Convenios con las Mutuas para realizar pruebas diagnósticas y tratamientos terapéuticos y rehabilitadores en procesos de incapacidad laboral por contingencias comunes de origen traumatológico”, señalan en el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.
En concreto, lo que sindicatos y patronal proponen es que los médicos de cabecera sigan dando las bajas, pero que se envíe a los trabajadores con bajas traumatológicas a las Mutuas, que son entidades públicas (aunque participen las empresas privadas) y tienen personal especializado para atender los traumatismos y realizar rehabilitación, para hacer un seguimiento de las bajas y proponer el alta cuando esté motivada, alta que siempre tendrá que decidir y firmar el médico de cabecera.
Ahora, será el futuro Gobierno el que tendrá que atender esta petición de sindicatos y patronal, que las Mutuas de Trabajo participen en la gestión de las bajas laborales, aunque la última palabra la tienen las autonomías, que son las que gestionan la sanidad pública y en definitiva las bajas, con un resultado desigual según las regiones. Y también han de colaborar los médicos, sobre todo los de cabecera, que hoy se quejan de que destinan una gran parte de su tiempo a gestionar las bajas y su seguimiento.
Plantear el problema del exceso de bajas laborales no supone acusar a los trabajadores de “escaquearse”, de aprovecharse de las bajas para no ir a trabajar, como denuncian algunos empresarios. Es básicamente un problema de pérdida de tiempo y de recursos, por gestionar mal las bajas. Pero sí deberíamos afrontar otro problema colateral: “la insatisfacción con el trabajo, un problema que se da en todo el mundo. En España, el último informe Hays, de 2022, señala que más de la mitad de los trabajadores están “desmotivados en su trabajo”: un 54%, frente al 47% en 2021. El primer motivo de descontento es el sueldo, algo normal en un país donde el salario medio bruto son 1.751 euros brutos (unos 1.400 euros netos), un 20% por debajo del sueldo medio europeo. El segundo problema señalado son las condiciones de trabajo: contrato, horario, falta de flexibilidad y conciliación laboral. Y el tercero, “tener un jefe tóxico”, que dificulta o impide la carrera laboral. Ojo al dato: 3 de cada 5 trabajadores aseguran haber sufrido “discriminación en su trabajo”, por género, edad, apariencia física o inclinación política, según un reciente informe de Cegos.
Con esta “insatisfacción” de más de la mitad de los trabajadores, lo que tenemos en España no es “La Gran Renuncia” que preocupa en USA (trabajadores que se van a otro empleo) sino lo que algunos llaman “La Renuncia Silenciosa”: trabajadores insatisfechos que como no encuentran otro trabajo, se quedan en el que tienen y “cumplen a secas”. Hacen su horario estricto y no se implican en su trabajo, “pasan”, sin hacer nada que pueda justificar su despido. No están motivados y trabajan “lo indispensable”. Es un fenómeno que se da cada vez más en trabajos que no son vocacionales: en el campo, la hostelería, la construcción y el comercio. Como sienten que la empresa “les da poco”, ellos también aportan lo mínimo. Y eso daña seriamente la productividad de las empresas y del país.
Urge tomar conciencia de este problema laboral, el “pasotismo”, agravado tras las reflexiones durante la pandemia. Es hora de que las empresas reestructuren a fondo sus políticas laborales y dejen de quejarse del absentismo para intentar detectar su origen y combatirlo con eficacia. Hay que cambiar la gestión de los recursos humanos, en cuestiones básicas: procesos de selección, contratos, salarios, formación, organización del trabajo, conciliación e integración laboral. Yo siempre digo que la democracia ha entrado en España en las instituciones y en la política, pero no en las empresas: hay demasiadas empresas donde rige el “ordeno y mando” del dueño. Y si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta… Empresarios: mejoren el ambiente laboral, habrá menos bajas y ganarán más.
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