Cataluña aplicará un impuesto a las bebidas azucaradas (colas, naranjadas, bebidas isotónicas...), de 8 a 12 céntimos por litro, a partir de abril de 2017. La decisión llega un mes después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propusiera a los Gobiernos que impongan un
impuesto a las bebidas azucaradas para reducir su consumo, al que culpan de miles de muertes porque
provocan obesidad, diabetes y caries,
siendo peligrosa su adicción en niños y jóvenes. La alerta ha provocado la reacción
defensiva de la industria del azúcar y
las multinacionales de refrescos, que facturan 100.000 millones de euros y
son un poderoso grupo de presión, que incluso manipula los estudios científicos para defender el azúcar. Pero
médicos y expertos lo tienen claro: el consumo
excesivo de azúcar (más de 50 gramos
al día) es peligroso para la salud y el Gobierno debería tomar medidas, aplicándoles impuestos y obligando a informar en envases y latas de
su peligro para la salud, como se hace con el tabaco. Y piden además campañas de información
entre niños y jóvenes, “enganchados” a estos refrescos dañinos. Ojo a lo que bebemos.
enrique ortega |
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) lanzó en marzo de 2015 su “cruzada” contra el consumo excesivo de azúcar, tras años de
estudios e investigaciones: había que reducir el consumo de azúcares no
naturales a un máximo del 10% de las calorías diarias, lo que se traduce en un consumo máximo de 50 gramos diarios (12 cucharillas de café). Y para “proporcionar beneficios adicionales para
la salud”, la OMS recomendaba menos azúcar del 5% de la dieta, o sea, consumir
25 gramos (37 gramos en el caso de los niños), 6 cucharillas al día. Y
eso chocaba con el creciente consumo mundial de azúcar, unos 100 gramos diarios en Europa, cuatro veces lo saludable
según la OMS.
Precisamente, la
alerta de la OMS se producía porque el
mundo ha ido acelerando su consumo de azúcar industrial (azúcar de mesa, glucosa o fructosa) en
las últimas décadas, de la mano de una creciente producción y unos precios a la
baja. Y así, el mundo consume de
media 24 kilos de azúcar por persona
(65,75 gramos diarios) y mucho más en los paises
industrializados: 33 kilos de
media (90,41 gramos diarios), que suben hasta los 126,4 gramos diarios en
Estados Unidos (31 cucharillas, casi el triple del máximo recomendado por la
OMS). España ocupa el puesto 20
en el ranking mundial de consumo, según Euromonitor,
con 112 gramos al día (17
cucharillas), en línea con Reino Unido, por debajo de Alemania, Holanda o
Irlanda (25 cucharillas) y por encima de los paises nórdicos (9 cucharillas
diarias). Pero el problema, en España y en Occidente, es que el
consumo ha crecido un 20%.
Los azúcares
artificiales están presentes en la
comida (bollería industrial,
mermeladas, cacao, salsas: hasta el
kétchup tiene 4 gramos de azúcar) y en
las bebidas refrescantes, desde colas a refrescos y bebidas isotónicas. Una
lata de Coca-Cola, por ejemplo, tiene 36,63 gramos de azúcar (más del
máximo diario considerado saludable por la OMS), una de Pepsi 35 gramos, una de
Fanta 28.05 gramos, una de Sprite 30
gramos y una de Seven Up 36 gramos, según esta estadística de Action on Sugar,
que revela además que el azúcar de las
bebidas refrescantes varía según los
paises: así una lata de Coca Cola tiene un máximo de 39 gramos de
azúcar en Canadá y un mínimo de 32 gramos en Thailandia.
Los expertos alertan
que el
mundo está “enganchado ”al azúcar, una adicción creciente para muchas personas, sobre todo jóvenes y adolescentes.
Incluso existe un
mecanismo que estimula la creación de dopamina en el cerebro vinculada al
consumo de azúcar: nos sentimos mejor al tomar algo dulce. Y algunos añaden
incluso que el azúcar es más dañino que las grasas para el cuerpo. La OMS ha alertado de que el consumo excesivo de azúcar (al margen
del que contienen los productos naturales) tiene una relación directa con la obesidad
y la diabetes, dos enfermedades con creciente mortalidad. Ya en 2015,
investigadores de la Universidad de Harvard y del Imperial College de Londres
estimaron que sólo el consumo de bebidas azucaradas provoca 184.450 muertes al año, por diabetes
(133.000), enfermedades cardiovasculares
(45.000) y diferentes tipos de cáncer
(6.450 muertes).
La OMS considera
que las personas no necesitan el consumo
de estos azúcares industriales en sus dietas y que consumir más de los 25 gramos diarios recomendados (6 cucharillas) es perjudicial para la salud, porque el consumo excesivo de azúcar
provoca, junto a las grasas y el sedentarismo, tres graves
problemas sanitarios: la
obesidad, la diabetes y el aumento de caries dental. Además, las organizaciones ecologistas denuncian
que el cultivo de azúcar daña el medio
ambiente (no sólo deforestando regiones enteras para el cultivo sino por la
emisión de CO2 a la atmósfera) y está muy vinculado
a la semiesclavitud (salarios y trabajo de miseria y empleo
de niños en muchos paises).
El consumo excesivo
de azúcar contribuye al exceso de peso
y a la obesidad, una verdadera “epidemia
mundial” según la OMS, que está detrás de enfermedades mortales como la
hipertensión, enfermedades cardiovasculares, algunos cánceres, el Alzheimer y
la demencia. Actualmente, 1 de cada 3 adultos en el mundo tienen obesidad (600 millones) o sobrepeso
(1.900 millones de personas), aumentando dramáticamente la obesidad infantil. Y
España es el segundo país europeo con más obesidad, tras Reino Unido: un 19,9%
de los adultos españoles son obesos y otro 35,8% tienen sobrepeso, con lo que un 55,7% de los españoles tienen exceso de
peso, según el estudio ANIBES. Y aún preocupa más el avance de la obesidad infantil, donde España está a la cabeza de Europa: un
18,3% de los niños de 6 a 9 años son obesos y otro 26,2% tienen sobrepeso, con
lo que el 44,5% de los niños españoles tienen exceso de peso, según el estudio Aladino. Y muchos serán obesos de adultos.
El exceso de azúcar
también provoca, según las investigaciones de la OMS, un avance de la diabetes, otra epidemia moderna, que
afecta ya a 366 millones de personas (el doble que en 1980) y provoca casi 4
millones de muertes al año en el mundo. En
España, la diabetes tipo 2 afecta ya al 13,8% de la población, a 5,3 millones de españoles (y 2,3
millones no lo saben), según el estudio di@bet.es
elaborado por CIBERDEM. Y en tercer lugar, el consumo excesivo de azúcar ha provocado el aumento de caries dental, una
enfermedad que consume el 8% de los presupuestos sanitarios de los paises
ricos. Y España es uno de los paises
europeos con más caries dental, que han sufrido el 95% de españoles y entre el
60 y 90% de los niños.
A pesar de estos efectos dañinos para la salud, España es
uno de los paises más “enganchados” al azúcar y sobre todo al consumo de bebidas refrescantes: somos el
cuarto país europeo que más las consume, por detrás de Reino Unido,
Alemania e Italia. En 2015, cada español
consumió 51,52 litros de bebidas refrescantes en casa y en los bares, con
un gasto de 72,62 euros, según el anuario de alimentación del Ministerio de Agricultura. De ese consumo, la mayoría
fueron bebidas compradas en tiendas y súper, con la comida, para beberlas en
casa: 41,10 litros por persona, el 2,26% del gasto en alimentación
(casi tanto como el gasto en leche, el 3,46% de la compra). La mitad de esas
bebidas refrescantes fueron colas (20,65 litros por persona), seguidas por
bebidas de naranja (5,42 litros), de limón (3,13 litros) e isotónicas (2,75
litros). Y otros 10,42 litros de
refrescos por persona se tomaron en bares y restaurantes. En total, un gasto en refrescos de 2.900 millones de
euros.
Tras la recomendación
de bajar el consumo en 2015, la OMS ha dado un paso más este mes de octubre,
lanzando una propuesta a los Gobiernos
del mundo: que apliquen un impuesto a las bebidas refrescantes,
para reducir así su consumo dañino. Estiman que un impuesto del 20% sobre el
precio de venta reduciría en ese porcentaje las ventas y el consumo. Y con
ellos, se reducirían la obesidad y sus enfermedades, la diabetes y la caries. Y
los ingresos obtenidos con este impuesto podrían destinarse a tratamientos y
prevención.
Pero no será fácil que los Gobiernos hagan caso a
la OMS y aprueben impuestos a las bebidas azucaradas, porque detrás
están dos industrias mundiales muy poderosas: la industria azucarera y
las multinacionales de bebidas refrescantes, que ya han reaccionado ante la
propuesta, calificándola de desproporcionada e injusta. La industria del azúcar factura 47.000 millones de dólares anuales, en un mercado controlado por nueve multinacionales
alemanas, británicas, francesas y norteamericanas (ver ranking). En España, dos de
estas multinacionales controlan nuestro mercado: la británica AB Sugar es dueña
de Azucarera (80% mercado) y la
francesa Tereos controla Acor.
En el sector de bebidas refrescantes, dos multinacionales controlan el mercado mundial, con 85.000 millones de euros de facturación en 2015: Coca-Cola (39.776 millones de euros vendidos y 6.601 de beneficios) lidera el ranking mundial de marcas consumidas (1.600 millones de productos vendidos cada día) y PepsiCo factura más (por los aperitivos) pero gana menos (45.624 millones y 4.895 millones de euros de beneficios en 2015). En España, el sector de bebidas refrescantes vendió 12.000 millones de euros y las empresas mantienen 8.500 empleos directos y 56.000 más indirectos.
En el sector de bebidas refrescantes, dos multinacionales controlan el mercado mundial, con 85.000 millones de euros de facturación en 2015: Coca-Cola (39.776 millones de euros vendidos y 6.601 de beneficios) lidera el ranking mundial de marcas consumidas (1.600 millones de productos vendidos cada día) y PepsiCo factura más (por los aperitivos) pero gana menos (45.624 millones y 4.895 millones de euros de beneficios en 2015). En España, el sector de bebidas refrescantes vendió 12.000 millones de euros y las empresas mantienen 8.500 empleos directos y 56.000 más indirectos.
La industria azucarera y las multinacionales de bebidas
refrescantes llevan años ejerciendo como grupos de presión (“lobbys”) para promover estudios científicos favorables a sus productos, incluso utilizando algún
experto que antes trabajaba para la industria del tabaco. Así, la industria azucarera trató
de influir en las prioridades del Programa nacional contra la caries
(en USA) y presionó a la administración Obama para que retirara su
financiación de la OMS, cuando esta organización promovió rebajar el consumo de
azúcar, en 2015. Y en paralelo, Coca-Cola
y PepsiCo han donado millones de dólares a organizaciones
científicas y a organizaciones de salud en EEUU (y en otros países), para tratar de lavar su imagen y devaluar la responsabilidad de las bebidas azucaradas
en la epidemia mundial de obesidad, atribuyéndola
a “las grasas y la falta de ejercicio”.
En Europa, los
lobbys del azúcar y las multinacionales alimentarias tienen tanto poder que consiguieron
en 2015 de la Comisión Europea que permitiera aumentar los azúcares libres en los alimentos para bebés hasta un
30% del aporte energético total, el triple del máximo recomendado por la OMS.
Al final, en enero de 2016, el Parlamento europeo consiguió frenar esta normativa, pero ojo, por poco (393 votos en
contra y 305 a favor). En España, un
buen ejemplo de la influencia de los lobbys es que la directora ejecutiva de la Agencia de Seguridad Alimentaria (AECOSAN), entre marzo de
2012 (antes AESAN) y marzo de 2015 ha sido Ángela López de Sa
y Fernández, que procedía de Coca Cola
España, donde fue directiva 20 años…
Y en 2013, cuando el Gobierno catalán de Artur Mas pensó
en establecer un impuesto a las bebidas refrescantes, lo rechazó tras una presión directa de la embajada de EEUU.
Las multinacionales de bebidas refrescantes se defienden de las recomendaciones y las propuestas de la OMS (apoyadas
por la mayoría de expertos y médicos) argumentando que han rebajado las calorías de sus productos un 23% y que van a
seguir reduciendo el azúcar en sus refrescos: PepsiCo ha prometido que lo reducirá un 40% hasta 2015 y Coca-Cola también lo promete, mientras señala que un
37% de sus ventas totales son productos “light” o ”zero”. De hecho, el boom de las bebidas “light” preocupa mucho a
médicos y expertos, porque la sustitución
del azúcar por edulcorantes (como el aspartamo, la sacarina o el ciclamato)
no parece beneficiosa: reduce calorías pero hay estudios médicos que
revelan que produce sobrepeso o incluso aumentan los niveles de azúcar en
sangre, con riesgo de sufrir un síndrome metabólico o diabetes de tipo 2. Así
que ojo a las bebidas “light” o “zero”.
Para la OMS, la alternativa es reducir el consumo de
azúcar y de bebidas refrescantes, intentando no superar los 25 gramos diarios
(6 cucharillas). Y para lograrlo, proponen
imponer a las bebidas edulcoradas un impuesto, como ya han hecho varios países,
con poco éxito de momento en la rebaja del consumo: Francia (2012), Finlandia, Dinamarca,
Noruega, Sudáfrica, México (2013) y algunas ciudades de EEUU (San Francisco, Chicago, Oakland y Albany). Y en 2018 entrará
en vigor el impuesto que ha aprobado Reino Unido. De momento, el Parlamento catalán aprobó el pasado 10 de noviembre un nuevo impuesto a las bebidas azucaradas, que entrará en vigor para Cataluña en 2017. Se aplicará a partir de abril, una tasa entre 8 y 12 céntimos por litro (según la cantidad de azúcar que contengan: la máxima tasa, de 12 céntimos, se aplicaría a la Coca-Cola, por ejemplo) y con ella la Generalitat prevé ingresar 30 millones de euros el año que viene y 41 millones un año completo.
Además de aplicarles impuestos, la Plataforma “25 gramos” propone otra serie de medidas: información comprensible en latas y etiquetas (con semáforos de colores según el nivel de azúcar de la bebida o alimento) y advertencias explicitas sobre los daños que pueden causar (como en las cajetillas de tabaco), control de máquinas expendedoras de bebidas (y bollería) en colegios y lugares públicos y una limitación de la publicidad de comidas y bebidas azucaradas, sobre todo en TV y en horarios infantiles (en Reino Unido están prohibidos los anuncios de comida y bebida poco saludable), además de campañas de información y prevención, sobre todo entre niños y adolescentes.
Además de aplicarles impuestos, la Plataforma “25 gramos” propone otra serie de medidas: información comprensible en latas y etiquetas (con semáforos de colores según el nivel de azúcar de la bebida o alimento) y advertencias explicitas sobre los daños que pueden causar (como en las cajetillas de tabaco), control de máquinas expendedoras de bebidas (y bollería) en colegios y lugares públicos y una limitación de la publicidad de comidas y bebidas azucaradas, sobre todo en TV y en horarios infantiles (en Reino Unido están prohibidos los anuncios de comida y bebida poco saludable), además de campañas de información y prevención, sobre todo entre niños y adolescentes.
Hay que tomárselo en serio, en casa, en los colegios, en el trabajo y en los
lugares públicos, pero sobre todo desde la Administración: el exceso de azúcar es
perjudicial, causa enfermedades y mata, además de aumentar los costes de la sanidad pública. Menos campañas publicitarias de “vida sana” y más
medidas concretas (impuestos incluidos) para frenar su consumo, sobre todo entre
niños y adolescentes, para evitar que
luego sean adultos adictos al azúcar y obesos. Es otra tarea para el nuevo
Gobierno y la oposición. Otro Pacto más,
por unas bebidas más sanas.
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