El gasto público nos ha salvado
Todo el mundo ha visto que hay 2 formas de
afrontar una crisis. Una, la que se aplicó en 2008: hacer recortes,
provocando recesión y pérdida de empleos, sobre todo en el sur de Europa. Y la
otra, gastar más, reanimar la economía y crear empleo, como han hecho Europa
y España ante la COVID, la crisis energética y la hiperinflación. Los datos
lo corroboran: más de la mitad del crecimiento de España entre 2019 y
2024 ha sido por el gasto público, el principal motor de nuestra
economía, muy por delante del consumo, las exportaciones y la inversión.
Es bueno saberlo ahora que los “populistas neoliberales” atacan al Estado
en EEUU (Trump) y en media Europa, planteando recortes en Italia,
Francia y Alemania (rompiendo el Gobierno). En España, ya hay expertos
que hablan de gasto público “desbocado”. Ojo a estos “anti-Estado”,
porque la DANA nos recuerda que, cuando vienen mal dadas, sólo el del
gasto público y nuestros impuestos nos salvan. Como en la última crisis. Enrique Ortega
En los últimos 15 años, España y el mundo hemos asistido a 2
grandes crisis, que los políticos y economistas han afrontado
de dos maneras diferentes. Ante la crisis financiera y de deuda
(2008-2013), los principales Gobiernos y en especial Europa, se acogieron a la
receta de recortar el gasto público en todo y abandonar la
inversión del Estado, mientras en paralelo ayudaban a los bancos y entidades
causantes de la crisis. Estos recortes
“drásticos”, auspiciados en Europa por la alemana Merkel y los paises ricos
del centro y norte, recayeron sobre todo en la Europa del sur, provocando
una profunda recesión, que se cobró millones de empleos (en España se
perdieron -3.572.700 empleos entre 2007 y 2013). Y la recuperación
posterior (entre 2014 y 2019) fue lenta y débil.
En 2020 estalló la crisis desatada por el COVID
y tanto Merkel como los demás dirigentes europeos optaron por otra vía
de salida, en la antípodas de los viejos recortes: aprobar
un Plan de recuperación para Europa, autorizando un fuerte
gasto e inversión (806.900 millones) en el continente, mantenido después
por la guerra de Ucrania, la crisis de la energía (gas y electricidad) y la
hiperinflación. Y Europa recuperó en un año el crecimiento y el empleo
(en la anterior crisis habíamos sufrido 5 años de recesión), sobre todo España,
donde se han creado +1.856.100
nuevos empleos en esta crisis, entre 2019 y 2024 (septiembre).
Dos recetas económicas frente a la crisis, una
dolorosa e inútil y otra positiva y eficaz (y “antigua”: ya la
puso en marcha el presidente Roosevelt, con el New Deal,
entre 1933 y 1938, para sacar a EEUU y al mundo de la gran Recesión de
1929-31). Y para los que duden de sus “bondades”, veamos el efecto que ha
tenido esta vieja política “keynesiana”, de reanimar la economía a base de
gasto público, en España, entre 2020 y 2024. El motor de
nuestro fuerte crecimiento (mayor que en la UE-27) ha sido el
consumo público: ha aportado más de la mitad del crecimiento
real de la economía española (el 59%) entre diciembre de 2019 y
septiembre de 2024, según
este estudio del profesor Manuel Hidalgo, a partir de los datos del INE.
Las exportaciones han sido el 2º motor del crecimiento (aportaron el 19%
del total), el consumo privado el 3º (13% del crecimiento) y el resto lo ha
aportado la inversión (7%).
En toda Europa, el consumo público (gasto
administraciones públicas) ha sido el
principal motor del crecimiento estos años posteriores a la pandemia. Pero
en España, su papel ha sido más decisivo. Este
análisis de Funcas revela que, entre 2020 y 2023, la economía
española creció algo más que la europea (porque en 2020 cayó más con la COVID),
un +3,6% frente al +3,5%. Pero en España, casi el 70 de lo que
crecimos esos 4 años fue por el consumo público (69,44%), mientras
en la eurozona sólo aportó algo menos de la mitad del crecimiento (48,57%). Eso
significa que, aunque España gastó en esta crisis menos en ayudas públicas que
Alemania o Francia, este “tirón” del Estado en
España fue comparativamente más
importante en el crecimiento final y el empleo. Mientras, en Europa
ayudó más al crecimiento el empujón del consumo privado (25,7% del
crecimiento en la zona euro y sólo el 8,3% en España) y las exportaciones
(25,7% frente al 13,88% en España), siendo casi nula la ayuda de la
inversión, que aportó poco (el 2,8%) al crecimiento, en Europa y en España.
¿Qué tipo de gasto público es el que nos ha hecho crecer
estos años? Básicamente, el consumo público hecho en sanidad
(medidas anti-COVID , vacunas y refuerzo de personal), gasto educativo,
ayudas para compensar la subida de la energía y otras transferencias,
según
el análisis del profesor Hidalgo. Y detalla que casi dos tercios de este
gasto público (entre 2019 y 2023) lo han hecho las autonomías,
especialmente las más grandes (el gasto público de Cataluña, Andalucía, Madrid
y la Comunidad Valenciana ha aportado más de un tercio de todo el
crecimiento generado en los últimos 4 años), seguidas de los
Ayuntamientos (aportaron el 21%) y el que menos el Estado
central (su gasto directo, al transferir
la mayoría, ha aportado sólo el 16,5% del PIB total).
En lo que llevamos de 2024, se mantiene la
tendencia del alto crecimiento y los motores que “tiran” del PIB.
Así, en el tercer trimestre, la economía española creció +0,8%, lo que
indica que crecemos a un ritmo del +3,4% anual, según el INE (más
que el +2,7% de todo 2023). Y de nuevo, en el tercer trimestre, el
gasto público (consumo público) es lo que más crece (+2,2% sobre el
trimestre anterior y +4,7% anual), lo que más “tira” de la economía, por
encima del consumo privado de las familias (+1,4% trimestral y +3,3%
anual) y las exportaciones (+0,9% trimestral y +5,1% anual), mientras cae
la inversión (-0,9% trimestral). Y todo apunta a que en el 4º trimestre,
con las
ayudas públicas por la DANA en Valencia, Castilla la Mancha y
Andalucía, el gasto público volverá a crecer y será el principal motor del
crecimiento también en 2024, un año en que podemos crecer el +3%
(frente al 0,8% la zona euro).
Ante estos datos, algunos expertos y políticos (“ortodoxos”
y “neoliberales”) ya han disparado las alarmas y hablan de un
gasto público “desbocado”. Lo que no dicen es que gracias a esta política
“contracíclica”, a afrontar con más gasto la crisis del COVID,
la energía y la hiperinflación, la economía española (y europea) sólo cayó un
año y lleva creciendo casi 4 años (mucho España y poco Europa, según
Eurostat), creando 1,85 millones de empleos en nuestro país y ayudando a las familias a sobrellevar esta última
crisis.
Ahora, estos mismos economistas y políticos defienden que el
Gobierno tiene
que “gastar menos”, porque el gasto actual es “inasumible” e
“insano” (para su ideología de “cuanto menos gasto público mejor”). Por un
lado, hay que decir que el
Gobierno Sánchez ha enviado un Plan
fiscal a Bruselas en el que contempla
un menor gasto público en 2025, porque se ha comprometido con la Comisión
Europea a seguir rebajando el déficit público el año que viene (del -3,6%
del PIB en 2023 y el -3% con que espera cerrar 2024 a un déficit del -2,5%
en 2025). Y como se espera un menor crecimiento el año próximo (+2,4%), también habrá menos recaudación fiscal, lo que obligará a gastar
menos, salvo catástrofes.
Este menor gasto público en 2025 hará que las
administraciones públicas ya no “empujen” tanto el crecimiento, con lo que deberían
“tirar más” de la economía los otros motores. El principal motor
del crecimiento es el consumo de las familias, pero se ha retraído en
los últimos años, tras el rejonazo de la inflación disparada, porque
la gente ha empezado a pensar en “ahorrar más y gastar
menos” por si vuelve a haber otra crisis. De hecho, el ahorro de
las familias españolas está en una tasa anormalmente elevada (21,2%
de su renta, más del triple que entre 2015 y 2019), algo que también pasa
en el resto de Europa. El otro motor clave del crecimiento, las
exportaciones, han ayudado mucho estos años, pero no lo harán
tanto en 2025, porque Europa (nuestro primer cliente) apenas crece y por el
riesgo
de un mayor proteccionismo comercial en el mundo con Trump. Y
el 4º motor del crecimiento, la inversión, apenas crece: aumenta la
inversión pública y los Fondos europeos pero sigue
“gripada” la inversión privada, todavía un 10% por debajo que antes de
la pandemia.
Así que mientras los economistas ortodoxos y “neoliberales”
se rasgan las vestiduras por el exceso de gasto público, en España y en Europa,
no queda claro que el consumo, las exportaciones y la inversión vayan a
“tomar el relevo” y mantener un alto crecimiento, necesario en Europa e
imprescindible en España (para recortar el paro y la brecha de riqueza con
Europa). Además, estos expertos esconden un dato clave: España tiene
un gasto público muy inferior al del resto de Europa, por lo que
necesitamos gastar más que ellos (en casi todo) para aproximarnos a su Estado
del Bienestar. Así, en
2023, el gasto público en España fue el 46,4% del PIB, frente al 49,4%
de media en la UE-27, el 57,3% en Francia o el 48,6% en Alemania, según la
Comisión Europea. Y esto lleva pasando décadas, con el franquismo y luego con
la democracia: entre 2015 y 2019, España gastó el 42,4% del PIB frente al 47,2%
de la UE-27, el 56,8% en Francia o el 47,5% en Alemania. Esto significa, a
lo claro, que, en 2023, si España hubiese gastado como la
media europea, el
gasto público debería haber sido 45.000 millones más. Y si gastáramos
como los franceses, +163.000 millones más al año. Serían +33.000 millones de gasto público si
gastáramos como los alemanes.
Y tenemos menos gasto público que la mayoría de Europa
porque también ingresamos
menos que la mayoría de paises: en 2023, España recaudó el 42,8% del
PIB, frente al 45,9% del PIB la UE-27, el 46,1% de Alemania y el 51,9% de
Francia. A lo claro: recaudamos 46.500 millones menos al año
que la media de paises europeos, 49.500 millones menos que si fuéramos alemanes
y 136.000 millones menos que si fuéramos franceses. Por eso, estamos
condenados a gastar menos que la mayoría de europeos mientras no recaudemos más.
La Comisión Europea ha exigido
a España que apruebe una reforma fiscal
este año (dentro de las reformas vinculadas a la entrega de Fondos
europeos), porque no tiene sentido que pidamos dinero europeo y
recaudemos menos. Los expertos fiscales elaboraron
en 2022 un Informe donde proponían cambios en el impuesto de sociedades
(grandes empresas y multinacionales), el IVA , el IRPF, los impuestos al capital
y los impuestos verdes. Pero el Gobierno
es incapaz de pactar una mínima reforma fiscal con sus socios de
Gobierno y tanto PP como Vox no se salen de la cantinela de que “hay que bajar
impuestos”.
En medio de este panorama, de un crecimiento asentado
en el gasto público y que ahora está “en el aire” por la exigencia de
rebajar el déficit y la deuda, el mundo ha entrado en una nueva etapa
política, donde crecen
los “populistas anti-Estado”, que defienden reducir el
gasto público y recortar la Administración. Estas teorías políticas y
económicas (que surgieron en los años 80 del siglo pasado, con Thatcher y Reagan) parecían desaparecidas tras la última crisis, cuando la COVID, la
energía y la hiperinflación llevó a todos los Gobiernos a gastar más.
Pero se anuncia un “cambio de signo político”: avanzan los que
quieren recortar el Estado y el gasto público, con bajada de impuestos.
Trump ha basado su victoria en las elecciones USA en
recortar al máximo el Estado y la Administración Federal, proponiendo al
multimillonario Elon Musk (Twitter-X) al
frente de un Departamento de Eficiencia Gubernamental que podría recortar
funcionarios y gasto público (2 billones de dólares), lo que
reduciría el PIB y afectaría a los norteamericanos más vulnerables, mientras
baja los impuestos y quita regulación a los más ricos. Y en paralelo, en
Europa, el
avance de la derecha y la ultraderecha en las últimas elecciones (16 de
los 26 comisarios, más la presidenta Von der Leyen) está dando más voz a los
que defienden un menor gasto público europeo. Precisamente ahora, cuando el
informe Draghi ha señalado que para conseguir una mayor competitividad frente a USA y China, la UE tendría
que aprobar un nuevo Plan Marshall y gastar 800.000 millones de euros
al año…
La derecha europea no está por la labor de
repetir un Plan de recuperación como hizo tras el COVID (140.000 millones en
ayudas y créditos hasta 800.000 millones de gasto entre 2021 y 2026). Y la
mayor prueba es que los liberales alemanes han roto el Gobierno de
coalición con socialdemócratas y verdes (habrá
elecciones el 23 de febrero), porque querían hacer recortes (y bajar
impuestos) en el Presupuesto para 2025. En Francia, el nuevo gobierno
(más conservador, bajo la presidencia de Macron) plantea unos
recortes de 40.000 millones de euros para 2025. Y en Italia,
el Gobierno Meloni
ha recortado un 5% el gasto de todos los Ministerios (salvo Sanidad)
para 2025. Así que “pintan bastos” para el gasto público.
En definitiva, que en un momento donde la DANA en
Valencia ha dejado claro la enorme importancia del Estado y el gasto
público (se han aprobado ayudas
por 14.373 millones de euros), surge una ola de recortes por el mundo,
desde EEUU a Europa, que pone en cuestión el Estado, el gasto y los servicios
públicos, con un avance
de los ideólogos del “populismo neoliberal”, que pretenden
reducir al máximo el papel del Estado y los servicios públicos, agravando las
desigualdades. Se trata, otra vez, como en los años 80 y 90 del siglo
pasado, de una
“ola económica conservadora”, que pone en cuestión lo público y
defiende recortes generalizados. Un “neoliberalismo insano”, que
no sólo es “socialmente injusto” sino también “económicamente
peligroso”. Porque estos recortes frenarían el crecimiento y el empleo.
Ya lo vimos con la crisis financiera. Y ahora sabemos que, en esta última
crisis, el gasto público y el Estado nos han salvado. No lo olvidemos.
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