jueves, 26 de septiembre de 2024

Jóvenes: trabajo más precario y peor pagado

El empleo de los jóvenes ha crecido más que el del resto de españoles. Y también ha bajado porcentualmente más el paro juvenil. Una gran noticia que no puede ocultar otra: los jóvenes siguen teniendo empleos más precarios, a pesar de la reforma laboral: 1 de cada 3 que trabajan tienen un contrato temporal (el doble que todos los trabajadores) y 1 de cada 4 tienen un contrato a tiempo parcial (por horas o días), el doble que todos los empleados. Esta doble precariedad lleva a que los jóvenes cobran sueldos mucho más bajos: ganan una cuarta parte menos que el sueldo medio y 8 de cada 10 jóvenes declaran sueldos inferiores al salario mínimo. Así, la mayoría de jóvenes no pueden hacer planes de futuro, independizarse (sólo el 17%) y comprar o alquilar un piso (carísimos: un alquiler se lleva el 92% de su sueldo). Está claro: o mejoramos los trabajos de los jóvenes y los alquileres o les condenamos a un futuro incierto. Y nadie toma medidas.

                            Enrique Ortega

El alto crecimiento de los últimos años, tras la pandemia, y la reforma laboral (en vigor desde marzo de 2022) han servido para crear muchos más empleos (+1.717.800 ocupados desde diciembre de 2019) y que sean más estables y menos precarios. Curiosamente, la mejora del empleo ha beneficiado más a los jóvenes. Por un lado, los menores de 30 años han conseguido estos años 415.200 nuevos empleos, +15%, casi el doble del aumento del empleo total (+8,6%), según la EPA. Y si analizamos el último año (junio 2023-junio 2024), los menores de 30 años se han llevado la cuarta parte de los empleos creados (108.700 de 426.300), un aumento del +3,5% (frente al 2% que creció todo el empleo). Y ha crecido más el empleo de los más jóvenes (+14,6% entre 16 y 19 años) y los que tienen entre 20 y 24 años (+7,15%), creciendo poco entre 25 y 29 años (+0,6% el último año).

Con ello, los jóvenes españoles batieron en junio 2024 un récord histórico de empleo (trabajaban 3.192.400 jóvenes menores de 30 años) y también un récord de afiliación a la Seguridad Social: 3.328.710 afiliados menores de 30 años. Por otro lado, el paro de los jóvenes ha caído más que el paro general: del 24,8% en junio de 2019 al 19,8% en junio de 2024 (-5%), la tasa juvenil más baja desde 2005, mientras el total del paro bajaba estos 5 años del 14,02% al 11,27% (-2,8%). Y otra vez, bajó más el paro de los más jóvenes (-41% entre 16 a 19 años) y los de 20 a 24 años (-25%) que en el resto (-16,2% paro 25 a 29 años).

Hasta aquí las buenas noticias. Porque cuando se profundiza en el empleo juvenil creado, se ve que el empleo de los jóvenes sigue siendo mucho más precario que el del resto, según revela un reciente estudio de UGT. Así, en junio de 2024 había 1.982.200 asalariados jóvenes (menores de 30 años) con contrato indefinido, el 66,38% de los jóvenes asalariados, frente a un total de 15.498.800 asalariados indefinidos, el 84% del total. Así que un tercio de los jóvenes asalariados (el 33,62%) tienen un contrato temporal, el doble que el conjunto de asalariados (sólo el 16% son temporales). Eso sí, la reducción de la temporalidad entre 2021 y 2024 ha sido mayor entre los jóvenes (-21,2%) que en el conjunto de trabajadores (-9,2%).   Así que la reforma laboral ha beneficiado más a los jóvenes, pero todavía sus contratos son el doble de temporales que los del resto de asalariados. Y además, esa temporalidad es mucho mayor entre los que tienen de 16 a 19 años (63,5% tienen contratos temporales) y entre los que tienen de 20 a 24 años (41,4% contratos son temporales).

El 2º dato que revela la precariedad del trabajo de los jóvenes, según denuncia el estudio de UGT, es que tienen un alto porcentaje de contratos a tiempo parcial (trabajan menos horas de la jornada habitual o menos días a la semana). En junio de 2024, el 25,7% de los contratos de los jóvenes (menores de 30 años) que trabajan son a tiempo parcial, el doble de los contratos a tiempo parcial que tienen el conjunto de los trabajadores, un 13,6%. Y otra vez, los más jóvenes, los que tienen de 16 a 19 años tienen más contratos a tiempo parcial (el 57,4%), al igual que los jóvenes de 20 a 24 años (36,4% con contratos a tiempo parcial), bajando sólo entre los de 25 a 29 años (16,4 % contratos a tiempo parcial).

Una parte de estos jóvenes trabajan menos horas (o días) porque quieren” (el 42,4%), para compaginar el trabajo con los estudios. Algo que sólo hacían el 18,7% hace una década, lo que indica que ahora, con las sucesivas crisis, muchos jóvenes buscan un trabajo por horas (compatible con sus estudios) “para ayudar en casa". Pero casi la otra mitad de jóvenes que trabajan a tiempo parcial (el 42,3%) lo hacen porque no encuentran un trabajo a tiempo completo”. Son “lentejas”: o trabajan sólo unas horas o unos días o siguen en paro. Y esta es la principal razón  para los jóvenes de 25 a 29 años que trabajan a tiempo parcial (el 57,3% lo hacen porque no encuentran otro empleo).

En resumen, que los jóvenes han conseguido más empleos y rebajar más el paro que el resto de trabajadores, pero siguen con trabajos mucho más precarios, con más contratos temporales y a tiempo parcial. La consecuencia de esta doble precariedad” es que ganan menos: su salario medio es una cuarta parte menor al del conjunto de los trabajadores. Según el decil de salarios EPA 2022, el salario medio bruto de los menores de 30 años es de 1.558,3 euros mensuales (por 12 pagas), 18.699,3 euros brutos anuales, el 73,2% del salario medio nacional (2.128,4 euros brutos, 25.536 euros anuales). Y además, estos salarios de los jóvenes han subido menos (un +9,6% desde antes de la pandemia hasta 2022) que los del conjunto de trabajadores (+11,4%), según el estudio de  UGT.

Esa es la media salarial de los menores de 30 años, porque la mayoría de jóvenes, los que trabajan con menos de 26 años ganan aún menos: el 80% tenían un sueldo inferior al salario mínimo a tiempo completo (14.000 euros en 2022), según la Agencia Tributaria. Y también ganaban menos del SMI el 40% de los jóvenes de 26 a 35 años. Otra estadística, la Encuesta de Estructura Salarial del INE (2022) revela que mientras el salario medio de todas las edades era de 26.948 euros brutos, los menores de 20 años ganan 10.597 euros (el 39%), los de 20 a 24 años 15.181 euros (el 56%) y los de 25 a 29 años, 20.459 euros (el 76%). Y el último estudio del Consejo de la Juventud señala que los jóvenes (menores de 30 años) ganan 1.050,77 euros netos al mes.

Con este panorama, trabajos más precarios y sueldos muy bajos, los jóvenes que trabajan tienen difícil sobrevivir y más todavía emanciparse. Por un lado, con la alta inflación de los últimos 3 años (+16% de subidas acumuladas), han perdido poder adquisitivo y el 41,7% de los jóvenes no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, según el INE, frente al 37,1% el conjunto de españoles. La mayoría de los jóvenes trabajadores tienen problemas para llegar a fin de mes y 1 de cada 5 jóvenes está en situación de pobreza (ingresan menos del 60% de la media del país): un 21,4% de jóvenes son considerados “pobres, según el INE, frente al 20,2% del total de españoles.

La consecuencia inmediata de la alta precariedad laboral de los jóvenes y sus bajos salarios es que no pueden emanciparse: sólo el 17% de los jóvenes menores de 30 años están emancipados en España (el 4,6% de 16 a 24 años y el 39,4% de 25 a 29 años), frente al 31,9% en la UE-27. El resto, viven con sus padres y se emancipan mucho más tarde que en Europa: a los 30,4 años de media, frente a los 26,3 años en Europa.

La clave de que dos tercios de los  jóvenes españoles vivan con sus padres (el 65,6% de los que tienen de 18 a 34 años, frente al 49,6% en la UE-27) no está sólo en su trabajo precario y mal pagado: se agrava por los altísimos precios de la vivienda, en propiedad y en alquiler. Para poder comprar un piso, los jóvenes necesitan tener un 25% del precio ahorrado (o que se lo den sus padres), para la entrada y los gastos iniciales. Y después, pagar una hipoteca media de 750 euros mensuales, que supone el 72% de un sueldo joven medio. Y para pagar un alquiler, ya necesitan 968 euros de media, según el estudio de UGT. Y además, pagar los gastos fijos de la vivienda (agua, luz, Internet y gastos comunitarios). Un estudio del Consejo de la Juventud revela que el coste de un alquiler y sus gastos fijos son ya 1.131 euros al mes, 80 euros más de lo que ganan los jóvenes en España (1.050,77 €) . Y hay que comer, pagar transporte, vivir… Imposible.

Este es el negro panorama de los jóvenes que tienen un trabajo. Pero aún lo tienen peor los jóvenes que lo buscan, que no trabajan y están en paro: 786.000 parados con menos de 30 años en junio 2024, según la EPA. Y cada año hay unos 350.000 jóvenes que terminan sus estudios (Bachillerato y FP más 200.000 licenciados universitarios) y buscan su primer trabajo, una “odisea”. Según las estadísticas, el 25% de estos jóvenes tardan más de 1 año en colocarse, más tiempo cuanto menos formación tengan.

Los datos revelan que España es uno de los paises europeos donde los jóvenes tienen más problemas para trabajar una vez terminados sus estudios, según Eurostat. Así, de los jóvenes (entre 20 y 34 años) que terminaron sus estudios hace entre 1 y 3 años, sólo trabajan en España el 78,7%, frente al 83,5% que lo consiguen en la UE (y el 93,2% en los Paises Bajos, el 91,5% en Alemania o el 80,1% en Francia, bajando al 67,5% en Italia). Este porcentaje (78,7%) es menor para los que acaban Bachillerato o FP de Grado medio (64,2% trabajan en España y el 78,1% en la UE-27) y sube entre los licenciados universitarios (83,1% en España, frente a 87,7% en la UE-27). Esa menor “empleabilidad” explica que la tasa de paro juvenil en España sea la mayor de Europa: 25,5% de paro entre los menores de 25 años, casi el doble que la UE-27(14,5%) y cuatro veces el de Alemania (6,6%). 

¿Por qué los jóvenes españoles tienen más problemas para trabajar? Hay varias causas. Una clave es su formación: muchos jóvenes están poco formados (incluso muchos no han terminado el Bachillerato ni la FP de Grado medio) y, sobre todo, tienen una formación que no es la que piden las empresas. En el caso de los licenciados universitarios (200.000 al año), la mayoría han estudiado carreras no técnicas (no STEM: ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), con menos demanda por parte de las empresas, que se quejan (un 75%) de  que no encuentran los perfiles de trabajadores que necesitan (big data, ciberseguridad, desarrolladores, TIC, trabajadores digitales…).

Otra razón que explica las dificultades de los jóvenes es su escasa experiencia. Es normal que un joven que busca su primer empleo no tenga experiencia, pero la “culpa” es de las Universidades que les forman y de las empresas, que deberían “forzar las prácticas” durante los años de formación (pero menos de la mitad de los universitarios las hacen). Y luego, hay que reformar el sistema actual de prácticas y becas fin de estudios, para conseguir que los jóvenes aprendan y no sirvan sólo como mano de obra barata para las empresas.

En los últimos años, hay también un cierto “recelo empresarial a contratar jóvenes. Lo revela una reciente Encuesta hecha a 1.200 dirigentes empresariales, donde el 40% piensan quelos graduados universitarios no están preparados para ingresar en el mundo laboral”, alegando 2 causas: que la generación Z (nacidos de 1977 a 2012) “no tiene ética de trabajo” (“pasan mucho”) y “les faltan habilidades de comunicación”. Eso hace que muchas  empresas prefieran contratar a mayores de 30 años (y menores de 45…).

Otra causa de la menor empleabilidad de los jóvenes es que sufren un cierto “tapón generacional: hay menos movilidad laboral y los trabajadores mayores no cambian de trabajo y se quedan más años en las empresas, lo que dificulta el acceso de los jóvenes. Esto lleva a que las plantillas de las empresas españolas estén cada vez más envejecidas y baje el porcentaje de jóvenes: en 2005, el 41% de los ocupados tenían menos de 35 años y ahora son solamente el 25%, mientras los mayores de 45 años copan el 50,1% del empleo total. Y las empresas no hacen apenas contratos de relevo (un trabajador mayor trabaja un 75% y el resto lo cobra de jubilación, mientras le sustituye un joven), porque les supone un mayor coste (en cotizaciones y sueldos reales) y también al Estado (más pensiones).

Y hay otra causa más, muy importante, que explica los problemas de los jóvenes para trabajar: las oficinas de empleo (SEPE) no les ayudan, ni a preparar currículums ni a divulgar demandas ni a recolocarse. Y como los jóvenes lo saben (creen que el SEPE es para “sellar y cobrar el paro”, los que lo cobran), resulta que el 58% de los jóvenes sin trabajo ni siquiera se registran como parados en el SEPE, mientras buscan trabajo por distintos portales privados de empleo (en los que sí confían) y por familiares y conocidos.

Al final, resulta que "la generación más formada de nuestra historia", los jóvenes que tienen menos de 30 años, están en paro o trabajan de forma precaria, con sueldos tan bajos que no les permiten emanciparse y formar una familia. Un drama para muchos jóvenes, que viven peor que sus padres y abuelos, lo que les hace perder interés por la política y la sociedad o radicalizarse. Y que exige medidas que los políticos no toman: reformar la enseñanza (desde el colegio a la Universidad) para formar en lo que necesitan las empresas, una mejor orientación educativa y laboral, una reforma drástica de las oficinas de empleo (para que ayuden a los jóvenes a colocarse), una política de prácticas y formación en las empresas, más ayudas a su contratación y, sobre todo, ayudas directas a los jóvenes para que puedan alquilar una vivienda, con promociones públicas. Un Plan para los jóvenes, porque nos estamos cargando su futuro. Y el nuestro.

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