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lunes, 29 de abril de 2019

1º mayo: el trabajo no es (ni será) lo que era


Viene otro 1º de mayo y aprovecharemos el “Día del trabajador” para coger puente y olvidarnos del trabajo, cada vez más difícil, precario e incierto. El que lo tenga, porque 1 de cada 7 españoles siguen en paro. España crece y las empresas ganan dinero, pero el poco empleo que se crea es temporal (90%), por semanas y mal pagado. Y más de un tercio, a tiempo parcial. España es el país con empleo más precario de Europa, un cáncer para la economía: los trabajadores precarios gastan menos, cotizan menos, pagan menos impuestos, no pueden tener familia ni piso y acaban “pasando” de la política o en las redes populistas y extremistas. Y encima, más de la mitad de los empleos actuales están en peligro por la tecnología y los robots, según la OCDE, que pide a los gobiernos una nueva estrategia para conseguir un empleo de calidad y más seguro. Urge que el próximo Gobierno Sánchez pacte una reforma laboral eficaz para conseguir empleos más dignos. Felices 1º de mayo... futuros.


España lleva 5 años creciendo y las empresas aumentando sus beneficios, pero el empleo que se crea es precario y mal pagado. En 2018, el 89,75% de los empleos creados fueron temporales, casi igual que en plena crisis (92% empleos fueron temporales entre 2011 y 2015), según los datos de Trabajo. Y más de un tercio (el 35,8%) a tiempo parcial, por horas o días. Con ello, sólo el 6,5% de los empleos creados en 2018 (566.200) fueron “de calidad”, como deberían ser: empleos indefinidos y a tiempo completo, una “rareza” hoy día.

Como esta precariedad ha sido la tónica de la última década, vemos que una cuarta parte de los asalariados (4.419.500, el 26,86% del total) trabajan en España con un contrato temporal, según la EPA, el mayor porcentaje de temporales en Europa, por delante de Polonia (26,1%): son casi la mitad en la UE-28 (14,3%) y estamos peor que Francia (16,8% de temporales), Italia (15,5%), Alemania (12,9%) o Reino Unido (5,6%), según Eurostat. Y además de ser el país con más contratos temporales (sobre todo entre jóvenes, mujeres, inmigrantes y trabajadores no cualificados), somos el país con más contratos de menor duración: en España, el 60% de los contratos temporales son por menos de 6 meses (la cuarta parte, por menos de una semana), frente a sólo el 15% en Alemania, según la OIT. Y resulta además que un 85% de estos contratos temporales son “involuntarios (se cogen porque no se encuentra un empleo indefinido), frente a un 75% en Italia, 30% en Holanda o 15% en Alemania.

Otro signo de precariedad son los contratos a tiempo parcial, por horas o días, que tienen ya un 14,8% de los trabajadores españoles, todavía menos que en Europa (19,4% de los contratos son a tiempo parcial en la UE-28), Francia (18,2%), Italia (18,5%), Reino Unido (24,9%) y Alemania (26,9%), según Eurostat. Pero la diferencia es que en esos paises hay gente que “busca” trabajos por horas o días, mientras en España es la única opción que tiene mucha gente para trabajar, sobre todo jóvenes y mujeres: aquí el 61,1% del trabajo a tiempo parcial es “involuntario” frente al 26,4% en la UE-28.

Lo más preocupante de esta alta precariedad es que no ha venido con la crisis sino que es estructural en España, viene de tres décadas atrás. Los “contratos temporales no causales” nacen en 1984, con el primer Gobierno de Felipe González, que los crea para fomentar la contratación con indemnizaciones más bajas que los indefinidos. En 1987 son ya el 23% de los contratos y en 1995 ya alcanzan el récord del 40%. Y en 2007, antes de la crisis, tenían un contrato temporal el 32% de los trabajadores, más que ahora. Con la recesión, las empresas empiezan a despedir por los temporales, con lo que su peso baja, al 29,98% en 2011 y al mínimo del 23% en 2012. Y ya en 2013 suben ligeramente (23,52%), hasta el 24% en 2014 y el 26,86% de 2018, todavía menor que en 2007 (32%). Esto significa que, con recesión o con recuperación, los empresarios apuestan por los contratos temporales y tienen “miedo” a hacer contratos fijos, aunque ahora sea más fácil y barato despedir, tras la polémica reforma laboral aprobada por Rajoy en 2012.

Podría pensarse que las empresas utilizan los contratos temporales para “probar” a sus trabajadores, en el camino a hacerlos luego fijos. Pero la realidad es que sólo el 8% de los contratos temporales se hicieron fijos en 2017, casi la mitad que en Europa (el 24% de los temporales se hacen fijos en la UE-28). Y esto tampoco ha cambiado con la recuperación, porque siempre han sido pocos los trabajadores  temporales que pasaban a fijos: si eran un 18/20% en los años de bonanza, bajaron al 15/16% en los años de crisis y ahora se mantienen en el 14,6%, según el Banco de España. Lo que hacían y hacen las empresas es contratar a mucha gente para un mismo puesto, una gran rotación: en 2018 se hicieron 5,2 contratos temporales por cada empleo, cuando en 2007 se hacían 3,4 contratos. A lo claro: se reparten los trabajos entre más gente y por eso hay más gente trabajando (en precario).

El uso generalizado de los contratos temporales supone un freno para el potencial de crecimiento y la cohesión social en España”, alertó en febrero de 2019 la Comisión Europea, en su último informe sobre España. Y es que la precariedad laboral no sólo es algo injusto para los que la sufren sino que además es un cáncer para la economía y toda la sociedad: los trabajadores precarios ganan menos (un 23% son “pobres”) , gastan menos (menos consumo y menos crecimiento), cotizan menos (más déficit pensiones), pagan menos impuestos (peor Estado del Bienestar), no pueden emanciparse y formar una familia (baja natalidad) y tienen un menor arraigo social y político, lo que favorece su “pasotismo” o su extremismo, dificultando la cohesión social y política como advierte Bruselas.

Como se ve, el trabajo fijo y estable es una entelequia del pasado lejano y a la precariedad laboral actual se suma la preocupación por el futuro, porque la tecnología, la digitalización y los robots van a revolucionar el trabajo en las próximas décadas, como revela el reciente estudio de la OCDE “Cómo es la vida en la era digital”. El dato es muy impresionante: un 52% de los actuales empleos en España están en riesgo por la tecnología y la automatización (un 30,2% sufrirán cambios importantes y un 21,7% podrían desaparecer), frente al 45,6% en la OCDE (donde el 14% de empleos podrían desaparecer y un 30,2% cambiar). España (ver informe OCDE 2019 sobre futuro del empleo) es el 9º país más afectado de la OCDE (36 paises desarrollados), sólo por detrás de Eslovaquia, Lituania, Turquía, Grecia, Japón, Alemania, Chile y Eslovenia (con el 60-70% de sus empleos en riesgo). Y estamos lejos de Noruega o Nueva Zelanda (sólo tienen un 30% de empleos en riesgo), Reino Unido (35%), Francia e Italia (50% de empleos en riesgo).

El dato llama a la reflexión y a tomar medidas, como propone la OCDE, básicamente en el terreno de la educación y la formación, para adaptar a los jóvenes actuales a esos empleos futuros que imponen la digitalización y robotización de todas las economías. La OCDE plantea a los Gobiernos, en su reciente informe “Buenos empleos para todos en un mundo cambiante” una estrategia laboral que ayude a trabajadores y empresas a adaptarse a ese mundo laboral futuro, impulsando más empleo, de calidad e “inclusivo”, que no deje atrás parados sin futuro. La propuesta de la OCDE es que si antes se hizo hincapié en la flexibilidad laboral (década 1990) y en el fomento del empleo (década 2000), ahora hay que hacer hincapié en un empleo de calidad, combinando “eficiencia” y “equidad”. Y pone como ejemplo de esta estrategia a cuatro paises nórdicos: Dinamarca, Islandia, Suecia y Noruega.

El problema de España es que su punto de partida para lograr ese triple objetivo (más cantidad de empleo, de calidad e “inclusivo”) es peor que el de otros paises, según el análisis que nos hace la OCDE. En cantidad de empleo, el dato de España es bajo: trabajan el 65,5% de los mayores de 20 años, sólo mejor que Turquía (55,3%) y lejos de la media OCDE (72,1%) y del mejor país, Islandia (trabajan el 87,2%). En tasa de paro, también somos el 2º peor (14,3%), tras Grecia (18,5%) y muy lejos de la media OCDE (5,2% de paro). Y en población laboralmente “subutilizada (inactivos, parados o con trabajos por horas), España es también el segundo peor país de la OCDE, con un 39,3% de adultos “subutilizados”, sólo por detrás del Grecia (44,8%), lejos del 27,2% de la OCDE y del 12,6% de Islandia.

En calidad del empleo, ya hemos visto que somos líderes en precariedad y estamos peor que  la mayoría de la OCDE en calidad de ingresos (salarios/hora), seguridad laboral y tensión laboral. Y en “inclusividad”, somos el 2º país con más trabajadores con bajos ingresos (tras Grecia) y uno de los paises OCDE  con menos empleo de los grupos sociales más débiles (madres con hijos, jóvenes poco formados, mayores de 55 años y discapacitados).

Así que conseguir crear más empleo, de calidad y para todos (“inclusivo”), los tres grandes objetivos que marca la OCDE para las próximas décadas, nos va a costar más que a otros paises. Y más porque la OCDE señala otra característica preocupante en España: nuestra economía tiene menor capacidad de resistencia (“resiliencia”) ante las crisis, la peor de la OCDE. Así, señala el informe, una caída del 1% del PIB aumenta la tasa de paro en los 3 años siguientes un 0,9% en España, frente al 0,4% que lo aumenta en la OCDE y el 0,1% en Luxemburgo. Esta menor “resistencia” de la economía española contra el paro tiene mucho que ver con nuestro modelo económico (más servicios y menos industrias), la baja tecnología, el exceso de pymes (las grandes empresas aguantan mejor la crisis) y, sobre todo, 2 factores claves: la elevada precariedad (los trabajadores temporales son más fáciles de despedir) y la baja formación (el 40,9% de adultos españoles tienen sólo la ESO o menos, frente al 21,8% en la OCDE y el 19,8% en la UE-22, según el informe Panorama de la Educación 2018 de la OCDE).

Así que España tiene una gran tarea por delante para conseguir mejorar el empleo y que llegue a más gente. Para conseguirlo, la gran receta de la OCDE es “invertir en un sistema de educación y formación eficaz, que dote a los trabajadores de las competencias que piden las empresas y les formen a lo largo de toda su vida laboral”. Además, el informe de la OCDE proponemejorar la protección social”, para que todas las personas estén cubiertas por regulaciones laborales básicas y tengan derecho a prestaciones sociales, “al margen del tipo de contrato o empleo que tengan”, ampliando los subsidios no contributivos y las prestaciones sociales (incluida una posible renta básica). Una propuesta que tiene un gran sentido en España, donde casi la mitad de los parados EPA no cobran nada: sólo hay  1.844.843 parados con subsidio, el 55,83% de los españoles que se declaran en paro, según Trabajo. Y de ellos, la mayoría  (1.053.869 parados) cobraban  un subsidio asistencial, de 430 euros al mes, mientras los 790.974 restantes cobran un subsidio contributivo, 824,80 euros de media (con grandes diferencias, según autonomías, sexo y trabajo que hayan tenido). Y el 44,17% de parados restante no cobran nada.

Al margen de estas propuestas a medio plazo, urgen medidas a corto plazo para reducir la precariedad laboral, que entorpece la recuperación. Para ello, el futuro Gobierno debería actuar en 2 frentes. Por un lado, hacer cumplir la Ley, reforzando la inspección de Trabajo para descubrir y multar a las empresas que utilizan fraudulentamente los contratos temporales (sólo en 2018, la inspección forzó la transformación de 195.000 falsos temporales en indefinidos) y los falsos contratos a tiempo parcial (contratos por horas que encubren jornadas completas sin cotizar ni pagar por ellas), elevando las multas en ambos casos (hoy son muy bajas y a las empresas les compensa arriesgarse). Y por otro, pactar con sindicatos y patronal una nueva reforma laboral, que simplifique la contratación y penalice con un aumento de cotizaciones a las empresas que abusen de los contratos precarios. Una reforma laboral que debe incluir a las nuevas plataformas digitales, donde la falta de legislación está multiplicando la precariedad y los abusos laborales sobre muchos jóvenes.

El trabajo ya no es como era y lo será menos en unas décadas, por la creciente competencia global y la tecnología. Pero no se puede dejar al mercado laboral y a las empresas a su aire, sino que hay que anticiparse a esos cambios con formación y con normas legales, para evitar la precariedad laboral y los abusos. Y como dice la OCDE, los Gobiernos deben anticiparse, de la mano de unos sindicatos que han de reconvertirse y de unas empresas que tienen que olvidarse de competir a base de precariedad, que han de ganar dinero sin explotar a sus trabajadores. Este es el gran pacto social que hay que configurar en Europa y en España, con fuertes inversiones en educación y formación y con ayudas a trabajadores y empresas para afrontar mejor el futuro. Porque si no, el trabajo en el siglo XXI será “una nueva esclavitud”  y destrozará la cohesión social y política conseguida. Trabajar sí, pero más dignamente. 

jueves, 30 de abril de 2015

1 de Mayo: así será el trabajo del futuro


El 1 de Mayo ya no es una fiesta reivindicativa sino un gran “puente” festivo. Y eso pasa aunque el  trabajo, tras más de 6 años de crisis, esté hoy peor que nunca en la democracia: poco empleo y precario, horarios crecientes, salarios por los suelos y mucha inseguridad laboral. Habrá más empleos en la próxima década, pero sólo para los jóvenes más formados. Y crecerán los contratos temporales y a media jornada, con aumento de los “freelancers” y del trabajo online. Y con bajos sueldos, al menos los tres próximos años. El gran reto de España es que trabaje más gente, porque la economía ofrece menos empleos que en Europa (antes de la crisis y ahora). Eso exige un cambio de modelo económico, con más industrias, empresas más grandes, más tecnología y mejor formación de los trabajadores. Son las claves del trabajo futuro, aunque no se hable de ello, ni el 1 de Mayo ni nunca. Así nos va.
 
enrique ortega

Hoy, tras más de 6 años de dura crisis, el mayor problema del trabajo en España es que hay poco empleo y demasiados parados. A pesar de los 319.600 empleos netos creados en los últimos 15 meses, sólo trabajan 17,45 millones de españoles, tres millones menos que antes de la crisis. Y hay todavía 5,44 millones de parados, más de uno por cada cinco españoles en edad de trabajar. Con lo que por cada oferta de empleo se presentan entre 800 y 1.300 candidatos, según datos de Randstad. Y así, claro, los empresarios seleccionan sólo a los mejores, ofreciendo unos sueldos y contratos deplorables. Son lentejas.

Y así estaremos todavía varios años, con poco empleo y muchísimos parados. Rajoy promete crear 500.000 empleos este año (de momento, "ha perdido" 114.300 empleos en el primer trimestre), pero el FMI los rebaja a 350.000 y Bruselas a 310.000, para apuntar una menor creación de empleo en 2016 (260.000 el FMI). Y el Gobierno dice que para 2019 se habrá recuperado el empleo de antes de la crisis, los 20,7 millones de 2007. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya bastante paro, porque hará falta empleo para los parados actuales y los jóvenes que busquen empleo en el futuro. Por eso, el FMI no cree que la tasa de paro de España baje del 20% hasta 2017 (19,9%): eso son 4,5 millones de parados todavía... Y las previsiones más optimistas (Price Waterhouse) no prevén una tasa de paro del 8% (la de 2007) hasta 2033. O sea, que aún tenemos por delante dos décadas de mucho paro.

Con todo, en la próxima década, los jóvenes más a tener más empleos que ahora, gracias a que va a haber más jubilaciones y menos jóvenes (por la caída de la natalidad). Así, habrá entre 7,2 y 9,7 millones de nuevos empleos para 2025, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que tengan la formación básica obligatoria (ESO), que es la formación que tienen, por desgracia, el 42% de los jóvenes  españoles hoy. Y además, salir al extranjero a trabajar seguirá siendo una válvula de escape: a partir de 2017, en Alemania y varios países europeos faltará mano de obra, según un estudio de Boston Consulting.

Estos empleos futuros tendrán poco que ver con los actuales. Se centrarán en informática, comercial y ventas (marketing online, CRM), técnicos y profesionales, empleados de servicios y muy especialmente los trabajos ligados a Internet y las tecnologías de la información, según las previsiones de Infojobs y CEDEFOP. Muchas de las futuras profesiones que van a necesitar las empresas se están creando ahora, como los profesionales de big data (análisis de datos), Internet y motores de búsqueda, social media, publicidad digital, expertos en e-commerce, desarrolladores de aplicaciones para móviles, expertos en Internet de las cosas y toda la relación online con los clientes del futuro. Claro que las nuevas tecnologías tienen un problema: no son intensivas en trabajo, crean pocos empleos. Ahí está el ejemplo del primer hotel sin trabajadores (sólo máquinas), inaugurado en Yaiza (Lanzarote) en febrero de 2015.

Los expertos creen que estos nuevos empleos del futuro serán también bastante precarios, al menos mientras el paro supere el 15% (16,8% en 2020 nos augura el FMI). Todo apunta a que seguirá creciendo el empleo temporal (hoy es el 24,2%, frente al 14,1% en Europa) y a tiempo parcial (16,1%, aún inferior al 19,3% de Europa, pero dos tercios es “obligado”), ya que la patronal CEOE insiste en aumentar la contratación temporal mientras la Comisión Europea, el BCE y el FMI piden “más flexibilidad laboral, lo que traducido significa “más facilidades para contratar y para despedir” (más inseguridad laboral). Además, Internet permitirá que en los próximos años muchos trabajen desde casa, online, como autónomos y “freelancers”, perdiendo peso las oficinas tradicionales y las plantillas estables y localizadas.

Eso desdibujará los horarios laborales, más flexibles pero quizás más extensos, más por la obra a realizar que por jornadas regladas. Ya hoy, la crisis y la reforma laboral del Gobierno Rajoy han aumentado la jornada real de trabajo, con un abuso de las horas extras gratis: se hacen 5.860.500 horas extras legales, pero sólo un 42% se pagan, según el INE. Y se hacen otras 10 millones de horas extras ilegales a la semana, según el PSOE. Con ello, los españoles trabajan unas 1.665 horas anuales, 280 más que los alemanes y 176 más que los franceses, según la OCDE. Y con unos horarios irracionales, que impiden la vida familiar, algo que podría mejorar en el futuro, saliendo antes aunque trabajando más en casa.

Con poco empleo y un paro elevado las próximas dos décadas, los empresarios seguirán ofreciendo sueldos bajos en el futuro. Ya hoy, la devaluación salarial provocada por la crisis ha alejado aún más los sueldos españoles de los europeos: ganamos 15,7 euros por hora, un 27,3% menos que la media de los países euro (21,6 euros la hora) y aún menos que en Francia (22,5 euros/hora), Alemania (25 €) o Dinamarca (35€ la hora). La previsión es que el salario medio, que ha caído un 15% durante la crisis, siga cayendo al menos hasta 2017, según un informe del Instituto Flores de Lemus, debido sobre todo a que los contratos nuevos se hacen con sueldos menores y al aumento de los trabajos a tiempo parcial. Y eso en un país donde el salario más frecuente es de 15.500 euros brutos al año y donde los jóvenes que encuentran un empleo cobran entre 600 (a tiempo parcial) y 1.100 euros al mes.

Así que el trabajo del futuro será también escaso, precario y mal pagado, al menos hasta que el paro baje del 10% (2024). El gran reto de España, ahora y antes de la crisis, es crear más empleo, porque siempre ha crecido menos que la economía: entre 1976 y 2013, el PIB creció un 2,5% de media y los ocupados la mitad, un 1,3%, según PwC. Lo que quiere decir que la economía española no crea empleo suficiente. Por eso, nuestro verdadero problema (siempre) es que aquí trabaja mucha menos gente que en Europa: antes de la crisis (2007), sólo trabajaba el 58,6% de los españoles (20-64 años), frente al 62,1% en la UE-28. Y ahora (2014), trabaja el 54,8% frente al 63,5% de la UE-28 o el 65,7% en EEUU  (y el 77,6% en Suecia, el 73,1% en Alemania, el 70,6% en Gran Bretaña o el 66,2% en Francia).Y el objetivo de Europa para 2020 es que trabajen al menos el 75% de los europeos.

En definitiva, el problema de España es que sólo da trabajo a poco más de la mitad de sus ciudadanos, con o sin crisis. Por eso, el verdadero reto es cambiar el modelo productivo, para conseguir crear más empleos, dar trabajo a más gente. ¿Cómo? No es una tarea fácil, pero sabemos qué debe hacerse: salir de un modelo económico asentado en el ladrillo y el turismo y  construir una economía asentada en la industria, las grandes empresas y las actividades con más tecnología y valor añadido, producir bienes y servicios más competitivos, con los que exportar más y sacar más ingresos. Y en paralelo, apostar por la educación y la formación, por el capital humano, la clave de los empleos futuros. Y cambiar la organización del trabajo y las empresas, con más flexibilidad, para adaptarse a los cambios, integrando a los trabajadores en el reto de ser más competitivos, la única garantía para crear más empleo.

Tenemos un problema de fondo: esta economía que tenemos, por mucho que presuma Rajoy, no puede dar trabajo a todos. Nos pasaba en 2007 y ahora pasa más. Habría que hacer un gran pacto político y social por crear un nuevo modelo económico, por apostar de verdad por el empleo, mejorando la formación y apoyando a tope los sectores y empresas con futuro, buscando el hueco de España en el mundo. Un cambio que lleva décadas, pero que hay que iniciar ya, desde arriba y empresa a empresa, sumando esfuerzos y fomentando iniciativas, no abusando de la precariedad para obtener beneficios a corto plazo. Hay que poner los cimientos de una nueva economía, que sea capaz de dar empleo al 75% de los españoles, como quiere Europa. Que trabaje más gente y que trabaje mejor, la única receta para salir de la crisis y vivir mejor. Esta debería ser la reflexión de todos  los 1 de Mayo.

jueves, 1 de mayo de 2014

El 1 de Mayo de la precariedad


El 1 de Mayo es para la mayoría un fantástico puente más que una celebración de la lucha de los trabajadores por sus derechos. Pero no olvidemos una realidad: tras 6 años de crisis, los trabajadores en España pasan por su peor momento : casi 6 millones de parados, muchos contratos precarios, horarios crecientes y horas extras gratis, sueldos minieuristas, pérdida de poder adquisitivo y más pobreza y desigualdad. Sobre todo para jóvenes, mujeres y mayores de 55 años. Mientras, las empresas vuelven a ganar dinero y aumentan sus márgenes más que las europeas. Y los sindicatos están débiles y desprestigiados. El problema de fondo es que empresas y políticos han utilizado la crisis para recortar derechos a los trabajadores, que serán difíciles de recuperar. Mientras, la recuperación va lenta y la última EPA ha sido un jarro de agua fría al optimismo del Gobierno: España sigue destruyendo empleo y el paro se estanca: lo sufren 1 de cada 4 españoles activos, más de la mitad sin cobrar el desempleo y llevando más de un año en paro. Hay que cambiar de política y reanimar la economía. Ya.
 
enrique ortega

España ha crecido algo en el primer trimestre de 2014, pero tan poco (+0,4%) que se sigue destruyendo empleo, según la última EPA: hay 184.600 ocupados menos que a finales de 2013 y 93 de cada 100 empleos perdidos eran contratos a tiempo completo. Ahora hay menos gente trabajando (16,95 millones de españoles, la cifra más baja desde 2002) en todos los sectores y autonomías, salvo en el campo (+31.200) y en Andalucía (+41.700). Aunque cayó el empleo, el paro bajó ligeramente en el trimestre, sólo en 2.300 personas, porque cayó el número de personas que buscan trabajo (activos, la mayor caída desde 2001), debido a que salieron de España inmigrantes y españoles y aumentan los “desanimados (jóvenes que vuelven a estudiar, mujeres y mayores que ya ni buscan trabajo). Con todo, el paro roza los 6 millones  de personas (5.933.300), un 25,93% de los españoles en edad de trabajar, una tasa de paro  más del doble que la zona euro (11,9%).Y que sube al 55% entre los jóvenes.

La EPA del primer trimestre encierra cuatro datos muy preocupantes sobre el paro. Uno, que 1 de cada 10 familias tiene a todos sus miembros en paro (1.978.900 hogares). Dos, que media España, el sur, tiene una tasa de paro que supera el 30%: Andalucía (34,94%), Canarias (32,55%), Extremadura (32,14%), Ceuta (31,56%) y Castilla la Mancha (30,30%). Tres, que más de la mitad de los parados EPA no cobran ya ningún subsidio: de los 5.933.300 españoles que se consideran parados, sólo 2.750.074 (el 46,3%) cobraban algún subsidio en febrero (1,1 millones de parados cobraban la prestación contributiva de 823 euros al mes y el resto la asistencial de 426 euros). Sólo en 5 autonomías (Asturias, Cantabria, Extremadura, Galicia y Navarra) hay más parados cobrando que sin cobrar  y entre las 14 restantes destaca la bajísima cobertura de Murcia (sólo 38% parados EPA cobran), Ceuta (38,6%), Canarias (40,9), Aragón (41%) y Castilla la Mancha (41,9% cobran).

El cuarto dato, el más preocupante, es que más de la mitad de los parados (3.657.600) llevan más de un año sin trabajar. Y de ellos, 2.419.400 llevan más de 2 años en paro, lo que reduce drásticamente su empleabilidad (al 11,7%). La mayoría de estos parados de larga duración , que se han multiplicado por 9 con la crisis, son padres de familia de entre 30 y 44 años (40% del total), seguidos de mayores de 45 años (35%) y jóvenes (25% restante), la mayoría con poca formación ( 55% del total de parados tienen sólo la ESO obligatoria) y que trabajaron en la construcción.

Tras el jarro de agua fría del primer trimestre, las previsiones apuntan a que 2014 será el primer año en que se creará empleo neto desde 2007, aunque poco porque el crecimiento apenas superará el 1%. Eso supondrá crear entre 110.000 y 170.000 empleos este año, según distintas previsiones (patronal CEOE y Fundación BBVA), aunque el FMI lo recorta a 42.000 empleos y el Gobierno promete crear 102.811 empleos en 2014  y otros 468.400 empleos entre 2015 y 2016, según el nuevo cuadro macroeconómico. La clave no es sólo la cantidad sino el tipo de empleo: temporal y a tiempo parcial, con lo que se pueden ofertar dos empleos por cada puesto de trabajo y con una gran rotación, de muchos contratos para el mismo puesto. En el primer trimestre de 2014, aunque la afiliación a la SS aumentó en 150.000 personas, se firmaron 3,5 millones de contratos, el 91,3% temporales y un tercio de ellos a tiempo parcial.

Con ello, el poco empleo que se crea es temporal y muy precario, mucho a media jornada, por días incluso. Eso refuerza el hecho de que España sea el país con más precariedad de Europa. El 24 % de los contratos son ya temporales, frente al 14,1% en Europa. Y el porcentaje es mucho mayor entre los jóvenes (65% temporalidad frente al 43% en la UE) y las mujeres (26,1% frente al 23,9% los hombres). Y se ha disparado el empleo a tiempo parcial: ya supone el 16,02% de los contratos (inferior al 19,5% de Europa) y lo peor es que la mayoría de estos 2,7 millones de trabajadores subempleados (media jornada, por horas, días, sustituciones…) lo hacen porque no encuentran otra cosa: el 63% querrían trabajar a tiempo completo (sólo les pasa a un 28% en Europa). Otra forma de precariedad son los trabajadores que se hacen falsos autónomos, para seguir trabajando desde fuera a su costa (arquitectos, ingenieros, periodistas, docentes, agentes de seguros, turismo…). Y una larga cadena más de trabajadores de tercera: subcontratados en cadena, becarios, empleo negro, inmigrantes ilegales…Todo con tal de trabajar en algo y llevar algún dinero a casa.

Dinero que cada vez es menor: los nuevos empleos se remuneran peor que los puestos ya cubiertos. Desde 2010 están bajando los salarios y en 2013, un tercio de los convenios han firmado congelación o rebaja de sueldos. España es el tercer país europeo donde los sueldos han perdido más poder adquisitivo entre 2010 y 2013 (un -7%), tras Portugal (-12%) y Grecia (-23%), mientras aumentaba en Alemania (+2,5%).Y según la Comisión Europea, los costes laborales seguirán cayendo en 2014 y 2015, mientras la patronal CEOE dice que los sueldos no subirán hasta 2016. Actualmente, el sueldo más frecuente son 15.500 euros al año, según el INE, pero 7,5 millones de trabajadores (más de la mitad de los 14 millones de asalariados) declaran a Hacienda ganar menos de 1.000 euros al mes.  Y la mitad son minieuristas: ganan entre 400 y 1.000 euros al mes.

Pero no sólo es que haya muchos contratos basura y sueldos de miseria. Además, la reforma laboral ha empeorado las condiciones laborales de la mayoría de trabajadores: las empresas están modificando horarios, se hacen cada vez más horas extras gratis (una media de 12 minutos semanales por empleado), crecen los becarios que trabajan sin darles de alta  y muchos empleados van a trabajar enfermos por temor a perder su empleo: ahora se puede despedir a un trabajador si falta, aún con baja médica, 10 días en dos meses. Con todo ello, España es el cuarto país europeo que más horas trabaja (por detrás de Austria, Portugal y Grecia): 1.690 horas frente a 1.433 en Alemania (-20%), 1.476 en Francia o 1.625 en Reino Unido. Trabajamos más con menos sueldo: 1.639 euros brutos mensuales de media (2012), un 15,34% menos que la media europea (1.936 euros brutos al mes).

Trabajos precarios y sueldos bajos mientras las empresas recuperan sus beneficios: las 35 del IBEX los aumentaron un 57% en 2013 (sin Bankia), tras despedir a 120.809 personas en el segundo semestre. Y este año esperan aumentar sus beneficios un 81%. Es el fruto de la subida de márgenes durante la crisis, un 0,24% por encima de las demás empresas europeas.

Con todo, las empresas españolas no se conforman con la normativa laboral que les ha puesto en bandeja el Gobierno Rajoy. Piden “más flexibilidad”. La patronal CEOE ha pedido eliminar las restricciones a encadenar contratos temporales (ahora no se pueden tener más de 2 años), facilitar la conversión de contratos a tiempo completo en contratos a tiempo parcial y poder hacer contratos pagando menos que el salario mínimo (645,30 euros, casi la mutad que los 1.430 de Francia o los 1.360 euros de Alemania). Su  batalla tras las elecciones europeas se va a centrar en arrancar al Gobierno los “minijobs”, contratos temporales de formación que pagan por debajo del salario mínimo. Y cuentan con el apoyo de la Comisión Europea y el FMI, que llevan meses pidiendo más flexibilidad,  una vuelta de tuerca” a la reforma laboral.

En definitiva, todo apunta a que la precariedad laboral va para largo, empujada por un empleo escaso frente a millones de personas necesitadas de “trabajar en lo que sea y como sea”, sobre todo jóvenes (55,48 % de paro y 1.865.000 que ni estudian ni trabajan), mayores de 55 años (casi 3 millones son ni-ni-ni: ni trabajo, ni paro ni pensión) y mujeres (trabajan sólo la mitad de las que podrían, cobran un 22,5% menos y tienen más paro que los hombres).

La mayor precariedad laboral atenta contra la ansiada recuperación económica, porque los empleos basura y los sueldos minieuristas desalientan el consumo, clave para que las empresas vendan y creen empleo. Y con la mitad de los españoles ganando menos de 1.000 euros al mes, como dice Eurostat, resulta también más difícil recaudar impuestos y cotizaciones para pagar las pensiones y el Estado del Bienestar. Hay que cambiar de política laboral y buscar empleos más estables y mejor pagados, a cambio de trabajar con más productividad. Un país moderno y europeo no puede aspirar a competir en el mundo con un modelo laboral de Marruecos o China, sino con una economía asentada en la industria, la tecnología y las grandes empresas, con trabajadores formados y satisfechos, no con personas subempleadas, explotadas  y mal pagadas, que trabajan a disgusto.

Es falso que la precariedad laboral y los salarios miserables sean necesarios para recuperar la economía y el empleo: van en contra. Lo que pasa es que muchos empresarios, políticos y economistas fundamentalistas han aprovechado la crisis para recortar los derechos de los trabajadores, para cambiar a los padres con empleo estable por los hijos con contratos basura a mitad de precio. Y pretenden que eso siga así en el futuro, aunque la economía mejore: mucho empleo temporal, salarios bajos y libertad total para determinar las condiciones de trabajo, con la excusa de competir mejor. Esto es lo grave. No podemos perder en una década los derechos ganados en más de un siglo con muchos sacrificios. Ese es el espíritu del 1 de Mayo.