jueves, 30 de julio de 2020

Las vacaciones más raras de nuestra vida


Este viernes comienzan las vacaciones para muchos, aunque sólo saldrán 2 de cada 3 españoles y cerca: la mayoría a su segunda residencia, casas de amigos o apartamentos. Y un tercio no se moverán, por miedo a contagiarse y, sobre todo, por falta de dinero: 1,35 millones de españoles han perdido su empleo y otros tantos están en ERTEs. Y todos, viajemos o no, con miedo a los rebrotes (crecientes y mal controlados), que han cancelado numerosas reservas turísticas, sobre todo de turistas extranjeros, en especial británicos (el 21,5% del total), al exigírseles una cuarentena a la vuelta de España. Será la puntilla para un verano atípico, con pocos turistas españoles y 18 millones menos de extranjeros, lo que agravará la recesión y dificultará la reconstrucción del país. Es hora de replantearse nuestro modelo económico, demasiado dependiente del turismo (12% del PIB frente al 4% en la OCDE), lo que nos hace muy vulnerables ante cualquier crisis. Mientras, ¡tengan las mejores vacaciones posibles!


Ya antes del coronavirus, hay que recordar que no todos los españoles se cogían vacaciones. De hecho, en 2019, un 33,4% de españoles no se podían tomar una semana de vacaciones al año, según la última encuesta de Condiciones de Vida, publicada el 21 de julio por el INE. Un porcentaje que ha ido bajando con la recuperación, desde el peor año de la crisis, 2013, en que un 48% de españoles no se pudieron tomar vacaciones. Los que menos se pueden coger vacaciones son los parados (58,9% no las toman), los jóvenes (no el 35,3% de los que tienen entre 16 y 29 años), los peor formados (no el 42,9% de los que sólo tienen la ESO y el 51,5% de los que tienen sólo estudios primarios), los inmigrantes (sin vacaciones el 52,9% de los extranjeros de fuera UE), los adultos solos con niños (48,8% no cogen vacaciones) y la mayoría de los que tienen bajos ingresos.

Los dos tercios restantes, ese 66,6% de españoles que sí cogían normalmente vacaciones, este año tienen muchas dudas. Por un lado, tienen miedo a posibles contagios si se mueven a otras zonas de España o viajan al extranjero. Y por otro, la economía de muchas familias está muy dañada por la recesión que ha provocado la pandemia. En muchos casos, los trabajadores han perdido su empleo: se perdieron -285.600 empleos en el primer trimestre y otros -1.074.000 empleos en el 2º trimestre, según la EPA publicada este martes. En total, -1.359.600 personas que trabajaban antes de la pandemia y que están  sin trabajo este verano, con lo que tienen muy difícil tomarse vacaciones (sobre todo esos 1.148.800 hogares donde ahora están todos en paro). En otros casos, 1 millón de trabajadores y otro millón de autónomos, están en ERTEs o cobrando una ayuda (el 75% del sueldo), que se les acaba el 30 de septiembre (salvo nuevas prórrogas), con lo que tampoco están para vacaciones.

Por todo esto, en junio, sólo el 27,2% de los españoles pensaban irse de vacaciones, según el Barómetro especial del CIS. Y la mayoría (89,9%) pensaban viajar dentro de España, entre 1 y dos semanas (33,1%) o más de dos semanas (40%), sobre todo en coche particular (82,9%), a zonas de sol y playa (51,8%), pero muchos a zonas rurales (24,6%) o turismo de interior (13,1%), acudiendo a segundas residencias (27,8%), casas de amigos (14,9%), hoteles (26,3%), apartamentos de alquiler (20,4%) y casas rurales (10,1%). Buscando sobre todo destinos no masificados, con menos riesgo para contagiarse.

En julio, antes de los últimos rebrotes, parece que el miedo a viajar se había reducido y el Barómetro del CIS indicaba que había más españoles pensando en tomarse vacaciones: un 42,4% iba a viajar por España y otro 5,3% pensaba viajar al extranjero, en total el 47,7%, casi el doble que en el Barómetro de junio. Y el Observatorio Nacional de Turismo Emisor señalaba en julio que un 60% de españoles pensaban viajar, la mayoría 8 días (61%), a un destino nacional (76%), sobre todo de sol y playa, reduciendo su gasto medio (595 euros por persona). Pero en las últimas semanas se han disparado los rebrotes y el sector turístico señala que han aumentado las cancelaciones de reservas de españoles, en hoteles y apartamentos de costa e islas, con lo que el porcentaje de los que se cojan realmente vacaciones podría ser de sólo un tercio de los españoles.

Los rebrotes de las últimas tres semanas (los nuevos contagios se han cuadruplicado: de 257 el 8 de julio a 1.153 contagios nuevos ayer) han hecho que España sea el país europeo con más contagios nuevos (51,11 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días), por delante de Rusia (48,9/100.000) y muy por encima de los nuevos contagios en Italia (4,9/100.000), Alemania (8), Holanda (11,8), Reino Unido (13,2), Francia (15,7), Suecia (28,4), Portugal (29) y Bélgica (31,6/100.000). Y eso no porque los rebrotes se hayan generalizado sino porque se han disparado en tres zonas: Aragón, con un riesgo muy alto (354,66 contagios por 100.000 habitantes en últimos 14 días, más que los 264,3 de EEUU y los 215,9 de Brasil, los paises en peor situación), Navarra (144,30/100.000) y Cataluña (137,64), con riesgo alto. Y riesgo moderado en el País Vasco (72,56), según los datos de ayer de Sanidad. El resto de España tiene un riesgo bajo (13,98 en Andalucía y 22,38 en la Comunidad Valenciana) y en las islas es mínimo: 6,97 contagios/100.000 en Canarias y 12,96 contagios/100.000 en Baleares, una mejor situación epidemiológica que en la mayoría de Europa (incluido Reino Unido).

Este repunte de contagios, aunque concentrado en Aragón, Navarra y Cataluña, ha servido para que varios paises europeos adviertan sobre viajar a España, una política que busca más que prevenir contagios promover el turismo en el interior de sus paises, como palanca para su recuperación. Primero fue Francia, la que recomendó no viajar a Cataluña, y luego Bélgica ,Holanda y Noruega alertaron sobre los rebotes en España, igual que Alemania, recomendando no viajar a Cataluña, Aragón y Navarra. Pero la puntilla vino el sábado pasado, cuando Reino Unido impuso por sorpresa una cuarentena de 14 días a los viajeros que volvieran de España, lo que multiplicó cancelaciones de vuelos y reservas, sobre todo a Baleares, Canarias, Levante y la Costa del Sol.

Ya se esperaba un retraimiento del turismo extranjero este verano, antes de estas advertencias. De hecho, la patronal Exceltur estimó en junio que sólo vendrían a España 11,67 millones de turistas este verano, entre julio (3,35 millones), agosto (4,14) y septiembre (4,18 millones), que son 17,21 millones menos de los que vinieron el verano pasado (28,88 millones). Y que en todo el año 2020, llegarán unos 32 millones de turistas extranjeros frente a los 83,7 millones que llegaron en 2019. O sea, que este año, con la pandemia, España perderá 2 de cada 3 turistas extranjeros.  Y uno de cada tres turistas españoles.

Ahora, la pérdida de turistas puede ser mayor, sobre todo la caída del turismo extranjero en agosto, hasta que se clarifique el panorama de rebrotes y las cuarentenas. La pérdida de buena parte del turismo británico es clave, ya que en agosto de 2019, el 21,5% de todos los turistas extranjeros (10,12 millones) llegaron del Reino Unido (2,17 millones). Y el problema es especialmente grave en Canarias (donde el turismo británico supone el 43,7% del total en agosto), en Baleares (28,7% del turismo es británico), Comunidad Valenciana (25%) y Andalucía (23,4% de los turistas son británicos). Y la recomendación francesa de no viajar a España (el 19,92% de los turistas que vienen en agosto llegan de Francia) hará mucho daño a Cataluña (30,1% de los extranjeros que la visitan son franceses y 11,3% británicos) y a la Comunidad Valenciana (30,1% turistas son franceses), pero también a Andalucía (16,7% turistas vienen del país vecino). Y si se reducen los turistas alemanes, afectará sobre todo a Baleares (26,1% de turistas) y a Canarias (15,5% turismo es alemán).

Todo este movimiento de cuarentenas y recomendaciones, traducido en cancelaciones, va a agravar el balance de este verano, que ya se esperaba malo para el turismo. En junio, Exceltur esperaba que el sector turístico perdiera este año 83.000 millones de ingresos, un 60% de su facturación, un tercio por la caída del turismo nacional y dos tercios por la caída del turismo extranjero. Ahora, con los rebrotes y cancelaciones, Exceltur añade otros 8.700 millones a esas pérdidas, una caída total de la facturación de -91.700 millones, el 63% de lo ingresado por el sector turístico en 2019. Y si no se recupera el turismo de negocios y eventos y el turismo urbano en el último trimestre, creen que podrían perder -120.000 millones, el doble que la banca tras la crisis de 2008.

Este repunte de la crisis en el sector turístico, por un verano peor de lo esperado, podría agravar la recesión y retrasar la recuperación, que se esperaba ya en el tercer trimestre, por el empujón del turismo y el consumo. De hecho, la caída del turismo es el culpable del 57% de la recesión esperada este año (-11,6% de caída del PIB), según el Banco de España, así que si el verano acaba peor de lo previsto, la economía podría caer hasta el -14% este año. Y eso se traduciría en más paro y más gasto público, en ERTEs (que hará que prorrogar hasta fin de año) y ayudas a empresas turísticas (hoteles, compañías aéreas, agencias de viajes), de  hostelería y ocio. Así que si falla el turismo, se complica la recuperación. Y sobre todo en las zonas del país más dependientes del turismo: Baleares (el 45% de su PIB lo aporta el turismo) y Canarias (35% de su PIB), pero también Andalucía (12,46%), Comunidad Valenciana (12,16%) y Cataluña (11,64% del PIB), las otras autonomías con peso del turismo.

Esta pandemia, además de provocar cierres y despidos, va a acelerar la reconversión del sector turístico, ya iniciada hace años, con la renovación de instalaciones, la mejora y la digitalización de la oferta. Urge aplicar un Plan Renove, para modernizar instalaciones en zonas de sol y playa, con una oferta de más calidad que atraiga a turistas de más gasto. Y avanzar en la revolución digital de la oferta, para no depender tanto de los tour operadores extranjeros y fomentar el turismo alternativo fuera de temporada. Y también es clave mejorar la formación y el empleo de los trabajadores turísticos, para mejorar la calidad y el valor añadido de los servicios. Buscando no batir récord de turistas sino más ingresos.

Hay que volcarse en salvar el sector turístico, primero, y reconvertirlo después, porque es nuestra primera fuente de riqueza y empleo. Pero a medio plazo, habría que buscar ser menos dependientes del turismo, porque nos hace muy vulnerables como país ante una crisis (pasó en 2008 y se repite ahora). Basten dos datos. Uno, el turismo aporta el 12% del PIB en España frente al 4% de media en la OCDE, el 7% en Francia, el 6% en Italia o el 4,2% en Alemania. Otro: mantiene el 13% del empleo (2,6 millones), frente al 6% en la OCDE, el 7% en Francia o el 8,5% en Italia. Somos “turismo dependientes” y eso nos deja en manos de otros paises

Tendríamos que cambiar el modelo económico, reducir el peso del turismo y aumentar el peso de la industria, la tecnología, la innovación, la exportación y las grandes empresas, las bases de un crecimiento más estable, con más empleo y renta. Porque no es casualidad que ninguno de los 8 paises más ricos de Europa sea un país turístico: Luxemburgo (263% del PIB por habitante UE), Holanda (130%), Dinamarca (129%), Austria (128%), Alemania 123%), Suecia (121%), Bélgica (118%) y Finlandia (112%), frente al 91% de España, según los últimos datos de Eurostat (2019).

Este cambio en el modelo económico no se hace en un año sino en décadas, pero hay que empezar ya .Y los Planes de inversiones y reconstrucción que necesitamos para salir de esta profunda recesión pueden ser un punto de partida para esa necesaria reconversión de nuestra economía, para ser un país más competitivo y no sólo la California de Europa. Debemos aspirar a ser algo más que la playa y la despensa de Europa. Mientras tanto, aprovechemos estas vacaciones para descansar y “cargar pilas” ante un otoño complicado. Eso sí, con mucho cuidado, porque el virus sigue ahí. ¡Buenas vacaciones!

lunes, 27 de julio de 2020

Reconstrucción: España depende de sí misma


Los contagios se han duplicado la última semana y Sanidad  habla de “una 2ª oleada” de la pandemia cuando no ha empezado agosto, el mes más peligroso. Y cada autonomía va “a su aire”, evitando confinamientos duros por su coste económico y político, mientras la atención primaria sanitaria no tiene medios ni rastreadores. La temporada turística y la incipiente recuperación peligran por los rebrotes, pero urge avanzar en la reconstrucción, tras la euforia (injustificada) por los Fondos europeos: no llegarán hasta dentro de un año y ahora sólo contamos con 14.000 millones (el 10%), que poco nos ayudarán. España depende de sí misma y de pactar unos Presupuestos 2021 que prioricen gastos y recauden más, subiendo algunos impuestos. Y urgen reformas en la contratación (25% de empleos son temporales) y las pensiones, no porque lo exija Europa sino para sobrevivir. Hay que modernizar la economía, invertir en sectores con futuro y dejar de ser un país de servicios. Ser menos vulnerables en la próxima crisis.

enrique ortega

El coronavirus cumple esta semana los 7 meses de vida oficial (31 de julio) y sigue con más fuerza cada día, marcando nuevos récords de contagios en el mundo: 282.700 nuevos contagiados el jueves 23 de julio, tras 280.600 contagiados el miércoles 22. Son 25 veces los contagios que había el 14 de marzo (11.100 diarios). Hoy se contabilizan ya 16.262.481 contagiados en 188 paises, según los datos de la Universidad Jhons Hopkins.

El epicentro de la pandemia sigue en América, tanto en Estados Unidos (4.234.020 contagiados) como en Latinoamérica (que ha superado también los 4 millones de contagiados), destacando Brasil (2.419.091 contagiados), México (390.516), Perú (375.961), Chile (345.790), Colombia (248.976), Argentina (162.526), Ecuador (80.694) y Bolivia (69.429). Y crece cada día en Asia y Oriente Medio, sobre todo en India (1.435.616 contagiados), Irán (291.172), Pakistán (274.289), Arabia Saudí (266.941), Turquía (226.100), Bangladesh (223.453), Iraq (110.032), Qatar (109.305) e Indonesia (98.778 contagiados). Y sigue propagándose por África (850.000 contagios), especialmente en Sudáfrica (445.433 contagiados) y Egipto (92.062). En Europa hay nuevos rebrotes y rondan los 3 millones de contagios (2.973.382), especialmente en Rusia (811.073 contagiados), Reino Unido (301.020), España (272.421), Italia (246.118), Francia (217.801) y Alemania (206.667).

Las muertes por coronavirus se han disparado en el mundo, multiplicándose por 120 desde el 14 de marzo (5.407 muertes) a hoy, cuando se contabilizan ya 648.937 muertes, casi la cuarta parte en Estados Unidos (146.935 muertes, ahora 1.078 diarias), seguido de Brasil (87.004 muertes, 1.367 diarias), Reino Unido (45.837), México (43.680). Italia (35.107), India (32.771 muertes, 1.129 diarias). Francia (30.195), España (28.432 muertes, frente a 136 fallecidos hasta el 14 de marzo), Perú (17.843), Irán (15.700), Rusia (13.249), Bélgica (9.821) y Alemania (9.124 fallecidos), según la Universidad Jhons Hopkins.

En España, se han vuelto a disparar los contagios la última semana: se han detectado +12.166 nuevos contagiados, el doble que la semana anterior (+6.346) y 4 veces los contagios de la primera semana de julio (+3.363), según los datos de Sanidad. El salto de contagios se ha dado día a día, de +685 nuevos el lunes a +730 el miércoles, +971 el jueves y +922 el viernes, último dato oficial de Sanidad (que no reporta los datos del fin de semana hasta la tarde del lunes). Hemos vuelto al nivel de contagios de principios de mayo, en pleno estado de alarma, con especial incidencia en Aragón (237 contagiados por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, más que los 171 de Brasil), Cataluña (111 contagiados/100.000), Navarra (110/100.000) y País Vasco (50/100.000), todas por encima de la media española de contagios (38/100.000), la 2ª más alta de Europa, tras Rusia (51), lo que ha llevado a Francia a recomendar “vivamente” no viajar a Cataluña y al Reino Unido a imponer una cuarentena a los viajeros que lleguen de España .

Los nuevos contagios se han más que duplicado por la aparición de casi 300 rebrotes en 30 provincias, especialmente en Cataluña (+4.846 contagiados  la última semana), Aragón (+2.113 contagiados),  País Vasco (+813 casos), Madrid (+789), Andalucía (+597), Navarra (+518 casos) y Comunidad Valencia (+472 nuevos casos). Y aunque la mayoría afectan a gente joven y de mediana edad (la mayoría asintomáticos y que se curan en casa), también han aumentado los contagiados hospitalizados (de 237 semanales el lunes a 327 el viernes, sobre todo en Aragón, Madrid y Cataluña), aunque se estabilizan los ingresos semanales en UCIs (15 el lunes, 11 el miércoles y 14 el viernes). Y también se estabilizan las muertes: 12 más en la última semana, con un total de 28.432 fallecidos oficiales por COVID 19.

Sanidad ha reconocido que podemos estar ante “una 2ª oleada de la pandemia”, ya que en muchos focos hay “transmisión comunitaria”, no controlada, provocada por reuniones de familiares y amigos, ocio nocturno ligado a los jóvenes y algunos casos de temporeros. El problema es que cada autonomía ha reaccionado “a su aire” ante los rebrotes, con medidas (suavizadas) de recorte de actividades y confinamientos muy “light”, que apenas funcionan porque los ciudadanos no los toman en serio. En muchos casos, las autonomías y Ayuntamientos se sienten “presionados” por la hostelería y el turismo (otra vez el viejo dilema de “la bolsa o la vida”) y por tomar medidas “impopulares”. Y también hay una “carrera de imagen”: Galicia implantará esta semana un “control” a los visitantes de otras autonomías (tendrán que informar en los hoteles de donde proceden) mientras Madrid se resiste (con Canarias) a implantar la mascarilla obligatoria para no asustar a los visitantes.

El problema de fondo es que tenemos un virus único que no distingue de pueblos ni autonomías y 17 políticas distintas para combatirlo (¿se imaginan si hubiéramos hecho esto de marzo a junio?). Y que ahora, la primera línea de esta guerra no está en los hospitales y las UCIs sino en los centros de salud, en la atención primaria, que es el eslabón más débil de nuestro sistema sanitario, falto de medios y personal tras años de recortes, que no se han compensado en estos meses a pesar de lo que se diga. Unos centros de salud que están ya saturados (por los rebrotes y las vacaciones del personal, a los que se ha obligado a tomarlas en previsión de una oleada de contagios en otoño). Y que podrían estar peor en agosto, si los españoles y turistas aumentan en zonas de costa y hay más rebrotes.

Los Centros de salud (colapsados) son claves para las dos tareas que hay que realizar frente a los rebrotes: detectar los contagios, aislarlos y multiplicar las pruebas PCR a sus contactos. En España se han multiplicado los test PCR (4.347.022 hechos a 23 de julio, 1,1 millones más que hace un mes), pero son todavía pocos y estamos a la cola de Europa en test PCR por caso detectado: 38 en España frente a 169 de media en Europa, 218 en Italia, 203 en Alemania, 174 en Holanda o 91 en Francia, según la Universidad de Oxford. Y eso, porque no sólo hay que tener test y reactivos, sino personal para hacer las pruebas y laboratorios para analizarlas. En cuanto a los rastreadores, harían falta el doble o el triple, según los expertos,  sobre todo en 12 autonomías que tienen menos de 1 rastreador por 5.000 habitantes: sólo se salvan Andalucía (5 rastreadores por cada 5.000 habitantes), Castilla la Mancha y Comunidad Valenciana (1 rastreados por cada 5.000 habitantes). Los mayores déficits de rastreadores se dan en Cataluña (había 220), Madrid (142) y Aragón (105 rastreadores).

La pandemia se ha descontrolado en sólo un mes de “nueva normalidad” y ahora, en agosto, podrían dispararse los rebrotes, al multiplicarse la movilidad de los españoles que cogen vacaciones más la llegada de nuevos turistas extranjeros (la patronal Exceltur espera 4,1 millones en agosto), lo que hace temer nuevos rebrotes en zonas turísticas, hasta ahora poco afectadas por los nuevos contagios y sin medios en los Centros de salud locales. De confirmarse esta  “2ª oleada de la pandemia”, supondría no sólo un peligro sanitario sino que interrumpiría la actividad económica y turística. De hecho, la cuarentena británica y el aviso francés (más los "avisos" de Alemania, Bélgica y Noruega sobre España) son "la puntilla" para un verano desastroso para el turismo. Y además, un rebrote generalizado y nuevas medidas de confinamiento agravarían la recesión y dificultarían más la recuperación. Por eso hay que evitarlo como sea, con medidas públicas más drásticas y más conciencia ciudadana (sobre todo los jóvenes).

Mientras media España se coge las vacaciones más raras de su vida, el Gobierno trabaja para tener listo a finales de septiembre el Presupuesto 2021, que debe ser el motor de la reconstrucción económica y social del país. Y por mucha euforia y “propaganda” con el éxito de la última Cumbre Europea (ojo: se ha aprobado un Fondo de 750.000 millones en 4 años, frente a los 1,5 billones que pedían inicialmente España e Italia y los 2 billones que propuso el Parlamento europeo), España tendrá que salir del agujero básicamente por sus propios medios. Y eso, porque el dinero europeo (ojo, de los 140.000 millones para España, 66.900 son créditos que habrá que devolver a partir de 2027) no llegará a España hasta dentro de un año, según ha confirmado el Comisario europeo Gentiloni. Y sólo podremos disponer ahora del 10%, o sea de 14.000 millones  (7.200 en ayudas a fondo perdido), cuando la factura extra que tiene España por el coronavirus superará los 100.000 millones.

La primera decisión que tiene que tomar el Gobierno español es qué déficit le propone a Bruselas para 2021. Este año 2020, el déficit estimado por la Comisión Europea para España era en mayo del -10,1% del PIB, lo que traducido supone un “agujero” en las cuentas públicas de -112.000 millones (frente a -32.879 en 2019). Pero hoy, la Autoridad Fiscal independiente (AIReF) sube este déficit fiscal, entre el -11,9% (-132.041 millones) y -14,4% si hay rebrotes (-159.780 millones). Pongamos un punto medio, un agujero fiscal de -145.000 millones de euros, que habrá que “tapar” con deuda (+110.000 millones sobre la prevista inicialmente). Ahora, el debate es ¿Qué déficit estimamos para 2021? Podemos ofrecer a Bruselas bajarlo algo, al 10% del PIB (-117.616 millones), muy difícil, porque obligaría a ajustes que pondrían en peligro la recuperación necesaria de la economía en 2021, o intentar mantenerlo en el 12% con que podría acabar el año, lo que sería un déficit de -140.000 millones para 2021. Tremendo, pero bajarlo más con una economía débil podría llevar a asfixiar la ansiada recuperación.

Así que lo primero será que Nadia Calviño negocie con Bruselas ese déficit  “permitido” para 2021, entre el 12 y el 10% del PIB (menos saben los europeos que es imposible). Y una vez negociado, hay que hacer dos cuentas: cuánto es lo mínimo que necesitamos gastar y de dónde lo sacamos, cómo podemos ingresarlo. Y aquí está lo difícil de los Presupuestos. Primero, en priorizar el gasto. Porque en 2019, sin coronavirus, el gasto presupuestario fue de 492,812 millones, el 41,9% del PIB, un gasto muy inferior al del resto de Europa (46,7% del PIB). Ahora, con las ayudas que hacen falta a empresas, parados y familias, más las inversiones necesarias para la reconstrucción, habría que gastar al menos 100.000 millones más, en torno a 600.000 millones. Pero si gastamos eso, habría que recaudar 460.000 millones para que el déficit no sea más de -140.000 millones (“si nos dejan” el 12%).

Y aquí está el 2º gran problema, tras el gasto: cómo ingresamos esos 460.000 millones, que es justo lo ingresado en 2019, un año sin recesión. Una recaudación difícil de repetir, con las empresas, los sueldos y el consumo muy “tocados”. Y con un PIB menor en 2021 (1.176.163 millones) que en 2019 (1.245.331), el esfuerzo para recaudar los mismos 460.000 millones  tendrá que ser mayor. Así que sólo hay dos opciones: o se mejora la recaudación, subiendo algunos impuestos, o se gasta menos, en ayudas o inversiones para la reconstrucción. Y sabiendo que el dinero de Europa llegará, pero tarde (entre 2021 y 2023) y sólo la mitad será de ayudas, pero muy dirigidas a inversiones en medio ambiente, digitalización y formación, no para muchas otras cosas que necesitamos.

Así que, les guste o no al PP y a Ciudadanos, no queda otra opción que subir algunos impuestos para pagar la reconstrucción, como han propuesto la Comisión Europea, el Banco de España y muchos expertos. Bruselas lleva años diciéndonos que recaudamos menos en todo (88.000 millones menos cada año que la media UE-27, según los últimos datos de Eurostat), sobre todo en IRPF, IVA e impuestos verdes. El Banco de España ha propuesto subir el IVA, sociedades y los impuestos medioambientales. FEDEA ha propuesto un recargo temporal en el IRPF (recargo COVID), como el que impuso Rajoy en 2012. Y la AIReF recuerda que se pierden 60.000 millones anuales de recaudación por beneficios fiscales, con lo que se podrían ingresar 35.000 millones más subiendo los tipos reducidos del IVA y suprimiendo exenciones no justificadas en el IRPF y sociedades.

Algo habrá que hacer para cuadrar las cuentas. Lo ideal sería pactar esos Presupuestos 2021, para que los gastos e ingresos sean respaldados por la mayoría, la mejor baza para que los apruebe Bruselas. No será fácil, pero sin un pacto de Presupuestos no hay reconstrucción (ni Gobierno). Y en paralelo, habría que pactar las reformas necesarias para modernizar la economía, al margen de esos 5 Pactos de Estado propuestos por la Comisión de Reconstrucción: pacto por la Sanidad, la Industria, la igualdad de género, la Ciencia y la Cultura. Sobre todo dos, no porque nos lo pida Europa, sino porque son las 2 reformas más urgentes: la reforma de la contratación (es insostenible que un 25% de los contratos sean temporales, lo que nos hace muy vulnerables) y la reforma de las pensiones (porque si no, las cuentas públicas no se pueden ajustar a medio plazo).

Además, habrá que modernizar la economía española, hacerla más eficiente, con empresas más grandes y más peso de la industria, la tecnología y la digitalización, para aumentar la baja productividad del país. Eso pasa por cambiar el modelo productivo, dejar de ser un país de bares, hoteles y tiendas que nos ha hecho tan vulnerables en esta pandemia, como en la crisis de 2008. Conseguir un cambio radical en nuestra economía, para que cree más empleo estable y dejemos de tener el doble de paro que Europa y menos renta. Esto no se hace de un día para otro, harán falta una o dos décadas. Podría ser lo único positivo que saquemos de esta pandemia: una catarsis de la economía para ser menos vulnerables en la próxima crisis. Para conseguirlo, necesitamos dinero, tiempo y remar todos en la misma dirección. A ello. Pero sin olvidar al “bicho”. ¡Cuidado¡

jueves, 23 de julio de 2020

Los alquileres se comen la mitad del sueldo


El coronavirus ha frenado algo la subida de los alquileres, un 3% en el primer semestre, pero ahora subirán más y 2020 será el 6º año consecutivo de subidas, el +45% desde 2015. Con ello, pagar un alquiler se lleva ya el 40% del sueldo y más en Cataluña, Madrid, País Vasco o Baleares. Y con la pandemia y la pérdida de ingresos, el alquiler agrava la pobreza de jóvenes, madres solas e inmigrantes, según Cáritas, que alerta de una “crisis habitacional”. El Gobierno ha publicado los índices de alquileres por ciudades, la antesala para que autonomías y ayuntamientos puedan aprobar controles, como va a hacer Cataluña. Pero poner topes a los alquileres es un “atajo populista” que puede volverse  en contra, si desalienta a los propietarios y baja la oferta, subiéndolos más. La solución es ampliar la oferta, promoviendo viviendas para alquiler, regalando el suelo a los promotores durante 75 años, como ha aprobado el Gobierno hace 2 semanas. Más pisos en alquiler y así bajarán seguro.

enrique ortega

Ya antes del coronavirus, pagar un alquiler era un tremendo esfuerzo para muchas familias y sobre todo para los jóvenes. Y es que los alquileres llevan subiendo año tras año desde 2015, una media del +50% (entre 2014 y mayo de 2019), según el portal Fotocasa (que analiza los anuncios que ponen los propietarios que alquilan), y la mitad, un +24,6% (entre 2014 y 2018), según los últimos datos del Ministerio de Fomento, que utiliza las estadísticas de las fianzas que depositan los inquilinos. Si hacemos una media entre las dos estadísticas, puede estimarse que los alquileres han subido +37% entre 2015 y 2018. Y en 2019, los alquileres volvieron a subir otro +5,1%, según los datos de Fotocasa.

Este año 2020, los alquileres comenzaron con subidas mayores a las de 2019, un 6,5% en el primer trimestre, según Fotocasa, el mayor aumento en ese periodo en los últimos 14 años, una subida que otro portal inmobiliario, Idealista, rebaja al +2,6%. Pero en marzo llegó el estado de alarma y la subida se frenó, con el apoyo de las medidas del Gobierno (prórroga automática de los contratos que vencían y aplazamiento o condonación de algunos alquileres). Con ello y el confinamiento, los alquileres apenas han subido en el segundo trimestre (Fotocasa estima que cayeron un -0,2%) y en conjunto, han crecido poco en el primer semestre de 2020: entre un +2,48% (según pisos.com) y un +3,2% (según Idealista), con una subida intermedia del +2,7% semestral que estima Fotocasa.

Ahora, con más gente trabajando y moviéndose, los alquileres han vuelto a despertar, apoyados en miles de pisos turísticos que se han quedado sin turistas y buscan inquilinos “normales”, lo que aumenta algo la oferta. Pero el mercado está muy parado, hasta ver la evolución de los rebrotes y el empleo, con lo que se espera un tercer trimestre de pocas subidas, que podrían remontar en el cuarto, sobre todo si el 30 de septiembre se levantan las moratorias de alquileres y las prórrogas forzosas de los contratos. Antes de la pandemia, la estimación era que los alquileres subieran entre un 6 y un 10% este año, como el pasado. Y ahora, la subida podría ser inferior, sobre el +4%.

Suban más o menos, los alquileres tienen un precio muy elevado, sobre todo en algunas ciudades. El Ministerio de Fomento acaba de publicar,  el 2 de julio, el primer índice oficial de alquileres, informando que hay 17 provincias donde los alquileres subieron más del 10% entre 2015 y 2018, destacando Baleares (+19,1%), Málaga (+18,1%), Tenerife (+15,2%), Barcelona (+14,3%), las Palmas (+13,7%), Granada (+13,4%) y Madrid (+12,2%). Y con un alquiler medio, según el tipo de vivienda media en cada provincia, que supera o ronda los 500 euros mensuales en 11 provincias (ver mapa): Madrid (780 euros), Ceuta (700), Barcelona (694), Melilla (650), Baleares (624), Málaga (600), Sevilla (561), Tenerife (500), Las Palmas (500), Gerona (500) y Huelva (500 euros mensuales), a falta de datos del País Vasco y Navarra. Estos son alquileres medios (los hay mucho más caros), estimados en base a las fianzas declaradas y los datos del Catastro, el Registro de la propiedad, el INE, el Banco de España y los portales inmobiliarios. Posiblemente da un alquiler medio bajo, inferior al real, pero lo importante es que será la primera estadística oficial de las futuras subidas. Y que refleja las ciudades donde el problema de los alquileres es más preocupante.

Los alquileres han subido mucho y están caros porque se ha disparado la demanda (muchas familias y jóvenes, con la crisis y empleos precarios no se atreven ni pueden comprar un piso ahora) y ha crecido menos la oferta, a pesar de la alta rentabilidad del alquiler (8,2%en 2020) y la fuerte llegada de inversores extranjeros. La prueba de esta disparidad entre demanda y oferta es que, en 2019, un 14% de los particulares adultos intentaron alquilar o alquilaron (muchos más que el 9% de 2018), mientras sólo el 5% de los particulares adultos intentaron alquilar o alquilaron su vivienda (menos del 6% que lo hicieron en 2018), según un estudio de Fotocasa. Los que más buscan un alquiler son los jóvenes (lo hacen el 30% de los que tienen entre 25 y 30 años), sobre todo en Andalucía y el País Vasco (el 17% de particulares buscan o alquilan), Madrid (15%) y Cataluña (13%).

El problema no es sólo que los alquileres sean caros sino que suponen una pasada losa para la mayoría de los que viven de alquiler, que son más cada año: un 18,7% de los hogares  en 2019 frente al 14,2% en 2008, según el último dato del INE. Así, estos 3.371.251 hogares que viven como inquilinos  destinan de media el 40% de sus ingresos a pagar el alquiler mensual, según un reciente estudio elaborado por Fotocasa e InfoJobs. Un porcentaje que se ha disparado en los últimos años: si en 2015, el alquiler medio (un piso de 80 metros cuadrados) se llevaba el 28% de un salario medio, pasó al 31% en 2016, al 34% en 2017 y 2018 y al citado 40% en 2019. Y eso es la media, porque hay 4 autonomías donde los alquileres se llevan la mitad del sueldo o más, porque tienen alquileres muy caros aunque sus sueldos son también más altos: Cataluña (56,5%), Madrid  (55,7%), País Vasco (51,3%) y Baleares (49,8%). En cambio, hay autonomías donde pagar el alquiler se lleva menos de un tercio de los ingresos: Extremadura (20,4%), Castilla la Mancha (23,4%), Murcia (27,5%), la Rioja (28,6%), Castilla y León (28,9%) y Galicia (29%).

Estos datos reflejan claramente lo que ha pasado con los alquileres: se han disparado, creciendo muy por encima de los salarios. Así, el estudio contrasta una subida media de los alquileres del +45% (entre 2015 y 2019) frente a una subida de los salarios medios del +3,4%. Esto ha disparado el esfuerzo mensual para pagar el alquiler, que es mayor incluso de ese 40% de los ingresos para un 38% de los hogares con menos ingresos o situación más vulnerable (1.281.000 familias), según señala el Informe de Fomento sobre los índices de alquileres, aunque los expertos recomiendan que no deberían superar el 30%.

El mayor problema para pagar el alquiler lo tienen los jóvenes y las familias más vulnerables, con empleo precario, madres solas con niños o inmigrantes. Para la mayoría de los jóvenes, el pago de un alquiler es casi un imposible: en junio de 2019, un alquiler medio se llevaba el 94,4% de los ingresos de un joven, cuando en 2008 suponía el 55,7%, según el Consejo de la Juventud. Y si los jóvenes pretenden compartir un piso de alquiler (lo que hacen el 84% de los que se emancipan), les toca pagar el 30,8% de sus ingresos, una media que sube hasta el 30-40% en 21 capitales y a más del 40% de los ingresos medios de un joven que quiera compartir alquiler en Madrid o Barcelona. El resultado es que el 81,4% de los jóvenes menores de 30 años siguen viviendo con sus padres (el 70% en Europa).

En el caso de las familias con bajos ingresos y empleos precarios, el alquiler es un coste  mayor en España, según revela un estudio de la OCDE. Somos el tercer país europeo (tras Reino Unido y Finlandia) donde hay más familias pobres que destinan más del 40% de sus ingresos a pagar el alquiler: son el 46% de esas familias que están en el 20% con ingresos más bajos, frente al 33% de media en la OCDE y el 17,2% en Francia. Unas 300.000 familias en verdaderos apuros para pagar el alquiler. Las familias que están en el 20% superior pagan de alquiler el 15,8% de sus ingresos y en el 20% siguiente, el alquiler les supone el 7% de sus ingresos. Y para el 40% restante, los españoles con más ingresos, el alquiler no es un problema, porque viven en propiedad (y la hipoteca, si la están pagando, les cuesta el 22% de sus ingresos durante 25 años, según otro estudio de Fotocasa e InfoJobs).

Ahora, con la recesión que ha provocado el coronavirus, estas familias más vulnerables y los jóvenes (junto a las mujeres, los paganos de esta nueva crisis) van a tener aún más difícil alquilar piso, porque muchos han perdido sus ingresos o los pueden perder cuando salgan de los ERTEs. La alerta ya la ha dado Cáritas, cuyo último informe FOESSA advierte que casi la mitad de hogares (el 49,2%) “no pueden hacer frente al pago del alquiler o la hipoteca” y que más de la mitad (51,2%) no disponen de dinero para pagar suministros. Y, lo más preocupante: el 13,2% de estas familias vulnerables viven con una amenaza de expulsión y desahucio. Por eso, Cáritas alerta de que “hay una crisis habitacional en ciernes”, que podría estallar en octubre, cuando termine el plazo de paralización de desahucios aprobado por el Gobierno en marzo o la moratoria del pago de alquileres y la prorroga de contratos, prorrogadas hasta el 30 de septiembre.

En definitiva: o se toman medidas o tendremos un “otoño caliente” en los alquileres, con nuevas subidas y menos ingresos y empleos entre los inquilinos. El Gobierno es encuentra dividido, por la pugna entre el PSOE y Podemos sobre la política de vivienda y alquileres. Por un lado, ha cumplido su promesa y ha elaborado (con retraso) el índice de alquileres, que es la antesala para que ahora los ayuntamientos y autonomías puedan imponer controles de precios en las ciudades con los alquileres más caros. Y por otro, ese mismo Gobierno ha aprobado, en el Consejo del 7 de julio, una medida que permite a los Ayuntamientos y autonomías que cedan gratis suelo público durante 75 años a promotores privados para que construyan viviendas de alquiler social.

La primera medida, promover que los Ayuntamientos fijen topes máximos a los alquileres, es un “atajo populista” contraproducente: reduciría la oferta de alquileres y subiría los precios, lo contrario de lo que se busca, como ya han advertido expertos e inmobiliarias. No hay que ser economista para entender que si a un propietario (o a una inmobiliaria) se le pone un tope a lo que puede cobrar de alquiler, retirará el piso del mercado y tratará de venderlo o cerrarlo. Es lo que ha pasado en muchas zonas de París y Berlín donde se ha intentado. Otra cosa diferente es “incentivar” a los propietarios a que pongan alquileres razonables, a cambio de rebajarles el pago del IBI, algunas tasas municipales o el IRPF y reducirles el pago del impuesto de Sociedades (inmobiliarias).

Esta vía, de alquileres máximos y subidas limitadas, es la opción que pondrá en marcha Cataluña este verano. La propuesta, elaborada por el Sindicato de Inquilinos y el Departamento de Justicia de la Generalitat, cuenta con el apoyo de Junts per Cat, ERC, los Comunes y la CUP, que aseguran una mayoría para aprobar una proposición de Ley a finales de julio. El objetivo del Ejecutivo catalán es regular el precio del alquiler en 60 ciudades catalanas de más de 20.000 habitantes, donde más han subido los alquileres estos años. La futura regulación congelará los precios de los nuevos alquileres (penalizando los que suban más de un 20% del tope fijado) y rebajará la actualización de los contratos ya firmados. Aparte de las dudas jurídicas (seguro que la norma acabará en el Constitucional), los expertos creen que se reducirán las viviendas en alquiler y la inversión general en vivienda.

Mientras se “experimenta” con poner topes al alquiler, habría que avanzar por otro camino, el bueno: aumentar la oferta de viviendas en alquiler, como propuso  en junio el gobernador del Banco de España en el Congreso. Y eso puede hacerse por dos vías. Una, sacando más viviendas privadas en alquiler, lo que requiere actuar en varios frentes. Por un lado, animando a los propietarios de las 3,44 millones de viviendas vacías (Censo del INE 2011)  a que las alquilen, con rebajas fiscales e incentivos municipales, pero sobre todo con una mayor seguridad jurídica y práctica (como crear una Agencia pública que asegure los cobros del alquiler). Por otro, mejorando las ayudas a la rehabilitación privada de viviendas, para ampliar el parque de pisos alquilables. Y en tercer lugar, comprar viviendas a particulares y bancos, para crear un gran parque público de viviendas para alquilar.

La otra vía de actuación debe ser promover nuevas viviendas para alquiler, públicas y privadas. El parque público de viviendas (VPO) para alquiler es mínimo en España: un 4% de la oferta disponible frente al 37,7% en Holanda, el 21,2% en Dinamarca, el 20% en Austria, el 16,5% en Reino Unido o el 14% en Francia, países donde el importante parque público en alquiler contrapesa las subidas de los alquileres privados. Y este parque público para alquiler puede ampliarse de dos maneras. Una, con promoción pública de viviendas para alquilar, en un país donde la promoción pública de vivienda (VPO) se ha desplomado: de 85.028 VPO que se hacían en 1997 se pasó a 68.587 en 2008, 58.308 en 2011, 15.046 en 2014 y…6.615 en 2019, según los datos de Fomento

El otro camino, más rápido, es facilitar la promoción privada de viviendas para alquiler. Y ahí es donde entra la nueva medida aprobada, para que Ayuntamientos y autonomías cedan suelo gratis durante 75 años a los promotores privados que hagan viviendas para alquilares asequibles. “Si nos regalan el suelo, que supone el 40% de los costes de una promoción, podríamos ofrecer alquileres a menos de 500 euros en Madrid”, propusieron este mes de enero, durante unas jornadas inmobiliarias. Ahora hay que gestionarlo y movilizar suelo público, sobre todo donde el problema del alquiler es más grave.

En definitiva, que la reconstrucción del país pasa por mantener y aumentar el empleo pero también por facilitar el alquiler a las familias vulnerables, si no queremos que se dispare la pobreza y los desahucios. Y eso obliga a priorizar los alquileres, no con “atajos populistas” de controles sino aumentando la oferta, promoviendo nuevas viviendas para alquilar. Pactar medidas para conseguir 1 millón más de alquileres en 5 años, algo viable. Y eficaz. Porque si hay más oferta de alquileres en el mercado, los precios bajarán seguro.