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jueves, 22 de febrero de 2018

Poco gasto cultural, por educación y renta


La recuperación tampoco llega a la Cultura: el consumo cultural de las familias ha caído un tercio desde 2007, si contamos la inflación. Y el Estado, autonomías y ayuntamientos se gastan en cultura un 33% menos que antes de la crisis. El resultado es desolador: el 40% de españoles no leen nunca, el 60% no pisa un museo, el 77% no va al teatro, el 75% no asiste a un concierto y el 46% no va al cine. Eso sí, estamos enganchados al móvil y a Internet y somos los europeos que vemos más TV, tras Italia: 4 horas diarias. Los que no consumen cultura dicen que no es porque sea cara, sino porque “no tienen interés”. La clave es la educación más que la renta: los que más consumen cultura son los españoles con más estudios. Por eso, los expertos insisten en promover la cultura desde el colegio y gastar más desde la Administración. Porque un país más culto es también un país más próspero


enrique ortega

La crisis hizo caer drásticamente el consumo de los hogares españoles, al desplomarse sus ingresos, que ahora, con la recuperación, todavía son menores que antes de la crisis: 28.200 euros por familia en 2016, aún por debajo de los 32.000 euros de 2007, según el INE. Una caída del 11,8% en el gasto, que no se ha repartido por igual, sino que ha habido partidas donde las familias han restringido más su gasto. Entre ellas, el gasto en cultura: si el récord se dio en 2007, con 374 euros por español, bajó hasta un mínimo de 260,10 euros en 2014, se mantuvo en 2015 y subió hasta 306,70 euros de gasto cultural en 2016 (último año con datos oficiales), una caída del 18,12%, que sitúa el gasto en cultura de los españoles al nivel de 2011. Y si tenemos en cuenta la inflación de estos años (+14,5% entre 2007 y 2016), resulta que el gasto real de los españoles en cultura ha caído casi un 33% en estos diez años.

Pero además, este es un dato “engañoso”. Porque el INE, en la Encuesta de Presupuestos Familiares, incluye en consumo cultural gastos que poco tienen que ver con la cultura. Así, en 2016, casi la mitad de ese “gasto cultural” (el 48%) es gasto en equipos audiovisuales, ordenadores y tabletas, móviles y cuotas de teléfono e Internet, en total 147,18 euros anuales por persona. Otro 22,2% son libros y publicaciones, pero aquí se incluye el gasto en libros de texto, periódicos y revistas, con lo que el gasto en libros no de texto es de 24,30 euros al año por español. Y entrando en lo que se puede considerar “cultura cultura”, quedan dos partidas de gasto: 38,10 euros al año por persona en cine, teatro y otros espectáculos culturales y 3,82 euros anuales en museos, bibliotecas, parques y similares.

En total, 42 euros al año por persona en gastos claramente culturales. El doble de lo que nos gastamos en comprar agua mineral (23,5 euros) o cerveza (27,62 euros), la tercera parte del gasto en fumar (124 euros), menos que lo que gastamos en juegos de azar (60.67 euros) y la séptima parte de lo que gastamos en comer o cenar en restaurantes (281,80 euros anuales), según la Encuesta de Presupuestos Familias del INE (2016). Penoso.

Con este gasto cultural tan bajo, no deberían extrañarnos los datos de hábitos culturales de los españoles, publicados por el INE y el Ministerio de Educación y Cultura que, año tras año, revelan que “pasamos” de la cultura. Vean si no: en el último año (2015, últimos datos oficiales), sólo un 39,4% de españoles fueron a un museo, un 42,8% visitaron un monumento, un 25,6% fueron a una biblioteca, un 62% leyeron, un 23,2% fueron al teatro, un 2,6% a la ópera, un 7% al ballet, un 8,6% a conciertos de música clásica, un 24,5% a un concierto de música actual y un 54% al cine… En todos los casos, curiosamente, acuden más a actos culturales los jóvenes y personas de mediana edad, más las mujeres que los hombres. Y en todas los actividades culturales, la asistencia es mayor en las autonomías más ricas (Madrid, Navarra y País Vasco, más la excepción de Asturias) y entre los que tienen un mayor nivel de estudios. Y consumen también más cultura los que trabajan que los parados y jubilados, sobre todo los que ganan más de 2.000 euros y viven en grandes ciudades.

Un inciso sobre la lectura, al hilo del recientemente publicado Barómetro de la lectura 2017. Ahí se indica que un 65,8% de españoles han leído un libro en el último trimestre, pero hay que restar un 6% que sólo leen por trabajo, con lo que queda un 59,8% de españoles “lectores (que han leído un libro en los últimos 3 meses). O sea que, un 40% de españoles no lee, frente a un 30% de no lectores en Europa. Si contamos los que han leído un libro la última semana, bajamos al 47,7% de los españoles. Y lo peor: han bajado los que leen diariamente o casi todos los días: si en 2012 eran el 31,2%, ahora son el 29,9%. Y aunque globalmente hay más lectores, se compran menos libros (de 10,9 a 9,4 de media). Y ha caído también el préstamo de libros en las bibliotecas, que sólo pisan el 25,6% de españoles. Otra vez, los más lectores son los jóvenes menores de 25 años y las mujeres. Y algo muy llamativo: cuando se pregunta por qué no leen, los españoles contestan que por falta de tiempo (47,7%) y porque “no le gusta/no le interesa leer” (35,1%) o prefiere hacer otras cosas (18,7%). Sólo un 0,7% de los encuestados dice que no lee “porque los libros son caros”.

Los españoles no van a museos, a bibliotecas, a conciertos, al teatro o al cine, pero pasan muchas horas diarias enganchados al móvil y a Internet. Y ahí, acceden a otro tipo de “cultura online”, aunque la mayor parte del tiempo están subiendo fotos (71,6%), viendo aplicaciones (67,23%), leyendo prensa digital (66,2%) más que viendo contenidos audiovisuales(películas, series, vídeos y música, el 59,5%), libros electrónicos (23,5% internautas), videojuegos (23,3%), cursos de formación (20,3%) o generando contenidos (19,8%), según la última encuesta 2017 del Observatorio de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI). Eso sí, la mayoría de estos contenidos no los pagan: el 80% de las películas que ven, el 89% de la música, el 89,4 % de los libros electrónicos, el 91% de los videojuegos y el 92,4% de la formación. Cada día hay más piratería.

Y además de al móvil y a Internet, los españoles están enganchados a la televisión: 240 minutos de media (4 horas diarias), según  el balance 2017 de Barlovento TV, lo que nos convierte en el segundo país europeo que más ve la tele, tras Italia (4 horas y 45 minutos), según el informe IHD Markit 2016. Es la tercera actividad a la que dedicamos más tiempo al año (2 meses), sólo por detrás de dormir y trabajar o estudiar. Y lo más llamativo es que el 73,4% de españoles mayores de 4 años ve la TV cada día: eso son 32,7 millones de españoles de audiencia media diaria.

La mezcla de menos consumo cultural y más piratería ha hundido a las empresas culturales, una industria que facturó 27.030 millones en 2015 (el 2,5% del PIB), 4.223 millones menos que en 2008, según las cuentas de Cultura. Por el camino han aumentado las empresas (hay 114.099, 2.500 más que en 2008) pero se han perdido 46.500 empleos (había 544.700 empleos en la industria cultural española en 2016, un 3% del empleo total).

Las Administraciones públicas no han ayudado a la cultura en estos años de crisis, sino que han hecho recortes muy drásticos que han agravado la situación. Así, si en 2008, el gasto público en Cultura era de 7.111 millones de euros, cayó a 5.779,2 millones en 2011 y a 4.770,6 millones en 2015, último año con datos oficiales. Eso supone una caída del gasto público en Cultura del -33%, la mayor  por detrás de Grecia (-40%) en Europa, donde el gasto cultural cayó de media un 2% durante la crisis, aunque subió en Francia y Alemania. Con los últimos datos disponibles (2014), España es uno de los países con menos gasto público en cultura: 91,74 euros por habitante frente a 113,54 euros en la UE-28 o los 123,74 euros en la zona euro. Y muy alejados del gasto público en Cultura de la Europa del norte (256 euros/habitante en Dinamarca, 200 euros en Suecia o 162 euros en Finlandia). Y en 2015, este gasto público cultural suponía el 0,4% del PIB en España, más que Reino Unido (0,3%), igual que en Alemania o Italia y menos que en Francia (0,7%) o Suecia (0,5% del PIB).

El menor recorte en Cultura lo han hecho los Ayuntamientos, aunque al ingresar menos por el “ladrillo” también gastan ahora menos en actos culturales: de gastar 3.907 millones en 2008 han pasado a gastar 2.654 millones en 2015 (-32%), según los datos del Ministerio de Cultura. Pero esta cifra es engañosa: la mayor partida de “gasto cultural” de los Ayuntamientos (611,5 millones en 2015) es para “fiestas populares y festejos”. O sea que destinan a encierros y verbenas más del doble de lo que gastan en bibliotecas (307,3 millones) y museos (372 millones)… El mayor recorte en Cultura (-49%) lo han hecho las autonomías (de 2.129 millones en 2008 a 1.080,93 en 2015), donde las que más gastan son Navarra (51,5 euros por habitante), País Vasco (49,6) y Extremadura (43 euros) y las que menos Canarias (7,3 euros por habitante), Aragón (12,5) y Madrid (12,8). Y el Estado central ha pasado de gastar 1.075 millones (2008) en Cultura a 672 millones en 2015 (-37,4%).

Bueno, el panorama parece claro: somos un país poco interesado en la Cultura y las autoridades ayudan cada año menos. Algunos piden bajar el IVA y el coste de la cultura, pero no parece que esté ahí el problema. Cuando se pregunta a los españoles, en la Encuesta de hábitos culturales 2016, por qué no van al teatro, a los conciertos, a las bibliotecas, a los museos o al cine, la respuesta mayoritaria es que “no tienen interés”. Y la segunda, la falta de tiempo. Sólo en el cine, la respuesta más utilizada (28,9% de los encuestados) es “porque es muy caro”. Son unas respuestas muy evidentes.

Ahondando en esta razón primordial, la “falta de interés”, un reciente estudio del Observatorio de la Caixa revela que la clave para el consumo cultural no es el precio sino la educación. Profundizando en los datos del INE, el estudio revela que, para cualquier nivel de renta, son los individuos con más nivel de estudios los que asisten con más frecuencia a actividades culturales. Así, en los museos o bibliotecas, los que tienen sólo formación primaria acuden un 13,2%, los que tienen secundaria un 31,9% y los universitarios un 59,7%. Lo mismo en la asistencia a espectáculos, desde conciertos al teatro: 12,18%, 31,18% y 55,76% entre los universitarios. E incluso entre los que van al cine: acuden un 12,5% de los que tienen sólo educación primaria y el 68,41% de universitarios. En definitiva, señala el estudio, la renta cuenta para consumir más o menos cultura, pero cuenta mucho más el nivel educativo que tengan las personas. Es el factor más relevante para gastar en Cultura.

Estas conclusiones son decisivas para plantearse cómo aumentar la Cultura de los españoles: la clave es mejorar su formación. Promover el interés por la cultura desde la infancia, en el Colegio, el Instituto y la Universidad, con ayuda de las familias y educadores. Hacen falta planes para fomentar la lectura, el teatro, la música, la danza y el cine en la enseñanza, con ayuda de los medios públicos de comunicación (no hay programas de teatro ni de libros en TVE ni en las cadenas públicas autonómicas). Y en paralelo, aumentar los recursos públicos para fomentar la Cultura, sobre todo en los barrios y pueblos, trasvasando el dinero de festejos populares a "cultura de verdad" (algo a lo que no se atreven los alcaldes).

Otra vía de promoción de la Cultura es recabar apoyo de las empresas, con una Ley de Mecenazgo (prometida para 2013 y que ahora el Gobierno anuncia para antes de 2020) que facilite fiscalmente las inversiones culturales de empresas y particulares (como hace muy bien Francia). Y luchar más eficazmente contra la piratería (que afecta al 87% de los contenidos), mientras se aprueba un Estatuto del artista y creador, para estabilizar su trabajo (el 30% no tienen un sueldo fijo y sus ingresos son muy precarios). Y una mayor coordinación cultural entre el Estado, las autonomías y ayuntamientos, porque cada uno “va a su aire”.

También se puede pensar en bajar el IVA a la Cultura (que Rajoy subió en 2012 del 8% al 21%), porque es más alto en España que en la mayoría de Europa (5,5% en Francia, 7% en Alemania, 9% en Irlanda, Grecia y Finlandia, 12% en Italia, 13% en Portugal o 20% en Reino Unido). Pero ojo: recordemos que el precio no es la razón de que haya poco consumo cultural (salvo en el cine) y que bajar el IVA a todos beneficia más a los que más ganan, que son los que suelen tener más formación y más cultura consumen. Quizás sería mejor dedicar lo que íbamos a gastar en bajar el IVA cultural a fomentar la cultura en la educación. Y sobre todo, a fomentar la cultura online, con mejores contenidos, entre las generaciones jóvenes

Algo habrá que hacer, porque la caída del gasto en Cultura es un mal indicativo para todo y también para la economía: un país culto es un país más eficiente y con mejor nivel de vida. Debería intentarse un gran Pacto por la Cultura, entre el Estado, autonomías, Ayuntamientos, empresas, centros de enseñanza, telecos y empresas de Internet, políticos y familias, con más recursos públicos y con un Plan de acción a medio plazo. La Cultura es clave para mejorar nuestra vida.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La Cultura no se recupera


Estos días de Navidad hay más tiempo para el ocio, pero los españoles tienen bastante descuidada la Cultura: el 36% no lee nunca, el 67% no va a un museo, el 77% no va al teatro, el 75% no asiste a un concierto y el 46% no va  al cine. Sólo gastamos en cultura 71 céntimos al día, un 30% menos que antes de la crisis. Y el Estado, las autonomías y Ayuntamientos también gastan hoy en Cultura un 31,4 % menos que en 2008, cuando España era el país europeo que más había aumentado su gasto cultural, de la mano del ladrillo. Esto ha hecho que se pierdan empleos y facturación en la industria cultural, que pide medidas urgentes para despegar, desde la bajada del IVA a una Ley de Mecenazgo y luchar contra la piratería. También urge un Pacto político para invertir más, porque un país más culto es un país más próspero, como demuestra el norte de Europa. Apostemos por la Cultura.
 
enrique ortega

La “burbuja del ladrillo” y sus enormes ingresos para Ayuntamientos y autonomías alimentó también una enorme “burbuja cultural” en España, a finales de los 90 y primera década del siglo XXI: no había ciudad importante que no financiara exposiciones, conciertos, bibliotecas y teatros, aunque también con abusos ligados al ladrillo (auditorios, museos y grandes monstruos pseudoculturales proliferaron como hongos por toda España). De hecho, entre el año 2.000 y 2010, España fue el país europeo donde más creció el gasto cultural, nada menos que un 91%, rozando los 7.000 millones de gasto en 2010 (casi 4.000 de los Ayuntamientos).

Pero en esto llegó la crisis y el gasto en Cultura fue el primero que sufrió la tijera de los recortes, desde el Estado central al más pequeño Ayuntamiento. Y así, si en 2008 se dedicaron al gasto público en Cultura 7.111 millones (3.907 de los Ayuntamientos, 2.129 de las autonomías y 1.075 millones del estado central), en 2011 el gasto cultural público ya había caído a 5.837 millones (-17,9%) y en 2015, tras los duros recortes de Rajoy y sus dirigentes autonómicos y locales, el gasto público cultural había caído ya a 4.877 millones (672 millones del Estado central, 1.050 de las autonomías y 3.155 millones de los Ayuntamientos), según datos oficiales del Anuario de Estadísticas Culturales 2016. Eso significa que la Cultura ha perdido con la crisis 2.234 millones de dinero público, un 31,4%, la mayor caída entre todos los países europeos, cuyo presupuesto cultural sólo cayó un 3,5% (UE-28).

En paralelo, las empresas y los particulares también han recortado drásticamente su gasto en Cultura con la crisis. Primero, las grandes empresas españolas y los bancos, que apoyaban muchos eventos culturales como parte de su política de imagen y promoción pública. Pero sobre todo, el recorte se ha notado con la crisis de las Cajas de Ahorro, cuya Obra Social ha pasado a ser testimonial, tras haber desaparecido o ser absorbidas la mayoría de las 45 Cajas de Ahorro existentes en 2008. Y también ha caído drásticamente el gasto cultural de las familias españolas: si en 2008 gastaban en Cultura 16.963 millones (el 3,1% de su presupuesto), en 2015 han gastado 11.969 millones, 5.000 millones menos, un 19,4% menos, según datos oficiales. Y el gasto medio por español en Cultura ha pasado de 372 euros al año en 2008 a 260 euros en 2015 (71 céntimos diarios), un 30% menos.

Con este drástico recorte del gasto en Cultura de los organismos públicos, empresas y bancos más las familias, la industria cultural se desplomó con la crisis: si en 2008 aportaba a la economía 31.253 millones de euros (el 2,8% del PIB), en 2015 ha aportado 27.030 millones (el 2,5% del PIB), 4.223 millones menos. Y eso se ha traducido en una pérdida de 56.828 empleos desde 2008 en el sector cultural, donde trabajan ahora 515.000 personas (el 2,9% de los ocupados en España), en 112.037 empresas (el 3,5% de todas las empresas españolas), según el reciente Anuario de estadísticas Culturales 2016.

Si antes de la crisis los españoles no destacábamos por nuestros “hábitos culturales”, ahora menos. Los datos que acaba de publicar el Ministerio de Educación y Cultura, en el Anuario de Estadísticas Culturales 2016, son impactantes: el 37,8% de los españoles no ha leído un libro en el último año, el 67% no ha ido a un museo, el 74,4% no ha pisado una biblioteca (ni “virtualmente”), el 76,8% no ha ido al teatro, el 93% no ha ido al ballet, el 91,4% no ha ido a un concierto de música clásica, el 75,5% no ha ido a un concierto de música actual y el 46% no ha ido al cine. En realidad, lo único que hacen masivamente los españoles es escuchar música: lo hizo el 87,2% de la población en 2015. Le sigue la lectura (62,2% de los españoles), aunque el último Barómetro del CIS (septiembre 2016) es demoledor: un 36,1% de los españoles reconoce que no lee nunca o casi nunca y casi la mitad dicen  que no leen “porque no les interesa”… Y la mitad de los que leen no pasan de 4 libros al año (en Finlandia, a la cabeza del informe PISA de educación, la media son 147 libros leídos por persona al año). La tercera actividad cultural favorita de los españoles es ir al cine (54% de la población), que ha recuperado en 2014 y 2015 espectadores (96,1 millones)  y recaudación (575,2 millones de euros), aunque todavía está un 10,8% lejos de la asistencia y recaudación de 2008.

Mientras los españoles no apuestan por las actividades culturales tradicionales, se vuelcan en el “ocio online”, enganchados como estamos a Internet: 31.204.000 españoles mayores de 14 años se conectaron a Internet este pasado noviembre (un 78,6% de la población de esa edad), según el último Estudio general de medios (EGM). La mayoría de los internautas se conectan a la Red para comunicarse con otros, vía WhatsApp (94,5%) o correo electrónico (72,6%), o para informarse de lo que pasa (54,2%) y a la hora de optar por contenidos “culturales”, la mayoría se queda en oír música por Internet (28,7%) o visionar películas y series (22,7%), según el último EGM de octubre-noviembre 2016.

Los internautas, además, se han acostumbrado al ocio y a la cultura gratis por Internet, según el estudio “Navegantes en la Red 2015, elaborado por AIMC a partir de una exhaustiva encuesta a 17.928 internautas. Así, apuestan por el “gratis total” al leer noticias (87,6% de internautas, sólo el 9,9% paga), jugar online (76,2% gratis, sólo 11,3% pagan), descargarse música (87,9% gratis, sólo 5,7% de pago), películas (89,5% gratis, 3,1% de pago) o libros electrónicos (72,1 % gratis, 13,7% de pago). Un dato revelador es que el 60% de los accesos a Webs de música, películas, videojuegos, series, libros y fútbol fueron ilegales, “piratas”, en 2015, según datos del Observatorio de la Piratería, que cifra el valor de lo pirateado en 23.265 millones de euros anuales. Eso sí, está creciendo la TV de pago, por el fútbol y las series, que ya abonan el 45% de internautas.

Pero la gran apuesta de ocio de los españoles es la televisión: este año 2016 veremos una media de 229 minutos DIARIOS de televisión (3 horas y 49 minutos), según la consultora Barlovento. Aunque son 17 minutos menos que en el año récord de 2012 (la audiencia lleva 4 años seguidos cayendo, unos 5 minutos al año), España sigue siendo el 2º país de Europa que ve más horas de televisión, tras Italia (4 horas y 40 minutos), por delante de Francia (3 horas y 44 minutos) y Reino Unido (3 horas y 7 minutos), según el informe IHS Markit 2015. Con todo, lo más llamativo es que el 73,4% de los españoles mayores de 4 años ve la televisión cada día y eso son 32.677.000 españoles de audiencia media diaria. Y si sumamos todo el tiempo que pasamos al año delante de la tele, resulta que son 59 días, casi 2 meses al año, la 3ª actividad a la que dedicamos más tiempo tras dormir, trabajar o estudiar…

Somos “teleadictos” e internautas enganchados al ocio gratuito, pero no apostamos por la Cultura, salvo la que sea gratuita o “espectáculo” (conciertos y grandes exposiciones). Cara al futuro, los expertos creen que el ocio y la cultura serán cada vez “más digitales” y su motor serán los jóvenes (menores de 35 años), según el informe “Global Entertainment and Media Outlook 2016-2020”, elaborado por la consultora PwC. Las industrias culturales, desde el cine o la música al libro, tendrán que apostar por modelos de negocio “híbridos”, digitales y físicos, con auge de los servicios de “streaming” (visualización sin descarga) y suscripción digital (pago por servicios a la carta, desde música a series). Y de aquí a 2020, el informe augura los mayores crecimientos a la industria de la televisión de pago (+4,9%), la radio (+3,7%), los videojuegos (+3,2%), las películas de entretenimiento (+2%) y la música (+1,8%), mientras caerá la facturación de la prensa (-2,1%) y el mundo editorial (-0,3%).

¿Qué se puede hacer para reanimar la Cultura en España? Lo primero, gastar más desde las instituciones públicas, desde el Estado a las autonomías y Ayuntamientos. Porque también aquí, España gasta menos en Cultura que la mayoría de Europa: 91,74 euros por habitante (2014), frente a 113,54 euros en la UE-28 y 123,74 euros por habitante en la UE-15, según el estudio “El estado de la Cultura en 2016”, de la Fundación Alternativas. España sólo gasta más en Cultura que otros paises de la Europa del sur, como Italia (74,15 euros por habitante), Portugal (39,28 euros) y Grecia (16,67 euros por habitante), pero está muy alejada del gasto en Cultura de la Europa del norte, desde Dinamarca (gasta 256 euros por habitante) a Suecia (200 euros) o Finlandia (162 euros), los paises con mejor educación (Informe PISA) y mayor nivel de prosperidad e igualdad en Europa. No debe ser casualidad.

El sector cultural ha hecho de la bajada del IVA su principal reivindicación: la Cultura paga en España el 21 % desde que el Gobierno Rajoy (septiembre de 2012) subió el IVA anterior del 8%, salvo para la prensa y los libros en papel (en 2017, también los libros digitales y la prensa online pagarán el IVA reducido del 4%). Y eso contrasta con otros paises europeos, donde el IVA cultural es mucho más bajo: 5,5% en Francia, 6% en Holanda, 7% en Alemania, 9% en Irlanda, Grecia y Finlandia, 10% en Austria, 12% en Italia, 13% en Portugal o 20% en Reino Unido. Está claro que bajar el IVA del 21 al 10%, por ejemplo, ayudaría a reanimar el gasto cultural, pero hay que dejar claro que si ha caído tanto no ha sido por el IVA, sino por la crisis, que ha recortado el gasto público y el de las familias. El cine, por ejemplo, perdió 13,6 millones de espectadores entre 2008 y 2012, antes de subir el IVA. Y las artes escénicas (teatro, danza y género lírico) perdieron otros 6,1 millones de espectadores esos años.

Junto a la bajada del IVA, el sector cultural ha presentado una serie de propuestas para reanimar la Cultura, incluidas en el Libro Blanco de la Cultura presentado en mayo de 2016. Entre ellas piden una Ley de Mecenazgo (prometida para 2013 por el PP) para facilitar las inversiones culturales de empresas y particulares (como hace muy bien Francia), medidas más rigurosas contra la piratería (el 87,48 % de todos los contenidos consumidos en 2015 eran ilegales, según los datos del último Observatorio de la Piratería), la aprobación del Estatuto del artista y creador (el 30% de los que trabajan en el sector no tienen un sueldo fijo: son autónomos o viven de ingresos irregulares muy bajos), el que los creadores jubilados puedan trabajar y a la vez cobrar pensión (el nuevo Gobierno Rajoy dice que se lo va a permitir) y una mayor coordinación entre administraciones a la hora de promover la Cultura. Además, habrá que resolver el pago del canon digital, una compensación a los creadores por copias privadas, que se pagaba en los Presupuestos, algo que han declarado ilegal los Tribunales. Y el Gobierno Rajoy está pensando que esta compensación (entre 80 y 100 millones de euros) salga de un recargo al comprar los móviles (lo más fácil) y dispositivos de grabación (incluidos discos duros).
Al final, se trata de alcanzar otro amplio acuerdo político y social, un Pacto por la Cultura, para facilitar que los españoles lean más, vayan más al cine, al teatro, a los conciertos y a los museos, no se limiten a estar enganchados a Internet y apalancados ante el televisor. Eso pasa por más medios y también por educar a los jóvenes en la Cultura, desde el colegio a la Universidad. Y apostar por un país más culto, porque los paises que lo son resultan ser también más productivos y con mejor nivel de vida. Mejorar la Cultura es mejorar la Economía.

jueves, 30 de octubre de 2014

La cultura, en grave crisis


El Congreso ha aprobado esta mañana la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, un intento de afrontar dos graves problemas que tiene la cultura: la piratería y el reparto de los derechos de autor. Pero esta llamada Ley Lasalle (apoyada sólo el PP) no contenta a casi nadie y se aprueba sólo para un año: después, el Gobierno (¿seguirá?) dice que hará otra Ley. Entre tanto, el mundo de la cultura ha lanzado un SOS, tras cinco años de dura crisis: han perdido un tercio de sus ingresos y espectadores (y algunos, más). La culpa está en la caída de ingresos familiares, el recorte de ayudas públicas, la subida del IVA cultural y la piratería, que se come cinco veces el negocio legal. Pero también hay otra causa: el cambio de hábitos de los españoles, sobre todo los jóvenes, enganchados a Internet, las redes sociales, los videojuegos, la música y el cine pirateados. Hay que replantearse la cultura en la Red.
 
enrique ortega

El mundo de la cultura acaba de lanzar un preocupante SOS: han perdido un tercio de sus ingresos y espectadores (y algunos, más) en los últimos cinco años, según el Anuario de la SGAE 2014. El ranking de la crisis cultural lo encabeza el vídeo (-69,2% de recaudación), seguido de la danza (-50% ingresos y -42,4% espectadores), la música grabada (-56,2% de ventas), los videojuegos (-46,8% de facturación), la ópera (-45% ingresos y -41,8% espectadores), el cine (-20% recaudación y -28,9% espectadores, que son la mitad que en 2001), la música en directo (-19,2% ingresos y -33,2% espectadores), la música clásica (-18% ingresos y -17,2% espectadores) y el teatro (-15,8% recaudación y -33% espectadores). Unos datos demoledores para la industria cultural, que mueve 35.000 millones al año en España, con 100.000 empresas y 450.000 empleos.

La primera causa de esta crisis cultural es la caída del gasto de las familias: desde 2008, el gasto de los españoles en cultura y espectáculos ha caído un 29,5%, según el INE, el tercer mayor recorte en el gasto familiar tras la ropa (-30,6%) y mobiliario/gastos de vivienda (-30,2%). Pero como la cultura es una industria muy subvencionada, ha tenido mayor impacto negativo el recorte de las ayudas privadas y públicas (Estado, autonomías y Ayuntamientos). Sólo el Estado ha reducido su Presupuesto en Cultura a casi la mitad: de 1.198 millones (2010) a 716,40 (2014). Por poner un ejemplo ilustrativo, las subvenciones al cine han caído a casi un tercio: de 89,3 millones (2010) a 33,7 (2014). Y encima no las pagan a tiempo: Wert debe todavía 42 millones de subvenciones a películas estrenadas desde 2011.

La puntilla a estos recortes fue la subida del IVA a la cultura, del 8 al 21%, en septiembre de 2012, encareciendo de golpe las entradas (48,2 millones sólo en 2013) y retrayendo más a los espectadores. Con ello, España tiene el IVA cultural más alto de la zona euro, muy por encima de Alemania (7%), Francia e Italia (10%). El ministro Montoro medio prometió que iba a bajarlo con la mini-reforma fiscal, pero no lo ha hecho. Sólo tuvo “un detalle” con los marchantes y galeristas, al rebajar el IVA del arte del 21 al 10% en enero. Y tampoco han aprobado la ley de Mecenazgo, prometida por el propio Rajoy en 2010: se han limitado a ampliar algo las desgravaciones a las donaciones culturales, tanto a particulares (del 25 al 30%) como a empresas (del 35 al 40%). Muy lejos de las desgravaciones a la cultura en Francia (66% particulares y 60% empresas), Italia (100% empresas), Reino Unido (70%) o USA (100%).

Con todo, el problema más grave que tiene la cultura en España es la piratería: un 51% de los internautas (son 25 millones) reconoce que piratea películas (43%), música (28%), libros (15%) o videojuegos (10%), según la última encuesta del Observatorio de la Piratería. Y el valor de toda esta cultura pirateada ascendió a 16.136 millones de euros en 2013, más de cinco veces el negocio de la industria cultural legal (3.096 millones). Y han hecho un cálculo: si no hubiera piratería y estos internautas compraran  sólo una parte (el 8%) de lo que descargan ilegalmente, la industria cultural podría vender un 43% más (otros 1.326 millones), crear 26.652 nuevos empleos (1 por cada 2 que hay) y recaudarse 526,2 millones extras, entre IVA (la mitad), IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social. Impresionante.

En definitiva, la piratería se come la mitad del negocio cultural, amenazando con colocar a España en las listas negras de la piratería mundial (Lista 301). Para evitarlo, el Gobierno Rajoy ha aprobado hoy en el Congreso (sólo con los votos del PP) la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI), que permite actuar con más dureza contra webs con contenidos protegidos  y también contra Webs de enlaces, amenazándoles con aplicarles el nuevo Código Penal (hasta 6 años de cárcel) y multas de 150.000 a 600.000 euros. Y sólo en última instancia se puede solicitar el bloqueo del servicio a los proveedores de Internet, aunque la mayoría de servidores están fuera de España.

La Ley no afecta a los internautas de a pie (los que bajan contenidos piratas) sino que va contra “los traficantes” de material protegido con derechos de autor, que hacen negocio con la piratería. Pero no convence a la industria cultural, porque creen que se queda corta, por falta de medios e independencia (depende de Cultura) de la Comisión contra la piratería. Además, denuncian que no se incluya en la Ley a los motores de búsqueda (los internautas dicen que acceden a la mitad de lo que piratean a través de Google) ni contemple el bloqueo inmediato de webs con contenidos piratas, sólo como último recurso.

El otro gran tema de la Ley Lasalle es la compensación por los derechos de autor. La Ley confirma la supresión del canon digital (cantidad que se pagaba por la compra de DVds, CDs, memorias, discos duros, móviles y fotocopiadoras, hasta que la suprimió Rajoy en diciembre 2011) y mantiene el sistema de compensación por copia privada, una cantidad que se paga a los creadores como derecho de autor y que sale de los Presupuestos: 5 millones de euros para 2015 (frente a 115 millones que ingresaron los creadores con el canon digital en 2011), una cifra que ha disparado las protestas del mundo cultural. Además, la Ley establece una ventanilla única para el cobro de derechos de autor y da 6 meses para aprobar el método de fijar  las tarifas, que ahora dictan unilateralmente las sociedades de autores y derechos audiovisuales, denunciadas a la CNMC, por abuso. Así, la Ley Lasalle no resuelve el problema clave: la pelea entre los autores y los usuarios de contenidos culturales (radios, TV, webs, empresas comunicación, bares, peluquerías, comercios, plataformas de contenidos…) por ver cuánto pagan y quién y cómo fija las tarifas. Una pelea pendiente para el próximo Gobierno. 

Al final, la Ley Lasalle se considera un parche que no resuelve la grave crisis del mundo de la cultura, que se queja del mal trato del Gobierno Rajoy, por “venganza política”. Y piden una apuesta decidida por la cultura, como en Francia, con más ayudas públicas y privadas (favoreciendo el mecenazgo), la rebaja del IVA cultural, una lucha decidida contra la piratería y una mayor compensación a los creadores por su trabajo (mientras el PSOE defiende volver al canon digital). El Gobierno Rajoy se ha comprometido a preparar otra Ley nueva dentro de un año, para recoger lo que establezca la futura Directiva cultural europea, que se espera para 2015.

Al margen de estos problemas, hay una cuestión de fondo que tiene mucho que ver con la crisis de la cultura: nuestro ocio ha cambiado y no sólo por la crisis sino sobre todo por Internet. Vivimos enganchados a la Red, sobre todo los jóvenes, y eso reduce los espectadores al cine, al teatro, a los conciertos, a los museos y a las bibliotecas. Y cuando no estamos navegando, estamos enganchados a la televisión: son ya 263 minutos al día en 2014, lo que supone 62 días, más de 2 meses al año. Y los adictos a Internet si ven una película, oyen música o leen un libro, la mayoría no consumen cultura de pago, se apuntan a contenidos piratas, al gratis total. Y así, oscurecen el futuro de nuestros creadores.(ver anuncio "Nada es gratis")

Hay un hecho evidente: la cultura pasa por Internet y esto obliga a un cambio radical en el negocio cultural, fomentando plataformas de contenidos legales a precios accesibles. Urge hacer una profunda reconversión en la industria cultural, reduciendo costes desorbitados en el marketing y la distribución y aumentando los ingresos de los autores. Y hay que buscar un gran pacto entre creadores, distribuidores y usuarios para conseguir  cultura a precios asequibles que garanticen la supervivencia de los creadores. Si no, con el gratis total y los grandes negocios de márgenes millonarios, cada vez habrá menos cultura de verdad. Y perderemos todos.