jueves, 28 de octubre de 2021

EPA septiembre 2021: empleo pre-pandemia ya

Ahora hay 64.100 personas más trabajando en España que antes de la pandemia, según la EPA del tercer trimestre, publicada hoy. Gracias a que se ha creado mucho empleo este verano (+ 359.300), sobre todo por el turismo, que se suma al empleo récord del 2º trimestre (+464.900). Y también baja el paro (-127.100), pero menos, porque aumentan más los que buscan trabajo, sobre todo jóvenes. Ya han salido de la crisis los trabajadores mayores de 45 años y 10 autonomías, aunque no los jóvenes ni Madrid, Canarias, Aragón, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Navarra y la Rioja, que tienen aún menos ocupados. Pero tenemos dos problemas serios: el 89% del empleo que se crea es temporal y casi la  mitad de los parados no cobran subsidio. Hay que reforzar la ayuda a los parados y mejorar su formación, modernizando las oficinas de empleo, que no les recolocan. Y mejorar las políticas de empleo, ahora que tendrán un 33% más fondos que en 2020. Hay que volcarse en el empleo.

Enrique Ortega

El verano suele ser un buen trimestre para el empleo, por la mayor actividad en el turismo y la hostelería. Y este año se ha cumplido la norma, con una creación de 359.300 empleos en el tercer trimestre, según la EPA publicada hoy por el INE. Es la mayor creación de empleo en los últimos veranos (+69.400 en 2019 y +183.900 en 2018), salvando la excepción del verano de  2020, en que el empleo tuvo un aumento histórico (+569.600 ocupados), porque España salía a finales de junio del confinamiento y la actividad se disparó ese verano. Con ello se afianza la recuperación del empleo, con una creación de +1.423.800 empleos en los últimos 15 meses (junio 2020- septiembre 2021), un aumento que compensa ya el empleo perdido en lo peor de la pandemia (-1.359.700 empleos entre diciembre 2019 y junio 2020). En resumen, que tenemos 64.100 personas más ocupadas que antes de la pandemia, aunque recordemos que hay 239.230 trabajadores “aparcados” en ERTEs. Y más de 20 millones de españoles trabajando (20.031.000), algo que no se veía desde finales de 2008.

En el tercer trimestre de 2021, la ganancia de empleo ha sido gracias a los servicios (+377.200 empleos creados), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también ha creado bastante empleo la industria (+63.000) y los han perdido la agricultura (-49.600) y la construcción (-31.200), creándose muchos más empleos en el sector privado (+314.800)  que en el público (+44.500), según la EPA. Y sorprende que la mayor creación de empleo se haya dado en las mujeres (+185.400 frente a +173.900 en los hombres) y entre los más jóvenes (+67.000 nuevos empleos entre 16 y 19 años y +132.400 entre 20 y 24 años). Y por autonomías, el empleo ha crecido en el 2º trimestre en casi todas (salvo Andalucía y La Rioja), pero más en Cataluña (+62.300 ocupados), Canarias (+50.000), Baleares (+47.900), Galicia (+35.800) y Comunidad Valenciana (+34.600).

No todos los grupos, sectores y regiones han recuperado ya el empleo anterior a la pandemia. Por sexos, los hombres no han  recuperado aún el empleo de finales de 2019 (trabajan         26.100 menos), pero las mujeres sí tienen más empleo que en 2019 (+90.200 ocupadas). Y por edades, hay más jóvenes de 16 a 24 años trabajando que en 2019 (+105.500), pero hay menos trabajando de 25 a 44 años (-437.700) y más trabajando con más de 45 años (+397.300), los menos afectados laboralmente por la pandemia.  Y hay ya mucha más gente trabajando  en los servicios (+122.400) y la construcción  (+97.000), aunque menos que en 2019 en la industria (-35.600) y  en el campo (-32.400). Y destaca también que 10 autonomías tienen ya más gente trabajando que en 2019, mientras las otras 7 no han recuperado el empleo pre-COVID: Canarias (-62.000), Madrid (-45.200), Comunidad Valenciana (-22.900), Castilla y León (-6.300), Navarra (-2.500), Aragón (-2.100) y la Rioja (-300 ocupados).

La importante mejora del empleo en el tercer trimestre de 2021 (+359.300) no se ha traducido toda en una bajada del paro (-127.100 parados) porque en paralelo han aumentado los españoles activos, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” han aumentado en 232.200 personas, impidiendo bajar más las cifras del paro. Es un proceso que se ve trimestre a trimestre (hay 547.900 personas más buscando trabajo que hace un año). Y ya hay más adultos “activos” (trabajando y buscando trabajo) que en 2019: 23.447.700 frente a 23.158.800 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo mismo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.

El  paro ha bajado en el 3º trimestre (-110.100 personas), pero ha sido sólo en la industria (-18.800), los que perdieron su empleo hace un año (-171.200) y entre los que buscan su primer empleo (-28.500), porque ha aumentado el paro en los servicios (+42.100), la agricultura (+28.700) y la construcción (+20.600), porque hay más gente buscando trabajo ahora que sube el empleo. El paro ha bajado más entre las mujeres (-95.100) que entre los hombres (-32.000.Baja mucho más entre los mayores de 25 años (-119.500 parados entre 25 y 54 años), menos entre los más jóvenes (-65.500), subiendo sólo entre los mayores de 55 años (+65.500 parados).  Por autonomías, el paro baja más en Cataluña (-51.900), Baleares (-28.400), Castilla y León (-27.600) y Galicia (-25.700) y sube en 6 autonomías, destacando los aumentos en Andalucía (+41.100) y Murcia (+13.800 parados), según la EPA.

La cifra total de parados se sitúa en 3.416.700 desempleados, con una tasa de paro del  14,57%, todavía muy lejos de la tasa de paro europea (6,8%) o alemana (3,6%). Y baja unas centésimas la tasa de paro de los jóvenes (menores 25 años), al 31,15% (16,2% en la UE-27). Hay otros datos también muy  preocupantes. El primero, que hay 1.122.100 hogares con todos sus miembros en paro (+108.900 que antes de la pandemia). El segundo, que seguimos con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa” : Ceuta (27,07%), Canarias (23,89%, un 5% más de paro que antes de la pandemia) Andalucía (22,41%, un 2% más que en 2019), Melilla (19,4 %, un 7% menor) y  Extremadura (17,92%, un 6% menos que en 2019). Y las 6 regiones que tenían un paro inferior al 10% en 2019, lo han empeorado con la pandemia, sobre todo La Rioja (del 9,89% de paro a 12,21% hoy), Madrid (del 9,99% a 11,84% ahora) y Baleares (del 9,91% al 10,57%), empeorando también bastante el paro en la Comunidad Valenciana (del 14,13% al 16,12%). Y el tercero, que aumentan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.638.600, el 48% de los parados (eran 1.387.000, el 43,5% a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En agosto de 2021, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.977.033 desempleados: casi la mitad (46,3%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 839,6 euros de media y el resto (53,7%) cobraban un subsidio asistencial de 451,92 euros. Pero en esta cifra están incluidos los 239.230  trabajadores que están en ERTE y cobran las tres cuartas partes de su sueldo del SEPE. Así que, en realidad, sólo 1.737.803 parados cobra algún subsidio, el 50,86% de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (49,14%) no cobran ninguna ayuda pública, cuando en 2019 eran sólo el 38,5%. Así que la pandemia nos ha traído más paro, pero ahora son menos los que reciben ayuda, porque muchos llevan demasiado en paro y se les ha agotado el subsidio. De hecho, CCOO denuncia que un 40% de los parados inscritos en el SEPE con experiencia laboral (han trabajado antes) no cobran ninguna ayuda por desempleo.

En los últimos 21 meses (diciembre 2019–septiembre 2021), con la pandemia, el paro ha crecido en +224.800 desempleados y la tasa de paro sube del 13,78% al 14,57%, según la EPA, sobre todo entre las mujeres (+123.400 frente a 101.400 parados más los hombres), entre los que tienen de 25 a 54 años (+44.200) y los jóvenes de 20 a 24 años (+37.800), entre los que perdieron su empleo hace un año (+285.400 parados) y los que buscan su primer empleo (+45.800 parados). Hay  menos parados que antes de la pandemia en los servicios (-82.000), la industria (-28.800) y la construcción (-6.000), pero más parados en el campo (+10.400). Por autonomías, el paro ha bajado con la pandemia en Murcia (del 16,08 al 14,65%) y Extremadura (del 23,48 al 17,92%),  subiendo sobre todo en Baleares (del 9,91 al 10,57%), Canarias (del 18,78 al 23,89%), Cataluña (del 10,45 al 10,92%), Madrid (del 9,99 al 11,84%), y la Comunidad Valenciana (del 14,13 al 16,12%), según la EPA.

La pandemia ha afectado más negativamente a España que a la media de Europa, en una mayor pérdida de empleo pero con un menor aumento del paro, según refleja la EPA y las estadísticas de Eurostat de junio 2021. Así, el empleo cayó en España un -1,3% en 18 meses (diciembre 2019-junio 2021), mientras en la UE-28 caía sólo un -0,4%, en Italia un -1% y en Alemania un 2,2%, aumentando el empleo sólo en Francia (+1,3%). Y el paro ha aumentado en España (diciembre 2019-junio 2021) un +0,3%, una subida del desempleo menor que en la UE-27 (+0,6%) y que en Alemania (+0,4%), Francia (bajó un 0.4%) o Italia (-0,5%), debido a que aquí ha habido en el último año y medio menos personas que se han apuntado al desempleo, menos “activos” (más “desanimados”) porque veían muy difícil encontrar empleo. Eso sí, el paro juvenil (menores 25 años), doble en España que en Europa, ha aumentado más en el último año y medio: +3% en España frente a +2,1% en la UE-27.

Ahora, todo apunta a que seguirá mejorando el empleo en España, si se asienta la recuperación en el 4º trimestre, con un mayor crecimiento que el del último medio año (+1,1 % en el 2º trimestre y una previsión de 2,7% en el 3º, según el Banco de España), un horizonte lastrado por la alta inflación (5,5% anual, la más elevada desde 1992) y los problemas de abastecimiento y materias primas de muchas empresas. Pero de momento, parece que el empleo aguanta y la Seguridad Social espera 100.000 nuevos empleos en octubre, un aumento de la afiliación mayor  que el de agosto (+76.541) y septiembre (+82.184 afiliados).

El problema de fondo es la mala calidad del empleo que se crea. En los 9 primeros meses de 2021 se han firmado 13.788.700 contratos (más de 50 por cada empleo) y de ellos, el 89,42% han sido contratos temporales, por meses, semanas y hasta por días, un porcentaje similar al de los nuevos contratos firmados en la última década (del 90% al 92% temporales). Y en paralelo, un tercio de los nuevos contratos (33,63%) son contratos a tiempo parcial, por horas o días, no porque el trabajador lo quiera sino porque es el único contrato que encuentra (sobre todo mujeres y jóvenes). Con unos empleos tan precarios, los que encuentran un trabajo reciben sueldos más bajos que antes de la pandemia. Y la masa salarial cayó un -5,1% en 2020, el doble en España que en Europa (-2,2%), según Eurostat.

Esta precariedad de los nuevos empleos es la que provoca una tremenda dualidad del mercado de trabajo: tenemos ahora un 26% de trabajadores con contrato temporal (similar al 26.10% en 2019) mientras el 74% restante tienen contratos fijos, con más estabilidad y mejores sueldos (de media ganan un 32% más que los trabajadores temporales, según el INE). Esta es la principal asignatura pendiente de España, lo que exige una verdadera reforma laboral, para fomentar los contratos estables y reducir la precariedad, como nos exige Europa.

La otra gran asignatura pendiente del empleo es conseguir que en España trabaje más gente, que la economía ofrezca más empleo, dado que el modelo económico actual sólo permite emplear al 62,4% de españoles activos frente al 68,2% ocupados de media en la UE-27 y el 75,6% empleados en Alemania, según Eurostat. Eso significa que si tuviéramos la tasa de ocupación europea, en España trabajarían 1.828.000 adultos más. Y si tuviéramos la tasa de empleo de Alemania, conseguiríamos que trabajaran 4.161.000 adultos más que ahora. Lograrlo pasa por conseguir una economía más competitiva y mejorar la productividad, algo que nos va a costar tiempo. Pero hay que empezar poniendo los cimientos, avanzando en dos frentes: mejorar la formación de empleados y parados y destinar más recursos al fomento del empleo. Para 2022, España contará con 7.642 millones, un 33% más dinero que en 2020. Pero habrá que gastarlo bien, en incentivos a la contratación y en formación. Y urge modernizar las oficinas de empleo, que sólo recolocan a un 2% de los parados.

En resumen, hemos superado el bache de empleo de la pandemia, con más gente trabajando que en 2019, pero queda mucho por hacer para tener un empleo y un paro europeo. Hay que consolidar la recuperación y aprobar una reforma laboral que permita crear más empleo y de más calidad, con el apoyo de patronal y sindicatos si queremos que sea eficaz. A ello.

lunes, 25 de octubre de 2021

La pandemia, casi bajo control

Tras 20 meses interminables, la pandemia parece bajo control, aunque con incertidumbres ante un invierno donde se unirá la gripe y nuevas variantes (Delta Plus). De momento, España lleva desde el 6 de octubre con una incidencia “baja”, inferior a los 50 contagios por 100.000 habitantes, el mejor dato en toda Europa. Y han bajado drásticamente las hospitalizaciones, enfermos en UCIs y muertes (30 el viernes). Pero no cantemos victoria, porque los contagios repuntan ligeramente en los últimos 10 días, por la mayor movilidad en el puente del Pilar. Y se ha atenuado el ritmo de vacunaciones, complicándose inmunizar a todos los mayores de 40 años (falta poner la 2ª dosis a 1.626.000 personas) y a los más jóvenes (falta inmunizar a  otras 3.184.000 personas de 12 a 40 años). Hay que seguir con mascarilla en interiores y distancia (incluyendo colegios), al menos hasta primavera. No podemos dar marcha atrás, con la recuperación en marcha. Y urge reforzar la atención primaria, destrozada  por la pandemia.

Enrique Ortega

La pandemia en el mundo lleva dos meses mejorando, con una fuerte bajada en los contagios diarios (de 4,6 millones a finales de agosto a 2,9 millones ahora), salvo en Rusia y la Europa del Este. Hoy son ya 243,66 millones de personas contagiadas por COVID 19 en 193 paises, el 3,2% de la población mundial, según la Universidad John Hopkins. El continente más afectado sigue siendo América, con 92,64 millones de contagiados, seguido de cerca por Europa (74,46)) y, a distancia, el sudeste de Asia (43,72), el Mediterráneo oriental (16,20), el Pacífico (9,19) y África (6,12 millones), según la OMS. Por paises, lideran los contagios EEUU (45,44 millones), India (34,18) y Brasil (21,72), seguidos a distancia por Reino Unido (8,81 millones), Rusia (8,11), Turquía (7,85), Francia (7,22), Irán (5,86), Argentina (5,28), Colombia (4,99), Italia (4,74), España (4.997.732 contagiados) y Alemania (4,47 millones).

Los muertos por la pandemia en el mundo también llevan ocho semanas bajando, de 69.500 semanales a finales de agosto a unos 49.000 ahora. Hoy se alcanzan los 4.948.516 muertos por COVID 19 (3 millones de ellos fallecidos este año 2021, el 60% del total), según la Universidad John Hopkins. Casi la mitad de los muertos se han producido en América (2.272.988 fallecidos) y otra cuarta parte larga en Europa (1.394.726 fallecidos), seguidas del sudeste de Asia (686.348 muertos), el Mediterráneo oriental (298.038), África (149.696) y el Pacífico (125.914 muertos), según la OMS. Los paises con más muertos por la pandemia son EEUU (735.941), Brasil (605.644) e India (454.712 fallecidos), seguidos a distancia por México (286,346 muertos), Rusia (226.464), Reino Unido (139.950), Italia (131.826), Colombia (127.067), Irán (125.223), Francia (118.405), Argentina (115.826), Alemania (95.121) y España (87.132 muertos, 36.300 de ellos este año 2021).

En Europa, los contagios por COVID 19 han aumentado en octubre, alcanzando ahora una media de 190 contagios por 100.000 habitantes, según el Centro Europeo de Prevención de Enfermedades (ECDC), que vaticina una subida de la incidencia en las próximas dos semanas, sobre todo en la Europa del Este y Alemania, con bajadas en España, que es hoy el país europeo con menor incidencia: 44,49 contagios por 100.000 habitantes (últimos 14 días) el viernes 22 de octubre, frente a 62 contagios en Italia, 83 en Portugal, 96 en Francia, 172 en Alemania y 894 contagios en Reino Unido, donde la epidemia está descontrolada (tenían 650 contagios hace un mes). Y preocupan los repuntes en la Europa del Este, especialmente en Lituania (1.163 contagios/100.000 habitantes), Estonia (1.086), Rumanía (942), Eslovenia (624), Bulgaria (498) y Hungría (484).

España ha ido reduciendo drásticamente el nivel de contagios de esta 5ª ola, desde el “techo” alcanzado el 27 de julio (701,92 contagios por 100.000 habitantes) a sólo 69 contagios dos meses después (24 de septiembre) y un “suelo” de 40,52 contagios el pasado 14 de octubre. Y a partir de ahí, han vuelto a aumentar los contagios día a día, muy suavemente, probablemente por la mayor movilidad durante el puente del Pilar, alcanzando los 44,49 contagios por 100.000 habitantes el viernes 22 de octubre, según Sanidad. Una incidencia que coloca a España en riesgo “bajo”, aunque hay 6 autonomías en riesgo “medio” (contagios de 50 a 150): País Vasco (69,26), Navarra (61,25), Baleares (59,73), Cataluña (59,46) y Murcia (55,12). Pero también hay otras 3 regiones en situación de “normalidad” (menos de 25 contagios/100.000 habitantes): Galicia (14,14), Ceuta (21,38) y Asturias (24,93).

Los nuevos contagios se producen casi todos (del 85 al 100% de los positivos) por la variante Delta (India), más contagiosa y proclive a la hospitalización. Y siguen contagiándose más que la media los niños (55,51 contagios/100.000 habitantes en menores de 11 años), los jóvenes (48,39 contagios entre 30 y 39 años) y “cuarentones” (49,76 contagios entre 40 y 49 años), según Sanidad. Han vuelto los contagios a los mayores de 80 años (40,13 contagios) aunque son menos graves porque están todos vacunados. Ahora  se están haciendo menos pruebas (PCR y test antígenos), unas 530.000 diarias frente a 717.000 a principios de septiembre, pero han bajado mucho los positivos: son el 2,23% de media (sólo País Vasco, Aragón, Comunidad Valenciana y Murcia superan el 3% de positivos), todos por debajo del 4% que la OMS utiliza como umbral para considerar una pandemia “bajo control”. Eso sí,  la velocidad de transmisión (Rt) del virus ha subido al 0,95 (cada positivo contagia casi a otro), cuando hace un mes era 0,64. Y preocupa que en 6 autonomías supere el 1 (Asturias, País Vasco, Castilla y León, Navarra, Murcia y Comunidad Valenciana).

Esta bajada drástica de positivos y contagiados se traduce en una caída importante de las hospitalizaciones por COVID: de alcanzar un máximo de 10.578 hospitalizados (el 8,90% de las camas disponibles) el 2 de agosto se pasó a 6.245 el 3 de septiembre y a 1.730 este viernes 22. Un 1,41% de ocupación hospitalaria, un “riesgo bajo”, sólo algo mayor en el País Vasco (3,07%), Madrid (2,22%) y Baleares (2,06%), con las otras 16 regiones en situación de “normalidad hospitalaria” (menos 2% camas COVID), según Sanidad. En paralelo, también han caído drásticamente los enfermos COVID en UCIs: de un máximo de 2.031 camas ocupadas el 9 de agosto (el 21,98  % de las UCIS) se pasó a 1.460 el 3 de septiembre y a 435 camas COVID en UCIs el viernes. Un 4,78% de ocupación UCI, que significa “normalidad”, aunque se supera en Cataluña (7,80%), Madrid (7,71%), La Rioja  (7,55%), Comunidad Valenciana (6,99%), y León (6,45%), Aragón (6,36%), Baleares (6,06%) y País Vasco (6,03%), todas en riesgo “bajo” (5-10% de ocupación UCIs).

Estas menores hospitalizaciones y estancias en UCIs se traducen en menos muertes por COVID 19: han pasado de 1.530 muertes la cuarta semana de agosto a  446 muertes la tercera semana de septiembre, 315 la primera semana de octubre y 158 muertes la última semana (viernes 15 al viernes 22 de octubre), con “sólo” 30 muertos el viernes (frente a 44 hace un mes). Las autonomías con más muertos la última semana son Andalucía (+11), Madrid (+9), Aragón (+7), Comunidad Valenciana (+6) y País Vasco (+5), sobre todo personas sin vacunar de más de 40 años y patologías previas. Mientras, en las residencias siguen bajando drásticamente los contagios (de 1.311 la 1ª semana de agosto a 190 semanales ahora) y las muertes (de 172 semanales en agosto a 14 la última semana).

Esta importante mejoría en la pandemia, desde los contagios y hospitalizaciones a las muertes, se debe básicamente a las vacunaciones, que sitúan a España a la cabeza de Europa y del mundo, aunque se han “ralentizado” después del verano, básicamente porque es más difícil “repescar” a los no vacunados y porque sigue habiendo una minoría que no quiere vacunarse. Con los últimos datos de Sanidad (21 de octubre) son ya 37.954.027 personas las que han recibido 1 dosis  (el 80% de la población total y el 90,1% de los que pueden vacunarse) y 37.199.581 personas las que tienen ya las 2 dosis (el 78,4% de toda la población y el 88,3% de los mayores de 12 años, los que pueden vacunarse).

Estas cifras reflejan que todavía hay muchas personas sin vacunar totalmente, lo que alimenta los nuevos contagios, hospitalizaciones y muertes. En total, son 4.811.569 personas mayores de 12 años. Lo prioritario debería ser inmunizar a los mayores de 60 años, donde todavía hay 171.645 personas pendientes de completar las 2 dosis (43.571 tienen entre 70 y 79 años y 128.034 entre 60 y 79 años). Y también completar la vacunación de otras 1.455.522 personas entre 40 y 60 años. El tercer frente es vacunar completamente a los más jóvenes, donde más se concentran los contagios: falta inmunizar a 3.184.699 personas entre 12 y 40 años, siendo la franja con más retraso las personas con 30 a 39 años (faltan 1.502.337), seguidas de lejos por los que tienen de 20 a 29 años (falta inmunizar a  970.422 jóvenes) y los de 12 a 19 años (faltan 711.940).

Habría que centrar los esfuerzos en vacunar antes de Navidad a la mayoría de esos 4,8 millones de personas “pendientes”, sobre todo a los mayores de 60 años, que son más vulnerables. Y acelerar la 3ª dosis de la vacuna de la COVID, junto a la vacuna de la gripe a los mayores de 70 años, lo que va a exigir un tremendo esfuerzo a los centros de salud, porque son 6.864.517 mayores a los que pinchar en los dos brazos. No parece que muchas autonomías estén preparadas para este enorme esfuerzo de intendencia. De hecho, en Madrid anunciaron que se iba a poner la doble vacuna  a los mayores de 70 años desde hoy 25 de octubre, pero los ambulatorios dicen que “no saben nada”.

Esto revela la grave situación de la atención primaria, de los ambulatorios y centros de Salud, “destrozados” tras 20 meses en primera línea de la pandemia. Faltan medios y personal y hay un exceso de cansancio y tensión, sobre todo en las grandes ciudades, con un enorme retraso en la atención a los pacientes no COVID. Baste un ejemplo. He intentado pedir cita con mi médico de cabecera, en un Centro de Salud de Madrid, y por Internet me han dicho que “no hay cita en las próximas 2 semanas”. Y no conseguí que me cogieran el teléfono. Al final, tuve que ir en persona y ser atendido por “una médico de urgencia” sobrepasada…

La situación de la atención primaria post COVID es tan preocupante que Sanidad y las autonomías han acordado aprobar antes de fin de año un Plan de acción para reforzarla, tomando como referencia el Marco estratégico para la atención primaria que se aprobó en abril de 2019 y que no se llegó a aplicar totalmente. Urge poner dinero sobre la mesa y abrir la contratación inmediata de médicos de familia y enfermeras (faltan 9.500 médicos de familia y pediatras para acercarnos a la media europea, además de 20.000 enfermeras), invirtiendo también en nuevos centros de atención primaria en las zonas más colapsadas de las grandes ciudades y en los pueblos de la España vaciada. Si no se hace, será imposible recuperar la atención sanitaria de antes del COVID, que ya era precaria en muchas zonas. Y los españoles lo afrontan contratando un seguro privado de salud: ya lo tienen 11 millones de personas (el 23%), casi medio millón más que antes de la pandemia.

Mientras, es importante no bajar la guardia frente al COVID, que sigue ahí. Eso exige mantener las medidas de prevención, en especial respetar la distancia de seguridad y mantener las mascarillas en interiores (paises que no las utilizan, como Reino Unido, estudian ahora imponerlas). La presidenta de Madrid ha querido de nuevo ser “la abanderada de la libertad”, anunciando que “va a quitar las mascarillas a los niños en los patios de los colegios”. Pero Sanidad le ha recordado que la Ley no lo permite si no se garantiza la distancia de seguridad, lo que la ha obligado a “recular” y admitir que se podrá quitar la mascarilla si se respeta la distancia de seguridad (difícil con los más niños), lo mismo que ya se hace en toda España. Y aunque hay presiones de muchas autonomías para quitar las mascarillas en interiores, los expertos dicen que no debía hacerse hasta la primavera.

Y es que temen ahora que el invierno y la gripe compliquen la pandemia. Y también que el COVID, al reducir su presencia, mute en nuevas variantes más peligrosas. De hecho, en Reino Unido se ha detectado una nueva variante, la Delta plus (denominada AY.4.2.) que supone ya un 6% de los contagios británicos y es 10 veces más virulenta en la transmisión, según los expertos. Y parece que ha llegado ya  44 paises, entre ellos a España (Cataluña dice que ha detectado 5 casos...), aunque no se hacen suficientes secuenciaciones de las pruebas PCR para saber su alcance real.

En resumen, que la pandemia parece bajo control (“casi”), pero todavía hay muchos riesgos, ligados a que todavía no se ha completado la vacunación (quedan 4,8 millones de españoles sin inmunizar), que hasta final de año no habrá una vacuna autorizada para los niños (5.330.968 menores de 12 años, que se pueden contagiar y contagiar a su familia) y que con el invierno y la gripe el COVID podría mutar y ser más virulento. Y hay otro riesgo del que no se habla: fuera de Europa (70% adultos vacunados), la vacunación en el mundo va muy retrasada: sólo un 8% en África, el 55% en Asia y Oceanía, el 60% en Norteamérica y el 65% en Latinoamérica, lo que podría afectarnos muy negativamente si se reducen los controles para viajar. Así que ojo: tenemos que seguir vigilantes y cuidándonos. Por la salud y la economía.

jueves, 21 de octubre de 2021

Temor a otra burbuja inmobiliaria

Un fantasma recorre el mundo: el miedo a que estalle otra “burbuja inmobiliaria”, en EEUU, Canadá, China o media Europa, por la tremenda especulación y subida de precios en el último año (+9,5%), alimentada por la gran liquidez, los bajos tipos de interés y el fuerte ahorro de las familias. El mayor riesgo está en Frankfort, Toronto, Hong Kong, Múnich, Zúrich, Estocolmo, París, Londres, Moscú y Nueva York. No hay ninguna ciudad española en este "mapa de burbujas", aunque aquí los precios de la vivienda también suben mucho: un +3,3% anual en el 2º trimestre, la mayor subida desde 2019. Pero los precios todavía son 21,5% inferiores  a los máximos de 2007. Eso sí, las ventas se han disparado en julio y agosto, con récord desde 2008, por compras de inversores y ahorradores. Ahora, todo apunta a que las ventas  de viviendas seguirán subiendo y también los precios de pisos y alquileres. Y eso agravará el problema actual, donde los jóvenes (y muchas familias) no pueden comprar ni alquilar.

Enrique Ortega

La pandemia parece bajo control en Occidente y la recuperación económica se afianza en EEUU, Europa y medio mundo. Y un síntoma de que la crisis se desinfla es que las ventas y precios de la vivienda, oficinas y locales llevan meses disparados, como no se veía desde 2007, antes de estallar la anterior  “burbuja inmobiliaria”. Así, los precios de la vivienda han aumentado un +9,5% anual (entre el primer trimestre de 2020 y el 1º de 2021) en los 36 paises de la OCDE, la mayor subida en 30 años. Y en Europa, los precios de la vivienda han subido un +7,3% anual en el 2º trimestre de 2021, la mayor subida desde septiembre de 2007 (y un +6,8% en los paises del euro, la mayor subida desde 2006), según Eurostat.

¿Qué explica esta subida histórica de la vivienda? Un cocktail de razones: la tremenda liquidez en todas las economías (tras las inyecciones de dinero y compras de deuda de los bancos centrales, en especial la Reserva Federal  USA y el BCE) y los bajos tipos de interés, que animan a los inversores (Fondos y bancos) y a los particulares a comprar viviendas, oficinas y locales, aprovechando la caída de precios y ventas provocada por la pandemia, confiando en que “el ladrillo es un valor seguro” (¿les suena?) y que hay margen para ganar mucho dinero cuando la economía se recupere. Y como la oferta de viviendas, oficinas y locales estaba muy estancada tras la anterior crisis inmobiliaria, esta fuerte demanda post pandemia ha disparado los precios en medio mundo.

Con ello, se han despertado los temores a que estalle otra burbuja inmobiliaria, como la que provocó en 2008 la anterior recesión. La preocupación es muy evidente en EEUU, Canadá y gran parte de Europa. Y se agravó a finales de septiembre, cuando se temió la quiebra en China de Evergrande, la mayor inmobiliaria del mundo, asfixiada por una deuda de 300.000 millones de dólares y las medidas tomadas por el gobierno chino para frenar la burbuja inmobiliaria en un país donde los precios de la vivienda se han multiplicado por 10 en los últimos 20 años (y donde un piso de 60m2 cuesta 500.000 euros, por la especulación).

Los mayores riesgos de burbuja inmobiliaria se dan a Canadá, Nueva Zelanda y Suecia, según la agencia Bloomberg, pero también les preocupan EEUU (la vivienda se encareció un +18,6% en junio 2021, la mayor subida en 30 años), Noruega, Reino Unido y Dinamarca, seguidos de cerca por Bélgica, Austria y Francia. Otro análisis es el de UBS Group, que ha elaborado un Índice global de riesgo de burbujas por paises (ver mapa), donde indica las 9 ciudades con más riesgo inmobiliario (índice superior a 1,5 puntos): Frankfort (2,16 puntos), Toronto (2,02), Hong Kong (1,90), Múnich (1,84), Zúrich (1,83), Vancouver (1,66), Estocolmo (1,62), París (1,59) y Ámsterdam (1,58 puntos). Hay otro grupo de ciudades con los precios de la vivienda sobrevalorados (Índice de +0,5 a 1,5 puntos) pero sin riesgo de burbuja, como Londres, Moscú, Nueva York, Los Ángeles, Tokio y Moscú. Y sitúa a 3 ciudades con unos precios de la vivienda “razonables” (Índice +0,5 a -0,5): Madrid, Milán y Varsovia.

Como se ve, 6 de las 9 ciudades con riesgo de burbuja inmobiliaria están en Europa. Y los últimos datos de Eurostat reflejan la fuerte subida de precios de la vivienda en algunos paises, muy superior al ya elevado aumento de la UE-27 (subida anual del +7,3% en junio 2021): Estonia (+16,1%), Dinamarca (+15,6%), Chequia (+14,5%), Lituania (+13,3%), Letonia (+12,4%), Luxemburgo (+13,6%), Paises Bajos (+12,8%), Hungría (+11,9%), Austria (+11,7%) y Suecia (+10,9). España es el 2º país europeo donde menos sube la vivienda (+3,3% en el último año), sólo por detrás de Italia (+0,4%) y menos que Francia (+5,7%) y Portugal (+6,6%). Y si analizamos la evolución de los precios de la vivienda en Europa entre 2010 y junio de 2021, han subido en 23 paises (+34% de media en la UE-27, +133% en Estonia, +80% en Suecia o Alemania, +50% en Portugal y +22% en Francia) pero cayeron en otros cuatro paises, los más “escaldados” por la anterior burbuja: Grecia (-28%), Italia (-13%), Chipre (-8%) y España (-3%), según Eurostat.

Así que los precios de la vivienda están subiendo con fuerza en medio mundo y en Europa pero suben menos en España: recordemos, un +3,3% anual en el 2º trimestre de 2021, según el INE, más que en todo el año 2020 (+2,1%), la menor subida en 6 años por la pandemia, pero menos de lo que subió en 2019 (+5,1%) y la menor subida desde 2014 (+0,3%), el primer año en que remontó el precio de las viviendas tras las drásticas bajadas de 2008 a 2013 (-45% de caída tras estallar la burbuja inmobiliaria). Eso quiere decir que aunque ahora la vivienda suba algo más, su precio sigue por debajo del que tenía en 2008, todavía un 21,5% inferior, según los datos del Ministerio de Transportes: 1.649,2 euros/m2 en junio de 2021 frente a un máximo de 2.101,4 euros/m2 a finales de 2008. Eso sí, ha subido un +12,7% desde el precio mínimo que tenía a finales de 2014 (1.463,1 euros/m2).

Los precios de las viviendas están subiendo, en el mundo y en España, porque han aumentado las ventas, porque hay más demanda de viviendas, oficinas y locales, sobre todo de inversores y ahorradores, que comprar buscando una plusvalía futura o alquilarlos. En España, las ventas se desplomaron al estallar la burbuja en 2008 (de 775.300 viviendas vendidas en 2007 a 552.080 en 2008 y un mínimo de 312.593 en 2013) para recuperarse lentamente a partir de 2014 (318.830) y sobre todo en 2018 (517.984) y 2019 (505.467), cuando rozaron las ventas de 2008. Pero llegó la pandemia y las ventas cayeron drásticamente, a 420.238 viviendas en 2020. Ahora, en 2021, con el inicio de la recuperación, las ventas crecen mes a mes, alcanzando las 267.715 viviendas vendidas en el primer semestre, según el INE, ya más que en la primera mitad de 2019 (266.018). Y sobre todo, se han disparado las ventas en julio y agosto, dos meses récord desde 2008.

Esta mejoría de las ventas (49.900 viviendas en agosto, 40.300 de segunda mano y sólo 9.600 nuevas) se explica en buena medida por las compras de inversores (Fondos e inmobiliarias) y de ahorradores, como demuestra que 15.000 de esas ventas se hayan pagado al contado, sin hipoteca. Pero también hay compras de familias, aprovechando que los bancos han abierto la mano con las hipotecas (tienen incluso “una guerra” para robarse clientes) y que los tipos están muy bajos, los menores de la historia reciente: el tipo medio era del 2,54% en julio de 2021, frente al 2,59% en julio de 2019 y el 4,26% que se pagaba por una hipoteca en julio de 2013, según el INE. La consecuencia es que en julio de 2021 se han firmado 35.329 hipotecas, un 36,8% más que el año pasado (pandemia) y más del doble que el peor año de la crisis (17.055 hipotecas firmadas en julio de 2013).

Vistos los datos de subidas de precios, ventas e hipotecas firmadas, es evidente que hay una recuperación de la vivienda en España, una vuelta a la mejoría de 2018 y 2019. Pero no debemos tener miedo a otra burbuja inmobiliaria, según los expertos y los datos. Primero, suben los precios, pero todavía las viviendas cuestan un 21,5% menos que en 2008. Segundo, se venden muchas viviendas (podrían superar las 500.000 este año 2021), pero todavía se venden un tercio menos que en 2007 (775.300). Y se piden muchas hipotecas (35.329 en julio), pero todavía son un tercio menos de las hipotecas que se daban antes de estallar la burbuja inmobiliaria (104.808 en julio de 2007).

Eso no quita que no haya que vigilar de cerca al mercado de la vivienda, para evitar que los precios se disparen a medio plazo y se agrave el riesgo de otra burbuja. Máxime cuando todos los factores apuntan a que los precios de la vivienda seguirán subiendo, en 2021 y más en 2022. Por un lado, va a aumentar la demanda, tanto de especuladores e inversores como de familias, porque se crean 130.000 nuevos hogares cada año. Y por otro, la oferta de vivienda nueva crece menos, una media de 90.000 nuevas viviendas al año. Este déficit de viviendas tensiona el mercado y lo va a tensionar más en el futuro, si se asienta la recuperación, provocando nuevas y mayores subidas de precios. Y hay otros dos factores que van a encarecer el precio de la vivienda, sobre todo las viviendas nuevas. Uno, la subida de las materias primas que utiliza la construcción (la madera, el acero, el cobre o el aluminio, además del cemento, por la subida de la luz) y la maquinaria. Y el otro, la falta de mano de obra cualificada (la patronal dice que necesitan 700.000 trabajadores), lo que puede obligar a las empresas a subir los sueldos y trasladar esos mayores costes a los precios.

La subida de los precios y las ventas de la vivienda son una buena noticia para la economía, en la medida que la construcción es una de las locomotoras del crecimiento (aporta un 5,7% del PIB) y del empleo (1.324.800 ocupados). Pero la subida del precio de la vivienda es una mala noticia para muchas familias, no sólo porque les dificulta más la compra de un piso (al ser más caro), sino porque la subida de las viviendas encarece también los alquileres (los inversores o particulares que compran para alquilar, si ahora tienen que pagar más por el piso buscarán subir el alquiler para mantener su beneficio). De hecho, los últimos datos de Eurostat revelan que los alquileres son hoy un 5% más caros que en 2010 mientras el precio de la vivienda está un 3% por debajo.

Si sube la vivienda más de lo que ha subido ya, y con ello los alquileres, será un problema para muchas familias, en especial para las que tienen ingresos bajos y no pueden pagar ni una hipoteca ni un alquiler. En especial, será un grave problema para los jóvenes: ya hoy, con los precios actuales, los menores de 30 años no pueden comprar ni alquilar en ninguna autonomía, según un estudio del Instituto de la Juventud. Y eso porque su sueldo medio es bajo y tendrían que dedicar un 60% al pago de una hipoteca o el 90% al pago del alquiler, porcentajes que duplican y triplican el máximo recomendable y que vigilan los bancos (que el gasto no supere el 30% de los ingresos). Pero la situación es peor en algunas autonomías: los jóvenes tendrían que destinar el 92% de sus ingresos para pagar una hipoteca en Baleares y del 75 al 65% en Madrid, País Vasco, Canarias y Cataluña. Y más del 100% de sus ingresos para alquilar en Cataluña, Baleares y Canarias, rozando el 100% en Madrid. Tremendo. Y en el caso de los jóvenes de 30 a 34 años, tampoco pueden comprar o alquilar: una hipoteca se lleva de media el 45% de sus ingresos (el 59% en Madrid y el 75% en Baleares, sólo baja al 30% que podrían pagar en Murcia, Extremadura y Castilla la Mancha) y un alquiler supone el 65% (y casi el 80% en Cataluña, Madrid, Baleares y Canarias, no pudiendo alquilar con el 30% de sus ingresos en  ningún lugar).

Todos sabemos que hay un serio problema de vivienda en España pero ahora, con la perspectiva de subidas de precios, en la compraventa de viviendas y en los alquileres, la situación será peor, sobre todo para familias con pocos ingresos y para los jóvenes (incluso hasta los 34 años). Por eso urge un Plan de vivienda realista, no parches populistas asentados en controles de precios. La única manera de frenar la subida de precios, en la vivienda y los alquileres, es actuar sobre la oferta, facilitar la construcción de más viviendas, públicas y privadas, para venta y alquiler. Y eso pasa por facilitar la disponibilidad de suelo público (Ayuntamientos), agilizar las promociones y facilitar financiación suficiente a los promotores (públicos y privados). Hace falta construir más viviendas para frenar la subida de pisos y alquileres y atender a la demanda de jóvenes y familias. Y, en paralelo, facilitar que salgan al mercado las 3,4 millones de viviendas vacías, con incentivos a sus propietarios, no asustándoles para que no alquilen. Tomen medidas sensatas.

lunes, 18 de octubre de 2021

España, a la cola de la digitalización

La pandemia ha sido un curso acelerado de digitalización: todo el día enganchados a Internet, teletrabajando más que nunca y comprando online hasta en la tienda de la esquina. Pero ahora, con la vuelta a la normalidad, se comprueba que tenemos una economía muy tradicional y que lo digital avanza lentamente. El  último ranking internacional (2021) sitúa a España en el puesto 31 del mundo en competitividad digital, sólo por delante de Italia, Portugal y Grecia. Y el último informe DESI 2020, de la Comisión Europea, nos sitúa digitalmente en el puesto 11 en Europa, muy retrasados en formación digital y en el uso de Internet por las pymes. Por eso, la digitalización es una de las prioridades del Plan de recuperación, a la que destinará el 29% de los Fondos europeos (20.300 millones). Digitalizar la economía es, con el clima, uno de los dos grandes retos mundiales de este siglo y España está muy retrasada. Hay que aprobar este examen, para salvar empresas y empleos.

Enrique Ortega

La pandemia, sobre todo el confinamiento, nos hizo a todos “más digitales”. En 2020 se batió el uso de Internet, según el estudio “Sociedad Digital en España 2020-2021”: el porcentaje de españoles que utilizan la Red cinco días a la semana subió al 83,1% (+5,6%) y los usuarios que utilizan Internet varias veces al día subieron al 81% (+6,1%). Más del 50% de los adultos han usado el comercio electrónico y 8 millones de hogares reciben TV de pago. Y hasta un 16,2% de los ocupados teletrabajaron desde sus casas en el 2º trimestre de 2020, frente a sólo un 9,4% en 2019, según el INE. Sin embargo, tras la vuelta a la normalidad, el elevado uso de Internet se mantiene al alza (un 91% de los adultos en 2021, según Hootsuite), pero el comercio electrónico crece a menor ritmo (+11% hasta julio 2021, frente al +42% en pleno confinamiento)  y el teletrabajo se ha desinflado (bajó del 16,2% de trabajadores en 2020 al 9,4% en el 2º trimestre de 2021).

Así que la digitalización de nuestra vida durante la pandemia ha sido “un espejismo” y ahora lo que quedan son más internautas, que se relacionan, juegan e informan, pero que apenas trabajan por la Red y unas empresas que utilizan poco Internet en su actividad diaria. La realidad nos la muestra el último ranking de competitividad digital 2021, elaborado por el Instituto IMD: España ocupa el puesto 31 entre los 64 paises analizados, un lugar que se mantiene en torno al 30 en los últimos 5 años, por su escasos avances en conocimiento, tecnología y preparación para el futuro, los tres indicadores que valoran. Encabezan este ranking de competitividad digital Estados Unidos, Hong Kong, Suecia, Dinamarca, Singapur, Suiza y Paises Bajos, quedando también por delante de España Reino Unido (puesto 14), China (15), Austria (16), Alemania (18), Irlanda (19), Luxemburgo (22), Francia (24), Estonia(25), Bélgica (26), Japón (28) y Lituania(30). Y solo están peor en competitividad digital, dentro de Europa, Portugal (puesto 34), Italia (40) y Grecia (44).

La Comisión Europea también valora periódicamente la digitalización de los paises europeos. En el último informe, DESI 2020, anterior a la pandemia, España ocupaba el puesto 11 de 28 paises (incluyendo el Reino Unido), perdiendo un puesto sobre 2019. En este ranking europeo de competitividad digital, España queda algo mejor que en el ranking mundial de IMD, al situarse por delante de Alemania (puesto 12), Francia (15º), Portugal (19º) o Italia (25º), porque la Comisión valora 5 indicadores y en dos de ellos España está muy bien colocado: conectividad ( puesto en la UE-28: España tiene la mayor red de fibra óptica de Europa y un gran alcance del 5G) y servicios públicos digitales (2º puesto, por el avance de la Administración electrónica: pago de impuestos y otras gestiones online). Pero España “pincha” en los otros 3 indicadores, que son fundamentales: capital humano o formación (16ª de 28), uso de Internet (11º puesto) e integración de la tecnología digital en las empresas y el comercio electrónico (19º puesto).

Ahí se ve las fortalezas y debilidades de España ante el reto digital, que refleja muy bien el último informe (febrero 2021) del Consejo Económico y Social (CES) sobre la digitalización de la economía española. Tenemos 4 grandes fortalezas: unas potentes infraestructuras digitales (la red de fibra óptica instalada en España supera a las de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntas, además de liderar el despliegue del 5G en Europa), unas grandes empresas de telecomunicaciones muy competitivas, un altísimo número de internautas (con ese 91% de población conectada, somos el 17º país del mundo con más usuarios) y tenemos un gran uso de los servicios públicos digitales (82% españoles utilizan la Administración electrónica). Pero también tenemos 5 grandes debilidades, según detalla el informe DESI 2020: baja formación digital de la población (el 43% de los españoles carecen de competencias digitales básicas, frente al 41,7% en la UE-28 y el 23,4% en los tres paises europeos más avanzados: Finlandia, Suecia y Dinamarca), el bajo porcentaje de especialistas TIC entre los trabajadores (3,2% en España frente al 3,9% en la UE-28 y el 6% en los tres paises más digitalizados), el gran retraso digital de las pymes (el comercio electrónico representa en España el 9,2% de su negocio, frente al 11,5% en la UE-28 y el 22,5% en los tres paises más digitalizados), la enorme brecha digital por edades, regiones y empresas y las menores inversiones en Ciencia e innovación (España invirtió en I+D+i el 1,25% de su PIB en 2019, frente al 2,13% la UE-28).

Al final, el retraso digital de España se asienta en 2 grandes problemas que arrastramos desde hace décadas y que ahora la pandemia ha revelado con claridad: el retraso en la formación digital de los españoles (desde la escuela y la Universidad al trabajo) y la baja digitalización de las empresas españolas, en especial las pymes. Veamos su alcance.

Sobre el retraso formativo, baste otro dato aportado por un estudio de UGT (2020): 10,7 millones de trabajadores no se han formado nunca en competencias digitales. Y del total de la población, 12 millones (un 33,5%) “no son capaces de manejarse” en entornos digitales y otros 7,6 millones de españoles (21%) sólo acredita “habilidades digitales básicas”, lo que dificulta encontrar empleo a medio y largo plazo a más de la mitad de los españoles. Y además de tener pocos trabajadores cualificados en TIC (tecnologías de la información y la comunicación), un 3,2% frente al 3,9% en Europa, el otro problema es que la mayoría de empresas españolas (el 82,5%) no contratan expertos TIC.

Este estudio de UGT, “Digitalización de la empresa española”, demuestra con múltiples datos el 2º gran problema de fondo que tenemos, la escasa digitalización de las empresas españolas, sobre todo las pymes. Como primera conclusión, España se encuentra “en el furgón de cola” (puesto 22 de 28 paises UE) de las empresas con alto nivel de intensidad digital: el 13% del total, frente al 18% en la UE-28, el 21,7% en Reino Unido, el 16,4% en Alemania o el 14,8% en Francia. Y ocupamos el 24º puesto europeo (sólo por delante de Estonia, Croacia, Hungría y Lituania) en el ranking de paises con más empresas de bajo nivel digital: el 56,8% del total de empresas españolas, frente al 45,8% en la UE-28, el 38,4% en Reino Unido, el 41,4% en Alemania y el 50,3% en Francia. Y hay una presencia solo testimonial de empresas españolas en las tecnologías digitales más vanguardistas (cloud computing, big data, robots e impresoras 3D).

Además, el estudio destaca el escaso uso de las tecnologías digitales, sobre todo en las pymes. El 99,26% de las empresas españolas utilizan ordenadores, la mayoría (98,39%) con conexión a Internet. Pero menos de dos tercios de sus trabajadores usan el ordenador para trabajar (el 60,37%) y sólo poco más de la mitad (el 53,4%) usan Internet para trabajar. Sólo tres de cada cuatro empresas (78,16%) tienen página web (nos sitúa en el puesto 17º en la UE-28), pero ese porcentaje baja al 30,21% en las micropymes (menos 10 trabajadores. Y son muchas menos las empresas que venden por Internet: un 20,36% (lo que nos sitúa en el puesto 11º en la UE-28), un porcentaje que baja en el caso de las micropymes (sólo 5,81% venden online) y las pequeñas empresas (18,17%) y sube (al 41,68% en las grandes). Si vamos al uso de herramientas TIC más sofisticadas, el porcentaje de empresas usuarias baja: el 28,08% usan “la nube” (10,35% de las micropymes), un 8,31% utilizan el “Big data” (1,79% las micropymes), el 10,96% usan robots y el 3,24% utilizan impresoras 3D, herramientas donde las empresas españolas se sitúan a la cola de su uso en Europa.

Visto el panorama, debería preocuparnos que todos los expertos coincidan en que la digitalización es una de las llaves del futuro, de la mejora de la competitividad y del empleo que viene. De hecho, la mejora de la digitalización podría aumentar el crecimiento del PIB de España entre un +1,5% y un 2,5% anuales (eso son más de 25.000 millones extras al año) de aquí a 2025, según estima el consejero delegado de Telefónica. Y podría mejorar la productividad de las pymes españolas entre un 15 y un 25% (producir una quinta parte más). Pero hay otra ventaja más: la digitalización podría ayudar a salvar muchos de los empleos que se van a perder en las próximas décadas. Según la OCDE, la tecnología y los robots suponen que el 21,7% de los empleos están “en riesgo” en España (el 14% en el mundo) y otro 30,2% de empleos más están “amenazados” (el 30% en el mundo), con lo que la mitad de los empleos actuales peligran, lo que obliga a mejorar la formación de los trabajadores y convertirlos en “empleados digitales” si quieren trabajar en el futuro.

Por todo esto, queda claro que la digitalización de la economía es uno de los 2 grandes retos de este siglo XXI, junto a la sostenibilidad medio ambiental. El actual Gobierno, cuando tomó posesión en enero de 2020, mandó el primer mensaje de que la digitalización iba a ser una de sus prioridades: nombró a Nadia Calviño Vicepresidenta de Asuntos Económicos  y Transformación Digital” , creando 2 nuevas Secretarías de Estado (de Digitalización e Inteligencia artificial y de Telecomunicaciones e Infraestructuras digitales). El segundo fue unos meses después, en julio de 2020, al aprobar la Agenda Digital España 2025, una hoja de ruta para movilizar 140.000 millones de inversión (un tercio, dinero público) para avanzar en la digitalización de la economía y conseguir 6 objeticos básicos: que el 100% de la población tenga cobertura de Internet de 100 Mbps (89% en 2020), que el 80% de los españoles tengan competencias digitales básicas (57% hoy), que las pymes alcancen un 25% de negocio online (hoy 10%), que el 50% de los servicios públicos sean online y en móviles (hoy 10%), que el 25% de las empresas utilicen Big data e inteligencia artificial (hoy son menos del 15%) y aprobar para ese 2025 una Carta de derechos digitales.

Unos meses antes, en febrero de 2020, la Comisión Europea aprobaba la Estrategia Digital Europea, una apuesta por situar a Europa en la vanguardia de la digitalización, recuperando el retraso actual respecto a Estados Unidos y China. Y para remacharlo, situó a la digitalización como una de las dos grandes apuestas (junto a la lucha contra el Cambio Climático) de su Plan de futuro, Next Generation UE, aprobado en julio de 2020 para promover la recuperación de la economía europea, con una inversión de 750.000 millones de euros, fijando que “al menos el 20% de estos fondos” los gasten los paises europeos en la digitalización de sus economías.

España ha aprovechado este Plan europeo para aprobar un Plan de recuperación donde canalizar los 140.000 millones que nos corresponden (70.000 millones en subvenciones a fondo perdido, entre 2021 y 2023). Y en ese Plan de recuperación español,  aprobado por Bruselas en julio de 2021, la digitalización es el 2º mayor bloque de gasto: 20.300 millones entre 2021 y 2023, el 29% del total de los Fondos UE (la transición ecológica se lleva el 39,1%). Con este apoyo europeo, el Gobierno pretende financiar los objetivos de la Agenda Digital España 2025, centrando el gasto en una serie de grandes partidas: digitalización de las pymes (4.066 millones), desarrollo del 5G (3.999 millones), desarrollo de competencias digitales (3.593 millones), inteligencia artificial (500 millones) y gran parte del gasto de otras partidas del Plan, como modernización de las Administraciones públicas (4.315 millones), modernización y digitalización del sistema educativo (1.648 millones), modernización del sector turístico (3.400 millones) y modernización del sistema sanitario (1.069 millones).

Así que ahora, la digitalización en España tiene una vicepresidencia, una hoja de ruta hasta 2025 (Agenda Digital) y un Plan de recuperación para gastar ahí 20.300 millones de los Fondos europeos entre 2021 y 2023. El primer esfuerzo inversor ya se ha hecho este año, con una partida de gasto de 4.230 millones para digitalización y telecomunicaciones en los Presupuestos 2021, lo que supone multiplicar por seis los 718 millones de 2020. Y para 2022, el proyecto de Presupuestos presentado incluye 6.941 millones para digitalización, investigación e innovación, de los que 1.559 millones son para digitalizar las pymes, 650 millones para el despliegue del 5G, 386 millones para digitalizar la Administración. 256 para extender la banda ancha en las zonas rurales, 250 millones para infraestructuras digitales, 182 millones para ciberseguridad, 113 millones para inteligencia artificial, 35 para una base de datos sanitaria y 40 millones para ofrecer bonos de conectividad a las pymes.

El dinero es clave para la digitalización del país, pero también lo es apostar por la formación digital de las personas y por la reconversión digital de las empresas, sobre todo las pymes. Urge reforzar la formación digital desde la escuela (se va a reforzar en la ESO) hasta la Universidad, donde los licenciados tienen hoy una baja formación digital y hay pocos especialistas, pocos estudiantes de Informática (el 50% abandonan antes de licenciarse). Y las empresas que sí apuestan por contratar especialistas digitales se quejan de que no los encuentran: hay un déficit de 75.000 especialistas TIC, según la patronal DigitalES. Y se estima que harán falta 200.000 empleos digitales en el futuro.

En resumen, que el futuro se va a jugar en la transformación digital y la sostenibilidad medioambiental, los dos grandes retos del siglo XXI. Y los paises que no digitalicen y cuiden su medio ambiente, serán menos competitivos y quedarán rezagados. Así que tenemos que reconvertirnos digitalmente, las personas y las empresas. Nos jugamos el empleo.