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lunes, 23 de abril de 2018

Para Defensa sí hay Presupuesto


En los Presupuestos para 2018, ahora en el Congreso, el gasto en Defensa es la 2ª partida que más crece (+10,7%). Luego será realmente más, porque todos los años se acaba gastando más de lo presupuestado: 22.000 millones extras en los últimos 15 años (1.350 millones más sólo en 2017). Y el Gobierno Rajoy se ha comprometido con la OTAN a gastar 18.000 millones en Defensa en 2024, un 80% más que hoy, tras aprobar nuevos programas de armamento. Y todo ello en un mundo y una Europa que se están rearmando, que gastan más en Defensa con la excusa de “militarizar” la lucha contra el terrorismo, la inmigración ilegal y los ciberataques. La seguridad no debería suponer rearmarse sino invertir en inteligencia, policía y vigilancia, bajo un estricto control civil. Y en Defensa, España debería reformar sus Fuerzas Armadas, recortando efectivos y especializándolos, dentro de una mayor coordinación europea. Una Defensa  más barata y con costes transparentes. Otro debate que no se hace.

enrique ortega

El gasto en Defensa siempre ha tenido “mala imagen y los Gobiernos democráticos han tendido a “camuflarlo”, con distintos “trucos contables”: créditos extraordinarios al margen de los Presupuestos, partidas de gasto en organismos autónomos, gastos en misiones internacionales que se computan después… El resultado es que una cosa son los Presupuestos de Defensa que se aprueban cada año y otra los Presupuestos realmente ejecutados: los “gastos extras” en Defensa han sido de 21.973 millones de euros entre 2002 y 2017 (la mitad, 11.709 millones, con Rajoy), según las estadísticas anuales de ejecución presupuestaria de la Intervención General (Hacienda). Una media del 15% de desviación, el equivalente a dos años y medio de Presupuesto de Defensa.

Un acicate a este “encubrimiento” de gastos (mayor en los años de recortes) fue la aprobación por el Gobierno Aznar, en 1997, de un ambicioso Plan para modernizar las Fuerzas Armadas, los PEAS (Programas Especiales de Armamento), que comprometieron un gasto de 30.075 millones en la compra de 19 sistemas de armamento: fragatas, buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques, misiles y artillería. Para pagarlo, se inventó un “truco contable”: Industria daba un crédito público sin interés de 14.000 millones de euros a las empresas de armamento, para que fueran fabricando el material y luego Defensa les pagaría el armamento a partir de 2011, cuando lo fueran recibiendo.


Pero llegó la crisis y el Gobierno Zapatero no hizo frente a las primeras facturas, con la excusa de recortar el déficit. Y al llegar Rajoy, se encontró con esta “herencia” de Aznar (ver aquí otras) y aprobó, en 2012, el primer crédito extraordinario para afrontar las deudas de 2010 a 2012. Y en 2013, el ministro Morenés (que venía de la industria de Defensa) renegoció los pagos de los PEAS, aprobando en agosto de 2013 un nuevo calendario: se ampliaba el plazo de pago (de 2025 hasta 2030) y a cambio se les pagaba algo más (+2.500 millones) por menos material, con plazos anuales crecientes.

Esto ha sido una hipoteca desde 2012: cada año se aprobaba un Presupuesto de Defensa y luego en verano se aprobaba un crédito extraordinario para cubrir los pagos de armamento: 1.783 millones en 2012, 877 en 2013, 884 en 2014 y 856 en 2015. En 2016 ya no hay crédito extraordinario porque lo prohíbe una sentencia del Tribunal Constitucional (7 julio 2016), al que habían recurrido en 2014 los partidos UPyD, PSOE, IU y CiU. Pero el armamento comprado por Aznar hay que pagarlo y en el Presupuesto 2017 se incluye una partida extra (1.850 millones) para pagar los compromisos de 2016 y 2017, con lo que el Presupuesto de Defensa sube un 36% (hasta 7.639 millones). Pero al final, incluso con esta partida extra, el gasto real en Defensa ha sido mayor en 2017: se ha desviado 1.349 millones más, hasta los 8.988 millones, según los recientes datos de la Intervención general (Hacienda).

Así que los Presupuestos de Defensa siempre “engordan”. Y lo mismo pasará en 2018, donde es el 2º Ministerio en el que más crece el gasto, tras Fomento, hasta los 8.453 millones, un 10,7% más que el Presupuesto (inicial) de 2017. Pero ahí, en esa cifra, faltan gastos, como las misiones internacionales, que no se presupuestan cada año (debería hacerse, según el Tribunal de Cuentas, porque están previstas) y que cuestan casi 1.000 millones anuales. Tampoco figuran gastos que hacen organismos autónomos y otros están previstos a la baja, con lo que se espera que el gasto real en Defensa ronde los 10.500 millones de euros en 2018 (+16% sobre lo ejecutado en 2017), no los 8.453 millones presupuestados.

Mientras el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas piden que el gasto en Defensa sea más transparente, son muchos los que se agarran a que España “gasta poco en Defensa”. No tan poco. En 2016, el gasto en Defensa supuso el 1,0% del PIB, según los recientes datos de Eurostat, por debajo del 1,3% que gastó la UE-28. Pero hay 10 países europeos que gastan menos en Defensa que España: Irlanda (0,3%), Luxemburgo (0,4%), Malta y Austria (0,6%), Hungría y República Checa (0,7%), Bélgica (0,8%), Eslovenia, Rumanía y Portugal (0,9% del PIB). Alemania y Eslovaquia gastan lo mismo (1% PIB) y los 15 países restantes gastan más, sobre todo Grecia (2,1%), Reino Unido (2% del PIB), Francia (1,8%), Polonia (1,6%) e Italia (1,3%). O sea, que gastamos menos en Defensa que los grandes.

Claro que hay expertos que señalan que el gasto real en Defensa en España es el cuádruple del que se dice.  Un detallado estudio de los gastos en Defensa en 2017, elaborado por el colectivo Utopía Contagiosa, eleva el gasto en Defensa de los 7.639 millones presupuestados a 34.068 millones, tras añadir una serie de partidas “ocultas” en otros Ministerios y epígrafes: 3.549 millones en clases pasivas (pensiones de militares), 1.702 millones en organismos autónomos militares (INVIED, ISFAS, INTA), gastos del Ministerio del Interior (2.707 millones) y, sobre todo deuda militar (16.386 millones más). De ser así y computarse como Defensa un gasto anual de 34.068 millones, estaríamos hablando de un gasto en Defensa del 2,92% del PIB, superior con mucho al del resto de Europa.

Mientras esperamos que “alguien” exija aclarar cuánto gastamos de verdad en Defensa, el presidente Rajoy ya se ha comprometido a gastar más: en diciembre de 2017 envió una carta al secretario general de la OTAN donde se comprometía a gastar 18.000 millones de euros en Defensa en 2014, un 80% más que ahora. Un compromiso que obligará  a que el gasto de Defensa crezca más que los demás Ministerios en los próximos años, mientras Rajoy se ha comprometido con Bruselas a recortar el peso del gasto en educación, sanidad y gastos sociales, donde España sí gasta realmente menos que Europa, no sólo en Defensa, según Eurostat. Así, en educación, España gasta el 4% (el 2º país de los 28 que menos gasta), frente al 4,7% de media en la UE-28 y el 5,4% de Francia. En sanidad, gastamos el 6% del PIB (el país UE que menos gasta), frente al 7,1% de media UE-28 y el 8,1% de Francia. Y en protección social, España gasta el 16,8% del PIB, frente al 19,1% de la UE-28 y el 24,4% de Francia. Así que vale, gastamos algo menos en Defensa, pero mucho menos en educación, sanidad y gastos sociales y Rajoy no se compromete a gastar un 80% más, como en Defensa, sino porcentualmente menos, de aquí a 2024.

El Gobierno Rajoy se suma así a la ola de “rearme militar” que recorre el mundo y Europa. Este año 2018, el gasto militar mundial será el más elevado desde el final de la guerra fría (1990), con  más de los 1,69 billones de dólares de gasto de 2016 (1,38 billones de euros), según Jane´s Defence Budgets, destacando EEUU (611.000 millones dólares), China (215.000), Rusia (69.200), Arabia Saudí (63.700) e India (55.900 millones dólares). El gasto militar crece en todo el mundo (ver mapa), pero sobre todo en Oriente Medio, norte de África y Europa oriental, según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Y también crecerá en Europa, que el 13 de noviembre de 2017 aprobó, con el apoyo de 25 países (todos menos Reino Unido, Dinamarca y Malta) la Europa de la Defensa, aunque bajo un nombre que “lo esconde”: la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), una iniciativa paralela a la OTAN por la que los 25 países europeos firmantes se comprometen a aumentar su gasto en armamento, en línea con el 2% del PIB que pide la OTAN. Además, van a poner en marcha programas europeos de armamento (para fomentar una industria europea de la Defensa), financiados en parte por un Fondo europeo para la Defensa, creado en junio de 2017, que contará con 5.000 millones anuales. Algo nuevo en la historia de la UE, donde nunca antes se había puesto dinero comunitario para financiar armamento. Es la respuesta europea a la sensación de inseguridad en Europa: “militarizar” la respuesta a los desafíos del terrorismo, la inmigración y la ciberseguridad.

En este contexto, de apoyo político europeo al gasto en Defensa, el gobierno Rajoy quiere conseguir fondos europeos para financiar nuevo armamento en España. Así, el Consejo de Ministros aprobó 7 nuevos programas de armamento, un gasto de 10.805 millones a 15 años, que ya empezamos a pagar en el Presupuesto 2018 y que España quiere “colar” en los programas de Defensa europeos. Son inversiones en 5 fragatas F-110, 350 a 400 blindados 8x8, 3 aviones cisterna, 4 drones, 3 nuevos helicópteros NH-90, modernización de los helicópteros de transporte CH-47 y un nuevo avión de entrenamiento, además de ver qué se hace con los submarinos S-80, una historia “increíble”: estaba previsto en los PEAS comprar 4 submarinos y que se entregaran en 2013, pero resultó que no flotaban (pesaban “demasiado”) y se retrasa su entrega a 2021, con un sobrecoste que hace que el dinero previsto (2.135 millones) sólo da para comprar 1 submarino, no 4… Otra “historia” que colea es la compra de 27 aviones A-400 M: ya no cumplen las características requeridas y España sólo quiere 13 de los 27 encargados. Y Airbus dice que o busca comprador para ellos o le pagan 250 millones de indemnización…

Rajoy y su ministra de Cospedal reiteran una y otra vez que España “cumplirá con su parte en la Defensa europea” y que además este gasto militar es bueno, porque crea empleo. Empezando por esto, hay que aclarar que los grandes contratos de Defensa se han hecho con multinacionales norteamericanas (tanques y munición para Santa Bárbara General Dynamics)  y europeas,  donde España apenas tiene participación, como el programa  Eurofighter (14% CASA) y el grupo Airbus (4% CASA). Sólo los submarinos S-80 (los que han “engordado) y las fragatas F-100 se fabrican 100% en España, en Navantia. Los expertos estiman que sólo 1 de cada 5 euros invertidos en armamento implican negocio y empleo en España, mientras Francia, Alemania o Reino Unido, con potentes industrias de armamento, se quedan “dentro” casi todos sus contratos de Defensa, según un informe de la Comisión Europea.

En cuanto a la Defensa europea, hay dos críticas que hacer. Una, que la situación actual es un desastre, como reconoció el anterior ministro alemán de Exteriores: “gastamos el 50% que EEUU en Defensa pero sólo tenemos un 50% de rendimiento porque todos hacemos lo mismo y no nos coordinamos”. Son 25 países comprando los mismos aviones, tanques o fragatas y cada uno defendiendo sus fronteras. El otro problema es más de fondo: ante la sensación de inseguridad entre muchos ciudadanos europeos, por el terrorismo yihadista, el aluvión de refugiados o los ciberataques propiciados por Rusia, muchos Gobiernos buscan “militarizar la solución”, poner al Ejército en la calle y en las fronteras, empujados por la industria militar y la ultraderecha. Un error, porque la solución habría que buscarla en reforzar la inteligencia civil y los medios de la policía, no en militarizar más los países europeos.

En paralelo a este debate europeo, en España debería haber otro debate interno sobre el futuro de la Defensa. Por un lado, urge imponer mayores dosis de transparencia, exigiendo unas cuentas claras y reales, donde sepamos cuánto nos gastamos en Defensa de verdad. Y por otro, un debate público sobre la Defensa que queremos tener. Hay al menos dos problemas a resolver. Uno el abultado tamaño de las Fuerzas Armadas, donde los gastos de personal se llevan el 60% del Presupuesto: hay 69.000 efectivos  y parece que sobran 20.000 (sobre todo entre los 45.000 mandos), además de resolver el tema de los militares “en la reserva” (15.000, que cobran 567 millones al año, 3.000 euros de media al mes, una larguísima “jubilación de lujo”). Y otro, la necesidad de un Ejército más operativo, basado menos en Tierra y más en Marina y Aire, con unidades más pequeñas y centradas en las nuevas amenazas (Ciberdefensa, seguridad líneas de suministros, catástrofes naturales…). Y por supuesto, dejar de presumir de ser uno de los países más presentes en costosas misiones internacionales: 17 misiones con 3.079 militares hoy, tras haber gastado más de 13.000 millones de euros en misiones desde 1990 (un dinero que es “un lujo” para un país que no puede subir las pensiones a sus jubilados).

Nadie quiere hablar de todo esto, pero el Gobierno Rajoy nos va a embarcar a todos en la nueva estrategia de Defensa europea, que habrá que pagar, mientras dicen que no hay dinero para pensiones ni para casi nada. Defensa sí, pero la justa que podamos pagar, sin presumir de potencia militar internacional cuando somos el país de Europa con más paro, más pobreza, más desigualdad y que menos gasta en educación, sanidad y protección social.  Una Defensa modesta y gastar más en policía y seguridad civil, para afrontar los temas de terrorismo y seguridad interior, que no deberíamos militarizar. A ver si algún día hay tiempo para este debate. Otro más sobre el modelo de país que queremos.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Más armas, aviones y barcos para Defensa


Pasó desapercibido, pero el Gobierno aprobó el 5 de diciembre un gasto militar extra (al margen del Presupuesto) de 4.000 millones de euros, para comprar misiles, armas, aviones y barcos para Defensa. El día anterior, Rajoy había regateado con los sindicatos por dar 20 euros más a los parados, lo que impidió el acuerdo: eran 48 millones de diferencia, la cuarta parte del coste de uno de los dos barcos comprados para la Armada. Lo peor es que hasta 2030, los Gobiernos tendrán que gastar otros 22.500 millones en comprar armamento (al margen de los Presupuestos), por un Plan que comprometió Aznar en 1997. Una hipoteca que contrasta con la penuria diaria del Ejército, que no tiene dinero ni para maniobras. Y un gasto que no revierte en España: 4 de cada 5 euros se lo llevan multinacionales europeas y USA. Mientras, siguen con recortes en sanidad, educación y gastos sociales y no atienden al paro ni a la pobreza. No es un problema de dinero ni del déficit: es una cuestión de prioridades.
 
enrique ortega

El Consejo de Ministros del 5 de diciembre dio luz verde a cuatro programas de compra y ampliación de pagos de material de Defensa, por valor de 3.723,3 millones de euros, al margen de los Presupuestos. El más importante, 2.266,5 millones para ampliar el presupuesto de compra de 27 aviones de transporte A-400M, comprados a la multinacional europea Airbus. El segundo contrato, 1.375 millones que se destinan al mantenimiento de los 42 aviones de combate Eurofighter 2000 comprados desde 2003 al consorcio europeo Eurofighter. El tercero son 41 millones para comprar al Ministerio de Defensa alemán el sistema de control aéreo sobrante (“Surplus”, de segunda mano) que permita hacer operativos los misiles Patriot que ya le compramos a Alemania en 2004 (por otros 60 millones de euros). Y el cuarto, 40,8 millones para la compra de cartuchos y munición para 4 años, quizás a la multinacional USA Santa Bárbara General Dynamics (ahora comprada por la noruega NAMMO).

Además, el Consejo aprobó también que el Ministerio de Industria conceda un crédito sin interés (con el dinero público) a la empresa pública Navantia para la construcción (en Cádiz y Ferrol) de dos buques de acción marítima (BAM) por valor de 333,48 millones. Ya en su día, entre 2006 y 2012, Industria prestó a Navantia 294 millones de euros en préstamos sin interés para que el astillero público construyera otros 4 barcos BAM, entregados en 2012.

En total, 4.056,7 millones para armamento y material que se gastan al margen de los Presupuestos anuales de Defensa, como los tres créditos extraordinarios ya aprobados por el Gobierno Rajoy para compras extrapresupuestarias de armamento: 883 millones en agosto de 2014, 877 millones en agosto de 2013 y 1.782 millones en 2012. Y lo peor es que no se ha acabado: Morenés ya ha anticipado el de 2015 y los créditos extraordinarios para pagar armamento seguirán hasta 2030. Y eso porque en 1997, el Gobierno Aznar aprobó un ambicioso Plan para modernizar las Fuerzas Armadas, los PEAS (Programas Especiales de Armamento), comprometiendo un gasto que ha ascendido a 30.000 millones de euros en la compra de 19 sistemas de armamento: fragatas, buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques, misiles, artillería… Y para pagarlo, se inventó un “truco contable”: Industria daba un crédito sin interés (con dinero público) de 14.000 millones a las empresas de armamento para que fueran fabricando y Defensa les pagaría el nuevo armamento a partir de 2011.

Pero llegó la crisis y el Gobierno ZP no hizo frente a las primeras facturas, con la excusa del déficit. Y al llegar Rajoy, se encontró con esta herencia de Aznar (ver aquí otras) y aprobó el primer crédito extraordinario, para afrontar las deudas de 2010 a 2012. Y en 2013, el ministro Morenés (que viene de la industria de Defensa) se puso a renegociar los pagos de los Programas de Armamento, aprobando en agosto de 2013 un nuevo calendario: se amplía el plazo de pago (de 2025 a 2030) y a cambio se les paga más de lo que se debe (2.500 millones más), con unos nuevos plazos, donde se paga menos ahora (915,6 millones en 2014 y 873,5 en 2015) y más en el futuro (2.045 millones en 2020, frente a 1.832 antes). El que venga detrás, que arree. Y además se paga más dinero por menos material (se recibirán menos aviones, helicópteros o tanques), ya que se han actualizado (subido) precios y se ha incluido el mantenimiento (no estaba en los PEAS originales).

Al final, es una hipoteca pendiente de pagar hasta 2030 de 22.500 millones de euros (un pago anual medio de 1.320 millones), que saldrán de créditos extraordinarios al margen del Presupuesto de Defensa, que apenas da para pagar al personal (75% gasto para 79.000 militares) y su funcionamiento diario: unidades, tanques, barcos y aviones funcionan a un tercio de su capacidad por falta de dinero para combustible y maniobras. Por eso, Defensa utiliza las maniobras en el extranjero para mantener operativos hombres y armamento: el dinero para operaciones en el exterior sale de una cuenta de Hacienda, no de Defensa. De ahí que el ministro Morenés ofreciera su ayuda a la OTAN en la última cumbre de Gales (septiembre 2014), aceptándosela: 4 cazas para controlar el espacio aéreo de los países bálticos, una fragata en el Mar Negro, un batallón mecanizado y los misiles Patriot para Turquía (que, como no estaban operativos, han obligado a comprar ahora el material que faltaba…).

En resumen: estamos comprometidos a gastar una millonada en armamento (una parte del material comprometido entre 1997 y 2004 se ha quedado obsoleto) mientras tenemos una Defensa de Gila, donde muchas unidades, pilotos o barcos no pueden entrenar porque no hay fondos. Urge racionalizar este gasto, renegociando las compras, tras una auditoría, como han pedido en noviembre en el Congreso UPyD, PSOE, IU y CiU, aunque se rechazó con los votos únicos del PP. Y en paralelo, racionalizar la política de Defensa, para configurar un Ejército más pequeño (sobran 20.000 efectivos, sobre todo entre los 45.000 mandos) y más operativo, basado menos en Tierra y más en Marina y Aire (que juntos gastan menos que el Ejército de Tierra), con unidades más pequeñas, de intervención inmediata y pensadas en las nuevas amenazas (ciberdefensa, terrorismo internacional, crimen organizado, catástrofes naturales, seguridad líneas de suministros y participación en conflictos exteriores). Y para todo eso, hace falta otro Ejército con otras armas, no las que compró Aznar en 1997.

En paralelo está el tema de las industrias de Defensa, que Europa apoya al máximo  por su componente tecnológico y de empleo. Tal es así que en la Cumbre europea de diciembre 2013, el lobby de la industria del armamento consiguió que los jefes de Gobierno de los 28 aprobaran que la industria armamentística europea pudiera acceder a fondos públicos europeos, a los 70.000 millones de euros del Programa Horizonte 2020. Algo que interesa mucho a Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, que tienen una potente industria de armamento. Pero menos a España, donde los grandes contratos se los llevan multinacionales europeas y norteamericanas: aviones de combate para Programa Eurofighter (Reino Unido, Italia, Alemania y un 14% España, con CASA), avión de transporte A-400 M para el Grupo Airbus (Francia, Alemania y un 4% España con CASA), tanques Leopard y Pizarro más munición para Santa Bárbara General Dynamics (multinacional USA vendida en 2013 a la multinacional noruega NAMMO). Sólo los submarinos S-80, los buques BAM y las fragatas F-100 se fabrican 100% en España, en los astilleros de Navantia.

Con ello, el balance es que sólo 1 de cada 5 euros invertidos por España en armamento implican empleo y negocio en España. Algo que contrasta con lo que hacen otros países, con una potente industria nacional de armamento: en Francia, ninguno de los 216 contratos de la Defensa ha ido a una empresa extranjera, en Alemania 1 de 162 contratos, en Italia 2 de 196 y en Reino Unido, 16 de 45 contratos, según un informe de la Comisión Europea presentado a la Cumbre de 2013. Así que no sólo gastamos demasiado (dada la crisis y el déficit) en armamento desfasado sino que gastamos mal, sin exigir más contrapartidas tecnológicas y de empleo.

Y todo ello, en un contexto de recortes, donde el Gobierno Rajoy ha reducido en 33.000 millones el gasto en educación, sanidad, dependencia, servicios sociales, investigación e inversiones públicas, (más sueldos y empleos públicos), mientras lleva ya  invertidos 7.598 millones en material de Defensa entre 2012 y 2014, al margen de los Presupuestos. Y ahora regatea por dar un subsidio de 426 euros durante sólo 6 meses  a 400.000 parados de larga duración que lleven más de medio año sin cobrar, cuando hay 2.899.645 parados EPA (el 53,5% de los parados estimados) que no cobran nada. Y sigue sin luchar contra la pobreza, que afecta a uno de cada cuatro españoles, con 3 millones de ciudadanos en pobreza extrema, según Cáritas. Recordarlo cuando hablamos de que el Gobierno Rajoy aprueba (entre el silencio de los medios) 4.000 millones de euros más para armamento no es hacer demagogia. Es recordar que la política es una cuestión de prioridades. Y ellos tienen claras las suyas.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Dinero extra para un Ejército paralizado


En el último Consejo de Ministros de julio, el Gobierno Rajoy aprobó de tapadillo un crédito extraordinario de 877 millones para Defensa. En septiembre anterior había aprobado otros 1.782 millones extras, con lo que van dos años ya en que el gasto en Defensa crece, en plena era de recortes. Y a pesar de eso, el Ejército español está paralizado, con destacamentos, tanques, barcos y aviones que no salen de maniobras porque no hay dinero para combustible, munición o dietas. Como el Ejército de Gila. Y eso, más que por la crisis, porque en 1997, el Gobierno Aznar comprometió 30.000 millones en comprar armamento, hipoteca  a pagar desde 2011 y que no deja margen para pagar el día a día del Ejército. Urge renegociar estas compras, reducir el tamaño del Ejército y hacerlo más ágil y operativo para afrontar los nuevos riesgos. Gastar menos y mejor en Defensa, compartiendo costes con Europa.
 
enrique ortega

Los recortes de los últimos tres años también han afectado al Ejército, pero mucho menos, porque el Gobierno Rajoy se ha inventado  un truco contable: presupuesta menos, para quedar bien ante la opinión pública, y luego aprueba dinero extra para Defensa. Lo ha hecho a finales de julio, aprobando un crédito extraordinario de 877,33 millones. Y lo hizo en septiembre 2012, con otro crédito extraordinario de 1.782 millones. Además, no incluye en el Presupuesto el gasto de los organismos autónomos de defensa (1.035 millones) ni el coste de las misiones en el extranjero (766,8 millones en 2012). Con ello, en 2012 presentó inicialmente un Presupuesto de Defensa de 6.316 millones, con un recorte del 8,8%, cuando en realidad el año se cerró con un gasto de 9.607 millones, un 30,69 % más que en 2011. Un escándalo en medio de tanto recorte.

Y lo mismo pasará este año. Con ello, el recorte real en Defensa con la crisis, entre 2007 y 2012, es sólo del -8,7% (la tercera parte que en sanidad o educación), según un concienzudo estudio de Bernardo Navazo para la Fundación Alternativas, quien revela que el gasto español en Defensa es más del doble del que dice el Gobierno: entre el 1 y el 1,2% del PIB (frente al 0,59% que se maneja) y llegaría al 1,3/1,5% si se computan (como hace la OTAN) los 3.000 millones anuales de pensiones de militares que corren a cargo de la Seguridad Social. Algo menos que el 2,1% de Gran Bretaña ,el 2% de Francia o el 2% que defiende la OTAN, pero no la cuarta parte.

Estas trampas contables no han evitado que la crisis se haya cebado en el día a día  del Ejército, obligado a un ligero recorte en personal y a un drástico ajuste de los gastos de mantenimiento. En personal, un 50% del gasto según Navazo (Defensa dice que el 75%), se ha reducido la tropa y marinería de 86.000 (2010) a 80.000 (2013), pero con pocos ahorros efectivos. Y el grueso del recorte se ha dado en el presupuesto de operaciones y mantenimiento, en ahorrar en combustible, munición y dietas. Tierra ha inmovilizado la mitad de los blindados para ahorrar gasolina (mientras los nuevos tanques Leopard están sin estrenar), la Armada ha reducido a la cuarta parte los buques que salen al mar y los pilotos se turnan para hacer un tercio menos de horas de vuelo. Han mandado al desguace al portaaviones “Príncipe de Asturias” porque no hay dinero para mantenerlo operativo. Y las maniobras militares se reducen al mínimo posible, para no gastar. Como el ejército de Gila.

Pero el problema de fondo no es la crisis, sino una hipoteca que pesa como una losa sobre el Presupuesto de Defensa: los Programas Especiales de Armamento (PEAs). Otra herencia de Aznar, que aprobó en 1997 un ambicioso programa para modernizar el Ejército, comprometiendo un gasto de 24.000 millones de euros hasta 2025 en 19 nuevos sistemas de armamento. Como era una cantidad desorbitada, se sacó de la manga otro truco contable: Industria daba un crédito sin interés (le pagamos todos) de 14.000 millones a las empresas de armamento, para que fueran fabricando, y Defensa les pagaría el nuevo armamento a partir de 2011. El problema es que, con la crisis, el cuento de la lechera ha hecho aguas: los contratos han disparado su coste, no se incluyó mantenimiento y Defensa ha visto que tenía que pagar entre 32.000 y 36.000 millones por esta hipoteca. Imposible.

El Gobierno ZP dejó crecer la burbuja y no pagó las primeras facturas. Y Rajoy, que tampoco las metió en Presupuesto, ha aprobado estos dos créditos extraordinarios para saldar la deuda 2011-2013 con las tres empresas de armamento que tienen el monopolio del suministro: Navantia (Marina), General Dynamics-Santa Bárbara (Tierra) y EADS-Airbus (Aire). Pero es sólo un parche: las obligaciones de pago anuales con estas empresas son de 3.532 millones hasta 2025. Y como mucho, el Presupuesto podría cargar con 1.260 millones al año. Resultado: un agujero anual de 2.272 millones, que se intenta tapar con créditos extraordinarios (Defensa ya ha dicho que volverá a haberlos en 2014 y 2015) y dejando el Ejército inmovilizado y al ralentí. Por eso, en la última misión internacional en Mali, clave para reducir el peligro integrista en  el Magreb, España sólo aportó un avión de transporte.

En mayo, Defensa anunció que va a tratar de renegociar la hipoteca de los PEA, retrasando entregas (caza Eurofighter, helicópteros Tigre) o reduciendo compras con penalización (avión de transporte A400M, helicópteros NH-90), mientras retrasa la compra de los 4 submarinos S-8 porque los han fabricado con exceso de peso (otra vez Gila) y arreglarlo costará 800 millones al Presupuesto. Y así, rebajando la hipoteca a 30.000 millones hasta 2030, Defensa piensa aguantar hasta que la crisis escampe. Pero lo que está en crisis es el modelo español de Defensa, como en el resto de Europa, que, con Reino Unido y Alemania a la cabeza, lleva varios años ajustando costes y tamaño, porque los expertos aseguran que los ciudadanos  europeos, tras 70 años de paz,  no permitirán un repunte de los gastos de Defensa.

Por ello, España, en vez de trampas contables, créditos extras y un Ejército bonsái inoperante (de todo, pero en pequeñito) ha de afrontar una reconversión de la política de Defensa, asentada en cuatro patas. Una, la reconversión de personal, con un Ejército donde sobran otros 20.000 militares de tropa y muchos de los 45.000 mandos (demasiados jefes). Dos, una renegociación a fondo con las tres industrias militares, que no pueden imponer productos y condiciones con la amenaza de penalizaciones y EREs (Santa Bárbara y Navantia). Tres, una mayor colaboración militar con otros países, como los acuerdos para compartir servicios y costes ya firmados entre Gran Bretaña y Francia, Alemania e Italia o Benelux (podría empezarse con Portugal y los países del sur de Europa). Y cuarto y clave, una nueva política de Defensa, un Ejército más pequeño pero más operativo, más ágil, de intervención inmediata.

España es un país peninsular, donde no tiene sentido la Defensa basada en Tierra (tanques, artillería) y sí en la Armada y el Ejército del Aire, que juntos, gastan menos que Tierra. Es necesario apoyarse en unidades más pequeñas y especializadas, de intervención inmediata, como se ha visto en las misiones internacionales. Y no pensar en una guerra convencional, con invasión por los Pirineos, sino en las nuevas amenazas: ciberdefensa, terrorismo internacional, crimen organizado, catástrofes naturales (gran éxito de la UME), seguridad líneas de suministro e intervención en conflictos exteriores. Y para eso, hace falta otro Ejército, con otras armas, equipamiento y formación que las que compró Aznar en 1997 y ahora nos hipotecan.

Ningún país puede desmantelar su Ejército y menos siendo parte de Europa y la OTAN. Pero no es defendible que se recorte de becas, sanidad, educación o Dependencia y nos gastemos millones en unos tanques que ya no se usan. Por eso, debería abrirse un debate serio y sin demagogias sobre la Defensa que necesitamos y podemos pagar. Y no seguir con parches que nos han llevado a un Ejército inoperante, frustrado e ineficaz. Y caro.

domingo, 26 de junio de 2011

Sortear la crisis con las exportaciones

Lo único que parece ir bien en la economía española son las exportaciones y el turismo. Dependemos de fuera: lo poco que crecemos es gracias a los extranjeros que nos visitan y nos compran. Vamos a tener un verano récord de turistas, sobre todo europeos. Y España está ganando cuota de mercado, gracias a que nuestras empresas aumentan sus ventas en China, Norteamérica, Latinoamérica, Rusia y también en Europa. Ahora, los retos son exportar productos más sofisticados y vender más a los países emergentes, los que más crecen. Y que haya más empresas que exporten, ya que ahora sólo lo hacen 3 de cada 100. El objetivo debe ser vender fuera tanto como dentro, para conseguir sortear la crisis.
El turismo despega, ayudado por la recuperación europea y la crisis del norte de África. Y todo apunta a que este podría ser el cuarto mejor año de nuestra historia, tras la incipiente recuperación de 2010.Ya han llegado 19 millones de turistas hasta mayo (+4,2%), sobre todo británicos, franceses, holandeses y nórdicos, aunque han caído los alemanes. Y tanto las islas como Andalucía y la costa levantina están ya a tope de reservas para el verano.
Las exportaciones están siendo la válvula de escape de muchas empresas, que no consiguen vender en España. Entre enero y abril han crecido un 22,2 %, el mayor aumento desde 1.994.Y lo más llamativo es que donde más crecen las ventas es fuera de la UE, a EEUU (+49%), Canadá (+52%), Latinoamérica (+40,9%), China (+31,9%), Rusia (+46,1%) y países nórdicos. Las principales exportaciones españolas son bienes de equipo (un 19,5 %: maquinaria, motores, material de transporte), automóviles (16,6%: se exportan el 87% de los fabricados), alimentos (14,7%, la mitad frutas y verduras), productos químicos (14,2%, sobre todo medicamentos y plásticos), metales, hierro y acero (12,1%) y ropa y calzado (8,1%).
España es el único país europeo que ha ganado cuota exportadora en 2011, ya que la mayoría la ha perdido por la competencia de los países emergentes, que son ya 11 de los 20 países que más exportan (con China a la cabeza). Tenemos un 1,70% de la cuota mundial, algo menos que antes de la crisis, y estamos en el puesto 18 del ranking exportador, tras habernos superado India y Taiwán. Pero mantenemos el nivel y, lo más importante, hemos ganado fuerza en Europa: llevamos 7 meses seguidos con superávit comercial con la UE, algo impensable al entrar en el euro: vendemos a los europeos más de lo que nos venden.
El problema es también nuestra excesiva dependencia de Europa, donde van el 74,7 % de las exportaciones (66,8% a la UE).El primer reto es diversificar más y aumentar las ventas en Asia (ya hay 6.500 empresas españolas en China) y en Latinoamérica (no tiene sentido que vendamos menos en Brasil, México o Argentina que en China), así como a Rusia y norte de África, las zonas más dinámicas del mundo, sin olvidar Norteamérica y el norte de Europa.
El segundo reto es diversificar lo que vendemos, exportar productos de más valor y más tecnología, que no compitan sólo por precio (salarios). La mayor parte de la exportación española, según el Banco de España, son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles), mientras Alemania, el segundo exportador del mundo, vende más productos de alta tecnología. Con todo, está creciendo la exportación española de medicamentos y aviones (alta tecnología), sin olvidar las polémicas exportaciones de armamento, donde España es el 8º exportador mundial.
El tercer reto, el básico, es animar a más empresas a exportar. Hoy, sólo exportan 110.000 empresas de las 3,2 millones censadas en España. Y sólo 39.000 lo hacen de forma regular: 24.000 son pymes y 500 son grandes empresas que exportan ellas solas más de la mitad del total. De hecho, las 35 empresas del IBEX ya hacen fuera de España la mitad de su negocio y diez de ellas (Telefónica, bancos y constructoras) facturan fuera el 70% de las ventas. Para que más empresas den el salto al exterior hace falta más ayudas, más financiación y más promoción (España tiene 98 oficinas comerciales frente a 153 Francia o 120 Alemania), pero aquí hemos chocado con los recortes presupuestarios y de créditos.
Con más o menos ayudas, es vital que tire la exportación porque todo lo que va a crecer España en 2011 (entre 0,8 y 1,3%) será por el sector exterior, que puede chocar con dos problemas: la subida del euro (un 7,5 % este año) y nuestra mayor inflación (3,5 % frente al 2,7 en la UE), dos factores que encarecen nuestros productos en el mundo.
Como la crisis va para largo, las empresas tendrán que seguir exportando como algo habitual para sobrevivir. Y eso va a fortalecer nuestra economía, ya que las empresas exportadoras son más innovadoras, más productivas, invierten más, hacen más formación y mantienen un empleo más estable (aunque no creen mucho empleo). España tiene todavía un gran potencial exportador, ya que nuestra riqueza es el 2,5 % del PIB mundial y sólo tenemos un 1,70% de cuota en el comercio mundial. Italia, por ejemplo, con una economía del tamaño de la nuestra, exporta el doble. Ese es el gran objetivo, que pasa por duplicar el número de empresas que exportan y por lanzarse a vender por los cinco continentes  productos más complejos, no sólo frutas, coches y ropa. Y lo mismo con el sol y playa. Ahora, el mercado es el mundo.