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lunes, 13 de febrero de 2023

Los seguros médicos siguen creciendo

Los problemas en la sanidad pública siguen alimentando la contratación de seguros médicos privados: lo tienen 12 millones de personas, una cuarta parte de los españoles y millón y medio más que antes de la pandemia. Encima, sus cuotas subieron un +21,6% estos cuatro años y hay quejas: de los pacientes porque hay retrasos en la atención y de los médicos porque las aseguradoras les pagan 10 euros por consulta. Estos seguros médicos facturan más de 10.000 millones y son “la gasolina” de la sanidad privada: les aportan el 55% de sus ingresos y otro 35% los convenios para que atiendan a pacientes derivados de la pública. Resultado: la sanidad privada crece y supone casi el 30% del gasto sanitario (más que en Europa), mientras cae el peso de la sanidad pública, que depende de las autonomías (financian el 93%), que sólo suben un 7,7% su gasto sanitario en 2023. Es un escándalo que la privada crezca a costa de hundir la sanidad pública.

Enrique Ortega

La crisis de la sanidad pública y las abultadas listas de espera son la mejor publicidad para la contratación de seguros médicos privados: crecen desde hace más de una década, pero sobre todo tras la pandemia y especialmente en 2022. El seguro médico es el seguro que más creció el año pasado, un +7% (frente al +4,93% en 2021), por encima del conjunto de los seguros (crecieron un +4,65% en 2022), según UNESPA. Y factura ya más de 10.000 millones anuales (10.543 millones en 2022), lo que supone un salto espectacular en esta parte del negocio asegurador, dado que facturaban 7.739 millones en 2016 y 8.572 millones en 2019, lo que supone un crecimiento en las primas del +36% en 6 años. Y si nos vamos más atrás, a 1996, los seguros médicos sólo facturaban 2.000 millones anuales, lo que significa que este seguro se ha multiplicado por 5 en los últimos 26 años, cuando todo el negocio del seguro sólo ha triplicado su facturación estos años.  

Este boom” de los seguros médicos privados se ve también en el número de asegurados, que a finales de 2022 habrá superado los 12 millones de españoles. Al terminar 2021 se contabilizaban 11.555.000 asegurados, según el último dato de ICEA, pero todo hace preveer que en 2022 lo habrán contratado otro medio millón más, como en 2020 y 2021. Con ello, hay un millón y medio de españoles más con seguro médico privado que antes de la pandemia (10.586.000 en 2019). De esos 12 millones de asegurados, la mayoría (10,2 millones) son españoles que se pagan su seguro (6,2 millones) o  se lo paga su empresa (4 millones de trabajadores). Y el resto son 1,8 millones de funcionarios y militares, cubiertos por un seguro médico privado que les paga el Estado (el 82,3% elijen que les atienda una aseguradora privada en vez de la sanidad pública). El salto en el número de asegurados ha sido también muy llamativo: se ha pasado de 9,5 millones de españoles con seguro médico privado en 2015 a los 12 millones de 2022 (+26,3%).

El negocio de los seguros médicos está muy concentrado en España, ya que las 5 primeras aseguradoras se reparten el 73% del mercado, según el balance de 2022 de ICEA: el 30,04% de las primas (3.167 millones) las ingresa SegurCaixa Adeslas (controlada en un 50% por Mutua Madrileña y un 49% por VidaCaixa Group), otro 15,49% Sanitas (propiedad de la multinacional británica BUPA), un 13,25% Asisa (propiedad de la cooperativa médica Lavinia, dueña de los hospitales HLA), otro 7,40% DKV Seguros (filial de la aseguradora alemana DKV) y un 6,77% MAPFRE (propiedad de la aseguradora española, varios Fondos de inversión y Allianz). Completan el ranking la aseguradora francesa Axa (2,52% del mercado), la sociedad vasca IMQ (cuyo 50% compró Adeslas en 2022), Asistencia Médica Colegial (1,98%), FIATC (1,76%) y CASER (1,66%). En total, el TOP 10 acapara el 83% del mercado.

Con los datos estimados para 2022 (12 millones de asegurados), más de un 25% de los españoles tienen ya un seguro médico privado. Los últimos datos publicados por la Fundación IDIS (de 2021), ya señalaban una cobertura del 24,41% de la población, frente a sólo el 19,06% en 2012. Pero el reparto es muy desigual. Hay regiones con más seguros médicos que la media, en especial Madrid (el 39% de la población tenía un seguro privado en 2021), Cataluña (35%) y Baleares (33%), además de Ceuta (36,09%) y Melilla (33,12%). Curiosamente, coinciden con algunas de las autonomías que dedican menos gasto público a sanidad: Madrid (1.627 euros per cápita), Cataluña (1.891 euros) y  Baleares 1.781 euros per cápita), como indica el Informe de la Fundación IDIS. Y tienen un bajo porcentaje de seguros médicos Navarra (13%), Murcia (15%), Cantabria (16%), Galicia y la Rioja (19%), quizás porque tienen un alto porcentaje de mayores, que no se hacen tantos seguros médicos privados, por su alto coste y porque los más viejos son “rechazados”.

El perfil de los que pagan un seguro médico privado, según UNESPA, son mayoritariamente los que tienen entre 30 y 65 años (el 51% de los asegurados en 2021), destacando el poco peso de los mayores de 70 años: sólo el 6% tienen un seguro médico privado, por su alto coste y las dificultades para contratarlo. Los expertos indican que hay “dos momentos” en que las personas se plantean contratar un seguro médico privado: cuando van a tener un hijo (por el parto y las prestaciones pediátricas en los primeros años) y cuando se acerca la madurez y empiezan los achaques. Y ahora, tras tres años de pandemia y con la sanidad pública colapsada, el reclamo para hacerlo es general.

La pandemia (con muchos ancianos en residencias desatendidos en hospitales públicos), las elevadas listas de espera y el colapso en la atención primaria y las urgencias han sido “la mejor publicidad” para los seguros médicos privados. Pero además, las aseguradoras se han volcado en agresivas campañas de publicidad y en ofertas de seguros “low cost”, ofreciendo seguros médicos incluso “desde 9 euros al mes”, apoyados en bajas coberturas, copagos y atención médica “online”, seguros de baja calidad. Una novedad en este mercado, además de la entrada de nuevos competidores (como las telecos o las tecnológicas) es la creciente utilización del marketing digital para vender seguros médicos, con una fuerte presencia de ofertas en Facebook y otras redes sociales. Incluso Sanitas vende seguros médicos a través de la plataforma de Amazon.

La crisis de la sanidad pública y la creciente demanda han provocado una fuerte subida de los precios de los seguros médicos, no en la contratación inicial (donde está la “guerra de ofertas”) sino al revisarse la prima cada año (como pasa en los seguros del automóvil).En 2022, las tarifas de los seguros médicos subieron un +6,6%, por encima de la inflación anual (+5,7%), según el desglose del IPC. Y más que en 2021 (+5,2%), 2020 (+4,8%) y 2019 (+5%). Con ello, los seguros médicos privados han subido un +21,6% desde 2019, más que la inflación total (subió +14,4 % en estos cuatro años). Y todavía se espera que suban más este año 2023, un +7,5% según los expertos, para compensar las subidas de costes. Y además, se espera que las aseguradoras intenten mejorar sus márgenes con más copagos, recorte de las coberturas y un aumento de la telemedicina.

Al final, pagar un seguro médico supone a las familias entre 132 euros mensuales (con copagos) y 190 euros, duplicando ese coste si los padres superan los 45 años. Y además, los que tienen un seguro médico privado se encuentran ahora con dos problemas: está habiendo retrasos para conseguir una cita con un especialista (menos que en la pública, pero hay demoras) y hay médicos que no atienden a asegurados, que sólo aceptan pagos privados. Y eso porque muchos facultativos se quejan de que no se han actualizado las tarifas y que cobran 10 euros por consulta (la segunda y restantes, cobrando 20 euros la primera), “menos que un técnico que nos arregla la lavadora”. Y por eso, a principios de año hubo protestas de médicos autónomos, tras haber firmado en octubre el Manifiesto “Dignifica”.

Los seguros médicos son la “gasolina” que alimenta la sanidad privada en España, que cuenta con 431 hospitales (el 56%), 49.748 camas (el 32% del total) y 286.719 empleados (65.945 médicos y 71.680 enfermeras), según el Informe de la Fundación IDIS. En 2021, la sanidad privada  facturó en España 11.525 millones de euros, un 1,21% más que en 2019. Los ingresos que aportan las aseguradoras (6.340 millones que pagamos con nuestros seguros médicos) supusieron el 55% de los ingresos totales de los hospitales privados. Y otro 35% de estos ingresos proceden de los conciertos (4.035 millones en 2021) que pagan las autonomías a estos hospitales por atender y operar a pacientes o por gestionar hospitales públicos (hay 9 hospitales públicos, 4 en Madrid, 4 en la Comunidad Valenciana y uno en la Rioja, que son de gestión privada, heredada de la época de Aguirre y Camps). Así que los españoles financiamos el 90% de los hospitales privados con los seguros privados que pagamos y con nuestros impuestos (conciertos). Sólo el 10% restante se financia con los pacientes privados que pagan de su bolsillo consultas y operaciones.

Hay que resaltar que la sanidad pública (autonomías) deriva un 10% del gasto sanitario público a esos conciertos con la sanidad privada (no sólo a hospitales): “desviaron” 8.381 millones de euros en 2020, según la Fundación IDIS. Unos recursos públicos que benefician a 173 hospitales privados y 105 privados de utilización pública. Se les paga para que realicen pruebas e intervenciones (para descargar las listas de espera), para ofrecer determinadas prestaciones (diálisis, terapias respiratorias, logopedia, rehabilitación, transporte enfermos) y para que gestionen centros de salud y especialistas. Lo llamativo es que hay autonomías que desvían más porcentaje de recursos públicos a la sanidad privada, como son Cataluña (3.287 millones en 2021, el 24,2% de su gasto sanitario público, porque hay una enorme red privada que atiende pacientes concertados), Madrid (902,4 millones, el 8,9% del gasto sanitario público de la Comunidad) y Baleares (176,3 millones, el 9,2%). En las demás, los conciertos privados se llevan una media del 5% del gasto sanitario público.

El “boom” de los seguros médicos privados y los crecientes ingresos por los conciertos han relanzado la sanidad privada en España, que gana peso año tras año. Así, en 2019 (último año con datos), la sanidad privada suponía un gasto de 33.398 millones de euros, casi el 30% (29,4%) del gasto sanitario total, cuando una década antes, en 2009, no llegaba a la cuarta parte del gasto total. La contrapartida es que la sanidad pública supone ahora el 70,6% del gasto total, cuando en 2009 era el 75,1%. Y ese aumento del peso del gasto sanitario privado (porque los españoles gastan más en seguros médicos y en pagar la atención sanitaria privada) coloca a España como el tercer país europeo con más peso de la sanidad privada (29,4%), solo por detrás de Portugal (39%) y Suiza (33,2%), por delante de la media OCDE (22,9% supone el gasto sanitario privado), Italia (26,1%), Reino Unido (21,5%), Francia (16,3%) o Alemania (15,4%), según la Fundación IDIS.

Este auge de la sanidad privada en España explica el interés de multinacionales y Fondos de inversión por entrar en el negocio sanitario y asegurador español, con múltiples compras en los últimos años. El negocio de la sanidad privada está muy concentrado, como el de los seguros médicos, según la Fundación IDIS: los 5 mayores grupos hospitalarios facturan el 53% de todo el sector no benéfico (hay otra sanidad privada con fines benéficos, como los 35 hospitales de los Hermanos de San Juan de Dios, los 14 de las Hermanas Hospitalarias o los 6 hospitales de la Cruz Roja). El grupo líder, a mucha distancia, es Quirón Salud (4.021 millones facturados en 2021, el 34,88% del total), controlado desde 2017 por la multinacional alemana Fresenius, seguido del grupo español Vithas (675 millones, un 5,85% del mercado), los hospitales HLA (de la cooperativa médica Lavinia: 480 millones facturados en 2021), HM Hospitales, de la familia Abarca (480 millones) y Ribera Salud (420 millones), cuyos dueños son la norteamericana Centene Corporation y Banco Sabadell. Les siguen los Hospitales Católicos (400 millones), el grupo canario Hospiten (345 millones), Sanitas (328 millones), la Clínica Universitaria de Navarra (268 millones) e IMQ (146). Entre estos grupos hospitalarios del TOP 10 controlan el 66% del mercado sanitario privado no benéfico.

La sanidad privada y sus hospitales argumentan que “descargan de trabajo a la sanidad pública  y ahorran al Estado entre 5.679 y 15.628 millones anuales, según la Fundación IDIS. Pero no dicen que los pacientes que atienden o les desvían son los menos complicados y costosos, quedando la atención más compleja y más cara para la sanidad pública, Así, de los 4.253.183 españoles que recibieron el alta sanitaria en 2020,el 72,6% fueron atendidos en la sanidad pública y el 27,4% en la privada, según la última estadística del INE. Hasta aquí, casi normal, aunque estuvieron más días hospitalizados en la privada (10,4 de media) que en la pública (8,1 días). Pero al analizar los motivos de la hospitalización, se ve que un 37,2% de los que estuvieron en hospitales públicos fueron por enfermedades graves (cáncer, problemas cardiovasculares y respiratorios), frente al 26,04% de los atendidos en hospitales privados. Además, la sanidad pública atiende a más personas mayores que la privada (un 48% de las estancias frente al 44%) y los atienden por más tiempo (8,26 días frente a 5,04), según el último estudio RESA (2019).

Al final, si los seguros médicos y la sanidad privada ganan terreno es a costa de los crecientes problemas de la sanidad pública, agravados por la pandemia. Tenemos una sanidad pública universal, eficaz y barata, según el último chequeo de la OCDE, pero arrastra problemas derivados de los pasados recortes presupuestarios y de la escasez de plantillas, con contratos precarios y mal pagados. La responsabilidad de levantar la sanidad pública está en las autonomías, que financian el 93% del gasto sanitario público. Y aquí se observa que algunas apuestan por reforzar la sanidad pública y otras por desviar recursos y pacientes a la sanidad privada. Y todas coinciden en no priorizar la sanidad: en 2022, el gasto sanitario de las autonomías aumentó un +4,15% (la mitad que la inflación), con 4 regiones que gastaron menos (Baleares, Aragón, Castilla la Mancha y Asturias). Y para 2023, el gasto sanitario de las autonomías crecerá un +7,7%, según la FDSP, con un gasto medio de 1.809 euros por habitante, un 22% inferior a la media de la UE (2.299 euros). Y hay 7 autonomías que gastarán en sanidad por debajo de la media española: Madrid (1.466 euros por habitante), Cataluña (1.456), Murcia (1.535), Andalucía (1.605). Comunidad Valenciana (1.628), Canarias (1.651) y Castilla la Mancha (1.766 euros).

En resumen, se desatiende la sanidad pública y eso nos obliga a pagar un seguro médico privado que alimenta una sanidad privada en auge, que crece a costa del deterioro de la sanidad pública. Una locura promovida por unos y permitida por otros. Ya basta.

lunes, 1 de marzo de 2021

La pandemia aumenta los seguros médicos


Hace meses que nos bombardean con ofertas de seguros médicos privados, volcadas ahora en ofrecer consultas online. Pero su mejor publicidad es la pandemia, que ha colapsado la sanidad pública y ha disparado las listas de espera. Con ello, las pólizas de salud son los seguros que más crecieron en 2020 (+5%) y hay ya 10 millones de españoles que pagan un seguro médico (más los impuestos que costean la sanidad pública). Unos seguros que llevan creciendo dos décadas y que financian el 63% de los hospitales privados, mientras otro 25% de sus ingresos se los aporta la sanidad pública, con los conciertos. El resultado es una sanidad pública sin recursos y una sanidad privada que es la 3ª con más peso en Europa. Urge reforzar la sanidad pública, con más presupuesto, personal y medios, para reducir las listas de espera y afrontar el envejecimiento, los tratamientos más costosos  y el aumento de enfermedades crónicas. Para que hacer un seguro médico privado no sea una necesidad.

Enrique Ortega

La pandemia ha provocado una dura crisis en casi todas las actividades, incluidos los seguros, pero ha dado otro empujón a los seguros médicos, cuya facturación creció un +5,01% en 2020, cuando el conjunto del negocio asegurador cayó un -8.30%, según los datos de la patronal UNESPA. Los seguros médicos movieron en 2020 unas primas de 9.383 millones de euros, 447 millones más que en 2019 y más del triple que en el 2.000 (2.800 millones facturados). Y son ya 20 años seguidos de aumento de negocio, más a partir de 2015, tras el efecto de los recortes en la sanidad pública hechos a partir de 2012. Un negocio en el que cada vez se implican más las aseguradoras y los bancos, lanzados a vender seguros a sus clientes para asegurarse más ingresos por comisiones.

El negocio de los seguros médicos privados está muy concentrado en España, ya que las 5 primeras aseguradoras se reparten el 72% del mercado, según datos (2019) de la Fundación IDIS: 29,3% de las primas las ingresa Segur Caixa Adeslas (controlada en un 50% por Mutua Madrileña y el 49% por Vida Caixa Group), 15,8% Sanitas (propiedad de la multinacional británica BUPA), 13,6% Asisa (propiedad de la cooperativa médica Lavinia, que cuenta con los hospitales HLA), 6,7% DKV Seguros (filial del grupo asegurador alemán DKV) y 6,5% Mapfre (propiedad de la aseguradora española, fondos y Allianz). Y completan el ranking la vasca IMQ (cuya compra total negocia Adeslas), con un 2,7% de cuota, Axa (2,4%), Asistencia Sanitaria Colegial (2,2%), FIATC (1,9%), más otro 13,3% el resto.

Los españoles que tenían contratado un seguro de salud en 2019 (último dato de UNESPA) eran 12.700.000, incluyendo los seguros de asistencia sanitaria, los seguros de reembolso (el asegurado elige su médico y la compañía le abona los gastos) y los seguros de subsidios (se indemniza al asegurado en caso de baja y hospitalización). Si estimamos que estos dos últimos seguros los han contratado 1.200.000 personas (900.000 el de reembolso), saldrían  11.500.000 españoles con un seguro médico, de los que 1.828.000 son funcionarios, a los que se les da la opción de que les atienda la sanidad pública o un seguro médico privado (el 70% han elegido una aseguradora, que les paga el Estado). Al final, serían 9.700.000 los españoles que se pagaban ellos un seguro privado en 2019. Y todo apunta a que habrán llegado a los 10 millones en 2020. Son casi 3 millones más de los que se pagaban un seguro médico privado en 2008.

El mapa de los seguros médicos privados es muy desigual por regiones, según el último balance de UNESPA (2019). Si lo contrataban de media un 22,5% de españoles, hay zonas con mucha mayor penetración de los seguros médicos: Madrid (34,8%), Cataluña (31,4%), Baleares (29,3%) y el País Vasco (22%), mientras la contratación es baja en Cantabria (6,34%), Navarra (10%), Murcia (12%), Extremadura (13%) y Castilla la Mancha (14,76%). Una explicación de esta desigual contratación puede estar en que las dos regiones con más seguros privados (Madrid y Cataluña) son las dos autonomías con menos gasto público en sanidad por habitante en 2019 (1.166 y 1.220 euros, por debajo de los 1.335 euros de media), según los datos de Sanidad. Y también debe tener relación con las listas de espera, que encabezan Cataluña, Baleares, Aragón y Castilla la Mancha.

El perfil de los que pagan un seguro médico privado son personas entre 30 y 50 años (la mitad del total), según UNESPA, siendo los más numerosos los que tienen entre 41 y 50 años (1.942.274 en 2019), entre 31 y 40 años( 1.551.129) y de 51 a 60 años ( otros 1.507.609) y apenas hay asegurados de más de 70 años (780.000) porque las pólizas son muy caras o las compañías los “rechazan”. Hay dos momentos en que las personas se plantean contratar un seguro médico: cuando van a tener un hijo (por el parto y las prestaciones pediátricas) y cuando se acercan a la madurez y empiezan los achaques. Y ahora, la pandemia ha aumentado la demanda de estos seguros, tras el colapso de los centros de salud y hospitales y conocerse que los ancianos en residencias no fueron derivados (en Madrid)  a hospitales en la 1ª ola, “salvo los que tenían un seguro privado”.

La pandemia y el colapso de la sanidad pública han sido la mejor publicidad para los seguros médicos privados, pero también las aseguradoras se han volcado en importantes campañas de publicidad, sobre todo a partir de septiembre pasado. De hecho, los anuncios en TV de seguros médicos se han multiplicado por 5, con una media de 12.500 inserciones mensuales en octubre y noviembre. Y la publicidad de servicios médicos y consultas online se multiplica en Internet, con ofertas de atención sanitaria online hasta de Movistar.

Mientras nos bombardean con anuncios, las aseguradoras aprovechan la pandemia para seguir subiendo las primas de los seguros médicos: subieron un +4,8% en 2020, según el desglose del IPC del INE, un año en que la inflación anual cayó un -0,5%. Y esa es la tónica de los últimos años, con subidas de los seguros de salud muy por encima del IPC: en 2019 (+5% frente al 0,8%), en 2018 (+5,1% frente a 1,2%) y en 2017 (+4,6% frente al 1,1%). Ahora, se espera una fuerte subida de los seguros médicos en 2021, porque las compañías argumentan que hospitales y médicos les han subido los costes (por los gastos en protección contra el coronavirus de instalaciones y empleados) y porque la sanidad privada ha tenido que invertir en teleasistencia y en APPs de servicios médicos a los asegurados. Todo apunta a que primero subirán las primas a las empresas que pagan el seguro médico a sus empleados y luego subirán la cuota a los particulares, sobre todo en 2022, cuando remita la crisis.

Pero aunque suban las cuotas, los seguros médicos seguirán creciendo con fuerza, alimentados por el colapso en la sanidad pública y, sobre todo, por el aumento de las listas de espera, que obligan a muchos españoles a contratar un seguro para no esperar meses para ir al especialista o para operarse. Si la demora era alta antes, con la pandemia se ha alargado, aunque los últimos datos publicados por Sanidad son de junio 2020. En las consultas externas (primeras consultas y especialidades), han pasado de 81 días de espera (junio 2019) a 115 días (junio 2020), con un 52,7% de pacientes esperando más de 60 días (eran el 42,6%). Y la peor situación se da en Cataluña (158 días), Canarias (149), Aragón (139) y Castilla y León (127), con solo 44 días en Madrid. Y para operarse, la espera media son 170 días (+55 días que en junio 2019), con un 33,8% esperando más de 6 meses (un año antes eran el 15,8%). Y la espera es más alta en Castilla la Mancha (269 días), Cataluña (223), Andalucía (212) y Aragón (171), con 42 días de espera media en Madrid.

Los casi 10.000 millones anuales que recaudan los seguros médicos son “la gasolina” que hace andar la sanidad privada y sobre todo los hospitales privados. En España, la sanidad privada supone 31.614 millones, casi un tercio del gasto sanitario total y ha crecido un 2,63% anual en la última década, mientras el gasto sanitario público crecía el 1%. Con ello, España es el tercer país de la OCDE con más peso del gasto privado en el gasto sanitario total (29,5% en 2019), sólo por detrás de Suiza (36,3%) y Portugal (33,5%), por encima de la media OCDE (23,1% supone el gasto sanitario privado), de Italia (25,8%), Reino Unido (22,9%), Francia (16,6%) y Alemania (15,5%), según el Informe 2020 de la Fundación IDIS. Un crecimiento de la sanidad privada a costa del menor peso de la sanidad pública.

Los seguros médicos aportan importantes ingresos a la sanidad privada (el 18,5%) pero son claves para financiar los 458 hospitales privados (frente a 350 públicos)  que hay en España (con 51.212 camas y 47.821 médicos, 40.665 enfermeras y 82.345 otros profesionales): suponen un 63% de los ingresos totales de los hospitales no benéficos, que proceden de los convenios que firman con las aseguradoras. Otro 25% de su financiación vino, en 2019, de los conciertos con la sanidad pública: recursos que se desvían de los presupuestos autonómicos a los hospitales privados para que atiendan y operen a pacientes derivados de la sanidad pública. Estos conciertos financian ya el 10,1% de toda la sanidad privada y fueron 8.373 millones en 2018 (último dato publicado). Pero hay autonomías que desvían más gasto público a la sanidad privada, en especial Cataluña (2.832 millones, el 26% del gasto sanitario público), Madrid (846 millones, el 10%), Baleares (164 millones, el 9,9%) y Canarias (288 millones, el 9,3%). Además, la sanidad privada gestiona 9 hospitales públicos en Madrid (4), Comunidad Valenciana (4) y la Rioja (1) y ha establecido conciertos singulares en Madrid, Galicia o Asturias para atender directamente a pacientes de la pública.

Al final, los hospitales privados, “alimentados” por los seguros médicos y los conciertos con la sanidad pública, son un negocio en auge, que facturó 6.950 millones en 2019. Y un negocio donde los 13 principales grupos controlan el 47% de los hospitales privados, en medio de un fuerte movimiento de compras por inversores, nacionales y extranjeros. Los 5 grandes del sector hospitalario privado controlan el 72,25% de la facturación, encabezados a distancia por Quirón Salud (3.202 millones facturados en 2019), controlada desde 2017 por la multinacional alemana Fresenius, seguido del grupo español Vithas (controlado por el grupo inversor catalán Goodgrower y CaixaBank), con 568 millones, HM Hospitales (familia Abarca), con 448 millones y Hospiten (del empresario canario Pedro Luis Cobiella), con 342 millones. Y les siguen Ribera Salud (342 millones), Sanitas (285), Clínica Universitaria de Navarra (212 millones), Juaneda Hospitales de Mallorca (122), Viamed Salud en la Rioja (115 millones) y Pascual Hospitales, en Andalucía (100 millones), según la Fundación Idis.

La sanidad privada y sus hospitales argumentan que “descargan de trabajo a la sanidad pública” y que en la pandemia han atendido a un 20% de los contagiados y al 15% de los que acabaron en una UCI. Pero no dicen que los pacientes que atienden o les desvían son los menos complicados y costosos, quedando la atención más compleja (y más cara) para la sanidad pública. Así, de los 4.899.954 españoles que recibieron el alta en 2018, el 72,9% fueron atendidos en la sanidad pública  y el 27,1% en la privada. Hasta ahí, “normal”, aunque estuvieron más días hospitalizados en la privada (9,6 de media) que en la pública (7,8 días). Pero al analizar los motivos de la hospitalización, se ve que el 37,8% de los que estuvieron en hospitales públicos fueron por enfermedades que matan (cáncer, problemas cardiovasculares y enfermedades respiratorias) frente al 27,3% de todos los atendidos en hospitales privados, según los últimos datos del INE (2018). Además, la sanidad pública atiende a un mayor porcentaje de personas mayores que la privada (48% de las estancias en hospitales frente al 44%) y los atienden más tiempo (8,26 días estancia en la pública y 5,04 días en la privada), según el estudio RESA 2019.

Al final, si los seguros médicos crecen y la sanidad privada aumenta su negocio es a costa de los crecientes problemas de la sanidad pública. Tenemos una sanidad universal, eficaz y barata, según la OCDE, pero arrastra problemas preocupantes, derivados de los drásticos recortes presupuestarios (-9.787 millones entre 2009 y 2014, 1 de cada 7 euros) y de plantillas (se perdieron 41.000 empleos sanitarios: 11.000 médicos y 30.000 enfermeras), junto a una descapitalización de medios, instalaciones y tecnología. Y sobre esta sanidad pública, que ya estaba al límite en 2019, se ha abatido el tsunami de la pandemia y la ha sometido a una presión insoportable, desde los centros de salud a los hospitales y UCIs. Es la hora de reforzarla para apuntalar su futuro y ofrecer una sanidad pública digna a los ciudadanos, sin que necesiten pagar un seguro privado para ser atendidos.

Urge más que nunca un gran Pacto sanitario, entre partidos, Gobierno, autonomías y profesionales sanitarios, actuando en 6 frentes. El primero, asegurar una financiación suficiente, acordando un gasto sanitario del 7% del PIB (la media europea), lo que supondría gastar 12.000 millones más cada año, empezando por destinar a la sanidad una parte importante de los Fondos europeos. Con más recursos, podría actuarse en el segundo frente, el laboral: garantizar unas plantillas mínimas a medio plazo, con contratos estables (un tercio son temporales) y sueldos dignos, sabiendo que conseguir nuevos médicos cuesta 10 ó 11 años (6 de Universidad más 4 ó 5 de MIR). El tercer frente es homogeneizar la sanidad, con un Fondo de compensación y un catálogo común de servicios que evite lo que pasa hoy: autonomías con más gasto y una sanidad de primera (Navarra, País Vasco, Aragón o Asturias) y otra “mala” (Canarias, Murcia, Andalucía o Cataluña), según el ranking de la FADSP. El cuarto, configurar un sistema de atención sanitaria a los mayores (en geriátricos, residencias y centros de día), para “descongestionar”  hospitales y centros de salud. Quinto, dedicar más medios a la prevención, para reducir enfermedades y hospitalizaciones. Y sexto, un Plan sanitario hasta 2050, para afrontar el envejecimiento, las enfermedades crónicas, los nuevos tratamientos farmacológicas y la renovación tecnológica y digital.

No vale con apuntalar la sanidad pública ahora para hacer frente a la pandemia. Después, hay que reforzar y ampliar las capacidades de la sanidad pública, para asentar sus frágiles cimientos y afrontar los grandes retos del futuro, pandemias incluidas. Hace falta dinero, medios y muchos cambios laborales, organizativos y técnicos, a varias décadas vista. Con la salud no se juega, ni puede ser un negocio. Necesitamos una sanidad pública fuerte y de calidad, al alcance de todos los españoles. Y el que quiera más, que se pague un seguro privado. Pero no por necesidad.

lunes, 4 de marzo de 2019

Crecen los seguros médicos y la sanidad privada



Cada día, más de 1.000 españoles contratan un seguro médico privado, para ir al especialista y operarse sin esperas (aunque cuando tienen algo grave, van a la sanidad pública). Son más de 11,5 millones de asegurados, que alimentan una sanidad privada creciente, que se lleva casi un tercio del gasto sanitario en España. Eso sí, el 26% de los ingresos de los hospitales privados vienen de los conciertos, de lo que les paga la sanidad pública por atender pacientes. Y al repartirse el trabajo, las enfermedades graves y los ancianos se concentran en los hospitales públicos. El negocio de los seguros y la sanidad privada crece imparable por el deterioro de la sanidad pública, donde faltan recursos, tecnología, médicos y especialistas (4.000, según Sanidad), con grandes diferencias por regiones. Urge que el próximo Gobierno apruebe un Plan de choque para mejorar la sanidad pública y reducir las listas de espera. Y frenar la privatización encubierta de la sanidad, con desvío de pacientes a costa del Presupuesto. SOS sanidad pública.

enrique ortega

Uno de cada cuatro españoles tiene ya un seguro médico privado, 11,51 millones de pólizas en 2017, 440.000 más que en 2016 y 1 millón más que en 2008, según los últimos datos de ICEA. El éxito es tal que el seguro de salud es el que más ha crecido en la última década (un 3,6% anual, mientras los demás seguros no vida caían un 1,5%) y en 2018 captó 8.520 millones de euros, con un aumento del 5,59% (frente al 2,44% que subieron los seguros de vida y el 3,94% los de no vida), según los datos de UNESPA. De estos 11,51 millones de españoles con seguro médico, 1,9 millones son funcionarios (el 80% han elegido tener un seguro médico, que les paga el Presupuesto, en vez de la sanidad pública) y el resto son particulares, aunque a un tercio (3,2 millones) les paga el seguro médico su empresa (que se los desgrava, con lo que también acaban cargando sobre el Presupuesto).

El éxito de los seguros médicos ha provocado una auténtica “guerra comercial” entre las aseguradoras, con ofertas cada vez más agresivas (algunas han llegado a regalar viajes si les contratan un seguro) y la multiplicación de “ofertas low cost de compañías creadas por las grandes aseguradoras (Savia de Mapfre, Néctar de Sanitas, Vivaz de Línea Directa…): seguros médicos hasta por 10 euros al mes por persona que luego tienen multitud de “letra pequeña” y muchos copagos. Laguerra de tarifas se ha centrado en captar nuevos clientes mientras se suben las primas a los clientes antiguos (como en el automóvil), porque la sanidad es cada año más cara. De hecho, los seguros médicos subieron un 5,1% en 2018, más del doble que el IPC global (+2,2%), según el INE.

Las aseguradoras se han volcado en vender seguros de salud y más en los dos últimos años, al ser más visible el deterioro de la sanidad pública y sus listas de espera, su mejor “argumento comercial”. Y lo hacen a través de las oficinas bancarias, las ofertas a empresas para cubrir a sus trabajadores (es el beneficio social más valorado y ahorra impuestos) y sobre todo, a través de Internet y de intermediarios online. De hecho, hay más de 200 empresas tecnológicas trabajando en el sector de la salud, como plataformas vinculadas a aseguradoras que ofrecen servicios, desde video consultas, chats y evaluación de síntomas hasta el acceso a un cuadro médico diverso. Y a su vez, las grandes tecnológicas (Google, Apple, Amazon, Facebook) quieren usar nuestros datos para vendérselos a las aseguradoras y que tengan un mejor “perfil de riesgo” de sus clientes (porque saben el ejercicio que hacemos o lo que comemos por múltiples APPs). Algo muy preocupante.

Sobre estas bases, el negocio de los seguros médicos en España está muy concentrado en pocas aseguradoras: las 3 grandes controlan casi dos tercios del negocio. El ranking lo encabezó en 2018 Mutua Segur Caixa Adeslas (con 2.524 millones en primas, el 29,63% de cuota), seguida de lejos por Sanitas (1.325 millones, el 15,75% del mercado) y Asisa (1.156 millones, el 13,57%), según ICEA. Y les siguen DKV Seguros (6,84%), Mapfre (la aseguradora líder es la 5ª en seguros médicos, con el 6,84% del mercado, IMQ (2,79%), Grupo AXA (2,37%), Asistencia Médica Colegial (2,31%), FIATC (1,90%) y Grupo CASER (1,69%). Su oferta crece cada vez más en Internet, vía comparadores, y la penetración del seguro médico varía mucho por regiones. Las zonas que más lo contratan son las autonomías más ricas (no las que tienen más listas de espera), Madrid (lo tienen el 34% de habitantes), Cataluña (29%) y el País Vasco (22%), mientras se contrata poco en Murcia o Extremadura (12% de habitantes) y casi nada en Cantabria (5%), según la Fundación Idis.

Estos seguros médicos privados son la principal fuente de financiación de la sanidad privada en España, un negocio que supone ya casi un tercio del gasto sanitario total: 28.500 millones en 2016, un 28,5% de todo el gasto sanitario, según la última estadística de la Fundación Idis. Y la mayor parte de ese negocio lo mueven los hospitales privados, que facturan más de 11.000 millones anuales y tienen ya 451 hospitales (el 57% del total) y 51.332 camas (el 33% de todas las que hay en España). Dentro de este sector, la mitad del mercado son hospitales sin ánimo de lucro, vinculados a instituciones y órdenes religiosas, y la otra mitad son hospitales privados con ánimo de lucro, que facturaron 6.175 millones de euros en 2016, según la Fundación Idis.

Este mercado sanitario de los hospitales privados con ánimo de lucro está también muy concentrado, ya que 8 grupos hospitalarios  se reparten las tres cuartas partes del mercado. El ranking lo encabeza el Grupo Quirón Salud, que facturó 2.540 millones en 2016, el 39,7% del mercado hospitalario privado con ánimo de lucro. Un grupo fruto de la fusión de Quirón e IDC Salud (antes Capio), con 46 centros hospitalarios (su buque insignia es la Fundación Jiménez Díaz en Madrid), controlado desde 2017 por la multinacional alemana Fresenius, la mayor empresa hospitalaria de Europa. Le siguen, muy lejos, el grupo Vithas-Nisa (fusionados en 2016), que facturó 506 millones y tiene el 8,2% de este mercado (con 19 hospitales y 28 centros médicos), HM Hospitales (336 millones de facturación, el 5,4% del mercado),  HLA (290 millones y 4,7% de cuota), la canaria Hospiten (277 millones, el 4,5%), Sanitas (247 millones), Clínica Universitaria de Navarra (157 millones) y grupo Pascual (150 millones, la mayoría en Andalucía), según el último ranking de la Fundación Idis.

Estos hospitales privados se financian en sus dos terceras partes (el 62,5% en 2016, según la Fundación Idis) con lo que les pagan las empresas aseguradoras, que les “aprietan las tuercas” a la hora de negociar lo que pagan por acto médico, prueba e intervención pero que han optado por no construir hospitales (sólo un 2% de los privados son de aseguradoras). Y la otra gran fuente de ingresos son los conciertos con la sanidad pública, que les aportan otro 26% de ingresos a estos hospitales privados (y a algunos, como a la Fundación Jiménez Díaz, hasta un 40%). El resto lo ingresan de pacientes que pagan ellos directamente las consultas e intervenciones (10% ingresos) y de lo que facturan con restaurantes y parkings (1,5%), según los datos de la Fundación Idis.

Los ingresos de los hospitales privados por los conciertos con la sanidad pública han aumentado en la última década  y supusieron 7.665 millones en 2016, el 11,6% de todo el gasto sanitario público. Estos conciertos los tienen el 43% de los hospitales privados (193 hospitales) y son muy importantes en Madrid (Quirón Salud gestiona 4 hospitales del sistema público y 2 concertados en Cataluña) y, sobre todo, en Cataluña, donde hay 30 hospitales privados integrados en la red sanitaria pública, lo que hace que sea la única autonomía con  más camas privadas que públicas (un 26% más). De hecho, en Cataluña, el 25,1% de su gasto sanitario público se destina a financiar hospitales privados. En Madrid, los conciertos se llevan el 12,4% del Presupuesto sanitario y en Canarias y Baleares el 10%, mientras en Castilla y León es sólo el 4%, en Andalucía el 4,3% y en Valencia el 4,5%.

Los conciertos, además de desviar recursos públicos a negocios privados, son un “mal negocio” para la sanidad pública, porque los pacientes que se desvían son los menos complicados y costosos, quedando la atención más cara y compleja para la sanidad pública. Así, de los 4,86 millones de españoles que recibieron el alta en algún hospital durante 2017, el 72,5% fueron atendidos en la pública y 23,5% en la privada. Hasta ahí normal, aunque estuvieron más días hospitalizados en la privada (7,8 días de media) que en la pública (7,4 días). Pero al analizar los motivos por los que se les hospitalizaron, se ve que el 37% de los que estuvieron en hospitales públicos fueron por enfermedades que matan (cáncer, problemas cardiovasculares y enfermedades respiratorias), frente al 26% de los atendidos en hospitales privados, según los últimos datos del INE (2017)


O sea que la sanidad pública se concentra en las patologías más graves y más caras, porque los pacientes la eligen cuando tienen un problema serio (aunque paguen un seguro médico privado).Además, la sanidad pública atiende a un mayor porcentaje de personas mayores que la privada (48% de las estancias en hospitales son de mayores de 65 años, frente al 44% en la privada) y los atienden más tiempo (8,26 días de estancia media en la sanidad pública y 5,04 días en la privada), según los datos del Estudio RESA 2018.

Al final, si los seguros médicos crecen y la sanidad privada hace más negocio es a costa de  los crecientes problemas de la sanidad pública. Tenemos una sanidad eficaz, universal y barata, según la OCDE, pero arrastra una serie de problemas preocupantes, derivados de los drásticos recortes en el presupuesto (-9.787 millones entre 2009 y 2014, 1 de cada 7 euros) y las plantillas (se perdieron 41.000 empleos sanitarios: 11.000 médicos y 30.000 enfermeras), así como una descapitalización de medios, instalaciones y tecnología (apenas se ha invertido). El resultado es que la sanidad pública está al límite y eso se traduce en tensiones en la atención primaria (faltan médicos y se han reducido horarios), en los especialistas (hacen falta 4.000, según un reciente informe de Sanidad) y en la atención hospitalaria, sobre todo en urgencias y operaciones.

Y todo ello acaba en un aumento de las listas de espera, lo que hace que millones de españoles contraten un seguro médico privado. Las listas de espera han mejorado en 2017 y 2018, pero son superiores a las de muchos paises europeos, según el informe de la OCDE-CE. En junio 2018 (último dato oficial), había 584.018 españoles esperando una operación (sobre todo de cataratas, artroscopia, cadera, hernia o cirugía vascular), con una espera media de 93 días (en Canarias eran 147 días, en Castilla la Mancha 137 y en Cataluña 132 días, mientras sólo esperan 47 días en Madrid y 48 en el País Vasco), según el Ministerio de Sanidad. Y la lista de espera para el especialista afecta a 43 de cada 1.000 habitantes, más en Cantabria (74/1.000 habitantes), Ceuta (66), Canarias (62,3) y Galicia (61,39) y menos en el País Vasco (13,93 por cada 1000 habitantes), Melilla (18,49), Castilla la Mancha (24,22) y Madrid (26,51), con una espera media de 57 días (en Canarias, 105 días).

Otro problema muy serio de la sanidad española es la desigual atención por autonomías, fruto de los diferentes recortes (hay 8 autonomías que todavía hoy gastan menos en sanidad que en 2009: Cataluña, Andalucía, Extremadura, Canarias, Galicia, Castilla la Mancha, Murcia y La Rioja) y de que gastan más o menos en sanidad: en 2018, el País Vasco (1.695 euros/habitante) gastó en sanidad un 46% más que Andalucía (1.158 euros/habitante). Y junto a los vascos (1.670 euros en 2017), los que más gastan en sanidad son Navarra (1.635 euros en 2017), Asturias (1.586 euros), Extremadura (1.453) y Aragón (1.441). Y los que menos gastan, junto a Andalucía (1.108 euros en 2017), Madrid (1.179), Cataluña (1.192), la Rioja (1.199) y Murcia (1.206 euros/habitante en 2017). 


Al final, evaluando distintos parámetros, la Federación en Defensa de la Sanidad pública configura un ranking de “4 Españas” sanitarias. Una sanidad “buena” en el País Vasco (94 puntos sobre 118), Navarra (83), Aragón (80) y Castilla y León (83 puntos). Una sanidad “regular” en Asturias (78), Castilla la Mancha y Extremadura (77), La Rioja (76) y Madrid (73). Una sanidad “deficiente” en Baleares (72 puntos), Galicia (71), Andalucía (68), Cantabria y Murcia (66). Y una sanidad “mala” en Cataluña (65 puntos), Valencia (63) y Canarias (53).

Visto el panorama, urge un gran Pacto sanitario para resolver los problemas actuales de la sanidad pública y asegurar su futuro, actuando en 6 frentes. El primero, asegurar una financiación suficiente para la sanidad: debería acordarse un gasto sanitario del 7% del PIB (la media europea), lo que supondría gastar  en sanidad 12.000 millones más cada año (algo que requiere una reforma fiscal). Con más dinero,  podría actuarse en el frente laboral: garantizar unas plantillas mínimas a medio plazo, con contratos y salarios dignos, sabiendo que en conseguir más médicos se tarda 10 ó 11 años (6 de Universidad más 4 ó 5 de MIR). Tercer frente: homogeneizar la sanidad, con un Fondo de compensación interterritorial, para que tengamos la misma atención en toda España. Cuarto, configurar un sistema de atención sanitaria a los mayores (en geriátricos, residencias y centros de día), para descongestionar hospitales y centros de salud. Quinto, dedicar más dinero y medios a la prevención, para reducir enfermedades y hospitalizaciones. Y sexto frente, preparar un Plan sanitario hasta 2050, para hacer frente al envejecimiento, las enfermedades crónicas, los nuevos tratamientos  farmacológicos y la renovación tecnológica.

Todo esto debería ser prioritario para el próximo Gobierno y el futuro Parlamento. Porque si no se toman medidas, se deteriorará más la sanidad pública, en beneficio de la sanidad privada. Y una cosa es que tengamos un seguro privado para ir pronto al ginecólogo o al dentista y otra que lo necesitemos para saber si tenemos o no un cáncer porque el especialista tarda meses en vernos. O para operarnos. No podemos volver a aquello de que el que tiene dinero tiene una buena atención médica y el que no, atenderle en urgencias y como se pueda. Con la salud no se juega.