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lunes, 24 de junio de 2024

Se despide mucho más (la mitad, gratis)

España crea mucho empleo, pero las empresas también despiden más que nunca: casi 2 millones de trabajadores perdieron su empleo en 2023 por despidos disciplinarios, causas económicas o por incumplir el periodo de prueba. Son el doble que antes de la reforma laboral de 2021. Y estos despidos siguen creciendo en 2024 (639.286 hasta abril). Parece que las empresas utilizan estas vías para renovar sus plantillas, para despedir a empleados fijos, ahora que no pueden hacer tantos contratos temporales. Y lo hacen porque les sale barato: el 53% de estos despidos no se indemnizan. Los sindicatos denunciaron este abuso a Europa hace dos años, y el Comité de Derechos Sociales acaba de dictaminar contra España, argumentando que las indemnizaciones por despido no se ajustan a la Carta Social Europea. Ahora, el Gobierno tendrá que cambiarlas, mientras los sindicatos piden una indemnización mínima de 6 meses, para evitar el abuso de despidos en los nuevos contratos. Será la 2ª reforma laboral, más difícil de aprobar con la patronal en contra.

                     Enrique Ortega

Cada día se hacen en España miles de contratos (1.339.653 en todo mayo), varios por cada puesto de trabajo al año, y también miles de despidos, en un mercado laboral muy dinámico, que no para. Y eso se traduce en miles de altas y bajas a la Seguridad Social cada mes. En todo 2023 se registraron 22.549.541 altas laborales y otras 21.692.022 bajas. Y en mayo de 2024, el último mes con datos, se registraron en la Seguridad Social 2.032.520 altas laborales y 1.905.774 bajas, con un récord histórico de 21.219.318 afiliados.

Este enorme dinamismo del mercado laboral español y la fuerte creación de empleo neto (altas menos bajas) oculta un dato llamativo: las bajas a la Seguridad Social se han disparado en los dos últimos años, tras la reforma laboral de 2021 (en vigor desde el 30 de marzo de 2022). Los datos de la Seguridad Social lo evidencian: en 2023, casi 2 millones de trabajadores (1.967.406)  perdieron su empleo, la mitad por despidos (991.265 bajas) y la otra mitad por no superar el periodo de prueba (976.141 bajas). Es una cifra récord en la historia de la SS y supone un aumento del +15,38% sobre las bajas de 2022 (1.705.032) y, sobre todo, duplicar las bajas de 2021, antes de aplicarse la reforma laboral (1.094734 bajas). Y la tendencia sigue en 2024: de enero a abril se han registrado 639.286 bajas, un 9,36% más que en el primer cuatrimestre de 2023, algo más de la mitad por despidos (341.874) y el resto por no superar el periodo de prueba (297.412).

Los  sindicatos y muchos expertos consideran que las empresas utilizan estas vías para realizar “despidos encubiertos”, una “puerta trasera” para cambiar trabajadores y rotar plantillas, ahora que la reforma laboral les dificulta los contratos temporales. Y denuncian además, que este tipo de bajas permiten a las empresas “quitarse trabajadores” con muy poco coste. De hecho, los datos de la SS revelan que el 53% de las bajas por despido hechas en 2023 fueron por despidos disciplinarios, que no conllevan el pago de indemnización. Y todas las bajas por no superar el periodo de prueba (976.141) no tuvieron ningún coste para las empresas. En 2024, la tendencia sigue igual: el 54,6% de todo los despidos fueron disciplinarios, sin indemnización de entrada, lo mismo que las 297.412 bajas por no superar el periodo de prueba.

Hasta la reforma laboral, las empresas utilizaban los contratos temporales para “probar” nuevos trabajadores y “rotar sus plantillas”: los contrataban por días, semanas o meses y luego les daban de baja, con poca o nula indemnización. Pero con la reforma laboral de 2021, se han disparado los contratos indefinidos (el 44% de los hechos de enero a mayo 2024) y ahora las empresas buscan las vías para poder despedir también a estos trabajadores “fijos”. Y lo consiguen: el 92,4% de todas las bajas por despido de 2023 (916.199) se hicieron a trabajadores con contratos indefinidos. Y el 72% de los despidos por no superar el periodo de prueba se hicieron a trabajadores con contrato indefinido. Y lo mismo en 2024.

En definitiva, que la rotación en las plantillas ha cambiado de los trabajadores temporales (sigue) a los trabajadores “indefinidos”. Los sindicatos denuncian que las empresas utilizantres puertas” para quitarse empleados, 3 tipos de bajas para cambiar trabajadores con poco coste, con indemnizaciones bajas o nulas. Y argumentan que las estadísticas demuestran que su uso se ha disparado en 2022, 2023 y 2024, tras la reforma laboral de 2021.

La “primera puerta” que usan ahora muchas empresas para quitarse empleados y rotar plantillas son las bajas de trabajadores por no superar el periodo de prueba. Siempre ha habido “ periodos de prueba” en los trabajos (se deben fijar por escrito en el contrato y las concretan los distintos convenios, aunque a falta de criterio suelen ser de 6 meses para los titulados técnicos y 2 meses para el resto). Y siempre ha habido trabajadores que no los superaban. La novedad ahora es que las bajas por no superar el periodo de prueba se han disparado, sobre todo tras la reforma laboral: si hubo 444.722 bajas por este motivo en 2020 y 552.748 en 2021, en 2022 hubo 893.960 (+61,7%) y 991.265 en 2023 (+10,9%), un récord histórico. Y en los cuatro primeros meses de 2024 son ya 297.412 bajas por no superar el periodo de prueba, +9,26% que en el primer cuatrimestre de 2024.

Estas bajas por no cumplir el periodo de prueba son casi gratis para las empresas, porque el trabajador no tiene derecho a cobrar una indemnización al irse y sólo recibirá los sueldos pendientes y la parte correspondiente de pagas extras y vacaciones. Y con ello, puede utilizar esta “puerta” para rotar su plantilla y coger otro trabajador, ahora que es más difícil contratar temporalmente. El trabajador despedido puede reclamar a Magistratura, si cree que el despido ha sido injusto, pero si ha estado poco en la empresa (de 2 a 6 meses), no le compensará contratar un abogado e ir a juicio, por una baja indemnización (33 días por año en caso de despido improcedente o algo más si la empresa pacta para no ir a juicio).

La “segunda puerta” que las empresas utilizan para realizar “despidos encubiertos” son los despidos disciplinarios individuales, que se justifican por “un incumplimiento grave y culpable del trabajador”, por varias causas que fijan los artículos 54 y 55 del Estatuto de los Trabajadores: faltas repetidas de asistencia o puntualidad, indisciplina o desobediencia, ofensas verbales o físicas al empresario o a otros trabajadores, “transgresión de la buena fe contractual o abuso de confianza” (sic), disminución continuada y voluntaria en el rendimiento del trabajo (¿cómo se mide?), embriaguez habitual o toxicomanías, acoso racial, étnico, religioso o sexual… Estos despidos disciplinarios se han hecho siempre, pero otra vez las estadísticas alertan del salto tras la reforma laboral: han pasado de 188.933 bajas en 2021 (ojo: en contratos indefinidos) a 367.705 en 2022 y 499.803 en 2023 (se han multiplicado por 2,6 en los últimos dos años). Y siguen creciendo en 2024 (186.893 hasta abril).

Este despido disciplinario sale también barato para las empresas en la mayoría de los casos, porque el trabajador despedido no tiene tampoco derecho a indemnización. Puede recurrirlo judicialmente, buscando un despido improcedente (nulo es casi imposible), pero sólo cobrará 33 días por año trabajado (con límite de 24 meses) o algo más si pacta con la empresa para no ir a juicio. Pero si el despedido lleva poco tiempo trabajando (estos despidos disciplinarios se aplican más a los que tienen poca antigüedad), tendrá que pensarse si le compensa reclamar. Y en muchos casos, a la empresa sí le compensa pagar una baja indemnización a cambio de poder contratar a otro empleado (más barato).

La “tercera puerta” que algunas empresas utilizan para hacer despidos “encubiertos” son las bajas individuales por motivos objetivos, por “causas económicas, técnicas, organizativas o productivas (causas ETOP). Tras la pandemia, el gobierno Sánchez frenó estos despidos “por causas económicas” de las empresas, abriendo la vía de los “ERTE” (“aparcar” trabajadores un tiempo, pagándoles el desempleo, hasta que mejorara la situación del sector o empresa). El sistema ha evitado millones de despidos (había 3.617.205 trabajadores en ERTE en abril de 2020 y sólo 10.000 en abril de 2024), Pero ahora, muchas empresas utilizan el argumento de las causas económicas para dar de baja a trabajadores. Otra vez lo revelan las estadísticas: se ha pasado de 159.362 bajas por despido colectivo en 2021 a 394.926 bajas en 2023 (más del doble). Y este año, de enero a abril, 14.721 bajas por “causas objetivas” (+12,15%), a pesar de que la mayoría de empresas venden y ganan más.

Todavía hay una “cuarta puerta” para los despidos encubiertos, según los sindicatos. Están  contabilizadas en la SS como “bajas no voluntarias por otras causas”, un verdadero “cajón de sastre” donde se incluyen despidos al margen de las causas anteriores y sobre los que hay poca información. Son muchas bajas: 1.724.757 bajas en todo 2023, aunque la cifra es similar a la de 2021 (1.732.795). Pero en 2024 salta la alarma: 595.214 de enero a abril, un +14,6% que en 2023.

Al final, entre estas 3 o 4 puertas, se pierden más de 2 millones de empleos cada año, aunque el paro total baja en España (hay 315.141 parados registrados menos que en mayo de 2021)  porque sigue habiendo oferta de nuevas empleos y crece la ocupación general, a costa de una mayor rotación de trabajadores. Los sindicatos denuncian este aumento de los despidos “encubiertos”, que los sufren ahora otros trabajadores: la reforma laboral ha provocado que los despidos de trabajadores “indefinidos”, que ya eran mayoría antes  (72% del total en 2021) lo sean aún más ahora (suponen el 93% de estos despidos encubiertos) y que bajen los despidos de los trabajadores temporales (del 28% del total en 2021 al 7% ahora). En resumen: la reforma ha conseguido que haya muchos más trabajadores “indefinidos”, pero les ha hecho más vulnerable a los despidos, sobre todo los nuevos contratos.

Los sindicatos creen que este aumento de despidos “por la puerta de atrás” se debe a que son muy baratos o gratis para las empresas. Y por eso, consideran que sólo pueden frenarse si se aumenta la indemnización que deben pagar. La reforma laboral de Rajoy en 2013 bajó la indemnización por despido, de 45 a 33 días por año (y redujo el máximo de 42 mensualidades a 24). La reforma laboral del Gobierno Sánchez, aprobada en 2021, no quiso tocar estas indemnizaciones, para conseguir el apoyo de la patronal. Y porque España está en linea con las indemnizaciones de otros paises europeos. Pero hay un problema: la indemnización por despido es alta para un empleado con antigüedad, pero esos 33 días por año son una miseria para un trabajador al que le despiden con uno o dos años de contrato.

Para evitar este abuso de los despidos de indefinidos tras la reforma laboral, UGT presentó una denuncia, en marzo de 2022, ante el Comité de Derechos Sociales del Consejo de Europa, a la que se sumó CCOO a finales de 2022. En su argumentación jurídica, UGT reiteró que la indemnización por despido en España “no compensa a los trabajadores despedidos que llevan poco tiempo empleados” y que hay vías de despido (las tres puertas señaladas) que “son demasiado baratas para las empresas” y por eso han disparado su uso. Un ejemplo se dio en Barcelona, donde una trabajadora despedida (sin causa justa) a los 5 meses de contratarla recibió una indemnización de 942 euros, que un juez subió a 4.435 en una sentencia de 2023. Por ello, los sindicatos denunciaban que España no cumple la Carta Social europea.

En octubre de 2022, el Comité del Consejo de Europa admitió a trámite la denuncia de UGT. Y, curiosamente, en febrero de 2023, la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, recogió la tesis sindical y declaró en el Congreso: “El despido en nuestro país no es caro, es demasiado barato. Es tan barato que a las empresas les sale a cuenta despedir utilizando las indemnizaciones de 33 días”. Después, en octubre, Sumar incluyó en el acuerdo de Gobierno con el PSOE, este compromiso: “Establecer garantías para las personas trabajadoras frente al despido, dando cumplimiento a la Carta Social Europea y reforzando la causalidad en los supuestos de extensión de la relación laboral”.

Gobierno y sindicatos estaban a la espera de la decisión del Consejo de Europa. Y hace poco, el 20 de marzo, su Comité de Derechos Sociales emitió el esperado dictamen, que al día de hoy no se conoce. Pero todo apunta a que el Comité habrá sentenciado igual que en el caso de otros paises y de la recomendación hecha a España en 2023: el despido en España no se ajusta a la Carta Social Europea”, debido a que fija un límite máximo que “obvia las circunstancias del trabajador despedido”. Vamos, que da la razón a los sindicatos de que los 33 días por año son una miseria para los que han trabajado poco tiempo.

Ahora, se espera que el Gobierno publique la sentencia del Consejo de Europa (este verano) y apruebe cambios legales en las indemnizaciones. Pero mientras, ya hay una primera sentencia, del TSJ del País Vasco, que ha aplicado la decisión del Consejo de Europa, obligando a una empresa a pagar una indemnización adicional (de 30.000 euros) a un trabajador despedido antes del año prometido. Y se espera que otros jueces les seguirán. Mientras, los sindicatos proponen al Gobierno que apruebe una indemnización mínima de 6 meses de salario para los despidos improcedentes, mientras otros expertos defienden un nuevo sistema de indemnizaciones que tenga en cuenta las circunstancias del trabajador despedido. Y todos creen que si se encarezcan estos despidos de trabajadores con poca antigüedad, las empresas abusarán menos de ellos.

Ahora, el dictamen del Consejo de Europa fuerza al Gobierno a reformar las indemnizaciones, dentro o fuera de una 2ª reforma laboral, que debería incluir otros temas pendientes (horarios, condiciones de trabajo, productividad…). Será un gran reto para este otoño, pero esta reforma será mucho más difícil de acordar que la reforma laboral de 2021, porque las indemnizaciones son un tema tabú para la patronal, que lleva meses muy intransigente respecto a los temas a debate en el diálogo social. Y por si el pacto no fuera difícil, luego habría que aprobarlo en el Parlamento, con la oposición muy agresiva y poco negociadora. Así que si hay cambios laborales, habrá que imponerlos y así no suelen funcionar bien.

jueves, 28 de julio de 2022

EPA junio: empleo crece, con guerra e inflación

La guerra de Ucrania y la inflación no han frenado la creación de empleo en España esta primavera, según la EPA conocida hoy: se han creado 383.300 nuevos empleos en el 2º trimestre y trabajan ya 20,46 millones de personas, la cifra más alta desde 2008. Y hay 255.300 desempleados menos, por debajo de los 3 millones de parados, lo que no sucedía desde 2008. El empleo creado es de más calidad, gracias a la reforma laboral: el 34,8% de los nuevos contratos son indefinidos (el 44,3% en junio), frente al 10,90% en 2021. Y crece más el empleo entre jóvenes y mujeres. Pero se estancan los parados de larga duración (el 47,8%) y casi la mitad de los parados no cobran ayudas. Ahora se espera que el empleo mejore este verano, por el turismo, pero caerá en otoño, por el menor crecimiento, el corte del gas y la subida de tipos. Urge un Plan para incentivar el empleo si se agrava la crisis. Garantizar el trabajo es otra vez la gran prioridad.

Enrique Ortega

El segundo trimestre del año suele ser bueno para el empleo, por la Semana Santa y los contratos previos al verano, salvo en 2020, donde la ocupación cayó en picado entre abril y junio (-1.074.000 empleos), por la pandemia y el grueso del confinamiento. Este año 2022, tras un primer trimestre donde cayó el empleo (-100.200), el 2º trimestre ha dado la sorpresa y el empleo ha crecido en 383.300 personas, según la EPA, más que en la primavera de 2019 (+333.800 empleos), a pesar de la guerra de Ucrania y la inflación disparada. Con ello, se afianza  la recuperación del empleo iniciada el verano pasado y la ocupación aumenta en 796.400 empleos en el último año, con 20.468.000 personas trabajando en España, la mayor cifra de ocupados desde 2008 (20.646.000 en junio de 2008).

En el 2º trimestre, el aumento del empleo ha sido gracias a los servicios (+320.200 empleos creados), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también ha creado mucho  empleo la industria (+79.500) y la construcción (+21.900), bajando en la agricultura (-38.400 empleos).  El empleo se ha creado sólo en el sector privado (+397.600 empleos), mientras bajaba en el sector público (-14.300), por el fin de contratos en enseñanza y sanidad, según la EPA. Y sorprende que la mayor creación de empleo se haya dado en las mujeres (+196.000 empleos frente a +185.300 en los hombres) y entre los jóvenes (+239.000 empleos, dos tercios del total, se los llevaron los menores de 35 años) y los mayores de 55 años (+69.800 nuevos empleos). Y por autonomías, el empleo ha crecido en el 2º trimestre en todas, salvo País Vasco (-18.400), Asturias (-5.200) y Melilla (-1.200), pero sobre todo en Baleares (+80.200 empleos), Cataluña (+63.800) y Madrid (+61.200).

La importante mejora del empleo en el 2º trimestre (+383.300) no se traducido toda en una bajada del paro (-255.300 parados, la mayor reducción en este trimestre desde 2018) porque en paralelo han aumentado los españoles activos, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” han aumentado en 128.000 personas, impidiendo bajar más las cifras del paro. Es un proceso que se ve trimestre a trimestre (hay 171.900 personas más buscando trabajo que hace un año). Y ya hay más adultos “activos” (trabajando y buscando trabajo) que en 2019: 23.387.400 frente a 23.158.800 a finales de 2019. Y todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo mismo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.

El  paro ha bajado en el 2º trimestre (-255.300 personas) gracias sobre todo a los servicios (-120.700 parados), por el fuerte despegue en el turismo, la hostelería y el comercio, y a los que perdieron su primer empleo hace un año (-99.100 parados ahora), bajando también el paro en la industria (-18.100) y la agricultura (-10.000) y subiendo sólo en la construcción (+400 parados), según la EPA de junio. El desempleo baja sobre todo entre las personas de 25 a 54 años (-245.100 parados) y sólo sube entre los jóvenes de 16 a 19 años (+20.900). Y también baja más el paro entre las mujeres (-133.300) que entre los hombres (-121.900 parados). Por autonomías, baja en todas , salvo en Melilla (+900 parados), Comunidad Valenciana (+800) y Castilla la Mancha (+300), destacando la bajada del paro durante el 2º trimestre en Madrid (-59.700 parados), Baleares (-54.400), Canarias (-29.600) y Andalucía (-22.600).

La cifra total de parados EPA baja de los 3 millones (2.919.400 parados a finales de junio 2022), un dato que no se veía desde septiembre de 2008 (2.600.700 parados). Y la tasa de paro baja al 12,48%, según la EPA, mucho más baja que antes de la pandemia (13,78% en 2019) y la menor tasa de paro desde el verano de 2008 (11,23%). Eso sí, todavía duplicamos la tasa de paro europea (6,1% en la UE-27) y cuadruplicamos la alemana (2,8% de paro), según Eurostat. También baja mucho este trimestre la tasa de paro de los jóvenes (menores 25 años), al 28,52% (13,3% en la UE-27).

Hay otros datos preocupantes del paro que también mejoran. El primero, que hay 990.300 hogares con todos sus miembros en paro (-62.600 que el trimestre pasado) . El segundo, que seguimos con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”, aunque ahora casi todas bajan del  20%: Melilla (24,66%), Ceuta (22,75%), Andalucía (18,68%), Canarias (17,76%) y Extremadura (16,73%), que contrastan con 6 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea (8,17% Cantabria, 8,75% el País Vasco, 8,76% Navarra, 8,96%% Aragón  y 9,29% Baleares y Cataluña). Y el tercero, que se estabilizan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.395.500 parados, el 47,8% de los parados (eran el 47,78% el trimestre pasado, pero el 43,5% a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En mayo de 2022, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.675.407 desempleados: menos de la mitad (40,5%%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 888,6 euros de media y el resto (59,5%) cobraban un subsidio asistencial de 463,21 euros. Pero en esta cifra están incluidos los 17.898 trabajadores que están en ERTE y cobran las tres cuartas partes de su sueldo del SEPE. Así que, en realidad, sólo 1.657.559 parados cobra algún subsidio, el 56,77% de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (43,23%) no cobran ninguna ayuda pública, empeorando la cobertura sobre 2019 (no cobraban el 38,5%). Así que baja el paro, pero también los que reciben ayudas.

Visto los datos del empleo y el paro en el 2º trimestre de 2022, queda patente que España supera de momento la nueva crisis de la guerra de Ucrania, porque tenemos más ocupados (+ 283.100) y menos parados (- 184.400) que a finales de 2021. Concretando más, desde el inicio de la guerra (24F) hasta finales de junio, hay 654.058 afiliados más a la Seguridad Social, con un récord de 20.102.037 afiliados, tras 14 meses consecutivos de aumento (desde mayo de 2021). Y el paro se ha reducido, a pesar de la guerra y la inflación, en 231.102 parados desde febrero hasta finales de junio, según Trabajo.

Con todo, la mejor noticia es que el empleo que se está creando en 2022 es menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. Ya en el primer trimestre de 2022, el 22,7% de todos los contratos firmados fueron indefinidos, frente a sólo el 10,9% de los firmados en todo 2021, según los datos de Trabajo. Ahora, con datos del primer semestre, el dato es espectacular: el 34,28% de todos los contratos firmados de enero a junio fueron indefinidos (3.281.900 contratos), más del triple que en todo el año 2021 (sólo el 10,9% de los contratos fueron indefinidos) y mucho más que entre los años 2014 y 2020 (sólo entre el 6 y el 8% de los contratos fueron indefinidos). Y cada mes suben más los contratos indefinidos: en junio de 2022, fueron el 44,3% de los contratos firmados (783.595 contratos fijos, un récord histórico. De ellos, más de un tercio (292.679) fueron contratos fijos discontinuos, contratos muy usados en hostelería y construcción para trabajadores que son fijos aunque trabajan sólo unos meses al año (y el resto del tiempo no cuentan como parados aunque estén inactivos, una norma que viene de 1985).

La  reforma laboral se va a notar más en las contrataciones del verano, donde los contratos que se hagan deben ser fijos y los temporales (por 6 meses) han de ser la excepción (por circunstancias “ocasionales e imprevisibles” o por “picos de producción”). Así que el aumento de asalariados con contrato fijo se verá aún más en la EPA del tercer trimestre. Y, además,  los que más se están beneficiando de la reforma laboral son los jóvenes: si entre 2015 y 2021 sólo conseguían un 37% de contratos fijos (el 63% eran temporales), en el último mes, junio de 2022, los menores de 30 años han tenido un 64% de contratos indefinidos (52% fijos y 12% fijos discontinuos) y sólo un 36 % de los contratos firmados el mes pasado fueron temporales, según Trabajo. Una “revolución” laboral.  

Mientras mejora la calidad del empleo que se crea, el gran reto sigue siendo crear más empleo, porque en España trabaja menos gente que en Europa, en relación a la población: aquí trabajan el 62,7% de los que tienen entre 15 y 64 años, frente al 68,4% que trabajan de media en Europa, el 67,2% en Francia, el 58,2% en Italia y el 75,8% en Alemania, según Eurostat (2021). Eso quiere decir (“a lo claro”) que debería haber 1,8 millones de españoles más trabajando si tuviéramos el nivel de empleo europeo. Y  4 millones más trabajando si fuéramos como los alemanes. Por eso  (y por nuestra menor productividad) tenemos menos nivel de vida que los paises del centro y norte de Europa.

Para crear más empleo, España necesita crecer más, lo que ya consiguió en 2021, donde el empleo creció más que la economía (+8,8% frente al +5,1% del PIB), lo que permitió crear 840.700 nuevos empleos en 2021. Ahora, por culpa de la guerra de Ucrania y de altísima inflación, todo apunta a que este año 2022 creceremos mucho menos: el Gobierno acaba de estimar que creceremos un +4,3%, aunque la Comisión Europea y el FMI rebajan ese crecimiento al +4% (muy superior al 2,5% previsto para la zona euro y al 1,3% de Alemania). Y además de crecer menos, el problema estará en que el empleo crecerá menos que la economía (+3,7%), con lo que sólo se podrán crear 475.000 nuevos empleos en 2022, poco más de la mitad que el año pasado. Y lo peor es que en 2023, la economía crecerá aún menos (+2,7%  según el Gobierno y +2,1% estima la Comisión Europea) y sobre todo el empleo (+0,8%), lo que sólo permitirá crear 105.000 nuevos empleos en 2023. 

Así que tras superar en 2021 el empleo de antes de la pandemia (20.184.900 ocupados frente a 19.966.900 en diciembre de 2019),  ahora vienen dos años en que España creará menos empleo, aunque será de más calidad (la mayoría indefinido). Por eso, es crucial que el Gobierno apruebe un Plan de incentivos al empleo, centrado en promover la contratación de los colectivos que tienen más difícil trabajar: jóvenes, mujeres y mayores de 50 años. Y también planes de empleo específicos para las autonomías con más parados: Canarias, Ceuta, Melilla, Andalucía y Extremadura. Además, urge una reforma a fondo de las Oficinas de empleo (SEPE), que apenas sirven para recolocar a los parados. En especial, hay que recolocar a los parados de larga duración (1 año y más en paro), que actualmente tienen graves problemas para trabajar: sólo consiguieron el 9% de los contratos firmados en junio (cuando son el 48% de los parados), mientras el 80% de los nuevos contratos se fueron a los que llevan menos de 6 meses en el desempleo (el 42% de los parados).

El futuro del empleo va a depender de lo que dure la guerra y de la marcha de la inflación, aunque se espera que la contratación siga elevada en el tercer trimestre y caiga a finales de año, cuando ya no tire del empleo el turismo y se noten más los efectos negativos de las dos subidas de tipos (la de julio y la esperada en septiembre). Por eso, hay que redoblar los esfuerzos para gastar bien los Fondos Europeos (que ayudan al empleo) y mantener el consumo y la actividad, con subidas (moderadas) de sueldos y pensiones  y también de los márgenes y beneficios empresariales. La inflación exige la colaboración de todos, para evitar abusos y que no lo pague el empleo. Porque seguimos teniendo el doble de paro que Europa y necesitamos crear más empleo que ellos. A pesar de  la guerra, la inflación y el menor crecimiento, el empleo debe ser nuestra prioridad como país. Como lo fue durante la pandemia.