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lunes, 15 de mayo de 2023

España, el estanco de Europa

Médicos y expertos alertan: las ventas y el consumo de tabaco han aumentado en 2022, un año en que la policía desmanteló el doble de fábricas ilegales de tabaco en España. Ha habido un parón en la reducción del tabaquismo, favorecido por unos precios que son de los más bajos de Europa, lo que incentiva las ventas fronterizas y que los turistas vuelvan con maletas repletas de cartones. Y entre tanto, el tabaco provoca en España un tercio de los cánceres  y 60.000 muertes diarias, más que el COVID (120.000 muertes en tres años frente a 180.000 el tabaco). Y un coste de 8.000 millones extras a la sanidad pública. Pero no se toman medidas. En un cajón del Ministerio de Sanidad está paralizado un Plan antitabaco, consensuado con los médicos y expertos en diciembre de 2021, quizás por ser un año electoral y porque el tabaco recauda 9.113 millones anuales que se reparten el Estado y las autonomías. No olvidemos que el tabaco mata: hay que erradicarlo.

Enrique Ortega

Los datos de ventas y consumo de tabaco en 2022 son preocupantes, ya que vuelven a crecer tras las bajadas provocadas por la Ley antitabaco de 2005 y las limitaciones a fumar aprobadas en 2010. Unas normas que, junto a la subida de precios, tuvieron efectos: si en 2004 se vendieron 4.663 millones de cajetillas, en 2010 ya eran 3.621 millones y en 2019 se vendieron la mitad, 2.242 millones de cajetillas. Las ventas volvieron a bajar en 2020 (2.060 millones), con la pandemia, pero se recuperaron algo en 2021 (2.096 millones), para crecer un +4,09% en 2022, con 2.182 millones de cajetillas vendidas, por valor de 10.076 millones de euros, según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. Además, ha crecido también la venta de tabaco para liar (+4,44%), mientras cayó la venta de puros (-1,37%) y el tabaco de pipa (-6,69%). En total, las ventas totales de tabaco alcanzaron los 12.021 millones en 2022, un +6,13% que en 2021 y un +1,32% que en 2019.

Otro indicador que alerta sobre el aumento del consumo es  el salto en las importaciones de tabaco: en 2022, España importó tabaco por valor de 1.723 millones de euros, una cifra récord, muy superior a los 1.537,4 millones importados en 2021. Y aunque también exportamos (315,3 millones en 2022, frente a 232,8 millones en 2021), hay un déficit comercial de -1.408 millones de euros, otro récord, que son divisas que gastamos en humo. Y un tercer indicador del repunte del consumo, el aumento del contrabando: a lo largo de 2022, la Guardia Civil desmanteló 14 fábricas ilegales de tabaco (más cientos de almacenes y distribuidores), “con tecnología punta”, el doble de las desmanteladas que en 2021. Según los investigadores, España se ha convertido en una inmensa fábrica de tabaco ilegal, empujado por las mafias de la droga y de paises del Este, que aprovechan las bajas penas y la alta rentabilidad.

Pero la mayor alerta la ha dado la última Encuesta EDADES 2022, sobre consumo de alcohol, tabaco y drogas en España, publicada por el Ministerio de Sanidad. Ahí se refleja que han aumentado los españoles que han fumado en el último mes: el 37,2% de las personas entre 15 y 64 años, frente al 36,8% en 2020. Y, sobre todo, ha aumentado el consumo diario de tabaco: de hacerlo el 32,3% de encuestados en 2020, ahora son el 33,1% (más que el 30,8% de 2015). Y lo peor es que cada vez se fuma a edades más tempranas (16,4 años los chicos y 16,7 años las chicas). Es más, el 50% de los jóvenes entre 18 y 21 años fuma mensualmente, según datos de la Asociación Española contra el cáncer. Según EDADES 2022, la “prevalencia” del consumo de tabaco es mayor entre los hombres (42,2% que entre las mujeres (32,3%) y se fuma más que la media en Extremadura (43,3%), Comunidad Valenciana (44,3%), Murcia (36,6%), Aragón (34,6%) y Cataluña (34%). El informe señala que cada vez hay más relación entre el tabaco y las drogas (9 de cada 10 fuman cannabis y tabaco). Y que un tercio de fumadores “se han planteado dejar de fumar”, aunque sólo el 42% lo intentan.

Un problema que preocupa a los expertos es el auge en el consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores, que se ha duplicado: si en 2015 lo usaban el 6,9% de los encuestados, en 2022 son ya el 12,2 % (13,6% los hombres y 10,7% las mujeres). Denuncian  que “son el caballo de Troya de las tabaqueras para enganchar a fumar a los más jóvenes”, con estrategias de marketing en redes sociales, donde promocionan que es una forma de “estar al día” y fumar sin peligro. Pero ojo, la Comisión para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) alerta: los cigarrillos electrónicos y vapeadores tienen una alta concentración de sustancias cancerígenas y es falso que ayuden a dejar de fumar. Más bien, añaden, son “la nueva puerta para empezar a fumar”, la última estrategia de las tabaqueras.

Con este repunte del consumo de tabaco, España se consolida como el 9º país europeo con más porcentaje de fumadores diarios, según la última estadística de Eurostat (abril 2022), que contabiliza los que fuman todos los días y cuya cifra de consumo es inferior a la de la Encuesta EDADES 2022. Pero sirve para compararnos con el resto de Europa, donde se contabilizan una media de 18,4% de personas que fuman todos los días (el 5,9% una cajetilla diaria o más y el 12,5% restante menos de 1 cajetilla al día). En España se contabilizan un 19,7% de fumadores diarios (4,9% una cajetilla o más), más que en Francia (17,8%) e Italia (16,5%) y menos que Alemania (21,9%) o Austria (20,2%). En general, los europeos que más fuman son los de los paises del Este (28,7% en Bulgaria) y Grecia (23,6%), mientras que los que menos fuman son los suecos (2,4%) y finlandeses (9,9%).

Los expertos reiteran que estas diferencias de consumo de tabaco entre paises tienen mucho que ver con las normas antitabaco vigentes y, sobre todo, con los precios del tabaco en Europa, muy dispares, debido sobre todo al mayor o menor peso de los impuestos. Y aquí, España está entre los paises de Europa con el tabaco más barato: 4,53 euros de media la cajetilla, frente a 4,71 euros en Portugal, 5,16 euros en Italia, 6,18 euros en Alemania, 7,16 en Paises Bajos, 8,60 en Finlandia, 10,19 euros en Francia y 13,43 euros en Irlanda, según la última estadística de Tax Foundation (mayo 2022). Sólo en los paises del Este de Europa, las cajetillas costaban entre 2,77 euros (Bulgaria) y 3,81 euros (Eslovaquia). Eso significa que España tiene el tabaco más barato que otros 15 paises europeos, debido sobre todo a que aplica menos impuestos (2,80 euros de impuestos especiales frente a 3,44 euros de media en la UE-27, 6.14 euros Francia y 6.88 euros Irlanda, más el IVA).

El precio del tabaco en España subió 2 veces en 2022 y en 2023 ha vuelto a subir (los estancos han publicado 17 actualizaciones de precios este año), con lo que una cajetilla oscila entre los 4,85 euros de Nobel, los 5,10 euros de Winston y los 5,35 euros de Marlboro (la mitad de precio que en media Europa), precios que incluyen un 80% de impuestos (especiales +IVA), cuando hay paises que aplican el 85 y hasta el 90%. Esto hace que España se haya convertido en el estanco de Europa, con cientos de miles de franceses comprando en el norte del país (sobre todo en Cataluña, donde los estancos se forran) y con los turistas (británicos, franceses, alemanes y nórdicos) arramplando con cajetillas cuando vuelven de vacaciones en España (más desde Canarias). Un dato oficial: las ventas de tabaco a turistas crecieron un +24% en 2022. Y en el caso de Baleares, la venta a turistas aumentó un +40%, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos.

Médicos y expertos alertan sobre este repunte del tabaco y los bajos precios en España, recordando que se fomenta un consumo que mata. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 8 millones las personas que mueren cada año a causa del tabaco (1,2 millones “por el humo ajeno”, sin ser fumadores), sobre todo en los paises pobres y en desarrollo. En Europa se estima que son 700.000 los muertos al año por tabaquismo. Y en España, el tabaco mata a unas 60.000 personas al año, según la Sociedad Española de Neumología t Cirugía Torácica (SEPAR), que lo considera la 1ª causa de muerte evitable y prematura. Eso significa que el tabaco mata más que la COVID: si la pandemia ha provocado 120.000 muertes en 3 años, el tabaco habrá matado a 180.000…

Además, si no se fumara, desaparecerían un tercio de los cánceres diagnosticados en España, según la Asociación de Lucha contra el Cáncer (AECC), quien recuerda que el tabaco no sólo provoca cáncer de pulmón, boca o laringe sino que está detrás de otros cánceres, como el de páncreas, hígado o vejiga. Y los expertos estiman que el tabaco provoca anualmente un gasto sanitario de 8.000 millones de euros (8,8 de cada 100 euros de gasto total), además de un elevado coste económico, por bajas e invalideces.

Por todo este trágico coste, en vidas y gasto sanitario, la OMS lleva décadas intentando que los paises luchen más activamente contra el tabaquismo. Ya en 2003, la Asamblea mundial de la OMS aprobó por unanimidad el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), un abanico de medidas (reducción de la publicidad, recorte del consumo, empaquetado genérico, regulación cigarrillo electrónico, protección menores…) que la mayoría de paises no aplican. En España, la mayoría de estas medidas promovidas por la OMS se incluyeron en el Plan integral de Previsión y Control del Tabaquismo 2021-2025, redactado por el Ministerio de Sanidad en octubre de 2021 y consensuado con los médicos y asociaciones profesionales en diciembre de 2021. Pero el Plan antitabaco lleva año y medio guardado en un cajón del Ministerio de Sanidad y nadie sabe si se va a aprobar o no en este año electoral, donde el Gobierno parece haber optado por no enfrentarse a hosteleros y fumadores.

El objetivo de este Plan antitabaco no aprobado es reducir el consumo de tabaco un 30% para 2025 (sobre el consumo de 2010). Para ello, el borrador contemplaba 4 medidas básicas. Una, subir los impuestos al tabaco (ahora en el 80% del PVP), colocándolo entre el 85 y el 90% del precio final, lo que encarecería la cajetilla y reduciría el consumo. La segunda medida clave sería prohibir fumar en las terrazas de los bares (un tema muy polémico) y otros espacios públicos, desde playas a paradas de autobús. La tercera, obligar a un empaquetado neutro, genérico. Y la cuarta, proteger a los jóvenes, con una normativa más restrictiva del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores y su promoción en conciertos, redes sociales e influencers. Además, contemplaba una mayor restricción de la publicidad indirecta del tabaco y la realización de campañas públicas, sobre todo entre jóvenes.

Los médicos y expertos llevan más de un año pidiendo que Sanidad apruebe este Plan antitabaco que consensuó con ellos en diciembre de 2021. No se explican las razones del retraso, aunque lo achacan a motivos electorales: no enfrentarse con el sector turístico y hostelero ni con los fumadores, evitar que proliferen los defensores de “la libertad de fumar”. Y algunos hablan de motivos económicos, no poner en peligro los impuestos que recauda el tabaco: 9.113,4 millones de euros recaudados en 2022, por impuestos especiales (6.880 millones) e IVA (el resto. Y eso es algo que concierne no solo al Gobierno sino también a las autonomías (se llevan el 58% de lo que recauda el tabaco por impuestos especiales y la mitad de lo que paga por IVA, o sea, 5.106 millones en 2022).

A la vista de que el Plan antitabaco no se aprueba, 70 organizaciones médicas, profesionales y ciudadanas firmaron, en noviembre de 2022, la “Declaración Endgame Tabaco España 2030”, que pretende ser una “hoja de ruta” para luchar contra el tabaquismo, con un doble objetivo: reducir el consumo de tabaco del 33,1% actual al 5% en 2030 y por debajo del 2% en 2040, algo que parece “imposible”. Para lograrlo proponen: duplicar el precio del tabaco en España (subirlo de golpe a 10 euros la cajetilla y luego llegar a los 20 euros, escalonadamente, para 2030), imponer un empaquetado genérico neutro, creación de más espacios públicos libres de humo, equiparar la legislación y publicidad de los cigarrillos electrónicos y vapeadores a la del tabaco y realizar campañas públicas sobre los daños del tabaco, sobre todo entre los jóvenes y en colegios y Universidades. Y como colofón, prohibir la venta de tabaco a los nacidos después de 2010, “empezar a crear la primera generación sin tabaco”, como ya ha hecho Nueva Zelanda (prohíbe la venta a los nacidos a partir de 2009) y quiere hacer Finlandia (prohibiendo la venta a jóvenes a partir de 2030).

Mientras el Gobierno Sánchez no se atreve a aprobar el Plan antitabaco que tiene en el cajón, el nuevo ministro de Sanidad aprobó el pasado 11 de abril dos “parches”, dos medidas de choque menos polémicas que ya ha consultado con médicos y profesionales. La primera, introducir el empaquetado genérico en las cajetillas de tabaco, como hacen ya muchos paises. Y la otra, regular los cigarrillos electrónicos y vapeadores (sin legislación), prohibiendo determinados aditivos (peligrosos), utilizados para atraer a los jóvenes.

En resumen, hay más fumadores y demasiadas muertes porque falta voluntad política para acabar con el tabaco, una droga que mata y tiene enormes costes sanitarios, económicos y sociales. Urge un Pacto nacional contra el tabaco, entre Gobiernos, médicos, profesionales y ciudadanos, para limitar al máximo su consumo y cercarlo sin contemplaciones, porque fumar no tiene nada que ver con la libertad sino con el suicidio. Hay que tomar las medidas que haga falta para que dentro de una o dos generaciones, casi nadie fume. Un país sin humo.

jueves, 18 de febrero de 2016

Adiós al tabaco "español"


En junio cierra la fábrica de tabaco de Logroño, la última que produce cigarrillos (Fortuna y Ducados) en la Península. Con ella, son 12 las fábricas de tabaco cerradas en España desde 1999, con 6.000 empleos perdidos. Es la consecuencia de un desplome del consumo (se venden la mitad de cajetillas que en 2008) y de un aumento del contrabando, que supone ya 1 de cada 10 cajetillas vendidas. La industria del tabaco está en crisis en EEUU y Europa y sólo aumentan las ventas en Asia, por lo que las multinacionales trasladan allí sus fábricas. Pero el tabaco causa todavía demasiadas muertes en el mundo, una cada 6 segundos. Y España es el 9º país con más fumadores de Europa y donde los jóvenes empiezan antes. Por eso, los médicos piden que suban los precios del tabaco (aquí es más barato) y que las cajetillas denuncien más claramente que mata. Entre el empleo y la salud, la opción está clara.
 

enrique ortega


El tabaco fue una de las grandes industrias de España en el siglo XIX, aportando hasta un 16% de la riqueza del país. Pero hoy sólo supone el 1% del PIB y las ventas se han desplomado al nivel de consumo que había en 1965: en 2015 se vendieron en  España 2.325 millones de cajetillas, casi la mitad que en 2008 (4.514 millones). La facturación cayó mucho menos, sólo un -11,8% (de 12.365 millones vendidos en 2008 a 11.904 millones en 2015), porque el precio del tabaco se ha disparado en estos años, sobre todo por la subida de impuestos: la cajetilla ha subido un 77% desde 2008 y un paquete de Marlboro (la marca más vendida) ha pasado de costar 3 euros (2008) a valer ahora 4,85 euros.

El desplome en la venta de cigarrillos se debe a varias causas. Empezó con la prohibición de la publicidad del tabaco, desde enero de 2006, y se agravó con la crisis, que hizo que mucha gente fumara menos (se ha pasado de 20 a 14 cigarrillos al día de media) y marcas más baratas. Pero el gran cambio se dio el 1 de enero de 2011, cuando entró en vigor la Ley que prohíbe fumar en bares, restaurantes, oficinas y edificios. Posteriormente, en 2011, 2012 y 2013 subieron los impuestos al tabaco, que suponen un 80% del precio final de los cigarrillos. Y eso hizo subir la venta de tabaco de contrabando, que no paga impuestos. La puntilla ha sido la crisis de Oriente Medio, que ha recortado las exportaciones de tabaco “español” a Siria e Irak, antes importantes compradores.

Con la crisis y la prohibición de fumar en locales, las tabaqueras hicieron frente a la caída de ventas lanzando una “guerra de precios”, con objeto de promocionar marcas más baratas que siguieran captando clientes y ganaran cuota de mercado. Surgió así el tabaco “low cost”, por debajo de 4 euros la cajetilla, que deja menos margen pero mantiene fumadores (Altadis disparó las ventas de West Brooklyn, fabricado en Logroño). Y empezó la moda de fumar tabaco de liar, más barato, aunque su venta se retrajo al subirle los impuestos en 2013 (ahora han subido las ventas de tabaco de pipa, para liar, que paga menos impuestos). En 2015, el mercado español de cigarrillos se lo repartieron las multinacionales Philip Morris (USA), con Marlboro (15% cuota) y Chesterfield (8,8%), Japan Tobacco (JTI), con Winston (12,5% de cuota) y Camel (7%), y la británica Imperial Tobacco (dueña de Altadis, fruto de la fusión de Tabacalera y la francesa Seita), con la marca Fortuna (7,4% de cuota).

El lobby (grupo de presión) de las tabaqueras (multinacionales) lleva años quejándose, en Bruselas y en España, de que el desplome de su negocio se debe a la fuerte subida de impuestos al tabaco, que ha disparado el contrabando. Y dan un dato: si en 2010, el tabaco de contrabando suponía el 3,9% de las ventas, en 2014 llegó al 12,5%. Eso obligó a muchos países europeos a tomar medidas contra el contrabando, porque mermaba sus ingresos fiscales. Y así, en 2015 el contrabando ya ha bajado al 10,6% en España, según Altadis, aunque hay dos zonas donde supone un tercio de las ventas: Andalucía (el 34% del tabaco que se consume es de contrabando) y Extremadura (31%).

En Europa, el contrabando de tabaco surgió hace una década, pero en España se ha recrudecido a partir de 2013, por el surgimiento de fábricas de tabaco clandestinas, creadas en polígonos industriales por mafias europeas (lituanas, polacas, bielorrusas o griegas), que importan maquinaria (como si fuera agrícola), tabaco a granel y tecnología, fabricando millones de cajetillas (hasta 3 millones a la semana) de tabaco ilegal (“pata negra” o “polvorón” ) que luego son distribuidos por pueblos y ciudades por mafias españolas. En los dos últimos años, las fuerzas de seguridad han desmantelado 8 de estas fábricas de tabaco ilegal por toda España. Además, hay multinacionales tabaqueras europeas (la griega Karelia o la luxemburguesa H. Van Landewyck) que fabrican "marcas blancas" de tabaco que acaban en el mercado ilegal español (y europeo). La tercera vía del contrabando es Gibraltar: miles de cajetillas que pasan cada día a España por carretera o en lanchas, con la connivencia del gobierno gibraltareño, según ha denunciado España y las tabaqueras.

El éxito del tabaco de contrabando es su precio, la mitad que el tabaco legal, lo que permite a un fumador habitual ahorrarse una media de 100 euros al mes. El problema lo tienen no sólo las tabaqueras, que pierden un 10% de sus ventas, sino el Estado, que también recauda menos: en 2015, Hacienda ingresó 9.137 millones de euros por  impuestos del tabaco (impuesto especial más IVA) y se estima que dejó de ingresar otros 1.000 millones por el contrabando. Una actividad ilegal poco castigada, ya que los responsables detenidos suelen acabar con penas de hasta 2 años de prisión. Y el tránsito por Gibraltar no baja.

La caída de ventas, por el menor consumo, el auge del contrabando y la caída de exportaciones, ha provocado que la multinacional británica Imperial Tobacco decida cerrar a finales de junio la fábrica de Altadis en Logroño, fundada en 1890 y en la que trabajan 471 personas, fabricando Fortuna, Ducados o West Brooklyn . Con ella, son ya 12 las fábricas de tabaco cerradas en España en los últimos diecisiete años, en Madrid (1999), La Coruña, Gijón, San Sebastián, Valencia, Alicante y Málaga (2002), Tarragona y Sevilla (2007), Cáceres (2012) y Cádiz (2014). Y ya no quedará ninguna fábrica de cigarrillos en la Península (sólo una fábrica de puros y puritos en Santander), manteniéndose sólo una factoría de Japan Tobacco (JTI) en Canarias. Adiós al tabaco “español”.

La industria del tabaco tiene problemas en todos los países y más tras haber sido 2015 el primer año en que cayeron las ventas de tabaco a nivel mundial. En EEUU, las ventas han caída a la tercera parte desde 1982 y en Europa casi a la mitad, pero crecen en Asia (por China y la India), en África y Latinoamérica. Eso provoca que las multinacionales cierren plantas en EEUU y Europa (el año pasado, Imperial Tobacco cerró sus plantas de Nantes, en Francia, y Nottingham, en Reino Unido) y que ahora se cierre la planta de Logroño, a pesar de la oferta de ayudas del Gobierno Rajoy  y de ser la tercera fábrica más eficiente entre las 40 plantas de Imperial Tobacco en el mundo. Se trata de poner las fábricas donde está ahora el consumo, en los países emergentes.

A pesar de la caída de ventas, el tabaco es un gran problema sanitario en todo el mundo: en EEUU, causa la muerte de 500.000 norteamericanos cada año (con un coste de 300.000 dólares anuales). En Europa, según la Comisión Europea, el tabaco mata al año a 700.000 personas, con un coste sanitario de 25.000 millones de euros. Y en España, el tabaco sigue siendo la primera causa de enfermedad y muerte, según los médicos: provoca 55.000 fallecimientos al año, con unos elevados costes sanitarios (8.000 millones al año) y a las empresas (8.780 millones por pérdida de productividad, absentismo y gastos limpieza).

Y a pesar de la caída del consumo, España sigue fumando mucho: fuman diariamente un 23% de los españoles adultos y un 2,3% más de forma ocasional, según la última Encuesta de Salud del INE (2014). Y la tasa de fumadores sólo ha bajado un 2% tras estos 5 años de prohibir fumar en lugares públicos. Además, España es el 9º país de Europa con más fumadores, según el Eurobarómetro de 2014: nos daba un 29% de fumadores, frente al 26% de media de toda Europa (y el 17% en USA), sólo por detrás de Grecia, Bulgaria, Croacia, Francia, Chipre, Eslovenia, Hungría y Letonia. Y lo peor: España es el país europeo donde los jóvenes empiezan antes a fumar: a los 16,7 años de media, casi un año antes que en el conjunto de Europa (17,6 años), según el Eurobarómetro de 2014.

Y mucho tiene que ver el precio: en España, el tabaco es más barato que en la mayoría de Europa, con un precio medio de la cajetilla de 4,30 euros (2014), que está muy alejado de los 10,78 euros por cajetilla de Noruega, los 9,45 de Reino Unido o los 9,30 de Irlanda, y por debajo de los 6,83 euros de Suiza, 6,60 euros de Francia, los 6,32 de Holanda, los 5,64 de Dinamarca, los 5,26 de Alemania o incluso los 5 euros por cajetilla de Italia, según datos del Comité nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).

En mayo de 2016 entrará en vigor la nueva Directiva Europea contra el tabaco, aprobada en 2014 tras muchas presiones del “lobby” tabaquero, que obliga a vender unas nuevas cajetillas, con más espacio para fotos y advertencias de que el tabaco mata (ver aquí nuevos diseños). Pero los médicos y el Comité nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) piden que el futuro Gobierno español que vaya más allá y obligue a las tabaqueras a implantar el “empaquetado genérico”, una nueva cajetilla neutra, con el mismo color, tamaño y forma, sin logotipos y con más espacio para advertir que el tabaco mata. Lo implantó Australia en 2012, lo ha aprobado Irlanda y Reino Unido  y está pendiente en Francia, Finlandia y Hungría, mientras el Gobierno Rajoy lo descartó. Además, los médicos y la Comisión Europea advierten contra el cigarrillo electrónico, que consideran ineficaz, no inocuo (el vapor contiene sustancias tóxicas) y un elemento que “normaliza” el fumar.

Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) cree que hay que “ir más allá” en la guerra contra el tabaco, porque provoca la muerte de una persona cada 6 segundos, 6 millones de personas al año, que, al ritmo actual, serán 10 millones de muertes en 2030. Y la OMS cree que lo único de verdad efectivo contra el tabaco es subir el precio, por lo que pide a todos los países que suban los impuestos al tabaco. Según cálculos del CNPT, subir un 5% la cajetilla en España evitaría 3.000 muertes en los próximos 20 años.

Al final, el dilema que se plantea es optar entre mantener el empleo en la industria del tabaco o arremeter contra ella con todos los medios, aunque se cierren fábricas, porque está demostrado que causa muchas muertes y enormes costes sanitarios. La elección parece clara: la salud antes que nada. No pueden chantajearnos con el paro. Cierren y váyanse. Pero no nos vendan tabaco hecho en Asia, sin crear trabajo aquí. Hay que acabar de una vez con un consumo y una industria que mata. Es otro gran reto del mundo para el siglo XXI.