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jueves, 30 de mayo de 2019

España: gran retraso digital con Europa


Creemos que todos estamos “enganchados” a Internet y que España es un país muy digital. Pero no: casi 4,5 millones de españoles y más de 2 millones de hogares no tienen conexión a Internet. Estamos a la cola de Europa en acceso y uso de la Red. Y lo peor: esta “brecha digital” es muy desigual y afecta más a mujeres, mayores, personas poco formadas, rentas bajas, parados y los que viven en autonomías y zonas rurales muy desconectadas, precisamente los que tienen más problemas para trabajar. La principal causa de este retraso digital  está en nuestra baja formación digital: sólo el 1,6% de españoles han estudiado TIC frente al 52,5% de media en Europa y el 100% en Finlandia o Suecia. Unos datos más preocupantes si sabemos que la mitad de los empleos futuros van a ser digitales. UGT ha dado la voz de alarma y pide un Pacto de Estado para conseguir una España más digital, al margen de las ideologías. No podemos perder este tren.



                                                                                   enrique ortega

Internet y el mundo digital son un arma de doble filo. Por un lado, permiten a las personas, empresas y paises mejorar su productividad y nivel de vida. Pero, por otro, la digitalización de las economías, al ser desigual, agrava las diferencias entre personas, empresas y paises, dejando atrás a las que pierden “el tren digital”. Y en el caso de España, el retraso digital con Europa y muchos paises punteros del mundo es especialmente preocupante, según revela un reciente estudio de UGT sobre la brecha digital de España en 2019.

Hay dos parámetros básicos para medir este retraso digital: los hogares conectados a Internet y el uso de la Red por los españoles. En el primero, hay 2,2 millones de hogares que no disponen de conexión a Internet, según el INE (Encuesta sobre equipamiento y uso TIC en los Hogares). Esto nos coloca a la cola de Europa en acceso a Internet en los hogares, el puesto 24 de 28, según el Eurobarómetro especial de julio de 2018 publicado por Eurostat: cifra en un 62% del total los hogares con acceso a Internet, por debajo del 70% de media europea y muy lejos de Holanda (97% hogares conectados), paises nórdicos (92% Dinamarca, 91% Suecia, 84% Finlandia), Francia (77%), Reino Unido (76%) o Alemania (74%), sólo por delante de Italia (45% hogares conectados), Rumanía (55%), Bulgaria(59%) y Lituania (61%). Y si nos comparamos con todo el mundo, ocupamos el lugar 29 de 120, con un 81,9% de hogares con acceso a Internet (según la estadística de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, ITU), por detrás de Corea (líder con el 99,2% de hogares conectados), Bahréin (96%), Luxemburgo (97%), Noruega (96,6), Islandia (96,5%) y Japón (96,2%).

El segundo parámetro importante es el uso de internet : 4,4 millones de españoles no han utilizado nunca Internet, el 12,7% de los mayores de 16 años, según el INE. Un porcentaje que el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones (ONT) sube al 18,2 % de la población (7,14 millones) y el Barómetro del CIS de enero de 2019 al 22,9% de españoles, que reconocieron no haber usado Internet en los últimos 3 meses. Y aquí volvemos a estar por debajo de la media europea: según Digital Scoreboard 2017, un 14% de españoles no utiliza Internet frente a un 16% de europeos y, sobre todo, frente a un  4,5% de británicos, un 7,5% de alemanes y un 10% de franceses.

Hay otros indicadores muy precisos que nos muestran la brecha digital de España con Europa y el resto del mundo. La Unión Europea utiliza el índice DESI, 34 indicadores que evalúan el desarrollo digital de los paises europeos. Y en el último índice, el DESI 2018, España ocupó el puesto 10º entre los 28 países UE, con 58 puntos, ligeramente por encima de la media UE (53), pero por debajo de los paises nórdicos (70 puntos), Holanda (62), Luxemburgo, Irlanda, Reino Unido (61), Bélgica y Estonia, aunque por delante de Alemania (57), Francia (52) e Italia (44, el 4º por la cola). Este índice señala que España está mejor que la media europea en servicios públicos digitales, integración de la tecnología digital y conectividad (más fibra óptica), pero estamos peor en el uso de Internet y, sobre todo, en “capital humano”, en la menor preparación digital de los españoles, la mayor debilidad digital de España, según la Comisión Europea.

Si España está en la media digital europea no es un consuelo, porque Europa está retrasada frente a otros paises del mundo que lideran la revolución digital, según alerta la Comisión Europea: el indicador DESI 2018 atribuye a la UE 54 puntos, por detrás de Corea (el líder digital), Japón y EEUU, aunque todavía por delante de China. Pero esta media de desarrollo digital europeo esconde tremendas desigualdades entre el norte (72 puntos Dinamarca y 70 Suecia, Finlandia y Holanda), el sur (58 España, 44 Italia, 38 Grecia) y sobre todo la Europa del Este (34 puntos Rumanía o 40 Bulgaria).

Otro indicador, el IDT, índice de desarrollo de las TIC (tecnologías de la información y comunicación), utilizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) y que analiza 11 indicadores digitales, coloca a España en el puesto 27 de 120 paises, muy lejos de Corea, Singapur, Suiza, Australia o Reino Unido (los líderes digitales), de los paises nórdicos, de Alemania y Francia (15º en el ranking) y de EEUU (16º), colocándonos en línea con Andorra, Chipre, Macao o Malta. Y en el índice NRI, que elabora anualmente el Foro Económico de Davos, para medir la capacidad de los paises para aprovechar las oportunidades que ofrecen las TIC, España ocupa el puesto 35 (4,8 puntos sobre 7), muy lejos de los líderes mundiales (Singapur, nórdicos, EEUU, Reino Unido, Corea y Alemania, con más de 5,5 puntos) y con 18 paises europeos por delante, incluso Portugal (4,9 puntos).

Un repaso a los indicadores internacionales que confirma el retraso digital de España, que se ha estancado y no mejora respecto a los indicadores de 2015, según el informe de UGT. Pero lo peor es que esta brecha digital de España es tremendamente desigual, porque la sufren más las mujeres, los mayores, los que tienen menos formación, los más pobres y los que viven en  autonomías y zonas rurales más desconectadas. Veámoslo.

Por género, los datos revelan que el 60% de los hogares desconectados son de mujeres, aunque en el acceso a Internet la brecha es mínima (un 85,6% de mujeres y un 86,6% de hombres). Pero los datos indican que las mujeres tienen menos formación digital y aprovechan menos las herramientas digitales (sobre todo, configurar software, crear documentos e instalar aplicaciones). Y la ITU nos coloca en el puesto 37 de 90 paises por “paridad digital”, un ranking encabezado por los nórdicos y Francia, con total paridad.

Otra desigualdad digital viene por la edad: el 72% de todos los desconectados españoles (recordemos: 4,4 millones) tienen más de 65 años. Y el 47% de los mayores de 65 años no se ha conectado a Internet en los últimos 3 meses (el 22% de los que tienen entre 55 y 64 años), frente a sólo el 2% entre los menores de 34 años, según desvela el estudio de UGT. El tercer factor de desigualdad digital es la baja formación: el 63% de las personas desconectadas en España no tienen estudios secundarios (sólo la ESO o menos). Y usan menos Internet los analfabetos (sólo el 28,8% se han conectado en los últimos 3 meses), los que sólo tienen Primaria (53,1% conectados) y la ESO (86,1% se conectan), mientras rondan el 100% de conexión los españoles con Bachillerato (97,3% se conectan), Grado universitario (98%) o Licenciados y Máster (99,2%). Y así, España es el país 15º de los 28 con más personas poco formadas que no acceden a Internet, mientras es el 9º país por el acceso de las personas más formadas a la Red.

El 4º factor clave en la desigualdad digital es la renta, lo que se gana: 1 de cada 3 hogares (el 31,5%) con ingresos inferiores a 900 euros no tienen acceso a Internet, mientras que sólo está desconectado el 1% de los hogares que ganan más de 2.500 euros. Y no utilizan Internet el 25,5% de los hogares pobres (menos de 900 euros) y sólo el 2,4% de los que tienen mayores ingresos (+ 2.500 euros). Lo que se gana es un factor clave, ya que un 71% de los hogares pobres dicen que no tienen Internet en casa por razones económicas, mientras sólo lo esgrimen el 39% de los hogares con más ingresos.

Un 5º elemento de exclusión digital es dónde uno vive, según revela el informe de UGT: hay 6,5 millones de españoles que no pueden conectarse a 100 Megas en buena parte de España. Por un lado, hay 1,12 millones de “excluidos digitales”, que viven en zonas donde no reciben ni una conexión básica de 1 Mega. Otros 500.000 que no llegan a 2 Megas, 2,35 millones más que no alcanzan los 10 Megas y 3,25 millones más (que viven en 2.130 localidades) donde no llega el 4G ni las conexiones a 30 Megas. Hay también una importante “brecha digital” entre autonomías, con muchas zonas donde resulta difícil acceder a Internet de alta velocidad (750.000 personas en Galicia, 580.000 en Castilla y León, 377.858 en Cataluña, 300.938 en Castilla la Mancha) y otras con pocos excluidos (35.456 en Madrid, 19.654 en Navarra, 18.314 en Euskadi, 14.595 en La Rioja, 1.215 en Cantabria).

El 6º factor de desigualdad digital es la situación laboral: los parados usan menos Internet (sólo el 69,9% en la última semana) que los que trabajan (82,3%). Y los ocupados y estudiantes (94,3% lo usan) están más conectados que las amas de casa que no trabajan (sólo 45,5% acceden a la Red) y los pensionistas (39,5%). Y algo bastante llamativo: sólo el 58,4% de los parados utilizan Internet para buscar trabajo.

¿Cuál es el trasfondo de este retraso digital, tan desigual entre españoles? La clave es la poca formación digital que tenemos. Cuando se pregunta a los españoles por qué no usan Internet, la respuesta más abundante es porque no saben utilizarlo (48,3%), porque no sabe utilizar el ordenador (46,9%) o porque no lo tiene (45,2%) y son menos los que contestan que no se conectan a la Red porque no lo necesitan (39,4%), porque no tienen interés (33,3%), por su coste (29,9%) o porque no tienen conexión (25,9%). Así que la primera causa del retraso digital es la poca formación, por delante del coste o los problemas de conexión a Internet.

Y es que muy pocos españoles están formados digitalmente: sólo el 1,6% han obtenido formación en tecnologías de información y comunicación (TIC), frente a un 52,5% de europeos (media UE), un 42% de alemanes, un 65% de franceses, un 95% de británicos y un 100% de suecos o finlandeses. En realidad, somos el tercer país europeo con menos personas formadas en TIC, sólo mejor que Rumanía e Italia. Y esto es dramático, porque las empresas necesitan cada vez más licenciados con formación digital y no los encuentran. Pero no es sólo que no tenemos titulados en TIC, sino que casi la mitad de españoles adultos (el 45,3%) tienen nula o baja formación digital. Y hay otros datos impresionantes, que revelan el estudio de la ONTSI 2017: el 37% de españoles no usan nunca el correo electrónico, el 42% no sabe crear un documento ni usar un procesador de textos, un 22% no sabe mover o copiar archivos y carpetas. Y un 18% de españoles no han tocado nunca un ordenador (un 25% en Extremadura y un 20% en Castilla la Mancha, Andalucía, Galicia, Asturias, Castilla y León, Canarias, la Rioja y Murcia), según datos de Eurostat.

Así que tenemos demasiados “analfabetos digitales” y pocos “expertos, aunque España tenga más universitarios que la media Europea. Es un problema educativo, porque los jóvenes salen de las Universidades sin formación en las TIC, aunque tengan muchos másteres e idiomas: sólo tenemos un 2,9% de especialistas TIC trabajando, frente al 3,7% en Europa. Y luego, las empresas tampoco ayudan: el 77,4% de las grandes empresas españolas no dan formación digital a sus trabajadores y tampoco el 96,6% de las pymes, según el citado informe de UGT. Y además, tienen una organización del trabajo que no potencia el trabajo digital, la digitalización del negocio. El dato es impactante: un 48% de los trabajadores españoles nunca usa ordenadores conectados a Internet en su trabajo habitual, a pesar de que el 99% de las empresas están conectadas a la Red.

Este retraso digital es especialmente preocupante porque las habilidades digitales son claves para competir en el mundo y trabajar hoy pero serán más necesarias en el futuro. En todo el mundo, pero más en España, según el reciente estudio de la OCDE “Cómo es la vida en la era digital”: un 52% de los actuales empleos están en riesgo en España, por la tecnología y la automatización (un 30% sufrirán cambios importantes y un 20% podrían desaparecer). España es el 9º país más afectado de la OCDE (36 paises) por esta drástica reconversión laboral, sólo por detrás de Eslovaquia, Lituania, Turquía, Grecia, Japón, Alemania, Chile y Eslovenia (con el 60-70% de sus empleos en riesgo).

Algo habría que hacer. La OCDE acaba de lanzar una alerta en su informe “Perspectivas Económicas”, publicado el 21 de mayo: los avances en la digitalización de las economías son “decepcionantes y sólo “una pequeña parte de las grandes empresas mundiales se están beneficiando de la digitalización”, lo que provoca que la productividad “se ha ralentizado” y con ella  se han estancado los salarios y el nivel de vida en Occidente. Así que la OCDE pide, a Gobiernos y empresas, políticas para impulsar la transformación digital eficiente e inclusiva de las economías. Y eso requiere, añaden, cambios en las prácticas empresariales y en la organización del trabajo, reformas educativas y una mayor financiación en tecnología y digitalización, adaptando las regulaciones a los cambios del modelo de negocio.

En el caso de España y su mayor retraso digital, UGT propone un gran Pacto de Estado por la digitalización, con 8 medidas : crear un ente público que coordine el impulso de las TIC (un Observatorio de la Brecha digital que proponga y persiga objetivos anuales de mejora), planes de formación digital para parados y ocupados, asignaturas de habilidades digitales en todos los niveles educativos, tarifas sociales de acceso a Internet para los colectivos más vulnerables (30 Megas a 20 euros/mes), un Plan nacional para llevar el acceso a Internet de alta velocidad a toda España y una Estrategia de Teletrabajo que lo fomente en las empresas.

Es una buena “hoja de ruta” al futuro. Pero la clave es avanzar en dos frentes, desde el Estado y desde las empresas. El futuro Gobierno tiene que sacar recursos para mejorar las infraestructuras de acceso a Internet (creando nudos de alta capacidad en cada autonomía para los grandes motores de la digitalización: enseñanza, transporte, grandes empresas y proveedores, más los servicios públicos), para relanzar la enseñanza digital, entre parados, trabajadores y para dar ejemplo, mejorando los servicios públicos electrónicos y priorizando las compras públicas hacia los proveedores más digitalizados. Y las empresas españolas han de implantar una reconversión digital, asentada en 4 frentes: creación de un potente equipo interno de cambio digital, fuertes inversiones, poner al cliente en el centro del negocio (explotando al máximo el big data) y crear en la empresa una nueva cultura digital, con nuevas formas de trabajo y organización, apostando por la formación digital de la plantilla y la contratación de jóvenes preparados (“nativos digitales”).

El camino hacia una economía digital exige inversiones, formación y tiempo. Pero hay que dar un empujón cuanto antes, desde el Gobierno, el mundo educativo y las empresas, apostar por reciclarnos y recuperar la brecha digital con Europa y el mundo. Es la única manera de asegurar a medio plazo el empleo y el bienestar. No podemos perder el tren digital.

jueves, 16 de junio de 2016

Una década perdida para la Ciencia


Somos líderes europeos en fútbol y destacamos mundialmente en muchos deportes pero estamos a la cola en Ciencia. Y eso tiene mucho que ver con que seamos un país poco competitivo y con el doble de paro que Europa. El problema es que los recortes se han cebado en la Ciencia: somos el país europeo que más ha rebajado su gasto en I+D+i, un 35%, mientras los demás países gastaban más. Y así, invertimos ahora en Ciencia, proporcionalmente, lo mismo que en 2006: hemos perdido una década y el tren europeo. Además, no sólo gastamos menos sino que gastamos mal: un tercio del presupuesto no se utiliza y vuelve a Hacienda. Y las empresas españolas son las que menos gastan en innovación, mientras se han perdido 12.000 investigadores. Una situación dramática que exige un Pacto por la Ciencia la próxima década, para gastar más y mejor. Sólo así España podrá competir mejor, crecer más y crear más empleo. Menos cemento y más conocimiento.
 
enrique ortega

La economía española se recupera (lentamente), con más crecimiento y empleo, pero no la Ciencia. En el Presupuesto 2016, el gasto del Estado en I+D+i crece sólo un ridículo 0,36%, tras unos mínimos crecimientos en 2014 (+3,6%) y 2015 (+4,2%). Unos aumentos insuficientes (492 millones en 3 años) para compensar el tremendo tijeretazo pegado a la Ciencia entre 2009 y 2013: un recorte de -3.741 millones, 1 de cada tres euros disponibles. Menos de un  tercio de ese recorte es culpa de Zapatero (- 1.084 millones entre 2010 y 2011) y más de los dos tercios restantes de Rajoy (- 2.657 millones entre 2012 y 2013).

El problema es que mientras España recortaba un tercio el gasto en Ciencia, los demás paises europeos lo aumentaban durante la crisis, con lo que ahora estamos aun tecnológicamente más retrasados de Europa. Así, España es el país occidental que más ha recortado su Presupuesto estatal en Ciencia, un -34,69% entre 2009 (9.673 millones de euros) y 2013 (5.932 millones), según datos de la OCDE incluidos en el informe COTEC. Un recorte mucho mayor que el hecho por Grecia (-3,12%), Portugal (-7,22%), Italia (-13,64%), Francia (-15,39%) o Irlanda (-18,46%) y que contrasta con el aumento del gasto en Ciencia en toda Europa (+0,16% en la UE-28) y sobre todo en Alemania (+18,41%), Suecia (+16,29%), Reino Unido (+1,83%), Holanda (+1,51%) o Finlandia (1,41%), los países europeos punteros en investigación .

Pero no sólo ha recortado gasto en Ciencia el Estado. También las autonomías han reducido un 10% su gasto en Ciencia desde 2010, aumentándolo sólo Andalucía y Murcia, aunque las que más gastan son País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña. Y las empresas privadas también han metido la tijera al gasto en I+D+i, recortándolo otro 16% desde 2008. Todos han utilizado la Ciencia para ajustar sus cuentas, a costa de perderse proyectos de investigación y empleos: las plantillas se han reducido en 21.789 personas (sólo hay datos hasta 2014), de los que 12.000 son investigadores perdidos, que se han ido al paro o al extranjero.

Al final, el gasto total en Ciencia en España ha pasado de 14.701 millones de euros en 2008 (el año de mayor gasto) a los 12.820 millones de 2014 (el último año con datos oficiales, del INE), una caída del 12,8%. Eso supone que España dedicaba en 2014 un 1,23% de su riqueza (PIB) a invertir en Ciencia, frente al 2,03% de la UE-28, según Eurostat. Y el dato nos coloca en el mapa europeo de paises con una Ciencia “mediana”, muy alejados de los paises punteros: Finlandia (gasta el 3,17% del PIB en Ciencia, el triple que España), Suecia (3,16% PIB), Dinamarca (3,08%), Austria (2,99%), Suiza (2,96%), Alemania (2,84%) y Bélgica (2,46%),con Reino Unido (1,72%) e Italia (1,29%) algo más lejos (1,72%). Y muy alejados de Japón (invierte el 3,47% en Ciencia), Estados Unidos (2,81%) e incluso China (2,08% PIB).

El problema ya no es que estemos lejos del gasto en Ciencia de Europa y sobre todo de los países más avanzados (y ricos). Es que la distancia con ellos (la “brecha tecnológica”) ha aumentado con la crisis, porque nosotros recortábamos el gasto y ellos lo aumentaban. Así, el gasto en Ciencia en España era el 1,39% del PIB en 2009 (el mejor año), sólo 0,49% menos que el de Europa (1,88% del PIB gastaba la UE-28), mientras en 2014 la distancia casi se ha duplicado, hasta el 0,80% (del 1,23% de España al 2,03% de la UE-28). Y esa distancia sigue aumentando, porque el Presupuesto en Ciencia apenas ha crecido entre 2014 y 2016 en España, mientras sí lo ha seguido haciendo en Europa, sobre todo en Alemania y paises del norte. Y además, el PIB español ha crecido en 2014 y 2015, con lo que el porcentaje que supone el gasto en Ciencia sobre el PIB puede incluso bajar. Si quedara en el 1,20% en 2016, algo muy posible, eso supondría que España gastaría ahora en Ciencia, proporcionalmente, lo mismo que gastó en 2006 (1,20% del PIB). O sea, una década pérdida para la Ciencia.

El problema es que si no se hace nada y Rajoy gana las elecciones y sigue con sus previsiones, España va a perder otra década para la Ciencia. Y eso porque el Gobierno Rajoy trabaja con una Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020, enviada a Bruselas en febrero de 2013, que prevé congelar el gasto público en investigación y esperar a que mejore el gasto de investigación de las empresas, para intentar que el gasto en investigación pase del 1,23% de 2014 al 1,48% en 2016 (rondará el 1,20%) y al 2% del PIB en 2020. Dicho claramente: el reto que propone Rajoy es que España gaste en Ciencia en 2020 lo que ya estaba gastando Europa en 2014. Y se olvida de que para 2020, el objetivo de Europa será gastar ya un 3% del PIB. Así que si hoy estamos ya retrasados, a finales de esta década lo estaremos aún más. Y será otra década perdida para la Ciencia.

El problema no es sólo que haya poco dinero para la Ciencia. Es que además, no se gasta lo que hay, con lo que la inversión real en I+D+i es aún menor de la que señalan los Presupuestos. Y no se gasta porque, entre 2011 y 2015, dos tercios del Presupuesto público para la Ciencia eran créditos (el resto, subvenciones) y la mitad de esos créditos no se utilizaron porque las Universidades y los centros de investigación estaban ya muy endeudados y Hacienda no les dejaba endeudarse más. Así ha pasado que, entre subvenciones no gastadas y créditos no pedidos, se han dejado de utilizar 12.152 millones de euros públicos entre 2010 y 2014, según datos de la COSCE, un tercio de todo lo presupuestado. Y ese dinero se ha perdido, porque lo que no se gasta cada año vuelve a las arcas del Tesoro.

Pero no es el único problema. Un informe sobre la Ciencia en España, presentado por la Comisión Europea ya en julio de 2014, hacía 10 recomendaciones que se resumen en tres: tenemos que gastar más (unos 1.000 millones más de gasto público al año), aumentar las plantillas de investigadores y gastar mejor, reformando los centros públicos de investigación (fusiones), modificando la carrera de investigador, coordinando mejor los esfuerzos de las 17 autonomías, Estado, Universidades y empresas, evaluando mejor los programas de investigación y favoreciendo más la innovación de las empresas privadas.

Precisamente, las empresas privadas suponen en España más de la mitad del gasto en investigación y el problema es que, con la crisis, este gasto en I+D+i se ha desplomado: se ha reducido un 16% entre 2008 y 2014 (y no crece después) y hay 5.000 empresas que han dejado de investigar, un tercio de las 15.000 que lo hacían en 2008, según el informe COTEC. Esto es especialmente grave porque además, las empresas españolas gastan mucho menos en investigación (un 52,6% del gasto total en I+D+i) que las empresas europeas (gastan el 63,2% del total), mientras gastan aquí proporcionalmente más que en Europa el Estado (18,9% del gasto frente al 12,6% en la UE-28) y sobre todo las Universidades (28,3% frente al 23,2%). Veamos un ejemplo muy ilustrativo: en Alemania, un 67,9% del gasto en investigación lo hacen las empresas (y en Francia o Reino Unido, el 64%), mientras en España es sólo el 52,6% del total  y además ha caído drásticamente.  Otro dato del informe COTEC: en la industria alemana hay 6,5 investigadores por cada 1.000 empleos (y 8,7 en la francesa), mientras en la industria española hay 3,4 investigadores. Así nos va.

Ya no es sólo que España gaste poco en Ciencia, lo gaste mal y además las empresas gasten poco y cada vez menos. Es que tenemos un problema educativo que no ayuda nada, que tiene un impacto muy negativo sobre la innovación, como señala el Informe COTEC 2016. Por un lado, la educación de los jóvenes deja mucho que desear, como revelan dos datos. Uno, que los jóvenes españoles de 15 años obtienen peores puntuaciones que la media de Europa y la OCDE en matemáticas, lectura y ciencia, según el último Informe PISA. Y el otro, que España es líder en abandono escolar en Europa, en jóvenes que abandonan sus estudios: un 20% del total, casi el doble de la media europea (11%), según Eurostat. Y por otro, tenemos una población adulta poco formada: un 25,4% de trabajadores españoles tienen baja cualificación, frente al 9,4% de media en la OCDE. Como dice el Informe COTEC, este bajo nivel educativo y formativo no ayuda precisamente al avance de la Ciencia y la innovación.

El último informe de la Comisión Europea sobre España, de febrero de 2016, llama la atención sobre los problemas de la Ciencia, señalando cuatro: la enorme distancia con el resto de Europa en el gasto en investigación (1,23% sobre PIB frente al 2,03%), sobre todo en las empresas privadas (invierten en I+D+i un 0,6% del PIB, frente al 1,3% de las europeas), la descoordinación entre el Estado y las autonomías, la falta de coordinación entre la investigación pública y la privada y, sobre todo, la necesidad de mejorar el rendimiento y la calidad de la inversión en Ciencia (con auditorías). A cambio, una fortaleza de España es que está consiguiendo ganar recursos europeos para investigación, siendo el cuarto país que más dinero ha conseguido del programa Horizonte 2020, tras Alemania, Reino Unido y Francia. Y Cataluña lidera los proyectos, al captar el 56,6% de estas ayudas europeas.

Todos los expertos piden un Pacto por la Ciencia para la próxima década, sobre cuatro pilares. El primero, asegurar más dinero público, con el objetivo de aproximarse en una Legislatura al 2% del gasto (supone gastar 14.000 millones más en Ciencia en cuatro años). El segundo, estimular la inversión de las empresas en investigación, con incentivos y ayudas fiscales (falta una ley de Mecenazgo), además de “forzar” a la banca a que financie la innovación (COTEC denuncia que los créditos bancarios a las empresas para investigación cayeron un 72% entre 2011 y 2014). El tercero y clave, coordinar a los que hacen investigación en España, para que Gobierno, autonomías, Universidades y empresas no vayan cada uno por su lado. Y el cuarto pilar, modernizar y flexibilizar la gestión de la Ciencia, luchando contra las trabas administrativas y la burocracia, la falta de movilidad y la endogamia, la falta de autonomía y el escaso control y evaluación final de la gestión. Y en paralelo, una mejorar la enseñanza y formación de jóvenes y adultos, el “caldo de cultivo” de la Ciencia.

Todo el mundo habla de la importancia de la Ciencia, pero sigue relegada y se habla poco de ella en la campaña electoral. Y nos jugamos mucho con la Ciencia: tener una economía y unas empresas más competitivas, crecer más y crear más empleos. España no tiene por qué estar en el vagón de cola de la Ciencia en Europa y en el mundo. Lo ha dicho el Rey Felipe VI en la presentación del informe COTEC sobre el deplorable estado de la Ciencia: “Si hemos logrado ser una potencia en deporte, lo podemos lograr también en innovación”. Pues a ello, todos juntos como país, porque si no perderemos otra década. Y el futuro. Como nos dijo en el Congreso de los Diputados la Comisaria europea de política regional: Menos cemento y más conocimiento.