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lunes, 16 de enero de 2023

La brecha entre las 3 Españas no mejora

En plenas Navidades, Estadística (el INE) publicó unos datos que pasaron desapercibidos: el crecimiento por autonomías, que revela que unas siguen siendo más productivas (y más ricas) que otras, con lo que sigue la desigualdad regional. Y se mantienen las 3 Españas económicas: una España rica (País Vasco, Madrid , Navarra, Cataluña, Aragón y la Rioja), una España pobre (Andalucía, Canarias, Extremadura, Melilla, Castilla la Mancha, Murcia y Ceuta) y una España intermedia entre ambas. El problema es que esa brecha sigue igual desde 2008 y se ha agravado en 2021 y 2022, por la pandemia y la inflación. Pero lo peor es que las 3 Españas siguen ahí desde hace siglo y medio, según los estudios. Hay que aprovechar el Plan de recuperación y los Fondos UE, más los impuestos y un nuevo sistema de financiación autonómica, para corregir estos graves desequilibrios regionales. Conseguir que no haya españoles de 1ª, de 2ª y de 3ª clase, según donde vivan. Un reto histórico.

Enrique Ortega

España volvió a crecer en 2022, algo más del 5%, casi como en 2021 (+5,5%), aunque todavía no se ha superado el bache de la pandemia (la economía cayó un -11,3% en 2020), que podría lograrse a finales de 2023, siempre que no haya recesión y se crezca al menos el 1%. Pero esta recuperación va a ser desigual por regiones, ya que también lo fue la recesión por la pandemia: en 2020, la economía se desplomó especialmente en Baleares (-23,2% cayó su PIB ) y Canarias (-19,1%), por la drástica caída del turismo, y en Cataluña (-12,3%), Madrid (-11%), Comunidad Valenciana (-10,9%) y el País Vasco (-10,7%), por la caída de los servicios, el turismo y parte de la industria. En 2021, según los últimos datos publicados, las autonomías que más crecieron fueron las que más habían caído (+10,7% creció Baleares y +7% Canarias), pero no es suficiente y todo apunta a que, aunque han crecido en 2022 (aún sin datos), tardarán un año más en recuperarse de la pandemia, hasta 2024, como quizás también Cataluña, Madrid, Asturias, Extremadura, Andalucía, Ceuta y Melilla.

La pandemia y la inflación han agravado un problema que ya teníamos, el desigual crecimiento económico por regiones. El último dato publicado por el INE en diciembre, sobre el crecimiento del PIB por autonomías en 2021 lo refleja ya. Hay 6 regiones más productivas, la España rica, porque producen más por habitante (PIB por habitante) que la media española (25.498 euros por habitante en 2021): Madrid (34.821 euros por habitante, un 36,6% por encima de la media), País Vasco (32.926 euros), Navarra (31.024 euros), Cataluña (29.942 euros), Aragón (28.912 euros) y La Rioja (27.279 euros). Lo preocupante es que son las mismas que antes de la pandemia, salvo Baleares, que se ha caído en 2021 de esta lista de regiones más productivas. Y lo peor es que son casi las mismas que a principios de siglo, en 2000, donde también estaba Baleares (era la 3ª más productiva, tras Navarra y Madrid, y pasó a la 6ª en 2019 y a la 9ª en 2019).

En el otro extremo están las 7 regiones menos productivas, y por tanto la España pobre,  según su PIB por habitante en 2021: Andalucía (18.906 euros por habitante, casi la mitad que Madrid y un 25,9% por debajo de la media española), Canarias (18.99º euros), Melilla (19.266 euros), Castilla la Mancha (20.655 euros), Murcia (21.236) y Ceuta (21.244 euros). Son las mismas que antes de la pandemia (2019), aunque cambia el orden: Andalucía es ahora la peor cuando entonces producían menos que ella Melilla y Ceuta. Y lo peor es que estas regiones menos productivas y más pobres son casi las mismas que en el año 2.000, con algunos cambios: entonces estaban en el pelotón de cola Galicia y Asturias (que hoy están en la España intermedia) y no estaban entre las pobres Canarias, Ceuta y Melilla, que entraron en este grupo menos productivo en 2008.

Entre medias, hay 6 regiones que forman la España intermedia, porque su PIB por habitante (2021) está a caballo entre la productividad de la España rica y la pobre, pudiendo subir o bajar en el futuro: Baleares (24.866 euros por habitante, ligeramente por debajo de los 25.498 euros de la media nacional), Castilla y León (24.428), Cantabria (23.730), Galicia (23.349), Asturias (23.235) y la Comunidad Valenciana (22.289 euros). Son prácticamente las mismas regiones intermedias que en 2008 y en el año 2.000, con la excepción ya señalada de Baleares, que entonces estaba entre las más ricas y ahora ha bajado al escalón intermedio, y la mejoría clara de Galicia y Asturias, que pasan de las más pobres al grupo medio.

De hecho, Galicia es la región  española donde más ha crecido el PIB per cápita real entre 2000 y 2021 (un +26%, descontando la inflación), según el INE. Y le siguen en la mejoría Extremadura (+25% de aumento PIB real), Asturias (+16), Aragón (+15%), Castilla y León (+13%), País Vasco (+12%), Castilla la Mancha y Madrid (+9%), las únicas 8 regiones que han crecido en este siglo por encima de la media española (+6% entre 2000 y 2021). Las demás han crecido menos y hay 3 regiones cuya productividad (PIB por habitante) ha caído respecto al año 2000: Canarias (-19%), Baleares (-17%) y la Comunidad Valenciana (-2%), lo que habla mucho de los riesgos de vivir del turismo.

Un dato preocupante es que la brecha entre las regiones más productivas (más ricas) y las menos eficientes (más pobres) se ha mantenido elevada todo este siglo, al margen del boom inmobiliario, la crisis financiera, la recuperación posterior y las crisis de la pandemia y la inflación. Así, en el año 2000, Madrid producía más del doble que Extremadura por habitante (21.333 frente a 10.145, 2,10 veces más). En 2008, la brecha bajó a 1,93 veces, pero en 2013 (el peor año de la crisis) subió a 1,97 veces. Y en 2019 a pesar de los 6 años de recuperación, la brecha seguía alta, en 1,84 veces (35.913 euros que producía cada madrileño por 19.454 cada extremeño). Y en 2021, la brecha con Extremadura baja algo  (1,82 veces), pero se mantiene con el último de la lista ahora, Andalucía: 1,84 veces.

Pero hay algo más llamativo: esta brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde hace siglo y medio, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios (Díez Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). Ahí documentan que la desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y lleva siendo elevada desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a que una economía más abierta ha agravado las diferencias regionales, al competir mejor unas autonomías que otras.

La España rica, pobre e intermedia tiene mucho que ver con la estructura económica de cada región (más o menos industria, más o menos servicios y el tipo de agricultura), su población (poca o mucha y nivel de envejecimiento), la educación y formación de sus trabajadores, el nivel tecnológico, la mayor o menor inversión pública o privada, las infraestructuras disponibles o el peso de la exportación. Y en el caso de Madrid, el factor “capitalidad”, que aporta un “crecimiento extra” porque las instituciones públicas y ser la capital del país atrae empresas, inversiones, población y talento, según este estudio del IVIE. Por todo ello hay regiones más o menos productivas, aunque el factor que más ha jugado en este siglo para explicar la brecha regional es la desigual creación de empleo.

Hasta aquí el primer concepto, las 3 Españas según la mayor o menor productividad de las regiones, que produzcan más o menos por habitante. Pero luego entran en juego “los contrapesos”, mecanismos que intervienen para que esas regiones tengan más o menos renta. En principio, las regiones más productivas son también las más ricas, pero hay factores de corrección de esa brecha económica: las transferencias públicas (pensiones, desempleo, ayudas a la Dependencia), subvenciones y prestaciones sociales, el gasto público en sanidad y educación, las inversiones públicas, impuestos y la financiación autonómica. Y dentro de estas “medidas correctoras” destacan las ayudas europeas, que buscan corregir los desequilibrios regionales y que han sido ingentes (España ha recibido 176.000 millones de Fondos estructurales europeos entre 1989 y 2020, muchos para las regiones).

Todas estas medidas públicas, españolas y europeas, deberían haber servido para corregir la brecha económica entre las regiones, sumando más ingresos a las autonomías más pobres. Pero no ha sido así, como se ve en el último dato de la renta por habitante, los ingresos por persona visto lo que produce y sumando lo que le aporta la acción pública, vía transferencias, ayudas, subvenciones, inversiones, impuestos y financiación. Con los datos de  2020, recién publicados por el INE, seguimos teniendo 3 Españas por nivel de renta.

La España rica son las 9 regiones que tienen una renta disponible de los hogares (per cápita) superior a la media de España (15.817 euros en 2020): País Vasco (20.479 euros, un 22,77% más que el conjunto de españoles), Madrid (19.470 euros), Navarra (17.895 euros), Cataluña (17.723 euros), Aragón (17.160 euros), Asturias (16.712 euros), la Rioja, Castilla y León (16.277 euros) y Cantabria (15.919). Si recuerdan, son las mismas 6 regiones más productivas (con más PIB por habitante), donde el País Vasco supera a Madrid (por los mayores ingresos fiscales derivados del cupo vasco), a los que se suman, como autonomías “más ricas”, Asturias, Castilla y León y Cantabria, gracias a que son tres regiones muy envejecidas y les ayuda mucho los ingresos que reciben por pensiones, ayudas y subvenciones. Aquí, en estas tres regiones, las políticas públicas sí les han ayudado a reducir la brecha.

En el otro extremo, la España pobre, vemos a las mismas 7 regiones que son las menos productivas y tienen también menos renta por habitante: Canarias (12.410 euros de renta disponible per cápita, el 40% menos que en Euskadi), Melilla (12.793 euros), Andalucía (12.844 euros), Extremadura (12.908 euros), Murcia (13.391), Castilla la Mancha (13.647 euros) y Ceuta (13.914 euros), según el INE. Las más pobres vuelven a ser las menos productivas, sin ajustes ni “correcciones” de las políticas públicas, que sólo sirven para “salvar relativamente” a Andalucía (que de ser la región menos productiva pasa a ser la 3ª más pobre) y Extremadura (que es la 4ª más pobre aunque fuera la 3ª menos productiva).

Y en el tercer bloque, la España intermedia por renta, se queda Galicia (15.157 euros por habitante), Baleares (14.913 euros) y la Comunidad Valenciana (14.336 euros), que podrían pasar al grupo de regiones más ricas si les funcionaran mejor las políticas públicas (y un nuevo sistema de financiación autonómica), como les ha pasado a Asturias, Castilla y León Y Cantabria. Quien peor lo tiene es Baleares, cuya renta por habitante se ha desplomado con la pandemia y la crisis del turismo, lo mismo que la Comunidad Valenciana.

También aquí, en la renta por habitante, la brecha entre regiones viene de lejos y ha mejorado poco en 50 años. En 1977, la renta de un habitante de Baleares (la región más rica de España) era 1,81 veces la de un extremeño, según un informe de la Fundación Alternativas. En el 2000, tras el fuerte crecimiento español,  la renta de Aragón (líder ese año) era 1,53 veces la de un andaluz. En 2008, al inicio de la crisis financiera, la renta de un vasco era 1,65 veces la de un extremeño y esa brecha llegó a 1,69 veces en 2013 (el peor año de la crisis). En 2018, a pesar de la recuperación, la renta de un vasco era 1,78 veces la de un extremeño, la mayor brecha en este siglo. Mejoró algo en 2019 (baja a 1,64 veces), pero ha vuelto a subir en 2020, donde la renta de un vaso es 1,65 veces la de un canario, la misma brecha de renta que teníamos en 2008… Y todo apunta a que cuando se publiquen los datos de renta regional de 2021 y 2022, con la pandemia y la inflación, la brecha de renta aumentará.

¿Qué se puede hacer? Lo primero, gastar e invertir pensando en corregir estos desequilibrios regionales, tanto los Presupuestos como los Fondos europeos, esos 140.000 millones de euros que van a llegar hasta 2026. El objetivo es regionalizar la mitad de estos Fondos UE, pero la otra mitad, la que gestione el Estado, debería  invertirse con el objetivo de reconducir el crecimiento y el empleo de las regiones más pobres. Una segunda medida es planificar las inversiones públicas e infraestructuras para fomentar la inversión e instalación de empresas en la España más atrasada, que no debe vivir sólo del turismo, la agricultura o las pensiones. Y aquí resulta eficaz descentralizar los organismos públicos, como se ha hecho eligiendo a Sevilla sede de la Agencia Espacial Europea. Un tercer frente de actuación es la fiscalidad, homogeneizando impuestos y evitando “paraísos fiscales” (Madrid). Y urge aprobar un nuevo sistema de financiación autonómica (pendiente desde 2014), porque el actual beneficia claramente al País Vasco y Navarra (reciben un 80% más por habitante que el resto, según la Fundación Alternativas), así como a Cantabria, la Rioja, Extremadura, Asturias, Aragón y Castilla y León, curiosamente a 6 de las 9 regiones españolas con más renta…

Al final, se trata de afrontar de una vez un problema que arrastramos desde hace siglo y medio, conseguir crecer de una forma menos desigual y repartir mejor la actividad económica, la inversión y el empleo entre regiones. Tardaremos décadas en lograrlo, pero hay que preparar las inversiones, la educación y las infraestructuras para conseguirlo. Que no haya españoles de 1ª, de 2ª y de 3ª clase, según donde vivan. Es uno de nuestros grandes retos.

jueves, 21 de enero de 2021

Las 3 Españas, más lejos tras la COVID


Antes de la pandemia, en 2019, se repitió que 7 autonomías crecieran más y sean las más ricas (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Baleares y la Rioja), frente a otras 7 menos eficientes y más pobres (Melilla, Extremadura, Andalucía, Ceuta, Castilla la Mancha, Canarias y Murcia), con las 5 restantes en posición intermedia. Son las 3 Españas, que siguen ahí desde el año 2.000, incluso desde hace siglo y medio. Una desigualdad territorial que mantiene la renta de Extremadura en casi la mitad (56%) de la del País Vasco. Y ahora, con la pandemia, los expertos temen que esta brecha entre las 2 ó 3 Españas se agrande, como también la distancia de España con la renta europea (el 91%). Pero la pandemia también puede ser una oportunidad si se utilizan los Presupuestos y fondos europeos para corregir estos desequilibrios regionales, reformando además la financiación autonómica y las políticas regionales. Hay que reconstruir el país y conseguir vivir mejor todos, vivamos donde vivamos.

Enrique Ortega

España ha estado creciendo los últimos 6 años (2014-2019), pero el crecimiento ha sido muy desigual por autonomías. Así, hay dos regiones que tiran de la economía, según confirman los datos de 2019 recién publicados por el INE: Madrid (produjo por valor de 240.129 millones, el 19,29% de todo el PIB español) y Cataluña (236.813 millones producidos, el 19,02%), a la que la capital “adelantó” ya en 2017 y 2018. Y le siguen, de lejos, Andalucía (165.865 millones producidos en 2019, el 13,32% del PIB español) y la Comunidad Valenciana (116.615 millones, el 9,32% del PIB). Entre las 4 regiones aportan casi dos tercios del crecimiento total del país (60,95% del PIB). Les siguen, muy de lejos, el País Vasco (5,98% del PIB español), Galicia (5,17%), Castilla y León (4,80%), Castilla la Mancha (3,43%), Canarias (3,78%) y Aragón (3,05% del PIB español). Y las 7 autonomías restantes, más Ceuta y Melilla, sólo aportan a la economía el 12,84% restante, casi la mitad entre todas que Madrid o Cataluña.

Esta aportación al crecimiento español de las distintas regiones ha variado muy poco en este siglo, salvo en un caso, Madrid, que aporta ahora (19,29%) un 1,6% más al PIB español que en el año 2000 (17,7%). También crece, aunque poco, la aportación de Cataluña (+0,30%), Murcia (+0,19%) y Baleares (+0,11%), mientras las demás regiones pierden peso en la economía española, aportando menos porcentualmente al PIB, sobre todo Castilla y León (-0,70%), País Vasco (-0,32%), Asturias  (-0,30%) y Canarias (-0,22%), según el INE.

Pero hay que tener en cuenta la población de cada región y lo importante es lo que produce cada autonomía por habitante, el verdadero indicador de su pujanza económica. Y aquí es donde podemos hablar de las 3 Españas. Una España más productiva (y por tanto más rica), integrada por las 7 autonomías que tienen un PIB por habitante superior a la media española (26.426 euros en 2019, según el INE): Madrid (35.913 euros per cápita, +35,9% sobre la media), País Vasco (34.142 euros, +29,2%), Navarra (32.141 euros, +21,6%), Cataluña (31.141 euros, +17,75%), Aragón (28.727 euros, +8,70%), Baleares (28.213 euros, +6,76%) y La Rioja (28.200 euros, +6,71% sobre el PIB por habitante de España). Son las 7 regiones más ricas, donde viven el 42,76% de los españoles. Y lo más llamativo es que estas 7 regiones más ricas son las mismas que eran ricas antes de la crisis, en 2007 y en el año 2000, según las series del INE, aunque el País Vasco ha subido del 4º al 2º lugar.

En el otro extremo están las 7 regiones menos productivas y por tanto las más pobres, encabezadas en 2019 por Melilla (19.211 euros de PIB por habitante, -27,3% que la media española), Extremadura (19.454 euros, -26,39%), Andalucía (19.633 euros, -25,7%), Ceuta (20.903 euros, -20,9%), Castilla la Mancha (21.004 euros, -20,52%), Canarias (21.244 euros, -19,61%) y Murcia (21.642 euros, -18,1% sobre el PIB por habitante de España). Son las 7 regiones más pobres, menos productivas, donde viven el 35,52% de los españoles. Y en su mayoría, son las mismas regiones que eran las más pobres antes de la crisis, en 2007 y en el año 2000, aunque han salido de este grupo Galicia y Asturias (menos productivas en el 2000), incorporándose Canarias, Ceuta y Melilla (intermedias en el 2000).

Y queda una 3ª España, la intermedia, que produce menos que la media (recordemos: 26.426 euros en 2019) pero algo más que esas 7 regiones “pobres”. Son las 5 regiones restantes: Castilla y León (24.886 euros de PIB/habitante, -5,83% que la media española), Cantabria (24.383 euros, -7,74%), Galicia (23.873 euros, -9,67%), Asturias (23.299 euros, -11,84%) y la Comunidad Valenciana (23.206 euros, -12,19% sobre el PIB/habitante español). Una España intermedia donde viven el 21,72% restante de españoles. Y de nuevo, esta 3ª España es hoy muy similar a la de antes de la crisis, aunque en el año 2.000 estaban en este grupo Canarias, Ceuta y Melilla, que han caído a la España más pobre, mientras han mejorado Galicia y Asturias, que a principios de siglo eran “pobres” y ahora “intermedias”.

Un dato preocupante es que la brecha entre las regiones más productivas (más ricas) y las menos eficientes (más pobres) se mantiene elevada, a pesar de la anterior crisis (2008) y la posterior recuperación (2014). Así, en el año 2.000, Madrid producía más del doble que Extremadura por habitante (21.333 euros frente a 10.145, 2,10 veces más), en 2008 produjo 1,93 veces más, en 2013 (el peor año de la crisis), la brecha subió a 1,97 veces más (30.188 euros frente a 15.280) y en 2019, a pesar de los 6 años de recuperación, la brecha sigue alta, en 1,84 veces (35.142 euros que produce cada madrileño frente a 19.454 cada extremeño).

Y lo más llamativo: esta brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde hace siglo y medio, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios (Díez Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). Ahí documentan que la desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y lleva siendo elevada desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a que una economía más abierta ha agravado las diferencias regionales, al competir mejor unas autonomías que otras en estos 34 años siendo europeos.

El otro problema es que las regiones españolas no sólo se distancian entre ellas sino también hay una brecha con las regiones europeas. En 2019, según acaba de publicar el INE, sólo 3 regiones españolas eran más productivas, más ricas, que la media europea (31.160 euros de PIB por habitante UE-27): Madrid (35.913 euros), País Vasco (34.142 euros) y Navarra (32.141 euros). Se ha caído en 2019 Cataluña (31.119 euros), que siempre ha tenido un nivel de riqueza superior a la media europea (salvo en 2008 y 2009). Y además, el PIB por habitante español se ha ido retrasando del PIB por habitante europeo: si llegó a un máximo del 94,72% en 2007, cayó a suponer el 88,63% del PIB/habitante europeo en 2013 y ha seguido distanciándose con la recuperación, hasta suponer el 84,8% del PIB/habitante europeo en 2019 (producimos 26.426 euros, frente a 31.160 en la UE 27). Así que no sólo hay una brecha entre autonomías, también hay una brecha con Europa que ha crecido desde 2007. Incluso teniendo en cuenta el distinto poder de compra, el PIB por habitante español “corregido” era el 91% del europeo en 2018, según el último dato de Eurostat.

Evidentemente, si unas regiones (o paises) producen más por habitante, son más ricos. Y son más ricos por su distinta estructura económica (más o menos industria, más o menos servicios), su población, la formación de los trabajadores y el nivel educativo, la tecnología, la mayor o menor inversión pública y privada, las infraestructuras o el peso de la exportación. Y en el caso de Madrid, el factor capitalidad, que aporta un crecimiento “extra”, porque las instituciones públicas y ser la capital atraen empresas, inversiones, población y talento, según este estudio del IVIE. Por eso hay regiones más productivas y otras menos, aunque el factor que más ha jugado en este siglo es la desigual creación de empleo.

Pero después de ver las regiones más o menos productivas, entran en juego los “contrapesos”, factores que intervienen para que las regiones acaben teniendo más o menos renta. El principal mecanismo que podría “corregir” la brecha económica entre regiones son las transferencias públicas (pensiones, desempleo, ayudas a la dependencia), las subvenciones y prestaciones sociales, el gasto en sanidad y educación, las inversiones públicas, los impuestos y la financiación autonómica. Y dentro de estas “medidas correctoras” de la brecha entre regiones, hay que tener muy presentes las ayudas europeas, que han sido ingentes: los fondos estructurales europeos recibidos entre 1989 y 2020 han sido de 176.000 millones de euros, muchos para las regiones.

Todas estas medidas deberían haber servido para corregir la brecha económica entre las autonomías, sumando más ingresos a las autonomías más retrasadas, para compensar sus menores ingresos. Pero no ha sido así, como se ve en el dato de la renta por habitante, los ingresos de cada persona visto lo que produce y sumando lo que le aporta la acción pública, vía transferencias, ayudas, subvenciones,  impuestos y financiación. Y volvemos a tener 3 Españas, según los últimos datos disponibles (INE 2018), incluidos en este reciente trabajo de la Fundación Alternativas (FA) sobre la desigualdad territorial en España.

Tenemos 9 autonomías que tienen una renta por habitante superior a la media nacional (17.049 euros en 2018): País Vasco (22.082 euros), Navarra (20.117 euros), Cataluña (19.870 euros), Madrid (19.861 euros), Baleares (19.554 euros), Aragón (17.683 euros) y la Rioja (17.545 euros), exactamente las 7 autonomías que más producen (más PIB/habitante), a las que se suman dos “intermedias”, Asturias (17.484 euros de renta por habitante) y Castilla y León (17.298 euros de renta), porque son dos regiones muy envejecidas, con muchos pensionistas, lo que ha aumentado su renta final en los últimos años. Y las otras 8 autonomías (más Ceuta y Melilla, cuyos datos no se dan) tienen un nivel de renta por habitante inferior a la media nacional, sobre todo las regiones que ya eran económicamente las más pobres: Extremadura (12.382 euros de renta), Canarias (13.714 euros), Andalucía (14.048 euros), Murcia (14.075 euros) y Castilla la Mancha (14.537 euros). A ellas se suman, también con menos renta que la media española, 3 regiones “intermedias”: Comunidad Valenciana (15.149 euros renta/habitante), Cantabria (16.479) y Galicia (16.860 euros).

En definitiva, que las regiones que eran ricas, pobres o intermedias por su producción, por su estructura económica y de empleo, acaban siendo ricas, pobres o intermedias en la renta que finalmente reciben, a pesar de las transferencias públicas, las ayudas, inversiones, impuestos y financiación autonómica, lo que indica un fracaso en las políticas regionales. No se consigue apenas que mejoren y salten de puesto las más retrasadas, ni ahora ni en los últimos años. Y lo peor no es sólo que haya 2 Españas (o 3) en el nivel de renta, sino que han aumentado las diferencias, la brecha de renta entre regiones. Si en 1977, un balear tenía 1,81 veces la renta de un extremeño, mejoró algo en el año 2.000, cuando un aragonés ingresaba 1,53 veces lo que un andaluz, pero ha empeorado después: si en 2008, un vasco tenía 1,65 veces la renta de un extremeño, en 2018 tiene 1,78 veces más, según el informe de la Fundación Alternativas. Ha aumentado la desigualdad de renta entre territorios.

Esto confirma una España a dos o tres velocidades, no sólo entre regiones sino también con muchas desigualdades dentro de cada región. Y sobre todo en las más pobres. Así, el informe de la Fundación Alternativas desvela que las regiones con más desigualdad interna son Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha y Canarias, y que esa desigualdad ha aumentado entre 2008 y 2018. Y las regiones con menos desigualdad interna son dos de las más ricas, Navarra y Aragón, seguidas de Asturias, País Vasco, Cantabria y la Rioja. Y además, esa desigualdad interna se refleja en una gran diferencia de renta entre ciudades de una misma provincia, desigualdad municipal encabezada por Madrid, Barcelona, Sevilla, Cádiz y Granada, Alicante, Valencia y A Coruña.

S ha llegado hasta aquí, le habrá quedado clara la tremenda desigualdad entre regiones, dentro de cada región e incluso entre ciudades de una misma provincia. Y lo más tremendo es que esas desigualdades territoriales están ahí desde hace décadas y hasta siglos. Ahora, con la pandemia y la recesión consiguiente (la mayor desde la Guerra Civil), los expertos creen que la desigualdad territorial aumentará, como ha pasado en otras crisis y más dada la precariedad en que están las cuentas públicas. Sin embargo, la pandemia también puede ser “una oportunidad” para reducir la brecha de producción y renta entre regiones, si se planifica la recuperación con criterios de política regional.

¿Qué se puede hacer? Lo primero, invertir y gastar pensando en corregir los desequilibrios regionales, tanto los Presupuestos 2021 (muy expansivos) como los Fondos europeos, esos 79.796 millones que van a llegar en los próximos 4 años. El objetivo es regionalizar la mitad de este gasto, pero la otra mitad, la que gestione el Estado debería hacerse con el objetivo de reconducir el crecimiento y el empleo de las regiones más pobres. Una segunda medida es planificar todas las inversiones públicas e infraestructuras (incluidas las digitales y la vivienda) para fomentar la inversión y la instalación de empresas en la España más atrasada, que no puede vivir sólo del turismo, la agricultura o las pensiones. Un tercer frente de actuación es la fiscalidad, homogeneizando impuestos (evitando “paraísos fiscales como Madrid) y facilitando vivir e invertir en las regiones más pobres. Y aprobar de una vez un nuevo sistema de financiación autonómica (pendiente desde 2014), porque el actual beneficia claramente al País Vasco y Navarra (reciben un 80% más por habitante que el resto del país, según el informe de la Fundación Alternativas), además de Cantabria, la Rioja, Extremadura, Asturias, Aragón y Castilla y León, en total 6 de las 9 regiones con más renta.

La pandemia va a dañar más a las familias y trabajadores más vulnerables y también a las regiones más pobres y menos productivas. Pero puede ser una oportunidad no sólo para reconvertir la economía y modernizar el país sino también para reducir la brecha secular entre regiones. Hay que sentar las bases para que no haya españoles de primera y de segunda, para que no vivamos mejor o peor según la región donde residamos. Es otra gran asignatura pendiente de este país.

jueves, 27 de febrero de 2020

El empleo desigual, clave de las 3 Españas


En los últimos 6 años, la recuperación ha creado 3 millones de empleos. Pero dos tercios han sido sólo para 10 provincias (Madrid, Sevilla, islas y litoral mediterráneo), mientras que en 30 provincias (del norte e interior) apenas se ha creado empleo. Y sólo 3 autonomías (Madrid, Baleares y Canarias) tienen hoy más empleo que antes de la crisis. Este reparto tan desigual del empleo ha sido el factor decisivo para que la brecha entre la España rica y la pobre se mantenga. Y la diferencia entre la región más rica (Madrid) y la más pobre (Extremadura) sólo se ha reducido a la mitad desde 1955, según un reciente estudio, que alerta de que, a este ritmo, se tardarán 80 años para reducir esa brecha a la mitad. Algo habrá que hacer para corregir mejor la tremenda desigualdad entre regiones: además de actuar sobre la financiación autonómica, los impuestos y las inversiones y ayudas públicas, habrá que repartir mejor el empleo. No puede haber 3 clases de españoles según donde vivan.

enrique ortega

Todo el mundo sabe que hay 2 Españas, una rica y otra pobre, aunque quizás sería más preciso incluir una 3ª, la España intermedia. La clasificación se hace con la riqueza que genera cada región por habitante (PIB por habitante) y el último dato del INE, de 2018, refleja claramente esas 3 Españas. Una, la España rica, integrada por 7 autonomías: Madrid (35.041 euros/habitante), País Vasco (33.323 euros), Navarra (31.389), las tres con más riqueza que la media europea (30.960 euros/habitante), Cataluña (30.426), Aragón (28.151), Baleares (27.682) y la Rioja (27.225), las 7 regiones con más riqueza que la media de España (25.727 euros/habitante). La segunda, la España pobre, compuesta por 6 autonomías: Melilla (18.533 euros/habitante, que le ha quitado el último puesto a Extremadura (18.769 euros, casi la mitad que Madrid), Andalucía (19.107), Ceuta (20.120), Castilla la Mancha (20.363) y Canarias (20.892 euros/habitante). Y queda una tercera España, la intermedia, integrada por otras 7 autonomías, la mitad cerca de las pobres y la otra mitad acercándose a las ricas: Murcia (21.269 euros por habitante), Comunidad Valenciana (22.426), Galicia (23.183), Cantabria (23.757) y Castilla y León (24.031 euros por habitante).


Lo que quizás mucha gente no sepa es que este retrato de las 3 Españas es muy similar al de hace 60 años e incluso, similar al de hace siglos. De hecho, esta brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde  hace siglo y medio, al menos, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios (Díez-Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). La desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y aumentó desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a que una economía más abierta agravó las diferencias regionales, al competir mejor unas autonomías que otras. 


Al final, un reciente estudio de FEDEA revela que la brecha entre regiones ricas y pobres se redujo sólo a la mitad entre 1.955 y 2018. Y que los ricos y pobres son casi los mismos. En 1.955, las cuatro regiones más ricas eran el País Vasco, Madrid, Cataluña y Navarra, las mismas que en 2018, aunque Madrid ha subido al nº1 y Cataluña baja al 4º. Y las cuatro regiones más pobres en 1.955, Extremadura, Galicia, Castilla la Mancha y Canarias (de peor a mejor), son también hoy pobres, salvo que sale Galicia y entran Andalucía, Ceuta y Melilla. Y la brecha entre el nivel de la región más rica y más pobre ha bajado de 124 puntos en 1995 (País Vasco tenía el 182% de la renta media y Extremadura el 58%) a 64,17 puntos (Madrid tiene el 136,20% de la renta media y Melilla el 72,03%). O sea que tras 64 años de crecimiento y políticas públicas, la desigualdad regional se ha reducido a la mitad.


Eso es la comparación entre los extremos. Pero el estudio de FEDEA  nos indica que en estos últimos 63 años, el crecimiento en España ha sido muy desigual por regiones. Así, ha habido 7 autonomías que han perdido renta relativa, que producen en 2018 un porcentaje menor sobre la renta media española del que producían en 1955: Asturias, Comunidad Valenciana, Baleares, Cantabria, Cataluña, Madrid y País Vasco. Han perdido “peso económico sobre el que tenían hace 63 años, lo que es “bueno” para corregir desigualdades en el caso de las regiones ricas (y malo para Asturias, Cantabria y Comunidad Valenciana). Y otras dos regiones se mantienen igual: la Rioja (rica) y Andalucía (pobre). Y son las 9 autonomías restantes (casi todas pobres, salvo Aragón, Galicia, Castilla y León y Murcia) las que han ganado peso económico, aunque no sea suficiente para recortar toda la brecha con los ricos, sólo la mitad de esa distancia. 


¿Qué hace que unas regiones sean más ricas que otras? Básicamente, su estructura productiva y la mayor o menor creación de empleo, el peso de la industria (más productiva y resistente a las crisis), el mayor o menor peso de la construcción y los servicios (empleo con menos valor y más vulnerable), el peso de las exportaciones, la población (las regiones que más han crecido, como Madrid o País Vasco, han ganado población, española e inmigrante), el nivel educativo y la formación de los adultos, la inversión pública y las ayudas de las distintas administraciones, los impuestos, la financiación autonómica, el reparto de los fondos europeos y, en la última década, las pensiones, que han supuesto ingresos extras en las regiones más envejecidas. Además, hay un caso especial que es Madrid, la región española más productiva entre 2010 y 2018 y la que más crece (en 2018 ya superó a Cataluña), sobre todo por “el factor capitalidad”: ser capital  de un país aporta un crecimiento extra (atracción de empresas, inversiones y población) en toda Europa, donde las regiones que tienen dentro la capital son las más ricas en 25 de los 28 paises UE.


El estudio de FEDEA analiza los tres factores que son claves en la riqueza o producción de las distintas regiones: la productividad y precios, el empleo y la población. Y destaca que el primero, la productividad, ha ayudado a reducir la brecha entre la España rica y la pobre (en este indicador, ha pasado de 97 a 30 desde 1955 a 2018), gracias a que las regiones industriales han perdido productividad relativa, mientras la ganaba el sur y noroeste y se estancaba en la zona del Ebro y en la Comunidad Valenciana. El tercero, la población, también ha ayudado a las regiones más pobres, sobre todo durante la crisis, especialmente a  Canarias y  Andalucía, que se han beneficiado de tener población más joven, mientras el envejecimiento ha perjudicado sobre todo a Asturias, Aragón y Cataluña. Pero el factor decisivo que ha impedido reducir más la brecha regional ha sido el empleo, la ocupación.


El estudio de FEDEA concluye que la desigualdad en el empleo creado ha sido el factor clave que explica la brecha de renta entre regiones, sobre todo desde 2004 y más a partir de la crisis de 2008. Y en 2018, el reparto desigual de la ocupación explica ya dos tercios de la desigualdad de renta entre autonomías. Y eso porque las regiones más ricas han captado más empleo y la ocupación se ha deteriorado (entre 2007 y 2019) en las regiones pobres (-9% en Extremadura, -6,6% en Castilla la Mancha, -3,42% en Andalucía)  y sobre todo en las regiones intermedias (-12% en Asturias, -9,8% en Galicia, -8,6% en Castilla y León, -7,5% en Cantabria, -6,07% en la Comunidad Valenciana). En definitiva que, según el estudio de Funcas, la desigualdad territorial es ahora un problema de empleo más que de productividad.


Si buceamos en la EPA del INE con lo que ha pasado con el empleo entre 2007 y 2019, se confirma este comportamiento desigual, por autonomías y provincias. Así, de los 3.016.300 empleos creados (un +17,8%) entre marzo de 2014 y diciembre de 2019, casi dos tercios (1.922.500 empleos) se los han llevado 10 provincias: Madrid (+538.400 empleos, un +20,42% de aumento), Barcelona (+367.000, un+16,66%), Valencia (+161.700, un +17,68%), Alicante (+154.100, un +24,36%), Baleares (+151.600, un +36,22%, el mayor crecimiento de empleo), Málaga (+151.200, un +30,44%), Sevilla (+134.400, un +21,86%), Murcia (+89.000 empleos, un +17%), Las Palmas (+88.500, un +22,5%) y Cádiz (+86.600, un +17%), según la EPA (INE). Básicamente, es la España del litoral mediterráneo más Madrid y Sevilla. Y mientras, la España del interior y el norte, un total de 30 provincias (todas las de Castilla y León, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, Lugo y Orense, todo el Cantábrico salvo Vizcaya, Navarra, La Rioja, Teruel, Huesca, Cáceres, Córdoba, Huelva y Jaén), han creado sólo 440.000 empleos en la recuperación. O sea, poco empleo para la España vaciada y pobre.


Y al final, sólo en 3 autonomías trabaja hoy más gente que antes de la crisis (2007). Son Madrid (+22.700 ocupados) y Baleares (+28.800 ocupados), dos regiones ricas, junto a Canarias (+54.200 ocupados), una región pobre, a las que había que sumar a Ceuta (+3.700 ocupados que en 2007) y Melilla (+2.200), las tres muy probablemente por su peculiar situación geográfica (inmigración) y fiscal. Y en paralelo, las 14 regiones restantes no han recuperado aún el empleo que tenían en 2007, en especial la Comunidad Valenciana (-136.200 empleos, un -6,07% de pérdida neta de empleo), Galicia (-119.400 empleos, un -9,8%), Cataluña (-118.700 empleos, un -3,27%), Andalucía (-111.300 empleos, un -3,42%), Castilla y León (-94.400 empleos, un -8,6%), Castilla la Mancha (-58.300 empleos, un -6,6%) y Asturias (-53.700 empleos, un -12%, la autonomía que tiene un mayor porcentaje de empleo que recuperar). Como se ve, el balance final del empleo es peor para la España intermedia que para la España pobre, lo que ha llevado a “aproximarlas” desde 2007.


Ahora, la perspectiva es que, al ritmo que vamos, la brecha entre las regiones ricas y las pobres no se reducirá a la mitad hasta el año 2.100, según el estudio de FEDEA. O sea, que si han hecho falta los últimos 63 años para reducir a la mitad la brecha entre las dos Españas que había en 1955, para volver a reducirla sólo a la mitad (no suprimirla) habrá que esperar aún más, 80 años. Algo social y políticamente impresentable.


Por eso, este estudio de FEDEA debería forzar un gran Pacto político y social por acabar con las 3 Españas en unas décadas, en paralelo con todas las políticas prometidas para acabar con la España vaciada (que es la España pobre e intermedia). Y eso empieza por reforzar el papel reequilibrador del Estado, desde el BOE y los Presupuestos, de tal manera que todas las políticas públicas tuvieran como uno de sus objetivos (la igualdad de la mujer debe ser otro) el reequilibrio territorial, reducir a medio plazo  las diferencias de renta entre las regiones. Eso obliga a reequilibrar las inversiones públicas, las infraestructuras y servicios públicos, la educación, la tecnología y la digitalización, la reindustrialización y los incentivos regionales europeos. Y, sobre todo, fijar este reequilibrio regional en el futuro sistema de financiación autonómica, con un potente Fondo de compensación interterritorial pagado por las regiones más ricas. Y a nivel fiscal, incentivos a las inversiones y personas que se dirijan a las regiones más desfavorecidas de España.


Además, a la vista del balance del empleo y de su tremendo peso en la desigualdad regional, según ha alertado FEDEA, urge aprobar un Plan de empleo regionalizado, centrado en esas 30 provincias que apenas han notado la recuperación y que son el centro de la España vaciada y más o menos pobre. Un Plan con recursos e incentivos para la formación y empleabilidad de jóvenes, mujeres y mayores de 55 años, el epicentro de la España pobre. Y con acuerdos explícitos con las empresas de esas regiones y con sus Gobiernos autonómicos, porque reducir la brecha entre las 2 ó 3 Españas debe ser una prioridad de todos, al margen de las ideologías. No se trata de cuestionar las autonomías o dar marcha atrás en las competencias (como defiende la extrema derecha) sino de reconocer que tenemos un problema grave (tenemos más o menos renta según donde vivamos) y que necesitamos resolverlo antes de que pase otro siglo. Con medidas eficaces y sin politiqueos.

jueves, 17 de enero de 2019

Las 3 Españas siguen ahí


Este año 2019 hay elecciones autonómicas, pero a nadie parece preocuparle (salvo a la extrema derecha) la creciente desigualdad entre las regiones españolas: diferente crecimiento, paro, riqueza y servicios públicos. Por eso, nadie ha comentado los últimos datos del INE, que demuestran que hay dos Españas o mejor tres: la España rica (País Vasco, Navarra, Madrid, Cataluña y Baleares), la España pobre (Extremadura, Murcia, Canarias, Castilla la Mancha y  Andalucía) y “la España intermedia” (las 7 regiones restantes, Ceuta y Melilla). Y lo peor es que son las mismas que el año 2.000 y que en 1977. Así que 41 años largos de democracia no han resuelto esta desigualdad entre españoles y ni las inversiones públicas ni los impuestos y el gasto social lo corrigen, como denuncia la OCDE. Urge aprovechar estas elecciones para perfilar una España más igualitaria, reformando la financiación autonómica, igualando los servicios públicos, el empleo y los impuestos. Acabar con las 2 ó 3 Españas, otra asignatura pendiente de nuestra democracia.


En vísperas de Nochebuena, el INE hizo públicos sus datos anuales de renta por habitante, lo que ingresa cada español (referido a 2016). Y quedó claro, otro año más, que hay dos Españas, o quizás mejor tres. Una, la España rica, con una renta por persona que supera los 12.000 euros anuales en 8 autonomías: País Vasco (14.397 euros), Navarra (13.583), Madrid (13.099), Cataluña (12.712), Baleares (12.665), Asturias (12.244), La Rioja (12.131) y Aragón (12.110 euros). En total, ahí viven 20.806.290 españoles, el 44,5% de la población total. Curiosamente, estas 8 autonomías son las mismas que tenían más renta en el año 2.000 y en 2014, tras lo peor de la crisis. Pero lo más llamativo es que son casi las mismas autonomías que eran las más ricas en 1977, al inicio de la democracia, aunque entonces cambiaba el orden: Baleares, Madrid, Cataluña, La Rioja, País Vasco y Navarra, según puede comprobarse en las estadísticas históricas 1850-2000 que recopiló en su día el Banco de Bilbao (una joya). A comienzos de siglo se incorporó al grupo Aragón y en 2008, tras la Ley del Cupo (2002), el País Vasco y Navarra encabezan el grupo de las más ricas.

La España pobre son 6 autonomías más Ceuta, que tienen una renta por habitante inferior a los 10.000 euros, según las últimas estadísticas del INE (referidas a 2016): Extremadura (8.250 euros), Murcia (8.702), Canarias (8.863), Castilla la Mancha (9.045), Andalucía (9.116), Ceuta (9.676) y la Comunidad Valenciana (9.801 euros). En total, ahí viven 20.144.190 españoles, el 43,1% de la población.  Son las mismas autonomías pobres que en el año 2000, 2008 y 2014, salvo Galicia, que ha salido de este grupo y la Comunidad Valenciana, que no estaba al inicio del siglo y ha entrado entre las pobres. Pero, otra vez, lo preocupante es que estas autonomías pobres son casi las mismas que en 1977, al inicio de la democracia: entonces eran las más pobres Extremadura, Andalucía, Castilla la Mancha, Murcia, Galicia y Canarias, por este orden, según las series históricas del BB.

En medio quedan las 4 autonomías y Melilla que conforman “la España intermedia”, que rondan la renta media española (11.074 euros en 2016), según los últimos datos del INE: Cantabria (11.293 euros), Castilla y León (11.239), Galicia (10.753 euros) y Melilla (10.161 euros). En conjunto, 5.772.500 habitantes, el 12,4% de la población española. Un grupo intermedio que ha cambiado algo más en los últimos 40 años, ya que antes incluía a Galicia, Asturias y Aragón, que han mejorado su estatus, y a la Comunidad Valenciana, que lo ha empeorado y pasa al grupo de las “pobres”.

Estas 3 Españas por la renta son el resultado de que también hay 3 Españas económicas, debido a la desigualdad en la producción (PIB) por el diferente modelo económico de cada región (más o menos industria, más o menos exportación, más o menos capital humano y tecnología) y por la diferencia inversión y estructura empresarial. Ahí empieza la desigualdad, en lo que produce cada región, que se mide por el PIB por habitante.

La España más productiva la integran 6 autonomías, según los recientes datos del INE, esta vez referidos a la producción de 2017: Madrid (33.824 euros por habitante), País Vasco (32.969), Navarra (30.853 euros), las tres producen más que la media europea (30.000 euros por habitante), Aragón (27.648), Baleares (26.287) y La Rioja (26.194 euros por habitante). Son las mismas que en el año 2.000, según el INE, aunque entonces Navarra ocupaba el 2º lugar y Baleares el 4º. Y la España menos productiva, en 2017, estaba formada por 5 autonomías más Ceuta y Melilla: Extremadura, el farolillo rojo (17.554 euros producidos por habitante, casi la mitad que Madrid), Melilla (18.007), Andalucía (18.557), Ceuta (19.561), Castilla la Mancha (19.819), Canarias (20.573) y Murcia (20.636 euros por habitante). Un bloque sin cambios desde el año 2000, salvo Canarias, que no estaba entonces en el grupo de las autonomías menos productivas. Y queda “la España intermedia”, 5 autonomías con una productividad también inferior a la media de España (25.064 euros/habitante en 2017): Comunidad Valenciana (22.034), Asturias (22.243), Galicia (22.404), Cantabria (22.700) y Castilla y León (23.446 euros producidos por habitante).

Esta mayor o menor productividad de las regiones explica, junto a la población que tienen,  las grandes diferencias en el paro, según las autonomías. Así, hay 6 autonomías, de la España más productiva, con una tasa de paro “europea”, por debajo del 10%: Baleares (7,16%), Cantabria (8,99%), País Vasco (9,42%), La Rioja (9,60%), Navarra (9,65%) y Aragón (9,87%), según la última EPA. Y 3 autonomías, de la España menos productiva, que tienen una tasa de paro rozando o superando el 20%: Andalucía (22,85%), Extremadura (21,68%) y Canarias (19,64%), más Ceuta (30,79% de paro) y Melilla (24,01%). Y las 8 autonomías restantes tienen un “paro intermedio”: Cataluña (10,63%), Castilla y León (11,30%), Madrid (11,86%), Galicia (12,24%), Asturias (13,45%), Comunidad Valenciana (15,29%), Murcia (16,33%) y Castilla la Mancha (16,71%), mientras el paro de toda España está en el 14,55%, según la EPA del tercer trimestre de 2018.

El crecimiento es un factor clave para corregir las desigualdades de renta y el paro, pero el problema es que no todas las regiones crecen por igual. Entre 1987 y 2016, la economía española creció un 93,5% (casi duplicó su PIB: de producir 569.833 millones de euros pasó a producir 1.102.850 millones), según un interesante libro de AFI, pero hubo dos regiones que crecieron muy poco, Asturias (+39,5%) y Cantabria (+56,4%), lo que explica que haya caído su PIB por habitante y su renta estos años. Pero hubo otras 7 regiones que crecieron más que el conjunto de España, sobre todo Madrid (+119%), Murcia (+111,07%) y  la Rioja (+110,13%), seguidas de Andalucía (99,8%), Canarias (+97,4%), Navarra (96,7%) y Cataluña (96,05%). En los tres años más fuertes de la recuperación (2015, 2016 y 2017), las tres autonomías que han crecido más que la media de España (+3%, +3,2% y +3,6%) han sido Madrid (+3,3, +3,2 y +3,9%), Cataluña (+3,2, +3,5 y +4,2%) y Murcia (+3,1,+4,3 y +6,6%). Y las que “pincharon” estos años han sido Castilla y León (+1,7, +3,1 y +2,5%) y la Rioja (+1,5, +2,6 y +3,2%), según la Contabilidad regional del INE.

Como se ve, la mayor o menor productividad y crecimiento no explican por sí solos las diferencias de renta entre regiones ricas y pobres, aunque sean dos factores claves. Hay otros factores que agravan o mejoran las diferencias, como el distinto modelo económico (más industria y más exportación mejoran el empleo y los ingresos), la estructura empresarial (más empresas grandes suponen más riqueza), el “capital humano” (la formación de los trabajadores y parados), el envejecimiento de la población, la innovación y la tecnología, las infraestructuras disponibles (desde autopistas a centros de transporte y distribución o red de Internet) y el papel del Estado en la región, con la financiación presupuestaria, las  inversiones públicas y los impuestos, que en las últimas décadas son menos redistributivos (han crecido los indirectos y baja el peso de los directos, en perjuicio de las familias y regiones más desfavorecidas). Y han sido decisivas las ayudas europeas: 81.000 millones de fondos europeos recibidos entre 1986 y 2017, de los que se beneficiaron  sobre todo Extremadura (5.300 euros/habitante), Castilla y León (4.000), Galicia (3.800), Asturias (3.500), Castilla la Mancha (2.500) y Andalucía (2.400 euros/habitante), según el citado libro de AFI.

Un elemento clave para reducir las diferencias entre regiones ricas y pobres debería ser el sistema de financiación autonómica, que cuenta con un Fondo de compensación interterritorial. Pero el sistema aprobado en 2009 (aún vigente) no es justo, porque beneficia más a unas regiones que a otras. Según los datos de Hacienda, estas son las 10 autonomías que salen ganando, porque reciben más de lo que aportan: País Vasco (recibe +2.483/euros por habitante al año), Navarra (+1.563 euros), Cantabria (+347), La Rioja (+248), Extremadura (+233), Castilla y León (+169), Galicia (+111), Aragón (+107), Asturias (+78) y Canarias (+78 euros/habitante). Sólo se benefician 2 regiones pobres (Extremadura y Canarias) pero entre las 7 autonomías perjudicadas por el sistema de financiación hay otras 4 regiones pobres: Comunidad Valenciana (recibe -373 euros/habitante y año), Murcia (-331), Andalucía (-256), Cataluña (-249), Baleares (-96) y Castilla la Mancha (-42 euros/habitante). Y si tenemos en cuenta las ayudas de Estado recibidas desde 2012 (créditos para pagar proveedores e intereses deuda), Cataluña y Baleares pasarían al lado de las 10 autonomías que salen ganando con el actual sistema de financiación (12 de 17).

Así que ya tenemos el mapa de los factores que configuran la España rica y la España pobre: modelo económico, tejido empresarial, capital humano, inversiones e infraestructuras, papel del Estado, impuestos, ayudas y sistema de financiación. Factores que no han ayudado en 41 años largos de democracia a perfilar otro mapa de España, ya que las regiones pobres y ricas son casi las mismas. Y lo peor, han aumentado las diferencias de renta. Si en 1977, un balear tenía 1,81 veces la renta de un extremeño, mejoró algo en el año 2000, cuando un aragonés ingresaba 1,53 veces lo que un andaluz, pero ha empeorado después: si un vasco tenía una renta en 2008 que era 1,65 veces la de un extremeño, en 2017 es ya 1,74 veces mayor que antes de la crisis. Se agrava la desigualdad.

Un fracaso de España y los distintos gobiernos democráticos. Y más cuando, tras 33 años en Europa,  6 regiones españolas siguen todavía con una renta por debajo del 75% de la renta media europea: Extremadura (63% renta media UE-28), Melilla (67%), Andalucía (68%), Castilla la Mancha (72), Ceuta (73%) y Canarias (75%), según los últimos datos de Eurostat (para 2016). Y sólo 3 regiones españolas superan la renta media europea: Madrid (125% de la renta media UE-28), País Vasco (121%), Navarra (114%) y Cataluña (110%).

¿Qué se puede hacer? Lo primero, abrir el debate sobre la desigualdad interregional, sobre estas graves diferencias entre españoles según donde vivan, no sólo en renta, paro, sueldos sino en servicios públicos, desde sanidad a educación, dependencia o ayudas a la pobreza, la familia o la vivienda. No podemos dejar que la extrema derecha encabece este debate sobre la España de las autonomías. Denunciar las desigualdades no es poner en cuestión el modelo autonómico sino afrontar una grave situación, reforzada por cientos de datos. Y una desigualdad que se puede mejorar, en unas décadas, si se toman medidas.

La primera y fundamental es reforzar el papel reequilibrador del Estado, a través de múltiples instrumentos que deben ir a corregir las desigualdades entre regiones: políticas económicas, Planes de empleo, inversiones públicas, planes de reindustrialización, infraestructuras, ayudas públicas e impuestos. Porque los Gobiernos gastan mucho dinero en inversiones y ayudas públicas, pero gastan mal, no ayudan a reducir las desigualdades, según le acaba de decir a España un informe de la OCDE. Es clave reformar la política fiscal y que los impuestos ayuden al reequilibrio territorial.

Otro objetivo clave del Gobierno central debería ser asegurar la homogeneidad de los servicios públicos, porque no es de recibo que la atención sanitaria, la educación, la dependencia, las ayudas al desempleo o a la pobreza sean distintas según donde uno viva, porque hay autonomías que gastan más y otras menos, además de gestionar mejor o peor. Así, por ejemplo, si uno enferma, no es lo mismo hacerlo en el País Vasco (cuya sanidad recibe 90 puntos sobre 114 de la Fundación en Defensa de la Sanidad Pública), Navarra (90 puntos) o Aragón (82 puntos) que en Canarias (49 puntos), Comunidad Valenciana (59), Cataluña o Andalucía (59 puntos). Y lo mismo si uno es un anciano dependiente, un parado o un pobre. Urge garantizar unos servicios mínimos equivalentes y crear un Fondo de compensación para mejorar el Estado del Bienestar en las autonomías más pobres y con menos recursos.

Otra medida urgente es reformar el sistema de financiación autonómica, que se debería haber modificado en 2014. Hay que reequilibrar ingresos y aportaciones, para que no haya autonomías ganadoras y perdedoras, y reforzar el Fondo de Compensación interterritorial, dando más peso a criterios como paro, renta, envejecimiento y dispersión de la población. Y además, hay que asegurar más recursos públicos a las autonomías, porque tienen muchas competencias y les faltan ingresos. Y eso hay que hacerlo a costa de reducir la parte del Estado, porque ya somos un país muy descentralizado: si hoy el Gobierno central gasta el 50% de los ingresos totales (y el 35% las autonomías y 15% los Ayuntamientos), habría que pasar a un reparto 40/40/20 al menos. Esa debería ser la base fiscal del Estado federal que se defiende.

Al final, las elecciones autonómicas de mayo deberían ser una oportunidad de hacer balance de la España autonómica y reconocer que las desigualdades regionales siguen ahí, tras 41 años de democracia, e incluso se han agravado. Y habría que corregirlas, con un Pacto político dirigido a reequilibrar el país, sobre todo desde el Estado. Para que dentro de 40 años, no haya 3 Españas, sino una más equilibrada. Pero no parece que ningún partido, salvo la extrema derecha, quiera afrontarlo. Así que la campaña electoral volverá a girar sobre las polémicas habituales y no sobre cómo conseguir una mayor igualdad entre españoles, vivan donde vivan. Otra asignatura pendiente de la democracia.