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lunes, 7 de julio de 2025

Ola de calor y Bruselas rebaja política climática

La primera ola de calor de este verano ha dejado un mapa de muertes y problemas en toda Europa, especialmente en España. Y junio ha sido el mes más cálido de la historia. No es casualidad: la ONU reitera que la culpa es del Cambio Climático, que el Planeta se está volviendo “más caliente y más peligroso”. Pero el miércoles, con Bruselas a 37 grados, la Comisión Europea “suavizó” su política climática, aprobando “un truco contable”: permite a paises y empresas emitir más CO2 del previsto si a cambio pagan a otros paises (pobres) que reduzcan sus emisiones. “Externalizan” la gestión de las emisiones como algunos proponen hacer con los inmigrantes… Y eso pasa cuando los autócratas de medio mundo, de Trump a Milei, niegan el cambio climático y el PP y Vox hacen políticas negacionistas en Murcia, Valencia, Extremadura o Aragón, además de en sus Ayuntamientos. No nos quejemos del calor extremo: exijamos a los políticos que aceleren las medidas contra la emergencia climática. Ya.  

                    Vendrán más olas de calor, antes y más graves y duraderas

Por si alguien tenía dudas del “Cambio Climático”, nos ha caído encima la primera ola de calor del verano, que por primera vez empezó en junio: el domingo 29 fue el día más caluroso en España desde que hay registros (1950) y más de 100 localidades superaron la semana pasada los 40 grados (46 grados en El Granado, Huelva). Y este junio ha sido el más cálido de la historia: 23,6 grados de media, 0,8 grados más que en junio 2017 (anterior récord).  La ola de calor no se ha sufrido sólo en España, sino que ha recorrido toda Europa, desde Reino Unido a Turquía, con muertos incluso en Francia e Italia. En España, el sistema MOMO (Instituto Carlos III) estima que ha habido 390 muertos en junio por la ola de calor, más 53 en los dos primeros días de julio, la mayoría mayores de 75 años (338 en junio).

Ya son varios años en que se producen olas de calor, sobre todo en España y la Europa del sur, con un tremendo saldo de muertes, incendios forestales y daños a la agricultura y la ganadería, las infraestructuras, el turismo  y las empresas, así como a los ecosistemas terrestres y marinos. En Europa se produjeron 47.690 muertos por olas de calor en 2023, según un estudio de Nature Medicine. Y en España, los datos del sistema MOMO señalan que hubo 3.521 muertos por olas de calor en 2024. Pero sólo en la primera mitad de 2025 (hasta junio), se estima que ha habido ya 2.168 muertos por altas temperaturas.

El calor extremo ya no es una novedad en el mundo y menos en la Europa del sur, donde llevamos varios años sufriendo olas de calor, especialmente desde 2022. “El Planeta se está volviendo más caliente y más peligroso: ningún país es inmune”, declaraba la semana pasada en Sevilla (a más de 40 grados) el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y los expertos insisten: “la ola de calor no es una casualidad, es consecuencia del Cambio Climático, que la hace 5 veces más probable”, según la plataforma científica Climate Central. El “mecanismo” es bien conocido: la acumulación de gases de efecto invernadero (CO2, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre) hacen como de “paraguas” que retiene el calor solar y aumenta las temperaturas. En España, la temperatura media de 2024 fue 1,64 grados más alta que en 1961.

Los expertos de la ONU (IPPC) calculan que cada medio grado adicional de calentamiento global de la atmósfera causa aumentos importantes en la intensidad y frecuencia de las temperaturas extremas. Y dado que el Planeta sigue calentándose año tras año, estiman que los paises sufriremos cada vez más olas de calor, que llegarán antes (normalmente se daban en julio y agosto, pero ahora han sido en junio) y que serán más graves y duraderas. Así que no nos extrañemos de lo que está pasando: “el calor extremo ya no es un fenómeno raro, se ha convertido en la nueva normalidad”, alertó Antonio Guterres en Sevilla, pidiendo “más ambición” a los Gobiernos en la lucha contra esta “emergencia climática.

El problema es que el clima empeora cuando en medio mundo se consolidan los líderes políticos que niegan el Cambio Climático, como Trump en USA o Milei en Argentina. Los autócratas del mundo y la extrema derecha han convertido la lucha contra las políticas “verdes” como uno de sus principales caballos de batalla cultural y política (junto a los inmigrantes, el feminismo y los impuestos). El “anti-ecologismo es una seña de identidad de la extrema derecha y parte de la derecha internacional, con su corolario de oposición a cualquier regulación medio ambiental (“imposición ideológica verde”, dice Vox) para frenar el Cambio Climático. Y con ello, hay cada vez más paises y Gobiernos que no toman medidas decididas para reducir las emisiones que provocan y aceleran las olas de calor.

En Europa, las últimas elecciones en la UE (junio 2024) supusieron una derechización del Parlamento Europeo y la Comisión, con un mayor peso de la derecha y la extrema derecha. Por eso, el PP Europeo vetó la Ley de Restauración de la Naturaleza, que puso salir adelante en el Parlamento europeo (julio de 2023) gracias al voto de socialistas, liberales, verdes, izquierda y algunos eurodiputados 'populares' que apoyaban la norma (324 votos a favor y 312 en contra). Y además, el PPE promovió el aplazamiento de la entrada en vigor de la Ley de Deforestación y diluyó la Ley de Biodiversidad. Con la nueva Comisión Europea y la extrema derecha negacionista ganando terreno en media Europa, ganan peso los que creen que Europa debe echar el freno a las políticas climáticas de vanguardia, porque perjudican a la competitividad de las empresas europeas.

El último ejemplo de esta “nueva ecología europea” lo dio la Comisión Europea el miércoles pasado, 2 de julio, precisamente cuando en Bruselas hacía unos inusuales 37 grados… El Gobierno europeo aprobó una enmienda a la Ley europea del Clima (en vigor desde julio de 2021) que pretende “flexibilizar” algunas medidas para reducir las emisiones europeas, manteniendo el mismo objetivo final de la Ley: que se reduzcan el 90% para 2040 (respecto a las de 1990) y emisiones netas cero para 2050.

La primera medida “de flexibilización” es que se permite a los paises, sectores y empresas que en vez de reducir las emisiones previstas, puedan reducirlas algo menos a cambio de que compren derechos de emisiones de CO2 a paises y empresas de fuera de la UE. Es decir, que un sector como el automóvil o la aviación, por ejemplo, pueden recortar menos sus emisiones de CO2 (desde 2036) siempre que a cambio compren derechos (paguen) a paises o empresas que hayan reducido emisiones, por ejemplo una empresa que tiene bosques en Brasil o una sociedad extranjera que ha invertido en renovables o en mecanismos de absorción de carbono. A lo claro: yo sigo emitiendo a cambio de pagar a otros (paises pobres y empresas del sur Global) para que emitan menos. Se trata de externalizar” una parte de las emisiones (hasta el 3%), un mecanismo que ya intentó Italia con sus inmigrantes (en Albania) o que hace Trump con las prisiones de El Salvador.

Además de este “nuevo mecanismo” para facilitar la descarbonización de empresas y sectores europeos, la enmienda aprobada permite otro mecanismo de “flexibilización”: la reducción de emisiones se podrá compensar entre sectores y empresas, de tal manera que se evita imponer un plan “rígido” de recorte, lo que ha sido aplaudido por las empresas. Y además se incluyen nuevos mecanismos para reducir emisiones y cobrar derechos de CO2, como la reforestación y las técnicas de captura y almacenaje de CO2 (poco desarrolladas y “poco viables”, según muchos expertos, que lo consideran una vía de posibles fraudes).

Muchos expertos y ecologistas han criticado con dureza estas nuevas medidas de Bruselas, calificándolas de “trucos contables” para retrasar medidas efectivas contra las emisiones. Y creen que ante la grave emergencia climática que vivimos, “socaban la credibilidad de las políticas climáticas europeas”, según la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB). Para Greenpeace, las medidas “abren la puerta a hacer trampas para reducir las emisiones” y critican dejar en manos de terceros una responsabilidad que debe asumir Europa: “pagar a otros paises (pobres) para que reduzcan tus emisiones en tu nombre no es liderazgo, es posponer el problema”, añaden, criticando que la Comisión priorice los criterios económicos (competitividad e inversiones) sobre la urgencia medioambiental.

Ahora, estos cambios en la gestión de las emisiones han de ser ratificados por los Gobiernos europeos y por el Parlamento Europeo, algo que parece muy posible. Y el siguiente paso es que Europa apruebe su Plan Climático 2035, que debía haber presentado en febrero y que ahora se promete para septiembre. Ahí volveremos a ver si la Comisión Europea suaviza sus objetivos medioambientales, como se temen muchos expertos y ONGs. Mientras, la ONU insiste en que hay que avanzar más, que los paises “se tienen que poner las pilas” y aprobar Planes de recorte de emisiones más drásticos y eficaces. Porque con los Planes presentados hasta ahora por los 192 firmantes del Acuerdo de París, la temperatura de la Tierra aumentaría 2,6 grados para 2100, un aumento que trastocaría el clima y la economía, dado que supera con crecer el tope límite de 1,5 grados fijado como “sostenible” por los expertos.

La ONU y los científicos están muy preocupados porque la emergencia climática avanza a mayor ritmo y los paises no reducen emisiones sino que las aumentan: en 2024, las emisiones de CO2 en el mundo fueron de 37.400 millones Tm de CO”, un +0,8% que en 2023., según Carbón Monitor. China (responsable del 32% de las emisiones mundiales) aumentó sus emisiones un 0,2%, EEUU (responsable 13% emisiones totales) las bajó un 0,6%, la India (8% emisiones mundiales) las aumentó un 4,6%, la Unión Europea (7% emisiones totales) las bajó un 3,8% y el resto del mundo (38% emisiones) las subió un 1,1%. Y este año 2025, hasta abril, las emisiones mundiales han subido otro 3%, según Carbón Monitor. España aumentó sus emisiones de CO2 en 2024 (278 millones Tm, +0,9%).

Ante este panorama, con Trump en plan negacionista (“perfora, niño, perfora”) y China e India “a su aire”, el papel de Europa es aún más decisivo, aunque avancen los negacionistas. Por todo ello, la ONU organizó una “Cumbre Climática virtual” el 23 de abril, donde participaron Brasil y 17 líderes de economías desarrolladas (entre ellos Pedro Sánchez, de España), China, África y Asia, más paises e islas muy vulnerables al Cambio Climático, para impulsar Planes nacionales más ambiciosos contra el Cambio Climático. “Ya hemos negociado bastante: hay que pasar a la acción”, les dijo Antonio Guterres. El objetivo es tener en septiembre Planes climáticos hasta 2035 de los 192 paises firmantes del Acuerdo de París, para darles un impulso definitivo en la próxima Cumbre del Clima, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en Belém (Brasil). Será una COP30 clave.

Mientras los dirigentes europeos y mundiales no afrontan con decisión la lucha contra la emergencia climática (una “guerra mundial” que estamos perdiendo), los ciudadanos estamos cada vez más preocupados: el 85% de los ciudadanos europeos consideran que el Cambio Climático es “un problema grave , según el Eurobarómetro de junio. Pero luego apoyan y votan a partidos que, en muchos casos, niegan ese Cambio Climático y dicen que es “una cuestión ideológica”, como si no tuviera nada que ver con las olas de calor.

En España, esta contradicción entre lo que piensan los ciudadanos y algunos de sus partidos es especialmente relevante, porque el negacionismo de Vox se ha acabado contagiando al PP, que utiliza cada vez más las políticas ambientales como “una bandera de enganche” para captar votos. Y además, los pactos PP-Vox en algunas autonomías han llevado a varios Gobiernos a aprobar medidas que favorecen la crisis climática, así como en sus Ayuntamientos (retraso zonas de bajas emisiones y supresión carriles bici) . En Murcia, el pacto presupuestario PP-Vox (junio) incluye modificar la Ley de Protección del Mar Menor y un rechazo explícito “a las políticas medioambientales europeas”, lo mismo que ha hecho Mazón en la Comunidad Valenciana para aprobar sus Presupuestos con Vox. Y también en Extremadura se han revisado normativas de protección ambiental, como en Castilla y León, Andalucía, Cantabria y Aragón, con o sin Vox. Da miedo pensar lo que harían si Feijoo y Abascal llegan a la Moncloa 

No podemos retroceder en la acción climática”, acaba de decir el Secretario General de la ONU. Pero no parece que esa sea la prioridad de muchos políticos mundiales, europeos y españoles. Así que no basta con quejarse de la ola de calor. Habría que salir a la calle y manifestarse a favor de políticas más decididas contra la emergencia climática, para salvar el Planeta y nuestras vidas. Y sobre todo, no votar a nadie que sea “negacionista”. El Cambio Climático está aquí y es un problema más grave que las guerras, la inmigración o el paro. Es una cuestión de supervivencia. Y si retrasamos las medidas o las “suavizamos” nos estamos engañando y poniendo en peligro. Ya lo sabemos: si no se reducen drásticamente las emisiones, habrá más olas de calor, más graves y más mortíferas. Seguro.

lunes, 12 de mayo de 2025

El desarrollo humano se estanca

Los españoles y el resto de europeos estamos ahora preocupados por nuestra seguridad y por una nueva crisis si se mantienen los aranceles de Trump. Una visión “eurocentrista” de los problemas del mundo, que no escucha la última alerta de la ONU: el desarrollo humano se ha estancado en 2024 y de seguir así, los paises en desarrollo seguirán con problemas en los próximos 25 años. Además, este estancamiento económico global ha aumentado las diferencias entre paises ricos y pobres, otro detonante de tensiones geopolíticas. Y en paralelo, también desoímos otra alerta reciente de la OMS: el atraso económico y la pobreza acortan la vida en los paises más pobres y dentro de los paises, donde los más vulnerables viven menos años. En un momento donde Trump y el nacionalismo ultra atacan la cooperación internacional, es más urgente que nunca mantenerla y avanzar en el comercio y las inversiones internacionales, en reducir las diferencias entre paises ricos y pobres. Porque un mundo menos desigual nos beneficia a todos.


En 1990, la ONU introdujo un índice para medir el desarrollo de los paises: el índice de desarrollo humano (IDH), que mide 3 indicadores claves para reflejar la situación económica y social de un país: la esperanza de vida de la población, el nivel de estudios y educación y el nivel de vida (PIB per cápita descontando la inflación). Sobre estos 3 indicadores, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica cada año el índice de desarrollo humano del mundo y el índice de los 193 paises analizados. Y el PNUD acaba de publicar el IDH de 2024, una “alerta” para el mundo: se ha estancado en 0,76 puntos en 2024, el mismo índice que en 2023 y casi el mismo que en 2019, antes de la pandemia (0,75).

El objetivo de la ONU era que este índice de desarrollo humano (IDH) llegara a 0,81 puntos en 2030, pero los expertos del PNUD alertan que va a ser difícil conseguirlo y que si seguimos la tendencia de estos últimos años, el IDH podría estancarse en esos 0,76 puntos actuales en 2030, algo que nunca ha pasado en las últimas décadas. Y eso porque los paises ricos crecen poco y se ha estancado el crecimiento de los paises en desarrollo, una situación agravada en los últimos meses por las crisis geopolíticas y las tensiones en el comercio mundial, por la amenaza de aranceles de Trump. Y además, se está frenando la bajada de tipos (en USA y Europa), lo que agrava los problemas de deuda de muchos paises.

El otro problema sobre el que alerta la ONU es el aumento de la desigualdad entre los paises, una brecha que se había reducido y que ha crecido tras la pandemia. Esta desigualdad se refleja en los distintos índice de desarrollo humano (IDH) que publica el PNUD (ver listado). Hay un primer grupo de 74 paises de “muy alto nivel de desarrollo”, con un IDH de 0,914 puntos, encabezado por Islandia (0,972 puntos), Noruega (0,970). Suiza (0,970), Dinamarca (0,962) y Alemania (0,959 puntos). EEUU ocupa el lugar 17 (0,938 puntos del IDH), Francia el 26º, España el lugar 28º (0,918 puntos) e Italia el 29º (0,915 puntos).

El segundo grupo de paises, por su “desarrollo humano” (esperanza de vida, educación y nivel de vida) lo integran otros 50 paises con un “alto nivel de desarrollo” (media IDH 0,777 puntos), donde están China (0,797 de IDH), Brasil (0,786) y muchos paises de Latinoamérica, Asia y Oriente medio. El tercer grupo lo integran 43 paises con un “nivel medio de desarrollo” (0,656 de IDH), entre ellos India (0,685) y varios paises de Asia y África. Y el cuarto grupo lo integran los 26 paises con “bajo nivel de desarrollo (0,515 puntos de IDH), los paises más pobres y con peor desarrollo humano del mundo. De los 10 últimos, 9 son paises de África: Sudán del sur (0,388 de IDH, la mitad que la media mundial), Somalia (0,404), República Centroafricana (0,414), Chad (0,416), Níger (0,419), Mali (0,419), Burundi (0,439), Burkina Fasso (0,459), Sierra Leona (0,467) y Yemen (0,470 puntos IDH).

El informe del PNUD (ONU) alerta que esta desigualdad en el desarrollo entre paises se ha agravado en 2024, el 4º año consecutivo en que crece la brecha entre paises ricos y pobres, tras haberse reducido en las dos décadas anteriores. Y alertan que esta mayor desigualdad mundial es un riesgo porque alienta el aumento de conflictos y de ruptura económica. Además, el informe muestra su preocupación por el futuro, ya que si se mantienen estas tendencias (estancamiento del IDH y aumento de la desigualdad entre paises), será difícil conseguir los Objetivos del Desarrollo previstos para 2030, entre ellos, acabar con el hambre en el mundo: actualmente pasan hambre 733 millones de personas y la ONU solo puede atender, con el programa de alimentos (WFP) a 123 millones de personas. ”Si sigue el estancamiento actual, los objetivos previstos para 2030 pueden demorarse décadas, haciendo del Planeta un lugar menos seguro, más dividido y más vulnerable a las perturbaciones económicas y ecológicas”, alerta Achim Steiner, administrador del PNUD (ONU).

En paralelo a este informe de la ONU se ha publicado la semana pasada otro informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tampoco ha tenido eco en los medios. Su conclusión es tremenda: la pobreza acorta la vida. El estudio revela que la falta de oportunidades laborales, de educación y vivienda son más determinantes para provocar problemas de salud que los factores genéticos y sanitarios. Y que el nivel de desarrollo supone que las personas vivan más o menos. Un ejemplo: en paises de altos ingresos (como Suecia o Japón), la esperanza de vida es 33 años superior a la de paises pobres (como Chad o República Centroafricana. Y reitera la OMS: “millones de personas sufren más riesgo de enfermedad y muerte por las condiciones socioeconómicas en que han nacido o por el grupo social al que pertenecen. La desigualdad sanitaria no es un accidente, es consecuencia de la forma en que la sociedad distribuye recursos y oportunidades”.

Este informe de la OMS no sólo refleja una desigualdad en la sanidad y esperanza de vida entre paises, según su nivel de desarrollo, sino también dentro de cada país, según las zonas y grupos sociales. Así, revela que en el mismo Japón, los hombres de las regiones más atrasadas viven 2 años y medio menos que los de las zonas ricas. En Canadá, los inuit viven de media 12,5 años menos que el resto de la población. Y en Australia, la población aborigen vive 10 años menos que la media de la población. También en España, los datos del INE reflejan que la esperanza de vida en los municipios más ricos (Majadahonda, Las Rozas, Pozuelo) es 6 años mayor que en los municipios más pobres y con más paro (Ceuta, la Linea de la Concepción, Melilla, Algeciras o Linares).

La OMS también alerta que el mayor o menor desarrollo afecta también a la mortalidad infantil: los niños nacidos en paises pobres tienen hasta 13 veces más de posibilidades de fallecer antes de cumplir los 5 años que los de las naciones más ricas. Y señala que si consiguiéramos reducir las desigualdades entre los paises (con inversiones en servicios sanitarios, sociales, educación, servicios públicos e  infraestructuras), se podría salvar la vida de 1,8 millones de niños del mundo cada año…

Volviendo al estancamiento del desarrollo humano (IDH), la ONU (PNUD) propone medidas para impulsar el crecimiento mundial, con más cooperación internacional por la vía de inversiones y comercio, al contrario de lo que propone Trump y la extrema derecha mundial. También es clave la inversión en educación y sanidad. Y en su informe, proponen aprovechar la Inteligencia artificial (IA) para impulsar el desarrollo de los paises más pobres, lo que exige solventar las actuales brechas de estos paises en su acceso a la electricidad, a Internet y a las aplicaciones de la IA. En definitiva, creen que la IA puede corregir parte de la actual desigualdad mundial, pero si se aplica mal, sin contar con los paises en desarrollo, puede agravar esa desigualdad, planteando un futuro a 2 velocidades…

El problema de fondo es que la economía mundial se ha estancado tras la pandemia, tras décadas de crecimiento, según revela otro informe, esta vez del Banco Mundial. Y no sólo crecen menos los paises ricos, sino que “ha pinchado” el crecimiento de los paises en desarrollo: crecieron una media del +5,9% entre 2000 y 2010, un +5,1% entre 2010 y 2020 y sólo el +3,5% entre 2020 y 2024, según el Banco Mundial. Y además, estos paises en desarrollo han crecido un 0,5% menos que las economías ricas desde 2014, lo que ha ampliado la brecha de desarrollo entre paises ricos y pobres.

Lo preocupante es su futuro: “los próximos 25 años serán más difíciles para las economías en desarrollo de lo que han sido los últimos 25 años”, augura Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. Así que no sólo tenemos el problema de que se ha estancado el desarrollo humano de los más pobres (como dice la ONU) sino que seguirá estancado los próximos años. Y eso porque se han frenado las fuerzas que les hicieron crecer, sobre todo el comercio y las inversiones (y la deuda) . Y ahora, con un menor crecimiento también para los paises ricos, preocupa que los paises en desarrollo frenen sus exportaciones y reciban menos inversiones, mientras les sigue pesando la deuda (por los todavía altos tipos de interés) y se agravan las consecuencias negativas del cambio climático.

El futuro de las economías en desarrollo no sólo es importante para ellas sino también para las economías desarrolladas. Y a su vez, el crecimiento de EEUU, Europa y Japón es clave para promover el crecimiento de los paises en desarrollo. Actualmente, ambas crecen poco y se multiplican los problemas en el comercio mundial (aranceles y proteccionismo), las inversiones y la deuda. El informe del Banco Mundial señala que los paises en desarrollo necesitarán en los próximos años un nuevo modelo estratégico que acelere las reformas estructurales, fomente la inversión nacional y extranjera, fomente nuevas áreas de relaciones comerciales y promueva un uso más eficiente del capital, el talento y la energía. Y estos retos serán claves en América Latina, África y Asia, los paises con menos crecimiento futuro. Las dificultades serán el aumento de la incertidumbre de los inversores, las tensiones geopolíticas y comerciales y el temor a una mayor inflación, que frene la bajada de tipos y encarezca la deuda.

El mundo no puede permitirse dar la espalda a los paises en desarrollo”, dijo hace un año en Washington el economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial, Indermit Gill. Y no sólo por humanidad y por justicia, también por “egoísmo económico”: “La historia deja claro que cerrar las brechas de renta y desarrollo entre las naciones más pobres y las más ricas beneficia a todas las economías”, señaló el Banco Mundial. Porque si los 75 paises más pobres mejoran y se reduce la brecha con los ricos, todos saldremos ganando en crecimiento, comercio, inversiones, empleo, con menos guerras, tensiones y conflictos.

Ahora que parece que cada país y cada continente se cierran sobre sí mismos, es el momento de coordinar esfuerzos, de aunar fuerzas y reforzar las instituciones internacionales, para reducir el hambre, la pobreza y la desigualdad entre paises. Hasta ahora habíamos reducido la brecha entre ricos y pobres, pero ahora hay más desigualdad global, una fuente de conflictos, de más muertes y menos esperanza de vida. Hay que atajarla entre todos, con más comercio, inversiones y colaboración multinacional. Miremos un poco al mundo.

jueves, 7 de noviembre de 2024

DANA y Clima: muertos, pérdidas... y más CO2

Los españoles seguimos conmocionados por las inundaciones de Valencia. Levante ha sufrido decenas de riadas los últimos siglos, pero ahora son más frecuentes y extremas, por el Cambio Climático, según confirmaron expertos de la ONU tras la tragedia: el aumento de la temperatura, en el mar y en la atmósfera, acelera las lluvias torrenciales, que han dañado en septiembre y octubre media Europa. “El Mediterráneo es un bidón de gasolina”, alertan los meteorólogos. Así que España sufrirá más inundaciones, lo que obliga a mejorar el sistema de alertas, modificar la ocupación del territorio (2,7 millones viven en “zonas inundables”) y, sobre todo, reducir las emisiones que provocan estos fenómenos extremos. Pero el mundo apenas toma medidas y las emisiones de CO2 aumentaron en 2023 y 2024. El lunes comienza otra Cumbre del Clima, en Bakú, pero no se esperan avances significativos (¡menos con Trump!). Y si los paises no toman medidas más drásticas, la temperatura aumentará 3,1 grados y habrá más desastres. “Estamos jugando con fuego”, advierte la ONU.

                Dana Valencia                                             Foto: AP Photo, Alberto Saiz

La humanidad ha abierto las puertas del infierno”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el 20 de septiembre de 2023, en Nueva York. Lo decía tras el verano más cálido del siglo (superado en 2024), que provocó tremendos incendios en Canadá y EEUU, tornados y huracanes en el Caribe y Asia, potentes inundaciones en Grecia y Libia. Un año después, en octubre de 2024, los expertos de World Weather Atribution (WWA) han publicado un informe donde concluyen que “el Cambio Climático ha intensificado los 10 eventos meteorológicos más mortíferos registrados en el mundo  en las dos últimas décadas “, que se han cobrado 576.000 vidas, tras analizar 3 ciclones tropicales, 4 olas de calor (dos en Europa), 1 sequía y 2 inundaciones sufridas entre 2004 y 2023. “El Cambio Climático y el aumento de temperatura están haciendo nuestra vida más peligrosa”, concluyen.

Un día después, el 1 de noviembre, otro informe encargado por la Comisión Europea señalaba que “el Cambio Climático aparece como un factor clave de riesgo” y propone reforzar la preparación civil y militar de Europa ante las amenazas naturales. No en vano, un reciente estudio del Parlamento Europeo señala que las inundaciones han afectado a 5,5 millones de europeos en los últimos 30 años, causando 3.000 muertos y más de 170.000 millones de euros en daños económicos. Aunque no lo recordamos, en 2021, las graves inundaciones en Bélgica y Alemania dejaron más de 200 muertos. En 2023, nuevas inundaciones en Italia, Eslovaquia, Austria, Grecia, Italia y Francia causaron graves daños. Y entre el 12 y 15 de septiembre de 2024, la tormenta Boris provocó 24 muertos y afectó a 2 millones de personas en Centroeuropa. Y entre el 18 y 20 de octubre, el sur de Francia e Italia sufrieron las peores inundaciones en los últimos 40 años. Unos días después, el 29 de octubre, Valencia sufrió las peores inundaciones de la historia, con cientos de muertos y gravísimas pérdidas.

Europa y la cuenca mediterránea es una de las regiones del mundo más afectadas por el Cambio Climático, porque el continente se está calentando al doble de velocidad que el resto del Planeta, según los expertos. Dos días después de la tragedia de Valencia, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió este comunicado, con una idea clave: que el Cambio Climático antropogénico (provocado por la acción del hombre) provoca que los fenómenos climáticos extremos “se hayan vuelto más probables y graves”, porque la atmósfera está más caliente y retiene más la humedad, propiciando lluvias más intensas.

Trombas de agua e inundaciones se han producido en el Levante español (y sur de Europa) desde hace siglos: desde la conquista de Valencia en 1238, se han producido 11 riadas catastróficas en el Turia, según señala el meteorólogo José Ángel Núñez. La más grave fue la de 1957 (81 muertos) y la última importante en septiembre de 1999, con 5 muertos, 3.500 evacuados y graves destrozos en Levante. La diferencia es que antes eran cada 70 años y ahora son más frecuentes. Eso se debe, según los expertos de la OMM,  a “la presencia de aire cálido en superficie, alimentado por el exceso de humedad del mediterráneo, más cálido, y la inestabilidad provocada por el choque con el aire frío de la atmósfera superior conduce a grandes nubes convectivas, con fuertes aguaceros e inundaciones repentinas”. Es lo que llaman DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos).

Así que el Cambio Climático, al aumentar la temperatura de la atmósfera y el mar, provoca, al chocar con el aire frío polar (que ahora llega más fácilmente al sur) que haya más inundaciones y más intensas. “El Mediterráneo actúa como un bidón de gasolina y con una DANA, el resultado es explosivo”, comentaba el meteorólogo Francisco Martín. El análisis de la OMM reitera que España y otros paises europeos deben prepararse para afrontar estos fenómenos meteorológicos extremos tomando medidas en dos frentes: mejorando los sistemas de alerta (para evitar muertes y daños) y actuando sobre la ocupación del territorio, para prevenir daños futuros en viviendas e infraestructuras. Dos temas claves que han fallado en esta DANA de Valencia y en las anteriores inundaciones.

España, como otros paises, cuenta con sistema de alerta ante inundaciones, que ha fallado parcialmente. No falló la AEMET (Agencia de Meteorología), que desde días antes anunció lluvias torrenciales y que a las 7,36 de la mañana del 29 de octubre, el día de la tragedia, activó el aviso rojo por inundaciones. No falló tampoco la Confederación Hidrográfica del Júcar, que tiene sondas en ríos y barrancos: a las 12,07 de la mañana del 29 de octubre envió un correo alertando que el barranco del Poyo superaba los tres niveles de alerta, con un caudal de 264 metros cúbicos por segundo (superando los 150 metros cúbicos del nivel 3), con tendencia “ascendente”. Y a las 18,43 de la tarde, la Confederación alerta que el caudal del Poyo está fuera de control: 1.686 metros cúbicos por segundo, rompiendo 12 minutos después los aparatos de medida, con un aluvión de 2.282 metros cúbicos/segundo (el triple del caudal del río Ebro), a las 18,55 de la tarde.

Con estas dos alertas tan evidentes, la Generalitat Valenciana trató de quitar importancia al riesgo de riada, diciendo (a las 11,48 horas) que el temporal “se iba hacia Cuenca” y esperaban “que remitiera a partir de las 18 horas”. Finalmente, a las 20,12 horas de la noche (casi 2 horas después de la alerta de riada máxima), la Generalitat lanzó una alerta a los móviles. Demasiado tarde: muchos habían muerto en casas bajas, coches y garajes o arrastrados por el sunami de los barrancos. Y cientos más estaban refugiados en tejados y pisos altos cuando recibieron la alerta. Está claro que el sistema falló, no sólo por la indecisión de la Generalitat sino por una falta de información a la población, que nunca ha hecho simulacros ante riadas, aunque las sufren periódicamente. Eso sí, sirvió de ejemplo para Andalucía y Cataluña, donde ha habido pocos muertos y menos daños: la población estaba avisada y se actuó mejor.

La otra recomendación de la ONU frente a las inundaciones es reordenar el territorio, porque el agua “tiene memoria” y cuando llueve tanto (en poco más de 3 horas llovió como en todo un año), busca los cauces de ríos y barrancos antes secos y a cuyo alrededor se han construido viviendas y viven cientos de miles de personas. En Levante y otras zonas de España, el turismo y el desarrollismo de los años 60 y 70 llevaron a construir por todos lados, incluidos viejos cauces y zonas aledañas, colonizadas por viviendas. Esto ocurrió profusamente hasta 2015, cuando la última versión de la Ley del Suelo obligó a los Ayuntamientos a elaborar “Informes de inundabilidad”, señalando como “no urbanizables” zonas con riesgo de inundación. Pero todavía hay muchos municipios y pedanías con Planes urbanísticos de hace más de 15 años, donde estas viviendas siguen en pie e incluso se hacen nuevas construcciones.

En España hay 26.773 kilómetros cuadrados (casi el 5% del territorio) catalogados como “zonas inundables (ver mapa del Ministerio de Transición Ecológica), donde viven 2,7 millones de personas, potencialmente en riesgo ante futuras riadas. Incluso la Comunidad Valenciana tiene un Plan de acción territorial de zonas inundables (PATRICOVA), que se puso en marcha en 2003 y se revisó en 2015. Pero esta cartografía regional de zonas inundables, entre las mejores de Europa, sirve de poco: las autonomías no tienen medios para vigilarlas y para hacer cumplir las normas urbanísticas. Y en muchos casos, la única opción es demoler estas viviendas, algo políticamente difícil de aplicar.

Los expertos en obras hidráulicas proponen muchas medidas que se pueden tomar para reducir los riesgos de riadas en estas zonas, como se ha hecho en Europa y en EEUU (en Nueva Orleans, a raíz del Katrina). Hay que empezar con obras en las cuencas, muy arriba de los pueblos en riesgo: reforestar zonas aledañas, canalizar ríos y construir presas de alivio, canales filtrantes y zonas inundables. Luego, en pueblos y ciudades, además de ensanchar los cauces (Turia), se pueden construir estanques de tormentas y parques fluviales, como se ha hecho en Zaragoza (al lado del Ebro), en Rotterdam o Pamplona. Y por supuesto, reordenar el urbanismo, impidiendo nuevas construcciones  en zonas inundables y derribando las viviendas próximas a barrancos, trasladando a los vecinos ”amenazados”.

Con estas dos medidas, alertas eficaces (con formación a los vecinos y “simulacros” ) y reordenación de las zonas inundables, las próximas riadas nos pillarán mucho más preparados y se reducirán las muertes y los daños, aunque para eso hay que invertir ya. Pero la clave es luchar contra el Cambio Climático, tomar medidas eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que agravan las lluvias torrenciales y aceleran las inundaciones. Y aquí, los paises están haciendo poco, con lo que no se frena el aumento de la temperatura, que está detrás de la DANA de Valencia y otras que vendrán.

El dato es grave: las emisiones de CO2 aumentaron en 2023, según los datos publicados el 24 de octubre por el PNUMA, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente: se emitieron 57,04 Gigatoneladas de CO2 equivalente, un +1,3 que en 2022 y un +44% que a principios de siglo (39,51 Gigatoneladas año 2000). La mayor parte de estas emisiones (39,02 Gigatoneladas) son de CO2 (producido por el hombre y su uso de combustibles fósiles), otra parte (9,75 Gigatoneladas) es metano (los humanos somos responsables del 60% y el resto procede de fuentes naturales), otra parte oxido nitroso (2,56 Gigatoneladas, el 43% por culpa del hombre) y el resto son emisiones de gases fluorados (1,68 GTm) y por cambio de usos del suelo  (4,03 GTm). Y con este nivel de emisiones, el mundo bate los récords históricos de CO2 (420 partes por millón), metano y óxido nitroso.

El 68% de estos gases de efecto invernadero, responsables de la mayor parte del Cambio Climático, los genera el transporte y la producción de energía y electricidad, el 10% la industria el 18% el campo y los bosques y el 5% los residuos, según la ONU. Y los paises desarrollados del G-20 produjeron el 77% de todas las emisiones del Planeta en 2023, acumulando 6 paises más de la mitad: China (28%), USA (10,5%), India (7,26%), la UE (5,67%), Rusia (4,67%) y Brasil (2,28%). El problema, según la ONU, es que 7 miembros del G-20 no han alcanzado todavía su “pico de emisiones” y  seguirán emitiendo más para alimentar su “desarrollo”: China, India, Indonesia, México, Corea, Turquía y Arabia Saudí.

Lo peor es que este año 2024, siguen aumentando las emisiones de CO2: el 30 de septiembre, en el mundo se emitieron 95,5 millones de Tm de CO2, un +6,8% que ese mismo día de 2023, según los datos de Carbon Monitor. Y han aumentado las emisiones este año en China (+14,6%), USA (+4,7%), India (+5,6%), Europa (+6,1%), Francia (+8,8%), Alemania (+6,5%), Italia (+8,8%) y España (+13,4%). Y los expertos de la Agencia Internacional de la Energía están preocupados, porque los bajos precios del petróleo y el gas han aumentado su consumo y en general la demanda energética.

El último informe del PNUMA (ONU) , publicado el 24 de octubre, alerta al mundo sobre este aumento de las emisiones y el riesgo de más calentamiento: con las políticas actuales de los paises, la temperatura subirá +3,1 grados a finales de siglo sobre la época preindustrial, cuando en la Cumbre de París (2015) se acordó que no debía subir más de 1,5 grados (este año 2024 acabará con +1,55 grados, según Copernicus). Ahora creen que “será difícil evitar que suba 2 grados”, aunque se tomen medidas, lo que incrementará los fenómenos climáticos extremos (como la DANA de Valencia). Lo advirtió otra vez  Antonio Guterres, 5 días antes de la catástrofe de Valencia: “Existe una relación directa entre el aumento de las emisiones y los desastres climáticos cada vez más frecuentes e intensos. En todo el mundo, la gente está pagando un precio terrible. Las emisiones récord significan temperaturas récord del mar que sobrealimentan huracanes monstruosos; el calor récord está convirtiendo los bosques en un polvorín y las ciudades en saunas; las lluvias récord provocan inundaciones bíblicas. Estamos jugando con fuego…”.

Avisados estamos. Urge tomar medidas para reducir las emisiones, como volverá a plantearse del 11 al 29 de noviembre, en la Cumbre del Clima (COP 29) de  Bakú (Azerbaiyán). Se acaba el tiempo para actuar y la ONU insiste en que hay que recortar ya las emisiones (un -42% para 2030), no dejarlo para después. Los paises tienen que presentar nuevos Planes de recorte de emisiones en febrero de 2025, pero los expertos son muy pesimistas y creen que los grandes emisores retrasan los recortes, a pesar de los desastres climáticos. China sólo piensa crecer a cualquier precio. EEUU lo mismo y peor con la victoria apabullante del "negacionista" Trump. Y en Europa, paladín de la lucha contra el Cambio Climático, ha crecido el poder de la derecha y la ultraderecha (16 de los 26 Comisarios, más la presidenta), más “negacionistas”, que defienden ahora menores recortes de emisiones que las previstas inicialmente (-90% en 2040 frente a las de 1990).

En resumen, todos nos conmocionamos cuando se desata una tragedia como la DANA de Valencia o nos preocupamos por las olas de calor, huracanes, sequías e incendios, pero no somos conscientes de que las estamos provocando nosotros, los humanos, con nuestro consumo descontrolado de energías fósiles y un estilo de vida no sostenible para el medio ambiente. Pedimos cuentas a los políticos por desatender a los damnificados por la DANA  pero no les exigimos aprobar planes más drásticos para el recorte de emisiones que causan estos desastres. Recuerden: “estamos jugando con fuego”.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Cumbre de Dubái: Colapso Climático

Primero hablaban del Cambio Climático, luego de la Crisis Climática y ahora “vivimos el Colapso Climático”, según dijo el secretario general de la ONU en la 28ª Cumbre del Clima de Dubái. Los datos de los expertos revelan que las emisiones de CO2 siguen creciendo y que en 2023 batiremos un récord histórico de temperatura y fenómenos climáticos extremos. Pero no necesitamos esos datos para saber que el clima se ha vuelto loco y que nos estamos cargando el Planeta. El problema es que los grandes emisores (China, EEUU, India y Rusia) no aprueban medidas para recortar drásticamente sus emisiones, para no poner en peligro su crecimiento. Y los paises en desarrollo sufren las consecuencias. La ONU reitera las 3 recetas para recortar emisiones y evitar el Colapso Climático: triplicar las renovables, duplicar el ahorro energético y dejar de usar el carbón, el petróleo y el gas en 2050. Pero otra Cumbre del Clima más, escuchamos muchas promesas y pocos hechos. Y pocas inversiones. Estamos al límite.

                  Enrique Ortega

La actividad humana sigue aumentado las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero (metano, oxido nitroso, halocarbonos y ozono troposférico), provocando un aumento de la temperatura de la atmósfera y los mares que modifican el clima y la vida en el Planeta. Aunque llevamos 28 años celebrando Cumbres del Clima (la 1º se celebró en Berlín en 1995 y este domingo se clausura la COP28 de Dubái), la realidad es que las emisiones han crecido año tras año. Este 2023 (de enero a octubre), las emisiones mundiales de CO2 han crecido un +0,3%, según los datos de Carbon Monitor, debido a un aumento de emisiones en China (+2,5%), India (+9,6%) y Rusia (+2,4%), aunque se han reducido algo las emisiones en EEUU (-2,2%), Japón (-4,5%) y Europa (-5,6%), destacando las menores emisiones en Alemania (-7,4%), Italia (-6,4%), España (-3,7%), Reino Unido (-2,3%) y Francia (-2,1%), en Brasil (.2,4%) y resto del mundo (-2,4%). 

  Ahora, la previsión presentada por Carbon Monitor para todo 2023 es que las emisiones mundiales  de CO2 aumenten este año un +1,1%, que crezcan sobre todo las emisiones por el carbón (15,2 Gigatones de CO2,+1,1%), el petróleo (12,1 Gigatones, +1,5%), el gas natural (7,9 Gigatones, +0,5%) y la industria cementera (1,7 Gigatones, +0,8%). Y por paises, crecerán este año las emisiones de CO2 de China (+8,2%) e India (+4%), mientras caerán las emisiones de la Unión Europea (-7,4%) y EEUU (-3,4%). Este nuevo aumento de emisiones en 2023 se sumaría a los de 2022 (+1%) y 2021 (+6%), tras el recorte de emisiones en 2020 (-5,4%), por primera vez desde 2015, causado por la recesión derivada de la pandemia.

Con ello, la acumulación de CO2 en la atmósfera volverá a batir un récord histórico, alcanzando a finales de 2023 las 419,3 partes por millón (ppm), un 51% más de la concentración de CO2 que había en la atmósfera en épocas preindustriales (280 ppm en 1850, 315 en 1959, 354 en 1990 y superando las 400 ppm en 2013). De hecho, ya en mayo de 2023 se alcanzó en Hawái una concentración récord de 424 ppm, la más elevada en la atmósfera en los últimos 3 millones de años (según investigaciones en el hielo ártico).

Todas estas emisiones y la concentración récord de CO2 en la atmosfera ya han provocado un aumento récord de la temperatura en la Tierra: +1,4 grados centígrados de media sobre el periodo 1.850-1900, según el último informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), quien nos recuerda que empezamos el siglo con un aumento de 1,27 grados. Y que 2023 será, con toda seguridad, el año más cálido de la historia. Este fuerte aumento de la temperatura provoca un calentamiento de los mares y un deshielo de las masas polares, modificando los ecosistemas  y elevando el nivel del mar (+4,72 milímetros año, el doble que a principios de siglo). Y además, el aumento de la temperatura de la Tierra está provocando fenómenos climáticos extremos: inundaciones y sequías extremas, ciclones tropicales, episodios de calor extremo y macro incendios forestales. Y, en general, un clima “loco” que provoca muertes, enfermedades y cuantiosos daños económicos.

Estamos viviendo el Colapso Climático en tiempo real y el impacto es devastador”, señaló con preocupación el secretario general de la ONU al inaugurar la Cumbre del Clima de Dubái. Lo grave es que la Cumbre del Clima de París (2015) se planteó el objetivo de que la temperatura no superara los +1,5 grados centígrados a fin de siglo (2100), para poder salvar el Planeta. Y ya este año, la temperatura ha subido esos +1,4 grados. Y, según la ONU, con los Planes de recortes de emisiones para 2030, presentados por los 194 paises adheridos al Acuerdo de París, la temperatura media del Planeta subiría entre +2,1 y +2,8 grados centígrados a fin de siglo, un aumento insostenible. Por eso, la ONU insiste en que los paises deben aumentar sus recortes de emisiones, un -43% de aquí a 2030 (sobre emisiones 2009). No vale prometer que van a conseguir cero emisiones netas para 2050: el recorte de emisiones hay que hacerlo ahora, en esta década, porque luego ya será demasiado tarde.

La ONU y sus expertos han reiterado en la COP 28 de Dubái los 3 objetivos que el mundo debe comprometer para salvar el Planeta: triplicar el peso de las energías renovables para 2030, duplicar el ahorro energético y trazar una hoja de ruta para dejar de utilizar en 2050 los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la actual emergencia climática.

El primer objetivo, triplicar el peso de las energías renovables en la producción mundial de energía (de 3.400 GW de potencia instalada en 2022 a 11.000 en 2030) se ve posible de alcanzar por los expertos, dadas las enormes inversiones en renovables (eólica y solar, sobre todo) y el avance de la tecnología, que produce electricidad cada vez más barata. De hecho, 117 paises se han comprometido ya a triplicar el peso de las renovables para 2030, acuerdo promovido por la Unión Europea y al que se han sumado EEUU, Canadá, Japón, Reino Unido, Australia, Chile y Colombia. Y también está de acuerdo China. Este empujón a las renovables serviría para generar electricidad 100%% renovable y reducir el consumo de combustibles fósiles en la industria y en los hogares.

Pero no sería suficiente. Por eso, el 2º objetivo de la ONU, más difícil de cumplir, es mejorar la eficiencia energética, duplicando el ahorro de energía de los paises, desde las industrias y el transporte a los particulares. Aquí, los compromisos de los paises son más difusos, salvo el caso de la Unión Europea, que se ha comprometido en hacerlo para 2030. Y queda el tercer objetivo, el más difícil de conseguir y el más importante: suprimir a medio plazo el consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los grandes culpables de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1850. El objetivo fijado por la ONU es claro: para 2050, no quemar nada de carbón, suprimir el 60% del petróleo consumido actualmente y el 70% del gas natural.

Aquí, los grandes paises consumidores (y productores) de energías fósiles dicen que sí, que van a recortar, pero no quieren comprometer una hoja de ruta, con fechas y porcentajes. EEUU, el primer productor mundial de petróleo y gas, ha aprovechado la guerra de Ucrania y la subida de la energía para reforzar su producción (y consumo), aumentando la producción de fracking (petróleo de esquisto) y concediendo Biden nuevas licencias de extracción de petróleo incluso en Alaska. Y tanto la OPEP como Rusia, los siguientes mayores productores de crudo y gas, siguen invirtiendo en prospecciones y tratando de contener la producción para que no caigan demasiado los precios y el consumo. Y nadie habla de que hay que habrá que dejar el petróleo, el gas y el carbón sin extraer si queremos salvar el Planeta. Porque cuando se queman los combustibles fósiles, en el transporte (terrestre, aéreo o marítimo), en la industria o en la producción de electricidad, generan entre el 80 y un 90% del CO2 total.

Junto a necesidad de no consumir carbón, crudo y gas a medio plazo, la ONU se queja de que la mayoría de los paises están subvencionando ahora los combustibles fósiles:”no podemos salvar a un Planeta en llamas con una manguera de combustibles fósiles”, criticó muy visualmente el secretario general de la ONU en Dubái. Y es que los paises destinaron 7 billones de dólares en 2022 a subvencionar los combustibles fósiles (desde ayudas a las industrias a rebajas de impuestos a los combustibles o ayudas al transporte), 1 billón más de ayudas que en 2020, por la crisis de Ucrania y la inflación, según un estudio del FMI realizado con datos de 170 paises (entre ellos, España, que dedica 10.500 millones de euros anuales a subvencionar los combustibles fósiles). Y la ONU revela que de los 194 paises que han firmado los Acuerdos de París, solo 7 paises (que no cita, el 4% del total) se han comprometido a retirar estas ayudas y subvenciones, ni EEUU, ni la UE, ni China, India o Rusia. Y así, financiando con millones a los combustibles que destruyen el clima, no podemos avanzar.

Lo que hay que hacer para superar la emergencia Climática lo tienen claro los científicos y lo ha reiterado la ONU en esta Cumbre de Dubái: triplicar las renovables, duplicar el ahorro energético y dejar de extraer y consumir carbón, petróleo y gas. Pero las grandes economías no están por la labor de reconvertirse y gastar más en energías limpias. Por un lado, China, India y los grandes paises en desarrollo (G-20) defienden que ellos tienen que seguir creciendo, aunque sea a costa de altas emisiones (China emite el 30,7% del total mundial, USA el 13,6%, India el 7,6%, la UE el 7,4%, Rusia el 4,4% y Japón el 2,8%) , como antes hicieron los paises occidentales (el 17% de las emisiones mundiales entre 1850 y 2021 son “culpa” de EEUU, el 12% de China, el 10% de la UE, el 6% de Rusia y el 5% de India). Y por otro, los paises pobres y en desarrollo, que no emiten apenas CO2 son los que más sufren ahora la emergencia climática (inundaciones, tornados, sequías, hambre, incendios, emigraciones…), sin que los ricos apenas les ayuden: el Fondo verde (creado en 2019 y que debía aportarles 100.000 millones anuales no se cubre) y el nuevo Fondo de pérdidas (para cubrir emergencias) depende de aportaciones “publicitarias”, como las hechas en Dubái.

De momento, EEUU apuesta por recortes de emisiones y energías renovables siempre que no pongan en crisis su potencial fósil y sus inversiones, con el riesgo de que el negacionista Trump gane las elecciones en 2024. Y en China, avanzan en las energías alternativas pero sin desengancharse del carbón, el petróleo y el gas, al menos hasta mediados de siglo, lo mismo que India y otros paises en desarrollo. Y Europa es el continente con más conciencia climática y más compromisos (recorte de emisiones del 56% para 2030, cierre de centrales de carbón, un 80% de electricidad renovable y prohibición de coches de combustión para 2035). Pero en muchos paises europeos está avanzando el “negacionismo climático” (Italia, Hungría, Holanda, Reino Unido, autonomías y Ayuntamientos españoles gobernados por PP y VOX…), empujado por la extrema derecha y parte del PP europeo. Y por eso, habrá que esperar al resultado de las elecciones europeas de junio de 2024.

Además de decisión política, la lucha contra la emergencia climática exige reconvertir a fondo las economías y los hábitos de consumo, lo que exigirá cuantiosas inversiones. Según las estimaciones más conservadoras, financiar la lucha contra el Cambio Climático costará 4,3 billones de dólares anuales (4 billones de euros cada año), que habrá que conseguir de inversiones públicas y privadas, impuestos verdes y al CO2, bonos y créditos. Sólo en Europa, la inversión del Pacto verde superará el billón de euros en esta década. Y España contempla invertir, en el Plan del Clima, 241.000 millones de euros entre 2021 y 2030. Cantidades ingentes, pero no podemos olvidar que no hacer nada tiene un coste mayor: en vidas humanas (la OMS estima que 1 de cada 4 muertos pueden atribuirse a causas ambientales prevenibles), en enfermedades y en daños por el clima extremo: los desastres naturales inducidos por el CC costaron 1,5 billones de dólares en 2022, según un estudio. Y el Banco Mundial cree que por cada dólar  invertido acabaremos obteniendo 4 dólares.

Otro año más asistimos a otra Cumbre del Clima más, donde los expertos y la ONU lanzan advertencias, se oyen buenas palabras y grandes propósitos, pero apenas se aprueban medidas ni inversiones ni ayudas. Y así hasta la Cumbre siguiente. Y mientras, el clima nos alerta cada día, sin que cambiemos nuestro estilo de vida, nuestra forma de producir, consumir y viajar, nuestros impuestos y nuestras inversiones. Y así, llegaremos a un punto de no retorno, donde la situación será tan grave que exigirá medidas más drásticas que ahora. Es lo que suele pasar: la humanidad sólo reacciona al borde del precipicio. No aprendemos.

     

jueves, 21 de septiembre de 2023

Retrocesos frente a la Crisis Climática

Las olas de calor del verano y las inundaciones han dejado claro que estamos ante una grave Crisis Climática (no un “Cambio Climático”: demasiado suave). Pero no hacemos nada para atajarla. Es más, las emisiones de CO2 aumentan este año, tras subir en 2021 y 2022. Y eso, porque los paises han subvencionado las energías fósiles para reducir la inflación, con ayudas a los carburantes, la luz  y el gas, alimentando emisiones. Y encima, en Europa avanzan las posiciones negacionistas, con el Partido Popular Europeo (incluido el PP español) votando en contra (en julio y septiembre) de 2 Leyes para proteger la naturaleza y reducir la contaminación. Y en España, con el PP (y Vox) gobernando 11 autonomías y 44 grandes ciudades, se está dado marcha atrás en las zonas de bajas emisiones o suprimiendo carriles bici. Ojo: la defensa del medio ambiente es de sentido común y no debe tener un sesgo político. Nos jugamos la salud, la economía y el Planeta. Es pura supervivencia.

                 Enrique Ortega

La ONU acaba de dar otra alerta ("hemos abierto las puestas del infierno") sobre la Crisis Climática, la enésima en los últimos años: las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, culpables del “Cambio Climático”, siguen aumentando en 2023, un +0,3% en el primer semestre, por un mayor consumo de los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) en la industria y el transporte, aunque han bajado las emisiones de los hogares y la producción de electricidad. Y esto es grave porque ya subieron las emisiones de CO2 en 2022 (+1%) y en 2021 (+6%), tras la bajada (por la recesión derivada del COVID) en 2020 (-5,4%), por primera vez desde 2015. Con ello, se ha vuelto a batir el récord de CO2 en la atmósfera: en mayo de 2023, en Hawái, se alcanzaron las 424 partes por millón (ppm), el doble que al inicio de la Revolución Industrial (280 ppm en 1850) y la mayor concentración en los últimos 3 millones de años… 

El último informe de la ONU advierte que este récord de emisiones de CO2 ya han provocado una subida de la temperatura mundial de 1,15 grados sobre el año 1850, muy cerca del tope marcado en la Cumbre del Clima de París (2015): no superar en 1,5 grados para el año 2100. A este ritmo de emisiones, la temperatura subiría hasta 2,8 grados a finales del siglo, lo que provocaría un caos climático, con graves efectos para la salud, la agricultura y la alimentación y el Planeta, afectando más a algunas zonas y paises. Y recuerdan que la Crisis Climática ya ha provocado graves daños el mundo: más de 2 millones de muertes y 4,3 billones de dólares de pérdidas, sólo entre 1970 y 2021, afectado más a los paises en desarrollo (que se han llevado el 90% de las muertes y el 60% de las pérdidas). 

En definitiva, que aunque los desastres naturales (olas de calor, sequías, inundaciones, tornados, malas cosechas y hambre) son cada día más patentes, el mundo no aprende y sigue aumentando sus emisiones y alimentando la Crisis Climática. Unos más que otros. Así, entre enero y finales de julio de 2023, las emisiones mundiales de CO2 y otros gases de efecto invernadero han crecido un +0,5%, según los últimos datos de Carbon Monitor, aumentando las emisiones en el transporte terrestre (+0,8%), vuelos internacionales (+0,3%), industria (+0,2%) y vuelos nacionales (+0,1%), bajando sólo en la generación de electricidad (-0,1%). 

Las emisiones bajan este año en Europa (-4,3%), más en Alemania (-5,5%) e Italia (-5,4%) que en España (-2,6%) o Reino Unido (-1,3%), en EEUU (-3,6%), en Japón (-5,2%) y en Brasil (-2,6%), pero suben en China (+3,7%), India (+6,7%) y Rusia (+3,2%), tres paises claves porque emiten casi la mitad del total de CO2 mundial (30,3% China, 7,62% India y 5,1% Rusia). Los tres defienden que no pueden poner en peligro su crecimiento futuro y que los paises desarrollados llevan siglo y medio contaminando, además de que emiten más CO2 por habitante. De hecho, EEUU emite 14,24 Tm de CO2 por habitante y la UE 8,39 Tm frente a 8,73 Tm China y 1,90 India, aunque Rusia produce 13,52 Tm per cápita. 

Visto el panorama actual, la ONU se queja de que los paises no toman medidas para reducir  sus emisiones y las que toman son para aumentarlas. Así, denuncian que en los últimos dos años, casi todos los paises (sobre todo los desarrollados) han aprobado más ayudas y subvenciones a los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón, los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero), dentro de Planes para atajar la inflación. Sólo en 2022, las ayudas públicas mundiales a la utilización de combustibles fósiles fueron de 7 billones de dólares (6,5 billones de euros), 1 billón más que en 2020, según un informe del FMI. La mitad de estas ayudas públicas las han dado Asia oriental (China) y EEUU, el resto India, Rusia y la Unión Europea, precisamente los grandes emisores de CO2. España concedió en 2022 unos 10.500 millones de euros en ayudas públicas a los combustibles fósiles, desde la subvención a los carburantes (20 céntimos), al gas (industrias y particulares) y a la generación de electricidad (subvención al gas), lo que ha beneficiado a consumidores, eléctricas, gasistas y petroleras pero a la vez ha “alimentado” las emisiones. Por eso, la ONU pide suprimir estas ayudas y destinar esos billones a promover  energías limpias. 

Otro tema preocupante en la lucha contra la Crisis Climática es el avance de las posturas negacionistas en Europa, el continente que más ha apostado por el medio ambiente. El auge de la extrema derecha en la mayoría de paises europeos ha llevado a la derecha europea a asumir parte de sus postulados “negacionistas”, para no perder votos. Y así, en los últimos meses, hemos asistido a dos votaciones en el Parlamento Europeo donde el Partido Popular Europeo (y también el PP español) han votado en contra de dos Leyes promovidas por la Comisión Europea dentro del llamado Pacto Verde europeo. 

La primera Ley, la Ley de Restauración de la Naturaleza (LRN) procede de un Reglamento aprobado en junio de 2023 por la Comisión Europea para restaurar los ecosistemas europeos, el 80% dañados. La Ley, que pretende restaurar al menos el 20% de las zonas terrestres y marítimas europeas para 2030, salió adelante en el Parlamento europeo el pasado 12 de julio, con 336 votos a favor, 12 abstenciones y 300 votos en contra del PP europeo (y del PP español), junto a la extrema derecha europea (y Vox). Dos meses después, el 13 de septiembre, esos mismos partidos votaron en contra de la nueva Directiva de la Calidad del Aire, promovida también por la Comisión Europea para establecer límites más severos a los indicadores de contaminación, para 2035, en línea con los límites que recomienda la OMS. Y eso porque la contaminación atmosférica provoca más de 300.000 muertes al año en la UE (24.000 en España). A pesar de ello, la propuesta de Directiva tuvo 226 votos en contra (PP europeo y español, más la ultraderecha europea y Vox), 46 abstenciones y 363 votos a favor. 

Ahora, ambas Leyes medioambientales, aprobadas con fuerte oposición en el Parlamento Europeo, deben concretarse en una negociación entre la Comisión, el Parlamento y los distintos Gobiernos europeos. Pero el ambiente político es complicado, porque la derecha europea (PP europeo) está virando hacia posiciones negacionistas, preocupada por el ascenso de la extrema derecha ante las elecciones europeas de junio de 2024. Y además, crecen las posturas negacionistas, para “suavizar” las medidas medioambientales en muchos paises, no sólo en Polonia y Hungría. Así, el gobierno italiano de la ultraderechista Meloni bloquea los nuevos límites que estudia la Comisión Europea para las emisiones de coches a partir de 2030. Y Alemania ha tenido problemas internos  para aprobar la “Ley de calefacción”, para promover bombas de calor frente a las calefacciones de gas. En general, avanzan las posturas contrarias a medidas de defensa del medio ambiente, con la excusa de que atacan la economía, los agricultores y el nivel de vida. Ayer mismo, el Gobierno británico anunció que revisará a la baja sus objetivos medioambientales "para no dañar a la economía y a los británicos" . 

En España, con el avance de la derecha y la extrema derecha en las elecciones autonómicas y municipales de mayo, también han avanzado las posiciones negacionistas del Cambio Climático y las medidas medioambientales, con cada vez más políticos, medios y ciudadanos que critican lo que denominan “la religión climática de Occidente”. Y eso está suponiendo un retroceso en la lucha contra el Cambio Climático promovida por la Ley de 2020. 

Primero, en las 11 autonomías donde gobierna el PP (en 5, con la ultraderecha de Vox), ya se han dado muestras de una “menor sensibilidad medioambiental”: reducción normas medioambientales, ampliación de regadíos, reducción espacios protegidos, fomento de la caza,  reversión políticas europeas (como en el uso de pesticidas), freno limitaciones pesqueras… Por un lado, los políticos de Vox se han hecho con varias consejerías de Agricultura (Castilla y León, Extremadura, Comunidad Valenciana, Aragón) y en otros casos se ha suprimido la consejería de Medio Ambiente (Baleares) o se le ha dado a Vox el control de parte de las inversiones medioambientales (Murcia y el Mar Menor). 

Después, en las 44 capitales y grandes ciudades que ahora gobierna el PP (en muchas, con Vox), también se están dando retrocesos en las políticas medioambientales. Por un lado, varios Ayuntamientos han suprimido los carriles bici, algunos ya construidos (con Fondos europeos): es el caso de Valladolid, Elche, Palma de Mallorca, Gijón o Logroño (donde se ha eliminado un carril bici subvencionado ya con 2 millones de Fondos del programa UE Next Generation para luchar contra el Cambio Climático, como también Valladolid, Elche o Gijón). Y por otro, la mayoría de Ayuntamientos, en especial los gobernados por el PP y Vox, han paralizado la entrada en vigor de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), para limitar el tráfico en el centro de las ciudades, proyectos que habían recibido también dinero de la UE. 

Veamos el negacionismo de estos Ayuntamientos para reducir la contaminación, cuando los expertos denuncian que cada año mueren por la contaminación 24.200 españoles y que es la causa principal de que aumenten los enfermos de cáncer en España. La Ley contra el Cambio Climático, aprobada por el Gobierno Sánchez en 2020, establecía que las 149 ciudades con más de 50.000 habitantes (donde viven la mitad de los españoles) tenían que poner en marcha, el 1 de enero de 2023, unas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) para restringir el tráfico en los centros urbanos y así reducir la contaminación. La realidad fue que sólo aprobaron estas restricciones 20 ciudades, con la excusa de que no les había dado tiempo a implantar los sistemas de acceso, aunque la realidad es que no querían hacerlo por la cercanía de las elecciones municipales (28-M). Pero, pasadas las elecciones, la realidad es que, a primeros de agosto, sólo están activas las ZBE en 14 ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Pontevedra, Hospitalet, Badalona, Pamplona, Sant Cugat del Vallés, Rivas Vaciamadrid, Cornellá, A Coruña, Córdoba, la Línea de la Concepción y Badalona. Y en otras 120 siguen en trámite, mientras no se sabe nada del resto.   

Ahora, al menos 6 ciudades gobernadas por el PP (y Vox) han indicado que buscan retrasar o reducir las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE): Gijón (ahora permite aparcar en el centro coches sin etiqueta), Valladolid (quiere reducir la zona ZBE y retrasarla a finales de 2024), Castellón y Lorca, Majadahonda (el Ayuntamiento ya votó en febrero que no pondrá en marcha la ZBE) y Elche. El último Ayuntamiento “rebelde” ha sido Badalona, cuyo alcalde (por mayoría absoluta) es el exlíder del PP catalán García Albiol: este 25 de septiembre van a aprobar paralizar la ZBE aprobada por el anterior consistorio (y por la que recibieron 2 millones de euros de Fondos UE) y fijar una moratoria de 3 años para aplicarla. 

El Gobierno ya ha reaccionado ante esta “rebeldía negacionista” de la derecha, que incumple la Ley vigente contra el Cambio Climático. Por un lado, la ministra de Transición Ecológica amenazó el martes con llevar al Ayuntamiento de Badalona y a los demás a los Tribunales. Y por otra, el Ministerio de Transportes ha recordado a los Ayuntamientos que el Gobierno transfirió 1.500 millones de euros de Fondos europeos para que los municipios implantaran carriles bicis o Zonas de Bajas emisiones. Y que si no lo hacen, tendrán que devolverlos. 

En resumen, que la crisis Climática avanza, en el mundo y en España, y los Gobiernos siguen financiando las energías fósiles (para intentar rebajar la inflación) y avanzan las posturas negacionistas (promovidas por la ultraderecha y “asumidas” por una gran parte de la derecha), en Europa y en España. Malas noticias, porque  la realidad es que los síntomas de la Crisis Climática se agravan y causan cada día muertes y daños. Sólo en 2021, los daños por el Clima en Europa fueron de 15.154 millones de euros, según Eurostat. Y rondan los 500.000 millones las pérdidas por causas climáticas en Europa desde 1.980, sin olvidar los miles de muertos por las olas de calor (6.000 en España en 2022), incendios, desastres naturales, contaminación y enfermedades asociadas). Y a eso hay que sumar los daños en la agricultura y las cosechas (que disparan el precio de los alimentos), en el turismo y las infraestructuras y en la economía, sobre todo en la Europa del sur y el este y sur de España. 

Urge una reflexión: la lucha contra la Crisis Climática debería ser una cuestión “de sentido común”, al margen de la política: hay que preservar el medio ambiente para evitar una crisis climática que acabe con vidas, cultivos, la economía y el Planeta. Los científicos llevan años diciéndonos qué hay que hacer: dejar de utilizar los combustibles fósiles y cambiar el modelo de vida y crecimiento, para que sea sostenible. Aprobar medidas concretas  para reducir más drásticamente las emisiones de CO2 (un -43% en 2030 y 0 emisiones netas para 2050, según la ONU) y reducir la contaminación que mata. Salvar el medio ambiente no debe ser de izquierdas ni de derechas. Es algo obvio, una cuestión de supervivencia.