lunes, 31 de enero de 2022

4 navieras controlan nuestras compras

El 90% de todo lo que compramos viene por mar. Desde el ordenador o el móvil a la gasolina que ponemos en el coche, la ropa que vestimos o mucho de lo que comemos. Y en el último año, esta dependencia del transporte marítimo es un problema, porque se han creado “atascos” en el mar y en los puertos que han provocado desabastecimientos y subidas de precios. Problemas que aún siguen y continuarán durante todo 2022, según los expertos. Y además, los atascos en el comercio mundial han revelado un problema de fondo: el transporte de nuestras compras está en manos de pocas navieras (las 4 grandes controlan el 58,4% de los envíos e incluso la descarga en los puertos), un oligopolio que impone condiciones y precios a empresas y clientes. Y manejan las subidas de fletes que pagamos todos. Algo que afecta mucho a España, el primer país europeo en movimiento de contenedores. Sepa quién transporta nuestras compras.

Enrique Ortega

Cada día, más de 100.000 buques mercantes cruzan los mares con productos y mercancías, una procesión abigarrada de mercantes que puede “verse” online en esta web. Son buques graneleros de cereales y materias primas (42%), petroleros y gaseros (29%) o grandes portacontenedores (14% de los buques), la mitad con bandera de conveniencia de paises pequeños como Panamá. Liberia, Bahamas, islas Marshall o Chipre (para pagar menos tasas y saltarse normativas laborales y medioambientales occidentales), donde trabajan 1,8 millones de oficiales y marineros (la mayoría de Filipinas, Rusia, Indonesia, China e India). Una llamada “industria silenciosa” que, con la globalización, ha multiplicado por 5 las mercancías que transporta: de 2.600 millones de toneladas en 1970 a 11.000 millones en 2019, según la UNTAD (ONU). Y con ello, las navieras transportan “el 90% de todo lo que compramos, como revela el famoso libro de la periodista británica Rose George.

Esta “industria silenciosa”, que transporta nuestras compras de Asia a Europa y América y vuelta, saltó a la actualidad en marzo de 2021, cuando un gigantesco barco portacontenedores, el Ever Given (propiedad de la taiwanesa Evergreen y con bandera panameña) encalló en el Canal de Suez y bloqueó el tráfico marítimo durante 6 días. Y después, ha sido noticia por los “atascos” producidos en el comercio mundial, en la segunda mitad de 2021 (y que continúan),  provocando desabastecimiento de mercancías y una subida generalizada de precios. ¿Qué ha pasado? Los “atascos” en el comercio marítimo mundial son consecuencia de dos factores: una fuerte recuperación de la demanda (pedidos) tras la pandemia, mayor de la esperada, que no ha podido ser cubierta con los barcos disponibles (algunos desguazados aprovechando la crisis por la pandemia) ni con los servicios de los puertos (reducidos con los contagios de las distintas “olas”: el puerto chino de Ningbo, el 4º del mundo, fue cerrado temporalmente en enero de 2022 ) y con falta de camiones para descargar las mercancías.

La consecuencia ha sido doble: largas colas de mercantes en el exterior de los grandes puertos del mundo, esperando días y hasta semanas para cargar y descargar (en diciembre de 2021 había más de 70 barcos esperando en el puerto de Los Ángeles  y cerca de 60 en Singapur, por ejemplo), retrasando una semana el viaje de China a Europa (de 3 a 4 semanas), lo que ha trastocado las cadenas mundiales de suministro de las industrias europeas y norteamericanas, especialmente el automóvil  (que sufría además, una falta de chips). Y con ello, una subida generalizada de los fletes, los precios que cuesta el transporte por mar. Veamos los datos: enviar un contenedor de 40 pies (12 metros y unos 24.000 kilos de carga) costaba a mediados de enero 9.698 dólares, 7 veces más caro que antes de la pandemia (1.348 dólares en noviembre de 2019), según esta curva de precios de la consultora Drewry (donde se ve el máximo de 10.500 dólares en septiembre).Y claro, si el transporte cuesta 7 veces más, nos suben todo, una de las razones (junto a la subida de la energía) de que todos los paises y España tengamos una inflación histórica.

Pero el problema actual no es sólo que haya aumentado más rápido la demanda de mercancías que los barcos, servicios portuarios y camiones, sino que además, estamos en manos de una industria naviera muy concentrada, que impone sus condiciones y precios a empresas y clientes, más ahora con los “atascos”.  Las empresas navieras, esa poderosa “industria silenciosa”, llevan dos décadas de concentración, con un aumento de tamaño a costa de fusiones y adquisiciones de empresas. Y con un gigantismo cada vez mayor en las flotas, buscando barcos cada vez más grandes (4 veces mayores que en el año 2000), con más tecnología y menos personal, para rebajar costes. Un  ejemplo es el buque contenedores Mette Maersk, construido en 2015, que tiene 399 metros de eslora (como 4 campos de fútbol) y puede transportar 18.000 contenedores de 20 pies (6 metros).

La pelea entre navieras en la última década se produce entre las navieras europeas y las chinas y taiwanesas, enredadas todas en compras y fusiones para ganar tamaño y barcos. En enero de 2022, el liderazgo ha pasado al grupo naviero italo-suizo MSC (dueño también de Costa Cruceros), que ha superado en el tráfico de contenedores (4,28 millones de TEUs, el contenedor de 20 pies) a la anterior líder, la danesa Maersk (4,27 millones de TEUs), aunque tiene menos barcos (646 frente a 735 barcos la danesa) y una cuota de mercado similar (17,1% y 17% del mercado mundial de contenedores), según este ranking de Alphaliner. La 3ª naviera en el ranking es la francesa CMA-CGM (12,7% de cuota y 568 barcos), seguida por la naviera china COSCO (11,6% de cuota y 479 barcos). Estas “4 grandes” navieras controlan el 58,4% del tráfico mundial de contenedores. Les siguen, de lejos, la alemana Hapang-Lloyd (6,9% cuota y 250 barcos), la japonesa ONE (6,1% cuota y 209 barcos), la taiwanesa Evergreen (5,9% y 204 barcos), la coreana HMM (3,3% de cuota y 75 barcos), la taiwanesa Yang Ming Marine (2,6% y 9 barcos) y la israelí Zim (1,7% y 11 barcos). En conjunto, este  Top 10 de navieras controlan el 84,9% del comercio mundial de contenedores.

Pero la tremenda concentración del comercio marítimo mundial no se da sólo en los barcos que transportan mercancías. Las grandes navieras tratan de controlar también los puertos donde operan, buscando una “integración vertical” de su negocio. Y de nuevo, la gestión de los puertos mundiales se concentra en 5 grandes operadores: PSA Internacional (sociedad de Singapur que opera 50 terminales portuarias en 26 paises), la china COSCO Shipping Ports (ligada a la 4ª mayor naviera del mundo, que gestiona el 30% del mercado portuario mundial, incluidos los puertos españoles de Valencia y Bilbao),  APM Terminal (sociedad holandesa cuyo dueño es la naviera Maersk), Hutchinson Ports ( sociedad china que opera en 26 paises, incluido el puerto de Barcelona) y DP World (de Dubai).

Y recientemente, las navieras han dado el salto a tierra y al aire, para diversificar su presencia en el transporte de mercancías. Así, la china COSCO está presente en la gestión de las dos terminales intermodales (tren y camiones) de Zaragoza y Madrid. Y la 2ª naviera del mundo, la danesa Maersk, compró en agosto pasado 2 empresas de comercio electrónico (una en Paises Bajos y otra en EEUU), en noviembre adquirió también la empresa alemana de transporte aéreo de mercancías Senator Internacional y ha comprado además 2 Boeing para ampliar su oferta de aviones de carga (11 aparatos).

Así que las grandes navieras compiten por controlar el tráfico de mercancías por mar, aire y tierra, tratando de ser más fuertes para imponer sus condiciones y tarifas. No es sólo que sean un monopolio de facto (un oligopolio), sino que además refuerzan su dominio del comercio mundial con 3 grandes Alianzas, que gestionan el 81% del mercado mundial: 2M (integra a las europeas Maersk y MSC: un 34% de cuota de mercado), Ocean Alliance (integrada por la francesa CMA-CGM, COSCO Group, la también china OOCL y la taiwanesa Evergreen: 28% de cuota de transporte) y The Alliance (integrada por la alemana Hapang Lloyd, la japonesa NYK, la taiwanesa Yang Ming , las navieras japonesas MOL y KLine, más la coreana Hyundai Merchant Marine: 19% del mercado global). Gracias a estas “alianzas”, las navieras comparten envíos y servicios, optimizando costes, según ellas “en beneficio de los clientes”. Pero en realidad son “alianzas” que refuerzan el oligopolio y reducen la competencia.

Ahora, con el atasco en el tráfico marítimo, el poder de este oligopolio del mar se ha acentuado y las empresas y clientes se quejan de que las navieras imponen aún más sus condiciones y precios. El presidente de los transitarios de Barcelona (las empresas que gestionan el transporte de sus clientes) ya denunció el año pasado que las navieras “abusan de su posición dominante” y señalaba distintos indicios: no dan garantías de embarque, anulan escalas sin avisar y fijan recargos lesivos para los cargadores, como el EIS (recargo en rutas donde no tienen seguridad de que el contenedor vuelva lleno) o el PSS (recargos por envíos en “temporada alta”). Y sobre todo, la industria denuncia que las navieras están “eligiendo a sus clientes”, aprovechando el atasco en el mar y en los puertos, con prácticas de dudosa legalidad como desviar barcos hacia destinos más rentables (como China) en perjuicio de otros puertos europeos o norteamericanos.

Actualmente, los puertos de Asia mueven el 70% de las mercancías mundiales, mientras los puertos europeos sólo concentran el 13% del tráfico marítimo. Y de los 10 principales puertos del mundo, 7 son chinos: Shanghái (42,01 millones de TEUs, contenedores, movidos en 2018), Singapur (36,60 millones TEUs), Shenzhen (27,74), Ningbo (26,35), Guangzhon (21,73), el coreano Busan (21,66), Hong-Kong (19,60), Qingdao (18,26), Tianjin (16 millones) y el puerto de Jebel Alí (14,95 millones TEUs), en Emiratos Árabes. El primer puerto europeo (y 11% del mundo) en el tráfico de contenedores es Rotterdam (14,3 millones de TEUs transportados, seguido de Amberes (12 millones), Hamburgo (8,5 millones)  y el puerto de Valencia (5,4 millones TEUs), que en septiembre pasado superó al Puerto griego de El Pireo y se convirtió en el primer puerto del Mediterráneo, según Alphaliner. En 6º lugar en el tráfico europeo de contenedores está Algeciras y en el 10º lugar, Barcelona.

Actualmente, a principios de 2022, el “atasco” en el tráfico marítimo ha mejorado algo, pero el problema se mantendrá durante todo el año 2022, según las propias navieras, los expertos y la UNTAD (ONU), porque no se han solucionado la falta de buques y el atasco en los puertos y en la descarga a camiones. De hecho, los precios de los fletes siguen muy altos (un 79% más caros que hace un año, según Drewry) y se espera que sigan elevados al menos hasta el otoño, lo que repercutirá en una mayor subida de la inflación: un 1,5% extra anual por los costes del transporte, según la previsión de la UNTAD (ONU). Con ello, las grandes navieras están disparando sus beneficios, aprovechando el atasco en el comercio mundial: Maersk consiguió multiplicar por 5 sus beneficios en 2021 y todo el sector naviero esperaba alcanzar los 150.000 millones de dólares de beneficios el año pasado, lo que supone doblar en un año el beneficio de las dos últimas décadas (83.500 millones $).

Ante este panorama, los actuarios y empresas europeas han pedido a la Comisión Europea que intervenga, para frenar el oligopolio del mar y asegurar una mayor competencia y transparencia. Un problema que afecta muy especialmente a España, porque somos el país europeo con más movimiento de contenedores, según Eurostat: los puertos españoles movieron mercancías por un volumen de 16,7 millones de TEUs (contenedores de 20 pies, 6 metros), el 17,7% de todos los contenedores manipulados en la UE en 2020. Tras España se sitúa Alemania (con el 14,9% de todo el tráfico europeo de contenedores), Paises Bajos (14,5%), Bélgica (13,4%) e Italia (12,2%).

Otro problema que preocupa a España es que la nueva normativa medioambiental europea desvíe el tráfico de barcos de los puertos españoles a los de paises no comunitarios, en especial a Marruecos. Y eso porque la Comisión Europea aprobó en julio de 2021 el Plan “Fit for 55”, que pretende reducir un 55% las emisiones netas de la UE para 2030. Y para lograrlo, se incluye al tráfico marítimo en el régimen de derechos de emisión de CO2. Es decir que, entre 2023 y 2026, empezarán a pagar impuestos por contaminar, lo mismo que los aviones, que hasta ahora se han librado también de este impuesto al CO2 que pagan industrias y eléctricas. Eso hace temer que las grandes navieras desvíen sus barcos de los puertos de Valencia o Algeciras al puerto de Tánger Med o al de Nador West Med (cerca de Melilla), donde las grandes navieras no pagarán la tasa europea por contaminar.

La medida aprobada por la UE es necesaria, porque el tráfico marítimo genera el 3% de todas las emisiones de CO2 del Planeta. Baste un dato: los 15 barcos mercantes más grandes emiten tanto CO2 como todos los coches del mundo…Y además, contaminan los océanos de múltiples formas, como se ha visto con el reciente vertido de un barco de Repsol en la costa peruana. Por eso, hay que controlar y penalizar sus emisiones, aunque esta medida va a provocar no sólo perjuicios a los puertos europeos sino costes a las empresas y los ciudadanos, como se ha visto con las eléctricas: las navieras que lleguen a pagar la tasa del CO2 la sumarán a sus costes, elevando tarifas y la inflación en los paises. Y si son demasiado poderosos para forzarlos a competir, también será difícil que asuman parte de los costes.

Ya sabemos algo más de cómo nos llegan la mayor parte de las mercancías que compramos, la razón de los atascos y de parte de la subida de precios. En el fondo de la cuestión, el enorme peso del tráfico marítimo en nuestras vidas es consecuencia de la locura de la globalización, con ejemplos tan disparatados como el salmón escocés que se manda a China para el secado y envasado y vuelve luego a Europa (ida y vuelta en barco). O los coches que se fabrican y montan en distintos continentes. O maíz, arroz o cereales que recorren hasta 10.000 kilómetros para acabar en nuestro desayuno  Con un altísimo coste de transporte y de energía, contaminando a tope el Planeta. Un desaguisado que hace millonarias a unas pocas navieras, pero que eleva los precios sin parar y provoca desabastecimientos. La solución pasa por el comercio de proximidad, por consumir lo que tenemos cerca, algo que parece evidente pero que resulta cada vez más difícil. Piénselo la próxima vez que compre.

jueves, 27 de enero de 2022

EPA 2021: el año del empleo

El empleo se recupera en España con más fuerza que la economía: en 2021 se crearon 840.700 empleos, más de los perdidos en 2020 (-622.600), con lo que ya trabajan 218.100 personas más que antes de la pandemia, según la EPA publicada hoy. Son 20,18 millones de ocupados, una cifra nunca alcanzada desde 2007. Pero todavía no han recuperado su empleo anterior los menores de  44 años, la industria y 7 autonomías (Baleares, Canarias, Madrid, Extremadura, Cantabria, Navarra y la Comunidad Valenciana). Ahora, la previsión es que se siga creando empleo, pero menos, aunque los expertos confían en que España creará 1 millón de empleos entre 2022 y 2023. Todo va a depender de que se afiance la recuperación, que se frene la inflación y que se gasten bien los Fondos europeos. Pero lo más importante es que el empleo que se cree ahora sea decente, fijo y mejor pagado, para lo que urge aprobar y aplicar la reforma laboral. La prioridad sigue siendo el empleo.

Enrique Ortega

El cuarto trimestre del año suele ser bueno para el empleo, por las Navidades. El de 2021 fue bueno, a pesar de los múltiples contagios de ómicron, que frenaron algo la actividad y las compras: se crearon 153.900 empleos, algunos menos que en el 4º trimestre de 2020 (+167.400) pero más que en los meses finales de los últimos años, según la EPA publicada hoy. El empleo se ha creado sobre todo en el sector privado (+162.500 empleos) mientras se redujo en el sector público (-8.500 empleos, por los primeros despidos en sanidad), aumentando en el campo (+78.700), los servicios (+ 45.900) y la industria (+37.100 empleos), aunque cayó en la construcción (- 7.700 empleos). Se creó más empleo en el 4º trimestre entre las mujeres (+105.500) que entre los hombres (+48.400). Y cayó entre los jóvenes (-136.900 empleos perdidos entre 16 y 24 años), mientras aumentó entre los mayores, sobre todo entre los mayores de 45 años (+226.800 empleos).

Con este último empujón del 4º trimestre, el empleo cerró 2021 como un año récord (el mejor desde 2005), con la creación de +840.700 nuevos empleos, muchos más de los empleos que se perdieron en 2020, el primer año de la pandemia (-622.600 empleos). Se creó más empleo incluso que en años muy buenos anteriores, como 2018 (+566.000 empleos) y 2015 (+525.100 empleos), aunque recordemos que en diciembre había todavía 102.148 trabajadores “aparcados” en ERTES (frente a 520.000 en diciembre 2020), con empleo pero sin trabajo. Con ello, en España trabajan ya 20.184.900 personas, un récord desde 2007 (20,72 millones de empleos): son casi 3,5 millones de ocupados más que al final de la crisis anterior (16.758.200 en diciembre 2013).

En todo 2021 se creó sobre todo empleo privado (+ 744.300 empleos), siete veces más que empleo público (+96.400 ocupados). Y se crearon más empleos entre las mujeres (+479.600) que entre los hombres (+361.100 ocupados), aunque siguió la tónica de que el nuevo empleo no fue a los jóvenes sino a los más mayores: +167.900 empleos entre 16 y 24 años, +119.300 empleos entre 25 y 34 años, +61.400 empleos entre 35 y 44 años, +256.200 empleos entre 45 y 54 años y +236.000 empleos entre los mayores de 55 años, los dos grupos de edad más beneficiados, según la EPA del 4º trimestre. Por sectores, la mayor creación de empleo en 2021 se dio en los servicios (+705.400 empleos), seguidos de lejos por la industria (+37.100), la construcción (+5.700) y el campo (+58.000 empleos). Y por autonomías, el empleo creció más el año pasado en Andalucía (+166.800 ocupados), Cataluña (+157.600), Canarias (+110.500), Madrid (+108.100), Comunidad Valenciana (+81.900) y País Vasco (+36.900 empleos),  aunque creció en todas las regiones españolas.

Esta importante mejora del empleo en 2021 (+840.700 ocupados) ha servido también para reducir el paro, aunque menos (-615.900 parados en 2021), porque en paralelo han aumentado los españoles “activos, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” aumentaron en 224.700 personas en 2021, impidiendo bajar más las cifras de paro. Es un proceso que se ha ido viendo trimestre a trimestre: aumentan las personas que buscan trabajo. Y ya hay más adultos “activos” (buscando trabajo o trabajando) que en 2019: 23.268.800 personas frente a 23.064.100 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo

Volviendo al paro, ha bajado en -312.900 personas en el 4º trimestre y  en -615.900 parados en todo el año 2021, según la EPA de hoy, lo que supone la mayor bajada del paro desde 2018 (-462.400 parados ese año), tras una ligera bajada en 2019 (-112.400) y una subida impactante en 2020 (+527.900 parados), por la pandemia. El paro ha bajado en todo 2021 más entre las mujeres (-305.600 paradas) que entre los hombres (-222.300) y por edades, menos entre los jóvenes que entre los mayores: bajó – 12.000 parados  entre los jóvenes de 16 a 19 años, - 107.800 parados entre los 20 y 24 años, -519.500 parados entre los 25 y 54 años y solo subió el paro entre los de más de 55 años: +23.400 parados en 2021. El  paro bajó más el año pasado en los servicios (-615.900 parados), pero también en la industria (-52.800), la construcción (-39.400) y el campo (- 23.400 parados). Por autonomías, la mayor rebaja del paro se ha dado en Cataluña (-142.500 parados), Madrid (-122.500), Andalucía (-85.500), Canarias (-59.900), Comunidad Valenciana (-42.200) y Castilla la Mancha (-39.400), aunque se redujo el desempleo en todas las regiones españolas en 2021.

La cifra total de desempleados baja a 3.103.800 parados, la más baja en España desde 2007 (1.942 parados entonces). Y la tasa de paro española baja al 13,33%, la menor desde 2008 (13,79% de paro), aunque sigue duplicando la tasa de paro europea (6,5%) y la de los principales paises de la UE, como Francia (7,5% de paro), Italia (9,2%) y sobre todo Alemania (3,2% de paro, cinco veces menos que España).Y sigue muy elevada la tasa de paro juvenil (menores de 25 años): el 29% de los más jóvenes están en paro, el doble que en Europa (15,4% de paro juvenil) y más que en Francia (17,85), Italia (28%) y sobre todo Alemania (6,4% de paro juvenil, menos de la cuarta parte que España), según Eurostat.

Los datos de paro, aunque mejores que antes de la pandemia y al nivel de 2008, revelan tres cuestiones preocupantes. La primera, que todavía hay 1.023.900 hogares con todos sus miembros en paro (+ 10.700 que antes de la pandemia). La segunda, que España sigue con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa: Ceuta (26,86 %, un 0,72% menos que en 2019), Melilla (20,24% de paro, un 1,46% más que en 2019), Andalucía (20,18% de paro, un 0,62% menos que antes de la pandemia), Canarias ( 18,94%, todavía un 0,16% más paro que antes de la pandemia)  y Extremadura ( 18,94%, un 4,54% menos de paro que en 2019), según la EPA de hoy. Y las 6 regiones que tenían un paro “europeo”, inferior al 10% en 2019, lo han empeorado con la pandemia, sobre todo Baleares (del 9,91 al 14,39% de paro hoy), La Rioja (del 9,89% de paro al 10,45%) y  Madrid (del 9,99% al 10,12% ahora), empeorando también el paro en la Comunidad Valenciana (del 14,13% en 2019 al 14,39% hoy). Y la tercera cuestión preocupante es que aumentan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son  1.496.400 parados, el 48,21% de todos los parados (eran 1.387.000, el 43,5%, a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En noviembre de 2021, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.821.130 desempleados: menos de la mitad (el 45,13%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado), de 884 euros de media, y el resto (un 54,87%) cobraban un subsidio asistencial, de 451 euros mensuales. Pero en esta cifra de parados que cobran desempleo estaban incluidos  los 125.632 trabajadores en ERTE a finales de noviembre, que cobran el 70% de su sueldo (y el 50% a partir del 7º mes). Así que, en realidad, solo 1.695.498 parados registrados como tales cobra algún subsidio, el 54,62% de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (el 45,38%) no cobra ninguna ayuda pública, cuando antes de la pandemia, en 2019, eran un 38,5% los parados que no cobraban. De hecho, CCOO denuncia que un 40% de los parados  inscritos en el SEPE con experiencia laboral (trabajaron antes) no cobran ninguna ayuda pública por desempleo.

Visto el dato del empleo y el paro en 2021, queda patente que España ha superado el bache de la pandemia, porque tenemos ya más ocupados y menos parados que en 2019. Con todo, el balance es desigual, tanto por sexo y edad como por sectores y regiones.

En empleo, en España trabajaban a finales de 2021 un total de 218.100 personas más que a finales de 2019. La mejoría se nota más entre las mujeres (hay +95.800 más trabajando que a finales de 2019) que entre los hombres (+22.300). Y por edades, el empleo es hoy mayor que antes de la pandemia entre los mayores de 55 años (+ 402.000) y entre los que tienen entre 45 y 55 años (+222.000 empleos), pero todavía no se ha recuperado entre los más jóvenes: - 23,500 empleos perdidos entre 16 y 19 años, -8.700 empleos entre 20 y 24, -4.700 entre 25 y 29 años, -70.600 entre 30 y 34. –178.800 empleos entre 35 y 39 años y -119.600 empleos que en 2019 entre los de 40 a 44 años. Por sectores, los servicios ya han recuperado el empleo anterior a la pandemia (+168.300 empleos netos), lo mismo que el campo (+46.2000 empleos ganados) y la construcción (+2.000 empleos), mientras la industria aún tiene menos ocupados que en 2019 (-33.000 empleos). Eso sí, los empleos ganados (218.100) se han conseguido en el sector público (+222.200), porque el sector privado todavía tiene 4.100 empleos menos que antes de la pandemia, según la EPA. Y por regiones, la mayoría de autonomías tienen más empleo ahora que antes de la pandemia, sobre todo Andalucía (+113.800 empleos), el País Vasco (+23.700) y Cataluña (+20.000), aunque todavía no han recuperado su empleo pre-pandemia 7 autonomías: Baleares (-33.200 empleos que en 2019), Castilla y León (-15.300), Comunidad Valenciana (-9.100), Galicia (-4.600), Canarias (-2.300), Aragón (-2.200) y Cantabria (-700 empleos) .

Ahora, la previsión de la mayoría de expertos es que siga aumentando el empleo en 2022, aunque menos que en 2021. Y eso, porque el año pasado el empleo creció más que la economía (+8,8% frente a +5,5% previsto para el PIB), debido a que las empresas necesitaron recuperar plantilla o incluso aumentarla para hacer frente a la mayor demanda (a la real y a la esperada, algo mayor, por las distintas olas del COVID). Pero este año 2022, van a intentar arreglarse con las plantillas que tienen o aumentarlas lo menos posible, al menos hasta que no vean si hay más olas de contagios y la economía se recupera de verdad. Por eso, los expertos creen que en 2022 pasará lo contrario a lo del año pasado: el empleo crecerá menos (+3,6%) que la economía (+5,5/+6% de aumento del PIB).

Traducido en cifras, la previsión del catedrático Josep Oliver para Manpower es que se creen +638.000 empleos en 2022 (menos de los + 840.700 empleos creados en 2021, según la EPA) y otros +434.000 empleos en 2023, ya menos porque también la economía crecerá menos (+4% el PIB). Eso supondría, según este estudio,  crear algo más de 1 millón de empleos (1.072.000) en los próximos dos años, sobre todo en los servicios (890.000, de ellos 400.000 en el turismo, 220.000 en servicios privados y otros 250.000 en servicios públicos) y en trabajos cualificados (660.000). Pero la clave es crecer mucho (más que la mayoría de paises occidentales, como acaba de prever la OCDE para España) y que no se frene la recuperación, ni por la pandemia ni por la inflación. Y que se gasten bien los Fondos europeos, que pueden ayudar a crear más de 500.000 empleos, según la OIT.

El futuro parece optimista para el empleo, pero hay una gran preocupación: la calidad del nuevo empleo que se cree. Porque hasta ahora se han creado 3,5 millones de nuevos empleos en España desde 2013, pero la mayoría son precarios y mal pagados. Sólo en 2021, el 89,10% de los nuevos contratos firmados fueron temporales, algo menos de los que se hicieron entre 2014 y 2020 (entre el 92 y el 90% de contratos fueron temporales). Y con ello, en diciembre de 2021 había dos clases de trabajadores: un 76% con contrato fijo (que ganaban más, en general) y un 24% con contratos temporales (la cuarta parte, por menos de una semana), con los sueldos más bajos (los temporales ganan un 32% menos que los fijos, según la última encuesta de salarios del INE). Esto es lo que pretende arreglar la reforma laboral pactada por los agentes sociales y el Gobierno, en el alero en el Congreso. De aprobarse, sus efectos empezarían a notarse en verano, con un aumento sustancial de contratos fijos (y nuevos fijos discontinuos para hostelería y turismo).

La otra gran preocupación sobre el futuro del empleo es ayudar a tres colectivos que han sufrido duramente la pandemia y que tienen más difícil trabajar: los jóvenes (3 de cada 10 están en paro y 8 de cada 10 jóvenes ocupados tienen contrato temporal), las mujeres (su tasa de empleo, 58,8%, es inferior a la europea, 64,3%, y a la de los hombres españoles, 68,5%) y los mayores de 50 años (son casi la mitad de todos los parados y las empresas no quieren contratarlos). Urge que el Gobierno apruebe un Plan de empleo, con incentivos para la contratación de jóvenes, mujeres y mayores, además de poner en marcha de una vez la modernización de las oficinas de empleo (SEPE), para que orienten y asesoren a los parados que llevan mucho tiempo sin trabajo: 500.000 parados llevan más de 4 años en el paro, según un estudio de Asempleo. Y en paralelo, hay que gastar mucho más en formación, de parados y trabajadores, porque el empleo futuro será diferente y eso exige reciclar a generaciones enteras de trabajadores.

En resumen, que el empleo va muy bien en España y seguirá creciendo en 2022 y 2023, pero ahora el reto es mejorar su calidad, que sea menos precario y esté mejor pagado. Y no dejar atrás a los que tienen más problemas para colocarse, los jóvenes, las mujeres y los mayores de 50 años, volcándose en reciclar a trabajadores y parados, para que tengan más oportunidades de conseguir un empleo futuro, que exigirá una formación diferente. Hay que ser optimistas, pero sin olvidar que tenemos el doble de paro que Europa. Y que en España trabaja menos gente (2 millones menos que la media UE). Por eso, si queremos vivir mejor, hay que crear más empleo y de más calidad. Debería ser la prioridad de todos para el resto de Legislatura.                              


lunes, 24 de enero de 2022

La tentación de "normalizar" la pandemia

La 6ª ola se ha convertido en un tsunami, multiplicando por 30 los contagios en los últimos dos meses. Han bajado 3 días, pero el viernes subieron otra vez, a 141.000 contagios diarios (y muchos más que no se contabilizan), mientras se relajan más las restricciones. Ya sabemos lo que costó “salvar la Navidad”: 3.689 muertes. ¿Compensa? Algunos creen que sí, porque proponen ahora “normalizar” la pandemia, tratarla como la gripe, dejar de hacer estadísticas diarias y pruebas masivas. Anular restricciones y volver a la “normalidad”. La OMS alerta que con ómicron no termina la pandemia y que reiterar que es una enfermedad leve “cuesta vidas”. Ese es el debate: ¿Cuántas muertes (de otros) estamos dispuestos a asumir para volver a la rutina? Otra vez el dilema: salud y economía. Tomar medidas o bajar la guardia, hartos ya de la pandemia. Pero el virus sigue y mientras haya 5,6 millones de españoles sin vacunar (y en otros paises), seguirá ahí. Contagiando y matando.

Enrique Ortega

La variante ómicron ha disparado los contagios y muertes en todo el mundo, tras descubrirse en Sudáfrica a finales de noviembre. Y en el último mes, los contagios semanales se han quintuplicado, pasando de 4,55 millones a 22,7 millones la última semana, según la Universidad John Hopkins. Pero sobre todo ha afectado a Europa, que ya supera a América en contagios totales por COVID: 126,8 millones de contagiados frente a 124,8 millones, según la OMS. Eso sí, la cifra de muertos no se ha disparado tanto con ómicron, pasando de 48.016 muertos semanales a mediados de diciembre a 54.610 la última semana. Y otra vez, Europa se ha llevado la peor parte, con +115.500 muertos por COVID en el último mes, frente a +82.400 en el continente americano.

En España, ómicron ha convertido esta 6ª ola en un tsunami, con cifras de contagios nunca vistas en las olas anteriores (superando los 200.000 contagios muchos días de enero), aunque con menos pacientes en hospitales y urgencias y menos muertes que en la 3ª ola (Navidad 2020), debido a que un 80,7% de los españoles están ya vacunados con 2 dosis y muchos con 3.Con los últimos datos de Sanidad, España es el 5º país europeo con más contagios por COVID 19: 3.250 contagios por 100.000 habitantes el viernes 21, sólo por detrás de Francia (4.407 contagios), Portugal (3.933 contagios), Italia (3.506) y Reino Unido  (3.456 contagios), pero muy alejados de Alemania (763 contagios), cuando hace sólo un mes (20 diciembre) teníamos menos contagios (609) que ellos (780 Alemania).

El pico de contagios en España se alcanzó el lunes 17 de enero (3.397) y a partir de ahí tuvimos 3 días de ligeras bajadas, pero el viernes 21 subieron de nuevo a otro récord histórico (3.418 contagios por 100.000 habitantes). Además, hay que cuestionar estas estadísticas, que las autonomías remiten a Sanidad, porque ha cambiado el sistema de cómputo: 6 autonomías (Cataluña, Navarra, Galicia, Aragón, Canarias y la Rioja) contabilizan también los contagios que los ciudadanos detectan en casa, con los test que compran en las farmacias (hasta ahora, sólo contaban los hechos en centros de salud, hospitales y laboratorios homologados), mientras el resto no contabilizan estos contagios “auto detectados, entre ellas Madrid y Andalucía, las dos muy pobladas (que sí los tienen en cuenta para dar bajas laborales a los afectados…). Así es imposible saber los contagios “reales” y comparar, ya que en Galicia, por ejemplo, el 60% de los contagios reportados son por test en casa.

Los expertos coinciden en que hay muchos más contagios de los que se reportan en los datos diarios de Sanidad (8.975.458 contagios totales hasta el viernes), sobre todo en colegios y empresas, donde se han multiplicado el cierre de aulas (262.451 alumnos en cuarentena el viernes) y las bajas laborales2 millones de trabajadores han estado de baja por COVID, el 10% de los afiliados a la Seguridad Social, según el ministro Escrivá. Los datos se Sanidad indican que la tasa de contagios más alta se da ahora en los niños (4.599 contagios) y adolescentes (4.149), y también entre sus padres, entre 30 y 39 años (4.245) y 40 y 49 años (4.150), estando por debajo de la media de contagios los mayores de 50 años (los más inmunizados). Otro dato que podría “encubrir contagios” es que algunas autonomías hacen pocas pruebas (la media está en 4.979 por 100.000 habitantes), como Andalucía (2.387) y Madrid (3.959), mientras otras con alta incidencia hacen el doble y triple de pruebas, como Cataluña (9.799), Navarra (5.769) y País Vasco (5.735 pruebas), según Sanidad. Buscan más y encuentran más contagiados.

Al haberse disparado los contagios por ómicron, aunque sea menos letal, se han triplicado las hospitalizaciones: de 6.667 pacientes hace un mes (17 diciembre) a 18.675 el viernes, con lo que están ocupadas con pacientes COVID el 15% de las camas hospitalarias (el 19,39% en Madrid, el 19,06% en Aragón y más del 17% en Cataluña, País Vasco y Canarias). Y también se han casi duplicado los enfermos COVID en las UCIs: de 1.306 hace poco más de un mes a 2.202 este viernes, una cifra que aumentará en las próximas semanas. Eso pone a 8 autonomías en situación de “riesgo extremo” hospitalario (+ 25% camas UCI ocupadas): Cataluña (42,61%), Aragón (30,26), País Vasco (28,86), Baleares (28,70), Madrid (27,50), Navarra (26,98), Castilla y León (26,07) y Comunidad Valenciana (25,96%). Y el problema es que los hospitales llevan más de un año con altísima ocupación por COVID, lo que supone una enorme presión para los servicios y dilata más la espera de operaciones necesarias.

La última consecuencia del tsunami de ómicron son las muertes, muy elevadas aunque se ha generalizado la idea de que esta variante es “poco letal”. Vean: en la última semana (viernes 21- viernes 14 enero), Sanidad ha contabilizado 982 muertes, frente a  825 muertos en la semana anterior y 327 muertos semanales computados hace un mes. El repunte de muertes ha llegado a las residencias de ancianos, donde murieron 172 mayores la semana anterior (frente a 18 a principios de diciembre). Y todo apunta a que la alta cifra de muertos totales por COVID (284 fallecidos el martes pasado) se va a mantener varias semanas más, aunque bajen los contagios, porque morirán muchos de los que están en las UCIS. Y España ya suma 91.741 muertos por la COVID 19.

Ahora, con la bajada de contagios en los últimos 4 días, varias autonomías (Cataluña y Cantabria) van a levantar las últimas restricciones impuestas en Navidad, restricciones que otros levantaron antes y que algunas autonomías nunca tuvieron, sobre todo Madrid. Ahora ya podemos saber el coste de estas laxas restricciones, justificadas en que había que “salvar la Navidad: 3.689 muertes, 39.656 hospitalizados y 3.811.274 contagiados, entre el 1 de diciembre y el 21 de enero. ¿Compensa? Parece que sí, al menos a los que no han perdido un familiar o han acabado en un hospital, dado que la mayoría han tratado de “seguir con su vida” esta Navidad, eso sí, haciéndose un test antes de visitar a la familia

Ahora, antes incluso de que el tsunami de la 6ª ola amaine (los contagios, hospitalizaciones y muertes seguirán altos varias semanas, según los expertos), el Gobierno se ha puesto a la cabeza de los que piensan que hay que “normalizar” la pandemia. La propuesta hecha por el presidente Sánchez, y apoyada por Sanidad y las autonomías, es clara: hay que tender a la normalidad, no podemos seguir con restricciones ni limitaciones, hay que apostar por la vuelta casi total a la normalidad de antes de la pandemia. Dejar que la vida cotidiana y la economía se normalicen, apostar por la recuperación (donde Sánchez se juega su futuro político). Y eso pasa por considerar la COVID “como una gripe”, dejando de publicar estadísticas diarias de contagios y no haciendo test y pruebas masivas: sólo muestras en centros de salud y hospitales, una red de seguimiento como se hace a otras epidemias.

Otros paises europeos no defienden por ahora este cambio, con lo que España tendrá que convencer a sus socios y al Centro europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC). De momento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que los contagios y muertes van a seguir creciendo y  se ha mostrado en contra de “gripalizar” la pandemia, porque cree que “la ómicron está lejos de terminar y es probable que surjan nuevas variantes”. Y el propio director general de la OMS ha hecho esta reflexión, muy oportuna: “Omicron puede ser menos grave, pero la narrativa de que es una enfermedad leve es engañosa, perjudica la respuesta general y cuesta vidas”.

Ahí está el debate que deberíamos abrir: ¿cuántas muertes estamos dispuestos a asumir para volver a la rutina? Todo el mundo está cansado de esta pandemia, son ya casi 2 años con la vida trastocada y la tentación de “volver a la normalidad” es muy grande, con lo que muchos ciudadanos apoyarán a los políticos que quieran “marginar la pandemia”, volver a vivir como si el virus no estuviera. Pero está. Y por lo que dicen los expertos, estará hasta que la mayoría del mundo y más españoles estén vacunados.

En el mundo, sólo el 51,46% de la población está inmunizada, según la OMS, más en Norteamérica (62%) y Europa (62%), pero menos en Latinoamérica (50%), Asia (46%), Mediterráneo oriental (34%) y sobre todo en Africa (7,46% de la población inmunizada), lo que facilitará que el virus mute en nuevas variantes que nos volverán a llegar. Y en España, aunque ya tenemos un altísimo porcentaje de la población inmunizada con las 2 dosis (80,7% de toda la población), sigue habiendo mucha gente sin inmunizar: 4.016.263 españoles mayores de 12 años, más otros 1.583.447 niños todavía sin ninguna vacuna, según el balance del 20 de enero. Y lo más preocupante es que la cifra de personas pendientes de vacunar apenas ha bajado en los últimos meses, lo que indica que muchos “no están por la labor” de inmunizarse. Los más vulnerables son los 309.733 mayores de 60 años no inmunizados (58.991 de 70 a 79 años y 250.742 de 60 a 69 años), pero también se arriesgan mucho las 1.281.795 personas no inmunizadas de 40 a 59 años. Y a ellos hay que sumar las 2.424.735 personas sin inmunizar entre 12 y 40 años. Además, va lenta la aplicación de la 3ª dosis de refuerzo, que les falta poner al 9% de los mayores de 70 años y al 10,5% de personas entre 60 y 69 años, un refuerzo clave porque un estudio en Israel demuestra  que esta tercera dosis multiplica por 10 las defensas ante el virus.

Mientras haya millones de personas en el mundo sin vacunar y 5,6 millones de españoles sin inmunizar, el riesgo de nuevas variantes y olas de la COVID es evidente, aunque la pandemia se quiera ocultar. Por eso, es importante no bajar la guardia, con aforos y restricciones, mientras se “fuerza” que más españoles se vacunen, porque son un riesgo para el resto. En varios paises europeos se ha aprobado la vacunación obligatoria (en Italia desde enero, en Austria desde febrero y en Grecia multas a los mayores de 60 años que no se vacunen), mientras otros, como Alemania o Francia, limitan su movilidad y restringen su entrada en locales con el pasaporte sanitario.”Es posible que haya que debatir sobre la vacunación obligatoria”, advirtió el viernes la Comisaria europea de Salud. En España no se contempla hacer nada: ni obligar a vacunarse ni limitar actividades a los no vacunados. E incluso, se abre el debate para “volver a la normalidad”, mientras la ómicron crece en Europa.

El otro grave problema es que la ómicron ha colapsado la asistencia sanitaria en España, que ya tenía problemas serios en las olas anteriores e incluso antes de la pandemia. La atención primaria, los Centros de salud, prestan un servicio mínimo y esta vez no han servido ni siquiera para hacer test o dar bajas. Los ciudadanos nos hemos tenido que “auto cuidar”, comprando test y haciendo un seguimiento de síntomas y cuarentenas por nuestra cuenta, gestionando las bajas por teléfono o yendo a trabajar con dudas. Y si nos encontrábamos peor, colapsando las urgencias de los hospitales, que no han podido hacer seguimiento de pacientes ni las operaciones programadas. Así que si antes teníamos problemas para ir al especialista y operarnos, ahora es peor, lo que habrá disparado las listas de espera. Así que la sanidad pública está en situación precaria, lo que exigiría un Plan de choque, especialmente dirigido a potenciar la atención primaria.

Pero en vez de potenciar los centros de salud y hospitales, las autonomías se han dedicado a ajustar sus cuentas en 2021 con los ingresos recibidos para la pandemia, que no se han gastado: de los 16.000 millones de Fondos COVID recibidos del Gobierno en 2020 (8.000 para la sanidad), 2.000 no se gastaron, como tampoco otros 1.000 millones de los 13.500 millones de Fondos COVID recibidos en 2021 (6.000 para Sanidad), según los datos de Hacienda y la AIREF. Así que 3.000 millones de euros no gastados, mientras la mayoría de autonomías anunciaban en 2021 que iban a recortar 58.000 contratos (de médicos, enfermeras y auxiliares contratados por la pandemia). Al final, por culpa de Omicron, 29.000 se han salvado, pero otros empleos sanitarios se han perdido. Y los sindicatos denuncian más recortes de plantillas para 2022. Un año en que, a pesar de la situación, las autonomías sólo van a aumentar un 4,15% su presupuesto sanitario, a pasar de las mayores transferencias que les ha hecho el Estado y de la llegada de los primeros Fondos europeos.

Urge aprobar un Plan de choque para reforzar la sanidad pública, sobre todo los Centros de salud, donde harían falta  2.700 médicos y 4.000 enfermeras (al menos), además del personal de refuerzo contratado durante la pandemia (y que no debían despedir). Y reforzar también los hospitales para reducir listas de espera de especialistas y operaciones. Porque hoy por hoy, si nos ponemos enfermos, resulta muy difícil que nos atiendan (salvo en urgencias).

Y en paralelo, debe abrirse el debate sobre la estrategia frente a la pandemia, desde las medidas de prevención y restricciones que hay que mantener a cómo nos defendemos frente a los que no quieren vacunarse, como hacen en el resto de Europa. Y, por supuesto, no bajar la guardia para reactivar la economía y “normalizar la vida”. El debate salud o economía es un falso dilema: si no garantizamos la salud (y millones de contagios, cientos de miles de bajas y tantos muertos no es “normalidad”), no garantizamos la economía. Porque un nuevo repunte de la pandemia, una 7ª ola, volverá a frenar la recuperación, como lo ha hecho esta 6ª ola y las anteriores. Sin salud no hay economía. Y por eso, hay que poner los medios para acabar de verdad con esta pandemia, no ocultarla como si fuera una gripe que no es. No caigamos en la tentación de “normalidad” con 142 muertos diarios (el viernes). No dejemos que hagan “trampas al solitario” con nuestra salud. Sigamos alertas.

jueves, 20 de enero de 2022

FITUR 2022: esperanza en el turismo

Esta semana se celebra FITUR, la Feria del turismo donde se ve un mayor optimismo entre los profesionales: creen que este año sí habrá una fuerte recuperación de turistas, nacionales y extranjeros (más de 70 millones), que servirá para volver a los 83 millones de turistas de antes de la pandemia en 2023. Algo clave para todos, porque casi la mitad del crecimiento de 2022 dependerá del turismo. Pero todos los cálculos dependen de la pandemia, de que no haya nuevas “olas” que hundan la Semana Santa y el verano. Y a nivel interno, el sector tendrá que “cuidar los precios”, que se han disparado para recuperar lo perdido: los hoteles han subido un +31,9% anual, según el IPC. Además, en 2022 se pondrán en marcha los primeros proyectos de reconversión turística con Fondos europeos, aunque necesitaríamos más recursos para la promoción turística de España (sólo 90 millones en 2022). Hay que aprovechar la pandemia para apuntalar el futuro del turismo, nuestra primera industria.

Enrique Ortega

La recesión en España por la pandemia (-10,8% de caída del PIB en 2020), fue la mayor entre todos los paises occidentales porque el parón de la actividad  para hacer frente al COVID 19 afectó especialmente al turismo, que tiene mucho más peso en nuestra economía (aportaba el 12,3% del PIB y el 13,7% del empleo total) y ha sido el sector más castigado por la pandemia. El balance turístico de 2020 fue demoledor: se perdieron 64,74 millones de turistas extranjeros (sólo llegaron 18.957.856 de los 83.701.011 turistas llegados en 2019, el 7º año consecutivo de récord de turistas) y casi un 80% de los ingresos turísticos (19,7 millones de gasto del turismo extranjero frente a 92,33 millones en 2019). Una debacle que puso en riesgo la supervivencia de miles de empresas y afectó a 841.436 empleos, que en su mayoría se salvaron tras aparcarlos en ERTEs.

En 2021 se esperaba una recuperación del turismo, nacional y extranjero, especialmente a partir del levantamiento del estado de alarma el 9 de mayo. Y de hecho, el verano fue muy bien, con un récord del turismo nacional y una fuerte recuperación del turismo europeo, salvo el británico (afectado por sus restricciones). Pero a finales de noviembre surgió la nueva variante ómicron, disparando la 6ª ola de contagios en España y un negro panorama en toda Europa, particularmente en Reino Unido, Francia y Alemania, nuestros principales visitantes. Y eso ha “pinchado” las previsiones iniciales, que en FITUR 2021 apostaban por cerrar 2021 en 45 millones de turistas (ministra Reyes Maroto). A falta de conocer los datos de diciembre, la previsión oficial es cerrar 2021 con unos 30 millones de turistas extranjeros (31 millones estima la patronal Exceltur), bastantes más que en 2020 (casi 19 millones) pero todavía casi un tercio menos que antes de las pandemia (83,7 millones). Y un gasto turístico que rondará los 34.000 millones de euros, poco más de un tercio del gasto de los extranjeros en 2019.

El aspecto más positivo de 2021 ha sido que se recuperó el turismo nacional, antes de la 6ª ola de la pandemia: de julio a octubre, las pernoctaciones de los españoles en hoteles fueron, mes a mes, superiores a las de 2019, antes de la pandemia. Y en cuanto al turismo extranjero, hasta noviembre aumentó (sobre 2020) la entrada de turistas alemanes (+107,5%), franceses (+42%) y británicos (+27,6%), lo que indica que tienen ganas de volver a visitarnos. La industria turística ha notado esta incipiente recuperación en 2021, con una facturación de 88.546 millones de euros (que recupera 36.000 millones respecto a 2020, aunque todavía está un 40% por debajo de la de 2019). Los que se han recuperado más en 2021 han sido los hoteles ligados al turismo nacional (en Asturias, Galicia y Andalucía), las compañías de alquiler de coches y las cadenas con más presencia internacional, mientras tardan más en recuperarse los hoteles urbanos, las compañías aéreas y las agencias de viajes.

Para 2022, todas las previsiones apuntan a una mayor recuperación del turismo, aunque todo depende de una variable imprevisible: la pandemia, el temor a nuevas variantes que puedan desatar futuras restricciones a la movilidad y los viajes. Si no hay “sustos”, la previsión del Gobierno es recuperar este año la mayoría de los turistas europeos de antes de la pandemia (70,9 millones en 2019) y dos tercios de los turistas del resto del mundo (12,8 millones), lo que daría unos 79 millones de turistas extranjeros en 2022 (el 94% de los que llegaron en 2019). Parece un objetivo demasiado ambicioso, difícil de alcanzar, mientras Funcas estima que podrían venir unos 75 millones de turistas (recuperar el 90% de los que llegaron en 2019) y la patronal turística Exceltur apuesta por recuperar un 87,5% de su negocio en 2022, lo que se traduciría en 73 millones de turistas. Y todos creen que habrá que esperar a 2023 para recuperar el turismo de antes de la pandemia.

La previsión del sector turístico es que 2022 irá de menos a más: el primer trimestre será flojo, por las secuelas de la 6ª ola, y que los viajes y el turismo de españoles y extranjeros se despertará en Semana Santa (10-17 abril) y mejorará aún más en verano, para consolidarse en la última parte del año (con permiso del COVID 19…). Y esperan que juegue a favor las ansias de viajar y el ahorro disponible y no gastado, así como la esperada recuperación económica y del empleo en toda Europa. Y algo muy importante: la seguridad sanitaria que ofrece España al turista extranjero, dado nuestro alto nivel de vacunación (80,5% de la población) frente a la de otros paises competidores, como Turquía (61,53% vacunados), Italia (74,3%), Grecia (66,61%) o Túnez (51,07% de vacunados), según la OMS, aunque nos superan  Portugal (82,72% vacunados) y Malta (82,44%).

Una posible desventaja para España podría ser la fuerte subida de los precios turísticos en 2021, donde la mayoría de las empresas han aprovechado para resarcirse de la crisis subiendo tarifas y precios. Un dato llamativo: los precios de los hoteles han tenido una subida anual del +31,9% en 2021, según el IPC de diciembre, cinco veces más que la subida media de la inflación (+6,5%). Y también han subido los paquetes turísticos, bares y restaurantes, los apartamentos turísticos, el alquiler de coches, las tarifas aéreas y el ocio. Y en paralelo, puede haberse deteriorado la calidad del servicio, porque muchas empresas han reducido personal o contratan menos del que necesitan, por miedo a nuevas olas de contagios.

La recuperación del turismo, la primera industria española, es clave para que España se recupere con más fuerza en 2022. De hecho, casi la mitad de todo el crecimiento esperado este año debe venir del turismo: del 5,5% que crezcamos, 2,4% lo tiene que aportar el sector turístico, según la última estimación de CaixaBank. Así que nos jugamos mucho con el despegue del turismo, que va a depender en buena medida de la pandemia pero también de que funcionen otras medidas de apoyo, a corto y medio plazo.

A corto plazo, el sector turístico pide la prórroga de los ERTEs, al menos hasta el verano (los actuales terminan en marzo de 2022). A finales de 2021 había 56.729 trabajadores turísticos en ERTE (más de la mitad del total, 102.548 empleados en ERTE en todos los sectores), en todas las actividades del sector, en especial en las agencias de viajes (11.358 trabajadores todavía en ERTE), transporte aéreo y actividades de ocio, las más afectadas por la pandemia. Y también va a ser clave cómo se aplica la reforma laboral en el sector, ya que para el verano tienen que reconvertir sus contratos temporales y promover los fijos discontinuos.

Otra petición urgente del sector turístico son nuevas ayudas directas a las pymes turísticas en la primera mitad de 2022, para preservar su subsistencia financiera, a la vez que piden completar el pago de las ayudas aprobadas en 2021 y que no han llegado aún en muchas autonomías. Y en paralelo, priorizar los esquemas de rescate pendientes de la SEPI y COFIDES a las empresas turísticas, además de la refinanciación y el alargamiento de los créditos ICO al sector concedidos durante la pandemia. Son distintas formulas para “dar oxígeno” financiero para que  la gran mayoría de las 153.000 empresas del sector turístico sobrevivan (y con ellas, 2,3 millones de empleos).

Además, 2022 va a ser el año en que los Fondos Europeos lleguen también al turismo. El Plan de recuperación de España, aprobado por Bruselas, incluye un Programa (el 8º con más inversiones) para “la modernización y competitividad del sector turístico”, con objeto de aprovechar la pandemia para poner en marcha inversiones y medidas que apuntalen su futuro. En conjunto, el Plan contempla 3.400 millones de inversiones europeas para el turismo español y actuar en tres frentes: la transformación digital de los destinos y empresas turísticas, la puesta en marcha de planes específicos de futuro en zonas muy dependientes del turismo (como Baleares o Canarias) y una mejora de la competitividad centrada en el desarrollo del producto turístico “Spain”. Se trata de modernizar y apuntalar el futuro del turismo, con inversiones que crearán 100.000 empleos adicionales. Y además, el turismo se beneficiará de otras inversiones del Plan de recuperación (en formación, infraestructuras, digitalización y economía verde), con un impacto estimado de otros 44.000 millones en tres años.

El pasado 21 de diciembre se aprobó el primer paquete de proyectos turísticos que van a recibir estos Fondos Europeos, acordados entre el Gobierno y las autonomías por unanimidad. Son 169 Planes de sostenibilidad turística (de los 506 presentados), 153 que serán gestionados por Ayuntamientos y los otros 16 por las autonomías, que recibirán los primeros 615 millones de Fondos europeos. A pesar del acuerdo político sobre estos primeros Planes, la patronal turística Exceltur los ha criticado, porque estima que “se ha repartido en exceso el dinero”, con bajos importes (600.000 euros de media en 637 municipios) apostando por muchos proyectos en municipios de la España interior que tienen poco peso para el turismo: el 53% de los Fondos van a zonas de interior con un 12% del turismo total y sólo el 28% al Mediterráneo e islas, que suponen el 60% de la oferta turística). Claro que son sólo los primeros proyectos y quedan 2.785 millones por gastar hasta 2026.

La divergencia de la patronal turística es de fondo: habría que concentrar las ayudas europeas en los destinos turísticos más importantes y “no repartirlas tanto” entre toda España, porque se debilita su efecto. Por eso, Exceltur lleva un año defendiendo que España apruebe un PERTE para el sector turístico (un Plan estratégico como el que se ha aprobado para el automóvil), destinando 15.000 millones de inversiones públicas (españolas y europeas) en tres años, que movilizarían otros 30.000 millones privados. Y concentrar este dinero en la reconversión de 15 destinos turísticos claves, que suponen el 40 % de la oferta turística española pero el 70,5% del PIB turístico y el 62% del empleo: Costa del Sol, Costa Brava, Costa Dorada, este de Mallorca, Ibiza, Gran Canaria y sur de Tenerife. Defienden concentrar más ayudas en reconvertir el turismo de sol y playa, en gran parte obsoleto.

El debate es importante y quizás lo correcto sería una opción intermedia: concentrar más las ayudas en estos destinos (sabiendo que tienen graves problemas de saturación y sostenibilidad ambiental) pero apostando también por una diversificación en favor de un turismo interior diferente. Es un dilema importante y los Fondos europeos son limitados, así que debe elegirse bien su destino. Pero además, el turismo tiene otros retos importantes, como reducir el exceso actual de concentración, en el verano (35% del turismo total), en el turismo europeo (85% de los visitantes) y en los destinos (90% turistas van a 6 autonomías: Cataluña, Canarias, Baleares, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid, que se benefician ellas solas del 93% del gasto turístico). Y depender menos de los tour operadores extranjeros, que controlan viajes e ingresos, lo que pasa por digitalizar más la oferta. Y como telón de fondo, cuidar más a “la gallina de los huevos de oro”: en 2022, el presupuesto para promoción turística de Turespaña serán 90 millones (menos del gasto turístico en 1 día…).

Hasta aquí la situación y perspectivas de un turismo español que tiene que “salvarnos” en 2022. Y de paso, habría que aprovechar las inversiones y la reconversión del sector para modernizarlo a fondo y que base su futuro no en conseguir más millones de turistas cada año sino en atraer un turismo menos masivo y de más calidad, que no destroce nuestras costas y sea más sostenible. En paralelo, deberíamos aprovechar los Fondos europeos para modernizar el resto de la economía, para desarrollar industrias y sectores competitivos, que vayan ganando peso, competitividad y empleo. Para que en una o dos décadas, España no dependa tanto del turismo, que nos hace muy vulnerables como se ha visto con la pandemia. Un país con más empresas competitivas e innovadoras y menos bares y hoteles. que aspire a más que ser "la California de Europa". Algo que nadie se atreve a proponer, pero que nos ayudaría a crecer más y mejor.