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jueves, 12 de noviembre de 2020

Banca: pérdidas, despidos y más comisiones


Los Gobiernos europeos, el BCE y el Banco de España están preocupados porque la pandemia provoque una nueva crisis bancaria, como en 2012. Los bancos españoles han vuelto a pérdidas este año, tras multiplicar sus saneamientos, y buscan sobrevivir con más cierres de oficinas (4.000), más despidos (15.000) y subiendo las comisiones a los clientes. Pero se teme lo que les pase en 2021, cuando acaben las moratorias concedidas en créditos e hipotecas y las empresas tengan que empezar a devolver los créditos ICO. El BCE ha alertado que podría haber 1,4 billones de “créditos dudosos” en la eurozona y propone crear “un banco malo para evitar otra crisis bancaria, mientras el Banco de España abre la puerta a “quitas” (perdón) de deudas. Pero además, la banca tiene 2 problemas de fondo que no son la pandemia: tipos de interés negativos (hasta 2031) y una dura competencia de los gigantes tecnológicos. Tienen que reconvertirse a fondo, con transparencia. Pero no a costa de despidos y comisiones.

La anterior crisis económica, la de 2008, fue “una escabechina” para la banca española: decenas de Cajas y varios bancos desaparecieron, con compras y fusiones, y de las 62 entidades que había en 2008 (42 Cajas y 20 bancos) hemos pasado a 10 entidades hoy (ver listado cambios entidades), tras la fusión CaixaBank-Bankia. La banca tardó en hacer saneamientos, intentando mantener los beneficios (18.888 millones en 2008, que bajaron a 8.275 en 2011), pero en 2012 tuvieron que declarar pérdidas (-2.825 millones) y pedir un rescate a Europa: 65.725 millones de euros para sanear 15 entidades, un dinero público que será difícil de recuperar. Con menos entidades y estas ayudas, más la recuperación económica, los bancos volvieron a tener beneficios en 2013 (7.267 millones) y los aumentaron hasta 2017 (12.044 millones), estancándose en 2018 (10.989 millones) y 2019 (11.904 millones), por el poco negocio y los bajos tipos de interés.

Ahora, al estallar otra crisis con la pandemia, los bancos españoles han aprendido la lección de 2012 y se han lanzado a sanear sus cuentas lo más posible, destinando 26.518 millones (lo ganado en 2018 y 2019) a provisiones y saneamientos en el primer semestre de 2020 (17.000 más que en 2019), según las cuentas de la AEB. Y con ello, los bancos que operan en España volvieron a tener pérdidas en la primera mitad de 2020: -11.531 millones, lo ganado en todo 2019. 

En el caso de los 6 grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) han publicado ya sus datos de los primeros 9 meses de 2020 (enero a septiembre) y confirman esa línea: han destinado 19.400 millones a saneamientos (+70% sobre 2019), con lo que afloran unas pérdidas conjuntas de -7.734 millones hasta septiembre, por primera vez desde 2012. Eso sí, las pérdidas se concentran en Santander (-9.048 millones) y BBVA (-15 millones), como resultado de una menor valoración de sus filiales en Reino Unido, EEUU y Polonia , ya que los demás grandes bancos siguen dando beneficios, aunque menos que en 2019: 726 millones CaixaBank (-42,6%), 180 millones Bankia (-68,8%), 203 millones Sabadell (-74,1%) y 220 millones Bankinter (-50,5%).

Los grandes bancos han vuelto a tener pérdidas por la pandemia en 2020, pero ha sido por el desplome de la economía en el primer semestre, ya que en el tercer trimestre (con la recuperación de la desescalada), volvieron a tener beneficios: +3.561 millones, que no compensaron los -11.295 millones perdidos en la primera mitad de 2020. Ahora, con la caída de actividad esperada en el 4º trimestre, por los rebrotes de la 2ª ola, se espera que la gran banca vuelva a tener pérdidas y cierren 2020 perdiendo unos -8.500 millones de euros.

Los bancos españoles han intentado fortalecer sus balances, con más provisiones y saneamientos, para afrontar que familias y empresas dejen de pagarles sus créditos. Y para cuadrar sus cuentas, a la vista de que les caen los ingresos (por la recesión tienen menos negocio y los tipos están muy bajos), han utilizado dos vías de ajuste, que llevan explorando desde la crisis anterior: recortar costes vía cierre de oficinas y despidos y aumentar ingresos vía aumento de comisiones a clientes.

Los grandes bancos tienen Planes para cerrar 4.000 oficinas más en 2021 y reducir sus plantillas en otros 15.000 empleados, la mayoría en CaixaBank-Bankia (la fusión reducirá unos 7.500 empleos), en Santander España (-3.000 empleados), en Sabadell (-2.000) y en Liberbank-Unicaja (si sale adelante esta 2ª fusión, se perderían 1.500 empleos más). Con ello, la banca española habrá cerrado en 12 años (2008-2020) un 50% de sus oficinas (pasarán de 46.065 a 24.004) y habrá despedido al 37% de sus empleados (-103.050), que llegarán a ser 120.000 empleos menos en 2021 (un 43% de los 276.497 que había en 2008). 

La justificación para estos despidos, en plena pandemia, es que el margen de la banca no para de caer (por la bajada del negocio y los tipos) y tienen que ajustar costes para sobrevivir. Y además, argumentan, España es el 2º país de Europa con más oficinas bancarias, con menos habitantes por oficina (1.995), tras Francia (1.850), muy por encima de la media de Europa (3.145 habitantes por oficina). Eso sí, no dicen que hay muchas zonas rurales sin oficina, lo que causa un serio problema a la España vaciada.

La otra vía que utiliza la banca para ajustar sus cuentas es subirnos las comisiones bancarias, que este año 2020, en plena pandemia, les reportan ya un 31% de sus ingresos totales, frente al 30% que aportaban en 2019. Y hay bancos que se han volcado especialmente en subir el peso de las comisiones para afrontar la crisis, como Bankia (les reportan el 36,74% de los ingresos), Santander España (33,78%) y Sabadell (32,32%), siendo menor su peso en  el BBVA (30,78% de los ingresos totales), CaixaBank (30,43%) y Bankinter (27,62%). En conjunto, los 6 grandes nos han sacado de comisiones 15.417 millones en 2020 (enero-septiembre), un 9,16% menos, a pesar de que la economía ha caído más. Y hay tres bancos que incluso han ingresado más por comisiones en plena pandemia: Bankia (+10,50%), Bankinter (+3,52%) y CaixaBank (+0,1%).

En  los últimos meses, hay 3 grandes bancos que han puesto en marcha Planes para aumentar sus ingresos por comisiones: Santander, CaixaBank y BBVA. En todos los casos, la estrategia es doble: por un lado, elevar los requisitos de vinculación a los clientes (nómina, recibos, tarjetas o más contratación de productos o depósitos) para no cobrarles comisiones y subir lo que cobran al resto en comisiones por mantenimiento de cuenta, sacar dinero en las oficinas, transferencias, tarjetas o mantenimiento de valores. Se trata de cobrar más a todos por los servicios bancarios y en especial a los que usan poco el banco. Incluso ING, "el banco sin comisiones", va a cobrar 10 euros al mes por la Cuenta Naranja a los clientes sin nómina y con más de 30.000 euros

Los bancos tratan de ingresar más con comisiones y recortar costes (con cierre de oficinas y despidos) para paliar sus menores ingresos y las exigencias de más saneamientos, ante el esperado aumento de la morosidad. Pero no quieren utilizar para ajustar sus cuentas parte de sus beneficios, no repartiendo dividendos (un porcentaje de sus beneficios de 2019) a sus accionistas. Al final, ha tenido que ser el BCE el que prohíba a los bancos repartir dividendos, para que tengan ese “colchón” ante esta crisis. Primero recomendó en marzo no repartirlos este año y en julio extendió la prohibición hasta el 1 de enero de 2021. Pero los bancos europeos, y sobre todo los españoles, ya han dicho que van a repartir ese dividendo en 2021, lo que supondrá destinar una parte importante de sus beneficios 2019 (un 14% el Sabadell, un 26% el Santander, un 25% CaixaBank, un 48% Bankinter, un 49% BBVA y un 66% Bankia) a sus accionistas y no a reforzar sus balances, despedir menos empleados o no subirnos tanto las comisiones a los clientes.

Cara al futuro, los bancos españoles dicen que ahora están mejor preparados y son más solventes que en la crisis de 2008-2012. Y es verdad. Pero los expertos temen que lo peor para la banca está por venir, porque en 2021 puede estallar la morosidad, dispararse los créditos impagados. De momento, los grandes bancos españoles tienen una baja tasa de morosidad (% de créditos impagados o de dudoso cobro), inferior incluso a la de 2019: 2,51% Bankinter, 3,15% Santander, 3,5% CaixaBank o 4,9% Bankia. Pero los expertos creen que eso se debe a las ayudas públicas a familias y empresas, junto a las moratorias aprobadas para retrasar el pago de hipotecas y créditos. Y piensan que esta baja morosidad es un espejismo, que puede estallar en 2021 por dos vías. Una, cuando acaben las moratorias aprobadas por el Gobierno y los bancos para pagar créditos (6 meses) o hipotecas (1 año) a los más afectados por la pandemia. De hecho, en el tercer trimestre ya han expirado algunas de estas moratorias y una minoría no ha podido pagar 2.400 millones (el 2,4% de los aplazamientos). La otra vía llegará en primavera de 2021, cuando las empresas tengan que empezar a pagar a los bancos los créditos ICO, concedidos con un año de carencia (un año de “tregua”, para empezar a devolverlos después en 5 años).

Así que lo que hoy no parece un problema, que familias y empresas no paguen sus créditos e hipotecas, puede estallar con virulencia en abril y mayo de 2021, poniendo en un serio peligro a la banca. Un problema que es europeo: la Autoridad Bancaria Europea (EBA) ya ha alertado que “en un escenario severo pero posible  de la pandemia, los bancos de la zona euro podrían acumular créditos dudosos por valor de 1,4 billones de euros”, un nivel de morosidad muy superior al alcanzado en la crisis financiera de 2008-2010. Y esta preocupante situación afectaría más a los bancos españoles, por dos razones: porque la recesión por la pandemia es más grave en España y porque los bancos españoles están a la cola de rentabilidad en Europa (-9,2% en el primer semestre frente al +0,01% de media los bancos de la zona euro).

Algunos directivos del BCE ya han propuesto que Europa cree un banco malo, para meter en él los créditos dudosos de los bancos europeos y quitarles así ese lastre, con lo que podrían estar más saneados y dedicarse a financiar la recuperación. El problema vendrá de Alemania, Holanda y los paises ricos del norte, que no querrán cargar con el coste de este banco malo, sobre todo si la mayoría de los créditos malos vienen de los paises del sur. Pero si no se hace, podríamos tener un problema con la banca, en España, Italia, Portugal o Grecia, como en 2010-2012. Y habría que volver a otro “rescate bancario”. La perspectiva es tan preocupante que incluso el Banco de España propuso en el Congreso, en octubre, un tema tabú para la banca: estudiar “quitas” (perdonar) de parte de las deudas de empresas viables que en primavera no puedan empezar a devolver los créditos ICO. Antes, para evitarlo, el Banco de España ha propuesto ampliar el año del periodo de carencia de estos créditos.

Como se ve, la banca no tiene tan claro el futuro como dice. Además, cuando salgamos de esta pandemia y de su recesión (con suerte, en 2023), la banca española seguirá teniendo 2 problemas estructurales, que amenazan sus cuentas y su futuro. El primero, los bajos tipos de interés, que reducen sus márgenes y su beneficio. De momento, el Euribor (tipo al que se prestan los bancos entre sí) lleva en negativo casi 5 años (desde febrero de 2016) y se espera que los tipos sigan en negativo hasta 2031, según ha vaticinado recientemente el consejero delegado de CaixaBank-Bankia, Gonzalo Cortázar. Y eso obliga a los bancos a cobrar tipos mínimos a familias y empresas, que además se endeudan poco tras la mala experiencia de la anterior crisis. Y el segundo problema de fondo es la creciente competencia, de los gigantes de Internet, las telecos y los nuevos bancos online (N26, uno de los últimos, ha conseguido 500.000 clientes). Nuevos competidores que tienen además una gran ventaja sobre la banca tradicional: su buena imagen.

Porque el tercer problema de fondo de la banca es su mala reputación: la banca se ha ganado la mala reputación que tiene. No podemos echarle la culpa a nadie, no ha venido una norma y nos ha puesto mala reputación, sino que el sector se lo ha ganado”, reconocía a finales de 2019 Gonzalo Cortázar, nombrado ahora consejero-delegado de la nueva CaixaBankia, el primer banco español y el 10º de la zona euro. Una reputación que no mejora con cierre de sucursales, nuevos despidos y más comisiones a los clientes, que cada año multiplican las  demandas en los Tribunales y las reclamaciones (14.621 presentadas en 2019 ante el Banco de España), siendo casi la cuarta parte (22%) desoídas por las entidades.

Vienen meses duros para la economía y para la banca, que tendrá que reforzar sus balances y ajustar sus cuentas, pero sin agravar las cifras de paro y cargar excesivas comisiones sobre sus clientes, familias y empresas. Y tendrán que replantearse de una vez su negocio, reconvertirse, para poder competir con otras compañías que aspiran a mover nuestro dinero y financiarnos. Necesitamos una banca más saneada (que reinvierta sus beneficios, no aumente sus dividendos),  a la que no tengamos que volver a rescatar. Y una banca no más grande (fusiones) sino más transparente, más eficiente y más justa. Amén.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Cae el crédito a empresas y familias


Otro indicador del “enfriamiento” de la economía: hay menos demanda de crédito. Las peticiones de crédito de empresas y familias han caído en el tercer trimestre, algo que no pasaba en España desde 2013. La razón es doble. Primero, los bancos redujeron los préstamos personales, porque estaban “peligrosamente disparados” (según el Banco de España), y las hipotecas, porque ahora tienen más costes. Pero después, a partir del verano, son las familias y las empresas las que se retraen a pedir créditos, porque no ven claro el futuro. Endeudarse menos es bueno, pero el riesgo es que con ello caiga el consumo y, sobre todo, la inversión empresarial, clave para el empleo. Y también, que si tienen menos negocio, lo sufran los bancos y algunos entren en crisis. De momento, reaccionan a la caída del crédito con más despidos y cierre de sucursales. Y nos cobrarán más comisiones desde enero. Así que la caída del crédito es otro nubarrón más en el horizonte de la recuperación.


enrique ortega

España es un país “adicto al crédito”, uno de los paises más endeudados del mundo: estamos en el puesto 15º en el ranking mundial de deuda pública y privada, según McKinsey Global. Y este endeudamiento es hoy mayor que antes de la crisis, aunque su peso en la economía se ha reducido algo: en 2008, la deuda total de España era de 2.612.158 millones de euros (el 235% del PIB) y en 2018 ha sido de 2.763.647 millones (el 228% del PIB). El gran cambio en la última década ha sido que el Estado ha triplicado su deuda (de 440.620 millones adeudados en 2008 pasó a 1.173.107 millones en 2018) mientras reducían su endeudamiento las empresas (un -29,77%: de 1.261.000 millones que debían en 2008 a los 885.531 millones en 2018) y las familias españolas (un -22,57%: de 910.158 millones adeudados en 2008 a 705.009 en 2018).


En definitiva, que las empresas y familias españolas han aprovechado la última década para dedicar beneficios e ingresos a devolver deuda y no pedir mucha más, mientras el sector público (Estado, autonomías y Ayuntamientos) se endeudaban para financiar sus déficits, provocados por la crisis (menos ingresos y más gastos). Este desendeudamientode empresas y familias es bueno, porque les quita una losa de pagos y les permite invertir más y consumir más, dos motores claves del crecimiento y del empleo. Pero en la segunda mitad de 2018 y en 2019, las empresas y familias volvieron a endeudarse, olvidando los “malos tiempos” y  aumentando su saldo de crédito. Sin embargo, a partir de este verano, “no lo han visto claro” (temor a otra crisis) y se han retraído de pedir nuevos créditos: las empresas desde abril y las familias desde junio.


El resultado es que la demanda de crédito ha caído durante el tercer trimestre de 2019, según el Banco de España, algo que no pasaba desde 2013 (en lo peor de la crisis). La demanda total de crédito, estancada desde mayo, cayó un -0,4% en septiembre, cuando crecía el 5,5% un año antes. Y cae mucho más la demanda de crédito de las empresas, un -1,1% en septiembre frente al 3,5% que crecía su endeudamiento un año antes. Las familias siguen endeudándose, pero el crédito que piden para el consumo creció sólo un 5% en septiembre (frente al 19,3% que creció un año antes) y las nuevas hipotecas sólo crecían un 0,2% en septiembre (frente al 12,5% que crecían un año antes). En definitiva, que el crédito, que parecía recuperarse, se ha vuelto a aletargar. 


¿Qué está pasando? La caída del crédito desde el verano es fruto de dos causas. La primera, una mayor “prevención” de la banca a prestar a las familias, empujada por el Banco de España (que les alertó del “excesivo” aumento de los créditos personales, que aumentaron un 17% en 2018), el aumento de la morosidad (un aumento del 25% en los clientes que no pagan) y, sobre todo, los cambios legales en las hipotecas, que ahora son “menos rentables” para la banca. El 16 de junio de 2019 entró en vigor la nueva Ley Hipotecaria, que obliga a las entidades a unos criterios más estrictos en la concesión de hipotecas y a asumir gastos e impuestos que antes pagaban los clientes. Además, en septiembre, el Tribunal Supremo dictaminó que los bancos no podrán ejecutar una hipoteca hasta que el cliente cumpla un año de impagos. Factores todos que han frenado las hipotecas.


Además, hay otra causa que explica la caída del crédito: los temores a “otra crisis” han hecho que las familias se piensen mucho más el pedir un crédito, tanto para consumo como para comprar una vivienda, cuyas ventas también se han “enfriado” (de enero a agosto se han vendido 8.000 viviendas menos que el año pasado, un 2,2% de caída, algo que no sucedía desde 2014). Y las empresas, preocupadas por la caída del consumo y de las exportaciones en el tercer trimestre, también se han retraído a la hora de pedir préstamos para ampliar su actividad.


El resultado es que ha caído el crédito en los últimos meses. Las empresas, que acabaron 2018 con 885.778 millones de deuda, la aumentaron hasta los 897.584 millones en abril, pero luego se han “desendeudado” y debían 894.427 millones en septiembre de 2019, según el Banco de España. Y eso que las empresas están en mucha mejor situación para endeudarse que antes, porque sus beneficios han aumentado un +13,7% desde 2008 (509.687 millones en 2018). Eso supone que ahora sólo destinan un tercio de sus beneficios a pagar la deuda, cuando en 2008 les comía el 72% de sus ganancias, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero, a pesar de eso, han frenado su endeudamiento y, con ello, sus proyectos de inversión, lo que es preocupante para el crecimiento y el empleo.


En cuanto a las familias, han frenado sobre todo la petición de créditos personales: sólo han pedido 26.236 millones entre enero y septiembre, un 3,6% más que el año pasado, cuando en todo 2018 estos créditos aumentaron un 17%, según el Banco de España. El crédito con tarjetas crece un 5% en los 9 primeros meses y donde más se nota el parón es en las hipotecas: se han concedido 31.250 millones entre enero y septiembre de 2019, sólo un 1,8% más que el año pasado, cuando en todo 2018 el dinero prestado con hipotecas creció seis veces más, el 10,8%, según los datos del Banco de España.


Al final, este “enfriamiento” del crédito tiene una parte positiva (menos “agobio de pagos” por intereses para familias y empresas) pero tiene otra parte muy negativa: si las familias no se endeudan, muchas consumen menos y compran menos viviendas, lo que retrae el crecimiento (y el empleo). Y si las empresas no se endeudan, les será más difícil invertir en maquinaria, tecnología y mano de obra, lo que reduce su productividad y frena el crecimiento y el empleo. Además, esa menor demanda de crédito de las que pueden pedirlo se suma a las muchas empresas que tienen problemas para financiarse, con lo que tampoco invierten. De hecho, el 20% de las microempresas (1-9 trabajadores) españolas (hay 1.143.000 microempresas, que aportan el 20% de todos los empleos) no tienen acceso al crédito y otro 51% tienen problemas para conseguirlo, según un estudio del BBVA e Ivie


Pero hay otra consecuencia más del frenazo del crédito: el daño a la banca, cuyo negocio es prestar. Además, si tienen exceso de liquidez (porque les piden menos crédito), el BCE ahora les penaliza, porque les cobra por los depósitos que tienen en el Banco Central Europeo (un 0,5%). Y además, como los tipos están bajos, les han bajado los márgenes. El resultado es que los 6 grandes bancos españoles (Santander, Caixabank, BBVA, Bankia, Sabadell y Bankinter) han tenido una bajada de sus beneficios: 7.536 millones en el primer semestre de 2019, un 11,19% menos que en la primera mitad de 2018. Y de seguir el crédito débil y si volvemos a entrar en crisis, alguno podría volver a tener problemas (y el rescate lo pagaríamos todos). Pero no hay que llegar a tanto. La situación actual ya nos afecta, por tres vías que buscan los bancos para ajustar sus cuentas: despidos, cierre de oficinas y más comisiones


Ante los tipos bajos y el debilitamiento del crédito, los grandes bancos ya han anunciado más cierre de oficinas y más despidos (que ellos disfrazan como “jubilaciones anticipadas). Ya entre 2007 y 2017, la banca española cerró un tercio de sus oficinas (el 38%) y redujo casi un tercio su plantilla (un 31%). Y sigue por ese camino.  En el primer semestre de 2019, la gran banca cerró 426 oficinas y redujo su plantille en 2044 personas. Y en 2020, Sabadell prevé cerrar 200 oficinas más, BBVA otras 195 y Santander completar el cierre de las 1.200 previstas, lo que se unirá  a un recorte de plantilla de 6.200 personas más. Y la tercera medida será aumentarnos las comisiones, que ya les aporten una cuarta parte de los ingresos totales. De momento, Santander, BBVA y Sabadell ya han anunciado a sus clientes que les subirán las comisiones en enero, sobre todo a los clientes menos "vinculados".


Ahora, los expertos creen que el crédito volverá a caer en el cuarto trimestre de 2019, porque sigue la incertidumbre económica internacional y no se despeja la incertidumbre política en España, lo que disuade a empresas y familias a endeudarse. Es posible que se recupere algo el crédito a las familias, porque los bancos “necesitan con urgencia prestar”. Por eso, están metidos en una cierta “guerra de créditos”, sobre todo para vender hipotecas, aprovechando la subida de los alquileres  (cuanto más altos, más compensa comprar casa) y los bajos tipos de interés (el Euribor lleva meses en negativo y ha caído del -0,116% en enero al -0,304% en octubre). Además, los bancos “ganan mucho” con las hipotecas, porque los tipos que cobran son de los más altos de Europa (el 2,04% TAE en septiembre, frente al 1,78% en la zona euro, según el Banco de España) y porque la hipoteca les permite “tener un cliente cautivo 25 años”, que le reporta otros ingresos vía nómina, domiciliación de recibos, tarjetas, seguros y cobro de múltiples comisiones. Eso sí, cada vez más, la banca “elige” a quien concede las hipotecas, personas con trabajo estable y sueldos “decentes”. 


En los créditos al consumo (compra coche, muebles, vacaciones...), los bancos van a ser más cautelosos (son créditos más “peligrosos”, con más morosidad), aunque también los necesitan para mantener su negocio, sobre todo porque son muy rentables: los bancos españoles cobran por ellos un 8,04% TAE (recordemos que el precio oficial del dinero es el 0%), bastante más que el 5% que cobran los bancos de la zona euro, según el Banco de España. Y sobre todo, les interesa el negocio de las tarjetas, donde cobran un 19,67% TAE por el dinero disponible (tarjeta revolving), frente al 16,61% en la zona euro.


Lo que no parece posible es que los bancos apuesten por prestar a las empresas, algo de lo que salieron muy “escaldados” con la crisis. En unos casos, las empresas grandes, no acuden a financiarse a los bancos y lo hacen “en los mercados”, emitiendo bonos y deuda que ahora pueden colocar barata. Y en el caso de las pymes y microempresas, se junta el que ellas no se atreven a endeudarse con que tienen muy difícil conseguir un crédito. El resultado es que no invierten: el 75% de las empresas que necesitarían invertir tienen problemas para financiarse, según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Y si las empresas no invierten, no se renuevan ni crean empleo. Y con ello, España sigue a la cola de la competitividad  en Europa, tenemos el doble de paro y menos renta.


Al final, el enfriamiento del crédito es otro indicador clave de que la economía se debilita, aunque siga creciendo. Es una locura endeudarse como lo hicieron empresas y familias en los años de “vacas gordas”. Pero no endeudarse, sobre todo las empresas, ahora que tienen cuantiosos beneficios y deberían modernizarse para afrontar una competitividad global, es un suicidio a medio plazo. Habría que “desatascar” los mecanismos del crédito, para que las pymes lo consigan y también las familias que lo necesiten. Es una tarea del BCE, del Banco de España y del próximo Gobierno. Que el exceso de liquidez y los tipos bajos ayuden a invertir y crear empleo, no a esterilizarse en depósitos y en la Bolsa. Que fluya el crédito.

jueves, 1 de noviembre de 2018

¡ Ojo al crédito ! : volvemos a endeudarnos


Los españoles no consiguen ahorrar y por eso tienen que pedir un crédito para comprar coche, cambiar la nevera y los muebles o irse de vacaciones. Y, sobre todo, para comprar casa. Con la crisis, el crédito se desplomó y las familias aprovecharon para devolver deudas. Pero ahora se ha “despertado” el crédito, sobre todo los créditos al consumo, que se han duplicado desde 2014 y no paran de crecer, como las compras a crédito con tarjetas. Y también llevan tres años creciendo las hipotecas, en medio de una “guerra de ofertas” de la banca, que ahora las subirá para compensar la sentencia del Supremo. Todo ello ha llevado al Banco Central Europeo  y al Banco de España a “alertar” a los bancos españoles, para que vigilen y moderen los créditos que dan, intentando evitar problemas futuros. Sobre todo, porque en 2019 empezarán a subir los tipos de interés en Europa y eso puede disparar la morosidad de las familias y los problemas de la banca. ¡Ojo a endeudarse de más otra vez¡

enrique ortega

Los españoles ahorramos poco, de siempre, porque tenemos menos renta y menos empleo y  porque tenemos “mentalidad de propietarios”: lo que ahorramos lo gastamos en comprar una vivienda. Antes de la crisis, a principios de siglo, el ahorro rondaba el 10% de la renta bruta disponible, frente a una media del 14% en la zona euro. Luego, el ahorro se desplomó hasta 2008, por la compra de casas y porque empezó el paro y la caída de salarios: el ahorro español bajó del 6% de la renta (2008) frente a más del 12% en Europa. Curiosamente, en los primeros años de la crisis, los españoles aumentaron su ahorro, gastando al mínimo, hasta un máximo histórico del 13% de la renta, por temor a lo que se les venía encima. Pero en los años siguientes, se “comieron ese ahorro”, para reducir deudas y sobrevivir. Así  llegamos a 2018 con el ahorro en mínimos históricos: un 5,1% de la renta disponible, menos de la mitad del ahorro de la zona euro (12,3% de la renta) y mucho menos que Alemania (ahorra el 17,3% de su renta), Francia (13,7%) o Italia (9,5%), aunque más que Reino Unido (2% de ahorro), según un reciente estudio de la CNMV.

Los españoles ahorramos menos de la mitad que Europa y, en consecuencia, cuando tenemos un gasto extra importante, tenemos que pedir un crédito, endeudarnos. En los años anteriores a la crisis, el endeudamiento de las familias españolas se disparó, hasta un máximo de 910.537 millones de euros en 2008, el 74,5% para comprar piso (678.448 millones prestados para vivienda en 2008), según los datos del Banco de España. A partir de ahí, muchos españoles perdieron su trabajo y les bajaron el sueldo, con lo que vieron peligrar el pago de sus créditos y se lanzaron a devolver lo más posible, a costa de su ahorro y sus menores ingresos. Y así, en 2013 ya debían 769.800 millones (140.737 millones menos) y 705.977 millones a finales de 2017: se habían quitado un 22,4% de la deuda (204.560 millones) en nueve años, un esfuerzo de ajuste que no ha hecho nadie en Europa.

Después de quitarse parte de la losa de la deuda, cualquiera podría pensar que los españoles no querrían ni oír hablar de pedir más créditos. Pero ya saben, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra… Y como los sueldos no dan, pues volvemos a pensar en comprar a crédito. Los datos lo demuestran. El crédito al consumo (para comprar coche, cambiar electrodomésticos o muebles y pagarse vacaciones o caprichos) se ha duplicado entre 2014 (16.330 millones) y 2017 (29.389 millones) y este año, hasta agosto, se han concedido más créditos al consumo (22.807 millones) que en todo 2015 (19.747 millones), según los datos del Banco de España. Las compras a crédito con tarjeta han crecido otro 50% entre 2014 (8.850 millones) y 2017 (13.290 millones de saldo). Y las hipotecas también crecen, un 43,9% en los últimos tres años: de 27.007 millones nuevos concedidos en 2014 a 38.863 millones para hipotecas en 2017. Parece que no hay miedo a endeudarse.

Lo que más crece son los créditos al consumo porque son los de menor importe y donde la banca gana más y arriesga menos. En los dos últimos años hay una verdadera “guerra de ofertas” bancarias para colocar créditos al consumo, porque a las entidades les sobra liquidez y tienen poca demanda solvente de otros créditos a empresas y particulares. Y así, nos “colocan” créditos sin pedirlos (“preconcedidos”) y nos facilitan cambiar de coche o de muebles y viajar. Un dinero a corto plazo (1 a 5 años) y con un interés muy alto, gastos y comisiones aparte. Así, el tipo de interés del crédito al consumo era en España del 8,24% en agosto de 2018 (el coste oficial del dinero en Europa es el 0%...), frente a una media del 5,17% que se cobraba en la zona euro, según los datos del Banco de España. Y en Francia se están cobrando al 3,61%, al 6% en Alemania o al 6,71% en Italia, según datos de Bankia.

Pero además, al calor de esta mayor oferta de créditos al consumo han proliferado empresas de “créditos rápidos”, de 300 a 6.000 euros, que conceden más fácilmente créditos (“al instante, sólo con llamarnos”) a cambio de cobrar unos intereses abusivos, por prestarnos pequeños a uno o tres meses sobre todo (el TAE puede superar el 1.000%) Y luego están las comisiones y penalizaciones. En esta “guerra” por colocarnos un crédito rápido no sólo están los bancos sino que se les han unido las financieras especializadas (como Cofidis y Cetelem), empresas de microcréditos (300 a 500 euros), como Vivus o Moneyman, y hasta empresas de telecomunicaciones: Movistar creó (con la Caixa) en 2017 Movistar Money, para ofrecer créditos en 48 horas y en 2019 Orange hará lo mismo con Orange Bank.

Otra vía para pagar a crédito es pagar con una tarjeta de crédito aplazando el pago, lo que se llama una tarjeta “revolving”. Un tercio de todas las tarjetas de crédito que tenemos (unos 12 millones de las 35,77 millones de tarjetas de crédito que había en junio de 2018) son así: compramos con ellas y tenemos una especie de crédito por el que pagamos una cantidad fija (o un porcentaje del saldo) al mes, a cambio de abonar un interés que es muy elevado: ronda el 20% anual (interés mensual del 1,5%). A eso hay que añadir el coste anual de la tarjeta (de 35 a 45 euros) y los elevados costes por descubierto si superamos los límites de la tarjeta: se pagan dos comisiones, una por reclamación de posiciones deudoras (35 euros) y otra por descubierto (30 euros), más intereses de demora (20% TAE).

Y luego están los créditos más abultados y complicados de devolver, las hipotecas. Tras los años más duros de la crisis, entre 2008 y 2014, los españoles han vuelto a pedir hipotecas, animados por la bajada de tipos, que permite contratar ahora las hipotecas más baratas de la historia: se pagaban en agosto de 2018 al 2,28% en España, frente al 1,85% en la zona euro, según la última estadística del Banco de España. Eso supone que una hipoteca de 150.000 euros a 20 años cuesta al mes 678 euros, bastante menos que un alquiler (si se tiene dinero para la entrada y los gastos, un 25% del coste de la vivienda). La clave es que el banco nos conceda la hipoteca, aunque sea barata, porque miran con lupa el contrato y los ingresos del solicitante. Pero en el último año, a la vista de que no tienen muchos clientes solventes donde elegir y les sobra liquidez, la banca ha abierto la mano e incluso hay una cierta “guerra de hipotecas, aprovechando que el Euribor (se cobra tipo inicial primer año + diferencial +Euribor el resto de años) sigue siendo negativo y ha mejorado el empleo y los salarios de algunos españoles.

Por todo ello, se están dando más hipotecas: 29.287 en julio de 2008, casi el doble que en 2014 (17.949 en julio), aunque lejos de las 89.642 hipotecas al mes que se daban en 2008. Y también se pide más importe, superando la hipoteca media los 125.000 euros (125.120 en julio), según los datos del INE, que refleja un tipo medio para las hipotecas variables del 2,36% (el mínimo histórico) y un tipo fijo del 3% para las hipotecas a tipo fijo, que son el 40% de las nuevas hipotecas que se hacen este año (eran sólo el 10% en 2016). Con todo ello, el dinero nuevo concedido para comprar casa  ha subido de 27.007 millones en 2014 a 38.863 millones en 2017 y podría superar los 42.000 millones este 2018, aunque juega en contra el enorme lío que ha montado el Tribunal Supremo con la sentencia de quien paga el impuesto de actos jurídicos documentados, que va a frenar la concesión en octubre y noviembre.

Un inciso sobre esta sentencia del Supremo: decida lo que decida finalmente este 5 de noviembre, lo pagarán los clientes de las hipotecas, no los bancos. Las cuentas son sencillas. Si finalmente confirma que paguen el impuesto los bancos, lo trasladarán a sus clientes y no se darán casi cuenta: subir un 0,10% sólo el tipo de una hipoteca de 150.000 euros a 25 años supone pagar 2.043 euros más en interés a lo largo de la vida del crédito, según el cálculo hecho por Cinco Días. Un ingreso extra que les da de sobra para pagar el impuesto e incluso ganar en la operación: un 1% de impuesto en una hipoteca de 150.000 euros son 1.500 euros a pagar. Les daría incluso para compensar un 1,35% de impuesto. Y si el Supremo, en plan salomónico reparte el impuesto, les bastaría con subir un 0,05% el tipo de la hipoteca. Imperceptible para el cliente, no para su bolsillo. De momento, algunos bancos, como CaixaBank e Ibercaja, ya han subido por si acaso sus hipotecas entre un 0,15 y un 0,40%.

Volviendo al crédito y a cómo se ha vuelto a disparar, sobre todo el crédito al consumo, el Banco Central Europeo (BCE) ya dio en mayo “un toque” a la banca española, recomendado “que frene su ritmo de concesión de créditos al consumo” por ser un producto con menos garantía y más riesgo que una hipoteca. Y el Banco de España le ha dado ya a la banca dos llamadas de atención sobre el crecimiento del crédito, una en septiembre (en el Informe trimestral) y otra el 5 de octubre, en persona: el gobernador advirtió en Bilbao a los banqueros que “no pueden descuidar la vigilancia sobre las condiciones de concesión de sus créditos, especialmente en los préstamos al consumo a las familias”. Y señaló, como el BCE, que el riesgo es que aumente la morosidad y estos “créditos pasen de ser una fuente de ingresos a una fuente de pérdidas para la banca española”.

Advertidos quedan, pero los bancos prefieren arriesgarse y prestar  a las familias que dedicar su dinero a comprar deuda pública (el BCE se la va a dejar de comprar en diciembre) o prestar a empresas con riesgo dudoso o dejar ese dinero improductivo. Y más si sacan una elevada rentabilidad, que supera el 8%, más comisiones y otros ingresos colaterales (tarjetas, seguros, Planes de pensiones…). Además, algunos expertos señalan que “el riesgo no es para tanto”, porque el peso del crédito al consumo sobre el total del crédito al sector privado es bajo (6,9%) y similar al de la eurozona (6,6%), Italia (7,1%), Francia y Alemania (7,3%), según un informe de CaixaBank. Incluso sobre el crédito total de la banca a las familias, los créditos personales suponen en España el 12%, un porcentaje similar al de Alemania e inferior al de Francia, porque la mayoría de la financiación va a las hipotecas, según Funcas. Y además, la morosidad ha bajado, no ha subido con el crédito: del 7,7% sobre el total del crédito al consumo en 2014 al 5,2% de morosidad en 2017, según el Banco de España.

Haya o no riesgo ahora con el despunte del crédito, lo cierto es que el riesgo se va a agravar en los próximos años, con la esperada subida de los tipos de interés en Europa, a partir del otoño de 2019. De hecho, los tipos oficiales del BCE siguen en el 0% (mientras EEUU los ha subido ya 8 veces, la última en septiembre de 2018, al 2-2,25%), pero ya ha anunciado que subirán poco a poco a partir del verano próximo. Y el Euribor, la principal referencia para las hipotecas a tipo variable (pagan un tipo inicial y luego el Euribor +un diferencial) lleva 7 meses subiendo, aunque todavía está en negativo (-0,155 en octubre frente a -0,180 en octubre 2017 y +0,338 en octubre 2014). Con ello, las hipotecas que se han revisado en septiembre y octubre han tenido unos céntimos de subida en la cuota y será mayor en los próximos meses, sobre todo dentro de un año. La previsión de AFI es que el Euribor a un año suba un 0,4% en diciembre de 2019 y un 1,5% para diciembre de 2021, mientras Bankia apuesta por una subida del 1% para finales de 2020. Sólo con esta subida del Euribor, sin tener en cuenta cambios impositivos o subidas de la banca, una hipoteca media, de 150.000 euros a 20 años, se encarecería en 80 euros al mes para dentro de 2 años (de 678,72 a 758,80 euros si sube el Euribor un 1% y a 839,4 euros si sube un 2,1%).

Quizás no parezca una subida importante, pero los tipos podrían subir más y asfixiar a los endeudados si los mercados se ponen nerviosos ante un riesgo de nuevas turbulencias o de una nueva crisis. En cualquier caso, endeudarse será más caro y lo más preocupante es que hay 10 millones de españoles vulnerables (inactivos, parados, con empleos precarios o sueldos bajos), según un estudio de Fedea y Accenture, familias que si vienen "mal dadas" tendrían problemas para devolver su crédito personal o pagar el plazo de su tarjeta o su hipoteca. Y más si suben mucho los tipos. Por eso y porque ya nos ha pasado antes, ¡ojo a endeudarse! . No tropecemos dos veces con la misma piedra.

lunes, 3 de marzo de 2014

Hipotecas impagables: más desahucios en 2014


Una de cada tres familias españolas está pagando una hipoteca y la décima parte tiene problemas para hacerlo cada mes. Son 600.000 familias en grave riesgo de desahucio, un drama que siguió creciendo en 2013, a pesar de la Ley aprobada en solitario por el Gobierno. Y se espera que los desahucios crezcan en 2014, porque hay renegociaciones, está subiendo el Euribor con el que se revisan y a muchas familias se les acaban los ahorros o el paro para pagarlas. Tanto el Parlamento europeo como el BCE o el FMI han pedido al Gobierno español que tome medidas para ayudar a renegociar las hipotecas, una losa para las familias: su pago supone más del 40% de la renta para dos tercios de los hipotecados. Pero también son una losa para la recuperación: si las familias están asfixiadas con la hipoteca, no consumen y la economía no crece ni crea empleo. Ayudarles es ayudarnos a salir de la crisis.
enrique ortega

Toda Europa está endeudada, pero los españoles más. Y eso porque somos un país de propietarios, donde el 83% de las familias tienen su casa en propiedad frente al 60% de media europea o el 44 % en Alemania. Y eso nos lleva a que una de cada tres familias (32,9%), 5.940.000 hogares en 2011, tienen pendiente el pago de su hipoteca, según el INE (casi el doble que diez años antes: 3,4 millones debían su casa en 2001). Y hay cinco autonomías donde el porcentaje de familias con la hipoteca pendiente supera la media nacional: Melilla (37,7%), Comunidad Valenciana (36,7%), Ceuta (36,3%), Murcia (36,2%) y Madrid (34,8%).

El problema es que estas familias con hipoteca pendiente dedican ya una gran parte de sus ingresos a pagar la cuota mensual: suponía más de un 40% de su renta para el 57,6% de los hogares en 2011, según el Banco de España, y ahora sucederá ya en dos tercios de los hipotecados. Una pesada losa, mucho mayor que en el resto de Europa: si en España la deuda hipotecaria de las familias suponía el 65% del PIB (2011), en Alemania suponía el 46%, en Italia el 22% y en Francia el 21%. O sea, debemos comparativamente el doble o el triple.

Y el problema es que además, nos resulta más difícil pagar la hipoteca: tenemos más del doble de paro (26,03% frente al 10,7%) y más de la mitad de los parados ya no cobran subsidio (52,5% parados EPA), los salarios llevan varios años congelados o cayendo y se han recortado también ayudas y prestaciones sociales, con lo que la renta disponible ha caído y es un 25% inferior a la de alemanes o franceses. Así es más difícil pagar al banco y la prueba es que se ha disparado la morosidad: si en 2007 casi nadie dejaba de pagar la hipoteca (0,71% de morosidad) y lo mismo en 2010 (2,38%), en 2013 ya rondaba el 6%. Y Oliver Wyman estimaba que era mayor, porque los bancos estaban “tapando” la morosidad real refinanciando muchas hipotecas: hablaban del 9% de morosidad en 2012 (hoy quizás el 10%).

Eso significaría que 1 de cada 10 hipotecas pendientes tiene dificultades para pagarse. Unas 600.000 familias con muchas papeletas para sufrir un desahucio en los próximos meses, tras haber aumentado los desahucios en 2012 (43.853 desahucios, según el Consejo General del Poder Judicial y 39.167 según el Banco de España) y 2013 (35.098 sólo en el primer semestre, según el Banco de España). El temor es que los desahucios (150.000 desde que se inició la crisis) sigan creciendo en 2014, por varias razones. La principal, que muchos bancos se han visto obligados a revisar las hipotecas de sus clientes, después de que el Banco de España les obligara en abril de 2013 a ser más estrictos con el saneamiento de las muchas refinanciaciones hechas en 2009 y 2010. Y muchos no podrán hacer frente a las nuevas condiciones. Además, el Euribor (el tipo con el que se revisan anualmente las hipotecas), subió en enero, por segundo mes consecutivo tras casi dos años de bajadas, aunque ha bajado ligeramente en febrero. Y además, hay 581.441 hipotecados, casi uno de cada diez, que deben al banco más de lo que valen sus casas, las llamadas “hipotecas burbuja”. 

Más riesgo de que muchas hipotecas no se paguen y acaben en desahucio, porque además, las normas aprobadas en los últimos años para frenarlos no han funcionado: ni el real decreto Ley 8/2011 que aprobó Zapatero en julio 2011, ni los dos que aprobó Rajoy (real decreto Ley 6/2012 de marzo 2012 y real decreto Ley 27/2012 de noviembre 2012) ni la Ley 1/2013, de mayo 2013, que este Gobierno aprobó en solitario, con el rechazo de los afectados (PAH)  y el recurso del PSOE ante el Constitucional. Se ha mejorado algo el problema (se eleva de 1 a 3 los impagos necesarios para iniciar el proceso de desahucio, se facilitan las renegociaciones con quitas, se limitan los intereses de demora al 12% y se facilita que el juez frene los desahucios de hipotecas con cláusulas abusivas) pero sólo se frenan por dos años los desahucios en los casos más graves, de unas 120.000 familias. Y, sobre todo, no se fuerzan las renegociaciones.

El BCE emitió en mayo un dictamen señalando que esta Ley anti-desahucios española era “insuficiente” y pidió al Gobierno medidas más ambiciosas para evitar desahucios. La autoridad bancaria europea pide a España que incentive la reestructuración de la deuda, porque cree que es una solución más barata para la banca que ejecutar las hipotecas impagadas. El Parlamento europeo pidió en junio una normativa europea que contemple la dación en pago (dar la casa a cambio de liquidar la hipoteca) o la renegociación de la deuda de las familias en quiebra. Y en enero de 2014, la Comisión aprobó una Directiva que contempla una mayor protección de los hipotecados y la dación en pago en caso de que banco e hipotecado lo acuerden. También el FMI ha reiterado que España tiene “un grave problema de deuda privada” y que sólo renegociándola (hablan incluso de quitas) se podrá salir de la crisis.

Ciertamente, las hipotecas son una pesada losa para las familias españolas. Si durante el boom inmobiliario (2005 a 2008), las hipotecas crecieron en 200.000 millones, con la crisis (2009-2013) sólo se ha devuelto la mitad de este dinero nuevo y las familias todavía debían  a los bancos 611.521 millones de euros a finales de 2013 (un 61% del PIB español). A este ritmo de desendeudamiento, haría falta una década para quitarnos esta losa, a costa de muchos desahucios por el camino si apenas se crea empleo y los salarios no crecen. Por eso, urge tomar medidas para facilitar y acelerar el pago de estas hipotecas, porque si no, las hipotecas serán también una losa sobre la recuperación: las familias no podrán gastar, no habrá ventas, la economía crecerá al ralentí y se creará poco empleo.

La dación en pago (dar la casa a cambio de liquidar la hipoteca) no es una solución: al hipotecado le deja en la calle, sin que haya un parque de viviendas sociales en alquiler, y al banco le deja en muchos casos un agujero que nos toca sanear. La mejor solución es renegociar las hipotecas más problemáticas (al menos, esas 600.000): perdonar una parte de la deuda (quitas) para asegurar el cobro del resto ampliando plazos y bajando tipos. Todo para bajar la cuota a pagar cada mes. Sobre todo en las Cajas nacionalizadas y creando un “banco malo” de hipotecas particulares, como hizo Rooselvet en EEUU en 1933. Se trata de “rescatar a las familiascomo se ha rescatado a los bancos.

Y rescatar así a la economía, porque no saldremos de la crisis mientras la pesada losa de las hipotecas asfixie a una de cada tres familias, que han de dedicar sus menguantes ingresos a pagar su cuota mensual y no les queda para consumir, con lo que no se reaniman las ventas, la inversión, el crecimiento y el empleo. Ayudar a las familias más vulnerables a renegociar y pagar su hipoteca es una exigencia para asentar la débil recuperación. Si no, seguirá el goteo de desahucios, aunque ya no sean noticia. Sus hipotecas son un problema de todos.