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lunes, 28 de abril de 2025

Gasto en Seguridad: otro estímulo económico

El Gobierno español acaba de comprometerse con la OTAN y la UE a gastar 10.471 millones más este año en Defensa y Seguridad, para cumplir el objetivo de gastar el 2% del PIB. Para conseguirlo, ha arañado distintas partidas del Presupuesto, con dos promesas: no se recortará el gasto social y el 87% del gasto militar irá a empresas españolas, lo que permitirá crecer más y crear 100.000 empleos. Otra vez, como con la pandemia o Ucrania, se intenta “hacer de la necesidad virtud: aprovechar esta crisis para estimular la economía y dar un salto industrial con la Defensa y la Seguridad. Un empeño en el que está Europa, que busca una autonomía defensiva ahora que se retira Trump, con un Plan (“ReArmar Europa” ) para  gastar 800.000 millones en Defensa en 4 años. La clave es coordinarse los paises para gastar juntos y mejor, no “hacer la guerra” cada uno a su aire. Y que estas enormes inversiones relancen la economía, la industria y la tecnología europea.


La “pinza” de Trump y Putin ha puesto patas arriba el orden internacional, desde la Defensa al comercio y la economía. Y en el caso de Europa, las amenazas de Trump nos han hecho ver que “tenemos que defendernos solos”, que se ha acabado la época en que EEUU se hace cargo de la Seguridad y Defensa de los europeos, financiando el 69% de la OTAN, mientras los grandes paises europeos apenas financian este paraguas de seguridad común (el Reino Unido financia el 6% de la OTAN, Alemania el 5,27%, Francia el 4,7%, Italia el 2,72% y España el 1,24%). “La era del dividendo de la paz hace mucho que se acabó. Estamos en una era de rearme”, dijo recientemente la presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen.

De repente, en los últimos meses, la mayoría de los paises europeos se han dado cuenta del peligro, de que “tenemos que defendernos solos” ante un mundo más peligroso y donde EEUU (con o sin Trump) no está dispuesto a ser “el gendarme del mundo”. Esta preocupación por la Defensa y la Seguridad es mayor en los paises europeos que tienen frontera con Rusia (los nórdicos, bálticos y Polonia), pero ha calado en la opinión pública de toda Europa. De hecho, Alemania ha reformado su Constitución para elevar su gasto en Defensa, Polonia ha pedido a Washington el despliegue de armas nucleares en su territorio, los paises bálticos y Polonia estudian volver a desplegar minas antipersona en su frontera con Rusia y hay varios paises europeos (Polonia, Alemania o Francia) que se plantean reimplantar el servicio militar obligatorio (en España se abolió en 2001), que ya tienen 10 paises UE (Estonia, Letonia, Lituania, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Croacia, Austria, Grecia y Chipre) y otros 6 europeos (Noruega, Turquía, Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y Suiza).

En definitiva, que tras las crisis de la pandemia y la invasión de Ucrania, la llegada al poder de Trump ha desatado en Europa otra nueva crisis, la preocupación por “la autonomía estratégica” de Europa, la necesidad de reforzar la Defensa y la Seguridad europeas. El 4 de marzo, la presidenta de la Comisión lanzó un Plan estratégico, “ReArm Europe” (ReArmar Europa), con una cifra mágica (la misma que la del Plan “Next Generation” contra la pandemia): gastar 800.000 millones en 4 años para dar un salto hacia adelante en la autonomía estratégica de Europa, para financiar proyectos de Defensa y seguridad europeos. El Plan incluye 150.000 millones de créditos europeos (financiados con la emisión de “deuda europea”), que se ponen a disposición de los 27 paises UE (y otros que los pidan), para financiar proyectos de rearme. Y se propone que los 650.000 millones restantes los financien los paises, a cambio de dejarles que gasten más y superen sus déficits (hasta un 1,5% del PIB) sin sancionarles.

Unos días después, el 19 de enero, la Comisión Europea publicó el Libro Blanco sobre la defensa Europea, concretando más el Plan “ReArmar Europa”. Ahí se esbozan las prioridades de inversión en la Defensa y Seguridad europeas: avanzar en los sectores donde Europa tiene más necesidades sin cubrir, realizar compras conjuntas de armamento y seguridad (como con las vacunas), fomentar la creación de una potente industria europea de la Defensa (con la coordinación o fusión de empresas), avanzar en la innovación tecnológica y conseguir una mayor autosuficiencia estratégica, para que los suministros futuros vengan de empresas europeas (ahora, el 60% del armamento paises UE se compra a EEUU).

Al día siguiente de presentarse estos Planes se convocó una Cumbre europea, donde los paises apoyaron estas propuestas de “rearme europeo”, aunque con matices: unos, como Alemania o Francia, están de acuerdo en movilizar fondos nacionales para reforzar su Defensa (300.000 millones Alemania y 200.000 millones Francia) mientras otros, como España y Polonia defienden que haya “un Fondo Europeo de Defensa”, como el Fondo Next Generation” contra la pandemia, que incluya no sólo créditos (los 150.000 millones prometidos por la Comisión) sino subvenciones a fondo perdido (como los del Plan de recuperación), para facilitar que los paises con menos recursos inviertan en Defensa y Seguridad.

En medio de este panorama europeo “de rearme”, España se veía “señalada”, por ser el país europeo que menos gasta en Defensa: 1,4% del PIB en 2024, sólo por detrás de Luxemburgo (1,29%), Eslovenia (1,29%) y Bélgica (1,3%), como Italia (1,49%) pero lejos del 2,12% de Alemania, el 2,06% de Francia o el 4,12% de Polonia (y del 3,71% de USA). Y sobre todo, España no ha cumplido el compromiso firmado por Rajoy en 2014, en la Cumbre de la OTAN de Gales: que todos los paises gastarían el 2% del PIB en Defensa en 2024. El Gobierno Sánchez pensaba cumplirlo más tarde, en 2029, presionado por la falta de Presupuestos y la postura “pacifista” de Sumar y Podemos. Pero estaba en medio de esa “vorágine europea de rearme” y se ha sentido presionado por Italia y Bélgica, que acaban de comprometerse a gastar ese 2% en Defensa este año. Así que, el día antes del plazo dado por la OTAN para enviar sus previsiones, el Consejo de Ministros aprobó (el 22 de abril). aumentar el gasto para alcanzar ese 2% en Defensa este año 2025, no en 2029.

Una vez más, como en la pandemia o la crisis de Ucrania, el Gobierno ha querido “hacer de la necesidad virtud” y propone que España aproveche el reto del “rearme” para dar un salto industrial y tecnológico, para reforzar el crecimiento, la innovación y el empleo con el gasto en Defensa y Seguridad. Así justifica gastar este año 10.471 millones más, para acabar gastando 33.123 millones en Defensa y Seguridad en 2025, el 2% del PIB. Como no hay Presupuesto y resultaría imposible que el Congreso apruebe este mayor gasto (los socios del Gobierno no quieren gastar más y el PP y Vox no quieren apoyar al Gobierno en un mayor gasto con el que están de acuerdo), el Gobierno ha buscado “un atajo”: arañar dinero de otras partidas para conseguir esos 10.471 millones extras.

El nuevo dinero para gastar este año en Defensa y Seguridad (10.471 millones) sale de tres fuentes: de reasignar partidas del Plan de Recuperación (como 1.300 millones para Ciberseguridad), de los ahorros conseguidos en el Presupuesto (3.000 millones menos gastados en intereses de la deuda pública, 2.819 millones del Fondo de Liquidez Autonómica o los 1.700 millones en compensar a las autonomías por menores ingresos, que ya no están justificados, 1.680 millones de préstamos de Industria y 1.395 millones del Fondo de contingencia) y por una mayor recaudación fiscal debido al mayor crecimiento y empleo.

El propio Pedro Sánchez explicó, al aprobar este gasto extra, a qué se destina, dejando claro que sólo el 18,75% de este nuevo gasto será para armamento (1.962 millones), para blindados, fragatas y armas, para “equipos de Defensa y disuasión más eficientes y seguros para los soldados españoles”. El resto del gasto (81,25%) no es gasto en armas sino en Defensa y Seguridad. La mayor partida, 3.712 millones (el 35% del gasto extra) se destina a mejorar la situación de las Fuerzas Armadas españolas: aumento de plantillas, mejora de sueldos (más bajos que en Europa), mejor formación y equipamiento. La segunda mayor partida, 3.262 millones (el 31,16%) se destina a mejoras de telecomunicaciones y Ciberseguridad (cada año sufrimos más de 1.000 ciberataques en infraestructuras críticas, desde hospitales a redes de energía y aeropuertos). La cuarta mayor partida (la 3ª es la compra de armamento) se destina a reforzar las Fuerzas Armadas para que atiendan catástrofes naturales (inundaciones, incendios…): se invertirán 1.750 millones (el 17% del gasto extra). Y la 5ª partida son 328 millones (el 3.14%) se destina a mejorar el equipamiento de los 3.000 militares españoles que participan en misiones extranjeras (16).

Pedro Sánchez justificó este mayor gasto militar en que “el mundo ha cambiado” y España se tiene que “implicar en la Defensa de Europa”. Y planteó dos compromisos. Uno, que este mayor gasto militar se va a financiar sin tocar el gasto social: “una economía saneada y dinámica como la española puede invertir en bienestar y en seguridad al mismo tiempo”. El otro, que el 87% de esta inversión en Defensa y Seguridad “se quedará en España”: 9.000 millones del gasto extra irán a empresas españolas de todas las autonomías (“vamos a exigir a las empresas que involucren en los proyectos a pymes y empresas emergentes”). Además, más de un tercio de las inversiones son en “tecnologías de doble uso”, es decir que no sólo suponen una innovación para la defensa sino también para toda la economía.

Al final, la filosofía del Gobierno es otra vez aprovechar una crisis, como la de la pandemia o la invasión de Ucrania, para “hacer de la necesidad virtud”: ya que tenemos que gastar en Defensa y Seguridad , que sirva para que España dé otro salto tecnológico e industrial, para reforzar la industria de la Defensa, Seguridad y Telecomunicaciones, que en España  integran 400 empresas (muchas de ellas “punteras”), con 36.000 empleos. Precisamente, el presidente Sánchez se reunió con ellas en La Moncloa, en marzo, para pedirles que reforzaran sus inversiones y se prepararan para “el rearme europeo”, participando en programas con otras empresas del continente. Con todo este programa inversor en Defensa y Seguridad, el Gobierno espera crecer más (un +0,4/+0,7% adicional del PIB), crear 100.000 nuevos empleos (de calidad) y aumentar la inversión en tecnología un 18%. Otro fuerte estímulo al crecimiento, como lo está siendo el Plan de recuperación.

España no ha querido esperar a que Bruselas concrete su Plan ReArmar Europa para comprometer este gasto extra en Defensa y Seguridad, con el que se presentará a la Cumbre de la OTAN de junio en La Haya. Una Cumbre donde se espera aumentar el gasto militar de la OTAN hasta el 3,5% del PIB en 10 años. Así que España y el resto de Europa tendrán que seguir aumentando su gasto en Defensa y Seguridad en los próximos años, con fondos europeos y nacionales. El objetivo de Bruselas es conseguir un gasto militar y una mayor independencia estratégica en 5 años, la base de un “ejército Europeo”. Para ello, tratarán de reforzar la industria de defensa europea (con programas de inversión y fabricación conjunta), unificando compras y equipos y coordinando prioridades.

El último informe sobre Defensa del Parlamento Europeo, presentado el 2 de abril, refleja las carencias comunitarias, las que deben ser ahora las prioridades europeas: comunicaciones por satélite (habría que integrar las empresas Thales, Airbus y Leonardo, para crear un gigante europeo que compita con los satélites de Elon Musk), los aviones de transporte de tropas y de reabastecimiento en vuelo (ahora son de USA), conseguir cadenas de mando y control integrados y avanzar en artillería y escudos antimisiles. Y es clave avanzar en las compras conjuntas, tras la aprobación por Bruselas del EDIRPA, la norma que obliga a los paises a que el material militar que compren contenga un 65% de material “made in Europe”…

Bueno, parece que Europa “se ha despertado de un sueño” y ahora la mayoría de paises y ciudadanos (por las encuestan) apoyan un mayor gasto en Defensa y Seguridad, sabiendo que no es tanto gastar más en cañones, tanques o aviones como gastar en tecnología, satélites, inteligencia militar y ciberseguridad. Y que no se trata de gastar más sino de gastar mejor y juntos. Porque se da la paradoja de que Europa es la 2ª potencia militar del Planeta, tanto en efectivos como en capacidades y gasto, pero no es eficaz porque no actúa como un solo país, sino que son 27 paises (o 35) “haciendo la guerra por su cuenta”, con sus propias estructuras, sus distintas prioridades y su distinto armamento (un ejemplo: en Europa hay 20 tipos distintos de tanques…). Hay que avanzar en unificar la Defensa y Seguridad del continente, un eslabón clave para conseguir una Europa más integrada y unida.

En definitiva, nos guste o no, Europa tiene que “rearmarse”, para poder “auto defenderse” en el futuro ante un mundo convulso y de bloques. Tardaremos años y nos costará dinero y grandes esfuerzos, pero no se puede delegar nuestra seguridad en otros. El dilema no es “cañones o mantequilla” sino “seguridad o inseguridad”. Europa no puede aspirar sólo a mantener el Estado de Bienestar de sus ciudadanos porque sin seguridad no hay bienestar. No se trata de ser “militarista” o “pacifista”: la realidad es que hay que invertir para defenderse. Y si encima conseguimos reanimar  la economía, crear empleo y ganar en industrialización y tecnología, mejor.

jueves, 27 de marzo de 2025

La economía mundial, "patas arriba" por Trump

No lo hemos votado, pero ya sufrimos el desgobierno de Trump. No sólo porque ponga en peligro la seguridad, la democracia y el Estado del bienestar en Europa, con su apoyo a la extrema derecha y a Putin, sino porque nos afecta al bolsillo: el mundo crecerá menos este año y tendrá más inflación, por el proteccionismo y los aranceles de Trump, según alerta la OCDE. Y Europa seguirá estancada, con más inflación y sin poder bajar más los tipos, según el BCE. El daño dependerá de los aranceles que finalmente aplique Trump al resto del mundo (automóviles y otros), el  2 de abril. España los sufrirá (desde  el aceite y el vino a la maquinaria),  aunque menos que Alemania, Irlanda, Italia o Francia. Es urgente que Europa reaccione con más firmeza ante esta “epidemia Trump”, con más inversiones y proyectos para afianzar la competitividad, la industria, la tecnología y la descarbonización, para reanimar la economía y el empleo y asegurarnos la autosuficiencia, la seguridad  y la democracia.

               Trump concretará aranceles a Europa el 2 de abril

Hoy se cumplen 67 días desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EEUU y parece que ha pasado un año, a juzgar por el tsunami que han provocado sus medidas (dictatoriales, contradictorias y nefastas) en EEUU y en el resto del mundo. No sólo está desmontando las bases políticas de la democracia más antigua del Planeta (249 años) sino que se ha dedicado a desmantelar la cooperación multilateral (OMS, ONU, Acuerdo del Clima …) y retornar al gobierno de la fuerza de las grandes potencias (EEUU, Rusia y China), relegando y desprotegiendo a Europa (que se ve obligada a gastar más en Defensa y Seguridad) , con ataques a su democracia liberal y su Estado del Bienestar, apoyando a la extrema derecha del continente, que defiende “menos Europa”, más nacionalismos, menos inmigrantes y no seguir luchando contra el Cambio Climático. Pero el desgobierno de Trump no sólo afecta a nuestra democracia y a nuestros derechos sociales, también a nuestro bolsillo.

La alerta la acaba de lanzar la OCDE, el organismo que agrupa a los 35 grandes paises de Occidente: la economía mundial va a crecer menos este año 2025, por las políticas proteccionistas de Trump y la incertidumbre geopolítica: el mundo crecerá el 2,2% en 2025 (-0,2% menos de lo previsto en diciembre) y el 1,6% en 2026 (-0,5% de lo que preveían hace sólo tres meses). El crecimiento será este año menor al esperado en EEUU (2,1%, -0,2%), la eurozona (1%, una rebaja del -0,3%), Alemania (0,4%, -0,3% que en diciembre), Francia (0,8%, -0.1 sobre lo previsto), Italia (0,7%, -0,2% frente a lo previsto antes) y Reino Unido (1,4%, -0,3% de rebaja), aunque España será el único país que crecerá más de lo previsto en diciembre (2,6%, +0,3%), junto con China (4,8%, +01% de lo previsto). México entrará en recesión (-1,3%) y Canadá apenas crecerá (0,7%, -1,3% que antes).

La otra consecuencia negativa de la incertidumbre económica desatada por Trump y sus aranceles es que subirá la inflación en el mundo: aumentará un 0.3% adicional en los próximos 3 años, según la OCDE, que estima una inflación mundial del 3,8% en 2025, un 2,2% en la zona euro (+0,1% que antes), 2,4% en Alemania (+0,4%) y un 2,8% en EEUU (+0,7% más de lo previsto en diciembre), mientras subirá al 2,5% en España (+0,4% sobre la previsión anterior), el 1,5% en Francia (-0,1%) y el 1,7% en Italia (-0,4%), disparándose la inflación en Canadá (3,1%, +1,1% que en diciembre) y México (4,4%, +1,1%).

En el caso específico de Europa, el BCE acaba de lanzar otra alerta: si Trump ejecuta su amenaza de aranceles a los productos europeos, la zona euro se estancará, creciendo sólo un 0,4% en 2025 (frente al 0,9% que esperaban creciera hace unos meses). Y además, subirá más la inflación, al encarecerse los productos importados de EEUU, del 2,3% que antes se esperaba al 2,8% en 2025. Y eso, advierte el BCE, les dificultará nuevas bajadas de los tipos de interés, que están en el 2,5% tras las 6 bajadas hechas en los últimos 9 meses. De hecho, el Euribor , que marca la revisión de las hipotecas, ha frenado sus bajadas y lleva una media mensual de 2,414%, superior al Euribor de febrero (2,407%).

Así que las medidas de Trump y la incertidumbre geopolítica que ha desatado supondrán un menor crecimiento de la mayoría de paises, que afectará a España (exportaremos menos y los turistas tendrán menos dinero para visitarnos y gastar, retrayendo además las inversiones extranjeras hacia España), nos subirá la inflación (por el encarecimiento de las importaciones, entre ellas la energía) y evitará que nos bajen más las hipotecas, lo que acabará frenando el consumo, la inversión y el empleo, con el riesgo de que el mayor gasto en Defensa y Seguridad que nos exigirá Europa obligue a relegar otras inversiones y gastos sociales. Demasiadas consecuencias como para no preocuparse.

Y todas estas previsiones negativas se han hecho sin que aún sepamos realmente los aranceles (impuestos a los productos extranjeros)  que va a imponer Trump al resto del mundo, porque en las últimas semanas se ha dedicado a amenazar y luego desdecirse, con lo que resulta difícil seguirle. Las decisiones que sí ha tomado han sido subir un 10% los aranceles a China el 4 de febrero y otro 10% adicional (20% en total) el 4 de marzo. Y decretar una subida de aranceles al acero y al aluminio del resto del mundo, desde el 12 de marzo. A partir de aquí, el resto de las subidas de aranceles  las anunciará el próximo miércoles 2 de abril , que Trump ha bautizado como “el día de la liberación”, asegurando a los norteamericanos que va a recaudar “miles de millones de dólares”… Eso sí, como "aperitivo", ayer Trump anticipó que subirá los aranceles un 25% a todos los coches extranjeros (Europa vende 750.000 coches al año a EEUU...).

¿Qué otros aranceles va a aplicar Trump el 2 de abril ? En un principio, su Administración ha hablado de gravar con aranceles los productos extranjeros de algunos sectores, como los automóviles, microprocesadores, productos farmacéuticos y alimentos y bebidas (vino, aceite). Pero ahora, parece que los futuros aranceles no serán tanto sectoriales como “recíprocos:  se centrarán en los paises con los que EEUU tiene más déficit comercial, además de los aranceles del 25% a sus vecinos Canadá y México (aprobados ya, pero con 2 prórrogas sobre su entrada en vigor). Eso significaría que los aranceles serían mayores con las regiones y paises con los que EEUU tiene un mayor déficit comercial.

Veamos cuáles son. En 2024, el “agujero” comercial de EEUU (déficit, la diferencia entre lo que importa y lo que exporta) fue de 1,212 billones de dólares (1.212.000.000 millones $), mayor que en 2013 (1,062 billones) y en 2022 (1,173 billones), un déficit alentado por el fuerte consumo de los estadounidenses estos años y la pérdida de competitividad de algunas industrias y sectores, que han aupado a Trump. La cuarta parte de este déficit comercial USA es con China (-295.400 millones de dólares en 2024, menor que entre 2012 y 2022), seguido del déficit comercial con la Unión Europea (-235.571 millones de dólares), México (-171.189 millones $), Vietnam (-132.500 millones $), Taiwán (-73.900 millones $), Japón (-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones $). Así que, lo probable es que Trump aumente más los aranceles a China, la UE, México, Vietnam, Taiwán, Japón y Canadá.

Después de China, la UE es la bestia negra de Trump, no sólo por el déficit comercial sino también porque su Gobierno está apoyado por “la tecnocracia de Internet” (Meta, Google, Amazon, X…), que han tenido y tienen serios “encontronazos regulatorios” (expedientes y multas) con la Comisión Europea, que les impone normas y Leyes. Además, el modelo político y social de la UE es “enemigo político” de Trump y su ultraderecha, que defienden recortes en la Administración, obligando a los norteamericanos a pagarse (aún más) la sanidad, la educación o recortando los gastos sociales. Son dos modelos sociales” enfrentados y la Administración Trump pretende debilitar a Europa recortando su papel en la OTAN (que obliga a un mayor gasto europeo en Defensa y Seguridad y apoyando a la extrema derecha europea, para exportar su “modelo” (antisocial, antinmigración y anti verde).

Pero los aranceles de Trump pretenden, sobre todo, debilitar a la economía europea y forzar más compras de productos “made in USA” (sobre todo energía) y la instalación en suelo norteamericano de más empresas extranjeras. Por eso, los grandes objetivos de Trump en Europa son las economías que más les venden, las que tienen un mayor superávit comercial con EEUU. En 2024, el superávit comercial de la UE-27 con EEUU fue de +198.200 millones de euros (+26% sobre 2023), según Eurostat, un superávit para Europa que ha ido en aumento, incluso durante el primer mandato de Trump (en 2018 era de +136.382 millones de euros y subió a +152.723 millones en 2020).

La mayor parte de este superávit europeo ( o del déficit comercial de EEUU frente a Europa) se concentra en 5 paises que serán los que más “sufran” ahora los aranceles de Trump: Alemania (+92.247 millones de superávit comercial con USA en 2024), Irlanda (+50.828 millones), Italia (+38.870 millones), Austria (+11.415 millones) y Suecia (+9.299 millones). Francia apenas tiene superávit comercial con EEUU (+2.989 millones euros) y sólo hay 2 paises de la UE que tengan déficit comercial con EEUU: Paises Bajos (-24.758 millones) y España (-5.981 millones de déficit comercial con EEUU en 2024).

Con estas cifras, lo “esperable” (con Trump es mucho decir) sería que los paises más afectados por los esperados aranceles USA a Europa sean Alemania e Italia, también Francia (son los 3 que más les venden), y menos Irlanda, porque allí hay instaladas muchas multinacionales USA. España podría verse menos afectada, porque tenemos déficit con EEUU y les vendemos poco (18.971 millones de euros en 2024), además de que estas ventas representan menos porcentaje del total exportaciones no europeas (el 12,3%) que en el caso de Irlanda (el 53,7% de sus exportaciones no UE van a EEUU), Austria (25,7%), Portugal (23,3%), Finlandia (23%) y Alemania (el 22,7% de las exportaciones no europeas van a EEUU). Pero eso no quita para que haya preocupación en algunos sectores españoles, “amenazados” por posibles aranceles de Trump: aceite de oliva, vino, piezas de automóvil, medicamentos, cerámica y motores/aparatos eléctricos.

La Comisión Europea (y no los paises) es quien tiene la competencia sobre comercio exterior y la que tiene que responder a los aranceles de Trump. Inicialmente, Bruselas elaboró una lista de productos made in USA a los que aplicar aranceles (impuestos) el 2 de abril: barcos de recreo, motos Harley Davison y ropa Levis, más productos agrícolas (soja) y bourbon, una lista de productos agrícolas e industriales que está pactando con los paises. Pero, finalmente, la Comisión ha decidido “posponer” 2 semanas, hasta el 16 de abril, la lista y la entrada en vigor de estos aranceles europeos que responden a las amenazas de Trump. Es una manera de “ganar tiempo”, para conocer la lista USA del 2 de abril y posibles negociaciones.

Al final, habrá que esperar al 2 de abril para ver hasta donde llegan los aranceles de Trump y la respuesta europea. Pero mientras, hay varias cuestiones claras. Una, que parte del daño está hecho, por el aumento de la incertidumbre económica, que está hundiendo el crecimiento y avivando la inflación. Dos, que los aranceles no benefician a nadie, tampoco a Europa, aunque Trump sólo entiende las respuestas enérgicas y habrá que responderle con aranceles que dañarán, no sólo a los norteamericanos sino también a los europeos. Y tres, que Europa está ante otro “momento crítico, como cuando llegó la pandemia o Rusia invadió Ucrania. Y como en estas dos crisis, ha de reaccionar unida y tomando medidas contundentes.

Si el desgobierno de Trump y el avance de las autocracias parece imparable, Europa tiene que reforzarse, no sólo políticamente (reforzando la integración europea y consiguiendo una mayor autonomía en Defensa y Seguridad) sino sobre todo económicamente. Si la epidemia del COVID dio lugar al Plan de Recuperación, la “epidemia Trump” debe obligar a poner en marcha otro Plan ambicioso, que permita invertir en modernizar la economía europea, con más tecnología, innovación , digitalización y descarbonización, que permita remontar los daños de los aranceles y mejorar el crecimiento y la competitividad europea en el mundo, buscando nuevos socios e inversores (Canadá, Latinoamérica, Australia, Asia) al margen de EEUU. Urge poner en marcha el Plan Draghi para asegurar el futuro de Europa.

No parece que Europa, con la crisis política en Alemania, Francia e Italia, haya optado por esta vía y de momento sólo avanza en la mejora de la seguridad, “asustada” por Rusia. Pero urge poner en marcha un 2º Plan de Recuperación europeo, avanzando en un tema clave: Europa necesita más recursos públicos (el Presupuesto europeo es ridículo: el 1% del PIB, mientras el Presupuesto Federal USA  asciende al 38,5% de su PIB ) y más inversión privada (urge la reforma de los mercados de capitales y promover multinacionales europeas) para financiar este “saldo adelante” que necesitamos. Y sobre todo, avanzar en una Europa más unida, frente al avance de la ultraderecha nacionalista. No son tareas fáciles.

lunes, 23 de abril de 2018

Para Defensa sí hay Presupuesto


En los Presupuestos para 2018, ahora en el Congreso, el gasto en Defensa es la 2ª partida que más crece (+10,7%). Luego será realmente más, porque todos los años se acaba gastando más de lo presupuestado: 22.000 millones extras en los últimos 15 años (1.350 millones más sólo en 2017). Y el Gobierno Rajoy se ha comprometido con la OTAN a gastar 18.000 millones en Defensa en 2024, un 80% más que hoy, tras aprobar nuevos programas de armamento. Y todo ello en un mundo y una Europa que se están rearmando, que gastan más en Defensa con la excusa de “militarizar” la lucha contra el terrorismo, la inmigración ilegal y los ciberataques. La seguridad no debería suponer rearmarse sino invertir en inteligencia, policía y vigilancia, bajo un estricto control civil. Y en Defensa, España debería reformar sus Fuerzas Armadas, recortando efectivos y especializándolos, dentro de una mayor coordinación europea. Una Defensa  más barata y con costes transparentes. Otro debate que no se hace.

enrique ortega

El gasto en Defensa siempre ha tenido “mala imagen y los Gobiernos democráticos han tendido a “camuflarlo”, con distintos “trucos contables”: créditos extraordinarios al margen de los Presupuestos, partidas de gasto en organismos autónomos, gastos en misiones internacionales que se computan después… El resultado es que una cosa son los Presupuestos de Defensa que se aprueban cada año y otra los Presupuestos realmente ejecutados: los “gastos extras” en Defensa han sido de 21.973 millones de euros entre 2002 y 2017 (la mitad, 11.709 millones, con Rajoy), según las estadísticas anuales de ejecución presupuestaria de la Intervención General (Hacienda). Una media del 15% de desviación, el equivalente a dos años y medio de Presupuesto de Defensa.

Un acicate a este “encubrimiento” de gastos (mayor en los años de recortes) fue la aprobación por el Gobierno Aznar, en 1997, de un ambicioso Plan para modernizar las Fuerzas Armadas, los PEAS (Programas Especiales de Armamento), que comprometieron un gasto de 30.075 millones en la compra de 19 sistemas de armamento: fragatas, buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques, misiles y artillería. Para pagarlo, se inventó un “truco contable”: Industria daba un crédito público sin interés de 14.000 millones de euros a las empresas de armamento, para que fueran fabricando el material y luego Defensa les pagaría el armamento a partir de 2011, cuando lo fueran recibiendo.


Pero llegó la crisis y el Gobierno Zapatero no hizo frente a las primeras facturas, con la excusa de recortar el déficit. Y al llegar Rajoy, se encontró con esta “herencia” de Aznar (ver aquí otras) y aprobó, en 2012, el primer crédito extraordinario para afrontar las deudas de 2010 a 2012. Y en 2013, el ministro Morenés (que venía de la industria de Defensa) renegoció los pagos de los PEAS, aprobando en agosto de 2013 un nuevo calendario: se ampliaba el plazo de pago (de 2025 hasta 2030) y a cambio se les pagaba algo más (+2.500 millones) por menos material, con plazos anuales crecientes.

Esto ha sido una hipoteca desde 2012: cada año se aprobaba un Presupuesto de Defensa y luego en verano se aprobaba un crédito extraordinario para cubrir los pagos de armamento: 1.783 millones en 2012, 877 en 2013, 884 en 2014 y 856 en 2015. En 2016 ya no hay crédito extraordinario porque lo prohíbe una sentencia del Tribunal Constitucional (7 julio 2016), al que habían recurrido en 2014 los partidos UPyD, PSOE, IU y CiU. Pero el armamento comprado por Aznar hay que pagarlo y en el Presupuesto 2017 se incluye una partida extra (1.850 millones) para pagar los compromisos de 2016 y 2017, con lo que el Presupuesto de Defensa sube un 36% (hasta 7.639 millones). Pero al final, incluso con esta partida extra, el gasto real en Defensa ha sido mayor en 2017: se ha desviado 1.349 millones más, hasta los 8.988 millones, según los recientes datos de la Intervención general (Hacienda).

Así que los Presupuestos de Defensa siempre “engordan”. Y lo mismo pasará en 2018, donde es el 2º Ministerio en el que más crece el gasto, tras Fomento, hasta los 8.453 millones, un 10,7% más que el Presupuesto (inicial) de 2017. Pero ahí, en esa cifra, faltan gastos, como las misiones internacionales, que no se presupuestan cada año (debería hacerse, según el Tribunal de Cuentas, porque están previstas) y que cuestan casi 1.000 millones anuales. Tampoco figuran gastos que hacen organismos autónomos y otros están previstos a la baja, con lo que se espera que el gasto real en Defensa ronde los 10.500 millones de euros en 2018 (+16% sobre lo ejecutado en 2017), no los 8.453 millones presupuestados.

Mientras el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas piden que el gasto en Defensa sea más transparente, son muchos los que se agarran a que España “gasta poco en Defensa”. No tan poco. En 2016, el gasto en Defensa supuso el 1,0% del PIB, según los recientes datos de Eurostat, por debajo del 1,3% que gastó la UE-28. Pero hay 10 países europeos que gastan menos en Defensa que España: Irlanda (0,3%), Luxemburgo (0,4%), Malta y Austria (0,6%), Hungría y República Checa (0,7%), Bélgica (0,8%), Eslovenia, Rumanía y Portugal (0,9% del PIB). Alemania y Eslovaquia gastan lo mismo (1% PIB) y los 15 países restantes gastan más, sobre todo Grecia (2,1%), Reino Unido (2% del PIB), Francia (1,8%), Polonia (1,6%) e Italia (1,3%). O sea, que gastamos menos en Defensa que los grandes.

Claro que hay expertos que señalan que el gasto real en Defensa en España es el cuádruple del que se dice.  Un detallado estudio de los gastos en Defensa en 2017, elaborado por el colectivo Utopía Contagiosa, eleva el gasto en Defensa de los 7.639 millones presupuestados a 34.068 millones, tras añadir una serie de partidas “ocultas” en otros Ministerios y epígrafes: 3.549 millones en clases pasivas (pensiones de militares), 1.702 millones en organismos autónomos militares (INVIED, ISFAS, INTA), gastos del Ministerio del Interior (2.707 millones) y, sobre todo deuda militar (16.386 millones más). De ser así y computarse como Defensa un gasto anual de 34.068 millones, estaríamos hablando de un gasto en Defensa del 2,92% del PIB, superior con mucho al del resto de Europa.

Mientras esperamos que “alguien” exija aclarar cuánto gastamos de verdad en Defensa, el presidente Rajoy ya se ha comprometido a gastar más: en diciembre de 2017 envió una carta al secretario general de la OTAN donde se comprometía a gastar 18.000 millones de euros en Defensa en 2014, un 80% más que ahora. Un compromiso que obligará  a que el gasto de Defensa crezca más que los demás Ministerios en los próximos años, mientras Rajoy se ha comprometido con Bruselas a recortar el peso del gasto en educación, sanidad y gastos sociales, donde España sí gasta realmente menos que Europa, no sólo en Defensa, según Eurostat. Así, en educación, España gasta el 4% (el 2º país de los 28 que menos gasta), frente al 4,7% de media en la UE-28 y el 5,4% de Francia. En sanidad, gastamos el 6% del PIB (el país UE que menos gasta), frente al 7,1% de media UE-28 y el 8,1% de Francia. Y en protección social, España gasta el 16,8% del PIB, frente al 19,1% de la UE-28 y el 24,4% de Francia. Así que vale, gastamos algo menos en Defensa, pero mucho menos en educación, sanidad y gastos sociales y Rajoy no se compromete a gastar un 80% más, como en Defensa, sino porcentualmente menos, de aquí a 2024.

El Gobierno Rajoy se suma así a la ola de “rearme militar” que recorre el mundo y Europa. Este año 2018, el gasto militar mundial será el más elevado desde el final de la guerra fría (1990), con  más de los 1,69 billones de dólares de gasto de 2016 (1,38 billones de euros), según Jane´s Defence Budgets, destacando EEUU (611.000 millones dólares), China (215.000), Rusia (69.200), Arabia Saudí (63.700) e India (55.900 millones dólares). El gasto militar crece en todo el mundo (ver mapa), pero sobre todo en Oriente Medio, norte de África y Europa oriental, según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Y también crecerá en Europa, que el 13 de noviembre de 2017 aprobó, con el apoyo de 25 países (todos menos Reino Unido, Dinamarca y Malta) la Europa de la Defensa, aunque bajo un nombre que “lo esconde”: la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), una iniciativa paralela a la OTAN por la que los 25 países europeos firmantes se comprometen a aumentar su gasto en armamento, en línea con el 2% del PIB que pide la OTAN. Además, van a poner en marcha programas europeos de armamento (para fomentar una industria europea de la Defensa), financiados en parte por un Fondo europeo para la Defensa, creado en junio de 2017, que contará con 5.000 millones anuales. Algo nuevo en la historia de la UE, donde nunca antes se había puesto dinero comunitario para financiar armamento. Es la respuesta europea a la sensación de inseguridad en Europa: “militarizar” la respuesta a los desafíos del terrorismo, la inmigración y la ciberseguridad.

En este contexto, de apoyo político europeo al gasto en Defensa, el gobierno Rajoy quiere conseguir fondos europeos para financiar nuevo armamento en España. Así, el Consejo de Ministros aprobó 7 nuevos programas de armamento, un gasto de 10.805 millones a 15 años, que ya empezamos a pagar en el Presupuesto 2018 y que España quiere “colar” en los programas de Defensa europeos. Son inversiones en 5 fragatas F-110, 350 a 400 blindados 8x8, 3 aviones cisterna, 4 drones, 3 nuevos helicópteros NH-90, modernización de los helicópteros de transporte CH-47 y un nuevo avión de entrenamiento, además de ver qué se hace con los submarinos S-80, una historia “increíble”: estaba previsto en los PEAS comprar 4 submarinos y que se entregaran en 2013, pero resultó que no flotaban (pesaban “demasiado”) y se retrasa su entrega a 2021, con un sobrecoste que hace que el dinero previsto (2.135 millones) sólo da para comprar 1 submarino, no 4… Otra “historia” que colea es la compra de 27 aviones A-400 M: ya no cumplen las características requeridas y España sólo quiere 13 de los 27 encargados. Y Airbus dice que o busca comprador para ellos o le pagan 250 millones de indemnización…

Rajoy y su ministra de Cospedal reiteran una y otra vez que España “cumplirá con su parte en la Defensa europea” y que además este gasto militar es bueno, porque crea empleo. Empezando por esto, hay que aclarar que los grandes contratos de Defensa se han hecho con multinacionales norteamericanas (tanques y munición para Santa Bárbara General Dynamics)  y europeas,  donde España apenas tiene participación, como el programa  Eurofighter (14% CASA) y el grupo Airbus (4% CASA). Sólo los submarinos S-80 (los que han “engordado) y las fragatas F-100 se fabrican 100% en España, en Navantia. Los expertos estiman que sólo 1 de cada 5 euros invertidos en armamento implican negocio y empleo en España, mientras Francia, Alemania o Reino Unido, con potentes industrias de armamento, se quedan “dentro” casi todos sus contratos de Defensa, según un informe de la Comisión Europea.

En cuanto a la Defensa europea, hay dos críticas que hacer. Una, que la situación actual es un desastre, como reconoció el anterior ministro alemán de Exteriores: “gastamos el 50% que EEUU en Defensa pero sólo tenemos un 50% de rendimiento porque todos hacemos lo mismo y no nos coordinamos”. Son 25 países comprando los mismos aviones, tanques o fragatas y cada uno defendiendo sus fronteras. El otro problema es más de fondo: ante la sensación de inseguridad entre muchos ciudadanos europeos, por el terrorismo yihadista, el aluvión de refugiados o los ciberataques propiciados por Rusia, muchos Gobiernos buscan “militarizar la solución”, poner al Ejército en la calle y en las fronteras, empujados por la industria militar y la ultraderecha. Un error, porque la solución habría que buscarla en reforzar la inteligencia civil y los medios de la policía, no en militarizar más los países europeos.

En paralelo a este debate europeo, en España debería haber otro debate interno sobre el futuro de la Defensa. Por un lado, urge imponer mayores dosis de transparencia, exigiendo unas cuentas claras y reales, donde sepamos cuánto nos gastamos en Defensa de verdad. Y por otro, un debate público sobre la Defensa que queremos tener. Hay al menos dos problemas a resolver. Uno el abultado tamaño de las Fuerzas Armadas, donde los gastos de personal se llevan el 60% del Presupuesto: hay 69.000 efectivos  y parece que sobran 20.000 (sobre todo entre los 45.000 mandos), además de resolver el tema de los militares “en la reserva” (15.000, que cobran 567 millones al año, 3.000 euros de media al mes, una larguísima “jubilación de lujo”). Y otro, la necesidad de un Ejército más operativo, basado menos en Tierra y más en Marina y Aire, con unidades más pequeñas y centradas en las nuevas amenazas (Ciberdefensa, seguridad líneas de suministros, catástrofes naturales…). Y por supuesto, dejar de presumir de ser uno de los países más presentes en costosas misiones internacionales: 17 misiones con 3.079 militares hoy, tras haber gastado más de 13.000 millones de euros en misiones desde 1990 (un dinero que es “un lujo” para un país que no puede subir las pensiones a sus jubilados).

Nadie quiere hablar de todo esto, pero el Gobierno Rajoy nos va a embarcar a todos en la nueva estrategia de Defensa europea, que habrá que pagar, mientras dicen que no hay dinero para pensiones ni para casi nada. Defensa sí, pero la justa que podamos pagar, sin presumir de potencia militar internacional cuando somos el país de Europa con más paro, más pobreza, más desigualdad y que menos gasta en educación, sanidad y protección social.  Una Defensa modesta y gastar más en policía y seguridad civil, para afrontar los temas de terrorismo y seguridad interior, que no deberíamos militarizar. A ver si algún día hay tiempo para este debate. Otro más sobre el modelo de país que queremos.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Retrato de España (de la OCDE, no de Rajoy)



España va bien, reitera Rajoy mientras un 70% de españoles dicen que no notan la recuperación. La OCDE acaba de publicar un informe sobre cómo es la vida en España donde analiza 11 áreas, desde el empleo a la educación, comparando a España con los otros 34 paises desarrollados de esta organización. Y en 6 de ellas quedamos muy por debajo, con 12 de 25 indicadores peor. En resumen, estamos peor en empleo y paro, salarios, ingresos, pobreza y desigualdad, educación, vivienda, medio ambiente y bienestar. Y mejor en salud y esperanza de vida, apoyo social, vida personal  y seguridad. Pero quizás lo más preocupante es la mayor insatisfacción con la democracia y la corrupción y el creciente individualismo de los españoles. Un serio retrato de España que ha pasado desapercibido, pero que nos muestra donde debíamos volcarnos en el futuro: empleo, desigualdad, educación, tecnología, medio ambiente y servicios públicos. Y regeneración de la democracia. Son problemas de fondo, que no podemos olvidar por Cataluña.

enrique ortega

El informe se llama “Cómo va la vida 2017” y lo publica cada dos años la OCDE sobre los 35 paises desarrollados que integran esta organización, para comparar indicadores de vida y bienestar. Hagamos un repaso de estos datos, una radiografía reciente de España en 11 áreas, más una adicional  sobre la desigualdad y la pobreza.

El primer tema clave es el empleo y el paro, que explican casi todo lo demás y donde España está peor que la media OCDE en todos los indicadores. Empezando por la gente que trabaja (60,5% de los adultos frente al 67,1% en la OCDE, el 74,7% en Alemania, el 69,4% en USA o el 74,3% en Japón). Y claro, somos el 2º país de la OCDE (tras Grecia) con más paro total (16,7% frente a 5,7%) y más paro juvenil (39,2% frente a 11,96%). Y también el 2º país con más paro de larga duración (parados durante más de 1 año): 9,56% de los adultos activos frente al 2% en la OCDE. Además, los que tienen trabajo tienen “más inseguridad en el empleo” (el triple que en la OCDE) y más “tensión laboral” (parados que no encuentran empleo aunque lo buscan). Y finalmente, los que trabajan en España ganan un 15,7% menos que la media OCDE (37.333 dólares brutos frente a 44.290 dólares).

Segundo indicador, los ingresos. Los ingresos medios netos de las familias españolas (2015), que han caído un 6% sobre los de 2005, son una cuarta parte menos que los ingresos de las familias de los 35 paises OCDE (23.129 dólares frente a 30.620), lo que significa que hay 24 paises desarrollados cuyas familias ingresan más que las españolas. Eso sí, como España es un país de propietarios y la vivienda ha recuperado parte de su valor perdido, el patrimonio neto de las familias españolas es un 4,3% superior al de las familias en la OCDE (345.583 dólares frente a 331.132 dólares).

Tercer indicador añadido, la desigualdad y la pobreza. El indicador 80/20 mide la proporción de renta que tienen el 20% de los más ricos sobre el 20% que menos ingresa: 6,61 veces en España frente a 5,39 veces en la OCDE (y 4 veces en Suecia, 4,47 en Francia, 4,42 en Alemania, 5,91 en Italia y 6,11 en Reino Unido). Y también tenemos más pobres: ingresan menos del 50% de la renta media el 15,3% de los españoles, frente al 11,52% en la OCDE. Y según el Informe sobre España 2017 de la OCDE, somos el tercer país de la OCDE donde más ha crecido la pobreza durante la crisis (tras Lituania y Rumanía) y el 8º país con más pobreza relativa entre los 35 paises desarrollados de la Organización (un 15,5% de la población, frente al 11,8% de media en la OCDE), tras Israel, EEUU, Turquía, Chile, México, Estonia y Japón. Y resalta el grave problema de la pobreza infantil en España, que alcanza al 23,4% de los menores, casi el doble que en la OCDE (13,3%).

Cuarto indicador, la vida laboral y personal. En España hay menos personas que trabajan mucho, más de 50 horas a la semana (4,5% frente al 12,6% en la OCDE) y hacemos la mitad de horas extras que la media OCDE. Por ello, tenemos más tiempo libre: las horas de ocio, de no trabajar son 15,9 en España, una hora más que en la OCDE (14,9).

Quinto indicador, la vivienda. España tiene casas más grandes (1,9 cuartos por persona frente a 1,8 de media en la OCDE y Alemania, por ejemplo) y con todos los servicios básicos (sólo el 0,1% de viviendas no los tienen, frente al 2,2% en la OCDE). Pero aquí gastamos mucho más en mantener la vivienda, en gastos del hogar, que han subido mucho con la crisis: el 21,8% de los ingresos, frente al 19% de media en los paises OCDE. Y además, tenemos que dedicar mucho más esfuerzo (36,5% del sueldopara comprar una vivienda que las mayoría de europeos (entre el 15% y el 27% del sueldo les basta para comprar piso a los daneses, irlandeses, holandeses, suecos, alemanes, belgas, británicos, franceses e italianos), según recientes datos de pisos.com.

Sexto indicador, la salud. Hay una mayor proporción de españoles adultos que gozan de buena salud (el 72,4%) que en el resto de la OCDE (el 68,75). Y España tiene la segunda mayor esperanza de vida de la OCDE (83 años frente a 80,1 años en los 34 paises), sólo por detrás de Japón (83,9 años). Séptimo indicador, también favorable a España, el  apoyo social: aquí, un 94,8% de las personas tienen familias, amigos o instituciones y organizaciones a las que recurrir y que les apoyan, frente al 88,6% de las personas en la OCDE.

Octavo indicador, la educación, uno de los puntos negros del retrato de España. Hay tres indicadores claves. Uno, las competencias de los jóvenes de 15 años, que están por debajo de las de los jóvenes OCDE en comprensión lectora, matemáticas, ciencia y cultura financiera, según los sucesivos informes PISA. Dos, los adultos españoles tienen poca formación: sólo el 58% de los adultos españoles tienen estudios de 2 ciclo (Bachillerato, FP o Universidad) frente al 67,1% de los ciudadanos de la OCDE, con lo que somos el 4º país peor formado de los 35, sólo por detrás de México (36,6%),Turquía (38,5%) y Portugal (46,9%). Y tres, tenemos un elevadísimo  fracaso escolar, jóvenes (18 a 24 años) que dejan sus estudios al final de la ESO (o sin acabarla): eran el 19,97% en 2015, el porcentaje más elevado de toda la OCDE  y casi el doble que la media europea (11%), según la OCDE.  

Noveno indicador, medio ambiente. Por un lado, hay más españoles satisfechos con la calidad del agua (72,7%) que en el resto de la OCDE (80,8%). Pero hay menos población expuesta a la contaminación por partículas (11,5% frente a 13,9% en la OCDE), aunque ha aumentado en los últimos años. Décimo indicador, seguridad, uno de los “puntos fuertes” de España: tenemos una menor tasa de muertes por agresión (0,6% frente a 3,6% en la OCDE) y aquí hay más personas que se sienten seguras al salir de noche (83,1% frente a 68,6% en la OCDE), lo que nos hace el cuarto país con más sensación de seguridad en la OCDE, sólo por detrás de Noruega (87,7%), Islandia (87%) y Suiza (84%).

Undécimo indicador, que sirve de resumen: satisfacción ante la vida. Los españoles han reducido su nivel de satisfacción en la última década (el triple que la OCDE) y queda ahora en 6,9 puntos sobre 10, frente a 7,3 puntos de media en la OCDE. Y con ello, somos el 7º país menos satisfecho de los 35, tras Corea (5,9), Hungría (6,1), Grecia y Portugal (6,2), Letonia y Estonia (6,5 puntos).

Y dejo para el final el indicador sobre el compromiso cívico y la gobernanza, muy clarificador. Ha bajado el porcentaje de los que votan, en toda la OCDE, pero en España todavía votan más (69,8%) que en el resto de paises (68,6%), aunque son pocos los españoles que creen que pueden influir en lo que hace el Gobierno: sólo un 23% frente al 33% en la OCDE. En términos generales, la satisfacción con el funcionamiento de la democracia es inferior a la de los demás paises europeos de la OCDE: hay más porcentaje aquí de ciudadanos que dudan sobre la libertad e imparcialidad de las elecciones, sobre las políticas públicas para reducir desigualdades o sobre los mecanismos de participación. Y somos el tercer país más preocupado por la corrupción (el 82% de la población cree que está generalizada, frente al 56% en la OCDE), tras Italia (89%) y México (83%).

Los españoles están también más insatisfechos que en la OCDE con tres servicios públicos básicos: la sanidad (6,36 puntos de nota frente a 6,40 en la OCDE), la educación (6,11 frente a 6,48) y la policía (5,77 frente a 6,26). Y al final, tras toda esta insatisfacción política y con el Estado del Bienestar, los españoles se encierran en sí mismos. Cuando la OCDE les pregunta qué es lo que más les importa, responden (ver aquí resultados) por este orden: la salud, la educación, el equilibrio de la vida personal y laboral y la satisfacción ante la vida. El empleo queda en 6º lugar entre sus preocupaciones y lo que menos les importa es el compromiso cívico y la comunidad. O sea, los españoles son individualistas y frente a los problemas, se encierran en sí mismos y en su mundo. No en mejorar la política y la sociedad. Así nos va.

Cara al futuro, este retrato de España de la OCDE analiza los cimientos del país, los recursos básicos que tenemos y su potencial para el futuro. Primer cimiento, el capital natural. Señala como positivo que emitimos menos gases, CO2 y partículas que la media OCDE, pero les preocupa que tengamos menos bosques (la mitad de superficie por habitante) y menos recursos de agua dulce, mientras estamos en la media en animales y plantas amenazadas. El gran problema está en el capital humano: el atraso educativo y la baja formación de los adultos son un gran hándicap para el futuro, aunque estamos mejor en salud y esperanza de vida, si bien llaman la atención sobre nuestro alto nivel de tabaquismo (somos el 9º país europeo que más fuma, según el último Eurobarómetro). En el tercer pilar, el capital económico, destacan como problemas cara al futuro la elevada deuda, la menor inversión y sobre todo el desplome del gasto en Ciencia (I+D+i). Y en el cuarto cimiento de un país, el capital social, destacan los problemas de la falta de confianza en las instituciones, una menor confianza en los demás y en un bajo nivel del voluntariado social.

Bueno, como se ve con los exhaustivos datos (datos, no “impresiones”) de este Retrato de la OCDE, España no va tan bien como dice Rajoy. El Excel con todos los indicadores de España y los 34 paises restantes de la OCDE (verlo aquí), debería ser “la hoja de ruta” del Gobierno y la “oposición” para los próximos años, para que dejaran de obsesionarse con sus peleas cotidianas y afrontaran los grandes problemas del país a medio plazo: empleo de calidad, mejora de ingresos, lucha contra la desigualdad y la pobreza, apuesta por la educación, la sanidad y los servicios públicos, defensa del medio ambiente y regeneración de la democracia. Esto es lo que hace que “Spain is different”. Y aquí es donde nos jugamos el futuro. Así que, una vez que pasen las elecciones de Cataluña, afrontemos los problemas de fondo, los que hay que resolver como sea para equipararnos al mundo desarrollado. Y los ciudadanos también tendríamos que mirar este Excel  y su retrato de los males de España a la hora de analizar los programas electorales y votar. Luego no se quejen.