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jueves, 15 de mayo de 2014

Los "fondos buitres", a la caza inmobiliaria


La crisis inmobiliaria sigue pasando factura: la última en suspender pagos ha sido Marina d´Or, un ejemplo de la especulación en la costa mediterránea. Antes, 5.200  inmobiliarias han suspendido pagos, con un récord en 2013, cuando Cajas y bancos han cortado el grifo de la refinanciación por la crisis financiera. Con todo, muchas inmobiliarias sobreviven sin cerrar, gracias a un privilegio que les dio Zapatero y luego Rajoy y que no tienen las demás empresas: si tienen un agujero en sus cuentas (menos patrimonio que capital), se les permite seguir abiertas sin poner capital, un blindaje contable que acaba este año. Y gracias a este trato de favor, millones de oficinas, locales y viviendas siguen ahí y son ahora presa fácil de los fondos de inversión extranjeros, que están comprando de saldo para especular. Llega dinero de todas partes, como dice Botín, pero no para crear empleo. Es la nueva burbuja del ladrillo.
 
enrique ortega

Las inmobiliarias crecieron como hongos en España durante el boom del ladrillo. Y tras pincharse la burbuja, en 2008, han caído como moscas: 5.153 inmobiliarias han suspendido pagos entre 2009 y 2013, un 17% de los concursos totales (30.500), según datos de la consultora PwC. Los peores años han sido 2012 (1.223 concursos) y 2013 (1.545). La última inmobiliaria en acudir al juzgado para suspender pagos  ha sido Marina D´Or, un ejemplo de la especulación inmobiliaria en la costa mediterránea, pero antes habían caído en concurso de acreedores 14 de las grandes inmobiliarias, la mayoría entre 2008 y 2010: Martinsa Fadesa (7.156 millones pasivo), Reyal Urbis (4.345), Habitat (2.800), Sacresa (2.635), Nozar (1.536), Noriega (1.162), Tremon y Aifos (1.000), Llanera (748), Grupo Labaro y DHO (700), UFC, Renta Corporación, grupo Bami… Sólo unas pocas han evitado el concurso, reestructurando deuda y metiendo a bancos y cajas en su capital: Colonial, Metrovacesa, Realia, Vallehermoso  o Quabit. Pero todas siguen en apuros y con pérdidas.

La grave crisis de todas las inmobiliarias, en concurso o no, se debe a que les han caído drásticamente las ventas y promociones (en 2013 se terminaron 75.000 viviendas frente a 630.000 en 2007), mientras se desplomaba el valor de su patrimonio (entre el 50 y el 60%) y tenían que afrontar una deuda inmensa (470.000 millones), que les obliga a un abultado pago de intereses. En los primeros años de la crisis, las grandes inmobiliarias consiguieron que bancos y Cajas les refinanciaran la deuda, hasta tres veces algunas, porque las entidades financieras eran las primeras interesadas en ocultar pérdidas y ganar tiempo. Pero en 2013, la banca y sobre todo las Cajas nacionalizadas, empezaron a cerrar el grifo, obligadas por el BCE y el Banco de España, que les exigían aclarar las refinanciaciones y hacer más provisiones. Con ello, muchas inmobiliarias entraron en concurso y otras se vieron obligadas a vender activos como fuera y a meter a los bancos en su capital, forzando quitas de deuda.

Muchas inmobiliarias habrían desaparecido en esta crisis, como tantos miles de empresas, si no fuera porque disfrutan de un privilegio único, un blindaje contable que les concedió el Gobierno Zapatero en diciembre de 2008, con el real decreto Ley 10/2008: no tenían que cumplir la Ley de Sociedades de Capital (antigua Ley de SA), así que aunque la mayoría tenían un patrimonio neto negativo (inferior a su capital social), no estaban obligadas ni a reponer capital ni a disolverse. Un escudo anti quiebras por dos años que se ha prorrogado cinco veces, dos Zapatero y los tres últimos años Rajoy. Además, en octubre de 2013, las inmobiliarias recibieron otro “regalo”: las empresas que consiguieran una quita de su deuda no tendrían que pagar impuestos por ella (antes era una plusvalía). Y gracias al pacto PP-Ciu, este regalo fiscal (a nuestra costa)  se hizo con efecto retroactivo, desde el 1 de enero de 2013.

Ahora, el Gobierno Rajoy ha hecho saber a las inmobiliarias que en 2015 se les va a acabar el blindaje contable que tienen desde 2009, así que tienen este año 2014 para poner orden en sus cuentas, renegociar deudas, conseguir capital y vender lo que haga falta. Para ayudarles, el Gobierno ha aprobado en marzo el real decreto-Ley 4/2014 (se está tramitando como Ley) con medidas para facilitar la refinanciación de créditos y evitar que cierren empresas viables por falta de liquidez. El objetivo principal es evitar que las empresas (también inmobiliarias) vayan a concurso de acreedores, facilitando antes acuerdos para refinanciar deudas: ya no será necesario que estén de acuerdo el 75% de los acreedores, bastará con que acepte el 51%.

Con esta normativa, bancos e inmobiliarias están acelerando sus negociaciones, para evitar ir a la disolución en 2015. En muchos casos, los bancos transformarán parte de la deuda en capital, tras perdonar una parte (quita), algo que no hacen a los particulares (hipotecas). Y forzarán que las inmobiliarias vendan parte de sus activos, para cobrar algo. Y aquí, en esta urgencia por vender de inmobiliarias, bancos y cajas, entran los Fondos y bancos de inversión extranjeros, que llevan un año ya planeando sobre España, a la caza de saldos inmobiliarios.

Se les llama “fondos buitre” porque su objetivo es comprar barato, tenerlo poco tiempo y vender antes de 10 años. Se trata de fondos y bancos de inversión (e inversores como Soros y Paulson) estadounidenses y europeos, que creen que España puede ser una oportunidad para comprar barato (con una rebaja del 50%), a la espera que el mercado se recupere en 2017-18. Las primeras operaciones, en 2013, se centraron en oficinas, sedes de empresas y centros comerciales, con una inversión de 3.800 millones, el doble que en 2012. Ahí están las compras del Edificio España (Madrid) o la torre Agbar (Barcelona), centros comerciales, sedes de IBM o Vodafone y miles de oficinas y viviendas (incluso sociales), también para alquilar.

El impulso a esta fiebre compradora lo han dado los bancos, al vender a “fondos buitre” la gestión de sus inmobiliarias y créditos fallidos: empezó Banesto (diciembre 2012), vendiendo su plataforma Aktua (a Centerbridge), siguió en agosto 2013 Caixa Cataluña (su inmobiliaria acabó en Blackstone), continuó en septiembre Bankia (Habitat a Cerberus) y la Caixa (ServiHabitat para TPG) y ya en 2014, en enero Santander vendió su inmobiliaria Altamira (a Apollo) y en febrero, la del Popular (Aliseda para Kennedy Wilson&Partners). Los bancos no venden su inmobiliaria y sus créditos impagados, sino su gestión y ceden sus empleados (los fondos ya han empezado con ERES…), a cambio de una comisión y un porcentaje sobre ventas.Así, ya se están agilizando las ventas, después de que los bancos hayan vendido 180.000 inmuebles entre 2012 y 2013.

La tercera fuente de negocio de los “fondos buitres”, tras oficinas y centros comerciales e inmobiliarias de bancos, serán las propias inmobiliarias, necesitadas de liquidez, para hacer frente a su deuda y para sanear sus cuentas antes de que se les acabe en 2015 el blindaje contable de Zapatero y Rajoy. Muchas tendrán que malvender locales, inmuebles y suelo y los “fondos buitre” están a la caza, buscando posicionarse e incluso comprando alguna inmobiliaria española. Y en 2014, a 4 entidades les puede caer el premio gordo: ganar el concurso para gestionar los inmuebles de la SAREB, el banco malo, la mayor inmobiliaria del mundo.

En resumen: 6 años después de estallar la burbuja inmobiliaria, se está gestando otra burbuja, la compra de inmuebles a precio de saldo por “fondos buitre” extranjeros, que buscan gangas y salir corriendo con las ganancias. Un dinero que no para de llegar, como dice Botín, pero no para crear empleo estable en España: busca especular con un patrimonio inmobiliario que se ha salvado por las ayudas contables (y fiscales) de Zapatero y Rajoy. Y gracias a este trato de favor, harán negocio los “fondos buitre”. Un trato de favor que no han tenido los miles de españoles desahuciados (unos 150.000 desde que se inició la crisis) por no poder pagar su hipoteca.

Esa es otra. El mercado inmobiliario bulle con compras millonarias pero los españoles de a pie ni venden piso ni compran, porque les han caído sus ingresos y se les ha encarecido la hipoteca. Y los 6 millones de familias que aún tienen pendiente de pagar su hipoteca (sin que nadie se la renegocie como la deuda de las inmobiliarias) ahí siguen, sufriendo por pagar cada mes y viendo que el Euribor está subiendo. Son dos mercados inmobiliarios, uno en plena ebullición especulativa, el otro agobiado. Dos recuperaciones, dos Españas.  

jueves, 7 de noviembre de 2013

Siguen cayendo empresas


El Gobierno sigue haciendo propaganda de la recuperación y ahora Montoro dice que “la gente ya la nota...". Pero siguen cayendo empresas: las últimas Fagor, Panrico o Pocoyó, que se suman a nombres emblemáticos como Pescanova, Sniace, Roca, Orizonia, Caramelo o Victorio y Lucchino, en suspensión de pagos, con despidos y cierres de factorías. Este año, los concursos de acreedores han aumentado un 17,8 %. La causa es triple: pocas ventas, mucha morosidad y poco crédito. Pero el problema de fondo es que las empresas españolas son las más endeudadas de Europa y un 41% facturan sólo para pagar deudas. Y cuando los bancos les aprietan, forzados por la reforma financiera, tienen que cerrar. Eso les va a pasar a muchas empresas en los próximos meses, con la banca renegociando créditos. La salida es crecer, porque sin vender no se pueden pagar deudas. Pero con los recortes no crecemos y caen más empresas. Es el círculo vicioso de Rajoy.


                                                                                      Enrique Ortega
Tras el verano, han vuelto las crisis de empresas, algunas con nombres emblemáticos: Zinkia (dibujos infantiles Pocoyó) , Fagor (símbolo industrial de Euskadi y líder nacional en electrodomésticos línea blanca) y  Panrico (fabricante de Donuts), ambas en pre-concurso y con las factorías cerradas, que siguen a otras que cayeron también este año, como Pescanova (el mayor concurso de acreedores de una empresa no inmobiliaria en esta crisis), Sniace (en concurso y con las fábricas cerradas),Clesa (liquidada en septiembre tras entrar en concurso en 2011), Orizonia (grupo turístico cerrado en febrero 2013), las empresas de ropa Caramelo, Blanco O Victorio y Luchino (en suspensión de pagos desde primavera) o Roca, que ha cerrado varias factorías tras un siglo de vida. En todos los casos, son problemas similares: caen las ventas, falta liquidez, no pueden pagar a proveedores, no les renuevan créditos y suspenden pagos.

Son los nombres que saltan a los medios, pero 26 empresas han caído cada día en concurso de acreedores durante 2013: son 7.032 concursos hasta septiembre, un 17,8% más que el año pasado, según los últimos datos del INE. Eso supone que sólo en nueve meses se han superado los concursos de todo 2010 (5.962) y 2011(6.863) y que cerraremos muy por encima de 2012 (9.071 concursos). El problema es que el 94% de estas empresas que solicitan concurso de acreedores, para buscar un respiro, acaban cerrando, según Axesor. Y además, sólo una de cada cuatro empresas van a la suspensión de pagos: las otras tres directamente cierran. Con ello, este año cerrarán otras 40.000 empresas en España, la media de estos años de crisis, donde han desaparecido 238.891 empresas (julio 2007-julio 2013), 106 empresas menos cada día, según datos de Empleo. Y lo peor: 20.300 son empresas industriales (con más empleo) y el 73% pymes con menos de 50 empleados.

¿Por qué caen las empresas? La primera razón es que la crisis está resultando muy larga y tras 6 años, muchas empresas no pueden aguantar la caída de ventas, fruto del desplome del consumo por el paro, la bajada de salarios, subida de impuestos y recortes. A Fagor, por ejemplo, le han caído las ventas un 32%. Segundo, no resulta fácil cobrar lo que se factura: el porcentaje de impagados se mantiene en el 7%, según la Plataforma contra la morosidad, y se cobra con mucho retraso (el sector público paga a 141 días y el privado a 93, aunque las empresas del IBEX pagan a sus proveedores a 178 días). Y tercero, las empresas que se quedan sin liquidez tienen muy difícil conseguir dinero. El crédito es cada vez más escaso (ha caído un 12,17% en el último año, a niveles de 2006) y más caro: conseguir un préstamo de menos de 1 millón de euros le cuesta a una empresa española un 4,97% (y a las pymes un 5,2%), frente al 2,80% que pagan en Alemania o el 2,13% en Francia. Y además, los bancos españoles admiten que han endurecido los criterios para conceder créditos, por las exigencias de saneamiento de la reforma financiera y porque se les han disparado los morosos: 12,2% de los créditos, el nivel más alto de nuestra historia reciente.

Pero hay otra razón más, que está detrás de las últimas crisis de empresas: la refinanciación de créditos. A raíz de la reforma financiera, el FMI alertó en 2012 de que la banca española tenía una “morosidad enmascarada” gracias a las refinanciaciones: empresas con mucha deuda a las que se les da otro crédito para que puedan mantenerse y pagar lo que deben. Se calcula que un 16% de los préstamos a empresas se refinancian, unos 230.000 millones en créditos refinanciados. Y el Banco de España, por imposición de la troika, ha obligado a bancos y Cajas a reclasificarlos y ver los que pueden cobrar o no, antes del 30 de septiembre. Y eso ha llevado a las entidades a apretar las tuercas a las empresas: o les dan garantías de que van a poder pagarles o les cortan el grifo. Y esas garantías son despidos (EREs), cierres, cambio de directivos y ventas de activos. Unos, los que han podido (El Corte Inglés o FCC, la súper endeudada empresa que ha comprado de saldo Bill Gates) han conseguido nueva financiación. Y los que no, como Fagor, Panrico o Service Point han tenido que ir a pre-concurso de acreedores. Y este proceso continuará en los próximos meses, cuando se van a producir muchas renegociaciones, lo que provocará que más empresas, ya sin el oxígeno bancario, tiren la toalla.

Precisamente, la gran losa para las empresas (y para la economía española) es su deuda: todavía deben 1,07 billones (con b) de euros, aunque han reducido en una cuarta parte su endeudamiento estos años (desde los 1,47 billones que debían en 2008). Lo peor no es que sea una cifra que marea, sino que las empresas españolas son las que más han aumentado su endeudamiento en Europa y las pymes españolas triplican el endeudamiento de las pymes francesas o alemanas, según el último informe del FMI. Y lo más escalofriante: un 41% de las empresas españolas dedican el 100% de su beneficio bruto a pagar su deuda. O sea, que abren y trabajan cada día para pagar a los bancos. Y claro, en cuanto les fallan las ventas o les suben los costes, no pueden cumplir. Y tienen que reducir costes, cerrar fábricas, despedir, no pagar a proveedores y cuando no pueden más, suspender pagos.

En definitiva, la losa de la deuda hace que las empresas españolas sean tremendamente vulnerables, más que sus competidoras europeas. Y están muy expuestas a la escasez de crédito o a la subida de tipos. Por eso, el riesgo ahora, advertido por el FMI en octubre, es que la reforma financiera para sanear bancos y Cajas fuerce un proceso rápido de reducción de deuda de las empresas (el palabro que usan es desapalancamiento) que las asfixie, provocando una cadena de suspensiones de pagos, cierres y más paro. La solución es seguir recortando deuda, pero poco a pocosin que se coma los incipientes beneficios, que han de ir a recuperar la inversión y el empleo.

La prioridad del Gobierno debería ser ayudar a las empresas a reducir su deuda (forzando quitas y renegociaciones razonables) y garantizarles la liquidez y el crédito suficiente (sobre todo, con la banca nacionalizada) para poder seguir funcionando. No puede ser que la mitad de las empresas trabajen para pagar deudas. Y sobre todo, hay que cambiar de política económica, abandonar los recortes para reanimar el consumo, la inversión y el empleo. El principal reto es crecer, para que las empresas puedan vender y pagar sus abultadas deudas. Porque creciendo menos del 1%, lo que el FMI augura para España hasta 2018, no pueden. Se asfixian y cierran. Así no hay recuperación que valga.