Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).
martes, 4 de marzo de 2025
8-M: las mujeres siguen discriminadas
Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).
domingo, 5 de marzo de 2023
8-M: las mujeres, algo mejor (poco)
Llega el 8-M, uno de los pocos días que hablamos de la discriminación de las mujeres. Este año, el balance es algo más positivo: hay más mujeres trabajando que antes de la pandemia y 908.700 ocupadas más que en 2007, casi 9,5 millones en total, un récord histórico. Y 300.000 paradas menos que hace 15 años. Además, la reforma laboral ha reducido las mujeres con trabajo parcial o temporal. Y la subida del salario mínimo desde 2018 ha recortado su brecha salarial. Pero su situación sigue siendo preocupante: trabajan 1,5 millones mujeres menos que hombres, en peores puestos y con peores ingresos: ganan un 20,9% menos, cobran un 17% menos de paro y un 46% menos de jubilación. Y siguen ocupándose mayoritariamente de las tareas de casa, de los hijos y padres. Así que su mejora es lenta y a este ritmo, la igualdad tardará más de un siglo. Urge un Pacto por la igualdad, desde la escuela al trabajo y los hogares, para mejorar la situación de medio país. Tomémoslo en serio.
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Enrique Ortega |
En España hay algo más de 40 millones de personas en edad de trabajar (con 16 años y más). Y más de la mitad son mujeres (20.652.700), más que hombres (19.483.800). A partir de aquí, se rompe la igualdad. La primera discriminación llega en el paso siguiente, al pensar en ponerse a trabajar o no: las mujeres son menos “activas”, se lanzan menos a buscar trabajo, unas porque se casan y se dedican a las tareas del hogar y otras porque tienen que cuidar a sus hijos o a sus padres. La cifra es esclarecedora: de los 40,16 millones de españoles en edad de trabajar, 16,64 millones son “inactivos” (ni trabajan ni buscan trabajo) y más de la mitad de estos “inactivos” son mujeres (9.543.500 en 2022), según la EPA. Así que ya se ha roto la igualdad de partida y hay 2,4 millones de mujeres “inactivas” más que hombres. De hecho, la tasa de actividad de las mujeres españolas es sólo del 53,79% (61% las mujeres europeas) frente al 63,50% los hombres.
Sin embargo, en esta desigualdad de partida, la menor “actividad”, se ha dado un avance en los últimos 15 años: ahora hay 11.109.200 mujeres “activas” en España, trabajando o buscando trabajo (el 53,79% de las mayores de 16 años), frente a 9.572.100 mujeres activas en 2007 (menos de la mitad, el 49,61%). Son 1.537.100 mujeres más “buscándose la vida”, que se han visto obligadas a buscar trabajo (y atender a la vez la casa, los niños y padres o discapacitados) para ayudar a su familia tras la crisis financiera, primero, y la pandemia y la inflación después. Pero aún hay muchas más inactivas que hombres.
La segunda discriminación de partida es que las mujeres que buscan trabajo consiguen menos empleos que los hombres. Los datos educativos indican que están más formadas que los hombres, pero hay una discriminación efectiva en el acceso al primer empleo, les cuesta más a las chicas que a los chicos. Así, entre 16 y 19 años, trabajan hoy 65.000 mujeres frente a 88.400 hombres. Entre 20 y 24 años, 438.700 chicas frente a 529.900 chicos. Y entre 25 y 29 años, 829.000 mujeres frente a 924.000 hombres. Esta discriminación se continúa después, en cascada, en el resto de edades, lo que produce la mayor discriminación para las mujeres, peor que la de sus salarios: en España trabajan hoy 9.486.200 mujeres frente a 10.977.700 hombres. Hay más mujeres en edad de trabajar, pero hay 1.491.500 mujeres ocupadas menos que hombres. La tasa de empleo de las mujeres es del 60,5% (65,2% en la UE y 73,5% en Alemania), frente al 70,3% los hombres.
Pero aquí, con ser datos preocupantes, también ha habido un gran avance en los últimos 15 años. Por un lado, hay más mujeres trabajando (9.486.200) que antes de la pandemia (9.158.300) y las mujeres se han llevado más empleos de los creados desde 2019 que los hombres (+327.900 frente a +169.100). Y por otro, se ha dado un salto de gigante en el empleo femenino respecto a 2007: hoy trabajan 908.700 mujeres más que antes de la crisis financiera (9.486.200 frente a 8.577.500), una cifra de mujeres ocupadas que nunca se había alcanzado en España, según la EPA. Y en contrapartida, hoy trabajan 1.198.200 hombres menos que en 2007 (10.977.700 frente a 12.175.900). Pero no olvidemos que todavía, hay casi 1,5 millones de mujeres menos trabajando que hombres.
La tercera discriminación de partida que sufren las mujeres es que tienen peores contratos, ocupaciones y categorías que los hombres, lo que se traduce en peores sueldos, según se detalla en este estudio de CCOO. Respecto a los contratos, se les imponen más dos tipos de contratos precarios y mal pagados: los contratos a tiempo parcial (por horas o días) y los contratos temporales. Veámoslo. Del total de ocupados a tiempo parcial, 2.781.700 a finales de 2022, el 73,5% son mujeres (2.045.600). Y la mayoría reconocen que tienen este contrato “porque no encuentran otro a jornada completa” (el 51,7%) o porque es el único que les permite cuidar a hijos y padres (lo argumentan el 16,2% de las mujeres y el 2,7% de los hombres). Consecuencia: ganan menos, porque el salario de estos contratos a tiempo parcial es el 40,3% del salario a jornada completa (11.642 euros frente a 28.881), según el INE.
Las mujeres tienen también más contratos temporales que los hombres: a finales de 2022 eran temporales el 20,55% de los contratos de las mujeres (1.724.300) y el 15,47% de los hombres (1.390.400), según el INE. Y en el sector público, la discriminación es mayor, según CSIF: hay el doble de mujeres con contrato temporal (712.000) que hombres (352.000). Y esto lleva acaparado, además de más precariedad, peores sueldos para las mujeres: un trabajador con contrato temporal gana el 72,2% que uno con contrato indefinido (19.228 euros de media frente a 26.623 euros), según el INE.
Aquí también, las mujeres han avanzado en el último año, gracias a la aprobación de la reforma laboral, que ha reducido los contratos a tiempo parcial y temporales. Así, los contratos a tiempo parcial de las mujeres se han reducido en -25.000 en 2022 (y crecieron +68.700 en los hombres) y aumentaron en +157.000 sus contratos a tiempo completo (sólo aumentaron +78.100 en los hombres), según el INE. Y los contratos temporales se han reducido drásticamente el año pasado (de 2.290.500 a 1.724.300): cayeron del 27,77 al 20,55% del total de contratos de las mujeres (y del 23,12 al 15,47% en los hombres). Pero no olvidemos que, a pesar de esta mejora, las mujeres tienen más contratos precarios.
Otra discriminación laboral de las mujeres, además de tener peores contratos, es que trabajan más en las actividades peor pagadas. Así, trabajan más mujeres (el 41% de las mujeres y el 32% de los hombres) en los 7 sectores que tienen un salario inferior a la media, según el informe de CCOO: empleo doméstico, hostelería, agricultura, cuidados, servicios administrativos y auxiliares, actividades artísticas y recreativas y comercio. Y además, las mujeres se concentran en las ocupaciones no cualificadas y peor pagadas: técnicos y profesionales salud y enseñanza (70% mujeres y un 10% menos de sueldo), oficinas y atención al público (72% mujeres y -12% sueldo), trabajadores de los servicios de salud y cuidados (80% mujeres y -36% ingresos), restauración y comercio (62% mujeres y -21% sueldo medio) y trabajadores no cualificados de los servicios (82% mujeres y -40% de sueldo).
Otra discriminación laboral es que las mujeres acceden menos a los puestos directivos y a responsabilidades de dirección: España tiene sólo un 6% de mujeres en puestos de dirección general, sólo un 17% de mujeres entre los directivos que reportan al CEO (primer cargo ejecutivo) y un 33% de los consejeros de las empresas, según el estudio “Woman matter España: tramos pendientes”, de la consultora McKinsey. Y la presencia de mujeres sólo alcanzan el 16,5% de los Comités de Dirección, el 37,4% de los consejeros de las empresas del IBEX-35, donde sólo hay 4 presididas por mujeres. Y si se analizan 119 grandes empresas, sólo 13 cuentan con alguna mujer en sus órganos de gestión, según el IESE.
Todas estas discriminaciones de la mujer en el trabajo, desde el tipo de contrato al sector donde trabajan, su cualificación o su categoría y responsabilidad se traducen en la discriminación más conocida (aunque no sea la peor): la discriminación salarial. En 2021, la “brecha salarial”, lo que debería subir el sueldo de las mujeres para igualarse al de los hombres, fue del 20,9% (ganaron de media 22.601 euros brutos frente a 27.322 los hombres), según el cálculo de CCOO a partir de la EPA. Una “brecha” salarial peor que la de 2020 (19,3%), pero que ha bajado sensiblemente desde 2018 (26,5% de “brecha”), gracias sobre todo a la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que aumentó un 47% estos 5 años (de 735 a 1.080 euros), lo que ha beneficiado más a las mujeres (que son un 55% de los 2,5 millones de trabajadores que cobran el SMI).
Con todo, la “brecha salarial” entre mujeres y hombres sigue siendo muy elevada. La culpa de un 40% de esta brecha se debe a que las mujeres copan los contratos a tiempo parcial (73,5% del total), según el análisis de CCOO. Otro factor clave son los complementos salariales (por puesto directivo, peligrosidad, nocturnidad, disponibilidad horaria, antigüedad…), que suponen el 39,4% del salario final de los trabajadores y que tienen mucho más peso en las nóminas de los hombres que en las de las mujeres. Y el tercer factor clave para explicar la brecha salarial, según CCOO, es la maternidad, que “lastra el salario de las mujeres” y también su empleo. Así, la tasa de empleo (entre 25 y 34 años) está más próxima entre hombres (83,7%) y mujeres sin hijos (71,9%), pero empieza a caer cuando las mujeres tienen un hijo (al 68,9% de empleo, mientras en los hombres sube al 88,6%: ojo, ellos trabajan más con 1 hijo) y se desploma con 3 hijos (64,6% de empleo en las mujeres y el 90% en los hombres). Y tras el primer hijo, el salario de las mujeres cae un 11%, llegando a perder a medio plazo hasta el 28% de su sueldo inicial.
La brecha salarial de las mujeres (-20,9% de sueldo) aumenta si trabajan en una serie de sectores "malpagados", que además son los más feminizados, con más porcentaje de mujeres: administrativas y servicios auxiliares (-44% de brecha salarial y 56% trabajadoras son mujeres), cuidados (-43% de brecha y 68% mujeres), actividades profesionales científicas y técnicas (-42% sueldo sobre hombres y 57% mujeres), inmobiliarias (-42% brecha y 61% mujeres), finanzas y seguros (-37% brecha y 55% mujeres), sanidad y servicios sociales (-27% brecha y 78% mujeres) y comercio (-35% brecha y 52% mujeres), según el informe de CCOO.
Esta no es la única brecha de ingresos que sufren las mujeres. Si se quedan en paro (había 1.740.085 mujeres paradas inscritas en las oficinas de empleo en febrero de 2023, frente a 1.168.312 hombres), también cobran menos que los hombres, generalmente porque muchas de ellas han cotizado por desempleo menos tiempo o con interrupciones (por la maternidad y los cuidados). Así, la media que cobraron las mujeres en paro que recibieron un subsidio contributivo (395.816, una minoría, porque la mayoría reciben un subsidio asistencial) fue de 823,50 euros, una “brecha” del -17,23% sobre lo que cobraron los parados hombres (965,4 euros de media). Y esta brecha es mayor del 20% para las mujeres paradas con más de 50 años (alcanza el 29,72% de diferencia entre las mayores de 60 años), según datos del SEPE.
Al final de su vida laboral, cuando se jubilan, las mujeres se encuentran con otra brecha mayor: cobran de media un 48,94% menos de pensión (966,40 euros frente a 1.439,42 euros), según los datos de pensiones de la SS a 1 de febrero. Y en el caso de la pensión de jubilación, la brecha de las mujeres es del -46,84% sobre lo que cobran los jubilados hombres (1.071,45 euros frente a 1.573,56 euros). Esto se debe a que las mujeres cobran normalmente menos sueldos y tienen más interrupciones en sus cotizaciones, por la maternidad y los cuidados a padres y discapacitados (que básicamente hacen ellas). Eso explica también que las mujeres reciban un menor número de pensiones de jubilación: 2.555.661 pensiones de jubilación de mujeres frente a 3.772.863 de hombres, según la SS.
Y después de jubilarse, las mujeres viven más años que los hombres (su esperanza de vida es de 85,8 años, frente a 80,2 los hombres), con lo que tienen más riesgos de necesitar ayuda y convertirse en dependientes al final de su vida. De hecho, 2 de cada 3 dependientes con más de 80 años son mujeres. Y por eso, sufren más los problemas de faltas de residencias y atención especializada y las “listas de espera” (dependientes con derecho reconocido que esperan atención), que afectan a 179.380 dependientes. Y eso provoca que sean mujeres 44 de los 70 dependientes mayores que mueren cada día sin que les llegue la ayuda de la dependencia que tienen reconocida.
Por si fueran pocas todas estas discriminaciones, la mujer sufre también otra discriminación en su propia casa, porque carga con la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados de hijos y padres, lo que además complica su trayectoria laboral. Los datos son evidentes: el 49,7% de las mujeres que viven en pareja se ocupan de la mayor parte de las tareas domésticas, frente a sólo el 4,3% de los hombres, según la Encuesta ECEPOV del INE (diciembre 2022). Y si se suman las que hacen una parte importante de las tareas, resulta que el 95,1% de las mujeres asumen la totalidad o buena parte de las tareas domésticas, frente a sólo el 50% de los hombres. Un 40,2% de las mujeres se ocupan mayoritariamente del cuidado de los niños, frente al 4,8% de los hombres. Y un 48,3% se encargan mayoritariamente del cuidado de los mayores, frente al 20,5% de los hombres.
En los últimos dos años, se aprobaron dos Decretos-Leyes para conocer la discriminación salarial de las mujeres (es obligatorio que las empresas lleven un registro) y para implantar Planes de igualdad en empresas de más de 50 trabajadores (obligatorios desde el 8 de marzo de 2022). Así que ahora, sindicatos y empresas conocen mejor la situación, Pero falta que aprueben medidas en los convenios para reducir la discriminación laboral y salarial, donde se ha avanzado poco, junto a más incentivos al empleo femenino. Y en paralelo, hay que actuar en otros frentes: en la educación (para extender la educación pública de 0 a 3 años), en la Universidad (para promover que las mujeres estudien más carreras técnicas y FP), en las empresas y organismos públicos (para promover el acceso de mujeres y su promoción interna, además de medidas de conciliación laboral y racionalización de horarios) y en los hogares, para que los hombres se repartan de verdad las tareas y el cuidado de niños y mayores.
Con la desigualdad entre hombres y mujeres pasa lo mismo que con el Cambio Climático: si se avanza poco a poco, poniendo parches, la solución no llegará este siglo: al ritmo actual, la igualdad de las mujeres tardaría 135 años, según el Foro de Davos. Urge acelerar las medidas económicas, laborales, educativas y sociales, como uno de nuestros grandes retos en las próximas décadas, al margen de las ideologías. Media España exige igualdad.
lunes, 7 de marzo de 2022
8-M: las mujeres mejoran poco
Enrique Ortega |
Lo más preocupante de la discriminación laboral entre hombres y mujeres no es la brecha salarial, que ganen un 19,5% menos, sino que trabajen mucho menos que los hombres, lo que limita su vida y su futuro. En principio, hay más mujeres que hombres (20.414.400 mujeres adultas, con más de 16 años, frente a 19.292.600 hombres), pero trabajan muchas menos: 9.354.100 mujeres ocupadas frente a 10.830.700 hombres, a finales de 2021, según la EPA. Esta es la gran brecha de género: 1.476.800 mujeres menos trabajando que los hombres. Y eso se debe a que muchas mujeres son “inactivas”: ni trabajan ni buscan trabajo, unas porque creen que no lo van a encontrar y otras porque tienen que cuidar de hijos y padres. Eso explica que haya 9.404.700 mujeres adultas inactivas en España, frente a sólo 7.013.500 hombres inactivos. Y luego, entre las mujeres que sí buscan trabajo, hay más mujeres paradas que hombres: 1.656.600 paradas frente a 1.448.200 hombres parados a finales de 2021, según la EPA.
Son cifras (oficiales) muy explícitas. Otra forma de verlo es en porcentaje. De cada 100 adultos, si son hombres, trabajan 56,14 y si son mujeres, menos de la mitad, 45,82%. Y de las personas activas (que trabajan o buscan trabajo), el 11,79% de los hombres están en paro mientras están sin trabajo el 15,04% de las mujeres activas. Esto es fruto de la mayor dificultad de las mujeres para acceder a un empleo (aunque ahora están más “preparadas” que los hombres) y a que muchas interrumpen su vida laboral para atender a su familia.
En los dos últimos años, con la pandemia, el balance laboral para las mujeres es desigual. Por un lado, trabajan ahora más mujeres que en 2019: el empleo femenino ha aumentado en +195.800 personas, una mejoría mucho mayor que la de los hombres (+22.300 empleos), según la EPA de diciembre de 2021. La mayor parte del nuevo empleo de las mujeres se ha dado en los servicios (+463.000 empleos femeninos frente a +241.500 empleos masculinos), debido sobre todo a la contratación de mujeres durante la pandemia en la sanidad, la educación, los cuidados y servicios sociales, además del comercio y la hostelería. Pero ha crecido muy poco en el campo (+24.100 empleos femeninos frente a +33.900 masculinos) y la construcción (+31.200 empleos femeninos y -25.600 masculinos), mientras caía el empleo femenino en la industria (-39.700 mujeres ocupadas y +111.300 hombres).
Un dato revelador es que el empleo femenino apenas ha crecido entre las mujeres jóvenes (+23.600 ocupadas entre 16 y 34 años), ha bajado en edades medias (-61.200 empleos entre mujeres de 35 a 44 años) y ha crecido sobre todo entre mujeres mayores de 45 años: +64.100 empleos entre 45 y 49 años, +32.300 entre 50 y 54 años y +184.900 empleos en las mujeres de más de 55 años, las que han salido mejor paradas de la pandemia, quizás porque la necesidad les ha impulsado a trabajar en empleos temporales del sector servicios, sanidad, educación, cuidados, limpieza y subcontratas, muchos precarios y mal pagados.
Al hacer balance del paro durante estos 2 años de pandemia, las mujeres salen peor paradas: el desempleo total ha bajado en -88.100 parados, de los que -57.800 son hombres y -30.200 son mujeres. Eso sucede porque, aunque las mujeres han conseguido más empleos que los hombres, también han aumentado las mujeres “activas”, las que han dejado de “estar en casa” y se han lanzado a buscar trabajo: hay 165.600 mujeres “activas más que en 2019 y por eso crece el paro femenino. Y aquí sucede al contrario que con el empleo: en las mujeres mayores hay más paro (+54.100 paradas más entre las mayores de 55 años que en 2019), porque son las que más han salido a buscar trabajo, como entre las mujeres más jóvenes (+3.300 paradas entre 16 y 19 años), bajando sólo el paro entre las mujeres de 20 a 24 años (-10.700 paradas) y, sobre todo, entre las de 25 a 54 años (-76.900 paradas).
Visto lo que ha pasado con el empleo y el paro de las mujeres, entre 2019 y 2021, veamos qué ha pasado con sus sueldos. La “brecha salarial”, la diferencia entre lo que ganan las mujeres y los hombres ha mejorado ligeramente, del -21,42% en 2018 al -19,5% en 2019, el último dato salarial publicado por el INE: 21.682 euros de sueldo bruto las mujeres frente a 26.934 los hombres (-5.252 euros de diferencia). La mayor brecha salarial se da en las mujeres mayores de 45 años, especialmente entre las mujeres de 55 a 59 años (-22,01 de diferencia salarial) y las mayores de 65 años (-33,93% de brecha salarial). La diferencia salarial mayor se da en Aragón (-30%) y Navarra (-29%) y la menor en Baleares (-13%) y Canarias (-15%). En todas las autonomías ha bajado, salvo en Extremadura, donde empeora la brecha salarial.
La culpa de esta “brecha salarial” está en la “brecha laboral” entre hombres y mujeres, según detalla este informe de CCOO. Empezando por el acceso al trabajo, donde las mujeres tardan más en conseguir un empleo y muchas lo retrasan por cuidar a sus hijos y familiares. Y sigue después, en el tipo de contratos que las mujeres consiguen: el 25% de las mujeres tienen un trabajo a tiempo parcial frente al 7% de los hombres. A finales de 2021, el 75% de todos los que trabajaban en España a tiempo parcial eran mujeres (2.738.000 ocupadas). Y como en estos contratos a media jornada (o menos)se cobra mucho menos (un 40% menos, según el INE), eso explica el 53% de toda la brecha salarial de las mujeres, según CCOO. Y si las mujeres trabajan menos horas y ganan menos no es porque quieran, en muchos casos: un 49% dicen que es porque no han encontrado otro empleo, un 14% porque necesitan cuidar niños o discapacitados y un 8% más para atender obligaciones familiares.
Otro factor que explica la brecha salarial de las mujeres es que tienen más contratos temporales (donde se gana un 33% menos, según el INE): un 27% de todos los contratos de las mujeres son temporales, frente a un 25% los hombres. Y no sólo tienen contratos precarios en las empresas, también en la Administración pública: en diciembre de 2021, había 754.400 mujeres con contrato temporal (149.400 más que en 2019) frente a 321.800 hombres (+21.500), según un informe de CSIF.
Otra causa de la brecha salarial es que las mujeres trabajan más en sectores donde se gana menos, donde hay más diferencias de sueldo por género: en las actividades administrativas y servicios auxiliares (30,68% de brecha salarial), los servicios (30,21%), la sanidad y servicios sociales (26,86%), las actividades profesionales, científicas y técnicas (29,66%), las inmobiliarias (29,39%) y el comercio (25,81% de brecha salarial). Además, las mujeres trabajan más en puestos menos cualificados, con menos ascensos y promociones, lo que rebaja también su sueldo. Y otro factor muy decisivo: las mujeres cobran menos “complementos” salariales (por esfuerzo físico, penosidad, disponibilidad horaria, nocturnidad, puesto directivo…), la mayoría muy “masculinizados y que suponen casi el 40% del salario final de muchos trabajadores. De hecho, CCOO alerta que esta desigualdad en los complementos salariales explica el 39,4% de la brecha salarial de las mujeres.
Y hay todavía dos factores más que penalizan el trabajo y los sueldos de las mujeres. Uno, la maternidad: reduce drásticamente su tasa de empleo (70% de ocupación las mujeres de 16 a 65 años sin hijos y 57% las que tienen tres hijos o más), suele reducir también su jornada, aumenta su petición de excedencia y muchas acaban dejando el empleo. Según un estudio del Banco de España, el primer año de maternidad recorta los ingresos de las mujeres un 11% (los hombres cobran igual) y, a largo plazo, pierden un 28% de sus ingresos. El otro factor que lastra los ingresos de las mujeres son los cuidados de familiares: la pandemia ha elevado a 337.300 las mujeres que reducen su jornada para cuidar a familiares, según el CSIF.
Vistas las desigualdades de las mujeres, las arrastran cuando se quedan en paro: al tener peores contratos y sueldos, las mujeres tienen también un peor subsidio de desempleo. Por un lado, porcentualmente hay menos mujeres que hombres cobrando el paro: si las mujeres son el 58,72% de todos los parados registrados, son solo el 54,27% de todos los que cobran un subsidio, según los datos de Trabajo. Y aunque había 569.610 mujeres más que hombres apuntados al paro en España en febrero 2022 (1.840.647 frente a 1,271.037 hombres), son el 50,76% de todos los que cobran el subsidio contributivo (900 euros de media) y el 54,38% de los que cobran un subsidio asistencial (463 euros mensuales), según los datos del SEPE (2021). Además, a las mujeres se les reconocen menos meses de desempleo (porque han cotizado menos) y cobran menos que los parados hombres: 801 euros en 2021 frente a 931,20 euros, una brecha en el subsidio del 14% (que sube al 17,5% para las paradas de 50 a 54 años y hasta el 21% para las paradas con más de 60 años).
Y vayamos a “otra brecha”, la de las pensiones. Aunque hay más mujeres adultas en España, como trabajan menos, hay menos mujeres pensionistas cobrando una jubilación: 2.472.071 jubiladas frente a 3.746.446 jubilados, con datos a diciembre de 2011 (en total, de los 9.916.966 pensiones, las mujeres reciben 5.181.332 pensiones, más que los hombres, porque hay muchas más viudas que viudos, con pensiones de miseria). Y como han cotizado por salarios más bajos (la “brecha”) y durante menos tiempo (por la maternidad y las interrupciones para los cuidados), reciben pensiones de jubilación más bajas: 924,70 euros de media frente a 1.375,20 euros los hombres, una “brecha” del -32,76% en todos los regímenes, según los datos de la Seguridad Social. Y baja al -28,66 % de diferencia en el Régimen General (1.072 € frente a 1.503,35 €).
Además, las mujeres sufren más años estas menores pensiones, porque su esperanza de vida es mayor: 85,1 años frente a 79,6 años los hombres, según el INE. Con ello, corren más riesgo de necesitar ayuda en su vejez, como lo demuestra que el 63,22% de los solicitantes de ayuda a la dependencia son mujeres. Y por ello, sufren más que los hombres el retraso de las ayudas, al ser mujeres los dos tercios de los 194.369 dependientes que esperan recibir la ayuda que tienen reconocida (un 13,75% de dependientes en “listas de espera”), muchas más en Cataluña (32% dependientes esperando), La Rioja (31%) y Canarias (28%). Y 130 dependientes (82 mujeres) murieron cada día en 2021 esperando esa ayuda que tenían reconocida.
Como se ve, la discriminación de la mujer no es sólo que ganen un 19,5% menos, sino que va desde trabajar menos, tener más paro, peores contratos y puestos a cobrar menos paro o menos pensión y morir sin recibir las ayudas a la dependencia. Y por si fuera poco, la mujer está discriminada en su propia casa. Antes y después de la pandemia, las mujeres cargan con la mayor parte de las tareas del hogar, como lavar (69%), cocinar (59%) y limpiar (64%), los deberes de los niños (62%) y su cuidado, según datos del INE y CaixaBank Research.
Tras este preocupante panorama, hay que decir que el futuro se presenta mejor para las mujeres. Por un lado, mañana 8 de marzo entra en vigor la obligación de que las empresas de más de 50 trabajadores tengan aprobado un Plan de Igualdad, lo que afectará a más de 30.000 empresas y 8,4 millones de trabajadores (en el último año lo han tenido que aprobarlo las empresas de 50 a 100 trabajadores y las grandes antes). Ese Plan de igualdad se une a otra obligación que tienen todas las empresas, desde el 14 de abril de 2021: tener registros salariales de sus empleados y auditorias retributivas por sexo, lo que será clave para que los sindicatos puedan pactar en las empresas una mayor equiparación salarial.
Otra medida positiva para las mujeres es la subida del salario mínimo (SMI), la última con efectos al 1 de enero (1.000 euros mensuales en 14 pagas), la 5ª subida importante desde los 707,7 euros de 2017. Estas subidas del SMI benefician más a las mujeres, porque son el 55% de todos los que lo cobran (1.809.000 trabajadores), sobre todo a las mujeres más jóvenes (entre 16 y 34 años) de la agricultura y los servicios, la mayoría en Andalucía, Extremadura y Canarias, según un reciente informe de UGT. Y como el grupo de Trabajo ha propuesto al Gobierno seguir subiendo el salario mínimo, hasta los 1.047 euros en 2023, estos 6 años de subidas deberían reducir la brecha salarial de las mujeres.
Pero la principal esperanza para las mujeres es la reforma laboral recién aprobada, por tres de los cambios que incluye. El primero y fundamental, porque reducirá la temporalidad de los contratos, causa del 53% de la brecha salarial de las mujeres. Lo van a notar más las mujeres que trabajan en los sectores con más temporalidad: servicio doméstico, agricultura, comercio, hostelería y hoteles, servicios, sanidad, servicios sociales y residencias de ancianos. El segundo cambio es que la reforma prohíbe el encadenamiento de contratos temporales, que es mayor en las mujeres (42,7% frente al 38,5% en los contratos de hombres). Y el tercero, el cambio en las subcontratas, con la prevalencia del convenio de sector sobre el de empresa, lo que aumentará el sueldo de muchas mujeres que trabajan en subcontratas de limpieza, administración y servicios auxiliares, telemarketing y ferias.
Tres cambios (Planes de igualdad, subida del salario mínimo y reforma laboral), más la aprobación (febrero 2021) de un complemento para reducir la brecha de género en las pensiones, que deben mejorar la situación de las mujeres. Pero no bastan. Urge actuar en otros frentes: en la educación (con la extensión de la educación pública de 0 a 3 años), la Universidad (con más mujeres en carreras técnicas y FP Superior, que facilitan su empleo), en su acceso y promoción laboral en empresas y la Administración pública, en la racionalización de la jornada laboral y la conciliación familiar, en la economía de los cuidados (para “liberar” a las mujeres) y en el reparto de las tareas de la casa y los hijos, una asignatura pendiente para la mayoría de los hombres. Hacen falta Planes y medidas pro-activas, porque al ritmo actual, la igualdad de las mujeres tardaría 135 años, según el World Economic Forum. Es un reto de todos, al margen de las ideologías. Media España exige igualdad.
lunes, 8 de marzo de 2021
8-M: la pandemia penaliza a las mujeres
La pandemia ha trastocado la vida de todos, pero más de las mujeres: han estado en 1ª línea en residencias, centros de salud y hospitales, se han contagiado más, han perdido más empleos y tienen más paro, mientras en casa han tenido más tareas y teletrabajo. Y siguen con las desigualdades de antes: trabajan menos (1,6 millones menos, cuando son más que los hombres), en peores puestos y con contratos más precarios, con lo que ganan un 21,4% menos. Y cobran un -12,88 de paro y un -34% de pensión, mientras dos tercios de los dependientes que mueren sin ayuda son mujeres. Se ha avanzado, pero a este ritmo, la igualdad salarial tardará 43 años. Lo positivo es que las empresas de más de 100 trabajadores tienen que negociar ahora y meter en convenio un Plan de igualdad y publicar sus salarios. Falta un Plan de choque, para que la recuperación traiga más empleos a las mujeres. Y repartir el trabajo en casa.
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Enrique Ortega a partir de Rodchenko |
La pandemia ha penalizado doblemente a las mujeres, en su salud y en su economía. Por un lado, las mujeres han estado en primera línea en la lucha contra la pandemia, en residencias de ancianos, centros de salud y hospitales, así como en la educación, las tiendas y supermercados, lo que se ha traducido en más contagios: un 52,5% de los contagiados en España son mujeres, según el informe RENACE. Eso sí, han muerto menos mujeres (el 40% del total), porque la tasa de letalidad ha resultado mayor entre los hombres, sobre todo a partir de los 70 años, porque que suelen tener más enfermedades previas (cardiovasculares, respiratorias, hipertensión y diabetes) y también por razones genéticas.
Por otro lado, la pandemia ha afectado más a la economía de las mujeres, por dos razones. Una, porque trabajan más en los sectores más castigados por la pandemia: turismo y hostelería (56% mujeres), comercio (65%) y en general los servicios (donde trabajan el 88,7% de las mujeres frente al 64% de los hombres). La otra, porque tenían trabajos más precarios, que han sido los primeros en perderse con la recesión post-COVID: las mujeres tienen un 26,6% de contratos temporales (frente al 22,8% los hombres) y son el 74,3% de todos los asalariados con trabajos a tiempo parcial, por horas o días (más vulnerables).
El resultado es que las mujeres han perdido más empleo con la pandemia, empezando porque han perdido el récord de trabajar más de 9 millones de mujeres, alcanzado en 2019 por primera vez en la historia de España. En febrero de 2021 había 8.781.589 mujeres afiliadas a la Seguridad Social, -218.342 mujeres menos, un -2,42% de caída en el último año (desde febrero 2020), frente a 10.068.522 hombres afiliados (-210.955, un -2,05%), según los últimos datos del Ministerio de SS. Las mayores pérdidas de afiliación se han dado en la hostelería (-296.010), ocio y actividades recreativas (-48.886), otros servicios (-31.298) y empleadas domésticas (-12.607), sectores con fuerte presencia femenina.
Pero la pérdida de empleo con la pandemia se ve mejor en la última EPA, del 4º trimestre de 2020, publicada por el INE: el año pasado se perdieron -622.600 empleos, -338.800 los perdieron los hombres (-3,12%) y -283.800 empleos las mujeres (-3,10%), un porcentaje bastante similar dado que hay más hombres que trabajan. Pero han perdido comparativamente más empleos en 2020 las chicas jóvenes de 16 a 19 años (-51,25% frente al -33,98% los chicos) y las chicas de 30 a 39 años (-7,12% frente a -6,22 los chicos).
Además de perder empleo, hay mujeres “aparcadas” en los ERTEs, esperando volver a trabajar o ser despedidas. Y son más que los hombres: a finales de febrero de 2021 había 899.383 trabajadores en ERTES, 477.132 eran mujeres y 422.251 hombres (a pesar de que hay 1,2 millones menos de mujeres afiliadas a la SS), según los datos del Ministerio de SS. Y la mitad de estos ERTEs estaban en la hostelería (446.999 trabajadores de media en febrero), junto a los que trabajan en servicios de comidas y bebidas (32.998 en ERTE) y alojamiento (120.011 trabajadores), los sectores con más mujeres. Y estos ERTE, dominados por las mujeres, se dan sobre todo en Barcelona (151.067), Madrid (120.058, Las Palmas (52.726), Valencia (46.862), Alicante (42.675), Málaga (41.516), Baleares (39.044) y Tenerife (37.465), el mapa donde hay más trabajadores (y mujeres) en ERTE.
Y también ha aumentado más el paro entre las mujeres el último año: +408.707 paradas más en febrero 2021 (+21,5%) frente a +354.035 hombres más sin trabajo (+26,2%), según los últimos datos del Ministerio de Trabajo. Y el aumento del paro ha sido porcentualmente mayor (de febrero 2020 a febrero 2021), entre las chicas jóvenes menores de 25 años: +40,56% (+51.356) frente a +39,76% los chicos. Y la tasa de paro femenino (18,47% de las mujeres) sigue muy por encima de la de los hombres (14,30%) y duplica con creces la media europea (7,4% en la UE), superada sólo por la de Grecia (20%), según Eurostat.
Hasta aquí, el efecto inmediato de la pandemia en las mujeres, mientras se mantiene (y crecerá) la desigualdad que ya había antes de esta crisis. La primera gran desigualdad sigue siendo que las mujeres trabajan menos que los hombres. Son más población, concretamente 938.063 mujeres más que hombres (24.144.815 frente a 23.206.752, según el Censo al 1 de julio de 2020). Y sin embargo, hay menos mujeres activas, que “trabajan o buscan trabajo” (10.865.900 mujeres frente a 12.198.200), porque muchas mujeres dejan de trabajar o ni lo intentan por cuidar a sus hijos y padres. Y así, hay menos mujeres trabajando: 8.874.500 mujeres frente a 10.469.800 hombres, a finales de 2020, según la última EPA. Son 1.595.300 mujeres menos trabajando, una "brecha" de empleo que apenas ha mejorado (eran 1.650.000 menos trabajando a finales de 2019).
La otra gran desigualdad de las mujeres, junto a trabajar menos, es que ganan menos, un -21,4 en 2018, el último año del que el INE ha publicado datos de salarios: el sueldo medio bruto de las mujeres era de 21.011,89 euros frente a 26.738,19 euros los hombres, -5.726 euros anuales (-477 euros al mes). Esta brecha salarial es casi la misma que en 2008 (-21,87%), aunque ha mejorado desde la mayor diferencia en 2013 (-23,99%) y sobre 2019 (-21,92%). Pero es una mejora tan pequeña que, a este ritmo, harían falta 43 años (hasta 2061) para igualar los salarios de hombres y mujeres en España, según este informe de CCOO. Y eso que estamos casi en la media europea, que tiene una brecha salarial del -24%, aunque se estima que habrá aumentado un 1% con la pandemia.
Por autonomías, la brecha salarial de las mujeres es mayor que la media en Asturias (-29,6%), Aragón (-24,65%), Andalucía (-24.44%), Navarra (-23,18%), Castilla y León (-22,89%), Cantabria y País Vasco (-22,56%), la Rioja (22,75%) y Cataluña (-22,17%). Y menor en Baleares (-13,72%), Canarias (-14,70%), Extremadura (-17,54%) y Madrid (-19,76%), según los datos de salarios del INE (2018). Y es llamativa la diferencia en esta brecha según la edad de las mujeres: está en la media entre 16 y 24 años (sobre el -21%), baja la diferencia entre 25 y 39 años (por debajo del -20%), se mantiene cerca de la media entre 40 y 49 años (-20,9%) y sube mucho (-25% y más) entre los 50 y 60 años, según el informe de CCOO.
¿Por qué se da esta diferencia de sueldos entre hombres y mujeres? La principal razón es que las mujeres trabajan menos horas que los hombres. Eso se ve en el salario por hora trabajada, donde la brecha se reduce a la mitad: -11,9% en España, frente al 14,1% en la UE-28, el 3,9% en Italia, el -79% en Grecia, el -8,9% en Portugal, el -15,8% en Francia o el 20,1% en Alemania, según los últimos datos publicados por Eurostat (de 2018). Eso se debe, básicamente, a que las mujeres hacen jornadas más cortas y tienen más contratos a tiempo parcial, por horas o días: los tienen el 25,3% de las mujeres que trabajan, frente al 7,23% de los hombres. Y de los 2.800.000 asalariados que trabajan en España a tiempo parcial, más de 2 millones son mujeres. Consecuencia: estos contratos a tiempo parcial (el 76% son de mujeres) tienen un sueldo que es el 39,8% inferior a los contratos a tiempo completo.
Las mujeres trabajan más a tiempo parcial para cuidar a hijos y padres y muchas (el 60%) porque no encuentran un trabajo a tiempo completo, solo por horas, básicamente en sectores “feminizados”: restaurantes, hostelería, comercio, servicio doméstico, vendedoras y empleadas de oficina. Y un dato muy explícito: en 2020 se dieron 54.723 excedencias laborales para cuidar a familiares y el 87,2% las pidieron las mujeres, que cada año dejan de trabajar al menos un mes (el 5,6% de las mujeres y el 2,6% de los hombres) para cuidar a alguien.
El segundo motivo de que las mujeres ganen menos es el tipo de contrato: tienen más contratos temporales (26,6%) que los hombres (24,6%). Y un trabajador temporal cobra, de media, un 30% menos que uno con contrato indefinido, según los datos de salarios del INE. Y el tercer motivo es que las mujeres trabajan más en sectores peor pagados, con mayor brecha salarial que la media: actividades administrativas y servicios (-32,19% de brecha salarial), otros servicios (-31,4%), actividades profesionales (-30,7%), actividades sanitarias (-28,02% de brecha salarial), comercio (-26,92%) e inmobiliarias (-25,27%) según el informe de CCOO. Y son mayoritarias las mujeres en la hostelería (56%), el comercio (58%), los servicios auxiliares (57%)y las inmobiliarias (62% mujeres), lo cuatro sectores con los salarios más bajos (de 12.809 a 18.744 euros brutos anuales), según el INE. Y en el caso de los empleados públicos, hay 900.000 interinos, el 70% mujeres (en sanidad y educación).
La cuarta razón, y muy importante, por la que las mujeres ganan menos es que cobran menos complementos, que suponen un tercio del sueldo final y más. Los hombres no sólo reciben más complementos (antigüedad, peligrosidad, penosidad, turnos, nocturnidad, pluses…) sino que además cobran más por ellos, con lo que si la brecha en el salario base es del -19,65%, con los complementos sube al -25,85%. Y al -28.85% si se añaden las pagas extras. Pero donde hay más brecha (-72,86%) es en el pago de horas extras. Primero, porque las mujeres hacen muchas más horas extras gratis, un 48% del total frente al 43% los hombres. Y además, cobran un 73% menos por las que les pagan: 3,11 euros de media las mujeres frente a 11,46 euros las mujeres, según un estudio de UGT.
Y todavía hay una 5ª razón para explicar por qué las mujeres ganan menos: ocupan peores puestos en las empresas: sólo hay un 36% de mujeres directivas y un 39% de técnicas, según la EPA, siendo mayoría en los puestos menos especializados, a pesar de que las mujeres tienen mejor formación que los hombres (el 54% de los universitarios son mujeres). Y entre las empresas que cotizan en Bolsa (127), sólo el 25,7% de los consejeros son mujeres, un porcentaje que sube al 31,17% entre las 35 grandes empresas del IBEX. Y hay 10 empresas cotizadas sin ninguna mujer en el Consejo y 25 sólo con una , mientras el objetivo es alcanzar el 40% en 2022, que ya cumplen 4 (REE, CaixaBank, IAG-Iberia y Banco Santander), según el último informe del IESE y Atrevía. Y otro año más, hay menos mujeres que hombres en puestos directivos de la Administración, Universidad, judicatura y la mayoría de empresas, bancos e instituciones.
La brecha salarial entre hombres y mujeres se extiende también al cobro del desempleo y a las pensiones. En las colas del paro hay más mujeres (2.304.779 paradas) que hombres (1.704.010 parados), un 57,5% del total, pero son menos las que reciben algún subsidio (el 53%) y son más los parados hombres que reciben un subsidio contributivo (864 euros/mes): 579.120 hombres y 569.483 mujeres en enero 2021, según Trabajo. Y además, debido a sus mayores nóminas y periodos de cotización, el paro que cobran los hombres es mayor: 922,80 euros mensuales de media frente a 804 euros las mujeres. Brecha desempleo: -12,88%.
Y vayamos a otra brecha, la de las pensiones. Aunque hay más mujeres en España, como trabajan menos, hay menos mujeres pensionistas: 4,35 millones frente a 4,55 millones de pensionistas hombres, según la SS. Y si tomamos sólo las pensiones de jubilación, las cobraban el 1 de febrero 2.159.565 mujeres jubiladas frente a 3.721.603 jubilados hombres. Y como cotizan por sueldos más bajos, durante menos años (porque dejan de trabajar años para ser madres), al final, la pensión media de las mujeres es mucho más baja: 866,61 euros frente a 1.250,87 euros. Una “brecha del -34%. Y si tomamos sólo la pensión media de jubilación, la brecha se mantiene en el -33,4%: 1.363,13 euros de media la jubilación de los hombres frente a 908,15 euros de media la jubilación de las mujeres, con datos de enero 2021.
Además, las mujeres sufren más años estas menores pensiones, porque su esperanza de vida es mayor: 86,22 años frente a 80,86 años los hombres. Con ello, corren más riesgo de necesitar ayuda en su vejez, como lo demuestra que el 63,5% de los solicitantes de ayuda a la dependencia sean mujeres. Y por ello, sufren más que los hombres el retraso de las ayudas a la dependencia, al ser mujeres dos tercios de los 234.039 de mayores dependientes que están en listas de espera para recibir ayudas. Y 94 de estos mayores murieron cada día en 2020 sin recibir esas ayudas reconocidas, 60 muertos diarios sin ayudas son mujeres dependientes. Un drama que también afecta más a las mujeres.
Como se ve, la discriminación de la mujer no es sólo que gane un 21,4% menos, sino que va desde que trabaja menos a que cobra menos paro y pensión y a que muere más sin ayudas a la dependencia. Y por si fuera poco, la mujer está discriminada en su propia casa. Ya lo estaba antes del confinamiento, según los datos del INE (las mujeres dedican 38 horas semanales a los hijos y 20 a la casa frente a 23 y 11 horas los hombres) y según la última encuesta de CaixaBank Research: las mujeres se encargaban del 71% de lavar la ropa, del 60% de la cocina y la limpieza y de la mayoría de las actividades educativas con sus hijos (el 64%). Pero lo peor es que durante el confinamiento, las mujeres han seguido cargando con la mayor parte de las tareas de lavar (69%), cocinar (59%) y limpiar (64%, más que antes) y los deberes de los niños (62%) y sólo ha cambiado que la compra la han hecho mayoritariamente los hombres (el 56%, frente al 44% antes). Así que durante el confinamiento, la mujer ha estado agobiada con limpiar, lavar, cocinar, ayudar a sus hijos y además, teletrabajar.
Todos son datos y estadísticas objetivas, que revelan la discriminación de la mujer hoy, peor que antes de la pandemia. Lo más positivo es que en 2020 se han aprobado dos decretos, pactados por el Gobierno con sindicatos y patronal, que pueden ayudar a mejorar la discriminación de la mujer. Uno, que entra en vigor hoy 8 de marzo, obliga a las empresas de más de 100 empleados a aprobar un Plan de igualdad, pactado con los representantes sindicales, donde se incluirá los procesos de selección y contratación de trabajadores, las condiciones de trabajo y conciliación y las medidas para reducir la brecha salarial y evitar la discriminación de las mujeres. Y el otro decreto ley obliga a todas las empresas, a partir del 14 de abril próximo, a tener un registro salarial, con una auditoría salarial obligatoria para las empresas que tengan Planes de igualdad. Y la Comisión Europea acaba de anunciar una Directiva de Transparencia Salarial, que obligará a las empresas de más de 250 trabajadores a publicar informes sobre la brecha retributiva (el Gobierno español va más allá y lo exige a las de menos de 100 trabajadores), incluyendo sanciones por desigualdad.
Son medidas muy importantes para reducir la desigualdad salarial, pero hay que actuar en otros frentes, como el laboral, para aprobar medidas que reduzcan la temporalidad en el empleo (que sufren más las mujeres), como acaba de pedir Bruselas al Gobierno. Y aumentar los medios de la inspección de trabajo, para poder sancionar a las empresas que discriminan a las mujeres. Y dotar de medios a sindicatos y patronal, que tienen que revisar millones de convenios para incluir clausulas de igualdad en el acceso al trabajo y los sueldos. Y además, hay que aprobar un Plan de choque para fomentar el empleo femenino, porque la mayor discriminación es que las mujeres trabajen menos que los hombres, lo que debe complementarse con más plazas de educación infantil, mejoras en los cuidados a dependientes y horarios laborales que favorezcan la conciliación. Sin olvidar cambios en el comportamiento de los hombres, para que compartan más las tareas del hogar y los hijos.
Hay mucho que hacer y hace falta tiempo, pero hay que resolver este grave problema: que medio
mundo y media España deje de estar discriminada, de la cuna a la tumba. Es el problema más serio que tenemos este
siglo, junto
al Cambio Climático: conseguir la igualdad de hombres y
mujeres. Un reto para todos, al margen de las ideologías, en el que nos
tenemos que volcar hombres y mujeres. Media
España exige justicia.