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jueves, 9 de marzo de 2023

2007-2022: la economía mejor, el consumo peor

La economía española ha crecido un 23,5% desde 2007 y trabajan casi tantas personas como hace 15 años. Pero el consumo de las familias es menor: gastamos un 22,3% menos que en 2007, básicamente porque la inflación se ha comido lo poco que han subido los salarios. Por eso, mucha gente siente que su situación está peor que antes de la crisis financiera, aunque las grandes cifras de la economía, sobre todo el PIB, vayan mejor. Y los que menos han recuperado su consumo son las familias con hijos y dependientes y los jóvenes. Además, somos el 2º país europeo (tras Malta) cuyo consumo más ha caído (-9,7%) respecto a antes de la pandemia. La lección: no basta con que la economía crezca (más que la mayoría) sino que hay que mejorar salarios, empleo y ayudas sociales para que mejore el bienestar de la mayoría. Y hoy por hoy, un tercio de los hogares no se han recuperado y no llegan a fin de mes.

Enrique Ortega

La economía española parece haber sorteado bien las tres últimas grandes crisis (financiera de 2008, la pandemia de 2020-21 y la inflación disparada de 2021-22). Al menos eso refleja el gran indicador que se utiliza para medir el avance de una economía, el PIB (el valor de lo que produce un país): si en 2007 España produjo por valor de 1.075.539 millones, el año 2022 se cerró con una producción de 1.328.922 millones de euros. O sea, que el PIB ha crecido un +23,55% desde antes de estallar la crisis financiera. Y otro indicador clave, el empleo, se ha casi recuperado: en septiembre de 2007 trabajaban en España 20.753.400 personas y a finales de 2022 trabajaban 20.463.900, sólo 289.000 ocupados menos, que a cambio tienen ahora contratos menos precarios.

Así que tenemos un país que produce más y da empleo a casi las mismas personas, lo que nos convierte en un país más productivo, que produce más por habitante: si en 2007, el PIB por habitante era de 24.800 euros, ahora, a finales de 2022, España producía un 12,5% más (27.910 euros). Pero ojo, en estos 15 años, la producción ha cambiado: un tercio se debe a las exportaciones, que crean empleo y consumo en otros paises, no en España. Y una parte de esa producción se ha ido a mayores beneficios empresariales, a inversión e impuestos, no a los salarios de los trabajadores. Eso explica que muchas personas no sientan que su bienestar ha mejorado desde 2007. Y los datos de su consumo lo corroboran.

El indicador que mejor mide el bienestar de un país no es tanto su PIB ni su empleo sino el gasto en consumo que hacen los hogares. Y este indicador refleja que los españoles no hemos recuperado el nivel de consumo que teníamos antes de la crisis financiera. Así, en 2007, un español gastaba 22.800 euros y a finales de 2021 gastó 17.100 euros (descontada la inflación, en euros constantes de 2016), un 25% menos, según un reciente estudio de Ivie y la Fundación BBVA. Y si añadimos 2022, el consumo real per cápita se quedó en 17.713 euros a finales del año pasado, lo que da una caída del consumo real por habitante del -22,3% entre 2007 y 2022. Así que nuestro gasto real ha caído en estos 15 años.

La mayor caída en este consumo real de los españoles (lo que gastan, descontando la inflación) se dio entre 2007 y 2014, en lo peor de la crisis financiera, cuando el consumo por habitante cayó de 22.800 euros (2007) a 17.200 euros (2013 y 2014), una caída del -24,56% causada por la pérdida de empleos (-3,7 millones), la reducción salarial de muchos trabajadores y la incertidumbre económica, según el estudio de Ivie y Fundación BBVA. En el periodo siguiente (2014-2019), la recuperación de la economía no fue suficiente y el consumo sólo mejoró un +7%, alcanzando un gasto de 18.400 euros por  habitante (todavía un -19,3% menor al de 2007). Y en esto llegó la pandemia (2020-21) y se disparó la inflación (2021-2022), con lo que el consumo real (descontando la inflación) de los españoles volvió a caer, hasta 16.500 euros en 2020, para recuperarse algo en 2021 (17.100 euros) y 2022 (17.713 euros), pero no suficiente, quedando un 22,3% por debajo de 2007.

Esta caída del consumo real de los españoles entre 2007 y 2022 ha sido desigual, afectando más a algunas familias, según el estudio de Ivie y Fundación BBVA. Así, los que más la han sufrido han sido los adultos con hijos dependientes, cuyo consumo real ha caído de 22.600 euros que gastaban en 2007 a 17.100 que gastaron en 2021 (-26,5%). Y los que se han visto menos afectados son los adultos mayores de 65 años: su consumo ha pasado de 17.800 euros que gastaban en 2007 a 17.600 euros de gasto real (-1,12% solamente). En el medio, los adultos sin hijos dependientes, cuyo consumo ha caído algo menos (-25,8%) que los que tienen hijos, de 24.000 euros (2007) a 17.800 (2022). Como se ve, las personas mayores tenían un bajo nivel de consumo en 2007, pero la revalorización de sus pensiones les ha permitido tener ahora un nivel de consumo similar al resto de españoles.

La caída del consumo real en los últimos 15 años ha sido desigual no sólo por tipo de familias (afectando más a los adultos con hijos y a los más jóvenes), sino que también ha sido muy desigual según el nivel de ingresos, señala el estudio de Ivie y Fundación BBVA. Así, en el 20% de los españoles con menor consumo (los más desfavorecidos), se redujo más el consumo que en el resto y aumentó más su desigualdad, por el mayor efecto del paro durante la crisis y el menor aumento del empleo posterior, su menor nivel de ahorro y el mayor gasto en los productos y servicios que más están subiendo precios (alimentos y energía). En cambio, en el 20% de españoles más favorecidos, la caída del consumo fue menor y han mejorado su posición en estos 15 años, tras las tres crisis.

La Comisión Europea considera este dato, el consumo individual real per cápita, como el mejor indicador del bienestar de los hogares europeos. Y publica un mapa donde se ve la situación de cada país, según su nivel de consumo comparado con la media de los 27 (índice 100). Esta estadística de Eurostat sitúa a España en el tercer pelotón de consumo (y bienestar), los que tienen un consumo entre un 11 y un 20% por debajo de la media: Eslovaquia (87%), España (85% del consumo medio UE-27), Chequia (85%), Polonia (84%), Portugal (83%), Malta (81%) y Rumanía (82%), sólo por delante del 4º grupo, los que tienen menos consumo real (Grecia, 76%, y 6 paises del Este). En cabeza del ranking UE están los 9 paises que consumen más que la media europea: Luxemburgo (índice 146 sobre 100), Dinamarca (121), Alemania (120), Paises Bajos (117), Bélgica (115), Suecia (113), Finlandia (112) y Francia (111). Y en el 2º grupo, por delante de España, los que tienen un 10% menos del consumo medio UE: Italia (97), Lituania (96), Chipre (95) e Irlanda (90).

A Bruselas le preocupa que 16 paises europeos no hayan recuperado (en 2021, último dato de Eurostat) el nivel de consumo por habitante de antes de la pandemia, que estaba (en la UE-27) un -4,1% por debajo del de 2019. Y España es el 2º de estos paises, con un -9,7% de consumo, tras el -14% de Malta y por encima de la caída de consumo de Austria (-8,4%), Portugal (-6,8%), Italia (-6,7%), Alemania (-4,9%) y Francia (-2%). Esto explica que muchos europeos no sientan que han salido de la última crisis, a pesar de la mejoría del PIB…

¿Por qué la economía va mejor pero los ciudadanos no lo notan? Hay una serie de factores que lo explican: subida de precios, depreciación de los salarios, menos horas de trabajo, más temporalidad, precariedad del empleo (“uberización” del trabajo), menor presión sindical, reforma laboral de 2012 y un mayor peso de la exportación, que aumenta el PIB y las ventas fuera pero no el consumo en España. Pero el factor clave para explicar la caída del consumo real de los españoles es el comportamiento de los salarios.

Veamos los datos. El salario medio bruto mensual ha pasado de 1.643,46 euros en 2007 a 2.086 en 2021, según el Decil de salarios de la EPA. Eso supone que el salario medio bruto de los españoles ha subido estos 14 años un +26,96%. Pero, en contrapartida, la inflación ha subido en estos años un +28,1%. Balance: el salario real ha caído un -1,14%. En definitiva, en realidad ganamos menos y por eso consumimos menos. Esta pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores españoles es más evidente en los dos últimos años: en 2020 se perdió un --1,6%  (1,53% subieron los salarios y 3,1% la inflación) y en 2021 otro -5,62% (2,78% de subida frente al 8,4% de inflación), o sea -7,22% en total. Y antes, entre 2012 y 2022, la pérdida de poder adquisitivo fue del -4,25%. Y como los salarios españoles son más bajos que la media europea (17 euros la hora frente a 21,9 euros en la UE-27, 21 en Italia, 25,7 en Francia y 29 en Alemania), pues aquí tenemos menos consumo real.

Esta devaluación salarial” en España, con menores ingresos reales que en 2007, choca con la mejoría de los beneficios empresariales. Por un lado, han crecido un 21% en 2022 (tras otra subida del 13% en 2021), siete veces más que los salarios, según el Banco de España. Y por otro, los salarios han perdido peso en el reparto del pastel de la renta: se llevaban el 50,5% del PIB en 2008 y han caído al 46,87% en 2022, según la Contabilidad Nacional del INE. Y enfrente, los excedentes empresariales, han caído sólo del 44,28% al 43,2% (el resto de la tarta que ha crecido son los impuestos).

Otro factor que explica la caída del consumo es el aumento del ahorro, que se ha disparado con las últimas crisis, como una forma de afrontar mejor las incertidumbres, con “la hucha” más llena ante lo que pueda venir. Este aumento del ahorro se ha dado sobre todo en 2020 y 2021, a raíz de la pandemia y el despegue de la inflación: entre estos dos años se creó una bolsa de ahorro nuevo de 110.000 millones (70.000 en 2020 y 40.000 en 2021), que se lograron a costa de restringir el consumo. Pero luego, en 2022, el ahorro se desplomó, porque la elevada inflación obligó a muchos españoles a “tirar de sus ahorros” para mantener el consumo. Y además, muchos se endeudaron (con créditos o tarjetas) para intentar mantener su nivel de consumo, que creció un 4% en 2022.

Otros factores que también han ayudado a sostener el consumo en 2022 (tras la fuerte caída en 2020 y 2021) han sido las ayudas de familiares y amigos a las familias más desfavorecidas, y las ayudas públicas, desde subsidios al ingreso mínimo vital. Pero los expertos coinciden en que estas ayudas públicas (desde el descuento de carburante a la bajada del IVA en la luz o los alimentos básicos) no son eficaces, porque ayudan más a las familias con recursos medios y altos (que consumen más) y no tanto a las más desfavorecidas, razón por la que la Comisión Europea, el FMI y la OCDE defienden  priorizar las ayudas directas (subvenciones, cheques) al consumo de las familias con menos ingresos.

El problema en el último año es que la inflación disparada afecta más a las familias más desfavorecidas, porque consumen proporcionalmente más aquellos productos y servicios que más se encarecen. Así, los gastos en alimentación suponen un 19,17% del gasto total para los que ganan entre 500 y 999 euros, un 18,51% para los que ingresan entre 1.000 y 1.500 euros y sólo el 15,19% para los que ganan de 3.000 a 5.000 euros, según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE (2021). Y los gastos de vivienda, electricidad, agua y otros combustibles suponen el 45,5% del gasto para los que ganan entre 500 y 999 euros, un 39,12% para los que ganan entre 1.000 y 1.500 euros y sólo el 30,7% para los que ingresan entre 3.000 y 5.000 euros. Así que la inflación va por barrios…

En definitiva, que la recuperación de la economía (que es un hecho en 2021 y 2022, aunque haya que esperar a 2023 para recuperar el PIB de 2019) no la notan muchos españoles en su consumo diario. Ya lo señalaba el INE, con la Encuesta de Condiciones de Vida de 2021: el 8,6% de los españoles llega a fin de mes con mucha dificultad, el 12,3% con dificultad y otro 22,8% con cierta dificultad. Sumando, daba un 43,7% con algún problema para llegar a fin de mes, casi tantos como en 2019 (el 47,9%) y como en 2007 (47,5%), lo que revela una débil mejoría en 15 años. Y con datos más actuales, de marzo de 2022: un 36% de españoles llegan justos a fin de mes y otro 16,2% no consigue llegar a fin de mes, según la última Encuesta de 40dB para El País.

Así que la economía irá mejor (los datos macro lo aseguran), pero la situación de una buena parte de españoles sigue siendo preocupante y les cuesta mantener su nivel de vida, con un consumo real que es menor al de hace 15 años. Sobre todo, a las familias con hijos y a los jóvenes. Estos datos (inapelables) deberían forzar a los políticos y fuerzas sociales a llegar a acuerdos para mejorar el bienestar de los españoles, sobre todo los que lo están pasando peor. No hay “una medida mágica”, sino que se debe actuar en distintos ámbitos: aumento del empleo de calidad, mejora de la formación y los incentivos a la contratación de jóvenes y mujeres, rebajar el precio de los alquileres aumentando el parque de viviendas, reducir los márgenes empresariales injustificables, mejorar los salarios más bajos, ampliar el ingreso mínimo vital y, sobre todo, centrar las ayudas públicas en subsidios directos a las familias más desfavorecidas. No pensar tanto en el PIB y pensar más en mejorar la vida cotidiana de los españoles. La economía está para eso.

jueves, 22 de diciembre de 2022

Las Navidades de la inflación

Tras las dos últimas Navidades marcadas por la pandemia, este año las fiestas están condicionadas por la subida de precios, sobre todo de los alimentos, que encarecen aún más las celebraciones de Navidad, los regalos y los viajes. Aún así, los españoles vamos a gastar más en estas fiestas, sobre todo en ocio y regalos, una media de 634 euros por persona. Eso sí, no todos, porque la pandemia dejó una secuela de 2 millones de personas más en situación de máxima precariedad, un total de 6 millones de españoles ya, a los que la inflación está asfixiando y obligando a recortar gastos y pedir ayuda y alimentos. Son la cara oculta de esta Navidad, donde un 31,5% de hogares tiene graves problemas para atender sus necesidades básicas, según Cáritas. Son, sobre todo, mujeres solas con niños, mayores dependientes, inmigrantes y parados, muchos de ellos vecinos y conocidos nuestros. Aprovechemos estas Navidades para ayudarlos. Y pedir más medidas contra la pobreza en 2023. ¡Feliz Navidad 2022!

Enrique Ortega

Esta podría ser una Navidad “como las de antes” del COVID-19, tras dos años marcados por un repunte de contagios que impidieron celebrar con normalidad las Navidades de 2020 y 2021. De hecho, el 83% de los españoles espera reunirse en estas fiestas con familiares y amigos, cuando en 2021 sólo lo hicieron el 67%, (por el repunte de contagios) y aún menos en 2020, en lo peor de la pandemia. Pero esta Navidad tampoco será “normal”, por la alta inflación, que se está “comiendo” parte de los ingresos de las familias, que pierden poder adquisitivo por 2º año consecutivo, recortando su gasto. Aunque la inflación anual lleva bajando 4 meses consecutivos (del +10,8% en julio al +6,8% en noviembre) y se acerca a la de hace un año (+6,5% anual en diciembre 2021), el problema es la gran incertidumbre actual, con altibajos en los precios de la energía, y, sobre todo, los altísimos precios de los alimentos: suben un +15,3% anual, el triple que hace un año (+5% en diciembre 2021).

Todo sube desde hace meses y por eso estas son “las Navidades de la inflación”. Ya no nos agobia tanto la factura de la luz (que ha bajado un -22,4% en el último año (según el INE), gracias a la bajada de impuestos y a la excepción ibérica que implantó un tope al precio del gas para producir electricidad), mientras sube menos el gas natural (+10,6% anual) y los carburantes: +18,9% anual el gasóleo y +0,4% la gasolina, gracias a la bajada temporal del petróleo y a la ayuda de 20 céntimos del Gobierno, que terminará a fin de año. Del resto de gastos, las mayores subidas se dan en los muebles (+9,1% anual), el turismo y la hostelería  (+7,8%), el transporte (+7,7%, aunque el transporte público urbano cae un -20%) y, sobre todo la mayoría de los alimentos (+15,3% anual).

De hecho, las subidas de precios más preocupantes se están dando en la comida, con 18 alimentos básicos que suben más del 10% anual, según el INE: azúcar (+50,2%), harinas y otros cereales (+37,6%), mantequilla (+37,5%), leche entera (+30,9%), huevos (+27,1%), aceite de oliva (+25,9%), patatas (+20,5%), queso (+20,3%), carne de ave (+16,6%), pizza (+16,4%), arroz (+15,3%), pan (+14,9%), legumbres y hortalizas (+14,6%), sal y especias (+14,3%), pescado congelado (+13,6%), carne de vacuno (+13,2%), carne de cerdo (+13,2%) y pescado fresco (+10,4%). Ahora, con la Navidad, aún están subiendo más (del 10 al 27%) el pescado, los mariscos, las carnes, algunas verduras y todos los dulces, además del resto de los alimentos, que no se espera empiecen a bajar hasta enero.

Visto el panorama de la inflación, la mayoría de las familias restringen su gasto, aunque estos días de Navidad harán una excepción: se espera que un 40% de los españoles gasten más que el año pasado, mientras un 30% gastarán menos y el resto lo mismo, según una Encuesta realizada por la consultora Deloitte. La mayoría de las familias, aunque están preocupadas por la inflación, va a celebrar estas fiestas con más gasto, tirando de sus ahorros (quedan más de 100.000 millones de ahorro familiar “embolsado” en 2020 y 2021) y con la mayor seguridad que les da tener más empleo (hay 360.000 personas más trabajando que en la Navidad de 2021) y además un empleo más estable (ahora, casi el 80% de los asalariados tiene un trabajo fijo, gracias a la reforma laboral). Y además, el 67% de los encuestados espera mantener o mejorar su situación financiera en 2023, con lo que su incertidumbre personal es menor que la incertidumbre de los precios.

El resultado es que los españoles gastarán casi igual esta Navidad (+0,4%), una media de 634 euros por persona, según la Encuesta de Deloitte. El mayor gasto lo destinarán a regalos (270 euros, un 12,4% más que en 2021), seguidos de comida y bebida (165 euros, +3,3%), en ocio y restaurantes (140 euros, +29%) y en viajes (59 euros, -51,6%), el único gasto que realmente baja estas Navidades, dónde recortan las familias para poder aumentar el resto de gastos. Los españoles que van a gastar más que la media son los que viven en Madrid, Cataluña, Baleares y Cantabria, mientras gastarán menos que la media estas Navidades en las dos Castillas, Aragón, la Rioja, Navarra, País Vasco, Asturias y Murcia. Y otra novedad es que suben las ventas en las tiendas (el 75% del total), tras el auge de las compras online con la pandemia, con preferencia por los comercios locales, salvo en electrónica y productos de lujo, donde predominan las compras en grandes almacenes. Eso sí, más de la mitad de las compras se pagarán con tarjetas, créditos o pagos online, sólo un 48% con efectivo.

Otra Encuesta, de la OCU, sube el gasto en esta Navidad a 735 euros por persona, un 14,66% más que la pasada. Sus respuestas indican que la mitad de los españoles (57%) gastarán igual, un 28% menos y el 15% restante más, destinando más de la mitad de su presupuesto a regalos (393 euros, 203 de ellos para los niños), 103 euros para celebraciones (comidas y fiestas), 101 euros para viajes, 70 para lotería y 32 euros para ocio. También esta Encuesta refleja la vuelta a las tiendas físicas y la bajada del comercio online. Y refleja que 1 de cada 3 personas estánestresados” por las compras de Navidad, mientras casi un tercio se queja de que los regalos que recibe son “poco útiles”.

Como siempre, hay tantas Navidades como familias y el gasto depende de la situación económica y laboral de cada uno, empeorada ahora por la alta inflación y unos salarios y pensiones que apenas han subido en 2022. Por eso, no deberíamos olvidar que en esta Navidad hay muchas familias vulnerables que lo pasan mal. De hecho, en los dos años largos de pandemia (2020 y 2021) aumentaron en 2 millones las personas vulnerables en España, según el último Informe Foessa encargado por Cáritas: pasaron de 4.036.378 personas en exclusión severa en 2018 (el 8,6% de la población) a 6.019.066 personas en 2020, españoles que están afectados por 5 de los 37 indicadores analizados.

Estos 6 millones de españoles que ya sufrían un alto nivel de precariedad son también los más afectados por la fuerte inflación actual, iniciada en el verano de 2021 y agravada con la guerra de Ucrania, según otro informe de Cáritas sobre los efectos de la inflación en las familias, presentado en noviembre de 2022. En conjunto, refleja que el gasto en vivienda, energía y alimentación, lo que más sube, se lleva el 50,3% de los ingresos de las familias españolas. Pero en las familias que ingresan menos de 1.000 euros mensuales, estos gastos básicos (los que más suben ahora) representan casi el 70% de sus ingresos. Y las que ganan de 1.000 a 2.000 euros gastan ahí más del 50% de sus ingresos. Y sólo el 42,2% las familias que ganan más de 5.000 euros mensuales.

Este estudio de Cáritas fija un Presupuesto mínimo de referencia para que las familias paguen sus necesidades básicas de energía, alimentación y transporte, que ya suponen el 71% del gasto total para el conjunto de familias españolas. Y sobre ese coste mínimo de referencia, concluyen que el 31,5% de las familias (6 millones de hogares) tienen hoy “graves dificultades” para pagar esas necesidades básicas. Son las llamadas “familias más vulnerables”, las que están en una situación verdaderamente precaria ante la inflación. Y que han tomado dos decisiones, según la experiencia de Cáritas: recortar gastos (incluso de alimentación, ropa y calzado, medicinas y comedor escolar) y buscar ayuda entre familiares, amigos y ONGs. Sólo Cáritas atiende a 3 millones de personas en España y Cruz Roja a 3,5 millones, mientras el Banco de Alimentos facilita comida a 1,5 millones de personas.

Este núcleo de 6 millones de españoles más vulnerables, los más precarios, forma parte de los 10.269.765 “pobres(“en riesgo de pobreza o exclusión social”) que hay en España (+550.000 que en 2019) un 21,7% de la población total, personas así consideradas por las estadísticas oficiales (INE) por ingresar menos del 60% de la renta media española en 2021 (menos de 9.535 euros anuales las personas solas y menos de 20.024 los matrimonios con dos niños).  Sobre este grupo de españolesvulnerables” (10,2 millones, 1 de cada 4 personas) o “muy vulnerables” (6 millones, 1 de cada 7,5 españoles) son a quienes hace más daño la actual inflación (tras sufrir también más la pandemia)  y los que tienen más difícil llegar  a fin de mes y ahora, afrontar la Navidad 2022. Son sobre todo, según Cáritas, mujeres solas con niños, familias con varios hijos o dependientes, algunos mayores y jóvenes, inmigrantes y personas en paro o con trabajo precario y a tiempo parcial.

Caritas, Cruz Roja y el resto de ONGs dan una importancia creciente a corregir los dos factores claves de pobreza: el desempleo (o empleo intermitente y precario) y los alquileres, un factor básico de generación de pobreza en los últimos dos años. Por eso piden medidas públicas para promover la formación y el empleo de las personas más vulnerables, a la vez que crear un parque de vivienda pública en alquiler (hoy casi inexistente: el 1,1% del parque total, frente al 38% en Países Bajos, 17,4% en Reino Unido o el 14% en Francia). Además, insisten en pedir cambios en los requisitos del Ingreso Mínimo Vital (IMV), demasiados restrictivos, lo que ha provocado que sólo cuente con 535.732 perceptores y beneficie a 1.495.128 personas, cuando el Gobierno Sánchez prometió que llegaría a 2 millones de beneficiarios. Y además, falta una mayor coordinación entre las ayudas públicas (IMV, rentas mínimas de las autonomías y seguro de desempleo), para sacar el máximo partido al dinero público y ligarlo más a la formación y empleabilidad de los beneficiarios y sus familias.

En definitiva, volvemos a estar ante unas Navidades difíciles, esta vez no por la pandemia (que sigue ahí, estancada y silenciosa: 156 casos por 100.000 habitantes entre mayores de 60 años y sin estadísticas del resto) sino por la inflación y el temor a una recesión en Europa en los próximos meses, con una guerra en Ucrania que dura ya 10 meses. Los españoles, como el empleo aguanta, no han desplomado su consumo y tratan de disfrutar de esta Navidad, gastando más el que puede. Pero no olvidemos a esa cuarta parte de la población que lo siguen pasando más, que sufrieron más la pandemia y sufren más la inflación. Necesitan que se prorroguen las actuales ayudas públicas y que haya una ayuda nueva para afrontar su alimentación. Pero también que cada uno de nosotros les ayudemos en lo posible, con donaciones a ONGs y ayudas directas a quien podamos. No les olvidemos.

¡Feliz Navidad!

jueves, 13 de diciembre de 2018

Gasto social: poco y mal hecho (según la OCDE)


Hay que conseguir que el crecimiento beneficie a todos. Hemos dejado a muchos fuera”. No lo ha dicho un economista de izquierdas ni alguien del PSOE o de Podemos. Lo ha dicho en Madrid el secretario general de la OCDE, que integra a los 36 paises más industrializados del mundo. Su último informe sobre España reitera que crecemos pero “con mucha pobreza y desigualdad”, como ya dijo la Comisión Europea en marzo. Y revela que España gasta poco y mal en políticas sociales, porque los impuestos y transferencias ayudan más a los que más tienen, con lo que nuestra política social es la 4ª peor de Europa, tras Grecia, Italia y Portugal. Lo dijo también la Comisión Europea, en su informe de primavera: las políticas sociales reducen menos la pobreza y la desigualdad en España que en Europa. Pero ni Gobierno ni oposición se dan por enterados: están a “otras cosas”. Y por eso, la mayoría de españoles no notan la recuperación. Y crecen los populismos y extremismos o la abstención.


La economía española sigue creciendo, pero menos (2,6% este año frente a 3,1% en 2017) y aún crecerá menos en 2019 (2,2%), según el último informe sobre España 2018 de la OCDE, presentado el 22 de noviembre. Pero su mayor preocupación no es que España crezca más sino “conseguir que el crecimiento beneficie a todos”, algo que no ha pasado con la recuperación iniciada en 2014. “Hemos dejado a muchos fuera”, reconoció en Madrid el secretario general de la OCDE, la organización que integra a los 36 paises del mundo más industrializados (salvo China). Por eso, el informe señala que el gran reto de España es “conseguir que los retos de la recuperación económica se compartan de forma más generalizada y que nadie quede excluido”. Para ello, proponen “mejorar el bienestar y reducir las desigualdades sociales y regionales” en España. Lo mismo dijo en marzo la Comisión Europea, en su informe sobre España 2018: el crecimiento no ha reducido la pobreza y la desigualdad, que son de las más altas de Europa, y hacen falta políticas sociales eficaces para que la recuperación económica llegue a todos.

En su Informe económico 2018 sobre España, la OCDE dedica muchas páginas a hablar de dos problemas sobre los que casi nadie habla: la pobreza y la desigualdad, porque considera que pueden “perjudicar el crecimiento, la productividad y las oportunidades de inversión”. Empezando por la pobreza, la OCDE destaca que “no ha dejado de crecer en España”, donde un 26,6% de la población (12.236.000 españoles) son “oficialmente pobres, según la estadística europea AROPE: o ingresan menos del 60% de la media (familias con 2 hijos que ingresan menos de 17.896 euros al año o solteros con menos de 8.522 euros) o tienen poco empleo o privaciones materiales severas. Y la OCDE destaca la pobreza infantil en España, señalando que “se ha disparado durante la crisis”: afecta al 22% de los niños de menos de 18 años, casi el doble que en la OCDE (13% niños son pobres), siendo España el tercer país con más niños pobres, tras Israel y Turquía (25%).Y además, destaca el informe, 8 de cada 10 niños españoles en edad escolar sufren “carencias materiales”, sobre todo en vivienda y educación, básicamente por el paro o la precariedad laboral de sus padres.

En marzo, el informe de la Comisión Europea sobre España ya alertaba de la pobreza y destacaba  que se cebaba en los niños (el 28,8% de los menores de 16 años son “pobres”), los parados (el 59,1% son pobres), las madres solas con niños (47,9% están en riesgo de pobreza), los inmigrantes (40,8% de los que vienen de Europa son pobres y el 58,7% entre los que vienen de otros paises), jóvenes (34,8% entre 16 y 29 años) y mujeres (27,1% de tasa de pobreza frente al 26% los hombres). Y también revelaba que muchos trabajadores españoles son “pobres”: un 14,8% de los trabajadores son pobres, frente al 8% en la OCDE, lo que sitúa a España como el país con más trabajadores pobres de la zona euro y el 7º de la OCDE (tras China, India, Costa Rica, Turquía, Brasil y México).

La OCDE destaca que el otro gran problema de España es la desigualdad, mayor que la media de los 36 paises OCDE: la desigualdad de ingresos en España (0,34 en el índice de Gini) nos coloca en el puesto 9º del ranking de desigualdad OCDE (índice 0,31), sólo con menos desigualdad que México, Chile, Turquía, EEUU, Israel, Reino Unido, Nueva Zelanda y Letonia. Y eso es consecuencia de que los ricos son ahora más ricos y los pobres más pobres, por el triple efecto del paro, el subempleo y los bajos salarios. El dato que aporta la OCDE es muy explícito: el 20% de españoles más ricos gana 6,6 veces más que el 20% más pobre, cuando en la OCDE esa desproporción es de 5 veces. Y además, ha empeorado con la crisis, porque la desproporción en España era de 5,6 veces en 2008.Y el 10% de los hogares acomodados posee ya la mitad de la riqueza total de España, mientras que sólo un 20% de esa riqueza está en manos del 60% más pobre, según el informe de la OCDE.

Para la OCDE, lo preocupante no es solo que se hayan agravado las diferencias de ingresos sino que la desigualdad se ha instalado en España en múltiples ámbitos: hay desigualdad por edades (los jóvenes tienen menos trabajo y más paro que los adultos), por sexos (la mujer trabaja y cobra menos), por nivel de formación (las personas sólo con la ESO tienen un 15% menos de posibilidades de encontrar trabajo, una brecha superior a la que existe en dos tercios de paises OCDE) y por regiones (el paro en Andalucía es el 22,85% y en Baleares el 7,16%), con un gran desequilibrio de rentas entre autonomías (la riqueza por habitante en Extremadura es de 18.283 euros, la mitad de la renta de Madrid, que fue de 36.276 euros por habitante en 2017, según el INE). Y todo ello, sin olvidar la desigualdad de España con Europa: tenemos el 92% de la renta media europea (26.700 euros/habitante) y ocupamos el lugar 14º en el ranking de riqueza europeo, según Eurostat (2017), a pesar de ser la cuarta mayor economía  y la tercera mayor de la zona euro.

Lo peor ya no es sólo que la pobreza y la desigualdad hayan crecido en España a pesar de la recuperación. Lo más preocupante es que España lo ha hecho mal al tratar de corregirlo con los impuestos y transferencias, con la política social, según destaca el informe de la OCDE. Por un lado, revela que el gasto social en España es bajo respecto a la OCDE, salvo en pensiones (porque somos el 2º país más envejecido del mundo) y desempleo (porque somos líderes en paro, tras Grecia). De hecho, el gasto en protección social en España supuso el 16,8% del PIB en 2016, unos 25.700 millones de euros menos de gasto social que la media europea (19,1% del PIB en gasto social), según Eurostat. España gasta menos cada año en la vejez (9,2% del PIB frente a 10,2%), enfermedad e invalidez (2,4% del PIB frente al 2,7% la UE-28) y familia (0,7% del PIB frente al 1,7% en la UE-28), gastando sólo más en desempleo (1,8% del PIB frente al 1,3%), porque tenemos más del doble de parados.

Pero lo más llamativo del informe OCDE es que revela que España gasta mal lo poco que gasta en políticas sociales. Por un lado, las transferencias en efectivo que hace el Estado benefician más a las familias con más ingresos, con lo que agravan y no corrigen la desigualdad: el 20% más pobre de españoles reciben el 55% del pago medio por transferencias (en la OCDE reciben el 119%) y el 20% de españoles más ricos reciben el 160% de la media (el 95% en la OCDE). Eso supone que España es el cuarto país de la OCDE que corrige peor las desigualdades, tras Grecia, Italia y Portugal, cuyas políticas sociales son también “regresivas”, ayudan más a los que más tienen.

La clave de que esto pase son los impuestos, que están mal orientados en España y no ayudan a corregir las desigualdades, según detalla el informe de la OCDE.  Sobre todo en el IVA, las exenciones y tipos reducidos restan ingresos pero no ayudas a los más pobres sino a las clases más acomodadas y a sectores que no lo necesitan (como el turismo, que se beneficia del 10% de IVA). También hay deducciones y exenciones en el IRPF que ayudan más a los que más tienen (Planes de pensiones, ahorro…). Y por supuesto, lo poco que pagan las grandes empresas en Sociedades. La OCDE alerta también de las rebajas en el impuesto de Sucesiones (herencias) hechas por varias autonomías, que dicen “benefician a los más acomodados”. Y en general, señalan que los impuestos están orientados en España a las rentas del trabajo (aportan el 83% de los ingresos”) lo que agrava la desigualdad y “penaliza el crecimiento y el empleo”, según la OCDE.

Esta crítica de la OCDE a la política social en España se suma a la que hizo la Comisión Europea en marzo, en su informe sobre España 2018, donde señalaba que “la capacidad redistributiva de los impuestos y las prestaciones sociales es baja en comparación con otros paises europeos”. Y daba este dato: las políticas sociales en España sólo reducen las desigualdades un 34,5%, mientras en Europa las reducen un 40% de media. Y señalaba varias causas, además de unos impuestos poco progresivos: baja cobertura del desempleo y por poco tiempo (el 45% de los parados EPA no cobra ningún subsidio), pocas ayudas familiares y unas ayudas públicas a los más pobres (rentas mínimas) que llegan a poca gente (314.562 beneficiarios) y que pagan poco (434 euros de media, con grandes diferencias entre los 300 euros mensuales de Murcia o los 385 euros de la Comunidad Valenciana y los 672 euros que paga el País vasco o los 600 euros de Navarra). Y la Comisión llamaba la atención sobre el bajo gasto público español en prestaciones familiares (el 1,3% del PIB frente al 2,4% en la UE-28), que explica en gran medida el aumento de la pobreza infantil.

Con este panorama de mucha desigualdad y pobreza y bajas ayudas sociales poco eficaces, no es extraño que la mayoría de los españoles (el 70%, según el Informe FOESSA 2017) digan que “no notan la recuperación”. Y que un 93,2% de españoles consideren la actual situación económica como muy mala (15,2%), mala (33,9%) o regular (44.1%), según el Barómetro del CIS, aunque llevemos 5 años creciendo más que los grandes paises de Europa. El problema es, como reiteran la OCDE y la Comisión Europea, que este crecimiento no es “inclusivo”. A lo claro: que beneficia a algunos pero no a la mayoría. Y eso perjudica a la recuperación, como advierte ahora la OCDE y antes la ministra de Economía, Nadia Calviño, quien cree que la pobreza y la desigualdad son uno de los tres grandes desequilibrios económicos de España, junto al paro y la deuda, porque tener a tantos españoles malviviendo  (12,2 millones) reduce el consumo y frena el crecimiento y el empleo, rebaja la recaudación fiscal y deteriora las cotizaciones y el déficit de las pensiones.

Así que crecer de forma desigual no es sólo injusto socialmente sino que pone en peligro la recuperación económica, además de fomentar el desinterés por la política y engrosar los populismos y radicalismos. Por ello, la OCDE propone a España “un crecimiento más inclusivo” , utilizando para ello diversas palancas. La primera, la política de empleo, fomentando (con una reducción de cotizaciones) la contratación estable de los trabajadores con salarios más bajos, jóvenes, mujeres y parados de larga duración, favoreciendo los trasvases de personas entre las regiones con más paro y menos. La segunda, la política educativa, para reducir el abandono escolar (18,3%) y los repetidores (tenemos la segunda mayor tasa de la OCDE), mejorando la formación de jóvenes y adultos. La tercera, la política de apoyo a la familia, con más ayudas a las familias con hijos y a las guarderías- La cuarta, una política de vivienda que facilite el alquiler, una losa para las familias: se llevan el 40% de los ingresos del 38,4% de familias más pobres en España y del 36% en Europa. Y la quinta y clave, otra política fiscal y social, que consigan recaudar más (España ingresa 81.456 millones menos cada año que la media europea) y gastar mejor, haciendo pagar más impuestos a los que más tienen y concentrando las ayudas sociales en las rentas más bajas.  

Este reciente informe de la OCDE sobre España está ahí, como el informe de la Comisión Europea de marzo. Pero el Gobierno y los políticos no los hacen ningún caso: están a lo suyo, a sus peleas diarias y a preparar las próximas elecciones. Y mientras, el crecimiento se debilita y se reparte de manera muy desigual, año tras año. Y, como dijo el secretario general de la OCDE, muchos “se quedan fuera” de la recuperación. Y no sólo es socialmente injusto, sino que pone en peligro la recuperación y el empleo, además de fomentar el desencanto político y los populismos extremos. A ver cuántos informes más necesitamos  (y cuantos "avisos" como el de las elecciones en Andalucía) para tomar medidas y crecer de forma más sana y justa.