Mostrando entradas con la etiqueta empleo temporal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta empleo temporal. Mostrar todas las entradas

jueves, 26 de octubre de 2023

EPA septiembre 2023: empleo récord

El empleo sigue aumentando en España, a pesar del menor crecimiento, la alta inflación, los tipos de interés récord y la guerra en Ucrania y Palestina: 21.265.900 personas trabajaban en  septiembre, la cifra más alta de nuestra historia, según la EPA conocida hoy. Y aunque el paro aumenta, porque aumentan los que buscan trabajo, tenemos la tasa más baja desde 2008 (11,84%). El empleo está aguantando en todo el mundo, a pesar del parón de la economía, pero más en España: hemos creado el 60% de todo el empleo europeo este año. Pero las previsiones alertan que el empleo va a “pinchar” en los próximos meses y el Gobierno en funciones espera que se cree en 2024 la mitad de empleo que en 2023. Por eso, urge mejorar los salarios (para reanimar el consumo) y acelerar las inversiones de los Fondos europeos. Y aprobar Planes de choque para colocar a los jóvenes, las mujeres y los mayores de 45 años. No hay que dormirse en el récord.

                             Enrique Ortega

El verano suele ser una buena época para el empleo, por la temporada turística y los contratos en la enseñanza. Este año también, a pesar del menor crecimiento económico (en España y en Europa), la alta inflación (aunque menor) y la guerra de Ucrania: se crearon + 209.100 empleos entre junio y septiembre, según la EPA conocida hoy, más del doble que el verano de 2022 (+77.700 empleos), aunque menos que en el verano de 2021 (+359.300 empleos) y que en el de 2020 (+569.600 empleos, porque salíamos del “encierro” por el COVID-19). Y más del triple de nuevos empleos que en el verano anterior a la pandemia (+69.400 empleos en 2019). Con ello, se han creado +806.000 empleos este año. Y en España hay ya 21.265,900 personas trabajando, otro récord histórico tras el de junio 2023 (21.056.700 ocupados), el mayor número de personas trabajando en España (hubo 20.646.000 ocupados en junio 2008).

En el tercer trimestre, el aumento del empleo ha sido gracias a los servicios (+138.700 empleos creados), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también ha creado  empleo la industria (+98.800) y la construcción (+19.500) cayendo sólo el empleo en la agricultura (-47.800 empleos). El empleo se ha creado sobre todo en el sector privado (+192.200 empleos) , once veces más que en el sector público (+17.000 empleos), según la EPA. Y se ha creado casi el doble de empleo entre los hombres (+130.500 empleos), que entre las mujeres (+78.600), cayendo el empleo sólo entre los jóvenes de 25 a 34 años (-39.900 ocupados)  y entre los de 45 a 49 años (-21.100 empleos). Por autonomías, el empleo ha crecido en 12 regiones, encabezadas por la Comunidad Valenciana (+80.700 empleos), Cataluña (+62.400) y Baleares (+35.200) y ha caído en las 7 regiones restantes, sobre todo en Madrid (-15.700 empleos), Andalucía (-3.800) y Euskadi (-2.800).

La importante mejora del empleo en el tercer trimestre (+209.100) no se traducido una mejora del paro, que subió en verano (+92.700 parados), más que en el verano anterior (en 2022, el paro creció en +60.800 personas), según la EPA de hoy. Ello se debe a un fuerte aumento este verano de los españoles “activos”, que buscan trabajo: los “activos” han aumentado en +301.900 personas, impidiendo bajar las cifras del paro. Es un proceso que se ve trimestre a trimestre (hay más de 24 millones de activos, otro récord histórico y 962.200 personas más buscando trabajo que antes de la pandemia). Y todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo mismo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo. 

El  paro subió en el tercer trimestre (+92.700 personas), por culpa de los servicios (+35.900 parados, los que se apuntaron a finales de septiembre, tras el fin de la temporada turística), los estudiantes que buscan su primer empleo (+40.900 personas) y los nuevos parados de la agricultura (+16.900) y la industria (+4.700 parados), bajando sólo el paro este verano en la construcción (-21.100 parados), según la EPA de septiembre. El desempleo aumentó poco entre los hombres (+24.400 parados) y subió mucho más  entre las mujeres (+68.400) y entre los de 25 a 54 años (+41.200 parados) y los más jóvenes (+30.600 parados entre 20 y 24 años). Por autonomías, el paro sube en 11 regiones, sobre todo en Madrid (+37.600 parados), Andalucía (+30.700), Asturias y Euskadi (+13.400), más Murcia (+10.100), bajando sólo en 8 regiones, sobre todo en Castilla la Mancha (-11.900 parados), Baleares (-8.400), Aragón (-5.600), Galicia (2.500) y Extremadura (-2.300),que se han beneficiado de un mayor turismo interior este verano.

 La cifra total de parados EPA se aleja de los 3 millones (2.855.200 parados estimados a finales de septiembre 2022), un dato que no se veía desde septiembre de 2008 (2.600.700 parados). Y la tasa de paro baja al 11,84%, según la EPA, mucho más baja que antes de la pandemia (13,78% en 2019) y la menor tasa de paro desde el verano de 2008 (11,23%). Eso sí, todavía duplicamos la tasa de paro europea (5,9% en la UE-27) y cuadruplicamos la alemana (3% de paro), según Eurostat.  Y baja ligeramente la tasa de paro de los  jóvenes (menores 25 años), al 27,82% (14% en la UE-27). 

Hay otros datos preocupantes del paro que mejoran. El primero, que hay 928.800 hogares con todos sus miembros en paro (-48.600 menos que hace un año). El segundo, que seguimos con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”: Ceuta (27,79% de paro), Melilla (20,89%),  Andalucía (18,67%), Extremadura (16,50%), Canarias (15,23%) y, que contrastan con 6 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea (5,72% Baleares, 7,48% Cantabria, 7,77% Aragón, 8,32% País Vasco,  9,29% Navarra y 9,61% La Rioja). Y el tercero, que bajan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.132.700 parados, el 39,67% de los parados (eran el 40,29% el trimestre pasado, pero el 43,5% a finales de 2019). 

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En agosto de 2023, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.816.798 desempleados: menos de la mitad (48,24%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 934,40 euros de media y el resto (51,76%) cobraban un subsidio asistencial de 480 euros. Pero en esta cifra están incluidos los 11.000 trabajadores que están en ERTE y cobran las tres cuartas partes de su sueldo del SEPE. Así que, en realidad, sólo 1.805.798 parados cobra algún subsidio, el 63,25 % de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que más de un tercio de los parados (36,75%) no cobran ninguna ayuda pública, lo que mejora la cobertura de 2019 (no cobraban el 38,5%). Así que sube el paro, pero también aumentan los que no reciben ayudas. 

Visto los datos del empleo y el paro en el tercer trimestre de 2022, queda patente que España supera de momento la nueva crisis de la guerra de Ucrania, porque tenemos más ocupados (+ 1.085.000) y menos parados (- 248.600) que a finales de 2021. Concretando más, hay +495.017 afiliados más a la Seguridad Social que a principios de año, con  20.735.911 afiliados a finales de septiembre, tras 29 meses consecutivos de aumento (desde mayo de 2021). Y el paro se ha reducido, a pesar de la guerra y la inflación, en -115.185 parados este año (enero a septiembre), según Trabajo.

Con todo, la mejor noticia es que el empleo que se está creando en 2023 sigue siendo menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. El balance de enero a septiembre es muy positivo: un 43,5% de todos los contratos firmados estos 9 meses (11.575.200) han sido indefinidos (5.035.200 contratos), por encima del 37,04% de contratos indefinidos firmados entre enero y septiembre de 2022. Y supone un salto tremendo sobre el porcentaje de indefinidos antes de la reforma laboral: en 2021, sólo el 10,9%  de los contratos eran indefinidos. Y entre 2014 y 2020, sólo eran indefinidos entre el 6 y el 8% de todos los contratos. Además, este año, más de la mitad de los nuevos contratos (56,11%) son a tiempo completo, más de la cuarta parte (28,7%) a tiempo parcial y el resto, fijos discontinuos (1.755.300), que son los contratos fijos que se hacen ahora a muchos de los que antes eran temporales en el turismo, hostelería y construcción : están “fijos” en las empresas, aunque trabajen por obra o temporada (el resto del tiempo no cuentan como parados aunque estén inactivos, una norma que viene desde el año 1985).

El resultado evidente de la reforma laboral es que aumentan mes a mes los asalariados con contrato indefinido, que eran el 74% de los asalariados hace dos años (septiembre 2021), un 79,81% hace un año y que ahora son ya un 82,74%, con un 17,26% todavía de asalariados con contrato temporal, el mayor porcentaje en Europa (la media de temporalidad en la UE-27 es del 14,1%). Los que más se están beneficiando de los contratos fijos son los jóvenes, cuyos contratos son ahora fijos en un 75% (antes de la reforma, lo eran menos de la mitad).Y además de conseguir más contratos indefinidos, la reforma laboral está consiguiendo contratos temporales que duran más, al penalizar la cotización de los contratos por días o menos de una semana, que ahora se hacen mucho menos.

En resumen, aunque el empleo creció menos este verano (+209.100) que en primavera (+603.900), sigue mejorando, a pesar de que la economía crezca menos, en España y en Europa, la alta inflación, la drástica subida de los tipos de interés y los conflictos geopolíticos (20 meses de guerra en Ucrania y ahora la guerra en Palestina). Los expertos muestran su extrañeza por el alto nivel de empleo en todo el mundo, con la tasa de paro más baja en los 38 paises de la OCDE desde principios de siglo (4,81% en agosto de 2023, frente al 5,39%  en 2019, antes de la pandemia, el 8,58% en 2009 y el 6,75% en 2001). Una bonanza del empleo en Occidente, a pasar de la inflación, los tipos altos y la guerra, motivada por el elevado gasto público tras la pandemia, las ayudas contra la inflación, la moderación salarial y el aumento de los beneficios empresariales, el envejecimiento de la población (hay menos mano de obra disponible) y la vuelta de mucha producción de Asia y paises en desarrollo a los paises desarrollados, tras los “embudos” en las cadenas de producción post-pandemia.

Esta mejoría internacional del empleo en los últimos años ha sido mayor en España, según los datos oficiales: el 60% de todo el empleo creado en Europa en 2023 se ha creado en España. Respecto a diciembre de 2019 (antes de la pandemia), la creación de empleo aumentó más en España (+7,1% hasta septiembre 2023) que en Francia (+4,9%), Italia (+2,2%) o Alemania (+1,3%). Y si analizamos la creación de empleo desde diciembre de 2021 (antes del inicio de la guerra en Ucrania), también se ha creado más empleo en España (+5,2% hasta septiembre 2023) que en Italia (+3,2%), Francia (+1,7%) o Alemania (+1,6%). Las razones son varias: el mayor tirón del empleo del turismo y los servicios, la menor caída de las exportaciones, el menor peso de la industria (que está creando menos empleo), la menor inflación y los salarios más bajos en España, que mejoran nuestra competitividad.

Pero ahora, cara al 4º trimestre de 2023 y, sobre todo, ante 2024, preocupa el futuro del empleo, en Occidente y más en Europa y España, dado el bajo crecimiento esperado, los altos tipos, la incertidumbre sobre la energía y la inflación y los conflictos geopolíticos. Por eso, tanto la OCDE como el FMI auguran una menor creación internacional de empleo este año y, sobre todo, en 2024. En paralelo, el Gobierno en funciones ha enviado a Bruselas, en octubre, su Plan presupuestario para 2024, donde hace 2 previsiones. Una, que se crearán 722.905 empleos entre 2023 (438.028) y 2024 (284.877), una cifra importante, pero mucho menor que el año pasado (sólo en 2022 se crearon 710.400 empleos). Y la otra, que la tasa de paro seguirá bajando, a pesar del aumento de activos (24 millones en 2024), quedando por debajo del 11% de paro a finales de 2024 (la tasa más baja desde 2008). Un aumento del empleo que será mayor que en el resto de Europa, por el empujón del turismo y los Fondos europeos.

Así que el empleo seguirá creciendo, pero mucho menos, sobre todo este invierno y hasta la primavera que viene. Por eso, resulta importante no bajar la guardia en las ayudas contra la inflación, que están ayudando a muchas familias a bajar menos su consumo y mantener el crecimiento, aunque sea menor. Y, sobre todo, dinamizar las inversiones ligadas a los Fondos europeos, claves para sostener muchos empleos (y aumentarlos). Además, el próximo Gobierno (si se constituye, algo difícil hoy) tendría que aprobar un Plan de choque por el empleo, para facilitar la contratación de los colectivos con más problemas para trabajar: jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. En el programa de Gobierno pactado por el PSOE y Podemos se incluye aprobar 2 Planes de empleo para jóvenes y parados de más de 45 años, pero necesitarán apoyos políticos, recursos y la colaboración de las 11 autonomías del PP (y VOX), que gestionan el día a día de las políticas de empleo en España.

En resumen, sigue mejorando el empleo, pero preocupa que “pinche” en los próximos meses. Y todavía tenemos demasiado paro, concentrado en los mayores, las mujeres y los jóvenes, que siguen esperando una oportunidad. Crear más empleo y de calidad debería concentrar los esfuerzos la próxima Legislatura. Porque el empleo es la base de todo.

jueves, 30 de abril de 2020

1º de mayo confinados: reflexionemos


Mañana se celebra el 1º de mayo y por primera vez en 134 años no habrá manifestaciones, porque estamos confinados en casa por el coronavirus. Pero podemos aprovechar la cuarentena para reflexionar sobre lo que nos está pasando. Por ejemplo, sobre que España sea el país europeo donde más va a subir el paro por el coronavirus, debido a que somos un país de servicios (sobre todo turismo) y a que 1 de cada 4 trabajadores tienen un empleo temporal, los más vulnerables cuando vienen mal dadas. O sobre los recortes recientes, más en España que en otros paises, que han deteriorado seriamente nuestra sanidad y servicios públicos, tan necesarios ahora. O sobre el abandono tecnológico de España y sus empresas, que hace que ahora el teletrabajo sea simbólico. O sobre la tremenda desigualdad que teníamos y que lleva ahora a muchas familias a Cáritas y a la pobreza. O sobre los jóvenes, una generación aplastada ya por 2 crisis. Lean y reflexionemos juntos. Tenemos tiempo.

enrique ortega

Este 1º de mayo de 2020 está marcado, como todo por el coronavirus. Y por el hecho de que España sea el país europeo con más contagios y el 2º con más muertos, tras Italia, fruto de un retraso en la adopción de medidas de confinamiento, un mayor tráfico internacional de pasajeros, una mayor cercanía social y familiar que en la Europa del norte, una sanidad con menos medios preventivos y asistenciales (a mediados de enero, un hospital de Berlín ya desarrolló el primer test de detección del coronavirus, utilizado luego por toda Alemania), más un altísimo envejecimiento de la población,  que ha concentrado el 86,5% de las muertes en los mayores de 70 años (ojo: dos tercios de los muertos han sido en residencias de ancianos) . Esto más o menos lo sabíamos, pero quizás no que el coronavirus se ha cebado también más sobre nuestra economía y empleo que sobre otros paises europeos, incluida Italia. 


El efecto del coronavirus sobre las economías europeas no va a ser tan desigual, ya que el FMI estima una recesión del -7,5% este año en el PIB de la zona euro, una caída que sólo será algo superior en Italia (-9,1%), España y Portugal (-8% ambos) y Grecia (-10%), con todo cercana al -7,2% que caerá la economía de Francia o el -7% que caerá la potente economía alemana (y -6,5% el Reino Unido). De momento, caemos más, como se ha visto ya este primer trimestre: el PIB de España cayó un -5,2%, superior  a la caída anunciada hoy en Italia (-4,7%) y menor que la caída en Francia (-5,8%), aunque más que la caída producida ya en la Unión Europea (-3,5) y la zona euro (-3,8%), según los datos publicados hoy por Eurostat.


Lo más llamativo de la pandemia es su desigual repercusión sobre el empleo en Europa. Ya en el primer mes de confinamiento, en marzo de 2020, el aumento del desempleo ha sido muy desigual por paises, siendo España el país europeo donde más ha aumentado el paro : +0,9% (del 13,6% en febrero al 14,5% en marzo), muy por encima de la media europea (+ 0,1%: del 6,5 al 6,6%) y de la zona euro (del 7,3 al 7,4%), más que en Italia (cayó un -0,9%: del 9,3% al 8,4%) y bastante más que en Francia (+0,5%: del 7,9%  al  8,4%), Alemania (+0,1%: del 3,4% al 3,5%), Holanda (estabilizado en el 2,9%) o Austria (también se mantiene estable, en el 4,5%), según publica hoy Eurostat. Y la previsión del FMI es que España alcance el 20,8% de paro a finales de 2020: tendremos 4.817.030 parados, 1.625.130 más que a principios de año. Tendríamos 2,3 veces más parados nuevos que Italia  (+681.858), el triple que Francia (+555.674 parados en 2020) y 5 veces más parados nuevos que Alemania (+297.000 parados este año). Y lo peor, según el FMI, es que en 2021, a pesar del crecimiento esperado (+4,3% del PIB) no recuperaríamos el empleo ni la tasa de paro de antes del coronavirus (paro del 17,5%, frente al 14,1% en 2019). 


Aquí está la primera reflexión para este 1º de mayo: ¿por qué el coronavirus nos hace perder más empleo que al resto de Europa? La respuesta es variada y compleja. Primero, por el modelo económico español, basado sobre todo en los servicios, en el turismo, el sector más dañado por el cierre de fronteras, líneas aéreas, hoteles, bares, restaurantes y comercios. No es sólo que España sea la 2ª potencia turística del mundo (83,7 millones de turistas), detrás de Francia (89 millones), sino que el peso del turismo en el empleo es muy superior al resto de paises: supone el 12,3% del empleo total, frente al 7,3% en Francia, el 10,3% en Italia, el 8,4% en Alemania o el 9,4% de media en Europa, siendo sólo superado por Grecia (23,9% del empleo total), según Eurostat. La segunda razón hay que buscarla en la estructura empresarial: en España hay un mayor peso de las pymes (98,98% de las empresas) y un menor peso de las medianas y grandes empresas, que son las que pueden aguantar mejor una crisis como la del coronavirus. Sobre todo si tienen más tecnología, la tercera causa de nuestra mayor caída: el país y las empresas gastan menos en tecnología y apenas están preparadas para el comercio digital y el teletrabajo, claves para sobrevivir al confinamiento.


Pero hay una cuarta razón, la fundamental, para explicar que el coronavirus nos provoque más paro: tenemos un empleo muy precario, muy vulnerable cuando vienen “mal dadas”. En España, el 26,2% de los empleos son temporales (más de 1 de cada 4 asalariados), casi el doble que en Europa (14,8% en la UE-28 y 15,7% en la zona euro), muy por encima del empleo temporal en Italia (17,3%), Francia (16,2%), Alemania (12,3%), Holanda (19,2%), Austria (8,1%) e incluso Portugal (20,4%) o Grecia (12,4%), según Eurostat. Y ahora nos ha pasado una dura factura: de los 900.000 despidos contabilizados entre el 14 y el 31 de marzo (no los empleos perdidos  temporalmente en los ERTEs), el 75% eran trabajadores con un empleo temporal, por días, semanas o meses, a lo que “no se les ha renovado” su contrato.


Esta temporalidad desbordada, que denunciaban la Comisión Europea, la OCDE y el FMI, nos ha pasado ahora una factura de paro más abultada que al resto. Y además, es una factura desigual: se ha cebado más en los servicios (turismo, hostelería y comercio son los sectores con más porcentaje de temporales), en las mujeres (27,4% tienen contrato temporal (25% los hombres) y, sobre todo, los jóvenes (56,78% de los que tienen entre 16 y 29 años tienen un contrato temporal), los que más han sufrido los despidos por el coronavirus. Y también los que tienen un contrato a tiempo parcial, por horas: el 23,83% de las mujeres (frente al 7,04% de los hombres) y el 24,26% de los jóvenes. Los que han tenido más fácil perder su empleo.


Y esta mayor precariedad laboral, arrastra otro problema: conlleva salarios más bajos y por lo tanto una menor capacidad para sobrevivir en una pandemia como ésta. El sueldo de los trabajadores temporales es un 32% más bajo (17.033 euros anuales) que el de los fijos (25.084). Y el sueldo de los trabajadores a tiempo parcial (10.684 euros anuales) es un 60,9% inferior al de un trabajador a tiempo completo (27.348 euros), según la Encuesta de Salarios del INE. Y los sueldos en la hostelería (15.540 euros) o el comercio (20.608), dos sectores muy castigados por la emergencia económica del coronavirus, son mucho menores que en la energía (52.114) o la industria (27.214 euros anuales). Sin olvidar que España tiene un 13% de trabajadores pobres (2,2 millones), más que la media europea (9,5%), según la OIT, un colectivo que ahora lo está pasando muy mal, acudiendo más a Caritas y Cruz Roja.


Y paso a la 2ª reflexión para este 1º de mayo: ¿qué va a pasar en el mercado laboral después del coronavirus? Si ya antes teníamos un problema muy serio de precariedad, y  salarios bajos (el salario por hora en España, 21,5 euros, es el más bajo de los grandes paises europeos: 26,9 euros/hora en la UE-27, 35,9 euros en Francia, 34,6 euros en Alemania y 28,2 euros en Italia, según Eurostat), en los próximos meses, la situación laboral no va a ser fácil, ni para los parados (casi 5 millones, que tendrán más difícil encontrar un trabajo y menos fijo,  en unas empresas muy dañadas) ni para los que consigan mantener su empleo tras salir del ERTE (4 millones de trabajadores). Y los que sigan trabajando, tendrán difícil que les suban el sueldo: ya será bastante que no se lo bajen. De hecho, entre enero y marzo, las subidas de los convenios firmados han sido del +1,97%, por debajo del 2,28% en 2019.


Paso a la 3ª reflexión: esta precaria situación de emergencia económica debería ser temporal y forzar un pacto de reconstrucción nacional para salir del túnel del coronavirus. Por un lado, los políticos deberían alcanzar un Pacto político, para reconstruir sectores, empresas y empleos, sin ahorrar en medios. Y en paralelo, sindicatos y patronal han de alcanzar un Pacto social, para colaborar en la salida de la crisis, repartiendo costes (salarios y beneficios) para mantener el máximo empleo. Y a medio plazo, acordar una reforma laboral, para conseguir empleos más estables. Hay que acabar de una vez con la existencia de 2 tipos de trabajadores, los fijos y los temporales, el origen de tanta desigualdad en España y de que ahora suframos más que nadie esta pandemia


Y una 4ª reflexión: hay que recuperar a nuestros jóvenes. Los que tienen entre 20 y 35 años, han sufrido ya dos crisis muy duras, que pueden hundir su ánimo y su futuro si no acordamos un Plan de choque para darles esperanza. Ya en la gran recesión de 2008, los jóvenes fueron los paganos de la crisis, según detallaba un informe del Banco de España: sus ingresos cayeron un -18% desde 2011, mientras los de sus padres se estabilizaban o caían un poco y los de sus abuelos subían un +18%. Y no sólo trabajan pocos jóvenes (el 42,4% frente al 64,7% del conjunto de españoles), sino que casi la mitad (el 48%) están subempleados, según la OIT: o no buscan trabajo (ni estudian) o están parados o están sobrecapacitados, con contratos basura que nada tienen que ver con lo que estudiaron (el 37,6% de los universitarios, frente al 23,4% en Europa, según la Fundación CYC). Al final, sólo consiguen un sueldo neto de 15.500 euros netos anuales, según el Consejo de la Juventud, con el que malviven y no pueden emanciparse (el 81% viven con sus padres). Un negro panorama para una generación que se va a oscurecer más con esta pandemia


Al margen de estas reflexiones sobre lo inmediato, otras reflexiones más de fondo. La primera, que esta pandemia ha resaltado la importancia de lo público, el papel clave del Estado frente a los neoconservadores que llevan recortándolo desde los años 80 (Reagan y Thatcher) y más con la austeridad desde 2008. Ahora nos hemos dado cuenta de la importancia de los servicios públicos y la sanidad, muy deterioradas por los drásticos recortes aprobados por Rajoy entre 2012 y 2015. Y, curiosamente, los mismos que defendieron estos recortes son los que piden ahora ayudas a “papá Estado” y se quejan de que no haya medios y camas contra el coronavirus. Está claro que frente al coronavirus no nos salvan “el mercado” ni “la iniciativa privada” sino el Estado. Y que habrá que reforzar la sanidad y los servicios públicos ante posibles emergencias futuras.


Otra 2ª reflexión de fondo es que hemos llegado con una gran desigualdad y pobreza ante esta pandemia: somos una sociedad muy vulnerable (8,5 millones de españoles lo eran, según el último Informe Foessa, de Cáritas) y eso nos hace más débiles frente a cualquier emergencia. Ya lo denuncian Cáritas y Cruz Roja: se han triplicado las peticiones de ayuda, desde comida a ropa y dinero para subsistir, sobre todo en las grandes ciudades. Y hay ya más de 1 millón de familias (1.073.800) con todos sus miembros en paro, según la EPA del primer trimestre de 2020. Necesitamos, cuando salgamos de esta, mejorar el tejido social, reducir la pobreza y las desigualdades y crear una potente asistencia social pública, apoyada en una renta mínima vital, la reinserción profesional y el acceso a una vivienda. Y ligado a esto, hacer un debate sobre los impuestos, quién y cómo los paga para que haya servicios públicos y justicia social.


Una 3ª reflexión de fondo debería ser sobre nuestro comportamiento social, sobre el exceso de individualismo y la necesidad de tener más conciencia de grupo, de colectivo, de país, con la solidaridad que se ha vislumbrado en el confinamiento. Habría que reforzar la sociedad civil, una estructuración mayor de nuestra sociedad, al margen del Estado. Porque antes de  esta crisis, ese movimiento colectivo no existía, al margen de las penosas redes sociales. Y los sindicatos (superados) han fallado a los trabajadores (con poca afiliación), lo mismo las patronales a las empresas (sobre todo a las pymes).


Y planteo otra 4ª reflexión, vital: la importancia de la tecnología. Esta pandemia nos ha pillado con los deberes de la revolución digital sin hacer, tanto a las empresas como a muchos particulares, sin olvidar a la educación, la sanidad y casi todos los sectores. Hemos gastado poco, como país y las empresas, en innovación y tecnología que nos hubiera ayudado en el confinamiento, tanto para mantener un mayor nivel de actividad (digital) como para el teletrabajo, donde estábamos en pañales: a finales de 2019, sólo el 7,9% de los españoles teletrabajaban (1,5 millones). Y aunque, con el confinamiento, muchas empresas y trabajadores “se han puesto las pilas”, tenemos una economía muy limitada para el teletrabajo, por el peso excesivo de los servicios: el 77,7% de los españoles tienen un trabajo básicamente presencial y sólo el 22,3% podrían teletrabajar, según Randstad.


Y una 5ª reflexión más, sobre la necesidad de cambiar el modelo económico mundial. El coronavirus ha puesto en cuestión la globalización y la incongruencia de que el 80% de los antibióticos del mundo se fabriquen en China y fabriquemos el último modelo de coche pero no respiradores. Las economías van a buscar ser más autosuficientes, con un auge de los nacionalismos y del proteccionismo, en perjuicio de los paises pobres. Y cuando el mundo supere el coronavirus, deberá afrontar mejor el reto del cambio climático, donde también nos jugamos la vida. Habrá que repensar el capitalismo y sus instituciones, desde la ONU y la OMS hasta el G-20 o el FMI, que han ayudado poco en esta crisis, donde ha faltado liderazgo internacional (lea este interesante artículo del autor de Sapiens) y ha sobrado individualismo nacionalista. 


Al final, una gran conmoción como esta debería hacernos cambiar a todos, como mundo, como país, como trabajadores y empresas, como familias e individuos. Priorizar lo importante, dar más sentido a nuestras vidas, ser un poco más colectivos y solidarios. Ahora lo tenemos claro, pero el problema es que dentro de unos años, volveremos a las andadas y se nos habrá olvidado esta  catástrofe  (aunque ahora nos parezca imposible). Y no aprenderemos para la siguiente emergencia, como ya pasó antes en las tres grandes pandemias del siglo XX. Ya saben: el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ojalá me equivoque.

jueves, 24 de octubre de 2019

EPA septiembre 2019: se "desinfla" el empleo



Hoy se ha conocido la EPA de septiembre, que refleja lo que todo el mundo dice: la recuperación se está frenando y también el empleo. Este verano se han creado sólo 69.400 empleos, la tercera parte que en 2018 y el menor aumento del empleo desde 2013. Y lo peor: el empleo sólo crece entre los hombres y baja entre las mujeres. Además, sólo un 6,2% de los nuevos contratos son “decentes” (fijos y a jornada completa), con lo que seguimos siendo el país con más trabajo precario de Europa.  Y mientras, apenas baja el paro, casi la mitad de los parados llevan más de un año sin trabajo y el 40% no cobran ningún subsidio. De hecho, hay 1,28 millones de parados sin ninguna ayuda, en la pobreza más absoluta. Un panorama muy preocupante, tras 6 años de recuperación y con la amenaza de otra crisis. Por eso, urge tener un nuevo Gobierno que pacte  un Plan de choque contra el paro y por un empleo de más calidad, con un acuerdo social entre patronal y sindicatos y con medidas que deberían ser la prioridad de todos los partidos en 2020. El empleo no puede esperar.


El verano suele  ser una buena época para el empleo, por el turismo. Pero este año, ha “pinchado” el turismo (-0,92% de turistas en julio y agosto) y también el empleo, sobre todo en septiembre. Con ello, el empleo se desinfló en el tercer trimestre de 2019, según la EPA conocida hoy: sólo se crearon  69.400 empleos entre julio y septiembre, la menor cifra de creación de empleo desde 2013 (se crearon 183.900 empleos en el tercer trimestre 2018, más de 225.000 en 2016 y 2017, 182.200 en 2015, 151.000 en 2014 y 39.500 en 2013). Y lo más preocupante es que sólo se ha creado empleo entre los hombres (+74.300) y se ha perdido entre las mujeres (-4.900 en el trimestre). Se creó empleo este verano en los servicios (+87.700) y la industria (+51.200), pero se perdió en el campo (-63.000) y la construcción (-6.500). Por autonomías, el empleo aumentó en 11 (+41.000 en Baleares, +31.300 en Cataluña, +16.700 en la Comunidad Valenciana y +15.400 en Castilla y León), pero bajó en otras 6 (-35.000 Andalucía, -15.100 en País Vasco), más Ceuta y Melilla, según la EPA.


Con todo, lo más preocupante es que el empleo que se crea sigue siendo muy precario, más incluso que en 2018. Así, el 90,4% de los contratos firmados entre enero y septiembre de 2019 son temporales, según Trabajo, frente al 89,6% en el primer semestre de 2018, el 90,32% en el 2º y el 89,75% de todo 2018, en línea con el 91% de contratos temporales firmados en 2016 y 2017. Y además, hay una gran rotación, con lo que se firman muchos contratos de corta duración para cada empleo. Así, un 38% de los contratos se firman por menos de un mes y un 25% por menos de 1 semana, sobre todo en el turismo, la hostelería, el comercio y los servicios. Además, lo que sucede es que esta excesiva temporalidad se ceba en un reducido número de trabajadores, unos 212.000, que han firmado una media de 3,3 contratos al mes, unos 40 contratos al año para poder trabajar, según un estudio de CCOO.


Esta alta temporalidad de los nuevos contratos, que arrastramos desde la reforma laboral aprobada por Rajoy en 2012, lleva a que España sea el país europeo con más precariedad laboral: un 26,66% de los asalariados tienen ya un contrato temporal, casi el doble que en Europa (13,7% de contratos temporales en la UE-28), Francia (16.5%) o Alemania (12%), según Eurostat (2019). Y España es también el país europeo donde se hacen más contratos temporales por menos de 6 meses: el 60% del total, frente al 15% en Alemania, según la OIT.


También suben este año los contratos a tiempo parcial (por horas o días), que suponen el 35,4% de los contratos firmados de enero a septiembre (frente al 33,18% en el primer trimestre y el 34,72% en el 2º), según Trabajo. El problema de estos contratos a tiempo parcial es que se concentran en las mujeres: 2,06 millones de los 2,78 millones de asalariados que trabajan a media jornada. Y además, las mujeres y los hombres que trabajan menos horas no lo hacen porque quieren (algunos sí, para cuidar a hijos y padres dependientes), sino porque no encuentran otra cosa. Así, el 55,8% de los contratados a tiempo parcial en España lo son de forma “forzosa” (subempleo), frente al 24,8% de media en Europa, según Eurostat.


Así que España crea empleo, más que la mayoría de Europa, pero sigue siendo un empleo muy precario. De hecho, sólo el 6,2% de los contratos firmados en 2019 (16.783.000 entre enero y septiembre) son contratos “de calidad”: indefinidos y a tiempo completo, menos incluso que en 2018 (6,5% fueron contratos fijos y a tiempo completo), según Trabajo. Pero además, estos contratos “indefinidos” no son tampoco “seguros: sólo un 63% de los contratos indefinidos firmados a lo largo de 2018 sobrevivían a finales del año pasado, según un estudio de CCOO, que lo achaca a la reforma laboral de 2012, porque en 2011, el 87% de los contratos indefinidos se mantenían. Y otro dato sorprendente sobre la precariedad de los contratos “fijos”: sólo el 50% de los contratos indefinidos firmados en 2017 sobrevivían a finales de 2018: la otra mitad se habían perdido.


Esta elevada precariedad laboral, más en los contratos temporales y de media jornada, pero también en los indefinidos, se traduce en bajos salarios, porque los contratos precarios ganan entre un 39% y un 62% del sueldo de los contratos indefinidos a jornada completa: 17.003 euros anuales los empleos temporales y 10.648 euros a tiempo parcial frente a 27.348 euros los que trabajan a tiempo completo, según la estadística salarial del INE (2017). Eso explica el aumento en España de los trabajadores pobres (los que ganan menos del 60% de la media del país): 2.200.000 personas con empleo, el 13% de los asalariados, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muy por encima de la media europea (9,5%) y el tercer país con más trabajadores pobres de Europa, tras Rumanía (24%) y Grecia (17%).


Si la situación del empleo es preocupante, lo es mucho más la del paro, que afecta a 3.214.400 españoles y sus familias, según la EPA. La bajada del paro en el trimestre (-16.200) es mucho menor que en los últimos años (bajó en -164.000 en el tercer trimestre de 2018 y en -298.200 parados en 2015). Y aunque la tasa de paro esté ahora en el 13,92% (Rajoy la dejó en el 16,7%), es todavía mucho más alta que antes de la crisis, cuando estaba en el 7,9% (verano 2007). Y, sobre todo, es la segunda más alta de Europa, tras Grecia (17% de paro), con más del doble de paro que la media europea (6,2% en la UE-28) y más de cuatro veces el paro de Alemania (3,1%), según los últimos datos de Eurostat (agosto 2019). Además, el paro afecta especialmente a los jóvenes (31,6% en paro frente al 15% en 2007), los inmigrantes (21% paro) y las mujeres (15,92% en paro frente al 12,7% os hombres). Y hay 5 autonomías que superan o rondan la tasa de paro del 20% (Melilla, Extremadura, Ceuta, Andalucía y Canarias), mientras seis no llegan al 10% (Navarra, País Vasco, Aragón, Cantabria, Baleares y la Rioja), según la EPA.


No es sólo que tengamos todavía una tasa de paro “insoportable”. Es que la situación de los parados es doblemente preocupante. Por un lado, son casi la mitad (el 43,5%) los parados que llevan varios años en paro, sin encontrar trabajo, lo que les dificulta ser recolocados: hay casi 1,4 millones de parados EPA que llevan más de un año sin trabajar, el triple que antes de la crisis (500.000 parados de larga duración en 2007). Y de ellos, casi 700.000 llevan más de 4 años parados, muchos de ellos sin perspectiva de encontrar trabajo porque tienen más de 45 años. 


Por otro lado, casi la mitad de los parados no cobra ninguna ayuda, porque se les ha acabado el subsidio o porque su contrato era tan precario que no tiene derecho (o autónomos que no han cotizado). En agosto, último dato de Trabajo, sólo 1.927.778 parados cobraban alguna ayuda, el 60% de los parados EPA, cuando antes de la crisis, en 2007, cobraban subsidio el 76% de los parados. Y hay 4 autonomías donde hay más parados que no cobran ayudas (más del 50%) de los que sí las cobran: Melilla (sólo 31,25% cobran algo), Canarias (49,16%), Ceuta (43,58%) y Asturias (48,37%). Además, entre los que cobran algo, son mayoría (1.018.538 parados) los que cobran un subsidio “asistencial” (de sólo 430 euros, durante unos meses) que los que reciben un subsidio “contributivo” (909.240 parados), que ha bajado a 804,70 euros al mes


Con la EPA de hoy, el empleo ronda los 19,8 millones de ocupados, lo que indica que se han creado 2.833.700 nuevos empleos (precarios y mal pagados) con la recuperación iniciada en la primavera de 2014. Pero todavía queda recuperar 726.300 empleos para alcanzar la máxima ocupación alcanzada antes de la crisis (20.510.600 españoles trabajaban en septiembre de 2007, según la EPA). Así que no hay que hacer “triunfalismo” con los datos de empleo de junio, sobre todo porque el ritmo de creación de empleo está bajando, como el crecimiento de la economía. La previsión de la Comisión Europea es que el empleo en España crezca este año un 2% (frente al 2,5% en 2018 y el 3% en 2016 y 2017). Eso se traducirá en 350.000 nuevos empleos este año 2019, tras los 566.200 creados en 2018 (y una media de 465.000 cada año entre 2014 y 2017). Y eso si no hay “sustos” en el horizonte económico de los próximos meses (guerras comerciales, subida del petróleo y los tipos, estancamiento en Europa, nuevos ajustes, bloqueo político en España…).


Como he intentado explicar, los datos del empleo y el paro mejoran pero están lejos del resto de Europa y de recuperar la situación que teníamos antes de la crisis, a pesar de estos 6 años de recuperación. Y la situación es angustiosa para muchas familias, o bien porque siguen en paro (mucho tiempo ya y sin cobrar subsidio) o porque tienen empleos muy precarios y mal pagados, que les hacen mirar el futuro con mucha incertidumbre. Por todo ello, el paro sigue siendo “la primera preocupación de los españoles” (para el 60%), según el Barómetro del CIS de septiembre. Y eso hace que las soluciones no pueden esperar, a la vista del grave panorama del empleo y el paro que acabo de reflejar, con datos oficiales.


Lo primero y más urgente es resolver la grave situación de los parados que no cobran y que están en la pobreza y la exclusión social. Son 1.450.000 parados que no reciben ayudas, según un estudio de CCOO. Los sindicatos ya presentaron en el Congreso, en febrero de 2017, una iniciativa popular (apoyada por 700.000 firmas) para pagar una renta mínima de 426 euros a las familias sin recursos, iniciativa que contó con el apoyo de todos los grupos, salvo PP y Ciudadanos. Ahora, casi 3 años después, esta propuesta de renta mínima sigue sin aprobarse y tendrá que debatirse en el Congreso que salga tras  las elecciones del 10-N. Mientras, la Autoridad Fiscal independiente (AIREF) ha dado un espaldarazo técnico es esta renta mínima, al presentar un estudio donde defiende crear una renta mínima de 430 euros para 1,8 millones de familias excluidas, con un coste de 5.500 millones anuales.


El próximo Gobierno debería pactar también un Plan de choque contra el paro, dirigido especialmente a los jóvenes, las mujeres y los parados de larga duración, los colectivos que tienen más difícil colocarse. Primero, hay que volcarse en su formación (hay 1.504 millones de euros para formación sin gastar, de los ejercicios 2015, 2016 y 2017), con cursos más eficaces y ligados a lo que piden las empresas. Segundo, hay que reformar los servicios públicos de empleo (SEPE), para que no sean unas oficinas burocráticas sino que ayuden realmente a los parados a encontrar empleo, como agencias de colocación. Un avance pueden ser los 3.000 asesores que han  contratado las autonomías para orientar a los jóvenes parados, en cumplimiento del Plan de empleo joven aprobado por el Gobierno Sánchez en diciembre. Y tercero, hay que incentivar (ayudas fiscales, cotizaciones) a las empresas que contraten de forma estable parados de larga duración, casi la mitad de los parados.


En tercer lugar, urge un acuerdo social, entre patronal y sindicatos (con el apoyo del Gobierno y los partidos), para conseguir más empleo “decente”, con una estrategia de “palo y zanahoria”: palo a las empresas y sectores (hostelería y servicios) que “abusan” de los contratos temporales y por horas para empleos que son estables y con jornadas normales. Hay que reforzar la Inspección de Trabajo y lanzar campañas contra los que defraudan, como la iniciada en agosto de 2018 (se regularizaron 195.000 falsos empleos temporales en 2018). Y “enseñar la zanahoria” al resto, para incentivarles a que hagan contratos fijos y con jornadas normales, con menores cotizaciones e impuestos. Con un seguimiento periódico y un objetivo: por ejemplo, rebajar del 89,75% al 70% el porcentaje de temporales en los contratos de 2020. Se puede conseguir si se convence a los empresarios que ahora, tras varios años con beneficios,  pueden y deben ofrecer contratos decentes. Y eso pasa también por una reforma normativa, para dar marcha atrás a la reforma laboral de Rajoy de 2012, como piden los sindicatos y la izquierda.


Y hay una cuarta medida de fondo para promover el empleo en España: cambiar el modelo económico de crecimiento, asentado en el turismo, la hostelería, las tiendas y la construcción, sectores con un empleo estacional, precario y mal pagado. Hay que apostar por la industria y la tecnología, porque el 92% de los empleos en España se crean en actividades de bajo contenido tecnológico y sólo el 8% en ramas de tecnología media y alta, las que tienen futuro, según un estudio de CCOO. Eso significa evitar ser “la California de Europa” y apostar por un país más competitivo, que cree más empleo (tenemos 1.800.000 empleos menos que la media de Europa: un 67% de adultos trabajando frente al 73,2% en la UE-28) y un empleo más estable y más productivo, para vivir mejor.


Son retos muy importantes y que exigen tiempo. Pero urge empezar cuanto antes, porque el empleo no puede esperar: es lo que más preocupa a los españoles, aunque no a los políticos. Dejen de pelearse y tomen medidas eficaces para que trabajen más españoles, con empleos decentes y mejor pagados. Esa debería ser la gran prioridad del Gobierno y los demás partidos tras el 10-N. Muévanse.

lunes, 20 de febrero de 2017

El subempleo recorre el mundo


Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del subempleo. Contratos temporales, por horas, mal pagados y muy vulnerables. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha dado la alerta: con la crisis, la mayoría del empleo que se crea es de mala calidad, desde EEUU a Europa pasando por Asia y Latinoamérica. Y más en España: somos el 2º país europeo  con más empleo temporal y el 4º con más empleo por horas “forzoso”. Además, más de la mitad de los españoles trabajan en empleos inferiores a su cualificación y obligados a hacer horas extras, muchas sin cobrarlas. Y 1 de cada 8 trabajadores españoles son pobres, según la OIT. Un exceso de empleo precario que tiene efectos muy negativos sobre la demografía, la recaudación fiscal y las pensiones, frenando la autonomía de los jóvenes, el consumo, el crecimiento y el empleo. El reto es vigilar la contratación y mejorar la educación, porque a menos formación más subempleo. Tras 5 años de reforma laboral, que ha disparado la precariedad, urge conseguir más empleo “decente”.
 
enrique ortega

El informe 2017 de la OIT alerta del auge del empleo temporal, que ha crecido en todo el mundo con la crisis, desde EEUU a Europa (del 14,1% en 2008 al 14,3% en 2015 en la UE-28), sobre todo en Francia (16%), Italia (14,1%) y Holanda (20%). En España, el empleo temporal ya era muy elevado antes de la crisis (récord del 34% en 2006) y ha bajado después, para estabilizarse en el 25,2% de los empleos en 2015, con lo que somos el segundo país de Europa con más empleo temporal, tras Polonia (28%), según Eurostat. Y lo peor es que son empleos temporales “forzosos”: un 90% de españoles con contrato temporal preferiría tener un contrato fijo (el 2º porcentaje más elevado de la UE, tras Chipre), frente al 62,1% de temporales “forzosos” en Europa (y sólo un 23% en Alemania), según los últimos datos de la OIT.

Y lo peor es que muchos trabajadores encadenan estos contratos temporales sin que se transformen en fijos. Así, 545.200 trabajadores encadenan contratos temporales desde hace 6 años, otros 341.100 entre 3 y 6 años y 278.700 más llevan siendo temporales entre 2 y 3 años, según datos del INE. Y al final, sólo un 11% de los contratos temporales se convierten en indefinidos (en 2016, sólo se convirtieron en indefinidos 582.000 contratos, el 3,11% de todos los firmados), cuando en Europa, la tasa de conversión de temporales en fijos es el doble, el 28% en la UE-28 (y en Alemania). Con ello, somos el segundo país de Europa que menos transforma contratos temporales en fijos, por detrás de Francia (10%).

Otro tipo de contrato que crece sin parar en el mundo, según denuncia la OIT, son los contratos a tiempo parcial, por horas o días. En Europa (UE-28) han pasado del 18,2 (2008) al 22% de los contratos (2015), con mayores porcentajes en Suecia (26%), Alemania (28%), Austria (28,5%) y sobre todo Holanda (51%). España tiene todavía un nivel bajo (15,7% de empleo a tiempo parcial) pero es el país donde este tipo de contratos ha crecido más durante la crisis. Y, sobre todo, somos el cuarto país europeo con más empleo por horas “involuntario(tras Grecia, Chipre e Italia): un 60% de los que trabajan por horas preferirían un empleo a tiempo completo, frente al 27,5% de los europeos, que mayoritariamente trabajan por horas porque quieren, según la OIT. Además, en España, los empleos a tiempo parcial son cada vez por menos tiempo: la media ha bajado de 81 días de media (2008) a 51 días y el 26% de estos contratos duran ya menos de una semana, según los datos de Empleo.

Ambos tipos de contratos precarios (temporales y por horas) tienen mucho que ver con la formación de los trabajadores, según un informe de CaixaBank. Así, la tasa de temporalidad más alta se da entre los trabajadores españoles que sólo tienen educación primaria (38% de contratos temporales) y la más baja entre los que tienen educación superior (21,5% son  temporales). Y lo mismo en los contratos por horas “forzosos”: los tienen el 70% de los trabajadores con sólo educación primaria, el 65% de los que tienen secundaria y el 55% de los que tienen educación superior. Pero además, el tipo de contrato no sólo tiene que ver con la titulación, sino con las “habilidades” que tiene el trabajador. Y en España tenemos un problema, derivado de una enseñanza más volcada en la memoria que en la adquisición de “habilidades” para trabajar: incluso el 41% de los adultos con estudios superiores obtuvieron un resultado bajo en el test de habilidades profesionales, frente al 21% de promedio en los 34 paises de la OCDE, según la última encuesta internacional de habilidades (2015).

Otro indicador de precariedad laboral es que, tras la reforma laboral impuesta por el Gobierno Rajoy en febrero de 2012, los trabajadores españoles se ven obligados a hacer muchas más horas extras, porque se dio más poder al empresario para fijar la jornada y muchos optaron por hacer contratos de media jornada y luego obligar a sus trabajadores a hacer horas extras, muchas veces sin pagárselas. Así, a finales de 2016 había 7.778.400 trabajadores que hacían horas extras (el 50,5% de los asalariados), de media 5,48 millones a la semana. El récord de horas se dio en 2013 (6,14 millones, casi 1 millón más que las 5.34 millones de 2011) y han bajado algo porque en 2016 actuó más la inspección de Trabajo, porque muchas de las horas no cotizaban y la SS perdía ingresos. Pero aun así, entre 2012 y 2015, la mayoría de estas horas extras no se le pagaban al trabajador: en 2015 por ejemplo, de 6,3 millones de horas extras semanales, 3,5 millones no se pagaron, según la EPA. Doble problema: los empleados trabajan más (y la mitad gratis) y el país se queda sin crear 150.000 empleos nuevos, a lo que equivalen las horas extras hechas cada año.

Un cuarto indicador de precariedad laboral (tras los contratos temporales y por horas “forzosos” más las horas extras) son los muchos españoles obligados a trabajar “de lo que encuentran”, en empleos muy por debajo de su formación. En España hay 9,5 millones de trabajadores “sobrecualificados, el 52,8% de los empleados (en 2007 eran el 46,3%), según datos de Afi-Asempleo a partir de la EPA. Con la crisis, esta “sobrecualificación“  ha crecido entre los mayores de 45 años y sobre todo entre los más jóvenes (dos tercios de los jóvenes entre 16 y 24 años trabajan en empleos inferiores a su cualificación). Este problema destaca en la hostelería (71,4% de los empleos están sobrecualificados) y el comercio, sobre todo en el País Vasco y Cantabria. Lo que más se da son personas con secundaria trabajando en puestos “bajos” y universitarios en puestos “medios”, según un estudio de CaixaBank.

Con toda esta precariedad, con la falta de “trabajo de calidad”, aumentan las personas que “tiran la toalla”, que dejan de buscar trabajo (está difícil y es “malo”) y se quedan en casa, emigran o vuelven a estudiar. Es un fenómeno mundial, producto del auge del subempleo. Así, en Estados Unidos, la tasa de actividad bajó al 62,8% en 2016 (sólo 2 de cada 3 norteamericanos buscaban trabajo), la más baja de los últimos 30 años, con 92 millones de estadounidenses “desanimados” en un país de 316 millones de habitantes. En España ha pasado lo mismo: 700.000 españoles han dejado de ser "activos" (ni trabajan ni buscan trabajo) entre 2011 y 2016, según la EPA.  Y con ello, también hay menos porcentaje de españoles trabajando, como pasa en Europa, donde han ha caído los  europeos con un empleo: un 64,5% en la zona euro en 2015, frente al 65,5% en 2007, según Eurostat. Y España está aún peor: somos el cuarto país europeo con menos gente trabajando (el 57,8% de los que tenían entre 16 y 65 años en 2015), tras Grecia (50,8%), Croacia (55,8%) e Italia (56,3%). O sea, trabajan  menos españoles que europeos (2 millones menos) y los que tienen un empleo es muy precario.

Y claro, los empleos precarios están peor pagados, lo que ha aumentado el número de trabajadores pobres en todo el mundo, 967 millones de personas que cobran entre 1,90 y 5 dólares al día, según el informe de la OIT. Y no están sólo en los paises emergentes, sino también en Europa, donde un 9,5% de los trabajadores son “pobres” (ganan menos del 60% de la media), un 1,6% más que en el año 2.000. Y otra vez, España supera la media: tenemos un 12,5% de trabajadores pobres (1 de cada 8), un 4% más que en 2000, según la OIT. Son ya 2.196.137 “trabajadores pobres”, españoles con un trabajo que “malviven”. Y los que no son pobres, al tener contratos tan precarios, ganan muy poco: el sueldo más habitual de los españoles es de 16.490 euros brutos al año (2014, último año con datos oficiales del INE), que se traduce en 950 euros netos en 14 pagas. El español medio es mileurista.

El trabajo precario es una fuente de problemas, no sólo porque el trabajador subempleado es más vulnerable si una empresa tiene problemas. También tiene más incertidumbre ante el futuro, a la hora de formar una familia y tener hijos (algo grave en un país como España con bajísima natalidad, 1,32 hijos por mujer, y que ya pierde población), de comprar o alquilar una vivienda (el 80% de los jóvenes siguen viviendo con sus padres), de pensar en lo que les quedará cuando se quede en paro o se jubile. Y por supuesto, a la hora de gastar y consumir. Por eso, la precariedad laboral es una pesada hipoteca para la recuperación: desalienta el consumo, el crecimiento y el empleo. Y además, reduce la recaudación de impuestos y las cotizaciones, agravando el “agujero” del Presupuesto y las pensiones.

España ha creado 1.372.900 empleos entre 2014 y 2016, pero un empleo muy precario, vulnerable y mal pagado: baste decir que sólo el 4,96% de los contratos hechos en 2016 (1 de cada 20 empleos) fueron “de calidad: fijos y a tiempo completo. Y todavía faltan 2,5 millones de nuevos empleos para recuperar los 3,8 millones de empleos perdidos desde 2007. Un reto enorme porque la economía se está desacelerando, en España y en el mundo (hay incluso riesgo de una nueva crisis), y creceremos menos y se creará menos empleo en 2017 y 2018 (unos 400.000 al año). Además, hay dos factores estructurales que van contra el empleo: la digitalización de la economía (más Internet y menos trabajadores) y la entrada de robots en muchas empresas. De hecho, España es uno de los tres paises más expuestos (junto a Alemania y Austria) a la “cuarta revolución industrial”, a la llegada de los robots: podría suponer la pérdida de 2 millones de empleos, sobre todo en la industria, la Administración y los servicios, según un informe de la OCDE (mayo 2016).  

Se pierdan o no empleos por las nuevas tecnologías, todo apunta a que el empleo del futuro seguirá siendo precario y será un empleo que exigirá una alta cualificación. Para 2020, el 50% de los empleos en Europa serán para trabajadores con formación media, el 35% para niveles altos y sólo quedará el 15% para niveles bajos de formación (los que tienen el 45% de españoles), según un estudio de CEDECOP. Y centrados en España, de los nuevos empleos disponibles  aquí dentro de una década (entre 8,8 y 10 millones), sólo el 2,3% serán para los que tienen baja formación (ESO o menos), un 39,3%  para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y más de la mitad (58,4% para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie.

Así que al final, la clave del futuro, tanto para reducir el subempleo como para conseguir los nuevos empleos, será mejorar la formación, un reto especialmente urgente para España porque el 42% de la población tiene baja cualificación. Hay que gastar más en educación, porque sólo gastamos el 4,1% del PIB frente a 4,8% en la zona euro, el 4,3% en Alemania, 5,2% en Reino Unido y 5,5% en Francia, según Eurostat. Y reformar la enseñanza, desde los colegios a la Universidad, para formar mejor a los jóvenes en lo que necesitan las empresas. Y volcarse en la formación y el reciclaje de los parados y los trabajadores actuales, porque el 42% de los ocupados tienen una baja cualificación. Y así, sólo accederán a los peores empleos. En paralelo, el Gobierno debe reforzar la inspección de Trabajo, con más personal (hay la mitad de inspectores que en Europa) y más control, para luchar contra el subempleo.

En resumen, la crisis ha cambiado el empleo en todo el mundo: ahora es de peor calidad, más precario, peor pagado y más vulnerable. Y España se lleva la palma en Europa, con una mayoría de españoles que trabajan temporalmente o por horas “contra su voluntad”. Esta precariedad actúa como un cáncer que corroe nuestra economía, desde el consumo y la familia a la recaudación o las pensiones. Tras 5 años de reforma laboral, urge tomar medidas para mejorar la calidad del empleo (como pide la OIT), con más vigilancia de la inspección, más ayudas fiscales al empleo estable y más gasto en educación y formación. Hay que conseguir más empleo "decente”. No podemos ir a peor.