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jueves, 21 de abril de 2016

Más gasto en medicamentos "extranjeros"


El gasto en medicamentos ha crecido en 2015 y en 2016, como en 2014, tras el fuerte recorte de 2010 a 2013, por el copago y la retirada de medicamentos financiados. Han vuelto a crecer las recetas (se hacen 100.000 por hora), pero sobre todo el gasto farmacéutico de los hospitales (+26%),por el fármaco para la hepatitis C. Y la mayor parte de ese gasto va a las multinacionales farmacéuticas, mientras los laboratorios españoles pierden peso en el ranking. Ahora, Montoro y Bruselas presionan a las autonomías para que recorten su gasto farmacéutico, como “atajo” para reducir el déficit público. Y aunque todavía hay mucho despilfarro en las recetas, el gasto farmacéutico público es un 25% inferior al europeo y los precios de las medicinas son de los más bajos de Europa, lo que disuade a las multinacionales de investigar en España. Habría que poner orden: gastar más en medicamentos innovadores, que tardan hasta 2 años en venir a España, y no acumular un inútil botiquín en casa.
 
enrique ortega

El gasto farmacéutico público ha vuelto a subir en 2015, como en 2014, tras los drásticos  recortes sufridos en 2012 y 2013. El récord de gasto farmacéutico se alcanzó en 2009 (12.505 millones) y ya en 2010, Zapatero tomó las primeras medidas de ahorro (imposición de rebajas de precios a los laboratorios y descuentos a las farmacias), que luego amplió Rajoy en 2012, con el copago a pensionistas (10%) y activos (40-60%) más el “medicamentazo”, la retirada de 412 fármacos de la financiación pública, además de las sucesivas rebajas de precios impuestas a laboratorios y farmacias. Con todo ello, el gasto farmacéutico se redujo un 26,5%, hasta un mínimo de 9.183 millones de gasto en 2013. Pero en 2014, el efecto ahorro del copago se redujo y aumentaron las recetas y el gasto, un 1,93%. Y en 2015 crecieron otra vez las recetas (882 millones, 100.000 recetas por hora) y el gasto (+1,85%), hasta los 9.360 millones. Una tendencia que continúa este año 2016: el gasto en recetas ha crecido un 2,93% hasta finales de febrero.

Pero el mayor aumento del gasto farmacéutico no se está dando en las recetas de los particulares sino en los hospitales, cuyo gasto farmacéutico creció un 26,2% en 2015, hasta sumar 6.668 millones de euros (dos tercios del gasto en recetas). Y eso, sobre todo, por la inclusión de los medicamentos contra la hepatitis C, que ha supuesto un gasto “extra” de 1.100 millones en 2015 (uno de los “culpables” de haberse disparado el déficit público, según el ministro Montoro). Pero no es sólo por eso: el gasto farmacéutico en los hospitales lleva dos años subiendo mucho por la inclusión de tratamientos innovadores (más costosos) contra el cáncer, enfermedades autoinmunes y contra la esclerosis múltiple. Y se espera que este gasto farmacéutico hospitalario crezca los próximos años por encima del 10%.

Precisamente, la inclusión en la sanidad pública de un nuevo tratamiento contra la hepatitis C ha revolucionado el ranking de ventas de medicamentos en España en 2015, al situar como líder al laboratorio estadounidense Gilead, con su medicamento Sovaldi contra la hepatitis C, desplazando al líder habitual, el laboratorio suizo Novartis, según los datos de IMS Health. En tercer lugar se sitúa Johnson&Johnson (USA), que también ha crecido en el mercado hospitalario con su nuevo producto contra la hepatitis C, Olysio. Y ha bajado al cuarto lugar del ranking el gigante norteamericano Pfizer, que fue el líder en España hasta 2013. Le siguen dos laboratorios norteamericanos, MSD y Abbvie (6º en el ranking por la venta de otro medicamento hospitalario contra la hepatitis C, Viekirax), el suizo Roche, la francesa Sanofi, el británico Glaxo (que también crece en hospitales por su medicamento contra el VIH, Triumeq), siendo 10º el alemán Bayer.

Estos 10 grandes laboratorios venden casi la mitad (48,8%) de todos los medicamentos que se consumen en España. El primer laboratorio español es Cinfa, en el puesto 11º del ranking, y en el Top 20 sólo hay 3 laboratorios españoles más: Esteve (16º), Almirall (19º) y Ferrer (20º). Los laboratorios españoles han ido perdiendo peso y retrocediendo en el ranking. Si en 2006 había 2 españoles entre los 10 grandes (Almirall en el 4º puesto y Esteve en el 9º), en 2013 ya habían bajado (Almirall al 11º puesto, Esteve al 8º y uno nuevo, Cinfa al 10º)  y en 2014 habían desaparecido del Top 10 (Esteve al 14º, Cinfa al 16º y Almirall al 17. En el mercado de las farmacias, los tres laboratorios líderes son Novartis (Suiza), Pfizer (USA) y Sanofi (Francia), colocándose en cuarto lugar la empresa navarra Cinfa, líder en la venta de medicamentos genéricos (sin patente) y situándose lejos Esteve (8º), Almirall (12º), Ferrer (13º) y Normon (18º). En el mercado de hospitales, el líder es Gilead (USA, por la hepatitis C), Roche (Suiza, por sus terapias contra el cáncer), Johnson &Johnson (USA), Novartis (Suiza) y 5 multinacionales más, con única excepción de la española Grifols en el Top 10.

En general, los laboratorios españoles han sufrido más que las multinacionales los recortes de ventas y la rebaja de precios impuestas entre 2010 y 2014, que han tratado de eludir exportando más. Pero, sobre todo, les afecta mucho su menor tamaño para lanzar nuevos medicamentos innovadores, que son los que más están creciendo de ventas en hospitales. En general, se están especializando en fabricar medicamentos genéricos, que suponen ya la mitad de las ventas en farmacias (y un 70% de los envases vendidos) pero que les dejan poco margen. Y es una pescadilla que se muerde la cola: no tienen tamaño, no innovan, no compiten y caen en el ranking de ventas, cada vez más dominado por las multinacionales.

Las multinacionales farmacéuticas consideran a España un mercado importante, el 5º europeo en ventas (tras Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) y el 6º en fabricación de medicamentos (tras los 4 anteriores e Irlanda), con importantes fábricas destinadas al mercado europeo y terceros países. Pero en los últimos años, con la caída drástica de ventas, se han planteado reducir su peso aquí. Y eso porque hasta 2015 no aumentaron las ventas de medicamentos (un 3,7%, según el INE) tras 5 años de caídas. Y esto es preocupante, porque las multinacionales invierten e innovan en base a sus perspectivas de ventas. Por otro lado, las multinacionales invierten bastante en innovación en España (953 millones de euros en I+D+i en 2014), pero más de la mitad de esos recursos se destinan a ensayos clínicos, a probar aquí sus medicamentos innovadores, pero sólo destinan un 15% de ese dinero a investigación básica, que es la clave para desarrollar futuros medicamentos.

Así que el mercado de los medicamentos está copado por las multinacionales pero investigan fuera (aquí “prueban” sus nuevas medicinas) y los laboratorios españoles tienen poco tamaño e innovan poco. Los expertos alertan que en España hay dinero (público en su mayoría) para las dos primeras fases de la investigación farmacéutica (I y II), pero faltan recursos para la siguiente fase, cuando los investigadores necesitan 1,5 millones de euros para desarrollar una molécula. Y eso pasa por contar con capitales privados (business angels) y alianzas entre investigadores, laboratorios españoles y multinacionales para lanzar medicamentos innovadores. Pero para eso necesitan que tire el mercado.

Y el mercado farmacéutico español no despega. Crece el gasto (en 2014,2015 y 2016), pero todavía poco si lo comparamos con el resto de Europa. España era en 2014 el segundo país europeo con menos consumo de medicamentos por habitante: 988 unidades al año, sólo por detrás de Italia (802) y  un 12% menos que la media de la eurozona (1.116 unidades/año), muy alejados de Francia (1.391) o Alemania (1.223). Y dadas las rebajas de precios impuestas a los laboratorios y farmacias, los medicamentos en España tienen el precio más bajo de toda Europa, según datos de Farmaindustria (año 2014): una media de 0,20 euros por unidad estándar, un 15% menos que la media de precios de la eurozona (0,24 €/Ud.)) y un 33% menos que el precio en Alemania (0,30 euros).

La consecuencia de que España, tras los recortes, tenga ahora los precios de los medicamentos más baratos de Europa (salvo Portugal y algunos países del Este), es doble. Por un lado, que los laboratorios tienen menos incentivos para investigar y descubrir fármacos innovadores: de hecho, lo son 2 de cada 10 medicamentos autorizados. Es la primera consecuencia de que el 51% de los medicamentos cuesten menos de 3,5 euros. La segunda es que con precios tan bajos, los laboratorios tienden a exportarlos, a venderlos en  Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica y algunos países del Este, donde los precios están hasta un 30% más altos que en España. Y también se exportan ilegalmente, a través de “redes” de almacenes y farmacias, que “distraen” fuera medicamentos y vacunas destinados a los españoles. Esto provoca desabastecimientos de algunas medicinas en España, en farmacias y hospitales, sobre todo de algunas vacunas, anticancerígenos y fármacos contra los efectos de la quimioterapia, los trasplantes, la leucemia, la epilepsia y el Parkinson. Ahora, en abril de 2016, hay 199 medicamentos “en falta, según esta lista que publica cada día la Agencia Española del Medicamento. La mayoría se sustituyen por otros fármacos, pero eso causa incertidumbre a muchos pacientes, sobre todo a los más mayores.

Y hay una tercera consecuencia: la continua rebaja de precios y la caída de ventas está hundiendo las cuentas de muchas farmacias (sus márgenes han caído un 34% en los últimos 5 años), asfixiadas además por el retraso en los pagos de muchas autonomías (en especial Cataluña). Y esto es especialmente grave en España, porque las farmacias no son una tienda más sino un eslabón clave de la atención sanitaria, ya que colaboran con los médicos en el correcto tratamiento de los pacientes.

En definitiva, que en España había un gasto farmacéutico excesivo, con bastante despilfarro en muchos casos, pero que al Gobierno Rajoy y a las autonomías se les ha ido la mano con los recortes y corremos el riesgo de cargarnos una industria, la farmacéutica, que no va a lanzar medicamentos innovadores si no les salen las cuentas, si España tiene los precios de las medicinas mucho más bajos que en el resto de Europa. Y además, hay otro riesgo: que ahora, el Gobierno y las autonomías utilicen los medicamentos para rebajar más el déficit público, para cumplir con Bruselas, como ya hicieron entre 2010 y 2014.

Otra consecuencia de estos recortes: los españoles tardamos más que los demás europeos en probar los nuevos medicamentos, que en muchos casos salvan vidas. Así, desde que la Agencia Europea del Medicamento aprueba un nuevo fármaco hasta que lo prescribe un médico, en Alemania pasan 3,5 meses, en reino Unido 3,9 meses, en Francia, 10,8 meses, en Italia 14,5 meses y en España, 15,8 meses, según la consultora IMS Health. Y para tratamientos oncológicos (los más caros), aquí pasan hasta 24 meses. La única razón de esta demora es el intento de ahorrar en medicamentos, para lo que demoran la autorización Sanidad, las propias autonomías y hasta la comisión de cada hospital (que es la que autoriza cada medicamento en Madrid, las dos Castillas, Extremadura o Murcia). Y en ocasiones, los recortes en los tratamientos provocan muertes: es el caso de Galicia, donde la Fiscalía ha llevado al Gobierno autonómico a los tribunales por la muerte de 6 pacientes a quien no se aplicó la vacuna contra la hepatitis C por "ahorro presupuestario".

Está claro que hay que combatir el despilfarro de medicamentos, aunque parece que ya han bajado las “bolsas” de medicamentos inútiles en casa (acumulados por jubilados que los tienen casi gratis y activos que se han "acostumbrado" al copago). Pero no hay que frenar el gasto farmacéutico “necesario”, sobre todo en hospitales, que va a crecer más cada año, a medida que aumente la esperanza de vida y los fármacos innovadores. Y un dato importante, frente al mito del “despilfarro”: España gasta menos en medicamentos que el resto de Europa. El gasto farmacéutico público por habitante en España es 224,8 euros (2013), un 25,3% inferior a la media de gasto farmacéutico de la eurozona (300,9 euros) y menor al de Bélgica (342 euros), Francia (369), Alemania (402) o Irlanda (424).

Así que ojo a la hora de hacer más recortes en medicamentos: si no hay ventas, si la mayoría de los medicamentos cuestan lo que una cerveza, las multinacionales buscarán otros mercados y lanzarán sus nuevos fármacos donde haya demanda. Quedaremos al margen de la innovación. Y nuestros laboratorios serán cada vez más pequeños y menos innovadores. Hay que ordenar el mercado, recortando consumos innecesarios y promoviendo demandas justificadas, que tiren de la industria más innovadora. Y promover fusiones y alianzas de los laboratorios españoles, para que no queden al margen del futuro y lo paguen nuestros enfermos. Ayudar a planificar un mercado con sentido, huyendo del recorte por el recorte. La salud tiene un precio y hay que pagarlo. Sin despilfarro, pero sin una tacañería que puede costar vidas.

jueves, 7 de mayo de 2015

Tope de gasto a los medicamentos


Montoro tiene preparado “un regalo envenenado” a los Gobiernos autonómicos que salgan de las elecciones del 24-M: prestarles dinero sin interés para que financien la sanidad a cambio de que recorten el gasto farmacéutico, poniéndole un tope en otoño. Lo justifica porque ha subido la factura farmacéutica en 2014, tras cuatro años cayendo y a pesar del copago implantado en 2012. El mayor gasto se debe al envejecimiento, a que hay 120.000 nuevos mayores cada año que gastan más en medicinas, aunque paguen 8 ó 18 euros al mes. España ya gasta en medicamentos menos que Europa y no se debía recortar más ni rebajar  drásticamente el precio de las medicinas, de las más baratas de Europa. Porque cuando los medicamentos cuestan lo que una cerveza, los laboratorios no investigan y se exportan (legal e ilegalmente) a otros  países donde pagan más, faltando en España. Hay que huir del recorte fácil y apostar por una medicación responsable, que evite el despilfarro.
 
enrique ortega

Ha subido el gasto farmacéutico, en 2014 y en 2015, tras cuatro años de fuertes recortes. En 2014, aumentaron un 1,05% las recetas prescritas (868,63 millones, 18,6 por español al año) y un 1,92% el gasto en recetas, que fue de 9.359,97 millones de euros, según Sanidad. Los mayores aumentos del gasto farmacéutico se dieron en Melilla (+8,96%), Extremadura (+5,96%), Madrid (+5,39%), Ceuta (+4,77%) y Navarra (+4,10%), bajando solo en el País Vasco (-3,80%) y Galicia (-1,64%). Y en 2015 sigue aumentando  la factura farmacéutica en recetas: 2.374,8 millones entre enero y marzo, un 1,84 % más que en 2014. Además ha que sumar el gasto farmacéutico en hospitales públicos, que también subió un 1,2%, hasta los 4.658 millones, en 2014. Y Farmaindustria prevé que crezca otro 2,8% este año 2015 (más del triple que el gasto en recetas).

El aumento del gasto farmacéutico se debe, sobre todo, al envejecimiento de la población, a que aumenta el número de españoles mayores de 65 años, que suelen gastar más en medicamentos. Así, en enero de 2015 había 8.572.779 españoles mayores de 65 años, 641.615 más que en enero de 2010. Y no es sólo que haya 120.000 nuevos jubilados cada año, que “tiran” más de recetas. Es que casi un tercio de todos los jubilados son mayores de 80 años (2.726.024 españoles), los que porcentualmente necesitan más medicinas. Además, los nuevos medicamentos (sobre todo hospitalarios)  también son más costosos. Y, sobre todo, se ha difuminado el “efecto ahorro” inicial del copago implantado por el Gobierno Rajoy en julio de 2012: al principio, los jubilados (y los activos) se “cortaron” un poco de pedir recetas, al tener que pagar una parte, pero luego volvió a aumentar el gasto (y el despilfarro en muchos casos), porque se habían “acostumbrado” a pagar (entre 8 y 18 euros al mes la mayoría de los jubilados).

Con ello, se ha roto la rebaja del gasto farmacéutico, la mayor hecha en Europa (salvo Grecia), al reducirse la factura en recetas en 3.322,4 millones entre 2009 (el año récord de gasto, con 12.505 millones) y 2013 (9.183,2 millones de gasto). Un ahorro del 27% en cuatro años, forzado por varias medidas tomadas primero por Zapatero (imposición de rebajas de precios a laboratorios y descuentos a farmacias) y luego por Rajoy: copago a los pensionistas (10%) y a los activos (40-60%) y retirada de medicamentos financiables por el SNS (el 1 de septiembre de 2012 salieron 412 fármacos de la financiación pública, “el medicamentazo”). Además, el gasto por receta es también menor por la creciente penetración de los genéricos más baratos (47,9% de las medicinas en valor y 78,3% en unidades dispensadas)  y por las sucesivas rebajas de precios impuestas a los laboratorios, la última en septiembre de 2014. Eso sí, mientras, el gasto farmacéutico en hospitales no ha dejado de crecer, pasando de 4.380 millones (2010) a 4.658 (en 2014).

Ahora, la subida del gasto farmacéutico preocupa al Gobierno y sobre todo a las autonomías, porque muchas no están pagando las recetas a sus farmacias, a las que adeudan varios meses por falta de liquidez. Es el caso de Cataluña, Murcia, Valencia, Baleares, Canarias y Extremadura, donde han tenido que destinar 1.683 millones del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) concedido por Hacienda a pagar recetas. Ahora, el ministro Montoro promete destinar más dinero (sin interés) en 2015 a un Fondo para financiar la sanidad y los fármacos, pero con una condición: que las autonomías pongan un tope al gasto farmacéutico, que no podrá crecer más que la economía (+2/2,5% este año).

Y ya lo han aprobado, vía una enmienda a las Leyes de financiación de las comunidades, aprobada en solitario por el PP el 9 de abril en el Congreso (con el voto en contra de todos los demás partidos). Con ello, las autonomías tendrán que enviar antes del 30 de junio sus datos de gasto farmacéutico (y sanitario) entre enero y mayo de 2015. Y si ha crecido más que la economía, la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos les aprobará medidas para recortar el gasto (farmacéutico y sanitario), que deberán aplicar si no quieren perder dinero del futuro Fondo sanitario. Los partidos se han quejado de que es una injerencia “anticonstitucional” del Gobierno en la gestión autonómica. Y los médicos (OMC) han  criticado con dureza este tope al gasto farmacéutico, ligado a la economía y no a la salud. Mientras, la industria farmacéutica va a firmar (a finales de mayo) un pacto con Hacienda (no con Sanidad), aceptando este tope de gasto, porque prefieren asegurarse un crecimiento a medio plazo (el de la economía) que estar al albur de rebajas y recortes según vaya el gasto ( y además, les han prometido a cambio acelerarles el plazo de autorización de nuevos medicamentos, más caros).

Nadie está en contra en poner orden en el gasto farmacéutico, donde hay todavía despilfarro: muchos pensionistas que “tiran de receta” (con la colaboración de algunos médicos y las consultas “a minuto”) y acumulan medicamentos sin usar o caducados. El problema es que Gobierno y autonomías están utilizando el gasto farmacéutico (14,5% del gasto sanitario) como la vía fundamental para recortar el gasto sanitario: el 79% del ajuste sanitario se ha hecho en los medicamentos. Y al hacerlo, el Gobierno “se ha pasado de frenada: si hasta 2010 había mucho despilfarro, hoy España tiene un gasto en recetas por debajo de la media europea (0,88% del PIB, inferior al 1% que propone Bruselas). Y el gasto farmacéutico público total por habitante era en España de 232 euros (2002), un 23% inferior a la eurozona (301 euros) y aún más bajo que el de Francia (383,6 euros) y Alemania (384,7 euros), según Eurostat. Y en 2014 subió a 300 euros por habitante (recetas y hospitales), un gasto menor que en Europa y similar al de España 2005, según Farmaindustria.

¿Cuál es el problema de este drástico recorte del gasto farmacéutico?  Los bajos precios de los medicamentos, forzados por las sucesivas rebajas impuestas a los laboratorios desde 2010. Con ello, el precio medio de las medicinas en España está un 15% por debajo de la media de la eurozona (y un 31% más bajo que en Alemania), según Farmaindustria. Y con los últimos precios de referencia, implantados en septiembre de 2014, el Gobierno ha obligado a los laboratorios a que apliquen el precio del país que lo tenga más bajo en Europa. O sea que si ya teníamos los fármacos más baratos tras Portugal, Eslovaquia y Estonia, ahora acabarán siendo los más baratos de Europa. Algo que suena bien, pero tiene dos problemas.

El primer problema es que si caen drásticamente los precios de los medicamentos, los laboratorios tienen menos incentivos para investigar y descubrir otros nuevos. De hecho, el gasto en I+D+I de la industria farmacéutica (líder en investigación) ha caído desde 2010. Y sólo 2 de cada 10 medicamentos autorizados son innovadores, lo que tiene mucho que ver con que cada vez se venden medicamentos más baratos: un 51% cuestan menos de 3,5 euros y sólo un 14% valen más de 20 euros, habiendo bajado drásticamente la cuota de los medicamentos innovadores (del 4,1% en 2010 al 2,8% en 2014).

El segundo problema es que si cae drásticamente el precio de los medicamentos en España, los laboratorios tenderán a exportarlos fuera, a países como Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica y países del Este, donde los precios están hasta un 30% más altos. Y también se exportan medicamentos ilegalmente, a través de redes de farmacias (que “distraen” medicamentos y vacunas destinados a los españoles) y almacenes que exportan ilegalmente, con un 80-150% de beneficio: ya hay 80 imputados (entre boticarios y almacenes) y más de 200 farmacias investigadas, en distintas operaciones desde 2014. Ahora, la Agencia del Medicamento ha preparado un Plan para cruzar datos de compras y ventas y reducir este fraude, que además va a ser perseguido con más penas: el 1 de julio entra en vigor el nuevo Código Penal, que establece de 1 a 4 años de prisión e inhabilitación profesional para un delito que hasta ahora sólo tenía sanciones administrativas.

La consecuencia de tener medicamentos con precios muy bajos, que cuestan lo que una cerveza, es que se exportan más (legal e ilegalmente) y eso provoca desabastecimientos de algunas medicinas en España, en farmacias y en los hospitales, sobre todo algunas vacunas, anticancerígenos y fármacos contra los efectos de la quimioterapia, los trasplantes, la leucemia, la epilepsia y el Parkinson. Actualmente, existen 185 medicamentos “en falta”, según esta lista que publica cada día la Agencia Española del Medicamento. La mayoría se sustituyen por otros, pero eso causa incertidumbre a muchos pacientes.

Otro efecto de esta carrera (inútil) por rebajar como sea la factura farmacéutica es que se está cargando muchas farmacias, cuyas cuentas no les salen por el doble efecto de la caída de ventas (más recetas con menos gasto) y el aumento de los descuentos forzados, más la morosidad de muchas autonomías. Con ello, la caída de márgenes ha sido del 34% en los últimos cinco años y eso lleva a que un 20% de las 21.559 farmacias españolas estén con problemas y un 5% (más de 1.000) en riesgo de cerrar, según Cofares, poniendo en peligro un eslabón clave de la asistencia sanitaria en España. Y en cuanto a los usuarios, el recorte se está dando en los medicamentos financiados, que son cada día menos. Y por el resto, los medicamentos “libres” (39% ventas, casi la mitad de las unidades vendidas), cada vez pagamos más. De hecho, la Cruz Roja ha advertido que un tercio de las familias que les piden ayuda es para comprar medicinas que no cubre la sanidad pública.

Hay que poner orden en el gasto sanitario, eso es indudable. Pero no con un tope ligado a lo que crezca la economía. Hace falta un gran acuerdo con los médicos para que receten menos, lo imprescindible, porque se abusa de los medicamentos (sobre todo de los antibióticos) y muchos de los nuevos fármacos que sacan los laboratorios no son innovadores (no aportan ventajas y si un mayor precio). Y hace falta una campaña de mentalización a los pacientes, sobre todo a los mayores, para evitar el abuso y el despilfarro. Sin olvidar los hospitales, que tendrían que vigilar más su gasto farmacéutico,  sin amenazar con copagos a los pacientes. Pero luego, habrá que pagar los medicamentos por lo que valen, sin racanear en el pago para rebajar el déficit a costa de que no se investigue o se exporte y falten medicinas en España. Esto es muy serio y no puede decidirse con criterios contables. La salud no tiene precio.

lunes, 22 de julio de 2013

El pago por receta salva a las autonomías


El copago por receta ha cumplido un año el 1 de julio, consiguiendo rebajar más el gasto farmacéutico y reduciendo por primera vez el número de recetas. También ha ayudado el medicamentazo (dejar de financiar 426 fármacos), aprobado en septiembre. Pero el mayor ahorro se ha conseguido con la bajada de precios impuesta a laboratorios y farmacias desde 2010. Al final, la factura farmacéutica se ha reducido un tercio en los últimos tres años y ahora gastamos en medicinas menos que la media europea. Pero el Gobierno prepara más recortes: nuevo copago por tramos, copago de fármacos hospitalarios y no financiar los modernos anticonceptivos orales que toman un millón de mujeres. Muchos expertos insisten que no hacen falta más ajustes, que están pagando los jubilados con enfermedades crónicas, farmacias y laboratorios. El recorte farmacéutico está salvando las cuentas de las autonomías, que apenas toman medidas para racionalizar el resto del gasto sanitario.
 
enrique ortega

Al inicio de esta crisis, la sanidad española tenía un serio problema, el gasto farmacéutico, que se había triplicado en quince años, alcanzando un récord en 2009: 12.505 millones de euros (20% del gasto sanitario), con 4 millones de recetas al día. Era el resultado de un sistema perverso: las medicinas gratis para los pensionistas, que suponen 7 de cada 10 recetas. Y ello llevaba a un despilfarro de medicamentos, con acaparamiento, fraude (muchos fármacos para jubilados acababan en otras manos, en España, Rumanía o Ecuador) y 3.700 Tm. de medicamentos caducados tirados a la basura cada año (1.200 millones €).

En 2010, el Gobierno Zapatero tomó las primeras medidas para rebajar el gasto sanitario, por dos caminos: uno, forzar a los laboratorios a bajar precios (-30% entre 2010 y 2011) y obligar a laboratorios, distribuidores y farmacias a devolver un porcentaje sobre ventas (del 7,5 al 15%) a las autonomías, que además, recortaron gasto retrasando pagos a farmacias y empresas. Y otro, obligar a los médicos (desde noviembre 2011) a recetar por principio activo (amoxicilina) en vez de por marca (Clamoxil) o genérico (amoxicilina Normon), exigiendo además a las farmacias que vendan el genérico más barato. Con ello, la factura farmacéutica se rebajó en 2010 (-298 millones), por primera vez en una década, y más en 2011 (-1.072 millones). Pero el número de recetas seguía creciendo: seguía el despilfarro, los tacos de recetas de pensionistas en las farmacias, ahora con medicinas más baratas.

En 2012, el Gobierno Rajoy impuso nuevas rebajas de precios a los laboratorios, mantuvo la exigencia de descuentos a empresas y farmacias (“el impuesto revolucionario”) y el vender el genérico más barato. Pero el 1 de julio fue más allá: introdujo por primera vez un copago del 10% a los jubilados, con un tope mensual según renta (8,18 y 60 euros). Y el resto de activos, o seguía pagando el 40% de las recetas (para ingresos menores 18.000 €) o pagaban el 50% (de 18.000 a 100.000 €) o incluso el 60% (+100.000 €). Los parados de larga duración sin prestación no pagaban nada y los funcionarios jubilados el mismo 30%.

Pero el Gobierno hizo más cambios. Por un lado, los jubilados empezaron a pagar como los demás pacientes un 10% de los medicamentos de aportación reducida (6.000, un 20% ventas), que son para enfermos crónicos (insulinas, Sintrom, antidiabéticos, tratamientos hormonales, antidepresivos, arritmias, gota, Parkinson, tratamientos cáncer hospitalario…), con un tope actualizado a 4,13 € (llevaba 10 años en 2,64 €). Y el 1 de septiembre, entró en vigor el medicamentazo: salieron de la lista de medicamentos financiables por la sanidad pública 426 fármacos, entre ellos algunos muy vendidos como antiácidos (Almax), antidiarreicos (Fortasec), contra el estreñimiento (Duphalac), antiinflamatorios (Voltaren) o anticatarrales (Mucosán), que ahora todos (pensionistas incluidos) pagan al 100%. Además, ahora los médicos utilizan más las recetas diferidas (varias, pero con distinta fecha), lo que reduce el acaparamiento.

Al final, el copago ha tenido el efecto buscado: se han facturado 125 millones de recetas menos, desde julio 2012 a mayo 2013. Y se ha reducido el gasto en 2012 en 1.365 millones, lo mismo que en los dos años anteriores. Pero el Gobierno quiere dar otra vuelta de tuerca al gasto farmacéutico y ahorrar mucho más en 2013: 1.809 millones. ¿Cómo? Por un lado, retocando el copago, con lo que algunos pacientes pagarán más: se dejará igual el copago (50%) de los que ganan entre 18.000 y 36.000 euros, pero pagarán más porcentaje el resto (en dos tramos). Además, habrá copago para los fármacos que se dan en los hospitales. Y no se financiarán los anticonceptivos orales de tercera generación, los más modernos, que toman un millón de españolas. Y como complemento, en octubre se obligará a los laboratorios a bajar el precio de 11.300 fármacos.

Además, este verano, la Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha no aceptarán recetas de enfermos crónicos de otras autonomías. Y son varias las Comunidades (como Cataluña) que ponen problemas para atender y dispensar recetas a los enfermos de vacaciones.

Con todo ello, el gasto farmacéutico podría bajar a 7.961 millones en 2013, un tercio menos que en 2009 y la menor factura desde 2004. Algunos expertos creen que el Gobierno Rajoy se ha pasado de ajuste, porque ahora España gasta en medicinas bastante menos que la media europea: 206,7 euros per cápita frente a 349 euros en UE-25.Y la factura farmacéutica, que llegó a ser el 1,2% del PIB, ha bajado al 0,8%, por debajo del 1% que recomienda y tiene Europa. Y destacan el alto coste del ajuste para pacientes (sobre todo pensionistas), laboratorios y farmacias.

Los pacientes han pagado el 40% del recorte farmacéutico de 2012, según un estudio de Antares Consulting. Y los que más, los jubilados de rentas más bajas: si un 17% de pensionistas renunciaron a comprar algún medicamento tras el copago, son un 27,3% los que lo hicieron entre los que tienen menos de 400 euros de pensión. Se estima que entre copago y medicamentos que ya no se financian (y que han subido un 50% de media), los pensionistas pagan ahora 18,2 euros más al mes en medicinas, según una encuesta de la Federación en defensa de la Sanidad Pública. Y más, los enfermos crónicos, que se teme puedan ahorrar en medicinas a costa de su salud.

El grueso del ahorro farmacéutico (60%) no viene del copago, sino de las presiones de los Gobiernos a laboratorios y farmacias para que bajen precios y márgenes. Sólo en 2012, eso llevó a las 21.427 farmacias a facturar un 7,3% menos (-38.060 € por farmacia) y aportar 21.108 euros más a las autonomías, en total 5.000 euros menos al mes por botica. Y además sufren retrasos en los pagos: sólo Comunidad Valenciana, Cataluña, Murcia y País Vasco debían en mayo 610,25 millones a las farmacias. Con todo ello, 1 de cada 6 farmacias está en apuros y algunas ya han cerrado, en perjuicio de la atención sanitaria.

En cuanto a los laboratorios, tras bajadas forzadas de precios (-40% desde 2010), menores ventas y muchas deudas (las autonomías les deben todavía 3.200 millones), muchos han forzado despidos (6.000 hasta ahora y 1.000 más anunciados para 2013), mientras hay multinacionales que se van. Lo peor es que se trata de un sector industrial clave, que exporta y realiza un 21 % del gasto en I+D+i  y donde los recortes les llevan a invertir menos en crear nuevos medicamentos (80% son genéricos), en perjuicio de nuestra salud futura.

En resumen: el Gobierno se ha pasado de frenada en el recorte farmacéutico, con un alto coste para pacientes, laboratorios y farmacias. Pero este recorte extra ha permitido a las autonomías salvar la cara de sus cuentas: en los últimos tres años, el 79% del recorte sanitario se ha hecho en las medicinas (-3.597 millones), cuando sólo suponen el 18% del gasto. A lo claro: que las autonomías han tapado otros agujeros con los medicamentos. Y que farmacias y pacientes pagamos más por los fármacos porque ni Gobierno ni autonomías racionalizan el gasto sanitario, no con recortes, sino con reformas de fondo que no llegan.

Había que acabar con el despilfarro, con la “barra libre de los medicamentos”. Y mucho se ha conseguido. Pero no hay que pasarse, porque nos jugamos que los pensionistas ahorren en salud, que las farmacias cierren y los laboratorios no investiguen o se vayan. Y todo para que las autonomías rebajen su déficit y presenten mejores cuentas. No es justo.