lunes, 29 de enero de 2024

EPA 2023: otro año récord en empleo

En 2023 se crearon +783.000 nuevos empleos, el mayor aumento de la historia salvo 2021 (por el rebote tras la pandemia). Y ya trabajan en España 21.246.900 personas, medio millón más que en 2007. El empleo se crea más entre mujeres, mayores de 50 años e inmigrantes. Y el paro cae también, pero menos, porque aumentan los que buscan trabajo: se consolida por debajo de los 3 millones (2.830.600), la cifra más baja desde 2007. Eso sí, el paro sigue alto entre jóvenes y mujeres, en Ceuta, Melilla, Andalucía, Extremadura y Canarias. Y un tercio de los parados no cobra nada. Tras crearse 1 millón largo de empleos en dos años, el 83,5% de los asalariados tienen contrato indefinido. Ahora, Gobierno y fuerzas sociales no deberían dormirse en los récords: deberían aprobar un Plan de choque para atajar la debilidad del empleo en 2024 y 2025, centrado en jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Asegurar que siga creciendo el empleo, la 1ª preocupación de los españoles. No lo olviden.

                  Enrique Ortega

Las dos últimas Navidades han sido malas para el empleo, porque las compras fueran menores a los años en que salimos de la pandemia. Y así, el empleo cayó en -19.000 personas durante el 4º trimestre de 2023, bastante menos que en el otoño de 2022 (-81.900 empleos). El empleo cayó también al inicio de 2023 (-11.100 empleos en el primer trimestre), pero como fueron excepcionales  la primavera (+603.900 empleos) y el verano (+209.100), el balance final del empleo en 2023 es espectacular: se crearon +783.000 nuevos empleos, según la EPA publicada el viernes, el 2º mayor aumento anual de nuestra historia (el otro, los +840.600 empleos ganados en 2021 fueron algo “extraordinario”, porque salíamos de perder -622.000 empleos en 2020 por la pandemia), tras una subida del empleo de +402.300 ocupados en 2019. Y además, con ello trabajan ya en España 21.246.900 personas, otro récord histórico anual (antes de la pandemia, en 2019 trabajaban 19.966.900 y en junio de 2008, el récord anterior, trabajaban 20.646,000 personas).

El 2023, el aumento del empleo (+783.000 ocupados) se ha dado más entre las mujeres (+437.200) que entre los hombres (+345.800) y sobre todo entre los mayores de 50 años (+425.200 empleos, el 54% del total), seguidos de los jóvenes (+204.400 empleos para menores de 25 años) y los de 30 a 34 años (+103.800), ganando menos el resto de edades y perdiendo empleo en 2023 los que tienen entre 40 y 44 años (-70.000), según la EPA. Un dato relevante es el fuerte aumento del empleo de los inmigrantes (+12,4% frente al +1,85% los españoles), extranjeros que han conseguido casi la mitad de los nuevos empleos (333.700).

Por sectores, el empleo se ha creado sobre todo en los servicios (+629.200), también en la  construcción (+108.300) y mucho menos en la industria (+28.000) y la agricultura (+17.500). Y por autonomías, el mayor aumento porcentual de empleo se ha dado en Cataluña (+5,62%: +197.600 empleos), Madrid (+5,03%: +160.500), País Vasco (+5,02%: +47.700), Cantabria (+4,86%: +11.900), Asturias (+4,56%: +17.400), Aragón (+4,25%: +24.800) y Andalucía (+4,01%: +130.800 empleos). Sólo ha bajado el empleo en 2023 en Castilla y León (-4.400), la Rioja (-2.700), Melilla (-2.000) y Ceuta (-1.400 empleos).

La histórica mejora del empleo en 2023 (+783.000 ocupados) no se ha traducido en una bajada similar del paro, que bajó menos: -193.400 parados en 2023, según la EPA, una bajada superior a la de 2022 (-79.800) pero muy inferior a la de 2021 (-616.000 parados). Ello se debe a que siguen aumentado los “activos”, personas que se “animan” a buscar trabajo y antes no lo hacían (mujeres, mayores y jóvenes). Pasa en los últimos años, pero en 2023 el aumento ha sido espectacular: +682.400 activos, duplicando el de 2022 (+291.700 activos). Y nos coloca por encima de los 24 millones (24.077.400 activos), un tope que nunca se había superado en España. Este aumento de la actividad (+2,51%) es muy llamativo en Cataluña (+4,52%: +176.800 activos), Canarias (+4,61%: +53.500 activos) y Madrid (+2,95%: +106.300). Y con ello, hay 4 autonomías con una tasa de actividad (gente trabajando o  buscando trabajo) que supera  la media de España (el 59% de los que tienen más de 16 años): Madrid (63,6%), Cataluña (61,98%), Baleares (61,05%) y Canarias (60,53%). Esto significa que el paro mejorará menos que el empleo, porque hay muchos buscándolo.

El paro bajó en 2023 (-193.400 parados) más entre los hombres (-100.400) que entre las mujeres (-93.000), precisamente porque ellas fueron más “activas” (+344.200) que los hombres (+254.400). Y sólo bajó entre las personas de 25 a 54 años (-220.000 parados), aumentando el paro en el resto de edades, sobre todo en los jóvenes (+17.300 parados) y mayores (+9.400 parados entre los mayores de 55 años), porque son los grupos más “activos”, que se han lanzado más a buscar trabajo. El paro ha bajado en la industria (-29.900), la agricultura (-21.300), la construcción (-19.100 parados), y, sobre todo, entre los que perdieron el empleo hace más de un año (-108.100 parados) o lo buscan por primera vez (-19.000). Eso sí, subió en los servicios (+4.100 parados). Y hay regiones donde el paro bajó porcentualmente mucho más que la media (-6,40%): Cantabria (-26,45%: -7.400 parados), País Vasco (-25,10%: -22.600 parados),  Asturias (-16,55%: -10.700 parados, Castilla la Mancha (-13,54%: -19.900 parados), Madrid (-13,06%: -54.200) y Galicia (-12,66%: -16.600 parados), siendo mucho menor la bajada en Cataluña (-5,4%: -20.900 parados).

La cifra total de parados EPA se aleja más de los 3 millones y cierra el año 2023 con 2.830.600 parados (que se consideran parados en la Encuesta del INE, aunque sólo 2.707.456 estaban registrados en las oficinas de empleo). Es la primera vez desde 2007 (1.927.600 parados) que España baja un año de los 3 millones de parados EPA: en 2022 se cerró con 3.024.000, en 2020 se alcanzaron los 3.719.800 (por la pandemia), en 2019 había 3.191.900 y hacia atrás llegamos al récord de parados de 2012 (6.021.000, más del doble que hoy), por los efectos de la crisis financiera y los ajustes, después de venir de 3.207.900 parados en 2008. La  tasa de paro (% de parados sobre mayores de 16 años) baja en 2023 al 11,76%, mejor que antes de la pandemia (13,78%) y la mitad que en lo peor de la crisis (25,77% de paro en 2012), está por debajo de la de 2008 (13,79%) y sólo es más alta que en 2007 (8,57%). Eso sí, todavía casi duplicamos la tasa de paro de Europa (5,9%) y casi cuadruplicamos la de Alemania (3,1%). Lo más preocupante, la tasa de paro juvenil (menores de 25 años) también ha bajado, al 28,36% (14,5% en la UE-27 y 5,6% en Alemania).

Hay otros datos preocupantes del paro en España que también mejoran. El primero, que a finales de 2023 había 932.400 hogares con todos sus miembros en paro, -115.100 que en 2022 y bajando por primera vez del millón. El segundo, que seguimos con 7 regiones que tienen una tasa de paro superior a la media (11,76%), aunque mejoró en 2023: Ceuta (28,35%), Melilla (27,42%), Andalucía (17,60%), Extremadura (16,29%) y Canarias (16,19%), sobre todo, aunque también Comunidad Valenciana (12,65% de paro) y Asturias (11,81%). Y que contrastan con las 3 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea: País Vasco (6,33%), Cantabria (7,48%) o Aragón (7,85%), aunque también tienen poco paro Cataluña (8,97%), Navarra (9,32%), Castilla y León (9,50%) y Madrid (9,72%), según la EPA. El tercer dato preocupante que mejora es el paro de larga duración: hay 1.140.500 parados que llevan sin trabajar más de un año, 142.300menos que hace un año, aunque todavía suponen el 40,9% de todos los parados (son mayores de 45 años, mujeres y jóvenes).

Este paro de larga duración provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren entonces ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza (lo están el 47,1% de los parados, según el INE). En noviembre de 2023 (último dato de Trabajo) cobraban alguna ayuda 1.824.163 beneficiarios (833.872 cobraban 982,70 euros al mes de subsidio contributivo y el casi millón restante cobraban un subsidio asistencial de 480 euros). Eso supone que cobraban una ayuda el 64,44% de parados estimados por el INE (y el 67,37 de los parados registrados en el SEPE). A lo claro: 1 de cada 3 parados no cobra nada. Una cobertura baja, pero que mejoró en 2023 (cobraban el 58,85% parados en 2022).

Vistos los datos finales de 2023, queda claro que el empleo se mantiene con fuerza, a pesar de que crecemos la mitad (+2,4% este año frente al +5,8%), los altos tipos de interés (los mayores desde 2001), la alta inflación (aunque ha bajado a la mitad, del 8,40% al 3,55% en 2023), las tensiones políticas internas y los conflictos geopolíticos (Ucrania y Palestina). En este complejo escenario, España ha creado 1.280.000 nuevos empleos desde 2019 (antes de la pandemia), y ha reducido el paro en -361.300 parados en los últimos 4 años. Y algo llamativo: España es el país europeo que ha creado más empleo desde 2019, un +7,2%, más que Francia (+5,1%) y mucho más que Italia (+2,7%), Alemania (+1,4%) o Reino Unido (+0,1%). De hecho, casi 1 de cada 3 empleos creados en Europa en 2023 se crearon en España. Son datos, no propaganda del Gobierno Sánchez.

Y lo más importante no es sólo que haya más de 21,2 millones de personas trabajando en España, una cifra nunca vista, sino que los que trabajan ahora tienen empleos más estables y menos precarios, tras la aplicación de la reforma laboral (marzo 2022). En 2023, el 42,87% de los contratos firmados ese año (15,44 millones) fueron contratos indefinidos, por encima del porcentaje de indefinidos firmados en 2022 (38,37%), que suponían un gran salto sobre el bajísimo porcentaje de contratos indefinidos que se hicieron en 2021 (10,9%) y entre 2014 y 2020 (eran entre el 6 y el 8% de los nuevos contratos). Con ello, ya se está notando el efecto en las plantillas: a finales de 2023, el 83,5% de los asalariados (más de 15 millones) tienen un contrato indefinido, cuando en 2021 sólo lo tenían el 74,6%. Ya no es sólo que haya 1.062.900 ocupados  más que hace sólo 2 años, es que ahora hay 2.395.300 asalariados más con un contrato indefinido que en 2021. Ese es el gran cambio.

Ahora, tras este detallado balance de 2023, queda hablar del empleo en 2024. Los “expertos” (que se equivocan cada año con sus previsiones) esperan que España cree menos empleo en 2024 que en 2023 (también se esperaba en 2023 y se ha casi triplicado). Pero sí, parece lógico pensar que si la economía va a crecer menos en 2024 (+1,6% frente a +2,4%), el empleo también crezca menos: entre un +1,4% que estima el Gobierno (supondría crear +300.000 nuevos empleos, menos de la mitad que en 2023), el +1,3% del Banco de España ( +270.000), el +1,2% que prevé la Comisión Europea (+250.000), y el +1% que apuesta el FMI (+210.000). Que se acierte, se supere o se pierda empleo (algo que no pasa desde la pandemia de 2020 y antes, desde 2013) dependerá de que Europa recupere su débil economía y de que España mantenga su mayor crecimiento, para lo que son claves el turismo, la inversión de los Fondos UE, las exportaciones y mantener el consumo, lo que exige mayores subidas de salarios (por encima del 3,5%). Y claro, que no haya más conflictos geopolíticos y no vayan a peor los de Ucrania y Palestina.

Con todo, España no debería dormirse en los récords y el Gobierno y las fuerzas sociales deberían dar un impulso al empleo en 2024. Por dos razones. Una, porque quizás se estén agotando los efectos positivos de la reforma laboral y el tirón post-pandemia, con lo que el mercado laboral tiene ahora menos fuerza. Y la otra, de fondo, porque aún tenemos casi el doble de paro que Europa y mucho menos empleo. Porque aunque hayamos creado mucho estos años (tras dos grandes crisis), el empleo ha crecido menos que la economía. Basta ver este dato: el PIB español aumentó un +28,18% entre 2007 (1.075.539 millones) y 2023 (1.378.690 millones), pero el empleo creció sólo un +2,37%, casi 12 veces menos que la economía. Producimos una cuarta parte más que en 2007 con sólo 493.500 trabajadores más. Eso indica que las plantillas están cortas, que falta personal, lo que ya vemos en muchos sitios. De hecho, en España trabaja menos gente que en Europa: el 65,7% frente al 70,4% en la UE-27 y el 77,3% en Alemania. A lo claro: que si trabajáramos como la media de europeos, tendría que haber 2,2 millones más trabajando en España.

Así que estaría bien que el Gobierno, los sindicatos y la patronal (y la oposición, pero eso parece imposible) acordaran un Plan de choque para relanzar el empleo en 2024 y 2025, sobre tres bases: impulso a la formación y reciclaje de los trabajadores (para ajustar la mano de obra a lo que piden las empresas, que se quejan de no encontrar personal), reforma del desempleo y de las oficinas de empleo  (para que haya más parados cobrando algo más, a cambio de formación y acompañamiento personalizado para recolocarles) y políticas activas para emplear más a  jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Un Plan que exige medios y fondos, pero sobre todo la colaboración de autonomías, empresas y sindicatos. Pero debería ser posible. Porque el empleo sigue siendo la 1ª preocupación de los españoles (no la amnistía ni el politiqueo diario). No lo olviden.

jueves, 25 de enero de 2024

FITUR 2024: el turismo supera la pandemia

Esta semana se celebra FITUR, la 2ª mayor Feria del turismo del mundo, tras Berlín. Y el sector celebra un nuevo récord histórico de turistas e ingresos, superando los datos de 2019: más de 84 millones de turistas extranjeros, que gastaron 108.000 millones de euros, con un mayor gasto diario. Todo apunta a que 2024 será aún mejor, otro año de récords, gracias a que viajar se ha convertido en una prioridad en todo el mundo. Pero el propio sector advierte: ojo a “morir de éxito”. Les preocupa la masificación del turismo en algunas zonas y el aumento de las protestas, de la “turismofobia”. Y creen que ha llegado el momento de aprovechar las cifras récord para “reconvertir el turismo”, para lo que piden inversiones y un PERTE, quejándose de que al 40% de empresas turísticas les cuesta encontrar empleados. Y preocupa también el cambio climático y el impacto ambiental. Aseguremos el futuro del turismo, nuestra gallina de los huevos de oro.

                       Enrique Ortega

El turismo ha crecido con fuerza en todo el mundo en 2023, con 1.300 millones de llegadas internacionales, sólo un 12% por debajo del movimiento turístico de 2019, según los datos publicados el viernes por la Organización Mundial del Turismo (OMT). Europa, la región más visitada del mundo, es la zona que está más cerca de recuperar los turistas de antes de la pandemia (en 2023 se quedó sólo un 6% por debajo) y hay 4 destinos turísticos mundiales que ya han superado la pandemia: la Europa mediterránea, el Caribe, América Central y África del norte, junto a todo Oriente Medio. En pernoctaciones (noches de alojamiento), Europa ya ha superado los datos de 2019, gracias a las estancias de los visitantes europeos y de otros continentes: 2.920 millones de pernoctaciones en 2023, 50 millones más que en 2019 (+1,6%), siendo España el país turístico donde más han crecido (+2,8%), frente al +2,5% en Francia o el -0,5% en Italia, según Eurostat.

En este contexto internacional de recuperación turística, la OMT espera superar en 2024 la cifra mundial de turistas de antes de la pandemia. Pero España ya lo ha conseguido en 2023, según el avance ofrecido por el Gobierno (los datos del INE se publican el 2 de febrero): nos visitaron más de 84 millones de turistas extranjeros, un +17,2% que en 2022 (71,65 millones) y medio millón de turistas más que en 2019 (83.509.153 turistas extranjeros), el último año récord. Serían casi el doble de extranjeros de los que nos visitaron en 2014 (57,5 millones) y casi el triple de los turistas recibidos en 1995 (32,9 millones).

Pero hay otro récord que se ha conseguido en 2023, aún más importante: el de ingresos por turismo, según la estimación del Gobierno: 108.000 millones de euros, un +23,9% sobre los ingresos de 2022 (87.138 millones) y un 23,8% más que en 2019, el anterior año récord de ingresos por turismo (91.911,97 millones). Esto indica que no es sólo que hayan venido más turistas extranjeros que antes de la pandemia, sino que se han gastado mucho más, por dos razones: han subido mucho los precios turísticos (sobre todo en 2022 y 2023) y además vienen más turistas de alto nivel adquisitivo, de paises que se gastan más en España. Así, el gasto medio diario (sin contar el transporte) de un turista asiático es de 446 euros diarios, 377 euros el de un sudamericano y194 euros diarios es lo que gasta un turista estadounidense, mucho más del gasto diario de un turista británico (132 euros), francés (130,7), italiano (125,9 euros) o alemán (123,4 euros), según los datos del INE (noviembre 2023).

Con estos datos récord de turistas y gasto, España se consolida como una potencia turística mundial, no sólo en turistas (la 2ª tras Francia, muy igualados con USA y China) e ingresos (la 2ª tras EEUU), sino también en inversiones turísticas: somos el 2º país del mundo que atrae más inversiones hoteleras, tras EEUU, muy por encima de Reino Unido, Alemania y Francia, 4.248 millones de euros en 2023, según la consultora Colliers, cerca ya del récord inversor de 2018 (4.800 millones). El año pasado, hubo compraventa de 171 hoteles en España (21.748 habitaciones) y 34 compras de suelo para uso turístico, sobre todo en Canarias (39 operaciones) y Baleares (39), Madrid (21) y Barcelona (11), destacando las compras de 2 Fondos soberanos de Singapur y Abu Dabi.

Con estos datos de 2023, el turismo se consolida no sólo como la primera industria española sino como el principal motor del crecimiento del país. Así, el PIB turístico afianzó su recuperación en 2023, gracias a un verano récord y a un extraordinario 4º trimestre (por el auge del turismo de invierno), alcanzando unos ingresos de 186.596 millones de euros, un +13,1% sobre 2022 y un +18,6% superior al PIB turístico de 2019 (157.395 millones), según la patronal Exceltur. Con ello, el turismo aporta ya el 12,8% del PIB español, un porcentaje récord, que lo consolida como la primera industria del país y la primera fuente de empleo (2,59 millones de puestos de trabajo, el 17% de todo el empleo en España). Pero lo más importante es que el turismo fue el principal motor del crecimiento de España también en 2023: aportó el 70,8% de todo el crecimiento del país (el 29,2% restante lo aportó el resto de la economía), después de aportar en 2022 el 61% del crecimiento español.

Por 2º año consecutivo, en 2023 crecieron los ingresos de las empresas turísticas, que ya facturan un +16,2% más que en 2019, según Exceltur, una gran parte por la inflación (los precios turísticos subieron un +14,9% entre 2021 y 2023) pero también por el aumento de clientes (nacionales y extranjeros), aunque les han subido los costes (financieros, energéticos y laborales), lo que no les ha impedido volver a mejorar sus beneficios, sobre todo las empresas de mayor tamaño y las que han hecho inversiones para renovar su oferta, según Exceltur. Curiosamente, las empresas turísticas que más aumentaron sus ingresos en 2023 fueron las de Asturias (+26,1%), Baleares (+26%), Galicia (+23,4%) y País Vasco (+21,1%), lo que indica el buen año del turismo en el norte, por la ayuda de su buen clima (apoyado por las olas de calor en el sur y este), su excelente oferta global  y la saturación de los destinos tradicionales de costa.

El tirón del turismo en 2023 ha permitido crear 95.224 nuevos empleos turísticos, porcentualmente más que en toda  la economía (+5% frente al +2,7%), con una cifra récord de afiliados a la SS (2.590.221 trabajadores). La patronal destaca que la reforma laboral ha mejorado la calidad del empleo turístico: un 91,4% de los trabajadores tienen ya un contrato indefinido (15,3% son fijos discontinuos) y casi la mitad son a tiempo completo (45,3%), aunque los sindicatos se quejan del exceso de contratos a tiempo parcial (un tercio) y de los bajos salarios: 1.389,90 euros era el salario bruto en hostelería (2022), casi la mitad del salario medio en España (2.128,4 euros mensuales brutos), según el INE .

La mitad del negocio turístico procede del turismo nacional, que se ha mostrado muy fuerte en 2023, con un aumento del gasto del +22,3% sobre 2019, gracias a la mejora del empleo (más estable y menos precario) y los salarios, pero sobre todo a “la preeminencia de los viajes en las preferencias de gasto de los consumidores”, según Exceltur. A lo claro: los españoles (y el resto de europeos), tras la pandemia, se quitan de otros gastos antes de renunciar a viajar.  Y también ha ayudado al mayor gasto turístico, según Exceltur, la mejora de la oferta de trenes de alta velocidad, la opción por estancias de menos días pero más caras (ganan los hoteles de 4 y 5 estrellas) y el dinamismo de los viajes de negocios.

En la otra mitad del negocio, el turismo internacional, destaca en 2023 la mayor llegada de turistas norteamericanos, latinoamericanos y asiáticos (sobre todo en el 4º trimestre), que están más días y gastan más que los turistas europeos, aumentando sus estancias en hoteles de 4 y 5 estrellas y en destinos fuera de los de sol y playas tradicionales, aunque se ha mantenido el flujo de extranjeros a Canarias, ayudado por la crisis en Palestina y Oriente Medio. Respecto a la llegada de turistas europeos, han aumentando las llegadas de turistas británicos, franceses y portugueses, mientras caen los alemanes, italianos y nórdicos, que se han  compensado con creces con el aumento de turistas centroeuropeos e irlandeses.

Ahora, cara a 2024, todas las previsiones apuntan a una recuperación del turismo mundial y a que España alcanzará un nuevo récord histórico, superando el de 2023 en turistas extranjeros y en ingresos turísticos. La estimación de Turespaña es alcanzar los 23 millones de turistas en el primer cuatrimestre (+10,8% sobre 2023) y 30.000 millones de ingresos (+18,5%). Si extrapolamos ese crecimiento a todo el año, estaríamos hablando de recibir este año 9 millones más de turistas extranjeros, hasta los 93 millones de visitantes. Y en ingresos, supondría conseguir 20.000 millones más (hasta 128.000 millones en 2024).

Los empresarios del sector turístico esperan también un buen año 2024, sobre todo porque ven que se consolida “la tendencia a viajar” de los turistas internacionales y españoles y porque se está moderando la inflación y el precio de la energía, lo que favorecerá la movilidad. Y en el caso de España como destino, nos “ayuda” la tensión en Oriente Medio y la mejora de la oferta turística (por las inversiones realizadas), que “reposiciona” a España como destino del turismo de negocios, deportivo, cultural, gastronómico y de ocio. Por todo ello, Exceltur espera que el PIB turístico crezca un +8,6% (menos del +13,1% de 2023)  y alcance los 202.651 millones de euros en 2024. De ser así, el turismo seguiría siendo clave, porque aportaría el 41,4% de todo el crecimiento esperado en España para 2024 (PIB +1,6%). Es una ayuda mucho menor a la de 2023 (aportó el 70,8% de todo el crecimiento), pero aún así será un motor clave para “tirar de la economía”, junto al consumo, la inversión y las exportaciones.

A pesar de este optimismo generalizado sobre el presente y futuro del turismo, hay un motivo de preocupación: “morir de éxito”. El temor a si España puede soportar 93 millones de turistas extranjeros en 2024. Por eso, destacados directivos turísticos, de Meliá, Barceló o la patronal Exceltur, han mostrado estos días su preocupación por “la masificación del turismo”: alertan de que hay destinos que están al límite (algunas zonas de Baleares y algunos destinos tradicionales de sol y playa) y zonas turísticas donde está creciendo la oposición de los vecinos al aluvión turístico, la llamada “turismofobia”. Y por ello, advierten sobre el riesgo de “morir de éxito”, de que no se puede aumentar año tras año el número de turistas y acercarnos a los 100 millones, porque “puede no ser sostenible”. Y defienden un turismo “sostenible”, que cuente con la ciudadanía y busque más la calidad que la cantidad, menos turistas que gasten más y no un turismo “low cost” masivo.

Por todo ello, el sector turístico ha propuesto en FITUR un Pacto de Estado, entre instituciones y entre el sector público y privado, que afronte los desafíos del turismo a medio plazo, para conseguir un crecimiento sostenible. Y proponen una hoja de ruta a medio plazo que tenga en cuenta las exigencias medioambientales y sociales (contar con la población que vive en las zonas turísticas), que promueva el transporte colectivo y las infraestructuras sostenibles, que reduzca los pisos turísticos (su mayor preocupación para 2024), que atraiga y retenga el talento laboral (el 40% de las empresas tienen problemas para encontrar empleados formados) y, sobre todo, afrontar una profunda  reconversión del sector para renovar la obsoleta oferta turística en muchos destinos de sol y playa. Para ello, piden al Gobierno que apruebe un PERTE turístico (Proyecto estratégico), como se ha hecho con el automóvil, el sector aeroespacial o los microchips. Y proponen planificar entre el sector y las distintas administraciones los cambios del turismo español en las próximas décadas.

En paralelo, los sindicatos han alertado de que hay un abismo entre el récord del turismo español o los beneficios de las empresas turísticas y la situación de los trabajadores del sector, que califican como “el salvaje oeste: horarios disparados (de 12 de la mañana a 12 de la noche y más), horas extras que no se pagan, contratos precarios y parciales forzados y unos sueldos que son de los más bajos del país. “Por eso no encuentran trabajadores, porque les pagan poco y les exigen mucho”, replican los sindicatos, que piden además a las empresas una mayor creación de empleo en el sector, que adolece de falta de personal. El gobernador del Banco de España ha incidido en la excesiva rotación y temporalidad en el sector, que impide que los trabajadores mejoren su formación y su experiencia, lo que explica que la productividad del sector turístico sea inferior a la del conjunto de la economía. Tanto UGT como CCOO están luchando por mejorar la situación laboral del sector turístico, promoviendo el sello “Hoteles justos”, que indica las empresas “laboralmente responsables”.

En resumen, que el turismo español ha recuperado los turistas e ingresos que alcanzó antes de la pandemia y sigue creciendo, hacia los 100 millones de turistas. Pero eso ha disparado el temor a que alcancemos una masificación que retraiga al turismo extranjero (y nacional), que acabemos “matando a la gallina de los huevos de oro”, un motor clave del crecimiento y el empleo. Para evitarlo, los empresarios proponen sentarse y conseguir  un Pacto por el turismo a medio plazo, para que sea sostenible y de calidad. Evitar “morir de éxito”. A ello.

lunes, 22 de enero de 2024

El nuevo recibo de la luz, más caro

Mira el recibo de la luz que te llegue en enero: verás que pagas más. En mi caso, unos 3 euros más sólo por la subida de los 3  impuestos a la electricidad. Y queda ver la subida por el nuevo recibo (que incluye electricidad comprada a plazo, no sólo el precio diario), la supresión de la excepción ibérica y la reforma del mercado eléctrico europeo. Los expertos creen que todos estos cambios nos costarán 10 euros al mes (120 euros más al año). Así que en 2024 pagaremos algo más por el recibo de la luz que en 2023, pero aún así, la electricidad será mucho más barata que en 2022 (un año negro) y que en 2021. Y seguiremos pagando la luz más barata que el resto de Europa, como ha pasado ya en 2021, 2022 y 2023, gracias sobre todo al clima y al creciente peso de las renovables, que ya producen más de la mitad de la electricidad en España.

                  Enrique Ortega

Antes de entrar en el recibo de la luz de 2024, hagamos un balance de cómo se ha comportado el precio de la luz en 2023. Los datos indican claramente que los precios en el mercado mayorista de la electricidad bajaron sobre los precios disparados de 2022. Y, gracias a ello, el recibo de la luz de los que tienen tarifa regulada (PVPC) fue también más bajo que en 2022 (e incluso que en 2021). Veámoslo. El coste de la luz en el mercado mayorista (donde venden y compran luz las compañías productoras y distribuidoras) cerró 2023 con un precio medio de 87,43 euros/MWh, menos de la mitad del precio medio de 2022 (209,69 euros/MWh) y por debajo también del precio medio de 2021 (111,39 euros/MWh), aunque todavía duplique el precio medio de los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh).

Con el precio de la luz en origen a mitad de coste, todos los consumidores vieron reducir el precio de su recibo en 2023, sobre todo los consumidores que tienen la tarifa regulada PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor), 8,5 millones de usuarios (frente a un total de más de 20 millones: el resto tienen una tarifa “libre”): la tarifa PVPC bajó un 40% en 2023 sobre la de 2022, según el Ministerio de Transición Ecológica, gracias a que el mercado mayorista tuvo unos precios menos disparados y más regulares, básicamente por la excepción ibérica y, sobre todo, el mayor peso de las energías renovables (eólica y solar), mucho más baratas. Además luego, tuvo una gran influencia sobre el recibo la bajada de los 3 impuestos de la electricidad (en 2021 y en 2022), que redujo la factura a todos los usuarios, tanto en el mercado libre como en el regulado.

La consecuencia es que el recibo medio de la luz (4,6 KW de potencia y 292 KWh de consumo al mes) cerró 2023 con un precio medio de 60,26 euros al mes (723 euros año), una rebaja importante (-42,8%) respecto al recibo medio de la luz en 2022 (105,48 euros al mes, 1.266 euros al año) y en 2021 (79,11 euros mensuales, 949 euros anuales), según la OCU. Un recibo que está en línea con lo que pagábamos de luz antes de dispararse la energía y la inflación en 2021 (el recibo  medio fue de 56,28 euros en 2020 y 62,33 euros en 2019).

Con estos precios más moderados en 2023, tanto en el mercado mayorista de origen como en el recibo final al consumidor, España ha conseguido ser el país de Europa con la electricidad más barata, tanto en 2023 como en 2022. Antes de esta crisis energética, España tenía unos precios de la electricidad más caros que Francia y Alemania: en 2019, el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista fue de 50 euros por KWh, superior al de Francia (38 euros) y Alemania (40), sólo algo más bajo que el de Italia. Pues bien, gracias a la “excepción ibérica” implantada en junio de 2022, a la bajada de impuestos y al “tirón” de las renovables, España ha cambiado las tornas y ha conseguido un precio mayorista de la luz más bajo que en Francia, Alemania e Italia, según los datos publicados por el Grupo ASE. En los últimos 18 meses (junio 2022-diciembre 2023), el precio mayorista de la electricidad fue de 102,64 euros por MWh en España, 161,48 euros en Alemania, 175,82 en Francia y 207,88 euros en Italia. Y si miramos sólo el año 2023, el precio mayorista en España (87,43 euros) es un -14,2% inferior a la media de coste en los 4 grandes paises UE (101,82 euros).

Hasta aquí el balance del precio de la electricidad en 2023, muy positivo tanto por la bajada del precio mayorista en origen como por la bajada en nuestros recibos. ¿Qué va a pasar con la luz en 2024? La respuesta corta es sencilla: el recibo de la luz va a subir. De hecho, ha subido ya para los que hemos recibido el primer recibo en enero, por el aumento de los 3 impuestos a la electricidad  que aprobó el Gobierno desde el 1 de enero, tras dos años y medio de rebajas para contrarrestar los precios disparados de la energía. Junto a este primer cambio, hay tres cambios más en el recibo este año: ha cambiado la tarifa regulada (PVPC), se suprime la excepción ibérica (tope al gas) y entra en vigor la reforma del mercado eléctrico europeo. Cuatro cambios que subirán el recibo de la luz en 2024.

Veamos el efecto del primer cambio, la subida de los 3 impuestos a la electricidad: subida del IVA (estaba en el 21%, el Gobierno lo bajó al 10% en 2021 y luego al 5% en junio de 2022, para subirlo en enero al 10% durante todo 2024), subida del impuesto especial a la electricidad (lo bajó del 5,11% al 0,5% en septiembre de 2021 y lo ha subido en enero, al 2,5% en el primer trimestre, al 2,8% en el 2º y al 5,11% de antes a partir de julio) y subida del impuesto a la generación de electricidad (que pagan las eléctricas pero lo repercuten en el coste final del mercado mayorista), que se suprimió en 2021 y ha vuelto ahora, al 3,5% en el primer trimestre, al 5,25% en el 2º y al 7% de antes a partir de julio. El efecto de estas 3 subidas ya se nota en el recibo de enero: en mi caso, ha subido +3,27 euros sólo por los impuestos. La estimación de la consultora Nera es que la subida de impuestos repercuta 4,8 euros al mes en el primer trimestre, 5,70 euros en el segundo y más en la segunda mitad del año, con una media de 7,50 euros extras mensuales en todo 2024.  O sea, que pagaremos 90 euros más este año más sólo por los nuevos impuestos.

El segundo cambio, la supresión el 1 de enero de la “excepción ibérica (tope al precio del gas para producir electricidad) es importante, porque perdemos “un colchón” ante posibles crisis futuras, pero no tendrá repercusión en nuestro recibo de 2024, porque al haber bajado drásticamente el precio del gas, no se aplicaba desde finales de febrero de 2023. La “excepción ibérica” (para España y Portugal), que entró en vigor el 15 de junio de 2022, fue clave para contener el recibo en 2022, ya que fijó un tope al precio del gas (40 euros/MWh en 2022 y hasta un máximo de 65 euros en 2023) cuando su precio estaba por las nubes (80 euros/MWh en junio de 2022, 215,64 euros/MWh  en agosto, 138,62 euros en diciembre de 2022), lo que rebajó drásticamente el precio mayorista de la electricidad y los recibos (aunque tuviéramos que pagar una compensación a las eléctricas por la diferencia ).

En 2023 empezó a bajar el precio del gas y el 28 de febrero se pagaba por debajo del tope (a 49,6 euros), con lo que la excepción ibérica no se aplicó el resto de 2023. Aún así, el Gobierno estima que ha permitido un ahorro en nuestros recibos de 5.106 millones de euros (4.000 en 2022 y 1.100 en 2023). Ahora, Europa no acepta que siga en vigor la “excepción ibérica”, lo que no nos afecta porque el precio del gas sigue bajo (30,85 euros MWh) y se espera que siga así (salvo conflictos) en 2024 (29,70 euros) y 2025 (33 euros).

El tercer cambio, muy importante, es el nuevo recibo de la luz para la tarifa regulada (PVPC), que ha entrado en vigor el 1 de enero de 2024. El anterior sistema lo cambió el Gobierno Rajoy y se aplicaba desde el 1 de julio de 2014, para fijar la tarifa no sobre el precio trimestral de la luz en el mercado mayorista, sino sobre el precio diario. Se trataba así de evitar los saltos de precio ligados a las subastas trimestrales. El sistema funcionó bien y fue bastante estable (con precios mayoristas entre 50 y 34 euros por MWh de 2015 a 2020). Pero en 2021, al estallar la crisis de la energía y disparase el precio del gas, el precio mayorista de la luz se disparó, alcanzando un precio de 283 euros MWH en marzo de 2022 y un máximo de 307,75 euros en agosto de 2022, a pesar de la excepción ibérica y la bajada de impuestos, aunque cerró diciembre de 2022 con un precio de 135,29 euros.

Estos saltos en el precio mayorista repercutían mes a mes directamente en la factura de la tarifa regulada, que saltó de 69,88 euros mensuales en diciembre de 2021 a 143 euros en marzo de 2022 y 130,99 euros en agosto de 2022 (también la tarifa del mercado libre se disparó, aunque menos). Estos altibajos llevaron a Bruselas a pedir al Gobierno que fijara un nuevo sistema de tarifa regulada, que no tuviera sólo en cuenta el mercado mayorista diario sino que forzara a los distribuidores a comprar electricidad a plazo (futuros), para “suavizar” las oscilaciones de precios. Y eso es lo que pretende el nuevo recibo: si hasta ahora, el 100% del coste de la tarifa regulada se calculaba con el precio diario del mercado mayorista, este año 2024, un 25% del coste del recibo tendrá que ser el precio de contratos a plazo de la electricidad. En 2025, se sube al 40% y en 2026 computara un 55% la electricidad comprada a plazo. A lo claro: se obliga a las suministradoras a ir comprando luz con contratos de futuros (más estables y teóricamente más baratos) y no sólo luz al precio del día.

El nuevo sistema para calcular el precio de la tarifa regulada debería estabilizar más los costes, evitar los altibajos del mercado mayorista diario, en beneficio de los consumidores. Pero eso no quita que, al principio, encarezca el recibo de 2024, aunque se rebaje después. Por dos razones. La primera, que quizás las eléctricas “se curen en salud” al hacer las primeras compras a plazo, y paguen más para “no pillarse los dedos” con el suministro. Y esta mayor demanda de contratos a plazo (hoy escasos), hará subir los precios en el mercado de futuros, al menos al principio. Y la segunda razón, porque el nuevo sistema incluye que las comercializadoras contraten “una prima de riesgo”, para afrontar los altibajos de precios y evitar quiebras, una especie de “seguro” que acabaremos pagando los consumidores. Por ello, al principio al menos, subirá el nuevo recibo, unos 3 euros al mes por esto en 2024.

El cuarto cambio, la entrada en vigor de la reforma del mercado eléctrico europeo, nos afectará menos, porque tiene que ver con el cambio del recibo aprobado ya en España. Pero también puede subir algo la factura final, este año y los próximos. La reforma, aprobada el 14 de diciembre de 2023, bajo presidencia española, pretende evitar la volatilidad de precios en el mercado mayorista de la electricidad (potenciando las compras de futuros), acelerar el despliegue de las energías renovables y establecer un mecanismo para intervenir en los mercados en caso de crisis energéticas (evitar que se tarde meses en reaccionar a  una nueva crisis de la energía y el gas, como la desatada por Putin en 2021 y 2022). La reforma tiene 3 objetivos: conseguir una mayor estabilidad de precios a medio plazo (aunque a corto puedan subir, como en España, por encarecerse los mercados de futuros), garantizar el suministro (con medidas y ayudas  a las eléctricas, que tendrán un coste y acabaremos pagando) y ayudar a los consumidores más vulnerables (bono eléctrico).

Hasta aquí los 4 cambios en el marcado eléctrico que van a afectar a nuestro recibo, con una subida media de 10 euros al mes (+120 euros en 2024). Pero aún así, se estima que los cambios conseguirán unos precios más estables a medio plazo y asegurar el suministro, pase lo que pase. Eso sí, España seguirá teniendo en 2024 un precio de la luz más bajo que la mayoría de Europa, según adelantan los precios de la luz a plazo, para el primer trimestre de 2024: 74 euros MWh en  España, 88 euros en Francia y 89 euros en Alemania, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica. Y eso por una razón básica: el fuerte aumento de las energías renovables en la generación de electricidad, mayor que en otros paises (además de la moderación en el consumo por el aumento de temperaturas). El dato es espectacular: en 2023, el 50,4% de la electricidad fue renovable (eólica, solar, hidráulica y otras), frente al 37,5% de electricidad renovable en 2019, según Red Eléctrica.

Este es el camino para rebajar el recibo de la luz: que aumente el peso de las energías renovables (mucho más baratas) en la generación de electricidad. Y la apuesta del Gobierno Sánchez se ha redoblado: si antes su objetivo era subir el peso de las renovables al 74% de la generación eléctrica en 2030, en el nuevo Plan de Energía y Clima (enviado a Bruselas en junio pasado) se propone subir el peso de las renovables al 81%. Un reto difícil, que exige ordenar todo el “boom” de nuevas instalaciones renovables (donde se ha gestado una cierta “burbuja), aumentar las inversiones para nuevas redes, plantas de almacenaje, conexiones con Europa y formación de personal especializado. Inversiones que a corto plazo habrá que pagar en el recibo pero que, en menos de una década, nos permitirán tener una electricidad más barata y más limpia, sin los sobresaltos de los últimos años. Amén.

jueves, 18 de enero de 2024

Los salarios no ganan a la inflación

Finalmente, 2023 acabó con una subida media de la inflación del +3,55%, menos de la mitad que en 2022 (+8,40%). Pero como los sueldos en los convenios subieron un +3,46%, los trabajadores volvieron a perder algo de poder adquisitivo el año pasado. Y van tres años seguidos: entre 2021 y 2023, los salarios han perdido un -8,67% frente a la inflación. Ahora, en 2024, todo apunta a que los salarios perderán algo de poder adquisitivo, por 4ª año consecutivo, con subidas entre el 3 y el 3,5%, algo menos de la inflación prevista. Y también los funcionarios perderán poder adquisitivo, aunque no los que cobran el salario mínimo (+5%) ni los pensionistas (+3,8%), que lo volverán a ganar. Mientras, las empresas suben más que la inflación sus ventas, beneficios, dividendos y sueldos de los ejecutivos, aumentando la desigualdad en el reparto del crecimiento. Ahora, la clave es moderar márgenes y beneficios para subir más los salarios, el requisito para crecer y crear empleo en 2024.

                  Enrique Ortega

La inflación cerró 2023 moderándose algo más, con una subida anual del +3,1% en diciembre, frente al 4,1% que teníamos en abril y el 3,5% de septiembre y octubre. Con ello, la inflación media de 2023 fue del +3,55%, menos de la mitad que en 2022 (+8,40%) y también por debajo de 2021 (+4,43%). Una buena noticia para los consumidores, aunque no podemos olvidar otra: la inflación ha subido más que los salarios de la mayoría de trabajadores en 2023. Y es ya el tercer año consecutivo en que los salarios pierden poder adquisitivo, tras lo perdido en 2021 y, sobre todo, en 2022. Veamos los datos.

En 2023, unos 11 millones de trabajadores asalariados, afectados por 3.512 convenios (con vigencia en 2023) tuvieron una subida media del +3,46%, según Trabajo,  superior a la subida de 2022 (+2,78%) y de 2021 (+1,47%), pero inferior a la subida media del IPC en 2023 (+3,55%, según el INE). Son los asalariados con convenio, porque hay otros (unos 6 millones) que no tienen convenio, porque no se ha firmado o porque trabajan en pymes sin convenio o son autónomos. Y en estos casos, lo habitual es que su subida en 2023 haya sido inferior al 3,46% de los convenios, con lo que esos trabajadores habrán perdido más poder adquisitivo.

Lo mismo les pasa a los 3,5 millones de funcionarios y personal de las Administraciones públicas. Según un acuerdo plurianual pactado con los sindicatos en octubre de 2022, en 2023 tuvieron una subida salarial del +3% (más otro 0,5% en caso de que el PIB supere el previsto, como así podría ser: +2,4% esperado frente al 2,1% estimado en los Presupuestos 2023). De momento, los funcionarios han perdido el año pasado -0,55% de poder adquisitivo, aunque podría acabar siendo sólo el -0,05% si se confirma el mayor crecimiento.

Eso sí, hay dos colectivos que han ganado poder adquisitivo en 2023. Uno, los 2,5 millones de trabajadores que cobran el salario mínimo interprofesional (SMI), mayoritariamente mujeres (empleadas limpieza y hogar), jóvenes y trabajadores del campo: el Gobierno Sánchez les aprobó una subida del +3,63% en 2023 (1.080 euros), algo superior a la inflación media final (+3,55%). Y también han ganado poder adquisitivo los 10 millones de pensionistas, cuya pensión sube este año una media del +3,8% (por encima del IPC medio de 3,55% en 2023), con una subida mayor, del 5 al 7%, para las pensiones mínimas.

Con este balance, la mayoría de trabajadores y funcionarios perdieron algo de poder adquisitivo en 2023, aunque mucho menos que en los dos años anteriores. En 2021, los trabajadores asalariados con convenio perdieron -2,96% (1,47% subieron los convenios y 4,43% la inflación media) y en 2022, el año con la inflación más disparada, perdieron -5,62% de poder adquisitivo (2,78% subieron los convenios frente al 8,40% de inflación media). Así que, en los tres últimos años (2021, 2022 y 2023), los 11 millones de trabajadores con convenio han perdido -8,67% de poder adquisitivo. Y 6 millones sin convenio, más.

En paralelo, los 3,5 millones de funcionarios y empleados públicos también han perdido poder adquisitivo estos tres últimos años, sobre todo en 2022 (cuando sus sueldos subieron un 3,5% y la inflación el 8,40% de media), aunque también en 2021 (sus salarios subieron un 1,4%, frente al 4,43% que subió la inflación ese año) y algo en 2023 (entre 0,5% y 0,05%). Sumando los tres años, los funcionarios y empleados públicos habrán perdido -8.43% de poder adquisitivo, en línea con lo perdido por el resto trabajadores (-8,67%).

El balance de estos últimos tres años es más positivo para los 2,5 millones de trabajadores que reciben el salario mínimo (SMI), aunque también han perdido poder adquisitivo: su sueldo les subió un +13,68% entre 2020 (950 euros) y 2023 (1.080 euros), frente al 16,38% que subió  la inflación media entre 2021 y 2023. Una pérdida de poder adquisitivo del -2,70%, que se compensará en parte en 2024, con una subida del +5% que superará la inflación prevista (entre el 3 y el 3,5%).

Los únicos que no han perdido poder adquisitivo estos tres años de alta inflación son los 10 millones de pensionistas. Y eso gracias a que el 1 de enero de 2022 entró en vigor la nueva Ley (21/2021, de 28 de diciembre de 2021), que aprobó la revalorización automática de las pensiones con el IPC (suben cada año la inflación media hasta noviembre del año anterior), que salió adelante con el voto en contra de PP y Vox. Gracias al nuevo sistema, las pensiones han tenido subidas superiores a la inflación: +2,5% en 2022 (la inflación media entre diciembre 2020 y noviembre 2021), +8,5% en 2023 (+8,40% inflación 2022) y +3,8% en 2024 (+3,55% inflación en 2021). Ya antes, entre 2018 a 2021, también mantuvieron su poder adquisitivo: subían según el IPC esperado y luego, si era mayor, el Gobierno aprobaba un complemento (la “paguilla”), que se cobraba en enero siguiente.

En estos tres últimos años, España ha tenido menos inflación que la mayoría de Europa (cerró 2023 con una inflación homologable del 3,3%, frente al 3,4% de media en la UE-27, el 3,8% en Alemania, el 4,1% en Francia y el 0,5% en Italia, según Eurostat),  pero también los salarios han subido algo menos, con lo que los trabajadores españoles están entre los que han perdido más poder adquisitivo: han perdido un -0,4% desde el año 2.000, según la OCDE, y sólo tienen peor balance Grecia (-12,8%), México (-3,6%) e Italia (-0,9%). Y otro reciente informe de la OCDE alerta de la pérdida de poder adquisitivo entre los trabajadores que menos ganan, por lo que piden reforzar los salarios más bajos en la negociación colectiva.

Los últimos datos disponibles (Eurostat) revelan que tanto en 2022 como en 2023 (los años de alta inflación), las subidas de sueldos en España han sido inferiores a la media europea y de los grandes paises. Así, en 2022, la subida media fue del +3%, frente al +4,4% en la UE-27 y en Alemania, el 3,7% de Francia, el 3,5% de Paises Bajos o el 4,3% de Portugal, siendo sólo menor la subida en Italia (+2,3%). Y en el tercer trimestre de 2023 (último dato), la subida anual de salarios era del +4,7% en España, frente al +6,1% en la UE-27, el 6,2% en Alemania, el 8,1% en Bélgica, , el 7,4% en Paises Bajos o el 4,7% en Portugal, siendo sólo menor la subida Francia (+4,2%) y en Italia (+3,1%).

Estas menores subidas de sueldos en España se arrastran desde 2009, por lo que se mantiene y crece la brecha de sueldos entre España y Europa. Así, en 2022, el sueldo por hora en España era de 17,50 euros, un 24% inferior al de la UE-27 (22,9 euros por hora) y un 42% inferior a Alemania (30,3 euros/hora), siendo también menor al de Francia (27,7 euros), Paises Bajos (30,7 euros), Bélgica (33,4 euros), Dinamarca (41 euros por hora) e Italia (21,2 euros por hora.), según Eurostat. Eso se traduce en que el salario medio mensual en España es de 1.822 euros (2022), frente a 2.302 euros de media en la UE-27, 3.148 euros en Alemania, 2.964 euros en Paises Bajos, 2.574 en Francia y 2.174 euros mensuales en Italia, según el IX Monitor anual de Adecco.

Cara a la negociación salarial en 2024, la ventaja es que se espera una inflación similar o algo menor a la de 2023 (3,55% de media): el Banco de España apuesta porque subirá el 3,3%, pero el Gobierno y Funcas (Cajas) apuestan por una inflación del 3,5 al 3,6%. Todo va a depender de lo que hagan la energía (petróleo y gas), la luz (la factura subirá, por la subida de impuestos y el nuevo sistema de fijación de precios) y los alimentos (clima), lo que dependerá mucho de los conflictos geopolíticos: si persisten la guerra en Ucrania y se colapsa el canal de Suez, por la guerra en Palestina, la inflación podría repuntar

Suponiendo que no haya “sustos” y la inflación se estabilice entre el 3 y el 3,5% de media anual, los salarios no van a subir más que esa inflación y podríamos ver el 4º año de pérdida de poder adquisitivo (pequeña). El acuerdo salarial pactado en mayo pasado entre la CEOE, UGT y CCOO establece una subida del +3% en 2024, con la salvaguarda de que si el IPC anual supera el 3% (bastante posible), se recuperaría la mayor inflación en 2025 (hasta un 1% adicional). Y lo mismo para 2025. Según CCOO, conforme a este acuerdo,  la subida media ya pactada  para este año es del +4,1%. Pero eso sucede porque algunas grandes empresas contemplan subidas del 4% este año, pero la mayoría de empresas no están ofreciendo más del 3% de aumento. Y muchas ofrecen menos. De hecho, una Encuesta entre empresas hecha por Randstad indica que el abanico de subidas ofrecidas para 2024 oscila entre el +2 y el +3,5%. 

Veamos cómo apuntan las negociaciones en algunos sectores y grandes empresas para 2024. La banca ofrece una subida del +2,25% (mientras sus beneficios podrían haber subido un +24% en 2023) y los seguros un +3,25%. Las grandes del automóvil varían entre el +3,1% de Stellantis y el +3,25% de Ford. En el sector turístico, las subidas ofrecidas varían entre el +2,5 y el +3,5%. En distribución, las subidas llegan al 4,5% (y hasta el 6% Mercadona). En energía, la subida ofertada es del +1,75% (+0,5% en Repsol y +0,7% en Iberdrola). En la industria se ofrecen subidas del +3,6% y en la construcción el +3%. Y tanto Telefónica como Orange ofrecen subir el +3,1%.

Por este camino, no parece que en 2024 los salarios recuperen poder adquisitivo. El Banco de España estima que los salarios no lo recuperarán hasta 2026, cuando la inflación baje del  2% anual. La injusticia es que los salarios crecen moderadamente, por 4º año consecutivo, mientras las empresas han recuperado ya sus ventas, márgenes y beneficios de 2019, antes de la pandemia. En 2022, los ingresos de las empresas crecieron un +27% (y un +43% desde 2020), los resultados de explotación (beneficios brutos) un +23% (el triple que en 2020), los dividendos repartidos a accionistas rozaron los 26.000 millones, los más altos desde 2019) y sin embargo los sueldos medios de las 50 grandes empresas crecieron sólo un +8%, según un reciente Informe de Oxfam Intermón. Y según la Agencia Tributaria, en 2023 (hasta julio), el beneficio empresarial creció un +25% (y +17,5% en todo 2022) mientras los salarios declarados subieron un +8% (y sólo el 3,4% en todo 2022).

No se trata sólo de que los salarios españoles sean de los más bajos de Europa y que suban muy poco en relación al aumento de ventas, beneficios y dividendos de las empresas. Es que además, hay grandes diferencias de sueldos, que se mantienen y agravan año tras  año. En 2022, el salario de 74.258 directivos superó los 260.000 euros, 11 veces más de sueldo que el resto de asalariados (que ganan 23.464 euros de media), según la Agencia Tributaria. Y dentro de los trabajadores “normales”, hay discriminación en dos colectivos: los jóvenes (ganan de media 1.005,21 euros al mes, en 12 pagas, según el último Observatorio del Consejo de la Juventud) y las mujeres, que ganan de media un 20,9% menos que los hombres (22.601 euros brutos en 2021 frente a 27.322 euros, según el INE).

Visto el panorama, España tiene un problema de bajos salarios y una tremenda desigualdad a la hora de repartir la riqueza (el PIB), dado que los sueldos crecen mucho menos que las ventas, los márgenes, beneficios y dividendos de las empresas. Ha llegado la hora de que los salarios recuperen parte de lo perdido entre 2021 y 2023 y los beneficios empresariales se moderen, para poder subir algo más los salarios sin riesgo de que repunte la inflación. Porque en los dos últimos años, la subida extra de la inflación no ha sido por culpa de los trabajadores sino del aumento de costes y los mayores márgenes empresariales, que se ha trasladado a los precios, aumentando beneficios. Lo reconoce el Banco Central Europeo (BCE), al estimar que dos tercios de la inflación en 2022 se debieron a una subida de márgenes y beneficios empresariales. Y también la OCDE ha demostrado que tres cuartas partes de la subida de la inflación en Europa se ha debido a la subida de los márgenes (y beneficios) empresariales y que sólo la cuarta parte restante se debe a los salarios.

Ahora, cara a 2024, el dilema es claro: o los salarios se moderan (como proponen las subidas ofrecidas por la patronal) o las empresas moderan sus márgenes y beneficios, para poder subir algo más los salarios sin que repunte la inflación. Es lo que llaman un “Pacto de rentas, algo de lo que no quieren hablar la patronal y la derecha. Y por eso, otro año más, intentarán “moderar” los salarios para no “moderar” los beneficios. Una opción que no sólo es injusta socialmente, sino también perjudicial para la economía: necesitamos que el consumo familiar  siga tirando de la economía, para que no se frenen el crecimiento y el empleo. Y eso será difícil si los sueldos crecen el 3% o menos, como muchos proponen. Así que las empresas deberían pagar salarios más altos (aunque porcentualmente ganen menos) para vender más y que la economía crezca en 2024. Si no, la economía se desinflará y todos saldremos perdiendo.