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lunes, 2 de junio de 2025

Tras el apagón, luz barata y renovable

Se ha cumplido un mes desde el histórico apagón del 28 de abril y seguimos sin saber las causas, mientras parte del sector y la derecha aprovechan para culpar a las renovables y pedir que no se cierren las nucleares. Pero en mayo, las renovables han vuelto a liderar la producción de electricidad (el 61,8%) y no hemos tenido apagones. Y gracias a ellas, el precio mayorista de la electricidad ha bajado a un mínimo histórico (el más bajo de Europa), aunque Red Eléctrica ha subido la factura mensual (+3,35 euros) al mantener en "alerta" centrales de gas. Ahora, el recibo se estabilizará este mes y subirá algo en verano, por el mayor consumo. Eso sí, en el futuro subirán los costes de la energía solar y eólica, para compensar las inversiones necesarias en baterías e  inversores solares, para evitar “sustos”. Y urge presionar a Francia para aumentar las interconexiones, porque somos “una isla eléctrica”. Pero necesitamos mayor transparencia y nuevos protocolos en un sector dominado por las tres grandes eléctricas.

                           Enrique Ortega

Ha pasado algo más de un mes desde el histórico apagón del 28 de abril, a las 12 horas, 33 minutos y 21 segundos, que dejó a toda España a oscuras durante más de 10 horas. Y, a pesar de las múltiples investigaciones en marcha, hay pocas certezas y muchas dudas. La certeza es que el apagón se originó por tres pérdidas sucesivas de generación eléctrica en Granada (primero en la subestación de Huéneja,  cerca de Guadix, de Endesa), Badajoz y Sevilla. Pero a partir de ahí surgen las preguntas. ¿Porqué no funcionaros los cortafuegos, para aislar estas pérdidas de tensión, aunque se intentó hacerlo en 6 ocasiones? ¿Cómo pudo provocarse el apagón un día de baja demanda, donde sobraba energía? (minutos antes del apagón, España estaba exportando electricidad a Portugal y Francia) ¿Tuvo algo que ver el apagón con oscilaciones anteriores detectadas en la red europea? ¿Qué falló en los protocolos y automatismos que tiene Red Eléctrica (REE) y que ha ensayado antes cientos de veces?

Son preguntas que tardarán meses en responderse, según los investigadores del Gobierno y Red Eléctrica. Pero entre tanto, voces interesadas  ya han culpado del apagón a las renovables, por ser “menos seguras”, dado que su energía no es síncrona (es menos estable). Sin embargo, hay hechos que desmienten esta “peligrosidad”: unos días antes del apagón, el 16 de abril, hubo bastantes horas en que el 100% de la electricidad generada fue renovable (hidráulica, solar y eólica), sin que hubiera ningún problema. Entre enero y abril de 2025, las energías renovables han aportado el 58,64% de la electricidad generada (25% la eólica, 17% la hidráulica, 14,1% la solar fotovoltaica, 0,8% la solar térmica y 1,7% otras renovables, según REE). Sin problemas. Y en abril, el mes del apagón, su aportación subió al 64,3%.

Mientras se investigan las causas del apagón, veamos qué ha pasado con la electricidad este mes de mayo. Primero, habría que recordar que la luz bajó drásticamente en abril en el mercado de origen (mayorista), cerrando a un precio medio de 26,81 euros/MWh, la mitad que en marzo (53,3 euros/MWh) y la cuarta parte que en enero (96,69 euros) y febrero (108,31 euros), gracias a las lluvias y el sol, que produjeron mucha electricidad renovable (más barata). Un precio mayorista superior al de abril de 2024 (13,67 euros/MW) pero que es la tercera parte del precio habitual del mercado mayorista en abril durante los últimos 5 años (72,32 euros/MWh). Y este precio medio español (26,81 euros/MWh en abril) ha sido el más bajo de los mercados europeos, porque tenemos más electricidad renovable: 99,85 euros/MWh en Italia, 91 euros en Reino Unido, 78,33 euros en Alemania y 42,21 euros en Francia.

Este bajo precio mayorista de la luz en abril se trasladó directamente a los 8,3 millones de consumidores que tienen tarifa regulada (PVPC), que pagaron un recibo medio en abril de 58,62 euros, según la OCU, menos que el recibo de marzo (65,72 euros), febrero (81,60 euros) y enero (77,53 euros), aunque mayor que el recibo de 1 año antes (48,85 en abril de 2024) porque este año ha subido el IVA de la luz (del 10 al 21% en enero) y otros impuestos, además de las tarifas reguladas (que pagan el transporte, la distribución y otros costes).

Tras la bajada del recibo en abril, básicamente por el clima, la previsión era que el recibo siguiera bajando en mayo y hasta el otoño, para subir algo después hasta fin de año, por el mayor consumo y la menor aportación de renovables. ¿Qué ha pasado tras el apagón? : el precio de la luz ha seguido bajando en el mercado mayorista y todo apuntaba a que el recibo de la luz de mayo sería similar o algo menor para los que tienen tarifa regulada (8,6 millones) y que podría bajar en la próxima revisión de tarifas a los consumidores que tienen tarifa “libre” (21,4 millones de clientes).

Para ver lo que ha pasado realmente con el precio de la luz en mayo hay que analizar dos factores. Uno, que Red Eléctrica (que gestiona la red) ha querido “curarse en salud” y ha tomado medidas especiales para evitar otro apagón: ha aumentado las centrales de gas disponibles, ("de guardia") , para “evitar sustos”, aunque su electricidad no se vuelque al sistema porque hay muchas renovables. Y eso ha disparado unos costes que hasta ahora pesaban poco en mercado mayorista, los “servicios de ajuste: han alcanzado en mayo un promedio de 37,2 euros por megavatio hora (MWh), más del doble que los 17 euros por MWh de abril y casi el doble de los 19,7 euros por MWh de mayo de 2024, según los registros de Red Eléctrica. Este “sobre coste”, por tener a mano centrales de gas, supondrá unos 5,5 euros de subida en el coste mayorista de la electricidad en mayo para los 8,6 millones de consumidores que pagan la tarifa regulada. Y esa subida se trasladará a los consumidores del mercado libre (21,4 millones), sobre todo a la industria. De hecho, algunas comercializadoras se plantean cobrar un extra a sus clientes para compensar esta subida coyuntural de los "servicios de ajuste".

Pero en paralelo a este “sobrecoste”, en mayo ha bajado el resto del precio mayorista de la electricidad, porque la mayoría de la luz se ha generado con renovables (otro mes más), más baratas: en mayo, el 61,8% de la electricidad generada fue renovable, casi como en abril (64,36%), gracias al enorme peso de la solar (25,7%), la hidráulica (17,4%), la eólica (16,9%) y otras renovables (1,8%). Eso lleva a que el precio mayorista de la electricidad (en origen) haya sido de 16,91 euros/MWh en mayo, el 2º precio más bajo de la historia reciente (tras los 13,67 euros/MWh de abril de 2024), casi la mitad del precio mayorista de abril de 2025 (26,81 euros/MWh) y que en mayo de 2024 (30,4 euros/MWh). Y llevamos ya 70 días consecutivos  donde los precios de la luz han sido "cero" o "negativos" en las horas centrales del día (por la energía solar). Además, en mayo volvimos a tener el precio mayorista más barato de Europa: 16,91 euros/MWh frente a 95 euros en Italia, 85 en Reino Unido, 66 en Alemania y 20 en Francia.

Eso significa que, con la electricidad a mitad de precio, en mayo debería haber bajado el recibo medio para los consumidores de tarifa regulada. Pero al haber subido los “servicios de ajuste” (la tarifa por tener “a mano” más centrales de gas) y los  precios "futuros" (que pesan ahora un 40% en la factura),  el recibo final ha subido un poco en mayo: si en abril pagaron 49,62 euros en un recibo medio, en mayo pagarán 52,97 euros (+3,35 euros) , según el simulador de la CNMCA partir de ahora, se espera que el clima mantenga un alto porcentaje de generación renovable y que el precio mayorista se mantenga estable en junio y subiendo algo en julio y agosto (por el mayor consumo, que obligará a reforzar las centrales de gas), para subir en otoño e invierno, como anticipa el mercado de futuros : 41 euros en junio y 70 euros en el tercer trimestre, según OMIE, para cerrar a 61,05 euros en 2026 y 58,25 en 2027). Y lo mismo el recibo, que podría rozar los 63 euros de media este año (61,90 euros en 2024, según la OCU).

Con todo, la preocupación ahora no son los precios de la luz (moderados) sino asegurar el suministro y que no haya más apagones. Algunos expertos interesados y el PP (y Vox) proponen ampliar la vida de las centrales nucleares, como “garantía de suministro”. Pero es una posición más ideológica (poner en duda las renovables) que económica. Por un lado, las eléctricas ya pactaron en 2019 con el Gobierno el cierre de las 5 centrales nucleares, entre 2027 (la 1ª, Almaraz en otoño de 2027) y 2035. Ahora, las mismas eléctricas proponen ampliar la vida útil de estas centrales, pero piden a cambio “que se reduzca su fiscalidad”. A lo claro: piden que se les reduzca el coste de los residuos (muy elevado), a costa de subir el precio de esta luz nuclear a los consumidores, algo a lo que se niega el Gobierno. Y además de costosos, los residuos nucleares son peligrosos durante siglos.

La clave es seguir con las energías renovables, porque España tiene un potencial de sol y viento (y agua) que nos han convertido en líderes en Europa, permitiendo tener la electricidad más barata del continente, lo que facilita la instalación de empresas (Centros de datos, por ejemplo) y la electrificación de la industria (sustituyendo el petróleo y el gas), a precios muy competitivos. Un salto en las renovables que ha sido impresionante: generaban un tercio de la electricidad en 2009 (32,65%), pasaron a aportar casi la mitad en 2019 (49,3%), ya suponen dos tercios de la electricidad generada (64,3% en abril). Y el objetivo del Gobierno, en su Plan energético (PNIEC), es que generen el 81% de la electricidad en 2030.

Hay que seguir apostando por las renovables, como hace toda Europa, pero con seguridad, porque los expertos coinciden en señalar que una red con muchas renovables es más difícil de gestionar que una red con energías tradicionales. Pero se puede hacer, gracias a la tecnología. Por un lado, hay que invertir en centrales de bombeo en las centrales hidroeléctricas: en caso de necesidad sueltan agua de arriba abajo y generan rápidamente electricidad. Y en el caso de las centrales solares fotovoltaicas y las eólicas, hay dos tecnologías que las hacen “más seguras”. Una, la instalación de inversores (convierten la corriente continua en corriente alterna, permitiendo su vertido a la red). Y la otra, la instalación de baterías, que permitan almacenar la energía renovable que no se consume.

Los expertos denuncian que las propuestas normativas que se han presentado desde REE para hacer obligatorios estos inversores en las plantas fotovoltaicas y eólicas “duermen en un cajón del Ministerio y de la CNMC”. Y también se ha pospuesto la regulación de los almacenamientos de baterías, donde España está muy retrasada: al cierre de 2024 sólo había 3,3 GWh de almacenamiento (el 4% de toda Europa) y el objetivo es subir esa capacidad a 22,5GWh en 2030, para lo que vamos muy retrasados (el sector se queja de que las autorizaciones para el almacenamiento se retrasan entre un año y medio y dos). Antes del apagón, el Ministerio había puesto en marcha un Plan de ayudas, con 700 millones de Fondos europeos, para cofinanciar proyectos de almacenamiento a gran escala de renovables. Pero sigue pendiente de aplicación la orden ministerial sobre capacidad aprobada en diciembre de 2024.

Hace meses que muchos expertos piden al Gobierno y a Red Eléctrica que aumente las inversiones en la Red, para evitar problemas. Pero hasta ahora, ha sido muy “conservador”, aprobado una inversión en redes para 2021-2026 de sólo 5.684 millones, menos de lo que querían las eléctricas: el Gobierno no quiso invertir más en redes porque eso suponía cargar más el recibo a los consumidores. Ahora, tras el apagón, parece claro que hará falta un Plan inversor para fortalecer las redes eléctricas (ojo: 700.000 kilómetros), para hacerlas más seguras (aunque el riesgo cero no existe).

Otro elemento clave para asegurar el suministro eléctrico y reforzar las redes es mejorar la interconexión eléctrica con Europa, dado que la Península es “una isla eléctrica”: la interconexión con Europa no llega al 3% de la electricidad (2.800 MW), cuando la Comisión Europea estableció en 2014 que debía ser del 10% en 2020 y del 15% en 2030. El problema está en las reticencias de Francia a que España exporte electricidad barata a Europa y en el alto coste económico (y ecológico) de las conexiones proyectadas. Actualmente hay 2 conexiones terrestres con Francia (a través de Euskadi y Cataluña) y está prevista otra conexión a través del Golfo de Vizcaya para 2028 (3.100 millones de inversión) y dos conexiones terrestres más, una por Navarra para 2035 (2.609 millones) y otra por Aragón, para 2041 (con un coste de 2.372 millones). La semana pasada, el propio Sánchez pidió a la presidenta Von der Leyen que intervenga para acelerar estas interconexiones.

Los apagones nunca se pueden evitar al 100%, pero parece claro que su riesgo es mucho menor si España invierte en fortalecer la red eléctrica y prepararla para tener un 81% de electricidad renovable .Eso pasa por un cambio en los Protocolos de actuación de Red Eléctrica (REE), porque los actuales son de 1996. Los expertos creen que habría que cambiar al menos un tercio de las más de 60 normas técnicas con que opera REE, sobre todo las normas relacionadas con niveles de tensión y frecuencia, protecciones, automatismos, restricciones, planes de seguridad, coordinación de operadores y conexiones internacionales. Pero dos son los cambios más urgentes. Uno, exigir a las energías fotovoltaicas y eólicas que ofrezcan las mismas garantías de firmeza y control de tensión que el resto de energías : la tecnología existe aunque es cara, por lo que hay que “obligar/incentivar” a las empresas a utilizarla. Y la otra, la revisión a fondo de los cortafuegos de emergencia, porque los “deslastres” utilizados fueron insuficientes.

Además, el apagón debería obligar a una mayor transparencia en el sector eléctrico, un negocio en régimen de monopolio (Endesa, Iberdrola y Naturgy suministran el 80% de la energía), donde hay más de 500 empresas operando (distribuidoras y comercializadoras), más una red con miles de kilómetros, estaciones y subestaciones, donde operan las propias eléctricas y coordina Red Eléctrica (Redeia), una empresa con un 20% de capital público y el 80% restante en manos privadas (sobre todo Fondos de inversión).  Ahora, con el apagón, se ha visto que ni el Gobierno ni REE controlan lo que pasa en este mercado y en toda la red. Y que el Gobierno ha remoloneado para invertir más porque eso obligaba a subirnos más la parte regulada del recibo. Si hay que invertir más para hacer una red más segura y prevenir apagones, habrá que hacerlo. Y eso pasa por forzar a las eléctricas (que ganaron 11.249 millones en 2024) a que financien la mayor parte, no nosotros como clientes. Luz y taquígrafos.

lunes, 7 de octubre de 2024

El recibo de la luz, pendiente del clima

Ya casi nadie se fija en el recibo de la luz, que tantos “sustos” nos dio en 2021 y 2022. En 2023 moderó su subida y así sigue en 2024, a pesar del final de “la excepción ibérica”, la subida del IVA y los conflictos geopolíticos. Y España sigue con la luz más barata de Europa. La causa de estos precios “más controlados” está en las energías renovables (sol, aire y agua), que producen una electricidad más barata y limpia: llevan 12 meses consecutivos generando más del 50% de la electricidad. Y el objetivo es que generen el 81% de la luz en 2030. Es bueno, pero obliga a estar más pendientes del clima: más o menos aire, sol y lluvia explican los vaivenes del precio de la luz. En paralelo, se agrava la “guerra de precios” y las ofertas de las eléctricas para que contratemos la luz “en el mercado libre”, con tarifas planas (y “letra pequeña”) que ya tienen el 71,8% de consumidores.

                            Enrique Ortega

El recibo de la luz sigue sin darnos sustos en 2024. Ya en 2023 volvimos “casi a la normalidad” en las tarifas, tras los “sustos” sufridos en 2021 y 2022, por la crisis de la energía y la invasión de Ucrania. Así, el coste de la luz en el mercado mayorista (donde venden y compran la luz diariamente las compañías productoras y distribuidoras) cerró 2023 con un precio medio de 87,43 euros/MWh, menos de la mitad del precio medio de 2022 (209,69 euros/MWh) y por debajo del precio medio de 2021 (111,39 euros/MWh), aunque todavía duplicaba el precio medio de los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh). Y ahora, en lo que llevamos de 2024 (enero-septiembre), el precio medio del mercado mayorista ha sido menor al de 2023, 45,5 euros/MWh, a pesar de ser mayor en verano (desde 56 euros en junio a 91,05 en agosto y 72,62 en septiembre), por las olas de calor y el turismo.

Con un precio de la luz en origen más moderado, los consumidores hemos pagado precios contenidos, tanto en el mercado regulado (8,6 millones de clientes, cuya tarifa se rige por el precio mayorista diario según las horas de consumo) como en el mercado “libre” (21,8 millones de clientes) , donde las tarifas (“planas”) se suelen fijar por un año o más (y se revisan después, con la evolución del mercado). Ya en 2023, el recibo medio de la luz (para un hogar que tenga contratada 4,6 kW de potencia y 292 kwh de consumo mensual) fue de 60,26 euros al mes (723 euros al año), una rebaja importante (-42,8%) sobre el recibo medio pagado en 2022 (105,48 euros al mes) y en 2021 (79,11 euros al mes de media), según los precios que publica la OCU. Y este año 2024, revelan que estamos pagando un recibo algo más bajo: 58 euros de media (enero a septiembre), con recibos inferiores a 55 euros en abril, mayo y junio y por encima de los 60 euros en enero, julio y agosto.

Así que este año 2024, el precio de la luz es más bajo incluso que en 2023, tanto en el mercado mayorista de origen como en el recibo final al consumidor. Y eso que hemos contado con dos factores en contra. Uno, que desde el 1 de enero de 2024 ya no tenemos la ayuda de “la excepción ibérica, esa medida concedida por Bruselas a España y Portugal para poner un tope al precio del gas utilizado para producir electricidad, para que no disparara el precio del mercado de origen. La medida entró en vigor el 15 de junio de 2022 y fue clave para rebajar la tarifa eléctrica en 2022 (el peor año) y en 2023 (aunque no se aplicaba desde febrero de 2023, porque el gas estaba por debajo del tope, entonces 65 euros/MWh). De hecho, “la excepción ibérica” (el “timo ibérico” para el PP) permitió a España un ahorro de 5.106 millones de euros en los recibos (4.000 millones en 2022 y 1.100 millones en 2023).

El otro factor que no ha ayudado a bajar el recibo han sido los 3 impuestos a la electricidad, que han subido en 2024. En enero, con los precios en origen más bajos, el Gobierno Sánchez decidió subir el IVA (tras bajarlo del 21 al 10% en 2021 y al 5% en junio de 2022): lo subió al 10%, siempre que el precio mayorista (en origen) estuviese por encima de los 45 euros/MWH. Pero en febrero bajó a 40euros y con ello, el IVA  subió al 21% hasta mayo. En junio, el precio mayorista se colocó en 56 euros/MWH y el IVA volvió al 10%, que ha estado vigente hasta septiembre. Además de un IVA más alto que en 2023, hemos pagado una subida del impuesto especial a la electricidad (del 0,5% al 2,5% en el primer trimestre, el 2,8% en el 2º y el 5,11% desde julio) y del impuesto a la generación de electricidad, que pagan las eléctricas pero “nos lo repercuten” a los clientes (se suprimió en 2021 y ha vuelto, al 3,5% en el primer trimestre, el 5,25% en el 2º y el 7% a partir de julio). En conjunto, se estima que pagaremos 7,50 euros extras mensuales en 2024 por esta triple subida de impuestos a la luz.

Sin embargo, hay otros factores que sí han ayudado y explican por qué pagamos algo menos por la luz que en 2023 (y mucho menos que en 2021 y 2022). Uno de ellos, la reforma de la tarifa regulada, el PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor), que entró en vigor el 1 de enero de 2024. El principal cambio es que la tarifa regulada ya no oscila sólo con el precio diario del mercado mayorista, sino que se obliga a las compañías distribuidoras que compren una parte de la luz que nos venden en el mercado a plazo: este año, un 25% deberá ser de contratos a plazo (a un mes, un trimestre, un año o más), un 40% en 2025 y un 55% en 2026. Con ello se buscan contratos más estables (evitando los “saltos” diarios de precios) y que deben ser más baratos, en beneficio de los consumidores.

Pero el factor clave de que el precio de la luz sea más bajo está en el creciente peso de las energías renovables (eólica, solar e hidráulica) en la generación de electricidad, porque son más baratas que el resto (gas, carbón o incluso algunas nucleares). Así, en 2024 (enero-septiembre), las energías renovables han aportado el 57,3% de la electricidad producida (22,4% la eólica, 20,3% la solar, 13,2% la hidráulica y 1,4% otras energías renovables), según Red Eléctrica (Redeia). Y lo más importante: son ya 12 meses consecutivos (de octubre de 2023 a septiembre de 2024) en que las energías renovables generan más del 50% de la electricidad en España. Ya en 2023, las renovables aportaron el 50,1% de la electricidad generada, un gran salto desde 2019, cuando aportaron el 39,2%. 

El tirón de las renovables es lo que explica que nuestro recibo de la luz no se dispare, junto a la moderación en el precio del gas natural, el culpable de disparar nuestro recibo en 2021 y 2022: sigue por debajo de los 40 euros/MWh, cuando en agosto de 2022 se disparó a 311 euros, aunque su precio podría repuntar por el conflicto en Oriente Próximo. En cualquier caso, la electricidad generada con gas (centrales combinadas) es ahora marginal (11,3% de enero a septiembre), con lo que podría aumentar algo el recibo si su precio se dispara, pero no lo notaríamos demasiado, porque casi dos tercios de la electricidad es renovable.

Este tirón de las renovables explica también otro hecho: España tiene la electricidad más barata de Europa. Con datos del 3 de octubre, en España costaba 58 euros/MWH, casi como en Francia (57,64 euros) y mucho más barata que en Portugal (67,45), Alemania (72,66), Paises Bajos (86,05), Grecia (101), Italia (115) o Finlandia (183 euros/MWh). Y eso ha sido así durante todo 2024 y también en 2022 y 2023. Concretamente, en los 18 meses que iban de junio de 2022 a diciembre de 2023, el precio mayorista de la electricidad fue de 102,64 euros por MWh en España, 161,48 euros en Alemania, 175,82 en Francia y 207,88 euros en Italia, según los datos publicados por el Grupo ASE. Y si miramos todo el año 2023, el precio mayorista en España (87,43 euros de media) fue un -14,2% inferior a la media de la electricidad mayorista en los 4 grandes paises UE (101,82 euros).

Eso se explica en parte por la “excepción ibérica” (hasta 2023) pero sobre todo porque España ha desarrollado más las energías renovables. En energía solar, somos líderes europeos en potencia instalada (29,5 GW de potencia, por delate de los 24,6 de Alemania, los 10,8 de Francia, los 9,8 de Reino Unido  y los 4,8 de Italia)  y también en potencia en construcción (7,8 GW, más que la prevista en Grecia, Reino Unido, Portugal y Alemania juntas. Y en energía eólica, España ocupa el 2º puesto en Europa en capacidad instalada (30,42 GW en 2023), tras Alemania y por delante de Reino Unido, Francia e Italia. Y por si no quedara claro, en 2023, España produjo casi el 40% de la electricidad (39,3%) con energía eólica y solar, frente al 13% en el mundo y algo por encima de Alemania (39%).

El objetivo es seguir aumentando el peso de las energías renovables (eólica, solar, hidroeléctrica y otras) en los próximos años  y conseguir que aporten el 81% de la electricidad en 2030, según el último Plan aprobado por el Gobierno en septiembre y enviado a Bruselas. La hoja de ruta de la energía solar (fotovoltaica y térmica) va bien, según lo previsto, pero la energía eólica va retrasada: ha superado  el listón de los 30 GWh (con 22.200 aerogeneradores), pero le queda mucho para llegar a los 62 GW previstos para 2030. Y avanza a un ritmo lento: en 2023 se instalaron 607,27 MWh, la octava parte de los 5,2 GWH anuales que hay que instalar hasta 2030. El sector se queja de un “exceso de rigidez normativa” por las distintas administraciones, con mucha “judicialización” de proyectos (sobre todo en Galicia). Problemas que urge agilizar y resolver, junto al desarrollo de la eólica marina (recién autorizada) porque la energía eólica es clave para cubrir la demanda en horas que no hay sol (si no hay molinos y energía suficiente, obliga a tirar de las centrales de gas…).

El tirón de las renovables no sólo abarata el recibo de la luz sino que reduce drásticamente las emisiones de CO2 que provocan las centrales de carbón (solo ha generado el 1% de la electricidad este año), fuel y gas (11,5%) y los residuos de las centrales nucleares  (que generan todavía un 19,7% de la electricidad). Concretamente, en 2024 (enero-septiembre), la producción de electricidad ha generado 18,58 millones de toneladas de CO2 equivalente y podrían llegar a 25 millones de toneladas de CO2 en todo 2024. Eso supondría reducir a la mitad las emisiones por generar electricidad que se hicieron en 2019 (50 millones).

Así que el impulso a las renovables nos está permitiendo tener una luz más barata y limpia. Ahora, la clave es seguir promoviendo las energías eólica, solar y otras renovables, mejorando su eficiencia y desarrollando el almacenamiento, porque una parte de la energía renovable no se puede guardar (almacenar en baterías gigantes) y se pierde. En paralelo, urge modernizar la red de distribución, para evitar picos y cortes: hay horas y lugares donde se ha cortado la luz a grandes industrias para no cortarla al resto, por desajustes puntuales en la generación y distribución de electricidad. Con todo, lo esperado es que la luz sea cada año más barata, al ser más renovable. El Banco de España estima que las energías renovables pueden reducir los precios de la luz un 50% de aquí a 2030. Y con ello, España tendría unas tarifas eléctricas más competitivas, del 20 al 30% más bajas que en Europa.

Pero esto va a suponer un gran cambio: cada vez tendrá más peso el clima en nuestro recibo de la luz. Ya lo hemos visto este año: en primavera, con las lluvias, hemos tenido la luz más barata del año (marzo, abril y mayo). En verano, con las olas de calor (más demanda y menos rendimiento de los paneles solares), la falta de viento y de lluvias, hemos tenido la luz más cara (julio y agosto). Y en septiembre, con más viento y algunas lluvias, la electricidad ha bajado. También se espera que baje en octubre (salvo por “sustos” geopolíticos en el gas natural). Así que alegrémonos los días de viento, sol y lluvia  (más renovables) y poco calor y frío (menos demanda), porque eso rebajará nuestro recibo de la luz.

Visto el panorama, queda hablar de la “guerra de precios que han vuelto a lanzar las eléctricas y sus distribuidoras (también las independientes y empresas como Repsol o el Corte Inglés) para “robarse clientes”. Ahora que los clientes de tarifa regulada (PCPV) han visto subir algo su recibo en verano (aunque les bajó más en primavera), las distribuidoras arrecian sus ofertas para que se cambien al “mercado libre”. Hasta ahora están teniendo éxito, porque han ganado clientes en los últimos años: en junio sólo había 8,6 millones de consumidores con tarifa regulada (el 28,2%) y 21,8 millones con “tarifa libre” (71,2%), clientes que contratan una “tarifa plana” (tanto al año), con el argumento de que así “no tendrán sustos”. Pero muchos no saben “los inconvenientes”: estos contratos suelen tener “permanencia”, no pagan según la hora de consumo, como la tarifa regulada (a veces tienen 3 franjas horarias) y no tienen derecho al bono social. Y a veces pagan potencia de más.

Cualquier consumidor puede meterse en el comparador de la CNMC, para ver las ofertas de luz disponibles y compararlas con su tarifa regulada (PVPC). Pero ojo, aquí pasa un poco como con las hipotecas: las eléctricas quieren convencernos de que nos pasemos al mercado “libre”, como los bancos nos intentan convencer de las hipotecas a tipo fijo. Y ahora que bajan los tipos, puede que no sean una buena opción. Lo mismo pasa con la luz: si la previsión es que siga bajando, compensará más estar en el mercado regulado (más ligado al mercado) que en el “libre” (donde habrá que pelear la rebaja en cada revisión, algo difícil). Por eso, a pesar del bombardeo de “ofertas”, yo sigo con la tarifa regulada.

lunes, 26 de junio de 2023

La "burbuja" de las renovables

En los cinco primeros meses del año, más de la mitad de la electricidad la han generado en España las energías renovables (eólica, solar e hidráulica), un hito histórico. Y tenemos un 60% de potencia instalada renovable, casi el doble que en 2009. La guerra de Ucrania, la crisis energética y el Cambio Climático, han disparado las plantas solares y eólicas en España, atrayendo inversores y Fondos. Se ha creado una “burbuja” renovable, con 147.000 proyectos presentados, sobre todo en la España vacía. El Gobierno ha aprobado una moratoria e intenta  filtrar proyectos, pero hay 1.418 instalaciones con permiso ambiental  que, si se construyeran, duplicarían nuestra potencia renovable. La Comisión Europea ha pedido a España reforzar la red, formar especialistas y aumentar los almacenamientos, para hacer viable el salto renovable. Ahora, el Gobierno debe enviar a Bruselas, antes del 30 de junio, una hoja de ruta para las renovables, que aplicará el próximo Gobierno. Si es el PP con Vox, podrían intentar mantener las nucleares y frenar las renovables.

Enrique Ortega

Dicen que no hay mal que por bien no venga. La guerra de Ucrania, junto a la crisis energética y los efectos negativos del Cambio Climático, han disparado los proyectos renovables en todo el mundo. De hecho, este año 2023 se van a instalar 440 GW de energías renovables, un 32% más que en 2022, un aumento que equivale a toda la potencia eléctrica instalada en Alemania y España juntas, según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que destaca este dato: por cada dólar invertido en energías fósiles (petróleo, carbón, gas) se invierten ya 1,7 dólares en energías renovables, superando la inversión en energía solar al petróleo. La mayoría de estos nuevos proyectos renovables se están haciendo en China, EEUU y Europa, dos tercios de ellos son instalaciones fotovoltaicas. Sólo en Europa, los proyectos renovables han crecido un 40% estos años sobre 2019, sobre todo proyectos fotovoltaicos y eólicos  en Alemania, Italia, Paises Bajos y España, paises que han concedido más permisos de plantas renovables en los últimos 18 meses que en toda la década anterior.

El informe de la AIE revela que este “boom” de las renovables en Europa ha permitido a los consumidores europeos un ahorro de 100.000 millones de euros entre 2021 y 2023, gracias a la mayor producción eléctrica con energía solar y eólica. A pesar de este “salto” en las renovables, Europa sigue ocupando el 2º lugar mundial, con un 21,28% de la energía de fuentes renovables, frente al 49% en China y el 14,7% en EEUU. La estimación de la AIE es que China se va a consolidar en 2024 como el país líder mundial en renovables (55% del total), con el 70% de los proyectos eólicos marinos, el 60% de los eólicos terrestres y un 50% de los proyectos fotovoltaicos mundiales. Europa pretende dar un salto en esta década y tiene pendiente aprobar un Plan para saltar del 22% renovable actual al 42,5% en 2030.

En este panorama, España es uno de los paises europeos que más ha apostado por las renovables en estos dos últimos años. Este mes de junio, la potencia renovable instalada alcanzaba los 72.960 MW, el 59,66% del total, liderada por la energía eólica (30.272 MW instalados, el 25,09% del parque eléctrico total), seguida de la solar fotovoltaica (paneles: 21.024 MW) y la solar térmica (el sol calienta un fluido y el vapor mueve las turbinas de la central: 2.304 MW), un 19,34% del parque total, más la energía hidráulica (17.097 MW, el 14,17% de la potencia total) y otras renovables (1.263 MW, el 1,04% restante). Para apreciar el salto de las renovables, baste decir que en 2019 suponían  el 49,3% de la potencia instalada, en 2012 el 36,8% y en 2009 un 32,65%, casi la mitad que ahora.

Y ojo, hay varias autonomías, de la España vaciada, donde las energías renovables suponen casi la totalidad de la potencia instalada: Castilla y León (el 96% es renovable), Castilla la Mancha y Extremadura (el 81% de la potencia instalada es renovable), Aragón (76%) y Galicia (71%), según los datos de Red Eléctrica (REE), debido a que concentran la mayor parte de las nuevas instalaciones solares y eólicas de España.

Con esta potencia renovable instalada, que ronda el 60% del total, España se ha convertido en uno de los paises europeos con más peso de las renovables, según el informe de ENTSO-E: ocupamos el puesto 14 de 30 paises, un ranking dominado por Noruega (98,6% de potencia instalada renovable), Albania (95,8%), Luxemburgo (85,4%), Suiza (81,3%), Austria (78,6%), Montenegro (78,5%), Croacia (77,1%), Portugal (79,1%), Dinamarca (65,4%), Alemania (65%), Suecia (65%), Rumania (63,3%) y Letonia (63,5%), teniendo menos peso las renovables en Italia (43,2% de la potencia instalada) y Francia (42,8%).

Con esta importante potencia instalada, cada año se genera más electricidad renovable, en Europa y en España. En los cinco primeros meses de 2023, las energías renovables han generado en España el 52,3% de toda la electricidad consumida: un 25,9% ha sido electricidad eólica, otro 13% solar fotovoltaica, un 1,6% solar térmica, un 10% electricidad hidráulica y el 1,7% de otras renovables (residuos). Con ello, los kilovatios eólicos (25,9%) superaron a los nucleares (20,5% de la electricidad) y los kilovatios de origen solar (14,6%) igualaron a los kilovatios producidos con gas natural (14,6%), superando a los generados con carbón (1,4%) y fuel y gas (1,5%), según REE. En definitiva, más de la mitad de la electricidad es de origen renovable, cuando en 2019 era el 36,8% del total y en 2009 suponía sólo el 29%. Y la eólica y la solar juntas generan ya el 40,5% de la electricidad. Incluso un día, el pasado 13 de mayo, entre 10 y 19 horas, el 100% de la electricidad generada en España fue renovable. Y somos uno de los paises europeos con más generación eléctrica renovable.

Este tremendo salto en las renovables es fruto de un “boom” de instalaciones y, sobre todo, de solicitudes, empujadas por las eléctricas, inversores españoles y Fondos extranjeros. La “avalancha” de proyectos renovables ha sido tal que, a finales de 2021 había 176.000 solicitudes de instalaciones eólicas y solares con autorización administrativa previa, el primer paso para instalar una planta renovable. Por toda España, sobre todo en las zonas rurales, se multiplicaron los proyectos, creando una “burbuja especulativa” de empresas que compraban terrenos rústicos (pagando 5 veces su valor como tierras agrícolas) para luego revenderlos a inversores o eléctricas. Eso provocó un tremendo atasco, en el Ministerio de Transición Ecológica (que supervisa los “macro parques”, de más de 50 MW) y en las autonomías (que conceden la autorización administrativa a los pequeños parques), poniendo en riesgo todo el proceso. Por ello, a finales de diciembre, el Gobierno aprobó una moratoria de 18 meses, para retrasar estas solicitudes a las futuras subastas de renovables.

Aunque se ha frenado la entrada, el 2º escalón del proceso, el permiso medioambiental, lo tienen ya 1.418 instalaciones renovables (182 macro proyectos, 161 solares y 21 eólicos, y otros 1.236 proyectos más pequeños), que ahora tienen que seguir el resto de filtros y permisos: autorización administrativa, autorización de construcción y autorización de explotación definitiva. No se sabe cuántas de estas 1.418 instalaciones más avanzadas acabarán generando electricidad en los próximos años (los retrasos y la subida de tipos están desalentando a algunos inversores), pero se trata de una enorme “burbuja” renovable. Baste decir que si todos estos proyectos salieran adelante, supondrían 68.859 MW más de potencia renovable, es decir se duplicaría con creces la potencia eólica y solar  instalada ahora (53.600 MW en junio).  Por eso, hay expertos que alertan de esta “burbuja” renovable (“es el ladrillo de ahora”) y defienden un crecimiento más ordenado de las instalaciones, atendiendo al medio ambiente y a las zonas rurales (se multiplican las protestas contra parques renovables en pueblos y zonas costeras, por la eólica marina).

El Gobierno utiliza las subastas de renovables (desde 2013) para tratar de ordenar el proceso de concesión e incorporación de nuevas plantas, mientras las empresas eléctricas e inversores tratan  de subir los precios no cubriendo en muchos casos la oferta. El Gobierno Sánchez se comprometió a instalar 40.000 MW antes de 2030, para que el 74% de la electricidad proceda de energías renovables. Pero al ritmo lento de las últimas subastas (4 desde 2021) va a ser difícil alcanzar esa cota, si no paga más por kw renovable. Además, hay un montón de litigios y demandas en los tribunales, mientras las principales empresas que apuestan por las renovables se quejan de falta de componentes (vienen de China y otros paises) y un 78% de de que les falta mano de obra especializada (hay 55.400 personas empleadas en la energía solar y eólica, pero harán falta hasta 468.000 en la próxima década). Y también les preocupa el proceso electoral y si el futuro Gobierno autorizará más o menos renovables.

A finales de mayo, la Comisión Europea alertó a España sobre la evolución de las renovables. Dentro de sus recomendaciones anuales, advertía que “son necesarias más inversiones tanto en infraestructuras de red como en almacenamiento para integrar más electricidad renovable”. A lo claro: que si hay 1.418 instalaciones renovables en camino, hay que hacerles un hueco para verter esta electricidad en la red y almacenarla (para guardarla y evitar que se pierda, por “no verterla” en la red). Y además, España tiene que avanzar en la interconexión con Europa, porque somos “una isla eléctrica”: sólo un 5,4% de la electricidad producida se exporta a Francia, cuando el objetivo marcado por Bruselas es del 10% en 2020 y el 30% en 2030, porcentaje que consideran “imposible de cumplir” incluso con la inauguración del cable del Golfo de Vizcaya previsto para 2027-28.

En definitiva, que está muy bien que España haya dado un gran salto en renovables, pero que tiene “un cuello” de botella si no consigue resolver tres problemas: ampliar la red eléctrica (para dar entrada y cabida a las nuevas plantas solares y eólicas), instalar centros de almacenamiento junto a la red (para aprovechar después la energía solar y eólica que ahora no se utiliza o se pierde) y ampliar la conexión eléctrica con Europa. Además de un 4º problema que también señalan: la falta de personal formado en renovables.

Para el primer problema, ampliar la red de transporte y comercialización, un monopolio de Red Eléctrica (REE, una empresa con un 20% de capital público y la “acción de oro” para que no pueda ser opada por terceros sin autorización), la Comisión pide un Plan de inversiones para ampliar los puntos de acceso y mejorar la red y las interconexiones. Según la consultora Aurora Energy Research, la red eléctrica española solo está preparada para asumir 16.600 nuevos MW en 2026 y no los 60.000 largos que se esperan para 2030. Otro problema, el almacenaje, es muy serio porque hoy, dado que apenas existen plantas de almacenamiento, hay una parte de la energía renovable que se pierde y para sustituirla hay que poner a funcionar (en horas sin sol o aire) a centrales de gas (que nos cuestan 68 euros al año por recibo). De hecho, el desperdicio de energía eólica y solar se multiplicó por 10 en 2022, según Aurora Energy. Algunos expertos ponen como ejemplo a Portugal, que ha instalado baterías y electrolizadores junto a las nuevas plantas renovables.

En resumen, lo que dice la Comisión Europea es que no basta con que España promueva nuevas plantas solares y eólicas, sino que tiene que invertir más para complementar ese esfuerzo con nuevas redes, plantas de almacenaje, conexiones con Europa y formación de personal especializado. Habrá que gastar más, invertir más, lo que encarecerá algo el kilovatio renovable, pero se creará una estructura estable que lo abaratará a medio plazo.

En medio de esta “burbuja” renovable y la necesidad de nuevas inversiones, España se encuentra con que la Comisión Europea quiere reforzar aún más la opción renovable, para que pase de aportar el 22% actual de la energía al 42,5% en 2030. Un salto tremendo que no se aprobó la semana pasada en Luxemburgo pero que la Comisión quiere aprobar en el semestre español. Y eso va a obligar a todos los paises europeos a “hacer un esfuerzo extra”, no sólo en la generación de electricidad (donde España va bien) sino en la sustitución de energías fósiles en la movilidad (vehículos eléctricos), los edificios (bombas de calor en lugar de calefacciones) y las industrias (sustituyendo gas y petróleo por hidrógeno verde y energías renovables), donde España va más retrasada que la mayoría de Europa.

De hecho, España tiene que cumplir un compromiso con la Comisión Europea: el Gobierno en funciones debe enviar, antes del 30 de junio, una “hoja de ruta”, actualizando el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), que la Comisión aprobó en marzo de 2021, porque ha quedado desactualizado por la guerra en Ucrania y el mayor esfuerzo renovable que piden ahora las autoridades comunitarias. La ministra de Transición Ecológica, "en funciones",  ha dicho que va a enviar este mes el nuevo Plan, que puede contemplar aumentar la potencia de energías renovables de los 40.000 MW anteriores a 65.000 para 2030.

La cuestión es que ese nuevo Plan del Clima para 2030 deberá ser ejecutado por el futuro Gobierno español, una vez lo autorice Bruselas. Y si ese Gobierno lo integran PP y Vox, podrían defender cambios de fondo, dado que tanto el PP como Vox defienden mantener la energía nuclear (estaba previsto reducirla a la mitad en 2030, cerrando nucleares a partir de 2027) y no son demasiado partidarios de promover las energías renovables (en Extremadura, el PP propone mantener abierta Almaraz después de 2027 y “revisar las prohibiciones y limitaciones de la Red Natura 2000 que están ahuyentando e impidiendo el desarrollo de las empresas y la instalación de nuevos proyectos industriales”) . Así que todo el “boom” de las renovables está pendiente de las elecciones del 23-J. Y también de lo que pase en Europa, en las elecciones de junio de 2024, porque una parte de la derecha y toda la extrema derecha europea son partidarias de ir más despacio en la descarbonización y las renovables. Así que nuestra luz y nuestro medio ambiente dependen otra vez de la política.

jueves, 9 de abril de 2020

Confinamiento con luz más renovable


El coronavirus ha desplomado el consumo de electricidad, un -30% hasta Semana Santa. Se debe al parón en la economía, porque las familias, confinadas en casa, gastamos un 20% más de luz. Y aunque el precio bajó en marzo, el próximo recibo subirá entre 16 y 26 euros, mientras la luz seguirá bajando hasta otoño. Un dato muy positivo: en marzo, el 50% de la luz que consumimos fue renovable, algo histórico, gracias al mayor peso de las energías eólica y solar. Eso sí, es una excepción, porque aunque las renovables suponen el 50% de la potencia eléctrica instalada, sólo supusieron el 38,5% de la energía consumida en 2019 y el 45,7% en el primer trimestre de 2020. Y eso porque las eléctricas utilizan mucho el gas, ahora que está barato, que también emite CO2 (menos que el carbón, en desuso). El Gobierno mandó a Bruselas, el 31 de marzo, el Plan contra el Cambio Climático, cuyas inversiones y empleos ayudarán a reconstruir el país. Renovables contra el coronavirus.

enrique ortega

El parón de la economía por el coronavirus se ha reflejado fielmente en una caída drástica del consumo de electricidad, según los datos de Red Eléctrica: el 14 de marzo, día de inicio del estado de alarma, la demanda eléctrica había bajado un -13,17% sobre el 2 de marzo y el 31 de marzo, tras la “hibernación” de la economía (salvo servicios esenciales), había caído un -17,60% en todo el mes de marzo. Y el 8 de abril (miércoles santo), la demanda caía ya otro -12, 3% en este mes, según REE, con lo que la reducción total de la demanda eléctrica por el coronavirus roza ya el -30%. Una caída que se podría atenuar algo la próxima semana, cuando vuelvan a funcionar algunas empresas “estratégicas”, al terminar los días de permisos retribuidos recuperables.


Ha habido menos consumo eléctrico de la economía productiva pero las familias han consumido más electricidad que nunca, al estar confinados en casa desde el 14 de abril (y los estudiantes antes). La estimación es que el consumo de los particulares, que supone un 40% de toda la demanda eléctrica, ha aumentado un +20%, al utilizarse mucho más la luz, las cocinas, los electrodomésticos, la TV (284 minutos por persona al día en marzo, con puntas de 344 minutos algunos días) y los aparatos conectados a Internet. Una parte de este mayor consumo se ha compensado por la bajada del precio de la luz en marzo, por la caída del precio en el mercado mayorista (28 euros MWh, cuando hace un año estaba en 49 euros), debido a la mayor utilización de las energías renovables y del gas (más barato). La estimación de la Comisión de la Competencia (CNMC) es que la factura media haya bajado un -6,4% sobre febrero. Pero como se ha gastado de media un 20% más de luz, el próximo recibo que nos llegue vendrá con subida, entre 16 euros (hogar con 2 personas) y 26 euros (familia con 2 hijos), según cálculos de Selectra.


Como el confinamiento sigue, todo apunta a que el consumo eléctrico de las familias siga elevado, aunque los precios de generarla seguirán bajando (no tanto), al caer la demanda (no tanto como en marzo). Todo indica que los precios de producir  la electricidad seguirán bajando hasta el verano (incluso por debajo de los 25 euros MWh), aunque luego pueden recuperarse en el tercer trimestre, si sube la demanda, por recuperarse la actividad y por el frío.


La tarifa podría bajar mucho más si las eléctricas utilizaran más las renovables para generar la electricidad. El sistema eléctrico está ya preparado: a finales de  2019, la potencia eléctrica renovable instalada en España suponía ya el 50% del parque eléctrico, por primera vez en nuestra historia, cuando en 2016 sólo suponían el 46% del parque eléctrico y en 2008 el 34%,según Red Eléctrica (REE). En el primer trimestre de 2020, la potencia renovable ha seguido aumentando, hasta suponer el 50,14% del parque eléctrico, según los últimos datos de REE, gracias al tirón de la energía eólica (23,35% de la potencia instalada), la solar fotovoltaica (8,06% del total, frente al 4,52% en 2018), la solar térmica (2,09% del parque eléctrico),la  hidráulica (15,53%, como en 2019 y menos que en 2016-2018, porque llueve menos), otras renovables (0,97%) y los residuos renovables (0,14% del parque).


A pesar de que más de la mitad del parque eléctrico instalado son energías renovables, la mayoría de la luz que se genera no lo es. Así, en 2019, sólo el 37,5% de la luz producida era renovable (20,8% eólica, 4% solar fotovoltaica, 2% solar térmica, 9% hidráulica y 1,7% el resto de renovables y residuos) y el resto (62,5%) de la electricidad generada no era renovable. Eso se debe a que las eléctricas, aunque podrían producir más luz renovable, no lo hacen para utilizar su enorme parque de centrales de gas (centrales de ciclo combinado y cogeneración), que el Gobierno Rajoy les fue animando a instalar (remunerando esta electricidad con altos precios)  y que ahora les compensa aún más porque el precio del combustible, el gas natural, lleva meses bajando en el mercado internacional y más en 2010: costaba 3,04 dólares (por millón de termias) el 4 de enero de 2019, 2,17 dólares el 1 de enero de 2020 y 1,62 dólares el 6 de abril, casi la mitad que hace 15 meses. El resultado es que las centrales de ciclo combinado saltaron de producir el 12% de la luz en 2018 al 21,2% en 2019. Y las centrales de cogeneración se mantuvieron en el 11%. Y también utilizan al máximo  la energía nuclear (con instalaciones ya amortizadas por las eléctricas) pasaron de aportar el 20% en 2018 al 21,4% en 2019, mientras caía el peso del carbón (al tener que pagar cuatro veces más por las emisiones de CO2), de aportar el 14% de la luz (2018) al 5% (2019).


En el primer trimestre de 2020, las energías no renovables siguen dominando el mercado eléctrico: aportan el 55,3%, porque ha subido el peso de la energía nuclear al 24%, aunque el ciclo combinado (13%) y la cogeneración (11%) aportan menos y también el carbón (que sólo genera el 3% de la electricidad). Pero este año 2020 ha aumentado el peso de las energías renovables, según REE, hasta el 44,70% de la producción eléctrica, gracias sobre todo al mayor peso de la energía hidráulica (tras la sequía de 2019), que aporta el 15% de la electricidad, subiendo también la eólica (23%) y estabilizándose la solar fotovoltaica (4%) y bajando la solar térmica (1%). Lo más esperanzador es lo que ha pasado en marzo, en pleno confinamiento por el coronavirus: las renovables han aportado el 50% de la electricidad producida, gracias a la mayor producción de los molinos de viento y las centrales solares.


Ahora queda ver si marzo es una excepción y, en los próximos meses, las energías renovables no producen la mitad de electricidad, aunque puedan hacerlo. De ser así, será porque las eléctricas buscan rentabilizar al máximo sus centrales nucleares y sus centrales de gas (ciclo combinado y cogeneración), aunque esto tenga dos consecuencias negativas para los consumidores: la luz es más cara y más sucia. Ahora mismo, las energías renovables tienen un desarrollo tecnológico que las hacen muy competitivas en precio, aunque los usuarios paguemos más alto el recibo porque el precio que se fija en el mercado eléctrico es el de las energías más caras (fuel y gas). Y por si fuera poco, las energías renovables no emiten CO2 y son seguras, algo que no pueden decir las no renovables.


El gas y las centrales de ciclo combinado y de cogeneración “se venden” como centrales que contaminan menos que las de carbón y gas. Es verdad. Pero emiten CO2, aunque sea menos. Así, si una central de carbón emite 0,977 Tm de CO2 por MW generado y las centrales de fuel emiten 0,799 Tm, las de ciclo combinado emiten 0,383 TM por MW. O sea, emiten un tercio menos de CO2 que las de carbón, pero mucho más que las energías renovables, que no emiten nada. Y respecto a las centrales nucleares, aunque no emiten CO2, tienen un problema no resuelto de generación y tratamiento de residuos, además del riesgo de seguridad. Y estas energías sucias o inseguras, recordemos, aportan el 55% de la luz que consumimos.


Con todo, el aumento de las energías renovables es imparable y una muestra es que ya aportan el 44,7% de nuestra electricidad  cuando sólo aportaban el 7,6% en 2008. El problema es doble. Que se ha formado una burbuja inversora” en energías renovables, de la mano de fondos de inversión y empresas que apuestan por estas instalaciones, de tal manera que la potencia instalada (34.300 MWh) y con permiso pero no conectada (111.500 MWh) es muy elevada (145.800 MWH) y supera incluso el total de potencia eléctrica instalada (110.000 MWH), que ya es más del doble de la demanda de electricidad (40.000 MWH) Y que es una “burbuja sobre otra burbuja”, al haber un exceso de renovables en un mercado con un exceso de oferta eléctrica. Así que la “burbuja renovable” puede explotar en cualquier momento, poniendo en peligro su futuro. Y el coronavirus puede ser un detonante, si se desploman los precios de la electricidad (eso haría los proyectos renovables menos rentables) o si los bancos e inversores dirigen ahora su dinero a otros destinos.


Pero el coronavirus también puede ayudar a las renovables. Y eso, porque la lucha contra el Cambio Climático (también en el sector eléctrico) puede ser uno de los caminos prioritarios  para reconstruir la economía y salir de la recesión, dado que va a movilizar ingentes inversiones y creará mucho empleo. Por eso, el Gobierno Sánchez, en pleno estado de alarma, el martes 31 de marzo, aprobó y envió a Bruselas el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC), un programa que pretende movilizar 241.000 millones de euros entre 2021 y 2030  (el 80%, privados y una parte también fondos europeos) para impulsar las energías renovables, medidas de ahorro energético y eficiencia, electrificación y redes. Y un Plan que generará entre 250.000 y 350.000 empleos en esta década, que van a ser cruciales tras la enorme pérdida de empleos que va a acarrear el coronavirus.


Bueno, como se ve, casi todo está conectado con el coronavirus y también nuestro recibo de la luz del mes pasado y el de abril, por lo menos. Pensemos, cuando demos la luz o usemos el ordenador o la TV, que estamos pagando una electricidad que es más cara y sucia de lo que podría ser. Y que cuando salgamos de esta, hay que exigir  al Gobierno y a las eléctricas a que generen una luz más barata y más limpia. La potencia renovable ya la tienen instalada y hay mucha más en espera. Ahora sólo falta que la utilicen.