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jueves, 25 de marzo de 2021

El gasto para la recuperación no es "verde"


En el último mes, la ONU ha lanzado 3 alertas medioambientales, que han pasado desapercibidas por la pandemia. La primera, que el mundo se enfrenta a una triple emergencia: cambio climático, pérdida de diversidad y contaminación. La segunda, que se acaba el tiempo para actuar pero 121 paises no han presentado sus Planes para recortar más las emisiones de CO2, que siguen en niveles récord. Y la más preocupante, que el mundo está gastando billones en ayudas y medidas contra la recesión provocada por la pandemia, pero sólo el 18% de ese dinero se gasta “en verde”: el resto de inversiones agravan el cambio climático. La ONU advierte que 2021 es clave para que los paises actúen de verdad contra la emergencia climática, con inversiones eficaces y más colaboración ciudadana. Y los jóvenes han vuelto a manifestarse en 60 paises para que se actúe y acaben las promesas vacías. No hay vacuna para salvar el medio ambiente. Ni un Planeta B.

Enrique Ortega

La pandemia ha paralizado la actividad económica en todo el mundo, provocando la mayor recesión del último siglo y una caída del consumo de energía. Pero apenas ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero: las emisiones de CO2 cayeron un -4% en 2020, tras haber subido en los tres años anteriores (+2,6% en 2019), según los últimos datos de Carbon Monitor. La caída de emisiones fue mayor en EEUU (-9,4%), Brasil (-9,8%) e India (-8,1%), algo menor en Europa (-7,5%), Japón (-5%) y Rusia (-2,9%), aumentado en China (+0,5% subieron sus emisiones en 2020). España fue el país donde más cayeron las emisiones (-13,1%, frente a -9,5% en Reino Unido, -9% en Francia. -7,9% en Alemania y -7,4% en Italia),  casi la mitad de la caída (-5,4%) por las menores emisiones en la producción de electricidad (el 44% de la luz fue renovable) y el resto por la reducción de emisiones en el transporte terrestre (-3,8%) y la industria (-2,7%), por los confinamientos y la recesión, aunque se han mantenido estables (solo cayeron un -0,2%) las emisiones de las viviendas.

Pero esta bajada de las emisiones de CO2 se frenó en el verano, con la mayor movilidad y actividad y sobre todo en el último trimestre de 2020: del 1 de octubre al 31 de diciembre, las emisiones mundiales volvieron a crecer un +0,2%. Y sólo en el mes de diciembre de 2020, crecieron un 2,3%, según el último dato de Carbon Monitor. Así que todo apunta a que este año 2021 volverán a subir las emisiones de CO2, como viene pasando desde el año 2000 (un 3% anual entre 2000 y 2009 y un 1% anual entre 2010 y 2019). El temor de los expertos es que si la recuperación tras la pandemia es fuerte y rápida, sobre todo en 2022 y 2023, se disparen otra vez las emisiones de CO2, atenuadas la última década.

Pase lo que pase, el problema ya lo tenemos, porque llevamos dos siglos acumulando emisiones de gases de efecto invernadero (CO2, metano y óxido nitroso), producidos sobre todo (en un 75%) por la actividad humana. Y así, la acumulación de CO2 era ya de 418,46 ppm (partes por millón) el pasado 20 de marzo, frente a 414,34 un año antes. Y esto supone la concentración más alta de CO2 en la atmósfera desde hace… 650.000 millones de años, según advierte la ONU (PNUMA, Programa sobre Medio Ambiente) en su informe “Brecha de emisiones 2020”. Y con esta elevadísima concentración de gases de efecto invernadero, el clima se resiente cada año más, según revela otro informe del PNUMA (ONU): 2020 ha sido uno de los tres años más calurosos de la historia, ha seguido el deshielo ártico y el aumento del nivel del mar (ha subido 10 centímetros desde 1993), se han disparado las inundaciones, tormentas y sequías (afectando a 50 millones de personas en el año 2000) y se han  multiplicado los “megaincendios” en Australia, Brasil, Rusia y Estados Unidos.

Pero no se deteriora sólo el clima. La ONU (PNUMA) lanzó el 18 de febrero su primera alerta al mundo este año: nos enfrentamos a una triple emergencia medioambiental, en el terreno del clima (cambio climático), la biodiversidad y la contaminación. Por un lado, la temperatura del Planeta sigue subiendo y a este ritmo, subirá 3 grados a finales de siglo cuando lo máximo compatible con la vida serían 1,5 grados. La segunda emergencia es la pérdida de biodiversidad: más de 1 millón de especies (animales y plantas) de los 8 millones existentes están en peligro de extinción, por las emisiones y el deterioro ambiental. Y la tercera emergencia es la contaminación, de los océanos (está acidificado, porque absorbe el exceso de CO2, con zonas sin oxígeno y un exceso de plásticos), el agua dulce (arrojamos desechos industriales y residuos)  y el aire, provocando esta contaminación casi 9 millones de muertes prematuras al año. “Estamos destruyendo el Planeta y la prosperidad de la humanidad está en riesgo”, advirtió el secretario general de la ONU. Y añadió: “Estamos cerca del punto de no retorno. Tenemos que hacer las paces con la naturaleza”.

El problema es que casi todo el mundo reconoce la gravedad del problema medio ambiental, pero hay demasiadas palabras y pocos hechos. Y encima, la pandemia ha paralizado muchos Planes. Con eso llegamos a la 2ª alerta de la ONU, en su informe del 26 de febrero: la mayoría de paises incumplen sus compromisos del Tratado de París, firmado en diciembre de 2015: de los 196 paises que lo firmaron, sólo 75 paises habían presentado la revisión de sus Planes nacionales al 31 de diciembre de 2020, como era obligatorio, según la ONU. Son los 27 paises de la UE y Reino Unido (que han presentado Planes con recortes adicionales), más Rusia y Australia (con nuevos Planes) o Brasil (cuyo Plan carece de objetivos de recortes para 2030) y otros paises menores. Pero no han presentado Planes con recortes adicionales ni EEUU ni China, que suponen juntos el 40% de las emisiones mundiales.

Ya no es sólo que los paises incumplan el compromiso de presentar Planes concretos de recortes de emisiones, sino que muchos paises “hacen publicidad” de que van a conseguir 0 emisiones netas para 2050 pero apenas justifican recortes para 2030. De hecho, 126 paises (que representan el 51% de las emisiones mundiales) han prometido ya emisiones cero para 2050 (y China para 2060), pero la ONU cree que sus promesas de recortes para 2030 “son incongruentes” con conseguir 0 emisiones para 2050. A lo claro: que “venden la imagen” de que va a ser “verdes”, pero no tienen Planes serios para 2030.  

La estimación de la ONU es que los recortes prometidos hoy para 2030 son insuficientes,  salvo en el caso de la UE-27 (que ha elevado su recorte del 40 al 55%)  y el Reino Unido (que lo ha elevado del 53 al 68%). Y que por este camino tan lento en el recorte de emisiones, la temperatura del Planeta alcanzaría el aumento de 1,5º sobre el periodo preindustrial en 2040 (o incluso antes) y no en 2100, que es el objetivo deseable y el firmado en el Acuerdo de París. Por eso, la ONU insiste en que no bastan los recortes prometidos y que hay que ser más ambiciosos, buscar un recorte global de emisiones del -45% (sobre las de 2010) para 2030. Y quedan menos de 10 años para conseguirlo. Por eso, el secretario general de la ONU dice que 2021 es un año crucial: o todos los paises recortan más o será tarde. Y pide que se aceleren los Planes, para aprobarlos en la Cumbre de Glasgow de noviembre de 2021.

La tercera alerta de la ONU, lanzada el 10 de marzo por el PNUMA, es quizás la más preocupante: los billones que los paises están gastando en luchar contra la pandemia y conseguir la recuperación económica van por mal camino, no son inversiones “verdes”. Así,  de los 14,6 billones de dólares que han gastado en 2020 los 50 principales paises en ayudas y medidas de reactivación económica, sólo un 18% (368.000 millones de dólares)  van en la buena dirección, son inversiones “verdes”, según este estudio realizado por la Universidad de Oxford y el PNUMA (ONU). O sea, que el 82% del gasto que está haciendo el mundo para salir de la pandemia agrava las emisiones y el cambio climático. Tremendo.

En definitiva, que la mayor movilización de recursos públicos de la historia agrava la crisis medioambiental del Planeta en lugar de ayudar, porque aumenta las ayudas al consumo no sostenible, al transporte, al campo o a las energías fósiles, sin ayudar a cambiar los hábitos de producción y consumo. Según este estudio de la ONU, sólo el 16% de estas ayudas mundiales reducen la contaminación del aire y el 84% restante la aumenta. Y sólo el 3% de las inversiones reducen la pérdida de ecosistemas, mientras el 97% restante los deteriora más. La mayor parte de esas inversiones “verdes”, en la buena dirección, las están haciendo los paises europeos, con Francia, Alemania, España y Polonia en cabeza. Y el informe muestra (ver este cuadro en la página XII) los paises que deterioran más el medio ambiente con sus inversiones anti-COVID: EEUU, Rusia, México, Sudáfrica, India e Indonesia, junto a Corea y Canadá.

En resumen, las 3 alertas de la ONU a los paises son preocupantes: el deterioro ambiental aumenta, los recortes de emisiones prometidos son insuficientes y las inversiones millonarias que hacen los paises para salir de la recesión del COVID empeoran más el medio ambiente. El corolario es evidente: hay que ir por otro camino, aprovechar las inversiones y la recuperación para recortar drásticamente las subvenciones a las energías fósiles y producir y consumir de otra manera. La ONU pide a los paises que rehagan sus Planes de recorte de emisiones y sean tres veces más ambiciosos, no sólo en la industria y el automóvil, sino también en el recorte de emisiones del transporte aéreo y marítimo, que quedaron fuera de los recortes de los Acuerdos de París. Y también piden a los paises ricos un mayor esfuerzo, porque el 1% más rico del mundo emite tanto como el 50% más pobre.

Además de pedir un esfuerzo a los paises, especialmente a los del G-20 (“culpables” del 78% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero), la ONU ha pedido un esfuerzo a los ciudadanos del mundo, para que “cambiemos nuestra forma de vivir”, porque calculan que dos tercios de las emisiones mundiales de CO2 están vinculadas a “actividades domésticas”: 20% de emisiones se dan en el ámbito de las viviendas (calefacción y electricidad), otro 20% en el transporte (coches y vuelos) y 20% más en la alimentación (la agricultura y la ganadería provocan muchas emisiones).

Así que ya sabemos lo mal que están las cosas en el medio ambiente y lo poco que hacemos los paises y los ciudadanos. Incluso que la mayor parte de lo que se está gastando para luchar contra la pandemia y la recesión agrava los problemas del Planeta. Es hora de tomárselo en serio, de que paises y ciudadanos tomemos medidas, sin esperar al fin de la pandemia. Porque se acaba el tiempo para actuar.

La hoja de ruta de la ONU es que los paises presenten este año Planes concretos para reconvertir sus economías y su transporte, como ha hecho la Unión Europea y España, con el Plan de recuperación y el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que contempla 81 medidas, con 4 objetivos intermedios para 2030: reducir las emisiones un 23% (sobre las de 1990), duplicar el consumo de renovables (al 42% del consumo final), duplicar la electricidad 100% renovable (del 37,5% en 2019 al 74% en 2030, con el cierre en 2025 de todas las centrales de carbón) y mejorar la eficiencia energética (un +39,2% para 2030). Y otro objetivo más: que en 2040 sólo se vendan coches 0 emisiones. Todo ello exige, según este Plan, que España destine más de 200.000 millones a inversiones verdes en la próxima década, lo que reportará de 250.000 a 300.000 empleos netos anuales.

Pero además, los ciudadanos tenemos que cambiar nuestra forma de vida, para ayudar a reducir las emisiones y salvar el Planeta. Tenemos que cambiar nuestro transporte, no sólo en las ciudades  (con más transporte público y más bicicletas) y comprando más coches híbridos o eléctricos y menos SUV, sino haciendo menos viajes en avión (sustituir los vuelos de menos de una hora por el tren) y reduciendo la velocidad. Es importante también consumir menos energía en casa, con más aislamiento (se va a ayudar la rehabilitación de viviendas con fondos europeos) y menos consumo de electricidad y un aire acondicionado menos fuerte, reciclando al máximo. Y cambiar los hábitos de consumo: comprar más productos de proximidad (no importados), comer menos carne (una fuente de metano y NO2) y no hacer compras innecesarias (consumismo). Y también, estar dispuestos a pagar más impuestos por consumir productos más ecológicos o carburantes sucios: hoy pagamos 16 céntimos menos que la media europea de impuestos por litro de gasolina y 12 céntimos menos por litro de gasóleo, según los datos del Boletín Petrolero europeo.

Hace unos días, miles de jóvenes volvían a manifestarse en 700 ciudades de 60 paises, en los “Fridays for Future”, para pedir a los Gobiernos que “dejen de hacer promesas vacías”, que tomen medidas de verdad para no dejarles un mundo insostenible. Basta ya de palabras: no puede haber más demoras, con la excusa del coronavirus. Hay que enfocar la salida de la crisis y la recuperación “en verde”, los Gobiernos y los ciudadanos. Porque el deterioro ambiental avanza y se acaba el tiempo para frenarlo. Hay que volcarse a tope contra esta peligrosa “pandemia medioambiental”. No hay vacuna. Ni Planeta B.

lunes, 14 de marzo de 2016

España aumenta las emisiones de CO2


En diciembre pasado, 195 países se comprometieron en París a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, para frenar el Cambio Climático. Pero España ha empezado con mal pie: en 2015 aumentó un 4,5% sus emisiones de CO2, que también subieron en 2014, mientras bajaban en casi toda Europa. La culpa es de que consumimos más carbón, gas y petróleo que nunca, ahora que son más baratos. Y se han reducido las energías renovables, por los recortes de Rajoy y la falta de lluvia y viento. Pero no es algo coyuntural: España es el país europeo donde más han aumentado las emisiones de CO2 en los últimos 25 años. Somos el país más “sucio” de Europa y eso obliga a una profunda reconversión de nuestra economía y de nuestras vidas, para gastar menos energía y más limpia. No sólo tenemos que crecer más: tenemos que crecer más limpiamente. Urge una Ley contra el Cambio Climático y ayudar a salvar el Planeta. Y más España, porque estamos peor.
 

enrique ortega


España va en dirección contraria a la mayoría de Europa: mientras casi todos los países están reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero (sobre todo CO2), España contamina más. En 2015, las emisiones aumentaron entre un 4 y un 5%, según un reciente informe del  Observatorio de la Sostenibilidad de España. Ya en 2014, las emisiones habían subido otro 1,1%, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, rompiendo así una racha de bajada de emisiones, entre 2008 y 2013, por la crisis y el crecimiento negativo.

Tanto en 2015 como en 2014, las emisiones de gases de efecto invernadero subieron en España porque aumentamos mucho el consumo de combustibles fósiles, los más contaminantes: carbón, petróleo y gas. El principal culpable del aumento de emisiones es el carbón, cuyo consumo creció un 23,4% en 2015, empujado por unos bajos precios internacionales que hicieron que las eléctricas lo utilizaran para producir más luz (22,7% de la electricidad en 2015, por delante de la electricidad procedente con la energía eólica y nuclear). También creció el consumo de gas natural  para las centrales eléctricas (+18,8%en 2015), una energía que contamina menos que el carbón pero que también emite CO2. Y se disparó el consumo de carburantes y petróleo, con un récord histórico en la importación de crudo (64,6 millones de Tm), favorecido por  el desplome de los precios internacionales. Mientras, el recorte de ayudas públicas y el mal tiempo (falta de lluvia y viento) provocaron que las energías renovables (eólica y solar) perdieran peso  en el mix energético.

La subida de emisiones en 2014 y 2015 rompe con la reducción de emisiones que se produjo en España entre 2008 y 2013, no por políticas del Gobierno sino por la crisis: la economía no creció (cayó) y tanto empresas como particulares consumieron menos energía y emitieron menos CO2, un -5,88% en esos 6 años. En realidad, las industrias emitieron lo mismo y las refinerías más, pero el balance se salvó porque las eléctricas emitieron menos CO2. En realidad, emitieron más, pero pudieron compensarlo comprando “derechos de C02”, una especie de impuesto que pagaron por contaminar y que “les quitaba” las emisiones. Sólo en 2008 pagaron 800 millones de euros. ¿Saben quién lo pagó?  Nosotros, los consumidores, como recargo en el recibo de la luz. Así que “trampa legal” y no recorte real de emisiones.

Lo verdaderamente preocupante es que, si tomamos los últimos 25 años, España es el país de Europa donde más han aumentado las emisiones, en toneladas de CO2, según los datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). Sólo entre 1990 y 2013, casi 32 millones de Tm de CO2 equivalente. Y si tomamos el aumento de emisiones en porcentaje, España es el cuarto país europeo que más ha aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero entre 1990 y 2015: un +16,5%, sólo por detrás de Chipre (+59%), Malta (37%) y Suecia (+25%). Y es uno de los 6 únicos países europeos que ha aumentado sus emisiones de CO2 en los últimos  25 años (junto a los tres anteriores, Portugal e Irlanda): 22 de los 28 países UE han reducido sus emisiones de CO2 desde 1990, un -25% de media. Vamos en dirección contraria.

España ocupa el lugar 41 entre los 58 países del mundo que más luchan contra el Cambio Climático, según el ranking del Climate Change Performance Index. Y el puesto 26 entre los 28 países UE, sólo mejor que Estonia y Austria. Ello se debe a un exceso de consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) y a un menor peso de las energías renovables (15,8 % de la energía total en 2014, según la Comisión Europea, aún lejos del 20% que tiene Europa como objetivo para las renovables en 2020).

¿Quién es culpable de las emisiones en España? Casi la mitad de los gases de efecto invernadero, el 44%, los emiten las eléctricas (21%) y las industrias (23%), en especial las cementeras (9%), las refinerías (5%), la siderurgia (4%) y resto de industrias (5%). En total, la mayoría de emisiones las producen 1.049 instalaciones, pero hay 10 empresas que son culpables del 65% de las emisiones energéticas e industriales (28,6% de las emisiones totales) : Endesa (31 millones Tm emitidas 2014), Repsol (más Petronor, 16,4 millones TM), Gas natural (10,3), Hidrocantábrico (8,3), Arcelor Mittal (5,5), Cepsa (4,8). Eón (3,8), Iberdrola (2,8), Cemex (2,7) y Cementos Portland (2,2). En definitiva, el meollo de las emisiones está en 5 eléctricas, 1 acería, 2 petroleras y 2 cementeras. En el caso de las eléctricas, los bajos precios del carbón y el gas en los mercados internacionales provocan que produzcan electricidad con más emisiones, mientras el Gobierno Rajoy ha dado un tajo a las renovables (-2.500 millones, un recorte del 25% de las ayudas entre 2012 y 2014). Y en las industrias, les compensa comprar derechos de CO2, pagar por contaminar, antes que invertir en las instalaciones para producir más limpio.

La otra gran fuente de emisiones en España es el transporte, responsable del 25% de las emisiones de CO2. Y está aumentando porque hay más vehículos (se vendieron más de 1 millón de coches en 2015) y se mueven más, con un aumento del consumo de carburantes (+3,7% en 2015). Pero el problema de fondo es que en España la mayoría de las mercancías se transportan por carretera (el 85%, frente al 45% en Europa), que junto a los automóviles privados y los autobuses suponen dos tercios de las emisiones totales de CO2 y las que más están creciendo (más que las de la industria). El resto de emisiones proceden de la vivienda y los servicios (14% CO2 emitido), la ganadería y la agricultura (12%) y el tratamiento de los residuos urbanos (5% emisiones restantes).

Ya sabemos quien contamina y emite más CO2 en España. Ahora falta tomarse en serio el recorte drástico de estas emisiones, porque están creciendo y vamos a contracorriente de Europa y en contra del acuerdo firmado en la Cumbre del Clima de París, en diciembre pasado.  Allí, 195 países se comprometieron a recortar las emisiones, a partir de 2020, aunque sin compromisos obligatorios y con objetivos insuficientes: si cada país recorta lo prometido en París, al mundo le sobrarán todavía 15 millones de toneladas de C02 en 2030 para cumplir con el objetivo de que la temperatura suba menos de 2 grados a finales de siglo, según los informes de la ONU. Eso significa que el mundo tendrá que hacer recortes extras a partir de 2020. Pero es un punto de partida para luchar contra el Cambio Climático, una guerra donde Europa está a la vanguardia: pretende recortar un 40% las emisiones para 2030 (sobre 1.990) y ya lleva un 25% de recorte.

De momento, ese objetivo UE de recorte de emisiones no se ha repartido entre los países europeos, lo que se hará este año. Pero a España podría tocarle un recorte del 25 al 30% de las emisiones para 2030 (sobre las de 1.990), un objetivo doblemente difícil porque nosotros no hemos recortado nada sino que hemos aumentado las emisiones un 16,5%. Así  que el esfuerzo tendrá que ser mucho mayor al del resto de Europa: un recorte del 31%  al 46% en los próximos quince años. Un reto que obliga a una auténtica “revolución energética” en España. Por un lado, habrá que esforzarse en ahorrar energía, en consumir menos y de forma más eficiente, porque la mejor manera de emitir menos CO2 es gastar menos energía, desde las empresas a los particulares y el transporte. Y por otro y fundamental, habrá que huir” del petróleo, el carbón y el gas y promover las energías renovables.

El Observatorio de la Sostenibilidad aporta una serie de recetas para que España emita menos gases de efecto invernadero. La primera, reducir y suprimir las subvenciones a las energías sucias: acabar con las ayudas al carbón nacional (que el Gobierno Rajoy negocia con Bruselas hasta 2018), al gas natural (por mantener centrales de gas que sobran) y al petróleo, subiendo impuestos a los carburantes (menores que en Europa). Y en paralelo, apoyar con ayudas, precios e impuestos a las energías renovables, sobre todo para producir electricidad.  Otra medida pasa porque las empresas que contaminen paguen más (los derechos de CO2 se pagan a 7 dólares/Tm emitida, cuando debían estar a 20 dólares), exigiéndoles inversiones para reducir emisiones o el cierre (se podrían cerrar todas las centrales de carbón sin que faltara electricidad, porque hay un excedente de centrales equivalente a las térmicas).


También hay que potenciar el transporte alternativo a los camiones, por tren y barco, encareciendo los carburantes y los impuestos a los vehículos más contaminantes. Además, hay que fomentar  el ahorro energético y un consumo menos contaminante en las viviendas, construyéndolas también de otra manera. La Administración pública (Estado, autonomías, Ayuntamientos) debería dar ejemplo, con bajas emisiones en sus edificios y vehículos, promoviendo contratos con “empresas limpias”. Y los ciudadanos tenemos que emitir menos CO2, con el coche, la calefacción, el uso de la electricidad, las compras o la comida (consumir mucha carne aumenta las emisiones).

No es un reto fácil y España tiene que recortar más emisiones que el resto de Europa. Pero hay que empezar cuando antes. Porque el Cambio Climático avanza imparable, especialmente en la zona mediterránea y en España,  como demuestra el Observatorio de Sostenibilidad: 2015 ha sido el año con la temperatura media más alta de la historia, llueve menos, sube el nivel del mar, hay cambios en las especies y la climatología  (sequías, incendios, inundaciones) crea serios problemas en todo el mundo, con daños económicos, personales y a las cosechas, aumentando el hambre y los precios de los alimentos.

Urge que el próximo Gobierno apruebe una Ley contra el cambio Climático, que han prometido desde Rajoy al acuerdo PSOE-Ciudadanos o Podemos. Y todos los partidos, salvo el PP y UPN, han firmado un acuerdo para aprobar lo antes posible en el Congreso un Decreto que fomente el autoconsumo eléctrico, para que los ciudadanos puedan instalar paneles solares o molinos eólicos sin tener que pagar un impuesto, como aprobó en 2015 el Gobierno Rajoy (el llamado impuesto al sol). Es un primer paso para configurar “un pacto político contra el CO2”, algo que debería unir a todos. Porque hay que salir de la crisis sin hundir más el medio ambiente, sin destrozar más el clima. Con una economía más limpia. Nos jugamos el futuro y la subsistencia del Planeta. Es algo muy serio. Y más para España, porque estamos peor. 

lunes, 7 de julio de 2014

España incumple el recorte de CO2


Estamos tan obsesionados con la crisis y el paro que no tenemos tiempo para pensar en el futuro, en que nos estamos cargando el Planeta que vamos a dejar a nuestros nietos. No es una manía de ecologistas, sino un hecho cierto que afecta seriamente a la economía, como acaba de reconocer Obama y los últimos informes de la ONU: cambia el clima, se multiplican las inundaciones, las sequías y las malas cosechas. Y todo, por el hombre, porque consume petróleo y carbón sin medida. España, que se verá muy afectada  por el cambio climático, es uno de los cinco países europeos que no ha cumplido los recortes de CO2 comprometidos en el protocolo de Kioto. Y lo peor: no cumplirá los recortes previstos para 2020, según afirma el informe de junio de la Comisión Europea (silenciado). Emitimos más CO2 que nadie y  Gobierno, empresas y consumidores miramos para otro lado. Es un problema muy serio.
 
enrique ortega

La última alerta sobre el cambio climático, el síntoma de que nuestro Planeta está enfermo, viene de Estados Unidos, el segundo productor mundial de CO2 (14%) tras China (27%): un informe encargado por Obama señaló en mayo que el cambio climático es una amenaza real (no futura) que ya está afectando al país, desde el huracán Sandy a las altas temperaturas, la sequía o las inundaciones. Y que es un riesgo sobre el transporte, la energía y la salud, por lo que proponen tomar medidas ahora, porque no actuar obligaría a gastar después entre 4 y 10 veces más en mitigar los efectos del cambio climático.

Antes, en marzo, varios centenares de científicos de todo el mundo, agrupados por la ONU, entregaban un informe sobre los impactos actuales del cambio climático: climas extremos (olas de calor, sequías, ciclones), peores cosechas, subida de nivel, calentamiento y acidificación de los océanos, inundaciones, cambio en los ecosistemas (deshielo en el Ártico y deterioro en los  arrecifes de coral). Y en Europa, menos glaciares, más sequías e inundaciones, más incendios, peores cosechas y menos peces. En el futuro, España será una de las zonas más afectadas por el cambio climático: subida de temperaturas (entre 3 y 4 grados a mediados de siglo), mayores sequías, inundaciones, malas cosechas y subida del mar, hasta 43 centímetros, lo que podría afectar a algunas poblaciones costeras y al turismo.

Otro informe de la ONU (septiembre de 2013) confirmaba que las concentraciones en la atmósfera de CO2, metano y óxido nítrico habían crecido a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años. Y añadía: el responsable es el hombre, al 95% de certeza. Porque el CO2 y los gases de efecto invernadero se emiten al producir electricidad, consumir carbón y petróleo, con los vehículos y calefacciones, con la industria, agricultura y los servicios.

Ahora, la buena noticia es que Obama se ha sumado a la lucha contra el cambio climático, que empieza a calar en EEUU: quiere reducir un 30% las emisiones de 1.600 plantas energéticas (emiten el 40% del CO2 USA), aunque sea a partir de 2030. Eso puede ser un espaldarazo para la Cumbre del Clima de París, a finales de 2015, donde 194 países tienen que decidir unos nuevos recortes de CO2 que sustituyan al acuerdo de Kioto (1997), que finaliza en 2020. Aquel acuerdo fue firmado sólo por 35 países (Europa y pocos más), quedando fuera los que más contaminan: EEUU, China, India y Japón más todos los países en desarrollo. Ahora, todos deben pactar nuevos  recortes de emisiones (hasta 2030) y acordar cómo se financia el Fondo Verde del Clima (2011) ,100.000 millones de dólares en ayudas a países pobres para que contaminen menos, que nadie sabe quién va a pagarles.

Al final, la lucha contra el cambio climático es una cuestión de dinero. Las empresas dicen que, con la crisis, no pueden hacer inversiones para contaminar menos. Y que si lo hacen, sus productos serían más caros que los de sus competidores “menos verdes” y habría más paro. Las eléctricas, que si queremos luz “más verde” será más cara. Y los países en desarrollo, que contaminan menos que los países ricos y no pueden frenar su crecimiento para emitir menos ni tienen dinero para hacer sus industrias “más verdes”. Y los Estados argumentan que sus Presupuestos no están como para luchar contra el CO2. El problema es que si no se hace ahora, dentro de 50 años habrá que gastar diez veces más para hacer frente a los impactos negativos del cambio climático. Sólo en Europa, se estima que habría que gastar 190.000 millones de euros anuales en el último cuatro de siglo, según el informe JRC. Los mayores costes se darían en el sur y centro-sur de Europa.

Europa (la tercera emisora de CO2, el 10% del total) ha sido siempre la abanderada en la lucha contra el cambio climático, pero ahora, con la crisis, ha hecho un viraje y ha aprobado objetivos medioambientales menos rigurosos, por la presión de grandes industrias y eléctricas más los países nucleares (Francia y Gran Bretaña) y carboníferos (Polonia). Así, la Comisión saliente propuso en marzo rebajar las emisiones de CO2 un 40% para 2030 (sobre 1990), cuando Europa ya las ha rebajado un 19,2%. Y sobre todo, rebajan al 27% el peso de las energías renovables para 2030 (antes se hablaba del 35%) pero a nivel de toda Europa (ahora es el 13,5%), no país a país. Con ello, los países más verdes compensarán al resto, ahora sin obligaciones concretas en renovables.

De hecho, es lo que ha pasado en los últimos 22 años: Europa es la única región del mundo que ha reducido sus emisiones, pero de manera desigual: de los 15 países europeos que firmaron en 1997 el protocolo de Kioto, 5 países no han cumplido los recortes previstos: Italia, Portugal, Dinamarca, Austria, Luxemburgo y España, el país europeo donde más han crecido las emisiones de CO2 desde 1990 (un +23,68% hasta 2012, frente al +15% objetivo).Y eso a pesar de la recesión (que ha reducido el consumo de energía) y de que España  se ha gastado 812 millones de euros (entre 2008 y 2012) en comprar derechos de emisión de CO2 para compensar una parte de su exceso de emisiones.

Lo más grave no es que España  (5º país europeo con más emisiones de CO2) no cumpla ahora Kioto sino que tampoco lo cumplirá al final del plazo, en 2020. Sólo rebajará las emisiones un -2,5% frente al -10% objetivo (sobre 2005), según el informe de la Comisión Europea (2 junio), que ha pasado desapercibido: “teniendo en cuenta las previsiones nacionales más recientes basadas en las medidas existentes, no se espera que España alcance este objetivo (página 39 informe expertos UE). Y eso que España, por su situación geográfica, será  uno de los países más afectados por el cambio climático, según los científicos: más calor, más sequía, más inundaciones, peores cosechas y mayor riesgo para las costas por la subida del mar, sobre todo en el Cantábrico, Huelva y el Mediterráneo.

En España, un 40% de las emisiones de CO2 proceden del transporte, por culpa del enorme peso de los camiones (83% transporte frente al 45% en la UE) y un parque de vehículos donde la mitad tienen más de 10 años (y dos tercios consumen gasóleo, más contaminante). Otro 25% del CO2 lo emiten la agricultura, los servicios y la vivienda (calefacciones y consumo eléctrico). Y el 35% restante lo emiten las empresas: la mitad (51%) las eléctricas (un 25% de la luz se produce con fuel y carbón), un 11% las refinerías y petroleras, 9% las cementeras, 8% la siderurgia y el resto las demás industrias.

El Gobierno Rajoy, con los recortes, desarboló la política de ahorro energético, la primera medida clave para reducir las emisiones de CO2. Luego, en marzo ha aprobado un Registro de Huella de Carbono, para que las empresas puedan compensar sus emisiones con proyectos de “sumideros forestales”. Y da ayudas para renovar el parque de vehículos particulares (Plan PIVE) y comerciales (Plan PRIMA). Pero es insuficiente. Hay que poner en marcha un ambicioso Plan de transportes, para descargar la carretera con más tren y más barcos. Y aplicar un Plan industrial, para reducir las emisiones sector por sector, con ayudas. Y al producir electricidad, penalizar el fuel y el carbón y fomentar más las renovables, ahora recortadas. No podemos ser “el farolillo rojo” de Europa en la lucha contra el cambio climático. Además, el último informe de la Comisión nos saca también los colores por otros problemas medio ambientales: deficiente gestión del agua (la más barata de la UE), falta de depuradoras (Bruselas ya nos ha abierto un expediente), mala gestión de residuos y excesiva contaminación atmosférica (estamos a la cola de Europa en calidad del aire).

Cuando España y Europa salgan de la crisis, se consumirá más energía y habrá aún más emisiones. No podemos bajar la guardia y esperar a tomar medidas, porque será demasiado tarde y costarán mucho más. “Como presidente y como padre, me niego a condenar a nuestros hijos a un Planeta que no tenga salvación”, ha dicho Obama. Hay estudios y realidades suficientes para ver que el cambio climático está ahí, imparable. Y que pone en peligro nuestro crecimiento y nuestro futuro, más que cualquier recesión. España está peor que el resto: no sólo tenemos el doble de paro, emitimos más CO2. Así que tenemos que salir de la crisis de la forma más limpia posible. Si no, hipotecaremos el futuro de nuestros nietos.