El ministro Soria acaba de decir que “necesitamos
reindustrializar España”. A buenas horas, después de dos años y medio de recortes del
Gobierno en la política industrial y
en las ayudas a la investigación (I+D+i),
a la educación y formación, a la internacionalización de las empresas, tres
elementos claves para apoyar la industria. Pero más vale tarde que nunca, aunque hay que pasar de las palabras a los hechos: pactar con empresas y
sindicatos un Plan para reindustrializar España, que recorte los costes energéticos y financieros, apoye
la formación, consiga empresas más grandes y más volcadas en
la exportación y fomente la investigación,
para crear productos “made in Spain” competitivos no sólo en precio (a
costa de hundir los salarios) sino en innovación
y calidad. Recuperar la industria,
perdida con el boom del ladrillo y los
servicios, es esencial para asegurar más empleo de calidad. Sin industria no hay futuro.
![]() |
enrique ortega |
Recuperar la
industria es una asignatura pendiente
en toda Europa,
donde ha perdido fuelle en las dos últimas décadas frente a Norteamérica y Asia.
En concreto, sólo tres países europeos
están en el ranking
de los diez países más industrializados (2012): Alemania (4º, tras China, EEUU y Japón), Italia (6º, tras Corea) y Francia
(10º, tras Rusia, Brasil e India). El siguiente es Reino Unido (ya en el puesto 11º) y España está relegado al puesto 15º (estábamos en el 9º en 1980).El
objetivo de la cesante Comisión Europea
es poner en marcha un Plan
para reindustrializar el continente y que la industria aporte el 20% del PIB en 2020 (16% en 2013).
Pero la última Cumbre
europea de marzo no aprobó este Plan, porque Ucrania trastocó la agenda,
y ahora queda ver cómo se concreta y
de dónde sale el dinero.
España está aún peor que la media europea, ya que la
industria sólo aportó el 12,22% del PIB
en 2013 (15,92% con la energía), según
el INE. Con la crisis (2008-2012), han
desaparecido 1 de cada 5 industrias (31,292 empresas industriales han caído, un 14% del total de
empresas cerradas), se han perdido 1 de
cada 4 empleos industriales (-895.500 ocupados) y ha caído casi una cuarta parte (-23%) la producción industrial. Pero
la última gran recesión ha sido sólo la
puntilla a una crisis
industrial que viene de mucho antes, que se gestó a partir de la reconversión
industrial de los ochenta y el boom
del ladrillo de los noventa. Así, la industria (con la energía) pasó de
representar más de un tercio de la economía (38,87% del PIB en 1972) a la quinta parte en 1997 (20,3%) y caer a
un mínimo del 14,36% en 2009, para recuperarse muy ligeramente hasta ese 15,92% de 2013.
El Gobierno Rajoy
dice ahora que “necesitamos
reindustrializar España”, pero lleva dos años y medio aprobando
recortes que han hundido
más a la industria, mientras aplicaba la máxima liberal de que “la mejor política industrial es la que no
existe”. Por un lado, han recortado drásticamente el Presupuesto
de la política industrial (-26,5% entre 2012 y 2014). Por otro, han aplicado la tijera en tres frentes
que afectan mucho a la industria. El primero, los fondos públicos para investigación
(I+D+i), que han bajado de 9.773 millones en 2009 a 6.146 en 2014 (-37,1%) y encima casi la mitad del Presupuesto no se ha gastado cada año. El
segundo, los recortes en educación
(-4.901 millones entre 2012 y 2014) y en formación
a empleados y parados (1.815 millones en 2014,-25% sobre 2009). Y el
tercero, el recorte a las ayudas
para internacionalización de empresas (100 millones) y al ICEX (han reducido un tercio su Presupuesto).
A pesar de estos recortes, nunca es tarde si de verdad quieren ahora apoyar a la industria.
Pero su objetivo
es bastante modesto: subir el peso de la industria un 1,4% en tres años,
para que aporte el 17,4% del PIB en 2016
(frente al 15,92% de 2013), aún muy lejos
del 20% que busca Europa para 2020. En cualquier caso, es un principio y
ahora falta lo más importante: pasar de
las palabras a los hechos. De momento, el
Gobierno ha empezado a discutir su Plan (elaborado
por la consultora privada Boston Consulting Group) con los sindicatos y la patronal, pero no ha puesto dinero sobre la
mesa, sólo propuestas
genéricas contrarias a lo que ha hecho estos dos años y medio:
potenciar el gasto en I+D+i, fomentar la formación y el emprendimiento, mejorar
la financiación no bancaria, incentivar la apertura de nuevas empresas,
estimular la internacionalización y las exportaciones fuera de Europa y reducir los costes logísticos, energéticos y
laborales de las empresas.
La patronal y los
sindicatos ya tenían sus propuestas
para reindustrializar España y en buena parte las medidas propuestas coinciden. La patronal
hace especial hincapié en el exceso
de burocracia y de impuestos, exigiendo un recorte de los precios de la energía y mayores ayudas para la internacionalización de las empresas, al igual que los
sindicatos, que piden también más
esfuerzos en formación, en investigación (I+D+i), en una financiación más accesible y más barata
y en ayudas para la fusión de empresas.
Probablemente, las cinco
medidas claves para reindustrializar España sean facilitar el crédito (escaso y a un
interés que duplica el de la Europa del norte), recortar los costes energéticos (la
luz industrial es en España un 20% más cara que en Alemania, un 30% más que
en Francia y un 50% más que en USA), mejorar
la formación y la educación (el 46% de los españoles tiene un nivel
educativo básico), incentivar la investigación y la innovación
(las empresas españolas gastan en tecnología la
mitad que las europeas) y fomentar
la internacionalización de nuestras empresas (sólo
5.000 empresas españolas concentran el 86% de las exportaciones).
Además, España ha de
resolver dos
problemas propios que lastran nuestra industria. Uno, el pequeño
tamaño de nuestras empresas: hay demasiadas
pymes (95,7% empresas con menos de 9 empleados, frente al 92,1% en la
UE) y pocas grandes empresas (sólo
el 0,2% tienen más de 200 empleados). Sólo tenemos 3.305 empresas con más de
250 trabajadores (0,1%), cuando en Alemania hay 8.995 (0,5%). Y este raquitismo
empresarial tiene consecuencias negativas, porque las grandes
empresas son más productivas, más
innovadoras, más propensas a exportar y crean un empleo más estable. Por eso,
es urgente fomentar la fusión de empresas,
sobre todo en la industria, con ayudas e incentivos
fiscales.
El otro problema es la falta
de capital español en la industria. Los bancos
se retiraron en los años ochenta y en muchas empresas, los hijos y nietos de los fundadores las
vendieron al capital extranjero. El resultado es que un número reducido de filiales extranjeras
(1,7% del total de empresas) controlan
un tercio del negocio industrial (37,2% de las ventas) y 1 de cada 5 españoles empleados en la
industria trabaja para una multinacional. La mayoría son multinacionales
europeas (67%, sobre todo de Alemania y Francia) y americanas (15%),
concentradas en los sectores punteros: automóvil,
industria química y farmacéutica, energía, equipos y maquinaria, caucho y
plásticos. El problema es que las
decisiones industriales se
toman fuera de España y tenemos así más
riesgo de deslocalización, de fugas a otros países. Habría que fomentar
(sobre todo fiscalmente) que el capital
español se dirigiera a la industria y no a la especulación inmobiliaria o bursátil
a través de SICAV.
Al final, se trata de apostar
de verdad por la industria, poniendo dinero encima de la mesa
(sin obsesionarse por el déficit y los recortes) y creando
un caldo de cultivo para que las empresas crezcan y vendan productos “made in Spain” con innovación y
calidad, no compitiendo sólo en precio (gracias a salarios de miseria). Apostar por la industria porque crea
más riqueza que el resto (68.000 € por empleado frente a 50.000 los
servicios), un empleo más estable
(83% son contratos fijos), exporta más
(aporta el 88% de las exportaciones españolas) y tiene un
efecto arrastre sobre el resto de la economía. La industria es clave para salir de la crisis.
No podemos resignarnos
a ser un país de turismo y servicios.
Hay que apoyar
de verdad a la industria, la tradicional
y los nuevos sectores: aeroespacial,
agroalimentación, TIC y contenidos digitales, biotecnología, agua y
medioambiente, energías renovables, nuevos materiales, material de transporte
(AVE), industria de la salud… Buscar
nuestro hueco en el mundo, con productos “made in Spain” competitivos. Es la hora de la industria.