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lunes, 9 de noviembre de 2020

Pandemia: la 2ª ola agrava la crisis (ciérrennos)


El coronavirus avanza en todo el mundo y más en Europa, donde 12 paises tienen incluso una mayor tasa de contagios que España. Aquí, semana a semana crecen los contagios, hospitalizaciones y las muertes: 3.000 más la última semana (con actualizaciones). Y hay 12 autonomías con más de 500 contagios recientes por 100.000 habitantes, 5 con las UCIS ocupadas más del 40% con pacientes COVID. Ante la gravedad de esta 2ª ola, media Europa se ha confinado, mientras el Gobierno español pide esperar a ver esta semana el resultado de las drásticas medidas implantadas en la mayoría de autonomías (cierre de ciudades, toques de queda y cierre de bares y hasta comercios). Pero la OMS lo tiene claro: cuanto más se espere al cierre domiciliario, mayor problema tendremos. Y si no se frenan en seco los contagios, se agravará la crisis. De hecho, la Comisión Europea augura una caída del PIB en España este 4º trimestre y un crecimiento menor en 2021. Ciérrennos ya. 

La COVID 19 avanza imparable por el mundo, batiendo récords: en octubre superó tres días el listón de los 500.000 contagios diarios y noviembre ha superado otro listón récord, con 642.724 contagios el pasado viernes 6, el doble que hace solo dos meses (312.845 contagios el 4 de septiembre), según los datos de la Universidad Jhons Hopkins. Hoy son ya 50.407.410 contagiados en 190 paises, destacando el alcance de la pandemia en América (21.370.015 contagiados), Europa (13.135.548 contagiados), sudeste de Asia (9.641.945), Oriente Medio (3.307.199), África (1.357.945) y Pacífico (765.197), según la OMS. Por paises, los más afectados son EEUU (9.971.651 contagiados), India (8.553.657), Brasil (5.664.115),  Francia (1.835.187), Rusia (1.7.60.420) y España (1.328.832), seguidos de Argentina (1.242.182), Reino Unido (1.195.350), Colombia (1.143.847), México (967.825), Italia (935.104), Perú (922.333), Sudáfrica (737.278), Alemania (682.624) y Polonia (546.425), según la Universidad Jhons Hopkins.

También aumentan imparables las muertes por la COVID 19, que ascienden hoy a 1.256.254 fallecidos en todo el mundo, destacando la mortalidad en EEUU (237.574 muertos), Brasil (162.397), India (126.511), México (95.027), Reino Unido (49.134), Italia (41.394), Francia (40.490), España (38.833 muertes con la última actualización de Sanidad: somos el 3º país con más muertes COVID por millón de habitantes, tras Perú y Bélgica), Irán (38.291), Perú (34.879), Argentina (33.560), Colombia (32.791), Rusia (30.292), Sudáfrica (19.809), Indonesia (14.614), Chile (14.543), Bélgica (13.055), Ecuador (12.830) y Alemania (11.372), según la estadística de la Universidad Jhons Hopkins.

Con este panorama, la 2ª ola de la pandemia se ha agravado en Europa, con un fuerte rebrote de contagios en Francia (+58.046 contagios diarios, 881 en las últimas 2 semanas por 100.000 habitantes), Italia (+34.502, 563 por 100.000), Reino Unido (+24.138 diarios, 438 por 100.000), Bélgica (+15.671, 1.448/100.000 habitantes), Polonia (+24.692, 592 por 100.000),  Chequia (+15.731, 1.477 por 100.000 habitantes), Holanda (7.622, 700 por 100.000 habitantes o Portugal (+7.497 contagios diarios, 461 por 100.000). De hecho, ahora hay 12 paises europeos con una tasa de contagios superior a la de España, que era el viernes de 525 contagiados recientes (14 días) por 100.000 habitantes (teníamos 284 el 30 de septiembre), con 22.586 nuevos contagios el viernes 6 de noviembre (tuvimos sólo  la mitad, 11.016 nuevos contagios el 30 de septiembre).

El salto en la 2ª ola se dio antes en España, desde principios de septiembre, que en el resto de Europa, por lo que , aunque ahora los contagios crezcan menos, tenemos muchos más contagiados que la mayoría de paises, salvo Rusia y Francia. En octubre, los contagios aumentaron en 416.490 (+54%) y en la primera semana de noviembre (del 30 al 6), en pleno nuevo estado de alarma, han aumentado en otros 143.154 contagiados, con lo que tenemos casi 560.000 contagiados más que a finales de septiembre (+72%). Las hospitalizaciones se han duplicado (de 10.855 a finales de septiembre a 20.209 el viernes) y casi lo mismo los ingresos de enfermos COVID en UCIs (de 1.539 a 2.833). Pero lo más llamativo es el crecimiento de las muertes: +347 el viernes 6 y +2.955 la última semana (viernes 30 al viernes 13), tras la última actualización de Sanidad (que ha sumado 1.326 muertos “anteriores”), frente a +1.126, +997, +826 y +843 en las cuatro semanas anteriores. Y como ya pasó en la primera ola, el 86% de los muertos de esta 2ª ola tienen más de 70 años, aunque ahora hay más mortalidad entre los mayores de 80 años (67,5% de todos los muertos).

La otra novedad de esta 2ª ola en noviembre es que la pandemia ha empeorado en casi todas las autonomías: si en septiembre había 6 autonomías (Aragón, Madrid, Melilla, Navarra, País Vasco y la Rioja) por encima de la tasa media de contagios del país (216 el 4 de septiembre), en octubre eran ya 11 autonomías (se sumaban Castilla la Mancha, Castilla y León, Cataluña, Ceuta y Murcia)  las que superaban ya la media española de contagios (361 el 23 de octubre). Y el último viernes 6 de noviembre, eran ya 12 autonomías las que superaban la media de contagios de España (525 contagios en las últimas 2 semanas por cada 100.000 habitantes): Melilla (1.365), Navarra (1.118), Aragón (1.077), Ceuta (987), Castilla y León (809), La Rioja (802), Cataluña (720), País Vasco (690), Murcia (661), Extremadura (598), Castilla la Mancha (551) y Andalucía (545). Y las restantes autonomías  están por encima de 250 contagios/100.000 habitantes, un nivel que la OMS considera “muy preocupante”, con la única excepción de Canarias (72 contagios/100.000 habitantes), según los últimos datos publicados por Sanidad.

Ante este panorama, las autonomías han seguido tomando medidas de contención de la movilidad en las últimas semanas, básicamente el cierre perimetral de autonomías y ciudades, la aplicación de toques de queda nocturnos (desde las 10, las 1 o las 12 de la noche, según lugares) y la restricción de grupos (no más de 6 personas) y de clientes en bares, restaurantes y comercios, cada gobierno autonómico a su aire y con el “paraguas legal” del estado de alarma que se impuso hasta el 9 de noviembre. Además, en los últimos días, ha habido autonomías que han endurecido las medidas, con el cierre total de la hostelería en Castilla y León, Murcia, 60 municipios de Galicia, Euskadi y Aragón, con cierre incluso de comercios (vea qué se puede hacer en cada región), mientras varios gobiernos regionales (como los de Asturias, el País Vasco, Castilla y León y Ceuta) han pedido al Gobierno Sánchez el confinamiento domiciliario, como ya han impuesto varios gobiernos europeos, entre ellos Francia, Reino Unido, Bélgica, Italia y Grecia.

El Gobierno Sánchez, a través del ministro Illa, les ha contestado que “aún es pronto” para aprobar el confinamiento domiciliario, como en marzo (“es el último cartucho”) y que hay que esperar los resultados de las medidas drásticas tomadas en las últimas dos semanas, que tardan de 10 a 15 días en surtir efecto. Por eso, volverán a estudiar el posible confinamiento domiciliario este miércoles 11 de noviembre, en la Comisión interterritorial de Sanidad. Pero todo apunta a que, antes o después, se aprobará, por la tremenda presión que sufren los hospitales, las UCIs y los centros de atención primaria. Y a la vista de lo que ha hecho media Europa. El propio enviado de la OMS a Europa lo planteaba el viernes: “Mejor actuar con rapidez y firmeza que pasar mucho tiempo con la incertidumbre. Cuanto más se espere mayor será el problema”, decía David Nabarro.

El dilema es claro: si se confina a los españoles en sus casas, la economía se resentirá (y muchos ciudadanos también, sobre todo los más vulnerables). Pero si no se hace, podemos asistir con este goteo imparable de contagios y muertes (347 el viernes), al colapso de la sanidad… y la economía. Porque no existe el dilema de salud o economía: si no hay salud, la economía no despega. Lo dijo ya en octubre el FMI (“es mejor un confinamiento duro y corto que unas medidas restrictivas suaves si quieren salvar la economía”) y lo reitera ahora la OMS. Y lo acaba de corroborar la semana pasada la Comisión Europea, que ha cambiado a la baja sus previsiones de recuperación en Europa por la 2ª ola de la pandemia.

El primer mensaje del gobierno europeo es claro: toda Europa va a caer más de lo esperado este año (-7,8% en vez del -7,7% estimado en mayo), y va a crecer menos en 2021 (+4,2% en vez de +6,3%). Y el segundo mensaje: España es el país que sale peor parado, tanto por la pandemia como por los rebrotes. Primero, en 2020, la economía española caerá un -12,4%, tres puntos más de lo que Bruselas nos vaticinaba en mayo (-9,4%). España será así el país con la mayor recesión en Europa, una caída muy superior a la de Reino Unido (-10,3%), Italia (-9,9%), Croacia (-9,6%), Francia (-9,4%), Portugal (-9,3%), Grecia (-9%), Bélgica (-8,4%), Eslovaquia (-7,5%), todos con una caída mayor que la media de la UE-27 (-7,4%). Y España caerá más  porque los rebrotes hundirán la recuperación en este 4º trimestre (el PIB caerá un -0,2% en vez de crecer un +3,7% como estimaba en mayo la Comisión Europea).

Y hay todavía un tercer mensaje de Bruselas, que es el más preocupante: los rebrotes del coronavirus van a debilitar la recuperación económica de Europa en 2021 y 2022. El año que viene, la zona euro crecerá un +4,2%, en vez del +6,3% previsto en mayo. Y la UE-27 crecerá 4,1%, en vez del 6,1% previsto en primavera. Pero este mensaje es peor para España: creceremos sólo un +5,4% en 2021, frente al 7% previsto en mayo por Bruselas. Y la recuperación será también más lenta en 2022, tanto en la zona euro como en la UE-27 (+3%) y también en España (+4,8%), aunque seguiremos creciendo más que la media europea. Al final, las nuevas previsiones confirman que la mitad de los paises europeos (entre ellos España, Francia, Portugal, Austria, Bélgica y Holanda) no saldrán de esta crisis hasta 2023: necesitarán 3 años (2020, 2021 y 2022) para recuperar su producción anterior a la pandemia, el PIB de 2019. Sólo Alemania, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Chequia recuperarán sus economías pre-COVID en 2022.

El informe de otoño de la Comisión Europea deja a España otros 3 mensajes preocupantes. Uno, que el paro en España mejorará en 2020 frente a lo previsto en mayo (16,7% frente al 18,9%), gracias al “cochón” de los ERTEs, pero empeorará en 2021, donde nos adjudican una tasa de paro del 17,9%, más del doble de la europea (8,6% en la UE-27) y superior ya al paro de Grecia (17,5%), el país líder en desempleo hasta ahora. Además, el déficit público en España va a ser mayor del esperado, por el mayor coste de las ayudas: estiman un -12,2% en 2020 del PIB (frente al -10,1% que preveían en mayo) y el -9,6% en 2021 (-6,7% antes). Y el tercer mensaje, relacionado con este: la deuda pública  española será mayor de la prevista: el 120,3% del PIB en 2020 (antes el 119,6%) y el 122% del PIB en 2021 (antes el 113,7%).

En resumen, España va a tener más paro y más agujero en las cuentas públicas (déficit y deuda) como resultado de que la crisis será peor este año y creceremos menos en 2021. Y si Bruselas acierta con estas previsiones, los Presupuestos 2021 del Gobierno Sánchez están en entredicho, porque son demasiado optimistas respecto al crecimiento esperado (+9,8% frente al 5,8% que vaticina la Comisión Europea). Y si crecemos casi la mitad, se crearán menos empleos en 2021: Bruselas estima ahora que el empleo aumentará un +3,5% (antes esperaba +6,1%), unos 650.000 ocupados más, la mitad de los 1.340.000 empleos que espera crear el Gobierno (el +7,2% de aumento del empleo señalan los Presupuestos 2021). Y además, tendremos más déficit público: -9,6% del PIB, frente al -7,7% que estiman los Presupuestos 2021: son 23.270 millones más de agujero en las cuentas públicas para 2021. O Bruselas nos deja tener ese “déficit extra” o no se podrá gastar ese dinero.

Como puede verse, la 2ª ola de contagios ha desbaratado las cuentas de la recuperación, en Europa pero más en España. Por eso es doblemente urgente parar la curva ascendente de contagios: para salvar vidas y para salvar la economía. Cuanto más se retrasen las medidas drásticas, más se mantendrá la crisis (ya no sólo este cuarto trimestre, sino también el 1º de 2021) y más se retrasará la recuperación. Y costará más, en pérdida de actividad y empresas, en empleos, en recaudación, en déficit y en deuda. Y para España es aún más prioritario actuar con urgencia y decisión, porque somos el país más dañado por la pandemia y el que va a necesitar más ayudas para la reconstrucción. Los Presupuestos 2021, con un récord de gasto, son un buen punto de partida, pero si no se frenan los contagios, serán papel mojado. Por eso, hay que confinarse en casa otra vez, para salvar la salud y la economía. No queda otra.


miércoles, 28 de octubre de 2020

El empujón de los Presupuestos 2021


Ayer se llevaron al Congreso los Presupuestos 2021, que sustituyen a los Presupuestos 2018 de Montoro, que han durado 3 años. Su objetivo es gastar más que nunca, en gasto social y en la reconversión energética y digital, para reanimar la economía tras la peor recesión del último siglo. Pero estos Presupuestos pecan de optimismo: esperan gastar tanto gracias a un dudoso crecimiento de la economía (+9,8% en 2021, cinco veces el de 2019) y a una recaudación que pinchará si crecemos menos. Y además, venden “subidas de impuestos” a grandes empresas y los más ricos, una imposición de Podemos que es sólo “un escaparate populista”: ambas subidas sólo ingresarán 617 millones, un 0,27% de toda la recaudación prevista. El chocolate del loro. Mejor que hacer demagogia (que restará apoyos) hubiera sido buscar otros ingresos (supresión deducciones, IVA, impuestos verdes) y ajustar los gastos a un crecimiento más realista. Con todo, el mayor riesgo es que los rebrotes retrasen la recuperación y estos Presupuestos sean papel mojado.

 
Las cuentas del Estado, los Presupuestos, se hacen al revés de lo que la mayoría piensa: primero se mira el déficit que nos deja Bruselas, luego lo que se puede ingresar con los impuestos y así nos sale lo que podemos gastar. Un “techo de gasto” que, desde agosto de 2011 (cuando Zapatero y Rajoy lo introdujeron en la Constitución, por presión de Merkel), ha de aprobar el Congreso español además de Bruselas. La novedad de este año es que, con la pandemia, la Comisión Europea ha abierto la mano y ahora todos los paises pueden saltarse el tope de déficit, ese 3% del PIB que era sagrado. “Hay que gastar lo que haga falta” es ahora el mensaje de la Comisión Europea que nos impuso los recortes en 2010.

Pero claro, hay un límite para todo. Y tras el gasto extra hecho en 2020 contra la pandemia (cifrado por el Gobierno en 210.000 millones de euros), España va a cerrar este ejercicio con un déficit público del -11,3% del PIB (-124.905 millones), un “agujero” insostenible. Por eso, los Presupuestos 2021 presentan a Bruselas un déficit “más asumible”: baja al -7,7% del PIB (-94.304 millones). Y a partir de ahí, el Gobierno Sánchez promete cumplirlo porque vamos a crecer mucho en 2021 (un +9,8%, frente al -12,8% de caída en 2020 que pronostica el FMI) y ese fuerte crecimiento permitirá aumentar los ingresos tributarios un 13% (recaudar 25.570 millones más que en 2020, según los Presupuestos 2021). Y con esa mayor recaudación y la ayuda del dinero europeo (26.634 millones de los Fondos UE que el Presupuesto español adelanta, porque no llegarán hasta el verano próximo), España se lanza a gastar más que nunca, en recomponer el Estado del Bienestar y en modernizar la economía.

Este es el esquema del Presupuesto 2021, unas cuentas que pecan de “optimistas”, de “cuentas de la lechera”, porque será muy difícil que España crezca el +9,8% en 2021, dado que creció el +2% en 2019 y en torno al +3% en los mejores años de la recuperación (2015 al 2018). Y también será difícil recaudar un 13% más , sobre todo porque 2020 puede acabar con menos ingresos fiscales de los previstos (por los rebrotes). En cuanto al dinero europeo, es importante (26.634 millones a fondo perdido) pero es una cantidad insignificante sobre el gasto total (el 5,8%) e incluso sobre el gasto social previsto (3,7%), aunque si pesa mucho en las inversiones previstas para modernizar la economía (34,8%).

A falta de medidas extraordinarias para recaudar más (pensando que una economía en recesión no es el mejor momento para subir impuestos), el Gobierno quiere “vender” que los Presupuestos 2021 suben los impuestosa las grandes empresas y a los más ricos, por imposición de Podemos, que presionó a Sánchez la víspera del Consejo con no aprobar los Presupuestos si no se incluía. Las tres subidas son puramente “ideológicas”, nada eficaces. Una, quita parte de la deducción por doble imposición de dividendos a 1.739 grandes empresas del millón y medio que declaran por sociedades. La segunda, establece un recargo en el impuesto sobre la renta a los que ganan más de 200.000 euros anuales (+3% recargo) y más de 300.000 euros (+2%), en total 36.194 contribuyentes de los 19,5 millones que declaran. Y la tercera, subir el 1% a los contribuyentes que declaran más de 10 millones en el impuesto de patrimonio, un impuesto que cobran las autonomías (no Hacienda). En total, estas tres “subidas” (que Podemos vende a bombo y platillo) esperan recaudar 617 millones, el 0,27% de toda la recaudación prevista en 2021. El “chocolate del loro”, una subida de cada a la galería, que no servirá apenas para recaudar pero sí para justificar las críticas de la derecha y los empresarios a estos Presupuestos 2021.

Hubiera sido mejor no hacer demagogia y dejar estas subidas de impuestos (inútiles) hasta 2022 o 2023, cuando hayamos salido de esta recesión y se plantee una necesaria reforma fiscal. Porque la realidad es que tenemos un serio problema de recaudación: España recaudó en 2019 el 39,2% del PIB frente al 46,1% de media en la UE-27, según Eurostat. Eso significa que ingresamos -85.889 millones menos cada año que la media europea. Y eso se debe, según la UE, la OCDE y el FMI a que ingresamos menos en todos los impuestos (desde el IRPF al IVA o Sociedades), porque hay un exceso de deducciones, demasiadas excepciones en IVA y muchos “agujeros” en los impuestos que pagan las empresas, multinacionales y los más ricos, además de un escaso peso de la fiscalidad verde. Por eso, hay que plantear en serio una reforma fiscal, no hacer demagogia.

Con todo, en el Presupuesto2021 se incluyen otras 3 subidas de impuestos “justificables, aunque suponen también poca recaudación: la subida del impuesto al gasóleo (de 30,7 a 34,5 céntimos por litro, todavía mucho menor a la media europea de 66,7 céntimos, que encarece 2 euros llenar el depósito), que aportará 450 millones,  la subida del IVA (del 10 al 21%) a las bebidas azucaradas (una “bomba para la salud: una lata de Fanta incluye el equivalente a 10 terrores de azúcar), que aporta 340 millones y  la subida a las primas de seguros del 6 al 8% (que no se tocaban desde 1998), que aportará 455 millones más. En total, sumando los retoques “a grandes empresas y los más ricos”, un aumento previsto de la recaudación de 1.862 millones, el 0,83% de todos los ingresos tributarios previstos. Y si sumamos otras subidas aprobadas antes y que van a reportar ingresos en 2021 (968 millones de la tasa Google y 850 millones de la tasa Tobin a operaciones en Bolsa) o los previstos nuevos impuestos a bolsas de plástico (491 millones) o sobre residuos (861 millones), más la lucha contra el fraude fiscal (828 millones) y otros (225), el Presupuesto 2021 cuenta con 4.223 millones de nuevos impuestos, sólo el 1,9% de la recaudación tributaria prevista el año que viene (222.107 millones). El chocolate del loro. Nada que ver con esos 88.418 millones más que deberíamos ingresar para recaudar como europeos.

Así que en cuestión de impuestos, “mucho ruido y pocas nueces, que amplificará la derecha para justificar su oposición al Presupuesto 2021. En cuanto a los gastos, el esfuerzo que hace este Presupuesto 2021 es “histórico” de verdad: el gasto público total será de 456.073 millones de euros, un 20,1% superior a 2020. Y un gasto no financiero (sin contar transferencias, desempleo, deuda pública y gasto financiado con fondos UE), que es el techo de gasto que fiscaliza Bruselas, de 195.686 millones de euros, casi el doble del techo de gasto que aprobó Rajoy en 2012 (117.400 millones) para salir de la crisis de 2008.

Para no perderse entre este gasto total (los 456.073 millones), lo analizaré por bloques (ver cuadro Presupuesto 2021). Un primer bloque es el gasto social, al que se destinan 239.765 millones en 2021 (el 52,6% del total). Aquí, las grandes partidas son pensiones (el mayor gasto: 163.297 millones en 2021, el 35,8% de todo el gasto público, con una subida del 0,9% para todos los pensionistas y el +1,8% para las pensiones mínimas), el desempleo (25.012 millones, un 20,1% más), otras prestaciones económicas (20.623 millones, incluyendo 3.017 millones para pagar el ingreso mínimo vital a 850.000 familias, la ampliación del permiso de paternidad de 12 a 16 semanas para 236.000 familias, una subida del 152% en los recursos para la igualdad de género y un 59% más de fondos contra la pobreza infantil, 1.140.000 niños en España), fomento del empleo (7.405 millones, +29,5%), servicios sociales (5.021 millones, un 70,3% más, con 600 millones extras para la Dependencia), Sanidad (7.330 millones, +75,3%, casi el doble de los 4.181 millones gastados en 2020), Educación (4.893 millones, +70,7%, con 514 millones más para becas, 200 millones para impulsar la educación infantil 0-3 años y 1.500 millones para la Formación Profesional), Vivienda (2.253 millones, +367,9%, para ayudas al alquiler, VPO y rehabilitación) y Cultura (1.148 millones, +25,6%), subidas todas para reforzar el Estado del Bienestar tras años de recortes.

Otro importante bloque de gasto son las inversiones para impulsar y modernizar la economía, 49.399 millones de gasto (+67,1% sobre 2020): 12.344 millones (+75%) para Ciencia (I+D+i) y digitalización de la economía, 11.166 millones (+103,9%) para industria y energía (5.300 millones para energías renovables y eficiencia energética), 11.527 millones para infraestructuras (+114,8%, la 2ª inversión que más crece), 8.405 millones (+10,2%) para agricultura, pesca y alimentación, 2.621 millones (+4,1%) para subvencionar el transporte y 2.230 millones para comercio, turismo y pymes (+150%, la partida que más crece entre los gastos económicos de los Presupuestos 2021).

Un tercer bloque de gasto, 22.697 millones (+5,5%) van al mantenimiento de los servicios públicos básicos: Seguridad Ciudadana (9.694 millones, +3,5%), Defensa (9.072 millones, +5%), Justicia (2.048 millones, +7,6%) y Política exterior y Cooperación (1.882 millones, +17.4%). Y queda un cuarto bloque, de actuaciones generales: 70.288 millones de transferencias (18.396 millones a la Seguridad Social, para quitarle “gastos impropios” y déficit, y 13.486 millones a las autonomías, para que tengan menos déficit), 42.263 millones al funcionamiento de los servicios (a los funcionarios les suben el 0,9%) y 31.667 millones a pagar la deuda pública (+0,4%), la 2ª mayor partida de gasto tras las pensiones.

Ya sabemos dónde va a ir el dinero que se recaude y el déficit. Con este “empujón” de gasto e inversión, el objetivo es reanimar la actividad, “tirar” de la inversión privada y conseguir que España crezca ese +9,8% en 2021 y empiece a crear empleo: +1.316.857 empleos espera crear el Gobierno en 2021, tras perderse -1.677.219 en 2020, según el cuadro macro que se incluye en los Presupuestos 2021. Eso significa que todavía, a finales de 2021, habremos perdido -360.000 empleos sobre antes de la pandemia y tendremos un 16,3% de paro (frente al 17,1% de 2020 y el 14,1% de 2019). Es decir que, a pesar del “empujón” del Presupuesto 2021, necesitaremos otro empujón en 2022 (gastar mucho y recaudar más) para salir del túnel de la pandemia en 2023: faltan más de 2 años para que recuperemos el crecimiento y el empleo perdido, igual que Francia y Reino Unido, aunque Alemania, Portugal y EEUU se van a recuperar en 2022 (e Italia en 2024), según el FMI.

Todo este esquema, un Presupuesto 2021 expansivo (para relanzar la inversión, el crecimiento y el empleo) y progresista (que recupere el Estado del bienestar y ayude a los que más sufren esta nueva crisis), está pendiente de que la economía se recupere con fuerza y el Estado (y las autonomías) consigan recaudar más para gastar más. Es una apuesta arriesgada, porque si la economía “pincha” y crece menos, se podrá gastar menos o habrá más déficit (y entonces, Bruselas podría volver a hablar de “recortes”). Y sobre todo, hay más riesgo de que estas cuentas no salgan si siguen los rebrotes: si no se frenan los contagios y hay que volver a un confinamiento duro, como en marzo, la recesión este año sería mayor y la recuperación se retrasaría y debilitaría en 2021. Por eso resulta aún más prioritario frenar al virus como sea, a costa de cierres de ciudades y medidas más duras. Porque si no, la salida del túnel sería más tarde. Y estos Presupuestos 2021 serían “papel mojado.

lunes, 27 de julio de 2020

Reconstrucción: España depende de sí misma


Los contagios se han duplicado la última semana y Sanidad  habla de “una 2ª oleada” de la pandemia cuando no ha empezado agosto, el mes más peligroso. Y cada autonomía va “a su aire”, evitando confinamientos duros por su coste económico y político, mientras la atención primaria sanitaria no tiene medios ni rastreadores. La temporada turística y la incipiente recuperación peligran por los rebrotes, pero urge avanzar en la reconstrucción, tras la euforia (injustificada) por los Fondos europeos: no llegarán hasta dentro de un año y ahora sólo contamos con 14.000 millones (el 10%), que poco nos ayudarán. España depende de sí misma y de pactar unos Presupuestos 2021 que prioricen gastos y recauden más, subiendo algunos impuestos. Y urgen reformas en la contratación (25% de empleos son temporales) y las pensiones, no porque lo exija Europa sino para sobrevivir. Hay que modernizar la economía, invertir en sectores con futuro y dejar de ser un país de servicios. Ser menos vulnerables en la próxima crisis.

enrique ortega

El coronavirus cumple esta semana los 7 meses de vida oficial (31 de julio) y sigue con más fuerza cada día, marcando nuevos récords de contagios en el mundo: 282.700 nuevos contagiados el jueves 23 de julio, tras 280.600 contagiados el miércoles 22. Son 25 veces los contagios que había el 14 de marzo (11.100 diarios). Hoy se contabilizan ya 16.262.481 contagiados en 188 paises, según los datos de la Universidad Jhons Hopkins.

El epicentro de la pandemia sigue en América, tanto en Estados Unidos (4.234.020 contagiados) como en Latinoamérica (que ha superado también los 4 millones de contagiados), destacando Brasil (2.419.091 contagiados), México (390.516), Perú (375.961), Chile (345.790), Colombia (248.976), Argentina (162.526), Ecuador (80.694) y Bolivia (69.429). Y crece cada día en Asia y Oriente Medio, sobre todo en India (1.435.616 contagiados), Irán (291.172), Pakistán (274.289), Arabia Saudí (266.941), Turquía (226.100), Bangladesh (223.453), Iraq (110.032), Qatar (109.305) e Indonesia (98.778 contagiados). Y sigue propagándose por África (850.000 contagios), especialmente en Sudáfrica (445.433 contagiados) y Egipto (92.062). En Europa hay nuevos rebrotes y rondan los 3 millones de contagios (2.973.382), especialmente en Rusia (811.073 contagiados), Reino Unido (301.020), España (272.421), Italia (246.118), Francia (217.801) y Alemania (206.667).

Las muertes por coronavirus se han disparado en el mundo, multiplicándose por 120 desde el 14 de marzo (5.407 muertes) a hoy, cuando se contabilizan ya 648.937 muertes, casi la cuarta parte en Estados Unidos (146.935 muertes, ahora 1.078 diarias), seguido de Brasil (87.004 muertes, 1.367 diarias), Reino Unido (45.837), México (43.680). Italia (35.107), India (32.771 muertes, 1.129 diarias). Francia (30.195), España (28.432 muertes, frente a 136 fallecidos hasta el 14 de marzo), Perú (17.843), Irán (15.700), Rusia (13.249), Bélgica (9.821) y Alemania (9.124 fallecidos), según la Universidad Jhons Hopkins.

En España, se han vuelto a disparar los contagios la última semana: se han detectado +12.166 nuevos contagiados, el doble que la semana anterior (+6.346) y 4 veces los contagios de la primera semana de julio (+3.363), según los datos de Sanidad. El salto de contagios se ha dado día a día, de +685 nuevos el lunes a +730 el miércoles, +971 el jueves y +922 el viernes, último dato oficial de Sanidad (que no reporta los datos del fin de semana hasta la tarde del lunes). Hemos vuelto al nivel de contagios de principios de mayo, en pleno estado de alarma, con especial incidencia en Aragón (237 contagiados por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, más que los 171 de Brasil), Cataluña (111 contagiados/100.000), Navarra (110/100.000) y País Vasco (50/100.000), todas por encima de la media española de contagios (38/100.000), la 2ª más alta de Europa, tras Rusia (51), lo que ha llevado a Francia a recomendar “vivamente” no viajar a Cataluña y al Reino Unido a imponer una cuarentena a los viajeros que lleguen de España .

Los nuevos contagios se han más que duplicado por la aparición de casi 300 rebrotes en 30 provincias, especialmente en Cataluña (+4.846 contagiados  la última semana), Aragón (+2.113 contagiados),  País Vasco (+813 casos), Madrid (+789), Andalucía (+597), Navarra (+518 casos) y Comunidad Valencia (+472 nuevos casos). Y aunque la mayoría afectan a gente joven y de mediana edad (la mayoría asintomáticos y que se curan en casa), también han aumentado los contagiados hospitalizados (de 237 semanales el lunes a 327 el viernes, sobre todo en Aragón, Madrid y Cataluña), aunque se estabilizan los ingresos semanales en UCIs (15 el lunes, 11 el miércoles y 14 el viernes). Y también se estabilizan las muertes: 12 más en la última semana, con un total de 28.432 fallecidos oficiales por COVID 19.

Sanidad ha reconocido que podemos estar ante “una 2ª oleada de la pandemia”, ya que en muchos focos hay “transmisión comunitaria”, no controlada, provocada por reuniones de familiares y amigos, ocio nocturno ligado a los jóvenes y algunos casos de temporeros. El problema es que cada autonomía ha reaccionado “a su aire” ante los rebrotes, con medidas (suavizadas) de recorte de actividades y confinamientos muy “light”, que apenas funcionan porque los ciudadanos no los toman en serio. En muchos casos, las autonomías y Ayuntamientos se sienten “presionados” por la hostelería y el turismo (otra vez el viejo dilema de “la bolsa o la vida”) y por tomar medidas “impopulares”. Y también hay una “carrera de imagen”: Galicia implantará esta semana un “control” a los visitantes de otras autonomías (tendrán que informar en los hoteles de donde proceden) mientras Madrid se resiste (con Canarias) a implantar la mascarilla obligatoria para no asustar a los visitantes.

El problema de fondo es que tenemos un virus único que no distingue de pueblos ni autonomías y 17 políticas distintas para combatirlo (¿se imaginan si hubiéramos hecho esto de marzo a junio?). Y que ahora, la primera línea de esta guerra no está en los hospitales y las UCIs sino en los centros de salud, en la atención primaria, que es el eslabón más débil de nuestro sistema sanitario, falto de medios y personal tras años de recortes, que no se han compensado en estos meses a pesar de lo que se diga. Unos centros de salud que están ya saturados (por los rebrotes y las vacaciones del personal, a los que se ha obligado a tomarlas en previsión de una oleada de contagios en otoño). Y que podrían estar peor en agosto, si los españoles y turistas aumentan en zonas de costa y hay más rebrotes.

Los Centros de salud (colapsados) son claves para las dos tareas que hay que realizar frente a los rebrotes: detectar los contagios, aislarlos y multiplicar las pruebas PCR a sus contactos. En España se han multiplicado los test PCR (4.347.022 hechos a 23 de julio, 1,1 millones más que hace un mes), pero son todavía pocos y estamos a la cola de Europa en test PCR por caso detectado: 38 en España frente a 169 de media en Europa, 218 en Italia, 203 en Alemania, 174 en Holanda o 91 en Francia, según la Universidad de Oxford. Y eso, porque no sólo hay que tener test y reactivos, sino personal para hacer las pruebas y laboratorios para analizarlas. En cuanto a los rastreadores, harían falta el doble o el triple, según los expertos,  sobre todo en 12 autonomías que tienen menos de 1 rastreador por 5.000 habitantes: sólo se salvan Andalucía (5 rastreadores por cada 5.000 habitantes), Castilla la Mancha y Comunidad Valenciana (1 rastreados por cada 5.000 habitantes). Los mayores déficits de rastreadores se dan en Cataluña (había 220), Madrid (142) y Aragón (105 rastreadores).

La pandemia se ha descontrolado en sólo un mes de “nueva normalidad” y ahora, en agosto, podrían dispararse los rebrotes, al multiplicarse la movilidad de los españoles que cogen vacaciones más la llegada de nuevos turistas extranjeros (la patronal Exceltur espera 4,1 millones en agosto), lo que hace temer nuevos rebrotes en zonas turísticas, hasta ahora poco afectadas por los nuevos contagios y sin medios en los Centros de salud locales. De confirmarse esta  “2ª oleada de la pandemia”, supondría no sólo un peligro sanitario sino que interrumpiría la actividad económica y turística. De hecho, la cuarentena británica y el aviso francés (más los "avisos" de Alemania, Bélgica y Noruega sobre España) son "la puntilla" para un verano desastroso para el turismo. Y además, un rebrote generalizado y nuevas medidas de confinamiento agravarían la recesión y dificultarían más la recuperación. Por eso hay que evitarlo como sea, con medidas públicas más drásticas y más conciencia ciudadana (sobre todo los jóvenes).

Mientras media España se coge las vacaciones más raras de su vida, el Gobierno trabaja para tener listo a finales de septiembre el Presupuesto 2021, que debe ser el motor de la reconstrucción económica y social del país. Y por mucha euforia y “propaganda” con el éxito de la última Cumbre Europea (ojo: se ha aprobado un Fondo de 750.000 millones en 4 años, frente a los 1,5 billones que pedían inicialmente España e Italia y los 2 billones que propuso el Parlamento europeo), España tendrá que salir del agujero básicamente por sus propios medios. Y eso, porque el dinero europeo (ojo, de los 140.000 millones para España, 66.900 son créditos que habrá que devolver a partir de 2027) no llegará a España hasta dentro de un año, según ha confirmado el Comisario europeo Gentiloni. Y sólo podremos disponer ahora del 10%, o sea de 14.000 millones  (7.200 en ayudas a fondo perdido), cuando la factura extra que tiene España por el coronavirus superará los 100.000 millones.

La primera decisión que tiene que tomar el Gobierno español es qué déficit le propone a Bruselas para 2021. Este año 2020, el déficit estimado por la Comisión Europea para España era en mayo del -10,1% del PIB, lo que traducido supone un “agujero” en las cuentas públicas de -112.000 millones (frente a -32.879 en 2019). Pero hoy, la Autoridad Fiscal independiente (AIReF) sube este déficit fiscal, entre el -11,9% (-132.041 millones) y -14,4% si hay rebrotes (-159.780 millones). Pongamos un punto medio, un agujero fiscal de -145.000 millones de euros, que habrá que “tapar” con deuda (+110.000 millones sobre la prevista inicialmente). Ahora, el debate es ¿Qué déficit estimamos para 2021? Podemos ofrecer a Bruselas bajarlo algo, al 10% del PIB (-117.616 millones), muy difícil, porque obligaría a ajustes que pondrían en peligro la recuperación necesaria de la economía en 2021, o intentar mantenerlo en el 12% con que podría acabar el año, lo que sería un déficit de -140.000 millones para 2021. Tremendo, pero bajarlo más con una economía débil podría llevar a asfixiar la ansiada recuperación.

Así que lo primero será que Nadia Calviño negocie con Bruselas ese déficit  “permitido” para 2021, entre el 12 y el 10% del PIB (menos saben los europeos que es imposible). Y una vez negociado, hay que hacer dos cuentas: cuánto es lo mínimo que necesitamos gastar y de dónde lo sacamos, cómo podemos ingresarlo. Y aquí está lo difícil de los Presupuestos. Primero, en priorizar el gasto. Porque en 2019, sin coronavirus, el gasto presupuestario fue de 492,812 millones, el 41,9% del PIB, un gasto muy inferior al del resto de Europa (46,7% del PIB). Ahora, con las ayudas que hacen falta a empresas, parados y familias, más las inversiones necesarias para la reconstrucción, habría que gastar al menos 100.000 millones más, en torno a 600.000 millones. Pero si gastamos eso, habría que recaudar 460.000 millones para que el déficit no sea más de -140.000 millones (“si nos dejan” el 12%).

Y aquí está el 2º gran problema, tras el gasto: cómo ingresamos esos 460.000 millones, que es justo lo ingresado en 2019, un año sin recesión. Una recaudación difícil de repetir, con las empresas, los sueldos y el consumo muy “tocados”. Y con un PIB menor en 2021 (1.176.163 millones) que en 2019 (1.245.331), el esfuerzo para recaudar los mismos 460.000 millones  tendrá que ser mayor. Así que sólo hay dos opciones: o se mejora la recaudación, subiendo algunos impuestos, o se gasta menos, en ayudas o inversiones para la reconstrucción. Y sabiendo que el dinero de Europa llegará, pero tarde (entre 2021 y 2023) y sólo la mitad será de ayudas, pero muy dirigidas a inversiones en medio ambiente, digitalización y formación, no para muchas otras cosas que necesitamos.

Así que, les guste o no al PP y a Ciudadanos, no queda otra opción que subir algunos impuestos para pagar la reconstrucción, como han propuesto la Comisión Europea, el Banco de España y muchos expertos. Bruselas lleva años diciéndonos que recaudamos menos en todo (88.000 millones menos cada año que la media UE-27, según los últimos datos de Eurostat), sobre todo en IRPF, IVA e impuestos verdes. El Banco de España ha propuesto subir el IVA, sociedades y los impuestos medioambientales. FEDEA ha propuesto un recargo temporal en el IRPF (recargo COVID), como el que impuso Rajoy en 2012. Y la AIReF recuerda que se pierden 60.000 millones anuales de recaudación por beneficios fiscales, con lo que se podrían ingresar 35.000 millones más subiendo los tipos reducidos del IVA y suprimiendo exenciones no justificadas en el IRPF y sociedades.

Algo habrá que hacer para cuadrar las cuentas. Lo ideal sería pactar esos Presupuestos 2021, para que los gastos e ingresos sean respaldados por la mayoría, la mejor baza para que los apruebe Bruselas. No será fácil, pero sin un pacto de Presupuestos no hay reconstrucción (ni Gobierno). Y en paralelo, habría que pactar las reformas necesarias para modernizar la economía, al margen de esos 5 Pactos de Estado propuestos por la Comisión de Reconstrucción: pacto por la Sanidad, la Industria, la igualdad de género, la Ciencia y la Cultura. Sobre todo dos, no porque nos lo pida Europa, sino porque son las 2 reformas más urgentes: la reforma de la contratación (es insostenible que un 25% de los contratos sean temporales, lo que nos hace muy vulnerables) y la reforma de las pensiones (porque si no, las cuentas públicas no se pueden ajustar a medio plazo).

Además, habrá que modernizar la economía española, hacerla más eficiente, con empresas más grandes y más peso de la industria, la tecnología y la digitalización, para aumentar la baja productividad del país. Eso pasa por cambiar el modelo productivo, dejar de ser un país de bares, hoteles y tiendas que nos ha hecho tan vulnerables en esta pandemia, como en la crisis de 2008. Conseguir un cambio radical en nuestra economía, para que cree más empleo estable y dejemos de tener el doble de paro que Europa y menos renta. Esto no se hace de un día para otro, harán falta una o dos décadas. Podría ser lo único positivo que saquemos de esta pandemia: una catarsis de la economía para ser menos vulnerables en la próxima crisis. Para conseguirlo, necesitamos dinero, tiempo y remar todos en la misma dirección. A ello. Pero sin olvidar al “bicho”. ¡Cuidado¡