jueves, 30 de abril de 2020

1º de mayo confinados: reflexionemos


Mañana se celebra el 1º de mayo y por primera vez en 134 años no habrá manifestaciones, porque estamos confinados en casa por el coronavirus. Pero podemos aprovechar la cuarentena para reflexionar sobre lo que nos está pasando. Por ejemplo, sobre que España sea el país europeo donde más va a subir el paro por el coronavirus, debido a que somos un país de servicios (sobre todo turismo) y a que 1 de cada 4 trabajadores tienen un empleo temporal, los más vulnerables cuando vienen mal dadas. O sobre los recortes recientes, más en España que en otros paises, que han deteriorado seriamente nuestra sanidad y servicios públicos, tan necesarios ahora. O sobre el abandono tecnológico de España y sus empresas, que hace que ahora el teletrabajo sea simbólico. O sobre la tremenda desigualdad que teníamos y que lleva ahora a muchas familias a Cáritas y a la pobreza. O sobre los jóvenes, una generación aplastada ya por 2 crisis. Lean y reflexionemos juntos. Tenemos tiempo.

enrique ortega

Este 1º de mayo de 2020 está marcado, como todo por el coronavirus. Y por el hecho de que España sea el país europeo con más contagios y el 2º con más muertos, tras Italia, fruto de un retraso en la adopción de medidas de confinamiento, un mayor tráfico internacional de pasajeros, una mayor cercanía social y familiar que en la Europa del norte, una sanidad con menos medios preventivos y asistenciales (a mediados de enero, un hospital de Berlín ya desarrolló el primer test de detección del coronavirus, utilizado luego por toda Alemania), más un altísimo envejecimiento de la población,  que ha concentrado el 86,5% de las muertes en los mayores de 70 años (ojo: dos tercios de los muertos han sido en residencias de ancianos) . Esto más o menos lo sabíamos, pero quizás no que el coronavirus se ha cebado también más sobre nuestra economía y empleo que sobre otros paises europeos, incluida Italia. 


El efecto del coronavirus sobre las economías europeas no va a ser tan desigual, ya que el FMI estima una recesión del -7,5% este año en el PIB de la zona euro, una caída que sólo será algo superior en Italia (-9,1%), España y Portugal (-8% ambos) y Grecia (-10%), con todo cercana al -7,2% que caerá la economía de Francia o el -7% que caerá la potente economía alemana (y -6,5% el Reino Unido). De momento, caemos más, como se ha visto ya este primer trimestre: el PIB de España cayó un -5,2%, superior  a la caída anunciada hoy en Italia (-4,7%) y menor que la caída en Francia (-5,8%), aunque más que la caída producida ya en la Unión Europea (-3,5) y la zona euro (-3,8%), según los datos publicados hoy por Eurostat.


Lo más llamativo de la pandemia es su desigual repercusión sobre el empleo en Europa. Ya en el primer mes de confinamiento, en marzo de 2020, el aumento del desempleo ha sido muy desigual por paises, siendo España el país europeo donde más ha aumentado el paro : +0,9% (del 13,6% en febrero al 14,5% en marzo), muy por encima de la media europea (+ 0,1%: del 6,5 al 6,6%) y de la zona euro (del 7,3 al 7,4%), más que en Italia (cayó un -0,9%: del 9,3% al 8,4%) y bastante más que en Francia (+0,5%: del 7,9%  al  8,4%), Alemania (+0,1%: del 3,4% al 3,5%), Holanda (estabilizado en el 2,9%) o Austria (también se mantiene estable, en el 4,5%), según publica hoy Eurostat. Y la previsión del FMI es que España alcance el 20,8% de paro a finales de 2020: tendremos 4.817.030 parados, 1.625.130 más que a principios de año. Tendríamos 2,3 veces más parados nuevos que Italia  (+681.858), el triple que Francia (+555.674 parados en 2020) y 5 veces más parados nuevos que Alemania (+297.000 parados este año). Y lo peor, según el FMI, es que en 2021, a pesar del crecimiento esperado (+4,3% del PIB) no recuperaríamos el empleo ni la tasa de paro de antes del coronavirus (paro del 17,5%, frente al 14,1% en 2019). 


Aquí está la primera reflexión para este 1º de mayo: ¿por qué el coronavirus nos hace perder más empleo que al resto de Europa? La respuesta es variada y compleja. Primero, por el modelo económico español, basado sobre todo en los servicios, en el turismo, el sector más dañado por el cierre de fronteras, líneas aéreas, hoteles, bares, restaurantes y comercios. No es sólo que España sea la 2ª potencia turística del mundo (83,7 millones de turistas), detrás de Francia (89 millones), sino que el peso del turismo en el empleo es muy superior al resto de paises: supone el 12,3% del empleo total, frente al 7,3% en Francia, el 10,3% en Italia, el 8,4% en Alemania o el 9,4% de media en Europa, siendo sólo superado por Grecia (23,9% del empleo total), según Eurostat. La segunda razón hay que buscarla en la estructura empresarial: en España hay un mayor peso de las pymes (98,98% de las empresas) y un menor peso de las medianas y grandes empresas, que son las que pueden aguantar mejor una crisis como la del coronavirus. Sobre todo si tienen más tecnología, la tercera causa de nuestra mayor caída: el país y las empresas gastan menos en tecnología y apenas están preparadas para el comercio digital y el teletrabajo, claves para sobrevivir al confinamiento.


Pero hay una cuarta razón, la fundamental, para explicar que el coronavirus nos provoque más paro: tenemos un empleo muy precario, muy vulnerable cuando vienen “mal dadas”. En España, el 26,2% de los empleos son temporales (más de 1 de cada 4 asalariados), casi el doble que en Europa (14,8% en la UE-28 y 15,7% en la zona euro), muy por encima del empleo temporal en Italia (17,3%), Francia (16,2%), Alemania (12,3%), Holanda (19,2%), Austria (8,1%) e incluso Portugal (20,4%) o Grecia (12,4%), según Eurostat. Y ahora nos ha pasado una dura factura: de los 900.000 despidos contabilizados entre el 14 y el 31 de marzo (no los empleos perdidos  temporalmente en los ERTEs), el 75% eran trabajadores con un empleo temporal, por días, semanas o meses, a lo que “no se les ha renovado” su contrato.


Esta temporalidad desbordada, que denunciaban la Comisión Europea, la OCDE y el FMI, nos ha pasado ahora una factura de paro más abultada que al resto. Y además, es una factura desigual: se ha cebado más en los servicios (turismo, hostelería y comercio son los sectores con más porcentaje de temporales), en las mujeres (27,4% tienen contrato temporal (25% los hombres) y, sobre todo, los jóvenes (56,78% de los que tienen entre 16 y 29 años tienen un contrato temporal), los que más han sufrido los despidos por el coronavirus. Y también los que tienen un contrato a tiempo parcial, por horas: el 23,83% de las mujeres (frente al 7,04% de los hombres) y el 24,26% de los jóvenes. Los que han tenido más fácil perder su empleo.


Y esta mayor precariedad laboral, arrastra otro problema: conlleva salarios más bajos y por lo tanto una menor capacidad para sobrevivir en una pandemia como ésta. El sueldo de los trabajadores temporales es un 32% más bajo (17.033 euros anuales) que el de los fijos (25.084). Y el sueldo de los trabajadores a tiempo parcial (10.684 euros anuales) es un 60,9% inferior al de un trabajador a tiempo completo (27.348 euros), según la Encuesta de Salarios del INE. Y los sueldos en la hostelería (15.540 euros) o el comercio (20.608), dos sectores muy castigados por la emergencia económica del coronavirus, son mucho menores que en la energía (52.114) o la industria (27.214 euros anuales). Sin olvidar que España tiene un 13% de trabajadores pobres (2,2 millones), más que la media europea (9,5%), según la OIT, un colectivo que ahora lo está pasando muy mal, acudiendo más a Caritas y Cruz Roja.


Y paso a la 2ª reflexión para este 1º de mayo: ¿qué va a pasar en el mercado laboral después del coronavirus? Si ya antes teníamos un problema muy serio de precariedad, y  salarios bajos (el salario por hora en España, 21,5 euros, es el más bajo de los grandes paises europeos: 26,9 euros/hora en la UE-27, 35,9 euros en Francia, 34,6 euros en Alemania y 28,2 euros en Italia, según Eurostat), en los próximos meses, la situación laboral no va a ser fácil, ni para los parados (casi 5 millones, que tendrán más difícil encontrar un trabajo y menos fijo,  en unas empresas muy dañadas) ni para los que consigan mantener su empleo tras salir del ERTE (4 millones de trabajadores). Y los que sigan trabajando, tendrán difícil que les suban el sueldo: ya será bastante que no se lo bajen. De hecho, entre enero y marzo, las subidas de los convenios firmados han sido del +1,97%, por debajo del 2,28% en 2019.


Paso a la 3ª reflexión: esta precaria situación de emergencia económica debería ser temporal y forzar un pacto de reconstrucción nacional para salir del túnel del coronavirus. Por un lado, los políticos deberían alcanzar un Pacto político, para reconstruir sectores, empresas y empleos, sin ahorrar en medios. Y en paralelo, sindicatos y patronal han de alcanzar un Pacto social, para colaborar en la salida de la crisis, repartiendo costes (salarios y beneficios) para mantener el máximo empleo. Y a medio plazo, acordar una reforma laboral, para conseguir empleos más estables. Hay que acabar de una vez con la existencia de 2 tipos de trabajadores, los fijos y los temporales, el origen de tanta desigualdad en España y de que ahora suframos más que nadie esta pandemia


Y una 4ª reflexión: hay que recuperar a nuestros jóvenes. Los que tienen entre 20 y 35 años, han sufrido ya dos crisis muy duras, que pueden hundir su ánimo y su futuro si no acordamos un Plan de choque para darles esperanza. Ya en la gran recesión de 2008, los jóvenes fueron los paganos de la crisis, según detallaba un informe del Banco de España: sus ingresos cayeron un -18% desde 2011, mientras los de sus padres se estabilizaban o caían un poco y los de sus abuelos subían un +18%. Y no sólo trabajan pocos jóvenes (el 42,4% frente al 64,7% del conjunto de españoles), sino que casi la mitad (el 48%) están subempleados, según la OIT: o no buscan trabajo (ni estudian) o están parados o están sobrecapacitados, con contratos basura que nada tienen que ver con lo que estudiaron (el 37,6% de los universitarios, frente al 23,4% en Europa, según la Fundación CYC). Al final, sólo consiguen un sueldo neto de 15.500 euros netos anuales, según el Consejo de la Juventud, con el que malviven y no pueden emanciparse (el 81% viven con sus padres). Un negro panorama para una generación que se va a oscurecer más con esta pandemia


Al margen de estas reflexiones sobre lo inmediato, otras reflexiones más de fondo. La primera, que esta pandemia ha resaltado la importancia de lo público, el papel clave del Estado frente a los neoconservadores que llevan recortándolo desde los años 80 (Reagan y Thatcher) y más con la austeridad desde 2008. Ahora nos hemos dado cuenta de la importancia de los servicios públicos y la sanidad, muy deterioradas por los drásticos recortes aprobados por Rajoy entre 2012 y 2015. Y, curiosamente, los mismos que defendieron estos recortes son los que piden ahora ayudas a “papá Estado” y se quejan de que no haya medios y camas contra el coronavirus. Está claro que frente al coronavirus no nos salvan “el mercado” ni “la iniciativa privada” sino el Estado. Y que habrá que reforzar la sanidad y los servicios públicos ante posibles emergencias futuras.


Otra 2ª reflexión de fondo es que hemos llegado con una gran desigualdad y pobreza ante esta pandemia: somos una sociedad muy vulnerable (8,5 millones de españoles lo eran, según el último Informe Foessa, de Cáritas) y eso nos hace más débiles frente a cualquier emergencia. Ya lo denuncian Cáritas y Cruz Roja: se han triplicado las peticiones de ayuda, desde comida a ropa y dinero para subsistir, sobre todo en las grandes ciudades. Y hay ya más de 1 millón de familias (1.073.800) con todos sus miembros en paro, según la EPA del primer trimestre de 2020. Necesitamos, cuando salgamos de esta, mejorar el tejido social, reducir la pobreza y las desigualdades y crear una potente asistencia social pública, apoyada en una renta mínima vital, la reinserción profesional y el acceso a una vivienda. Y ligado a esto, hacer un debate sobre los impuestos, quién y cómo los paga para que haya servicios públicos y justicia social.


Una 3ª reflexión de fondo debería ser sobre nuestro comportamiento social, sobre el exceso de individualismo y la necesidad de tener más conciencia de grupo, de colectivo, de país, con la solidaridad que se ha vislumbrado en el confinamiento. Habría que reforzar la sociedad civil, una estructuración mayor de nuestra sociedad, al margen del Estado. Porque antes de  esta crisis, ese movimiento colectivo no existía, al margen de las penosas redes sociales. Y los sindicatos (superados) han fallado a los trabajadores (con poca afiliación), lo mismo las patronales a las empresas (sobre todo a las pymes).


Y planteo otra 4ª reflexión, vital: la importancia de la tecnología. Esta pandemia nos ha pillado con los deberes de la revolución digital sin hacer, tanto a las empresas como a muchos particulares, sin olvidar a la educación, la sanidad y casi todos los sectores. Hemos gastado poco, como país y las empresas, en innovación y tecnología que nos hubiera ayudado en el confinamiento, tanto para mantener un mayor nivel de actividad (digital) como para el teletrabajo, donde estábamos en pañales: a finales de 2019, sólo el 7,9% de los españoles teletrabajaban (1,5 millones). Y aunque, con el confinamiento, muchas empresas y trabajadores “se han puesto las pilas”, tenemos una economía muy limitada para el teletrabajo, por el peso excesivo de los servicios: el 77,7% de los españoles tienen un trabajo básicamente presencial y sólo el 22,3% podrían teletrabajar, según Randstad.


Y una 5ª reflexión más, sobre la necesidad de cambiar el modelo económico mundial. El coronavirus ha puesto en cuestión la globalización y la incongruencia de que el 80% de los antibióticos del mundo se fabriquen en China y fabriquemos el último modelo de coche pero no respiradores. Las economías van a buscar ser más autosuficientes, con un auge de los nacionalismos y del proteccionismo, en perjuicio de los paises pobres. Y cuando el mundo supere el coronavirus, deberá afrontar mejor el reto del cambio climático, donde también nos jugamos la vida. Habrá que repensar el capitalismo y sus instituciones, desde la ONU y la OMS hasta el G-20 o el FMI, que han ayudado poco en esta crisis, donde ha faltado liderazgo internacional (lea este interesante artículo del autor de Sapiens) y ha sobrado individualismo nacionalista. 


Al final, una gran conmoción como esta debería hacernos cambiar a todos, como mundo, como país, como trabajadores y empresas, como familias e individuos. Priorizar lo importante, dar más sentido a nuestras vidas, ser un poco más colectivos y solidarios. Ahora lo tenemos claro, pero el problema es que dentro de unos años, volveremos a las andadas y se nos habrá olvidado esta  catástrofe  (aunque ahora nos parezca imposible). Y no aprenderemos para la siguiente emergencia, como ya pasó antes en las tres grandes pandemias del siglo XX. Ya saben: el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ojalá me equivoque.

lunes, 27 de abril de 2020

Coronavirus: desescalada casi a ciegas


El Gobierno recibe múltiples presiones empresariales, políticas y sociales para levantar el confinamiento. De hecho, ayer domingo algunas calles estaban llenas (ver fotos) con la "excusa" de los niños. Y cada autonomía quiere decidir cuándo y cómo "desescalar". Pero todavía hay demasiados contagios y muertos y falta información sobre el alcance real de la pandemia: no sabemos cuántos españoles han estado o están contagiados. La OMS insiste que hay que hacer más test, pero faltan. Y hasta hoy no empieza  el estudio de seroprevalencia a 36.000 familias, que debería darnos un primer mapa de contagios, en 2 semanas. Pero esta información necesita tiempo y el Gobierno no lo tiene: el 5 de mayo debe decidir si levanta parcialmente el confinamiento (medio a ciegas) o lo mantiene hasta el 23 de mayo, presionado por una familias hartas y una recesión que se agrava cada semana. Y con una oposición muy radicalizada y unas autonomías que actúan a su aire. O pacta una lucha unida contra el coronavirus o tardaremos más en vencerle. La prioridad es la vida, no la bolsa. Sigamos en casa. No lo estropeemos ahora.

A partir de un fragmento de La gallina ciega de Goya enrique ortega

Se cumplen hoy 117 días de la detección del coronavirus, una pandemia que ha contagiado ya a 2.971.831 personas en 185 paises, causando 206.553 muertos, según la Universidad Jhons Hopkins. El epicentro de la pandemia sigue siendo Europa, con la mitad de los contagiados mundiales, aunque el país líder en coronavirus es Estados Unidos, con 965.910 contagiados, seguido de lejos por España (226.629 contagiados), Italia (197.625), Francia (162.220), Alemania (157.770), Reino Unido (154.037), Irán (90.481), China (83.909), Brasil (59.479), Bélgica (46.134) y Canadá (45.606). En muertos, el país líder es también EEUU (55.417), seguido de Italia (26.384), España (23.190), Francia (22.614) y Reino Unido (20319), seguidos muy de lejos por Bélgica (6.917 muertos) o Alemania (5.500 muertos). España es el 2º país con más muertos por millón de habitantes (493), tras Bélgica (604), pero el índice de letalidad (muertos/contagiados) es 11,2, menor que el de Francia (18,2), Bélgica (15,3), Reino Unido (13,7), Italia (13,5), Suecia (12,1) y Holanda (11,9), según los datos de Sanidad.


Tras 6 semanas de confinamiento, la curva de contagios crece a un ritmo bajo, en torno al +2% diario (+0,8% ayer), muy inferior al de las semanas anteriores (del +3% la anterior al +7% hace dos semanas, +15% hace tres y el +22% que crecían los contagios al inicio del  estado de alarma), aunque los contagios no terminan de bajar porque ahora se hacen más test y aparecen nuevos contagiados. Y crecen también menos los enfermos hospitalizados, los que ingresan en las UCIs, y los muertos : menos de 400 diarios la última semana y 288 ayer domingo), aunque las estadísticas autonómicas no siempre son homogéneas. Además, este viernes, Sanidad cambió las estadísticas y ahora sólo cuenta como contagiados a los que se ha hecho el test PCR, no los test rápidos de anticuerpos, con lo que la cifra oficial bajó ayer a 207.634 (aunque la Universidad Jhons Hopkins estima 226.629 contagiados en España). 


El alcance de la pandemia sigue muy desigual por autonomías. Se mantienen 6 regiones con un nivel de contagios superior a la media española (88,5 contagios por 100.000 habitantes en las últimas 2 semanas): Madrid (188,18), la Rioja (183,71), Castilla y León (171,03, aunque Soria sube a 1.786 contagios por 100.000 habitantes y Segovia a 1.777), Cataluña (166,56), Navarra (113,57) y Castilla la Mancha (94,01). Y siguen en  mínimos de contagios Murcia (1,67 por 100.000 habitantes), Ceuta (8,26), Canarias (11,56) , Melilla (13,87), Extremadura (14,61), Andalucía (21,01), Comunidad Valenciana (23,36) y Baleares (27,84). Los hospitalizados por COVID 19 suben en toda España, especialmente en Cataluña (de 22.235 a 25.665), pero bajan en Madrid (de 8.291 a 5.892). Y también suben los ingresos en UCIs, sobre todo en Cataluña (de 2.395 a 2.583), bajando en Madrid (de 1.123 a 873). Las autonomías con más letalidad (muertos/contagiados) que la media (11,2) son Extremadura (15,42), Castilla la Mancha (14,92), Aragón (14,36), Madrid (13,39) y Comunidad Valenciana (11,67), siendo muy baja en Melilla (1,81), Ceuta (4), Galicia (4,29), Canarias (6), Murcia (8,61) o Cantabria (8,78), según Sanidad.


Un dato que sigue preocupando son los muertos en las residencias de ancianos, un drama europeo: de los 110.000 muertos por coronavirus en Europa, más de la mitad se han producido en residencias de ancianos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, el porcentaje sube al 69%, porque se estima que 15.323 ancianos que vivían en residencias han muerto por coronavirus o síntomas compatibles con el COVID-19, la mayoría en Madrid, Cataluña, Castilla y León y Castilla la Mancha. Y aunque las 5.457 residencias existentes están ahora más controladas, sigue faltando un Plan de choque sanitario, para detectar exactamente los contagiados y rastrear sus contactos, así como para que tengan una atención sanitaria más eficiente y profesional (las residencias no tienen medios ni personal). Pero las autonomías eluden el problema y Sanidad no acaba de imponer soluciones.


Podríamos decir que hemos pasado la batalla más dura en el combate contra el coronavirus, pero la guerra sigue y va a ser larga, hasta que haya una vacuna, no antes de 1 año. Ahora, la prioridad la ha marcado la OMS: “test, test y más test. Urge conocer el alcance real de la enfermedad, porque los 226.000 contagios detectados son sólo la punta del iceberg. Y para conocer “lo que hay debajo” hay que hacer test masivos. Existen 3 tipos de test (verlos aquí en detalle): dos tipos de test buscan detectar el virus (los test rápidos de antígenos y los PCR) y los test rápidos serológicos detectan anticuerpos, es decir que la persona ha pasado la enfermedad (aunque no lo haya sabido o no la tenga ahora). En un principio, Sanidad compró 640.000 test rápidos de antígenos a China, a través de un intermediario catalán (Interpharma), pero sufrió dos “engaños: a finales de marzo devolvió los primeros 58.000, porque sólo detectaban un 30% de contagios. La empresa prometió cambiarlos por otros, que necesitaban unas máquinas para testar los resultados (que ahora regalaban). Pero se comprobó que tampoco funcionaban bien, rechazándose el pedido y exigiendo la devolución del dinero.


Tras el doble fiasco, Sanidad  ha decidido abandonar los test rápidos de antígenos y centrarse sólo en los test PCR (detectan virus activo) y los test serológicos (detectan anticuerpos), de los que ha comprado 5.030.000 test, a un precio de 7,7 euros cada uno, según la referencia del Consejo de Ministros del martes. A primeros de abril ya repartió el primer millón, el 11 de abril otro millón (195.000 a Madrid y 171.400 a Cataluña, lo que fue interpretado por los independentistas como un recuerdo de la “victoria española de 1.714…) y en los próximos días se repartirán los 3 millones restantes, a hospitales, residencias de ancianos y autonomías. Estos test son sencillos (una gota de sangre y la respuesta en 10 minutos, como en una especie de test de embarazo), pero sólo informan de que el analizado tiene anticuerpos de coronavirus: los primeros, la inmoglobulina M (IgM), aparecen a partir del 7º día de contagio y durante 3 o 4 semanas, y la inmoglobulina G (IgG) aparecen después y duran toda la vida. Con ello puede saberse la fecha aproximada de contagio. 


Los test PCR  son más precisos, porque indican la existencia del virus en ese momento (los anticuerpos del test serológico sólo se detectan a partir del 7º día), pero son más caros y complejos: exigen un palito para extraer la muestra de la nariz o boca (faltan palitos en el mercado), un test de extracción del ARN del virus (necesita un “reactivo” para leerlo que no se produce en España y que hay que importar ,con dificultad, de EEUU, Alemania o China), un test de identificación (que sí se fabrica aquí) y un laboratorio homologado de un gran hospital o una Universidad (sólo hay 13 de momento certificados), que necesita 4 horas para estudiar la muestra recibida, lo que es un “cuello de botella” (como los kits) para hacer test PCR.


Mientras hospitales y autonomías hacen cada semana más test (una media de 40.000 PCR diarios y cientos de miles de test serológicos), Sanidad inicia hoy lunes un Estudio de seroprevalencia a 36.000 familias, preparado por el Instituto de Salud Carlos III y el INE. Es una muestra por provincias (600 familias en Ceuta y 6.000 en Madrid), que alcanzará a más de 90.000 personas (todos los miembros de las familias seleccionadas), de todas las edades. Se les llamará por teléfono para que vayan a su Centro de salud (o irán a su casa si no pueden desplazarse) para hacerles dos pruebas: un test serológico rápido (para ver si tienen anticuerpos que revelen que han pasado la enfermedad) y un análisis de sangre para cuantificar esos anticuerpos (prueba ELISA). Estas dos pruebas se repetirán 3 veces (a las 3 semanas), con lo que el Estudio durará 8 semanas, aunque los expertos creen que se tendrá un primer mapa provisional de la pandemia a los 10/12 días de iniciado (para el 9 de mayo).


Tan importante como hacer test y este Estudio es hacer un seguimiento y rastreo de los contagios detectados: saber con qué personas ha estado en contacto y hacerles también test y seguimiento. Los expertos reiteran que España necesita miles de “rastreadores” del virus para evitar que resurja. Es una labor “medio policíaca”, de investigación de contactos, que resulta “clave” para poder desescalar el confinamiento, según han reiterado la OMS y el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). Esta tarea exige mucho personal y tiempo, porque los expertos estiman que cada contagiado precisa una entrevista personal y una investigación de contactos que lleva horas. En Wuhan (China) se destinaron 9.000 sanitarios sólo para "investigar". España necesitaría 14.000 investigadores, según estima el Instituto Johns Hopkins. Y el problema es que las autonomías y los Centros de Salud ya están superados con la pandemia y el estudio serológico. Habría que contratar personal específico de apoyo, quizás estudiantes de medicina o enfermería, “sabuesos” de los contagios. Y en paralelo, ultimar una aplicación para los móviles que detecte y avise de los contactos que han tenido y tienen los contagiados detectados.


Todo esto, test, Estudio de seroprevalencia, la investigación de los contactos de los contagiados y sus movimientos, son medidas claves para conocer el alcance de la pandemia y controlarla. El problema es que el proceso va muy retrasado, por las urgencias de frenar el primer impacto del coronavirus. Y, en consecuencia, los expertos y el Gobierno no saben de verdad el alcance de la pandemia ni su reparto por zonas, familias y edades. Y así, casi a ciegas, es difícil decidir cuándo y cómo levantar el confinamiento, iniciar ladesescalada”.


Los expertos sanitarios señalan que hay 4 criterios que se deberían cuantificar para abrir la mano e iniciar una desescalada, que debería ser gradual y por zonas. Dos criterios son sobre el alcance de la pandemia: que la zona tenga (Ojo: en las últimas dos semanas), un número reproductivo (contagiados por cada contagio) inferior a 1 (ayer había 14 autonomías por debajo de 1) y que los nuevos contagios sean menos de 2 por 100.000 habitantes (ayer, en Cataluña aumentaron 7,27 por 100.000 y en Madrid 4,6, mientras en Murcia subían 0,40 y en Canarias 0,58). Y los otros dos criterios, sobre la situación de la sanidad autonómica: que menos del 30% de todos los hospitalizados lo sean por coronavirus y ocupen menos del 50% de las camas de UCI. Con estos criterios, las autonomías que podrían iniciar la desescalada serían Canarias, Melilla, Murcia, Andalucía, Ceuta y Baleares. Y quedarían para más adelante el resto, sobre todo Madrid, Cataluña y las dos Castillas, las últimas en salir. Pero ojo: Sanidad exige además a las autonomías, para iniciar la desescalada, que hagan test PCR a todos los casos con síntomas.


Aún con estos criterios “objetivados”, hay un alto riesgo en la desescalada, por la falta de datos sobre el alcance real de la pandemia hasta el 9 de mayo. Lo más razonable sería prorrogar el confinamiento 2 semanas más, hasta el 23 de mayo. Pero las presiones sobre el Gobierno para que inicie ya la desescalada van a ser brutales. Por un lado, de las autonomías menos afectadas por la pandemia, donde existe un riesgo de repunte. Por otro, de la oposición del PP (y del PNV y ERC), que podrían oponerse a la próxima prórroga del estado de alarma (que debe solicitarse en el Congreso la próxima semana) si no consiguen a cambio la desescalada en algunas de sus autonomías. Presiones de las familias, que inician hoy la 8ª semana de confinamiento. Y presiones, sobre todo, de muchas empresas y sectores, sobre todo el turismo, la hostelería y los comercios, asfixiados por el confinamiento.


Es un argumento de peso, porque cada semana que se retrase el desconfinamiento supone agravar más la recesión. El propio Banco de España acaba de señalar que si el confinamiento dura 12 semanas en vez de las 8 actuales, la recesión será este año del -13,6% en vez del -8,7%. Y el desempleo crecerá en 1,5 millones este año, pero mucho más si se retrasa la vuelta a la normalidad. Otra vez más, el coronavirus vuelve a plantearnos el viejo dilema: la bolsa o la vida. Es el debate que hay detrás de prorrogar o no el confinamiento. Salvar vidas debe ser lo primero. Y existe el riesgo de que si abren la mano antes de tiempo, acabemos dando marcha atrás y haya más muertos. Sobre todo si no esperamos a tener más datos, hacia el 9 de mayo, para decidirlo.


Con todo, lo más preocupante es la falta de consenso y la desunión en esta batalla contra el coronavirus. Las autonomías siguen yendo a su aire, desde las estadísticas a las medidas, sin colaborar lealmente con el Ministerio de Sanidad. Un ejemplo: Galicia inició el viernes un estudio de seroprevalencia en la región, utilizando los test serológicos que le ha enviado Sanidad para hacer un estudio aparte a 100.000 gallegos. Y hay otras regiones que quieren hacer lo mismo, mientras retrasan el estudio español unificado, que es el que urge. Y siguen sin aportar datos de la pandemia en las residencias de ancianos. Y la oposición, sobre todo el PP, es cada día más agresiva en sus críticas, utilizando claramente la pandemia para una operación de acoso y derribo al Gobierno, tratando de convertir la Comisión parlamentaria para la reconstrucción en una Comisión de investigación de la gestión gubernamental. No hay consenso en la lucha sanitaria contra el coronavirus, así que menos acuerdo habrá para la futura reconstrucción económica y social del país, para la que Europa retrasa otra vez sus ayudas. Y mientras, empresas y sindicatos apenas alzan su voz (salvo para quejarse y pedir ayudas) ni  preparan un pacto social que facilitaría la futura reconstrucción del tejido económico.


Mientras, las familias aguantamos en casa, con bastante paciencia y responsabilidad (ojo a los abusos al sacar a los niños, según revelan estas fotos, que nos pueden costar muy caros...), viendo cómo el Gobierno afronta con improvisación y desorden esta catástrofe, cómo la oposición intenta desgastarle utilizando hasta los muertos, cómo las empresas buscan salvarse a cualquier precio y cómo millones de afectados intentan sobrevivir sin ingresos, triplicando sus peticiones a Cáritas. Por favor, trabajen juntos, avancen con los test y los estudios, pongan todo el dinero y los medios que hagan falta para ayudar a desempleados, empresas y familias. Y, sobre todo, dígannos toda la verdad: aguantaremos mejor. Mientras, sigamos en casa. No perdamos lo ganado.

jueves, 23 de abril de 2020

Coronavirus trastoca desigualmente curso escolar


Casi 10 millones de niños y jóvenes no van al colegio, Instituto o Universidad desde el 11 de marzo, tratando de seguir online la enseñanza en su casa. Y todo apunta a que no volverán a clase hasta septiembre. Por eso, les preocupa cómo van a evaluarlos. El Ministerio propuso a las autonomías que fueran flexibles y que sólo se repita curso en casos excepcionales, porque muchos alumnos tienen problemas para seguir las enseñanzas online. Pero 4 autonomías gobernadas por el PP (Madrid, Andalucía, Murcia y Castilla y León) se han negado y aplicarán la LOMCE: con más de 2 suspensos se repite curso. También el País Vasco evaluará por su cuenta. Esta disparidad de criterios va a perjudicar a muchos alumnos y agravará la tremenda desigualdad educativa que ya existe por autonomías. Además, si son incapaces de pactar una evaluación en condiciones excepcionales, ¿van a lograr pactar una Ley educativa el próximo curso? La politización de la educación perjudica a los estudiantes y al país. 

A partir de una imagen de la película El globo rojo enrique ortega

Los niños y jóvenes de infantil, primaria, secundaria, Bachillerato y Formación Profesional (8.237.006) y los universitarios (1,6 millones) llevan sin ir a clase desde el 11 de marzo, siguiendo como pueden sus programas educativos a través de Internet. Este “confinamiento educativo” va a deteriorar seriamente los resultados de este curso escolar, porque la enseñanza online es muy desigual y menos efectiva que la presencial. De hecho, con el confinamiento, los alumnos perderán un 11% de lo que se aprende en un curso escolar “normal”, según el estudio “Efectos de la crisis del coronavirus en la Educación”, elaborado por Ismael Sanz y publicado por la Organización Educativa Iberoamericana (OEI).


Pero este dato es una aproximación media, ya que el “confinamiento educativo” afecta de una manera muy desigual, según las familias, las regiones y los centros. En cuanto a los alumnos, un 10% (1 millón) están “tecnológicamente desconectados”, o bien porque viven en zonas donde la conexión a Internet es muy deficiente (zonas rurales y la España “vaciada”) o porque no tienen acceso a Internet o no tienen ordenador o tienen que compartir los que hay en casa con otros hermanos y con los padres que “teletrabajan”. Y además, no es lo mismo tener unos padres que te pueden ayudar, por su medio o alto nivel educativo, o que no, sin olvidar la ventaja (o desventaja) de tener o no hermanos que también ayudan. Aunque el Ministerio de Educación ha repartido 20.000 tarjetas SIM para conectar a alumnos y varias autonomías han repartido además tablets y ordenadores, hay muchas zonas donde Correos y hasta la Guardia Civil han tenido que colaborar llevando deberes en papel a los niños confinados.


La segunda desigualdad es regional. Sólo un 52% de los centros escolares tienen una plataforma educativa adaptada a Internet, según este estudio de la Fundación COTEC, pero la situación en muy desigual por autonomías: tienen el 71% de los centros adaptados en Castilla y León, el 63% en Cataluña y País Vasco, el 51% en Madrid y sólo el 40% de los centros en Extremadura y el 35% en Aragón. Además, hay una tercera desigualdad tecnológica según el tipo de colegio: el 71,4% de los privados tienen una plataforma educativa en Internet eficaz, frente a un 55% los concertados y sólo un 48,8% los centros públicos, según la Fundación COTEC . Y la misma desigualdad se produce en el manejo de las herramientas online por los profesores (75,5% en los centros privados, 69% entre  docentes de centros concertados y sólo un 45,5% de profesores en centros públicos). En definitiva, los más perjudicados por el “confinamiento educativo” son los centros públicos, colegios e Institutos, no sólo porque tienen menos medios informáticos y menos docentes digitalmente formados sino, sobre todo, porque acogen a un mayor porcentaje de alumnos desfavorecidos, que son los que sufren más la “brecha digital”. 


Toda esta situación, excepcional y muy desigual, es la que ha llevado al Ministerio de Educación a proponer a las autonomías (que gestionan la educación) un método también excepcional para evaluar a los alumnos este curso: que los alumnos pasen de curso, salvo casos excepcionales, y si tienen carencias las recuperen el curso próximo. Y en todo caso, que sean los centros y sus equipos docentes los que tengan autonomía para evaluar, en base a las notas anteriores al confinamiento y el trabajo online realizado estas semanas. Tras la reunión con las autonomías, el miércoles 15 de abril, parecía que había acuerdo. Pero cuatro autonomías gobernadas por el PP se descolgaron: Madrid, Castilla y León, Andalucía y Murcia mostraron su desacuerdo a lo que calificaban de “aprobado general”, lo mismo que el País Vasco, las 5 autonomías que seguirán sus propios criterios de evaluación, según se refleja en la orden publicada por Sanidad (por el estado de alarma) este viernes 24 de abril. Incluso Cataluña seguirá la recomendación del Ministerio de Educación.


Habrá que ver cuáles son estos criterios, pero el consejero de Educación de Madrid ya ha dicho que harán lo que dice la LOMCE (la Ley de Educación aprobada en solitario por el PP en 2013): sólo sacarán el título de Bachiller y pasarán a la Selectividad los estudiantes de 2º que tengan todo aprobado, sólo pasarán de 1º a 2º de Bachillerato los que tengan un máximo de 2 suspensos y en ESO y Primaria sólo se pasará de curso con 2 suspensas (o excepcionalmente con 3, si no son Lengua o Matemáticas). Y en las instrucciones enviadas a los Centros madrileños este martes, recalcan que el tercer trimestre no podrá servir para recuperar los dos anteriores en caso de estar suspensos. Vamos, como si no pasara nada y los alumnos no llevarán semanas confinados en casa. Su argumento es que “defienden la exigencia y premian el esfuerzo”, aunque en realidad es más por una cuestión ideológica: los conservadores siempre han defendido la “meritocracia” y la promoción de los mejores, la estrategia de “la repetición como castigo”, que, según muchos expertos, no ayuda a los repetidores y hunde más a los que tienen problemas, promoviendo el abandono escolar.


En la Universidad, la evaluación tendrá menos controversia, básicamente porque el Ministerio de Universidades deja autonomía a los Campus para que decidan cómo serán las pruebas de evaluación, seguramente online, ya que el ministro no cree que se puedan reabrirse las aulas este curso. Las notas finales tendrán que ver con las notas de los dos primeros trimestres más el trabajo online de estas semanas, donde ya se han realizado preguntas tipo test, exámenes orales, videoconferencias y trabajos. Eso sí, 36.000 universitarios (el 3%) tienen problemas tecnológicos para seguir las clases o examinarse online, según los rectores.  Ahora, todas las Universidades ultiman plataformas para hacer exámenes online en mayo y junio, asegurando la identidad de los alumnos y que en las respuestas no se copian ni hay ayuda externa. El riesgo que temen algunas es que los sistemas informáticos se saturen. Y en el caso de las pruebas de Selectividad (EBAU), se han fijado nuevas fechas para exámenes presenciales, del 22 de junio al 10 de julio, que muy probablemente no se podrán realizar. Eso obligaría a un “Plan B”: o exámenes online o dejar la EBAU para septiembre.


Precisamente, la otra gran preocupación de los 10 millones de estudiantes y sus familias es cuándo van a volver a clase, si regresarán unos días en mayo y junio o no. Todo indica que los estudiantes no volverán a las aulas hasta septiembre, que es la propuesta que han hecho al Gobierno 8 asesores de la Asociación Española de Pediatría. Y eso porque, aunque se pueda salir a la calle a finales de mayo o junio, “los colegios no están preparados para reanudar las clases con garantías sanitarias”: separación entre alumnos, no contacto, mascarillas, flexibilización de horarios… Algo que chocaría con lo que están haciendo algunos paises europeos menos afectados por el coronavirus: en Dinamarca han vuelto a clase el 15 de abril, en Alemania vuelven a clase el 4 de mayo, en Francia y Holanda el 11 de mayo. Pero en Italia no hay tampoco fecha de vuelta a clase y en Wuhan no han vuelto todavía.  


Si no se vuelve a clase en mayo o junio, la clave será reforzar mucho más el próximo curso escolar 2020-21, que podría empezar también con "clases online", según ha anticipado hoy el ministro de Universidades, Manuel Castell. Quizás haya que empezarlo antes y seguro que habrá que incluir materias no dadas en este curso y ayudar a los alumnos que se hayan quedado atrás por el confinamiento educativo. Eso exigirá una programación más personalizada y sobre todo, contar con más profesores de refuerzo. Para ello, el Ministerio de Educación prevé retomar el próximo curso escolar el Programa PROA, un Plan de refuerzo escolar en Primaria y Secundaria, que estuvo en vigor de 2005 a 2012, cofinanciado por el Gobierno central y las autonomías (500 millones) y que los recortes de Rajoy se llevaron por delante. Y también será importante cambiar el sistema de becas, para aumentar su número y cuantía, beneficiando ya el próximo curso a esos millones de familias que sufren la emergencia económica del coronavirus. Además, el ministro Castell ha prometido acordar con las autonomías la bajada de las tasas universitarias el próximo curso.   


Mientras se decide si reabren o no los colegios y cómo será el próximo curso, el hecho ahora es que la división política entre las autonomías provoca un efecto muy desigual del vigente “confinamiento escolar” para los alumnos no universitarios: en casi media España (las 5 autonomías “díscolas” suman el 46,3% del alumnado no universitario) tendrán una evaluación “más exigente” y en algo más de media España les harán una evaluación “más flexible”.  Confiemos en que la "sensatez educativa" de centros y profesores eviten en lo posible esa discriminación regional. Porque si no, esas divergencias "políticas" a la hora de evaluar, además de perjudicar a millones de alumnos (sobre todo a los que han tenido más problemas para seguir el curso online), van a agravar la brecha educativa en España, las diferencias educativas entre autonomías, que ya eran muy importantes antes del coronavirus. 


Haya o no más repetidores por el coronavirus, lo esencial es que España ya es hoy un país líder en alumnos repetidores, según el último Informe PISA 2018: un 28,7% de los alumnos de 15 años han repetido curso, frente al 13% que repiten en la UE-28 y un 11,4% en la OCDE, siendo el tercer país de Europa con más repetidores, tras Luxemburgo (32,2%) y Bélgica (30,8%) y muy lejos del 3,3% de repetidores en Finlandia. Y eso se debe a que en otros paises la enseñanza es diferente, menos memorística y da menos peso a los exámenes y más a la evaluación continua de los alumnos. Pero, además, hay grandes diferencias de repetidores porautonomías. Hay 13 regiones con más repetidores que la media, encabezadas por Ceuta (49,1% alumnos 15 años han repetido curso), Melilla (45,6%), Canarias (35,6%), Extremadura (34,7%), Murcia (34,6%), Castilla la Mancha y La Rioja (34,1%), Andalucía (33,3%), Comunidad Valenciana (32,2), Baleares (31,7%), Aragón (30,4%), Madrid (29,9%) y Castilla y León (29,5%). Y otras 6 autonomías con menos repetidores: Cataluña (15,1%), País Vasco (20%), Navarra (23,9%), Asturias (26,7%), Cantabria (26,9%) y Galicia (27,5%). 


Ahora, con la diferente evaluación este curso, las diferencias regionales en repetidores aumentarán. Sobre todo porque el Informe PISA revela que hay una relación directa entre pobreza y alumnos repetidores: en España, los alumnos pobres repiten curso 4 veces más que las familias con más recursos, siendo el 2º país europeo (tras Eslovaquia) donde más incide la pobreza en los repetidores. Y otro factor que incide en los resultados académicos, en las pruebas de ciencias, matemáticas y lectura que analiza el informe PISA es el índice socioeconómico y cultural de los alumnos: en España, más del 12% del rendimiento en matemáticas, por ejemplo, se debe al nivel económico de las familias, mientras en toda la OCDE sólo afecta al 3% del rendimiento y en Europa al 4%. Ahora, dado que el coronavirus ha deteriorado mucho el nivel de vida y empleo de los más vulnerables, es de esperar que también afecte más negativamente al nivel educativo de sus hijos.


Así que, con el coronavirus y la diferente evaluación por regiones, tendremos un nivel más desigual de repetidores y de abandono escolar, que no sólo es más elevado en España (somos líderes, con el 17,9% de jóvenes de 18 a 24 años que han abandonado sus estudios al final de la ESO y no completan el Bachillerato o la FP, frente al 10,8% de media en la UE-28, el 8,9% de Francia, el 10,3% de Alemania, el 10,7% de reino Unido o el 8,3% de Finlandia, según Eurostat) sino que también está desigualmente repartido por autonomías: hay regiones que superan o rozan el 25% (como Baleares, Ceuta, Melilla, Andalucía o Murcia) y regiones donde apenas existe, como País Vasco (7% de abandono escolar temprano), Cantabria (8,9%), Navarra (11,3%) o la Rioja (12,9%).


Al final, el coronavirus y el “confinamiento educativo” van a dañar a todos los estudiantes españoles, pero todo apunta a que lo harán de forma muy desigual, afectado más a los jóvenes de familias con menos recursos que vivan en zonas rurales y estudien en centros públicos. Eso va a agravar aún más las desigualdades educativas en España, ya muy preocupantes antes de la pandemia. Se ve en el último informe PISA 2018, donde los alumnos de Ceuta sacan una nota en matemáticas (411 puntos) que indica que están 3 cursos por detrás de los de Navarra (503 puntos). Y Andalucía, más de 1 curso por detrás. En ciencias, los alumnos de Ceuta (415 puntos) están también 3 cursos por detrás de Galicia (510 puntos). Y Canarias o Andalucía, más de un curso por detrás. Y también hay grandes diferencias por autonomías en niveles de formación, en empleo y paro juvenil


Una parte de estas diferencias educativas por autonomías se debe a que gastan de forma desigual en la enseñanza, además de que España gaste también menos que Europa (el 4% del PIB frente al 5% de la UE-28, unos 11.200 millones menos anuales). Así, Madrid (la autonomía que más empeora en el último informe PISA) es la autonomía que menos invierte por cada escolar (3.945 euros), un 60% menos que el País Vasco, la que más invierte en Educación (6.502 euros). Pero el gasto no es todo, como revela que Galicia o Castilla y León gasten menos y tengan buenos resultados en el informe PISA. Eso exige pensar en otras razones, como el tipo de enseñanza que se da. Y muchos expertos coinciden en que hay que cambiar el modelo de enseñanza en España, buscando centrarse menos en la educación “memorística” y más en desarrollar la capacidad crítica, las habilidades y el trabajo en equipo. "Los docentes deberán cambiar su forma de enseñar en septiembre", ha advertido el director de Educación de la OCDE.


Por todo esto, urge aprobar una nueva Ley de Educación. El Gobierno aprobó el 3 de marzo un proyecto de Ley Orgánica que debía pactarse este año, aunque ahora se retrasará, al menos hasta dentro de dos cursos escolares. Pero si los partidos no son capaces de acordar siquiera cómo evaluar a los alumnos en una pandemia, no parece posible que vayan a pactar una nueva Ley educativa, la 8ª de la democracia. Y hay otra reflexión, a la vista de la actitud educativa de las autonomías en esta pandemia, cada una a su aire (como en la emergencia sanitaria): pensemos si la educación debería ser (como la sanidad) una competencia estatal, unificada en toda España, para reducir las actuales diferencias entre niños y jóvenes, cuya formación no debería depender de dónde vivan, como pasa ahora. Ahí lo dejo.