En los últimos 15 años, España y el mundo hemos asistido a 2 grandes crisis, que los políticos y economistas han afrontado de dos maneras diferentes. Ante la crisis financiera y de deuda (2008-2013), los principales Gobiernos y en especial Europa, se acogieron a la receta de recortar el gasto público en todo y abandonar la inversión del Estado, mientras en paralelo ayudaban a los bancos y entidades causantes de la crisis. Estos recortes “drásticos”, auspiciados en Europa por la alemana Merkel y los paises ricos del centro y norte, recayeron sobre todo en la Europa del sur, provocando una profunda recesión, que se cobró millones de empleos (en España se perdieron -3.572.700 empleos entre 2007 y 2013). Y la recuperación posterior (entre 2014 y 2019) fue lenta y débil.
jueves, 14 de noviembre de 2024
El gasto público nos ha salvado
En los últimos 15 años, España y el mundo hemos asistido a 2 grandes crisis, que los políticos y economistas han afrontado de dos maneras diferentes. Ante la crisis financiera y de deuda (2008-2013), los principales Gobiernos y en especial Europa, se acogieron a la receta de recortar el gasto público en todo y abandonar la inversión del Estado, mientras en paralelo ayudaban a los bancos y entidades causantes de la crisis. Estos recortes “drásticos”, auspiciados en Europa por la alemana Merkel y los paises ricos del centro y norte, recayeron sobre todo en la Europa del sur, provocando una profunda recesión, que se cobró millones de empleos (en España se perdieron -3.572.700 empleos entre 2007 y 2013). Y la recuperación posterior (entre 2014 y 2019) fue lenta y débil.
jueves, 19 de octubre de 2023
Autonomías frenan gasto social (antes PP+VOX)
Las autonomías son la clave en el Estado del Bienestar, para que funcionen la sanidad, la educación y los servicios sociales que tanto necesitamos. Por un lado, son los que gestionan estas competencias básicas. Y por otro, son los que las financian mayoritariamente, con los recursos que les transfiere el Presupuesto del Estado y sus propios ingresos. Así, las autonomías financian en España el 92% del gasto sanitario, el 85% del gasto educativo y el 74% de las ayudas a los dependientes. Pero resulta que las autonomías destinan cada vez menos recursos a los gastos sociales, tanto en importe total como en porcentaje de su gasto total, gastando más en otras cosas que no son el Estado del Bienestar (como la burocracia y el pago de la deuda), según un informe realizado por los Directores y Gerentes de Servicios Sociales, con datos comparativos entre 2009 y 2022.
jueves, 9 de junio de 2022
Dependencia: 11 autonomías "hacen caja"
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Enrique Ortega |
La Dependencia es uno de los 4 pilares del Estado del Bienestar, junto a la sanidad, la educación y las pensiones. Pero desde hace 15 años, cuando la Ley de la Dependencia inició su camino (2007), ha sido “la pariente pobre” del sistema de protección social, con falta de financiación primero y luego, a partir de 2012, con los recortes que aprobó el Gobierno Rajoy y que secundaron todas las autonomías. En total, entre 2012 y 2020, el gasto en Dependencia se recortó en España en 6.321 millones, según el cálculo de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales. En enero de 2021, Gobierno y autonomías pactaron un Plan de Choque para relanzar de una vez la Dependencia, con un compromiso de dedicar 3.600 millones más de los Presupuestos del Estado entre 2021 y 2023.
El primer año del Plan de choque, en 2021, el Estado central (los Presupuestos) aportó a la Dependencia 1.992 millones de euros, un 44% más (+608 millones) que en 2020. Pero al hacer el balance del año, los Directores y Gerentes de Servicios Sociales denuncian dos hechos. El primero, que las autonomías no han hecho apenas su esfuerzo (cofinancian con el Estado central la Dependencia): sólo aportaron 7.566 millones, un 0,57% más que en 2020. Y lo más escandaloso: 11 autonomías aprovecharon que el Estado central gastaba más para gastar ellos menos, para “hacer caja” y desviar dinero de la Dependencia a otros fines. Los casos más llamativos fueron Cataluña (gastó 55,1 millones menos en Dependencia en 2021), Canarias (-43,6 millones) y Castilla y León (-41 millones), aunque también gastaron menos Galicia (-19,6 millones), Aragón (-8), País Vasco (-6,8), Extremadura (-4,1), La Rioja y Murcia (-3,8 millones), Navarra (-2,4) y Castilla la Mancha (-0,5 millones).
En los casos de Cataluña y Canarias, el destacado “ahorro” hecho en 2021 es más escandaloso porque son las dos autonomías con más listas de espera: en Cataluña esperan una ayuda (ojo: que tienen legalmente reconocida) el 29,62% de los dependientes (12.611 murieron en 2021 “esperando”) y en Canarias “esperan” la ayuda reconocida el 26,25% de los dependientes (3.202 fallecieron en 2021 sin recibirla), según los datos de los Directores de Servicios Sociales. Y otra autonomía “ahorradora”, La Rioja, es la 2ª con más porcentaje de listas de espera: el 28,30% de sus dependientes en abril, según el IMSERSO.
El otro dato preocupante del balance de 2021 es que por culpa de la baja inversión de las autonomías (reitero: 11 gastaron menos que en 2020), se han perdido 75,77 millones de los aportados por el Presupuesto estatal: no se han gastado y Asuntos Sociales tiene que devolver ese dinero a Hacienda. Y eso porque el Estado central aporta una cantidad por dependiente, pero si la autonomía no la completa con otra (porque gasta menos), esa ayuda presupuestaria se pierde y el Dependiente no la recibe. Increíble pero cierto.
El problema no es sólo que la mayoría de las autonomías no hayan hecho el esfuerzo extra que sí hicieron los Presupuestos 2021 por el Plan de choque. Es que, por ello, no se han cumplido varios de los objetivos del Plan. El primero, reducir las listas de espera en 60.000 dependientes en 2021: sólo se ha reducido en 38.807, quedando todavía 193.436 dependientes a la espera de que les llegara su ayuda reconocida a finales de 2021. El 2º objetivo, extender la teleasistencia a todos los dependientes con un grado reconocido que vivan en su casa, tampoco se pudo cumplir en 2021: se aumentó el servicio de teleasistencia a 37.825 dependientes más, pero todavía quedan sin ese servicio 760.000 dependientes reconocidos. El tercer objetivo incumplido es la mejora de las prestaciones: ha mejorado el servicio de ayuda a domicilio (de 33,45 horas semanales ha pasado a 39,6 horas), pero la prestación más importante, la que reciben las familias por cuidar a un dependiente, se ha reducido en 2,51 euros al mes (de 239 a 236,49 euros).
Así que el Plan de choque, que iba a acabar con casi una década de recortes a la Dependencia, no ha funcionado como se esperaba en 2021. El esfuerzo de los Presupuestos del Estado ha sido importante, pero todavía hay una “dejación” del Estado central, que sigue cargando sobre las autonomías la mayor parte de la financiación de la Dependencia, cuando la Ley de 2006 estableció que la financiación pública de la Dependencia debía ser paritaria: 50% lo pagaría el Presupuesto del Estado y 50% las autonomías. En 2009, el Estado central pagaba el 46% y las autonomías el 54%. Pero a partir de 2010 y sobre todo con los recortes de Rajoy en 2012, el peso del Estado central en el gasto público en Dependencia bajó al 23,5% en 2013 y a un mínimo del 19,4% en 2019, financiando el 80,6% restante las autonomías. Y a pesar del salto por el Plan de choque, en 2021, el Estado central sólo financió el 27,3% del gasto público en Dependencia y las autonomías el 72,7% restante.
Las autonomías, que gestionan la Dependencia, se han encontrado estos 15 años con un enorme salto en el número de dependientes (de 758.361 beneficiarios en 2015 a 1.238.399 en abril de 2022) y una menor aportación del Estado central. Y han tratado de “capear el temporal”, atendiendo a más dependientes con sus pocos recursos. Para afrontar el reto, las autonomías han aplicado 3 “trucos”: dilatar en lo posible los expedientes que reconocen la dependencia de una persona (la mayoría, mayores), retrasar lo más posible la ayuda una vez reconocida legalmente (las “listas de espera: 194.842 personas, el 13,59% de todos los dependientes reconocidos) y tratar de conceder ayudas “low cost”, intentar prestar ayudas más baratas para poder cubrir a más dependientes sin disparar el gasto. Veámoslos.
El primer “truco” es dilatar los expedientes que reconocen los tres grados de dependencia con derecho a ayudas (I, II y III, la más grave). En 2021, el tiempo medio de espera para reconocer una prestación era de 421 días, según los Directores de Servicios Sociales, cuando el periodo máximo legal se fijó en 180 días. Pero hay autonomías que retrasan la resolución mucho más, para embalsar la demanda y retrasar el gasto: destacan Canarias (943 días, 2 años y medio), Andalucía (680 días), Cataluña (580), Murcia (573), Extremadura (551), Galicia y Comunidad Valenciana (411 días), mientras en Castilla y León tardan sólo 117 días, en el País Vasco 139 y en Cantabria 141. Otra vía que han utilizado algunas autonomías es “revisar” los grados de dependencia, como otra manera de “rebajar grados” y ahorrar…
El 2º truco para ahorrar es retrasar la concesión de la ayuda a los que ya se les ha reconocido una dependencia. Son las tristemente famosas “listas de espera” de la Dependencia: personas que esperan una ayuda económica, una teleasistencia, un centro de día o la ayuda para una residencia. En 2015, había 384.326 dependientes en listas de espera, un tercio del total (32,56%), al incorporarse ese año los Dependientes “moderados” (Grado I). Estuvieron por encima de los 300.000 en 2016 y 2017, bajando a 250.037 en 2018 (el 19,7% de los dependientes) y a un mínimo de 193.436 en diciembre de 2021, una lista de espera que ha empeorado este año (194.842 dependientes, el 13,59%, en abril de 2022).
El problema de la lista de espera ya no es sólo que se priva de recibir una ayuda pública a alguien que la tiene reconocida por Ley (imagínese que los pensionistas tuvieran “lista de espera”), sino que la mayoría de los dependientes son muy mayores (el 53% de los solicitantes y beneficiarios tienen 80 años o más) y muchos dependientes se mueren antes de que les reconozcan la ayuda o les llegue la prestación. El dato de los Directores de Servicios Sociales es impresionante: en 2021 murieron 46.300 dependientes esperando que resuelvan su expediente (18.356) o que les presten la ayuda que tienen reconocida (otros 27.944 dependientes). En total, cada día mueren 127 dependientes “esperando”… Tremendo.
El tercer truco para ahorrar es intentar atender a más dependientes con el mismo dinero (o menos, como las 11 autonomías que “ahorraron” en 2021). Para eso, en la última década, han desarrollado servicios de bajo coste (“low cost”) que engañan las estadísticas: hay más dependientes “atendidos” con servicios de baja calidad. Es el caso de la teleasistencia (el servicio más barato), que reciben el 18,69% de los beneficiarios), la ayuda a domicilio (18,57% de las prestaciones) o los Centros de día (5,81% de los beneficiarios). Hay muy pocos dependientes que reciben atención en una residencia (el 10,71%) y la mayoría reciben una ayuda económica para que les cuide su familia (el 30,77% de los beneficiarios) o un cheque para que ellos contraten un servicio (11,2% de los beneficiarios).
La mayoría de los dependientes (480.000) reciben una ayuda a sus familias para que los cuiden, una ayuda mínima de 236,49 euros de media (138,36 Grado 1, 240,59 Grado II y 333,73 Grado III), ayudas que varían mucho según las autonomías (el Estado asegura un mínimo y luego cada autonomía lo complementa). El 74,2% de los cuidadores familiares son mujeres y sólo 67.225 están dadas de alta en la Seguridad Social. Sobre el cheque para contratar un cuidador o una residencia, el importe es muy bajo y las familias pagan la diferencia, un alto copago. Así, un dependiente grave (Grado III) que quiera ir a una residencia, el sistema de Dependencia le paga 531 euros al mes, lo que supone para su familia un tercio del coste real que van a tener por llevarle a una residencia (si encuentra plaza).
Precisamente, las familias con mayores o personas dependientes han visto aumentar el coste de atenderles en los últimos años. Si en 2009 sólo financiaban el 14,7% del coste total de la Dependencia, con los recortes vieron aumentar los “copagos” y en 2015 ya financiaban el 20,5% del sistema (otro 17,49% el Estado central y 62,5% las autonomías), según los Directores de Servicios Sociales. Y ahora, en 2021, las familias ya pagan el 21,3% de los gastos totales de la Dependencia, casi como el Estado central (21,5%) mientras baja la financiación de las autonomías (57,2% del total).
Vistos los datos, está claro que la gestión de la Dependencia en estos 15 años es muy deficiente y problemática. Y además, es muy desigual entre las autonomías. Se ve claro en el retraso en los expedientes (2 años y medio en Canarias y 117 días en Castilla y León) y en las listas de espera: es muy alta en Cataluña (29,62% dependientes en espera), la Rioja (20,30%) y Canarias (26,25%) pero casi inexistente en Castilla y León (0,15%), Galicia (4,99%), Navarra (5,77%) o Ceuta (5,85%). Y eso tiene mucho que ver con la gestión, pero sobre todo con el gasto en dependencia, donde hay tremendas diferencias: el País Vasco gasta 12.932 euros por beneficiario (seguida de 11.814 en Extremadura, 10.541 en Navarra y 9.599 en Asturias), el doble que las que menos gastan, Castilla y León (6.599 euros por beneficiario, Andalucía (6.653), Galicia (6.758) y Canarias (6.893 euros).
Al final, los directores de Servicios Sociales tienen un Observatorio de la Dependencia que valora cada año la gestión y los gastos de las autonomías. En el de 2021, sólo 9 autonomías aprueban, 4 de ellas con notable: Castilla y León (8,4), Castilla la Mancha (8,1), Andalucía (7,5) y Madrid (7,4). Y suspenden en la gestión de la dependencia otras 10 regiones: Canarias (1,6 puntos sobre 10), Cataluña (2,8), los dos “farolillos rojos”, Navarra, Murcia, Cantabria, Ceuta y Melilla (3,4 puntos), Galicia (4,4), Asturias y Extremadura (4,7).
Este año 2022, el Presupuesto del Estado gastará otros 1.200 millones “extras” para financiar la Dependencia, siguiendo el Plan de Choque aprobado (que contempla otros 1.800 millones extras en 2023). Ahora falta ver si las autonomías siguen aprovechando estos mayores fondos para gastar ellas menos, como han hecho ya 11 en 2021. Parece claro que hay que hacer cambios, para conseguir suprimir la lista de espera en las 11 autonomías que la tienen muy baja y suprimirla totalmente en 2023, como prevé el Plan de choque. No va a ser fácil si no hay un Pacto entre el Gobierno y las autonomías para reducir las enormes diferencias entre autonomías, buscando más recursos extras para recortar drásticamente las listas de espera en Cataluña, Aragón, Canarias, Extremadura, País Vasco y Murcia. Y recabar más recursos autonómicos para mejorar los servicios de la dependencia, ayudando más a las familias, para que no carguen con buena parte del coste.
Gobierno y autonomías deberían volver a sentarse y pactar otro Plan de Choque, para resolver los problemas de fondo que tiene el sistema de la Dependencia y que revelan los distintos informes de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Porque si la Dependencia es hoy un problema, lo será más en el futuro, por el envejecimiento de la población: si hoy son 1.433.000 los dependientes con derecho a una prestación, en 2050 serán el doble (3 millones), según un informe del CSIC. Y eso obliga a buscar más recursos, porque la Dependencia no puede seguir “infra financiada”. De hecho, España destina hoy el 0,8% del PIB a la Dependencia, mucho menos que la mayoría de Europa (4% del PIB en Paises Bajos, 3,2% en Suecia, 2,5% en Dinamarca, 2,2% en Bélgica o 1,7% en Francia). El objetivo, según algunos expertos, debería ser gastar el 2% del PIB. Eso supondría gastar en Dependencia 24.500 millones al año, frente a los 9.558 millones de 2021.
En resumen, la Dependencia debe dejar de ser “la pariente pobre” del Estado del Bienestar y ser una prioridad de la política social, como la sanidad, la educación y las pensiones. Y no sólo por un sentido de justicia ante nuestros mayores y dependientes, también por razones económicas: la inversión en cuidados es muy rentable, porque se recupera una parte importante en cotizaciones e impuestos (el 41,7%) y crea mucho empleo (hay 283.694 personas trabajando en la Dependencia), lo que convierte la economía de los cuidados en un sector de futuro. Debe ser una prioridad. Se lo debemos a nuestros padres y abuelos.
lunes, 16 de marzo de 2020
Coronavirus: la recesión que viene
El coronavirus no es sólo una pandemia que enferma y mata, también pone en peligro la débil recuperación de la economía mundial y a una Europa que apenas crece. El daño a las economías ya es patente, al impedir la fabricación de muchos productos que venían de China o Corea, y por la incertidumbre, que desploma el consumo y los viajes, provocando el pánico en las Bolsas. El mundo y España decrecerán este año y se podrían perder muchos empleos, sobre todo en el turismo y la hostelería, la automoción, el comercio y el ocio. La duda es cuánto caerá la economía esta año y la intensidad de la recesión, que la Comisión Europea augura ya para Europa, con una caída del -1% o más. Va a depender de la dureza de las medidas que haya que tomar y de la duración de la epidemia (el pico será en abril y luego llegará hasta junio). Dos prioridades son claves: reforzar la sanidad (debilitada por los recortes) e impedir despidos definitivos (sólo temporales), ayudando a las empresas con créditos y flexibilidad. Tenemos que salir vivos y con trabajo de esta pesadilla.
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enrique ortega |
Antes de hablar de los daños económicos, veamos un balance de la pandemia a que nos enfrentamos. La epidemia se inició en la provincia china de Wuhan, entre el 12 y 19 de diciembre, pero los primeros casos no se reportaron a la OMS hasta el 31 de diciembre. El 9 de enero, China informó del primer muerto por coronavirus. El primer caso en Europa se dio el 25 de enero en Francia, llegando a España el 31 de enero (La Gomera). Y el 11 de marzo, la OMS declara la pandemia, que hoy afecta a 168.000 personas en 144 paises, con 6.500 muertos. España es hoy el 5º país más afectado del mundo (7.989 afectados y 294 muertos), tras China (81.079 casos y 3.228 muertos), Italia (24.747 casos y 1.809 muertos), Irán (13.938 casos y 724 muertos) y Corea del Sur (8.236 casos y 75 muertos). Los expertos indican que si no hacemos nada, el coronavirus contagiará al 60% de la población, aunque el 80% no lo notará o tendrá síntomas leves, el 15% necesitara tratamiento y el 5% restante sufrirá una situación crítica (y el 1-2% morirá). Así que es una pandemia muy seria.
El primer objetivo es ralentizar estos contagios, conseguir que el virus se propague lo más lentamente posible y a lo largo de varios meses, que no se concentre en uno o dos meses, porque eso colapsaría la sanidad, ya que no habría unidades de cuidados intensivos ni medios para atender a ese 5% más grave (sobre todo ancianos y enfermos crónicos). Por eso, las medidas de aislamiento tomadas drásticamente en China y en Italia o España (tarde) pretenden no sólo reducir los contagios sino “espaciar el ritmo”, “repartirlos” más para poder atenderlos. Es lo que explican estas curvas publicadas en la revista científica Lancet, la guía para las autoridades sanitarias de todo el mundo.
Este es el primer frente de lucha contra el coronavirus, el sanitario, la prioridad indudable, máxime cuando la pasada crisis económica y los recortes han debilitado la sanidad pública en muchos paises, entre ellos España. Baste un dato: Madrid tiene hoy 500.000 habitantes más que en 2008 y 3.300 sanitarios menos. Y lo mismo en la mayoría de autonomías, que necesitan con urgencia personal, instalaciones, camas, respiradores y material. De momento, el Gobierno va a transferir 2.800 millones a las autonomías para reforzar su sanidad y 1.000 millones del Fondo de contingencia para compras y suministros. Es un principio, pero habrá que gastar más y convocar plazas de médicos y sanitarios con urgencia.
El otro gran frente de actuación es la economía, para evitar que el coronavirus nos meta en otra crisis como la de 2008 o peor. Porque la pandemia daña la economía por dos vías. Una, provocando una “crisis de oferta”: vivimos en una economía globalizada y China es “la gran fábrica del mundo”(produce un 30% de las manufacturas mundiales), junto con Corea. Eso afecta a todos los paises que necesitan sus piezas y componentes para fabricar coches, tecnología, informática, medicamentos, maquinaria, material eléctrico, plásticos, productos químicos y ropa, además de frenar las ventas del mundo a China. Nissan ya cerró el viernes su planta de Barcelona y hoy cierran temporalmente las fábricas de Renault en Palencia y Valladolid, la de Seat en Martorell y la de Ford en Almusafes, todas por falta de suministros y por seguridad. La otra vía por la que el coronavirus ataca la economía es el miedo, la incertidumbre, que reduce las ventas y los viajes (la crisis de “demanda”), máxime si se ordenan aislamientos o se prohíben vuelos. Y esto afecta ya a casi todas las empresas, que reducen ventas y producción, junto al comercio, y, sobre todo, los hoteles, bares, restaurantes y líneas aéreas (que ya han anunciado múltiples EREs).
En este ambiente de temor, el dinero y los inversores han entrado en pánico, huyendo de los paises en desarrollo (Latinoamérica, África y Asia), que han perdido más de 30.000 millones de dólares en el último mes y medio, fugados a USA y Europa para invertir en bonos del Estado, lo que puede provocar una crisis en el Tercer Mundo. Y entre tanto, los inversores se han lanzado a vender sus acciones, provocando un desplome en las Bolsas mucho mayor que en 2008: el IBEX 35 han caído un -34,25% desde el máximo del 19 de febrero, lo que supone que los inversores han perdido más de 150.000 millones de euros. Eso frena en seco cualquier inversión, mientras la banca restringe más sus créditos.
Todo esto afecta a todo el mundo, pero España es uno de los paises que puede salir peor parado económicamente por el coronavirus por cuatro razones. La primera, porque somos la 2ª potencia mundial en turismo y vamos a perder muchos de los 83,7 millones de extranjeros que vinieron el año pasado, lo que afectará especialmente a Canarias, Baleares, todo el litoral mediterráneo y Madrid. La segunda, porque España es el 8º productor mundial de coches (13 factorías y 2,82 millones de coches fabricados en 2019), una industria clave para el consumo interno, la exportación (2,3 millones) y el empleo (2 millones), donde ya se han anunciado EREs temporales (Ford, Opel y Nissan).La tercera, porque España es un país muy dependiente de China: hay 160 empresas españolas instaladas allí y es nuestro tercer proveedor mundial (importamos de allí por valor de 29.154 millones, el 9,1% del total), sólo por detrás de Alemania y Francia. Y la cuarta razón, y la más preocupante, porque somos el país europeo con más empleo precario: el 26,10% de los asalariados tienen un contrato temporal y pueden ser “las primeras víctimas laborales” del coronavirus. Y además tenemos una mayor proporción de pymes (98%), más sensibles a la caída de ventas.
De momento, las instituciones económicas internacionales “no se mojan” al valorar los daños económicos del coronavirus. La OCDE dijo el 2 de marzo que podría “reducir a la mitad el crecimiento de la economía mundial en 2020” (del 2,4 anterior al 1,5%). Pero advertía que si la epidemia se propagaba, “Europa y Japón podrían entrar en recesión”. Y el FMI añadió, el 4 de marzo, que los daños “podrían ser más graves que los de la crisis financiera de 2008”, en despidos y caída de la oferta y la demanda, anunciando que va a movilizar un paquete de 45.000 millones de euros para ayudar a los paises pobres y emergentes. En el caso de Europa, el problema es que la economía ya estaba “parada” antes del coronavirus: creció sólo un +0,1% (la UE-28 y la zona euro) en el 4º trimestre de 2019, según Eurostat. Y Alemania y Reino Unido no crecieron nada (+0%), mientras España crecía un 0,5%, Austria, Dinamarca y Suiza sólo un 0,2% y 4 importantes paises decrecían: Francia (-0,1%), Italia (-0,3% sin el coronavirus), Finlandia (-0,7%) y Grecia (-0,7%).
A pesar de este estancamiento europeo a finales de 2019, que ahora el coronavirus transformará en caídas del crecimiento, las autoridades europeas han reaccionado tarde y mal ante la pandemia: se han limitado a un Consejo europeo por videoconferencia (dos horas y media, el 11 de marzo) donde aprobaron un Fondo de ayuda de 25.000 millones, de los que 7.500 saldrán de remanentes del Presupuesto y el resto no se sabe. El viernes, tras el desplome de las Bolsas, subieron el paquete de ayudas a 37.000 millones. Una miseria para una pandemia. Eso sí, cada país aprueba planes por su cuenta: 12.400 millones Alemania (otra miseria), 25.000 millones Italia, 34.000 millones Reino Unido. Y el Banco Central Europeo (BCE), que fue “el bombero” que nos salvó de la crisis de 2008, también ha sido parco esta vez, aprobando la compra extra de 120.000 millones de deuda pública y privada (sólo 10.000 más al mes) y prometiendo más crédito para las empresas, que nunca llega. Así no extrañe que las Bolsas se desplomaran el jueves al ver como el BCE y la UE afrontan la crisis del coronavirus. Y mientras, la Reserva Federal USA anuncia una inyección de liquidez de 1,5 billones de dólares, que se suman a los 50.000 millones de dólares de un Plan de emergencia presentado por Trump.
En este diletante contexto europeo, España está muy sola para luchar contra la crisis que provoca el coronavirus. El Gobierno ya ha aprobado un primer paquete de medidas económicas, además de la inyección de 3.800 millones para la sanidad. Básicamente, trata de aligerar de costes a las empresas y que tengan liquidez y créditos para no entrar en crisis, ayudando en paralelo a los trabajadores afectados. Primero, se concede una moratoria de 6 meses a las empresas afectadas para que retrasen el pago de impuestos (IVA, IRPF, sociedades…), hasta 30.000 euros por empresa , unos 14.000 millones de euros en total, una importante liquidez para hacer frente a la caída de ingresos. Segundo, una línea de crédito de 400 millones con mínimo interés, del ICO, para las empresas y autónomos del turismo, el transporte y la hostelería. Tercero, para preservar el empleo, se amplían las bonificaciones a la Seguridad Social en los contratos fijos discontinuos para que cubran los contratos de febrero a junio en turismo, comercio y hostelería. Cuarto, se permite que los trabajadores afectados por el aislamiento preventivo se consideren “baja por enfermedad”, lo que les permite cobrar desde el día siguiente el 75% del sueldo con cargo a la SS, no a su empresa. Y además, se conceden 25 millones para atender la pobreza infantil, las familias que ahora no acuden a los comedores escolares (cerrados).
Es un primer paquete de medidas de urgencia, al que seguirá otro que se está negociando con empresas y sindicatos. Básicamente, se trata de facilitar los expedientes de regulación de empleo temporales, para que las empresas puedan aligerar plantillas y gastos por unos meses y los trabajadores cobrar el sueldo sin consumir paro. Además, se estudian medidas específicas para el turismo (flexibilización de los slots o reservas de tiempo de las compañías aéreas y ayudas y créditos a hoteles), junto a ayudas a las familias que han tenido que reducir horarios (e ingresos) o gastar en cuidar a sus hijos por el cierre de colegios. ”No vamos a escatimar recursos. Haremos lo que haga falta”, dijo el jueves el presidente Sánchez.
¿Será suficiente? ¿Entraremos en otra crisis? Va a depender no sólo de las medidas de ayuda que se tomen, sino de dos factores más. Uno, la intensidad de las medidas que se impongan para atajar la pandemia. Si se aíslan las ciudades y se cierra todo, salvo supermercados, farmacias y gasolineras (como en Italia), con el “estado de alarma” (necesario), los daños económicos serán mucho más cuantiosos. Y el otro factor clave será la duración de la pandemia. Según la curva que manejan los expertos, el "pico" del contagio podría alcanzarse hacia el 15 de abril y el final de los contagios a finales de junio. De ser así, demos por perdida la Semana Santa (clave) y buena parte de las reservas turísticas del verano, mientras serán muchas las empresas que no podrán aguantar tantos meses de caída de ventas. Estaríamos hablando de dos trimestres de caída de la actividad ("recesión") y un año 2020 donde no creceríamos nada o incluso decreceríamos y se perdería empleo, algo que no sucede desde 2014. La Comisión Europea acaba de reconocer que Europa entrará en recesión en 2020 y que la caída puede ser del -1% o incluso más, según las medidas que se tomen para reducir los daños. Hoy se reúne el Eurogrupo (ministros economía UE) para ver si hacen algo más a nivel europeo. De eso va a depender también que entremos en otra crisis como la de 2008 o peor.
Lo importante es salvar vidas y salvar empleos. Deben ser los dos objetivos de todos. Y por eso, las empresas y los sindicatos deben pactar con el Gobierno medidas para salvar empresas y empleos, evitar que alguien utilice el coronavirus para “limpiar plantillas”. En eso hay que ser inflexible, con ayuda de la Inspección de trabajo. Y en paralelo, todos los partidos deberían pactar un aumento del gasto y admitir que no se va a poder cumplir con el déficit que exige Bruselas. Hay que gastar lo que haga falta para salvar vidas y empleos, diga lo que diga la UE. “Europa sabe que no puede volver a cometer los errores del pasado (austeridad) que tanto perjudicaron a nuestras economías (...). Nosotros vamos a movilizar todo lo que tengamos a nuestro alcance. Haremos lo que haga falta”, dijo el jueves Pedro Sánchez. Y hay que apoyarle ante Bruselas. Para ello, haría falta pactar y aprobar cuando antes un Presupuesto extraordinario para 2020, “el Presupuesto del coronavirus”. Urge.
Mientras tanto, debemos luchar juntos contra el coronavirus, quedándonos en casa. Y podremos ver cada día si tenemos éxito. Empezaremos a ganar esta guerra cuando el ritmo de contagios baje, el gran objetivo que se busca: que baje la cifra de nuevos contagios. El 5 de marzo aumentaron en +37 (+18%), el día 6 en +104 (+39%), el lunes 9 en +410 (+69%), el jueves 12 en +810 (+27%), el viernes 13 en +1.259 (+43%), el sábado 14 en +1.519 (+36%) y ayer domingo 20 en +2.000 nuevos (+35%). Van a seguir subiendo, pero algún día empezarán a bajar y veremos sentido a todo este sacrificio. Busque cada día el dato oficial, que publica esta web de Sanidad hacia las 14 horas. Y calcule el porcentaje de aumento de contagios (nuevos contagios/contagios de ayer). Este porcentaje ha de ser nuestra guía, nuestra obsesión. Tardará, pero bajará.
Para acabar, unas reflexiones que vienen a cuento. La primera, que el coronavirus nos demuestra que somos muy vulnerables, que nuestra vida y nuestro trabajo se pueden “poner patas arriba” en unos días, sin que podamos controlarlo apenas, así que quizás sería bueno que revisáramos nuestras prioridades vitales. La segunda, que el Estado, tan denostado por muchos “liberales de pacotilla”, nos hace mucha falta y es la única garantía que de verdad tenemos para mantener la actividad y hasta la vida. Tercera, que la salud es lo primero y nunca más deberíamos permitir recortes sanitarios. Y cuarto, que emergencias como esta se pueden repetir y no estamos preparados, ni con medios, ni con investigadores ni con recursos, lo que obligaría a crear un Fondo de contingencia para emergencias, reservas estratégicas y protocolos claros, para no volver a improvisar en futuras crisis.
Y dicho todo esto, tranquilos: vamos a salir de esta pesadilla, aunque estaremos mal unos meses. Insisto: lo importante es salir vivos y con trabajo.