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lunes, 30 de diciembre de 2019

Chequeo UE: nuestra salud, buena y barata


La salud de los españoles es la mejor de Europa: tenemos la menor tasa de mortalidad y la mayor esperanza de vida (83,4 años). Y eso gracias a un sistema sanitario excelente, muy eficaz  en el tratamiento de enfermedades y con bajo coste, menor que el de los grandes paises europeos, según el chequeo sanitario que acaban de hacer la UE y la OCDE a 30 paises europeos. Una valoración extranjera mucho mejor que la de los ciudadanos españoles, que sólo dan un aprobado a la sanidad pública (6,57 puntos), sobre todo por las listas de espera y el deterioro en urgencias y ambulatorios. El chequeo de la UE nos recomienda gastar más en sanidad, atender mejor a los mayores (geriatría y dependencia), aumentar médicos y enfermeras, reducir el tabaquismo y la obesidad (responsables de 350 muertes diarias) y dedicar más esfuerzos a la prevención y a la atención primaria. Podemos estar orgullosos de nuestra sanidad, pero hay que apuntalarla. La salud es lo primero.

enrique ortega

Los españoles sentimos mayoritariamente que tenemos una buena salud (el 77,8% cree que es “buena o muy buena”, según la última Encuesta Nacional de Salud 2017) pero consideramos la sanidad como nuestro 6º mayor problema (tras el paro, los políticos, la economía, Cataluña y la corrupción, según el Barómetro del CIS de noviembre) y sólo le damos a la sanidad pública un aprobado alto (6,57 puntos), según el último Barómetro Sanitario de 2018, en el que un 68,3% de españoles creen que funciona “bien o bastante bien” y un 26,2% creen que “necesita cambios fundamentales”. Así que tenemos una percepción buena de la sanidad pública, pero mejorable. Y desde luego, peor de la que revela el último Chequeo que nos han hecho, a finales de noviembre, la UE y la OCDE, junto a otros 29 paises europeos (los 27 de la UE más Noruega e Islandia). Ahí reflejan que tenemos una salud excelente y que se debe a tener una sanidad muy eficaz y más barata que la de la mayoría de Europa.


El indicador que resume todos los demás es que España es el país europeo con la mortalidad más baja: aquí murieron 829 personas por cada 100.000 habitantes en 2016, frente a 1.002 de media en la UE, 838 en Francia y 843 en Italia, los paises con menor mortalidad, en contraste con los 1.600 muertes 1.476 muertes en Rumanía o Letonia, según el último indicador publicado por Eurostat (datos 2016). Y en 2018, el último dato publicado por el INE, en España hubo 915 muertos por 100.000 habitantes, todavía menos que la mortalidad europea de hace dos años. Y si ajustamos la mortalidad por la edad (homogeneizando las diferentes edades de los paises), España tuvo en 2018 la tercera tasa de mortalidad más baja de Europa: 462 muertes por 100.000 habitantes, sólo por delante de Francia (457) y Luxemburgo (460) y muy por encima de la media UE (561 muertes), Alemania (540) e Italia (468), según el reciente estudio “Estado de la Salud de la UE 2019”.


España tiene menos muertes porque tenemos una sanidad más eficiente, que “evita” muchas de las muertes que se producen por causas “evitables” y “tratables”. Así, España tiene una de las tasas de mortalidad más bajas de Europa en muertes “evitables” (118 por 100.000 habitantes) frente a 161 en Europa) y en muertes “tratables” (67 muertes por 100.000 habitantes frente a 93 en la UE). El estudio europeo señala que un 38% de las muertes totales serían “evitables” en España (162.500 de las 427.721 que se produjeron en 2018), pero que en Europa lo son más, el 44% de las muertes. Y eso, a pesar de que las tasas de tabaquismo son mayores en España que en Europa (22% adultos fuman a diario frente al 19% en la UE) y también tenemos más sobrepeso y obesidad (17% de adultos frente al 15% en la UE), por la deficiente alimentación y el escaso ejercicio, aunque bebemos menos alcohol (9% adultos lo consumen en exceso frente al 20% en Europa).


A pesar de estos factores de riesgo, la sanidad española ha conseguido reducir las muertes por enfermedades cardiovasculares  (sobre todo en cardiopatías isquémicas y enfermedades cerebro-vasculares) y también por cáncer de pulmón y colorrectal, aunque han aumentado las muertes por Alzheimer. El informe señala el éxito de los tratamientos de los infartos en los hospitales españoles: sólo mueren 6 de cada 100 hospitalizados tras un infarto (a los 30 días), cuando la media europea es de 9,8 muertos. Y también refleja un mayor éxito en la mayoría de tratamientos de cáncer en España: sobreviven el 85% de los enfermos con cáncer de mama (83% en la UE), el 63% con cáncer de colon (60% en la UE) y el 90% de los cánceres de próstata (87% en la UE), aunque estamos ligeramente peor en supervivientes de cáncer de pulmón (14% frente al 15% en la UE), por el mayor tabaquismo en España.


Al final, la menor mortalidad, por el eficaz tratamiento de las enfermedades que conllevan muertes “evitables” (cardiopatías isquémicas, accidentes de circulación u muertes relacionadas con el alcohol) y “tratables” (muertes por cardiopatías, enfermedades cerebro-vasculares y cáncer) lleva a un resultado espectacular: España es el país europeo con mayor esperanza de vida en 2018 (en el año 2000 nos ganaban Suecia a Italia), según el chequeo sanitario de la UE, que revela que los españoles viven una media de 83,4 años, frente a 80,9 años de media en Europa. Y mayor esperanza de vida que Italia (83,1 años), Francia (82,7 años), Suecia (82,5 años), Alemania (82,1) o Reino Unido (81,3 años).


Y otro dato muy importante, que resalta este estudio europeo: España tiene menos desigualdades en esperanza de vida que la mayoría de Europa por situación socio-económica (apenas) y nivel educativo: los que tienen bajos estudios viven 2 años menos (en Europa son 3,6 años menos de vida) y los mejor formados viven 4,2 años más en España y 6,5 años más en Europa (más brecha por formación). En cuanto a la brecha de vida por género, en España los hombres viven 5,5 años menos que las mujeres y en Europa 5,2 años menos.


Vivimos más años, sí, pero el informe de la UE señala un problema de esta mayor longevidad española: la peor calidad de una vejez más larga. Tenemos más mayores con enfermedades crónicas (el 59% de los mayores de 65 años en España, frente al 54% en la UE), con discapacidad o limitaciones para valerse por sí mismos (el 21% de los mayores frente al 18% en Europa) y con depresión (el 39% de mayores en España frente al 29% en la UE). Esto exige, señalan, un gran esfuerzo no tanto en sanidad como en asistencia geriátrica y en ayudas a la dependencia, esfuerzo que aumentará a medida que España envejece a lo largo de este siglo.


El chequeo sanitario europeo resalta también que la sanidad pública española es “prácticamente universal” (atiende al 100% de los empadronados) y que lo hace con un gasto mucho menor que en la media europea: 2.371 euros de gasto sanitario por habitante, frente a 2.884 euros de media en la UE. Eso nos coloca como el 11º país que menos gasta en sanidad de los 30 analizados. Si se toma el gasto sanitario total en relación al tamaño de la economía, el gasto sanitario en España era del 8,9% del PIB (2017) frente al 9,8% de media en la UE, el 11,3% de Francia, el 11,2% de Alemania, el 11% de Suecia, el 9,6% de Reino Unido o el 8,8% de Italia.


Además de gastar menos en sanidad, el estudio revela que los hospitales españoles son más eficientes que la media europea. Por un lado, somos el 4º país con menos camas de hospital por paciente: 3 por cada 100.000 habitantes frente a 5 de media en la UE. Esto es consecuencia del recorte de inversiones en nuevos hospitales, pero también de que han aumentado las intervenciones no hospitalarias (intervenciones ambulatorias de cataratas, amigdalitis y hernia inguinal)) y las llamadas “hospitalizaciones evitables”, sobre todo de enfermos de diabetes e insuficiencia cardiaca: España tiene 400 hospitalizaciones “evitables” por cada 100.000 habitantes, un tercio menos de las 600 que se registran en Europa. Además, otro dato de eficiencia es que la duración de la estancia en hospitales se ha reducido, a 6,2 días en España y a 8 días en la UE, según el chequeo sanitario europeo.


España tiene menos gasto sanitario y menos peso del gasto público en sanidad, que ha bajado por los recortes y el auge de la sanidad privada en las últimas dos décadas. Así, el gasto público supone en España el 71% del gasto sanitario total frente al 79% en Europa. Y, en consecuencia, el gasto privado en sanidad es mayor en España y ya supone un 29% del gasto total, por encima del 21% europeo. Eso se debe a que las familias cargan ahora con dos gastos que son mayores que en Europa: el copago farmacéutico (supone el 24% del gasto sanitario en España, frente al 19% en la UE) y el gasto en atención dental. Por estos dos conceptos, y algunos otros pagos no cubiertos por la sanidad pública, los españoles pagan de su bolsillo un 50% más en salud que la media europea (el 23,6 de pagos directos respecto al gasto total frente al 15,8% de media en la UE).


Tras reiterar la eficacia de la sanidad española, el chequeo no olvida los problemas que sufre de listas de espera, recordando que han aumentado desde 2010 a 2018, por los recortes: de 90 a 100 días una operación de cataratas  (60 días en Reino Unido y Holanda y 120 días en Portugal) o de 135 a 150 días una artroplastia de cadera (52 en Holanda, 85 días en Reino Unido y 128 días en Portugal). Y llama la atención sobre las grandes diferencias regionales en España: entre los más de 150 días que esperan la mitad de pacientes en Castilla la Mancha, Canarias o Extremadura y los 50 días de Madrid, la Rioja o Navarra.


El otro problema que destaca en la sanidad española es la falta de médicos y sobre todo de enfermeras, así como la tremenda precariedad del personal sanitario (el 30% del personal tenía contrato temporal en 2017). España tiene más médicos (3,9 médicos por 1.000 habitantes) que la media UE (3,6 médicos), pero la tercera parte tienen más de 55 años y se jubilarán en una década y faltan en algunas especialidades y en atención primaria. En cuanto a  enfermeras, tenemos muchas menos (5,7 por 1.000 habitantes) que la UE (8,5). Y en general, estamos por debajo en médicos y enfermeras que Noruega, Islandia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Portugal y Austria, según este estudio de la UE y la OCDE.


Cara al futuro, el estudio europeo señala que la sanidad española va a sufriruna tensión en el gasto”, derivado del mayor envejecimiento de la población y del aumento del gasto en cuidados a largo plazo a los mayores (dependencia y atención geriátrica), máxime cuando hoy hay 9 millones de españoles mayores de 65 años y en 2050 habrá 16,4 millones de mayores. Y alerta a España que esta tensión “puede poner en peligro la viabilidad del sistema a largo plazo. Además, señala que el nuevo gasto sanitario, a partir de 2015, se ha ido más a la atención hospitalaria, que gana peso en el gasto frente a la atención primaria. 


Precisamente, la propuesta básica de este chequeo a la sanidad española y europea es “apostar más por la prevención y la atención primaria”. O sea, volcarse más en campañas contra el tabaquismo, la obesidad y el alcohol y en mejorar la atención de los médicos de familia y ambulatorios que gastar más en hospitales. Además, el estudio señala otras recetas para apuntalar nuestra sanidad: más gasto sanitario (equipararnos al gasto medio en Europa, ese 9,8% del PIB, supondría gastar 11.000 millones más cada año), más médicos y sobre todo más enfermeras (con contratos más estables), más cirugía ambulatoria, más avances en la lucha contra algunos cánceres, menos uso de antibióticos, mayores campañas contra el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo y el alcohol y mayores recursos y medios para la dependencia y la atención geriátrica a los mayores. Sin olvidar una renovación tecnológica de los hospitales (el 50% de los equipos tienen más de 10 años de vida, lo que nos coloca como el 2º país con la tecnología sanitaria más obsoleta de la UE, según la patronal Fenin) y el desarrollo de la telemedicina, todavía atrasada en España.


En definitiva, que podemos sentirnos muy orgullosos de nuestra sanidad, según este chequeo de la UE y la OCDE: permite que seamos los que vivimos más años en Europa. Pero hay que apuntalar el sistema, con dinero, personal, mejoras y reformas, para afrontar un país más envejecido y una tecnología sanitaria y unos medicamentos mucho más costosos. Habrá que buscar el dinero “debajo de las piedras” y gestionar con eficacia, para que esta sanidad excelente que tenemos no se deteriore más. Y para que aguante la tensión de un futuro donde aún viviremos más años. La salud es lo primero.

jueves, 3 de octubre de 2019

La salud mental de los españoles tras la crisis


La crisis iniciada en 2008 y sus secuelas han afectado poco a la salud física de los españoles pero ha dañado nuestra salud mental, según un estudio de 2018 realizado por encargo del Ministerio de Sanidad. Y han sido los parados, sobre todo los que llevan varios años sin trabajar, los que sufren más trastornos mentales. Ellos y sus familias, incluidos niños y jóvenes con trastornos de conducta y fracaso escolar. Al final, 9 de cada 100 adultos tienen algún trastorno mental y más de 1 millón de españoles tiene un trastorno mental grave. Y hay 10 muertes por suicidios al día en España, el triple que muertes por tráfico, muchos por depresión y trastornos mentales. La OMS considera que, para 2030, la salud mental será la primera causa de discapacidad en el mundo y el mayor reto sanitario de Europa. Urge tomar medidas para mejorar la salud mental de los españoles y reducir la angustia de parados, trabajadores precarios y familias pobres. Conseguir que la crisis no les supere.


La Gran Recesión de 2018 ha cambiado a fondo nuestras vidas, desde el trabajo y los sueldos a cómo gastamos, dónde vivimos y hasta los hijos que tenemos. Pero, ¿ha afectado también a nuestra salud? Para saberlo, el Ministerio de Sanidad encargó un estudio a 6 expertos universitarios. Y sus conclusiones, publicadas a finales de 2018, son reveladoras: la crisis ha afectado poco a nuestra salud física (de momento: dicen que podría pasarnos factura más adelante) y bastante a nuestra salud mental, empeorándola.

El estudio revela que la salud física de los españoles no parece haber empeorado con la crisis: seguimos con una baja tasa de mortalidad y con una de las mayores esperanzas de vida del mundo, con muchos años de vida saludable y baja mortalidad infantil, aunque advierten que debemos ser cautelosos, porque a veces los efectos negativos de las crisis tardan en manifestarse. Eso sí, hay algunos indicadores sanitarios que han empeorado: han aumentado los tumores y ganan peso entre las causas de muerte, han ido a más la diabetes, hipertensión y obesidad (quizás en parte por el estrés y los malos hábitos por la crisis), hay más enfermedades de corazón y asma (sobre todo entre inmigrantes) y los jóvenes consumen ahora más alcohol, tabaco, drogas y pastillas que antes de la crisis. Y además, los recortes de presupuestos y plantillas (médicos y enfermeras) han deteriorado la asistencia sanitaria, colapsando consultas y urgencias y multiplicando las listas de espera.

Pero lo más llamativo de la crisis ha sido que ha empeorado bastante la salud mental de los españoles, según el estudio, sobre todo “en los varones en edad laboral, especialmente en personas en situación de desempleo o con empleos precarios”. Aquí, en estos dos colectivos, “la prevalencia (riesgo) de padecer una enfermedad mental es del 29,2%, frente al 14,9% en el conjunto de la población ocupada”, concluyen. Y además, los problemas mentales han afectado más a los españoles sin estudios: el 27% han estado en riesgo de padecer un problema mental o depresión, frente al 14,7% entre españoles universitarios. Y no han sido sólo los trabajadores precarios o parados poco formados los que han sufrido o sufren problemas mentales: la enfermedad ha caído sobre sus familias, en especial sobre mujeres (separaciones y malos tratos), niños y jóvenes, que tras sufrir problemas económicos en casa, padecen más problemas de trastornos de conducta, adicciones y fracaso escolar, según un estudio sobre adolescentes de 2016, coordinado por Josep Matalí.

Otro estudio, recientemente publicado por el Observatorio Social de la Caixa, ha analizado los efectos del desempleo en la salud mental de los parados españoles, entre 2006 y 2011. Y también concluye que el paro, sobre todo el de larga duración (más de 1 año sin trabajo) ha afectado muy negativamente a la salud mental de estos parados. Concretamente, han comprobado que un aumento del 10% en el paro en la construcción (aumentó del 6 al 24% durante la crisis) aumentó un 3% las enfermedades mentales en estos parados. Y eso, porque el desempleo provoca aislamiento, estrés económico, “auto condena” y sensación de “inutilidad personal”, priva a las personas de rutinas y experiencias compartidas y les quita la posibilidad de “contribuir al bienestar de la familia y la sociedad”, factores que llevan en muchos casos a la depresión y a los trastornos mentales.

El riesgo de sufrir un problema mental se agrava si el parado lleva mucho tiempo sin trabajo, según todos los estudios médicos. Y esto ha pasado más factura en España porque somos el 2º país de Europa (tras Grecia) con más paro de larga duración, según Eurostat: lo sufren el 6,4% de la población activa en España, frente al 2,9% en la UE-28. En junio, último dato de la EPA, había 1.006.900 parados que llevaban más de un año sin trabajar, el 44,71% de todos los parados (y de ellos, 668.342 llevan más de 4 años parados, según el SEPE). El problema afecta sobre todo a los parados mayores de 50 años: son el 70% de los desempleados que llevan más de 4 años sin trabajar. Y además, tienen un futuro oscuro, porque las empresas reconocen que “descartan” de entrada la mayoría de currículos de las personas con más de 55 años, según una encuesta de la Fundación Adecco.

Al final, el paro, el trabajo precario y los bajos salarios que nos ha dejado la crisis han agravado los problemas de salud mental, en España y en el resto del mundo. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca el paro (sobre todo el de larga duración) como “un factor de riesgo” de los problemas mentales, aunque añade otros: horarios excesivos, condiciones de trabajo, inseguridad laboral, falta de trabajo en equipo y, sobre  todo, el “acoso laboral” (“mobbing”). Y todo ello provoca que haya 264 millones de personas en el mundo con depresión, según la OMS, lo que cuesta muchas vidas (se producen 800.000 suicidios al año) y muchas pérdidas económicas (1 billón de dólares al año). Y vamos a más, por lo que la OMS estima que para 2030, la salud mental será “la primera causa de discapacidad en el mundo” y “el principal reto sanitario en Europa”.

En España, la crisis ha agravado la salud mental y ahora los datos son muy preocupantes. El primero, que un 9% de españoles adultos tiene “algún trastorno mental”, lo que supone 3,5 millones de españoles. Y, de ellos, entre el 2,5 y el 3% de la población adulta tiene “un trastorno mental grave”: son más de 1 millón de españoles, según la última estadística aportada por la Confederación Salud Mental España.  El segundo dato llamativo es que los problemas mentales tienen un coste anual que ronda los 80.000 millones de euros (entre el 6 y el 8% del PIB), sumando costes económicos y sanitarios.

Pero el peor coste de los problemas mentales es en vidas humanas: en España se produjeron 3.679 suicidios en 2017, según el INE, más de 10 muertes por suicidio al día (3 de cada 4 son hombres), entre el 65% y el 95% provocadas por depresiones y trastornos mentales, según Salud Mental España. Son la primera causa de muerte no natural en España desde hace 11 años y la tercera causa de muerte entre jóvenes (se suicidan unos 300 al año). En conjunto, duplican las muertes por accidentes de tráfico, superan en 11 veces a los homicidios y 80 veces las muertes por violencia de género. Y además, otras 200 personas intentan suicidarse cada día en España sin conseguirlo, según Salud Mental España.

Los problemas de salud mental se han agravado con la crisis y la perspectiva es que sigan creciendo: el 15% de los adultos españoles tendrán algún problema de trastorno mental a lo largo de su vida, según estima Salud Mental España: son 5,8 millones de personas, casi 1 de cada 6 españoles. Como para que el problema, agravado con la crisis, sea una prioridad para la salud pública. Sin embargo, los expertos denuncian que faltan medios y recursos: hay pocos servicios de atención a los enfermos mentales y las consultas y unidades hospitalarias están colapsadas. La Confederación Salud Mental España se queja de que no se incluya la atención mental en los programas de salud pública y que no exista un Plan de prevención del suicidio, que mata el doble que el tráfico. Y denuncian que hay un “estigma social sobre las enfermedades mentales y el suicidio, que la sociedad y los Gobiernos “miran para otro lado”, cuando debería ser una prioridad en la agenda política, sanitaria y social.

En junio, la ministra de Sanidad en funciones se comprometió en el Senado a elaborar una Estrategia Nacional de Salud Mental antes de fin de año, promesa que va a depender del resultado electoral. Salud Mental España, que colabora en preparar esa estrategia, ha propuesto una serie de medidas, que se centran en cuatro frentes: aprobar un teléfono de 3 cifras (similar al 016 o el 112) para atender a los posibles suicidas, prevenir los problemas emocionales desde la escuela, apoyar a las familias, mujeres e inmigrantes más vulnerables y visibilizar el suicido y los problemas mentales en los medios (Campaña #Habladelsuicidio), para quitarles el negativo "estigma social" que ahora tienen (en Canadá se ha hecho, con buenos resultados).

Quizás venga otra crisis. Pero llegue o no, todavía hay 10 millones de españoles vulnerables, según el informe FOESSA, por problemas de paro, trabajo precario, pobreza, falta de vivienda, aislamiento social y muchos otros. Y si vuelven los problemas, lo sufrirán en su salud, física y mental. Por eso, una de las prioridades del próximo Gobierno debería ser aprobar un Plan de choque por la salud mental concentrado en las “bolsas de desolación”: los colectivos (mayores de 50 años, mujeres y jóvenes), sectores (industria, campo, servicios) y provincias (Melilla, Ceuta, Cádiz, Granada, Jaén, Las Palmas, Sevilla y Badajoz tienen más del 20% de paro) que más sufren la crisis. Y un Plan específico contra el paro de larga duración, el mayor detonante de problemas mentales, con medidas concretas para fomentar la contratación de los mayores de 50 años, mujeres y jóvenes. Y por supuesto, aprobar ese prometido Plan de Salud mental, integrado en una política sanitaria con más medios.

La crisis de 2008 y sus secuelas hasta hoy nos ha cambiado la vida, pero a muchos también la salud, provocando depresiones, trastornos mentales y suicidios, que han hundido a miles de familias. Es hora de mirar de frente ese problema y tratar de paliarlo, con decisión política, medios y apoyo social. Porque la economía debe servir para mejorar la vida de las personas, no para hundir su salud física y sobre todo mental. Crezcamos sanos.