Mostrando entradas con la etiqueta bono social eléctrico. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bono social eléctrico. Mostrar todas las entradas

lunes, 6 de noviembre de 2017

Sube la luz y llega el "tramposo" bono social


La luz subió en octubre, por 7º mes este año, y cuesta ya un 12,18% más que en 2016. La culpa la tienen la sequía y el clima, que recortan la energía hidráulica y eólica, aumentando el uso del carbón y el gas, más caros y contaminantes. También funciona mal el mercado eléctrico, con muchos vaivenes de precios. Pero este mayor coste de la luz sólo cuenta para un 35% del recibo: el resto son impuestos (25%) y una parte regulada (40%) donde el Gobierno nos carga costes que debería pagar el Presupuesto, como las ayudas a renovables, nucleares, centrales de gas, empresas e islas. Y por eso pagamos la luz más cara que el resto de Europa. Este alto precio hace que muchas familias no puedan pagar la luz y se la corten. Acaba de estrenarse el nuevo bono social, con muchas “trampas”: sólo se librarán del corte los “pobres” a quienes paguen la mitad del recibo los Ayuntamientos. Urge reformar el mercado eléctrico, una asignatura pendiente desde la transición.



                                                                                      enrique ortega

El recibo de la luz volvió a subir en octubre, un 7,48%, según la Comisión de la Competencia (CNMC), la mayor subida este año desde la de enero (+9%). Con ello, son ya 7 meses en que ha subido la luz este año y el usuario medio paga 76 euros más de factura (682,89 euros) que en los diez primeros meses de 2016, un 12,6% de subida anual. La causa principal de estas subidas está en el clima, sobre todo en la sequía y la falta de viento, que han recortado la electricidad producida por centrales hidroeléctricas y molinos eólicos (más barata), aumentando la luz generada por centrales térmicas de fuel y gas natural (más cara). Además, en enero se disparó el precio de la luz por el parón de algunas centrales nucleares francesas, que aumentó la exportación de electricidad a Francia y los precios en España.

Pero si sube la luz no sólo es culpa del clima. El mercado eléctrico ibérico (MIBEL), que funciona desde enero de 1998, es un mercado estrecho (un “mercadillo”) y con precios muy volátiles, donde muy pocas empresas (Iberdrola, Endesa y Gas natural) tienen un gran poder y se benefician de un sistema de precios “de locos” que les permitió Aznar con la Ley eléctrica de 1997.En esencia, es un mercado donde cada tipo de electricidad se ofrece a su precio y cada hora se fija un precio que es el de la electricidad más cara. Así, por ejemplo, si hay poca agua o viento, las eléctricas ofrecen electricidad de sus centrales de gas (las más caras), a 90 euros el kilowatio. Y eso es lo que paga el mercado por el kilowatio de las centrales hidroeléctricas (que cuesta producir 10 euros) o nucleares (22 euros). Un negocio redondo para estas centrales, que además están ya amortizadas. Es como si compráramos carne picada hecha con pollo, cerdo, ternera y chuletón y la pagáramos a precio de chuletón. De hecho, el experto Jorge Fabra estima que los consumidores hemos pagado 20.000 millones de más a las eléctricas, sólo entre 2005 y 2015, por este injustificable sistema de precios.

Además de engordar los precios del mercado eléctrico, este sistema incentiva el fraude. En la gran subida de la luz de diciembre de 2013, la Comisión de la Competencia (CNMC) ya detectó que Iberdrola había parado la producción de sus centrales hidroeléctricas del Duero, Tajo y Sil, provocando una falta de oferta que disparó los precios del mercado (en beneficio de sus centrales térmicas y nucleares), actuación por la que Iberdrola fue multada con 25 millones de euros. En la fuerte subida de enero de 2017, algunos expertos denunciaron que varias eléctricas habían vuelto a “manipular el mercado”, retrasando la entrada de las centrales de gas (porque no tenían gas almacenado y estaba muy caro), lo que llevó luego a que estas centrales marcaran un precio muy alto, en beneficio (otra vez) de las centrales hidroeléctricas y nucleares. Y ahora, en la fuerte subida de octubre, se ha detectado otro problema adicional: existe un algoritmo en el mercado eléctrico (introducido en 2013) que hace entrar en juego los mercados secundarios y que funciona mal, elevando artificialmente los precios, como ya denunció la CNMC en 2014. Y ese algoritmo nos ha costado una subida extra de la luz en octubre de más de 4 millones de euros, según algunos expertos.

Ahora, los expertos temen que el precio de la luz en el mercado eléctrico siga subiendo este otoño e invierno, ante la perspectiva de una falta de lluvias y de un aumento de la demanda, por el frío. Y lo mismo para los primeros meses de 2018, donde los precios de los futuros de la electricidad marcan ya subidas por encima del 10%. Y no sólo tenemos y vamos a tener una luz más cara, sino también más sucia, con más emisiones de CO2, porque se produce más electricidad en las centrales de carbón (muy contaminante), fuel y gas (también contamina, aunque menos). De hecho, la generación de electricidad ha producido ya hasta septiembre 52,99 millones de toneladas de CO2, un 28,15% más que el año pasado, según Red Eléctrica. Y eso porque se genera con carbón un 16,6% de la electricidad (14,5% en 2016) y un 15,7% con fuel y gas (13,9% en 2016), mientras que sólo el 33,7% de la electricidad viene de fuentes renovables (el 38,9% en 2016 y más del 40% en 2013 y 2014). Es llamativo que las 5 grandes eléctricas (Endesa, Gas Natural Fenosa, Iberdrola, EDP y Viesgo) emitieran el 17% de todos los gases de efecto invernadero emitidos en España en 2016, según el Observatorio de la Sostenibilidad.

Como hemos visto, el precio base de la luz se fija en un mercado estrecho, poco transparente y sujeto a factores descontrolados que suben artificialmente  los precios en beneficio de las eléctricas y en perjuicio de los usuarios. Pero este precio de origen de la luz sólo afecta a una parte de nuestro recibo, al 35%, que tiene que ver con lo que cuesta producir la electricidad. Y además, este precio de mercado no afecta a todos los consumidores, sólo a los que tienen un precio “regulado”, a 12 millones de españoles. Los 17 millones de clientes restantes tienen una tarifa “libre”, que han pactado con las eléctricas y se revisa cada año, no cada mes y cada día, según el precio del mercado eléctrico, como la tarifa “regulada”. Pero ojo, la subida de precios de la luz acabará también trasladándose a estos clientes con tarifas “libres”, cuando las revisen. Y además, tienen que saber que las tarifas “libres” son 32 euros anuales más caras que las reguladas, según un estudio de la CNMC. Y es “normal”: al ser tarifas planas, las eléctricas se cubren de los vaivenes de precios con tarifas más altas. Eso sí, ahora, con las nuevas subidas de luz de este año, volverán a utilizarlas como “argumento comercial”, para convencer a más clientes para que se pasen a tarifas libres, insistiendo que así se libran de las subidas de precios. No es verdad, antes o después se las cargarán también.

Decíamos que los vaivenes de precios, las subidas de la luz que se han producido en 7 meses de este año, sólo afectan a un 35% de nuestro recibo, si tenemos “tarifa regulada”. Hay una segunda parte del recibo, el 40%, en la que todos los consumidores (con tarifa “regulada” y libre”) pagamos por una serie de conceptos que fija el Gobierno, los llamados “peajes”. Un “cajón de sastre” donde pagamos el coste de transportar la electricidad (1.710 millones en 2016, el 2,96% del recibo) y distribuirla (5.123 millones, el 10,04% del recibo), dos conceptos justificables pero en los que pagamos de más, en beneficio del monopolio de red Eléctrica y las comercializadoras, según muchos expertos. Pero también muchas otros conceptos que se cargan a nuestro recibo en vez de al Presupuesto: ayudas a las renovables (6.403 millones, 17,22% del recibo), ayudas por el parón nuclear (155 millones, el 0,41% del recibo), amortización de la deuda eléctrica (2.838 millones en 2016, el 2,84% del recibo), compensación a Endesa por producir luz en las islas (740 millones, el 4,2% del recibo), ayudas a las centrales de gas para que estén “disponibles” cuando no haya viento (525 millones, el 3% del recibo), ayudas a las grandes empresas para compensarles de que las eléctricas puedan cortarles la luz si hace falta , algo que no ha pasado nunca (otros 525 millones, el 3% del recibo)…Pagos que vigila la Comisión Europea, porque considera que son “subvenciones encubiertas a eléctricas y empresas” (a costa de nuestro recibo).

Como se ve, en esta segunda parte del recibo (el 40%), nos cargan una serie de costes que nada tienen que ver con el coste directo de producir electricidad, una serie de extracostes que se han ido sumando desde 1997 y que sirven para engordar los beneficios de las eléctricas, de los más altos de Europa (5.794 millones en 2016 sólo las 3 grandes). El último “coste nuevo”, incluido por el Gobierno Rajoy en nuestro recibo para 2017, es el coste de un proyecto para que el operador del mercado eléctrico OMIE (una empresa privada) participe en la gestión de la futura plataforma de negociación eléctrica europea. A costa de nuestro recibo.

Y queda la tercera parte del recibo, el 25% final, que destinamos a pagar impuestos, un dinero que no va a las eléctricas sino a Hacienda. Y aquí también pagamos de más, al menos más que los demás europeos. La luz paga dos impuestos, un impuesto especial eléctrico (del 5,113% sobre la potencia contratada y el consumo, 1.300 millones que se destinan a las autonomías) y el IVA sobre la factura total (incluido el impuesto eléctrico, con lo que se paga un impuesto sobre otro impuesto), que es del 21%. Y este IVA eléctrico es de los más altos de Europa, ya que en Reino Unido se paga el 5%, en Italia el 10%, en Grecia el 13%, en Irlanda el 13,5%, en Francia el 16,7% y en Alemania el 19%.

Recapitulando, vemos que en las tres partes del recibo de la luz pagamos costes de más: en el 35% que se paga por el precio de producir la electricidad (un mercado mal regulado y muy volátil), en el 40% de los peajes (lleno de “extracostes” que deberían quitarse o pasarse al Presupuesto) y en el 25% de impuestos (mayores que en Europa). Así no debería extrañarnos que la luz en España sea de las más caras de Europa. Para el usuario doméstico, el precio medio en junio 2017 era de 0,1805 euros/kilowatio (sin impuestos), un 37% más cara que la media europea (0,1315 euros/kilowatio) y la tercera luz más cara de Europa, sólo por detrás de Bélgica e Irlanda (una isla) y un 65% más cara que en Francia (0,1089 €/kWh) y un 30% más costosa que en Italia (0,1332 €/kWh), Reino Unido (0,1344 €/kWh) o Alemania (0,1389 €/kWh), según Eurostat. Y las empresas pagan en España 0,086 €/kWh (sin impuestos), un 28,3% más que las alemanas (0,067 €/kWh) y un 30,3% más que las francesas (0,066 €/kWh), según datos de Industria (2016). Es un gran hándicap para competir, tan importante o más que el coste salarial del que siempre se quejan nuestras empresas (muy inferior al europeo).

Al final, tenemos un sistema eléctrico “de locos”, que es una fuente de extracostes y que provoca subidas continuadas de la luz, nada menos que un 52% de 2008 a 2014, casi el doble que en Europa (+34%). Y por ello, cada vez hay más españoles que tienen graves problemas para pagar el recibo de la luz, dado que hay más de 5 millones de españoles en situación de pobreza energética. De hecho, hay 625.000 hogares a los que se cortó la luz por impago en 2015, según datos de la CNMC. La última ola de frío y la muerte de Rosa (una jubilada de 81 años que murió asfixiada en su casa de Reus en noviembre de 2016, a causa de un incendio provocado por una vela con la que se alumbraba, tras haberle costado la luz Gas Natural por impago de los recibos), provocaron que el Gobierno, PSOE y Ciudadanos pactaran en diciembre de 2016 un nuevo bono eléctrico, que se aprobó en enero de 2017 pero cuyo Reglamento para ponerlo en marcha no se ha aprobado hasta el 6 de octubre.

El bono social eléctrico es un descuento que se hace en el recibo a las familias con bajos ingresos, desde un 25% (consumidores vulnerables: matrimonios con menos de 9.681 euros anuales o hasta 16.135 si tienen 2 hijos menores, jubilados y familias numerosas, ganen lo que ganen) a un 40% de descuento (consumidores vulnerables severos: matrimonios que ingresen menos de 4.840 euros y o hasta 8.067 euros con 2 menores, jubilados con menos de 6.454 euros de pensión y familias numerosas que ingresen menos de 8.067 euros anuales). Actualmente se benefician de este bono social eléctrico 2,5 millones de españoles.

La novedad ahora es que se ponen más cautelas para evitar el corte de la luz, pero sólo a los consumidores “vulnerables severos”, unos 916.486 consumidores: las eléctricas no les cortarán la luz si los servicios sociales les pagan durante 5 meses la mitad del recibo (otro 40% es el descuento del bono social y el 10% restante lo asumen las eléctricas). Así que el Gobierno, el PSOE y Ciudadanos “se han hecho la foto” de que evitan más cortes de luz, pero el acuerdo tiene "trampa"el coste lo tendrán que asumir los servicios sociales, de los Ayuntamientos. Una decisión que puede costarles entre 286 y 330 millones de euros extras al año, cuando están sin fondos para atender a los 8 millones de españoles que les piden ayuda para todo. Y si los servicios sociales no pagan la mitad del recibo, la eléctrica cortará la luz a estos consumidores pobres, según advierten los Directores de Servicios Sociales. Y otra “trampa”: el Gobierno dice que el coste del bono social (230 millones en 2017) lo pagarán las eléctricas, pero ellas aseguran que “lo repercutirán al consumidor”. Y si alguien pretende evitarlo, irán a los Tribunales y lo ganarán, como ha pasado desde 2009 (el Gobierno está obligado a devolverles 503 millones por ello). O sea, que también lo pagaremos nosotros.

La situación del sector eléctrico no puede ser más caótica, al amparo de que la mayoría de españoles no entiende lo que pasa, que en realidad es muy sencillo: estamos pagando la luz más cara de Europa porque pagamos costes de más, desde que se produce hasta que llega a los hogares o empresas. La solución pasa por aprobar una auditoría de costes, como ya ha pedido varias veces la oposición, para que paguemos la luz por lo que realmente cuesta, entre un 20 y un 30% menos de lo que nos están cobrando. El problema es que el sector eléctrico tiene mucho poder económico, político y mediático y hasta ahora ningún Gobierno, ni ZP ni Rajoy, se ha atrevido a desmontar los privilegios que les otorgó Aznar en 1997 y después. Pero urge reformar el sistema eléctrico, porque atenta contra nuestro bolsillo y resta eficacia a nuestra economía. Y provoca pobreza energética y hasta muertes. Es una de las grandes reformas económicas pendientes desde la transición. Luz y taquígrafos y cambios de fondo: no más parches como el bono social.

lunes, 3 de julio de 2017

Los "trucos" del bono social eléctrico


Una de las pocas cosas que han pactado el Gobierno y el PSOE ha sido el bono social eléctrico: rebajar la factura de la luz y no cortársela por impago a los más pobres, medidas que entrarán en vigor este otoño. Queda “muy social”, pero está lleno de “trucos”. Primero, quién paga: según el Gobierno, el bono social lo pagarán las eléctricas, pero ellas dicen que lo repercutirán y nos lo cargarán en la factura de la luz, después de haberlo ganado en los Tribunales. Y cuando una familia no pague los recibos, se obligará a los servicios sociales a pagar la mitad: si no, las eléctricas pueden cortarles la luz. Un “chantaje” a Ayuntamientos y autonomías, colapsados y sin Presupuesto. O sea, los políticos se hacen la foto y los demás pagamos. Todo por no ir al fondo del problema: tenemos la luz más cara de Europa, porque pagamos costes de más. Y hay demasiadas familias pobres, que no necesitan “caridad” sino más trabajo y más ingresos. Sean serios y no hagan demagogia.
 
                                                                                                              enrique ortega
Pagar el recibo de la luz está siendo un problema desde que se inició la crisis, porque han bajado drásticamente los ingresos de las familias (menos trabajo y unos salarios que se han reducido del 5 al 15%) y mientras ha subido mucho el precio de la luz, un 52% desde 2008 a 2014, casi el doble que en Europa (+34%), según Eurostat. Con ello, un 8% de los hogares españoles (4.200.000 personas) tiene problemas para pagar el recibo de la luz, según el último estudio de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). Y 625.000 hogares sufrieron el corte de luz por impago de recibos en 2015, según los datos publicados por la Comisión de la Competencia (CNMC). Todo ello porque el recibo de la luz supone más del 10% de los gastos totales para 1 de cada 6 familias, muchas de las cuales han tenido que reducir su consumo de electricidad para vivir y calentarse. De hecho, en España hay más de 5 millones de personas en situación de “pobreza energética”, según los estudios de ACA. Y este problema provoca hasta 7.100 muertes al año en España, según la OMS, el doble que el tráfico.

La pobreza energética se ceba en cuatro autonomías pobres (Andalucía, Extremadura Castilla la Mancha y Murcia), en familias con bajos ingresos por paro o empleo precario, con bajo nivel educativo y especialmente madres solteras o separadas con hijos, inmigrantes no europeos y personas mayores, especialmente jubilados con pensiones mínimas. El 14 de noviembre pasado, una de estas jubiladas, Rosa, de 81años, murió asfixiada en su casa de Reus, a consecuencia de un incendio provocado por una vela con la que se alumbraba tras haberle cortado la luz Gas Natural por impago de los recibos.

La muerte de Rosa y la ola de frío de este invierno llevaron al Gobierno y a los políticos a actuar, a tomar medidas tras varios años impasibles ante la pobreza energética. En diciembre de 2016, el Gobierno Rajoy y el PSOE pactaron un acuerdo sobre el bono social eléctrico, apoyado después por Ciudadanos, que fue convalidado en enero de 2017 en el Congreso y que ahora está pendiente de la aprobación de Bruselas, con lo que se espera que entre en vigor este otoño. El acuerdo contempla dos medidas. Por un lado, se mantiene y reforma el bono social eléctrico, que supone una rebaja de la factura de la luz del 25 al 40% para las familias con menos ingresos. Por otro, se crea un nuevo mecanismo para evitar los cortes de la luz a las familias más pobres que no paguen los recibos.

El bono social eléctrico va dirigido sólo a una serie de colectivos “vulnerables” que podrán disfrutar de la rebaja del 25% del recibo de la luz: familias con bajos ingresos (de 9.681 euros anuales sin hijos y hasta 16.135 euros con 2 hijos menores), familias con todos sus miembros en paro, pensionistas con pensiones mínimas y todas las familias numerosas (ganen lo que ganen, una injusticia), además de víctimas del terrorismo y de la violencia de género más familias con discapacitados. Y en el caso de que estas familias ganen menos de la mitad de esos topes (de 4.840 a 8.067 euros anuales), se les considera  vulnerables severos” y el bono social les permite rebajarse hasta un 40% del recibo de la luz. Eso sí, con dos condiciones más: no pueden consumir la luz que quieran (tienen unos topes de consumo) y tienen que tener una tarifa regulada (PVPC), no pueden tener un contrato libre de los que ofrecen las eléctricas (y que son ya el 58% de todos los contratos de la luz). Además, tienen que solicitar a las eléctricas el bono social y renovar cada año la solicitud.

En total, se estima que 2,5 millones de españoles tienen derecho al bono social, cuyos descuentos (del 25 al 40%) costarán este año unos 230 millones de euros. ¿Quién lo paga? Según el Gobierno Rajoy, las eléctricas y las comercializadoras de electricidad. Pero ellas ya han dicho que “lo repercutirán en el consumidor”. O sea, que lo acabaremos pagando todos en el recibo. Y si no, irán a los Tribunales y lo ganarán, como ya han hecho. Veamos la historia. En realidad, el bono social es una idea del Gobierno Zapatero, que lo introdujo en 2009, tras pactar con las eléctricas que lo pagaban ellas, a cambio de otras ventajas. Pero Iberdrola recurrió a los Tribunales y el Supremo obligó al Gobierno, en 2012, a devolverles lo pagado entre 2009 y 2012 (a costa de nuestro recibo) y a cambiar el sistema de pago. Industria lo cambió a medias, las eléctricas volvieron a recurrir y el Supremo falló otra vez a su favor, en octubre de 2016, sentenciando que hay que devolverles lo pagado entre 2012 y octubre de 2016 (503 millones de euros, pendientes de pagárselos).

Mientras el Gobierno dice que ahora serán las eléctricas las que paguen el bono social, trata de ganar el pleito legal con las eléctricas, para lo que presentó, a finales de 2016, un recurso ante el Tribunal Constitucional  (aún no admitido hoy) contra la última sentencia que perdió en octubre . El Gobierno quiere que el Constitucional presente una cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, porque entiende que el Supremo se extralimitó al interpretar una directiva europea. En definitiva, trata de ganar en los Tribunales europeos lo que ha perdido dos veces en los Tribunales españoles: que las eléctricas paguen el bono social. Y mientras, ha aprobado un “truco legal” afrontar el pago de  los 503 millones que debe a las eléctricas del bono social 2012-2016: ha incluido una enmienda en la Ley de Presupuestos 2017 para que ese dinero pueda pagarse con el remanente del sistema eléctrico (algo prohibido). Una “chapuza legal” para evitar que esos 503 millones los paguemos en el recibo.

Así que está en el aire quien paga el bono social, algo que se va a dilucidar en los Tribunales por mucho que el Gobierno diga que lo pagarán las eléctricas. Y queda ver la otra novedad de lo aprobado por el Gobierno, con apoyo del PSOE y Ciudadanos: la nueva normativa para impedir los cortes de luz a las familias que no paguen los recibos. Una medida que sólo beneficiará a los “vulnerables severos”, las familias que tienen menos ingresos (entre  4.840 a 8.067 euros anuales). Son unas 900.000 personas en toda España. Ahora se establece un protocolo por el que se amplía de 2 a 4 meses el plazo para pagar los recibos pendientes y si no se hace, las eléctricas deben informar a estos clientes de que vayan a los servicios sociales y se registren como “vulnerables severos”, tras haberles informado cuatro veces de que les pueden cortar la luz. Y aquí viene “el truco”: si los servicios sociales no pagan el 50% de los recibos pendientes, la eléctrica puede cortarles la luz. Legalmente.

Así que Gobierno, PSOE y Ciudadanos han pactado un sistema pero los que tienen que pagarlo son autonomías y Ayuntamientos, que financian los servicios sociales. “Ellos se hacen la foto y otros pagan”, dicen gráficamente los Directores y Gerentes de Servicios Sociales, que han denunciado el sistema. Y se quejan de que se ejerce una tremenda presión sobre unos servicios sociales ya colapsados, que atienen a más de 8 millones de españoles y que apenas tienen recursos (3.500 millones anuales, de los que sólo 100 aporta la Administración central). Así que para evitar el corte de la luz a los más pobres, los servicios sociales tendrán que dejar de prestar otras ayudas (comida, pago alquileres, ropa, formación…).

El coste de impedir estos cortes de luz se estima en 300 millones de euros anuales, según los cálculos de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales, casi el 10% del presupuesto global de los servicios sociales municipales. Además, de un recargo de trabajo, porque serán los servicios sociales los que deberán gestionar todo el papeleo y renovarlo cada año. Un extra muy costoso, sobre todo para las cuatro autonomías que más sufren los cortes por impago: Andalucía (249.722 clientes vulnerables, con un coste extra de 80 millones), Comunidad Valenciana (129.567 clientes vulnerables y 44 millones de gasto extra), Madrid (112.526 y 165 millones) y Cataluña (95.549 clientes vulnerables y 32 millones de coste extra).

Pero no es sólo el “chantaje” y el coste extra que se carga a los servicios sociales municipales. Es que la propuesta aprobada es un mal sistema, según los Directores y Gerentes de Servicios Sociales, por varias razones. La  primera, porque es una norma “paternalista”: deja en manos de los servicios sociales el pago del recibo (que deberían pagar las familias con ayudas públicas o el Presupuesto). La segunda, porque se fomenta el fraude: si una familia “vulnerable severa” sabe que si no paga la luz (con descuento del 40%) se la pagarán los servicios sociales, dejará de pagar (aunque pueda). Y además, deja en manos de las eléctricas todos los datos “sociales” de sus clientes.

Como se ve, ambas medidas, la rebaja en el recibo de la luz y el sistema para impedir el corte por impago, tienen “truco”: quien lo paga. Una cuestión que en Europa se resuelve de distintas maneras: hay paises como Alemania, Reino Unido o Grecia, donde las ayudas al pago de la luz las paga el Estado; y otros donde las pagan consumidores, eléctricas y Gobierno, como Francia, Italia o Portugal. Pero además, hay muchas peticiones para mejorarlo. Por un lado, el bono social sólo afecta a la factura de la luz, no a la del gas y el butano, como piden la OCU, autonomías, Ayuntamientos y muchos expertos. Por otro, no se incluye específicamente a los que viven solos, un colectivo muy vulnerable. Y la Defensora del Pueblo pide que no se limiten las ayudas a los que tienen una tarifa regulada sino a todos los que lo necesiten, sin limitar en exceso su consumo (abusos no, claro) y que se tomen medidas para evitar el colapso actual de los servicios sociales, que explican casos como el de Rosa.

Pero hay una cuestión de fondo: el bono social eléctrico es un “parche” que trata de paliar dos problemas estructurales: el alto coste de la luz y el alto nivel de pobreza en España. Mientras no se afronten estos dos problemas, habrá pobreza energética y cortes de luz.

El primer problema, los altos costes de la luz en España, es patente: pagamos 0,176 euros por kilowatio (media 2016), un 34,3% más cara que la media europea (0,131 euros/kW) y la luz más cara de Europa, por encima de Reino Unido (0,153 €/kW), Alemania (0,139 €/kW), Portugal (0,123 €/kW) y Francia (0,111 €/kW), según Eurostat. Y lo mismo las empresas: pagan 0,084 €/kW, un 18,3% que la media europea (0,071 €/kW industrial). Este mayor precio de la luz en España no es casualidad: se debe a que pagamos costes de más con el recibo, tanto en la producción de electricidad (se paga un exceso sobre lo que realmente cuesta producir el kilowatio hidráulico y nuclear) como en el transporte y distribución y en el rosario de costes que nos cargan al recibo y que debería pagarse vía Presupuestos (ayudas producción islas, a las renovables, al parón nuclear y la deuda eléctrica) o no pagarse. Urge hacer una auditoría de costes y pagar la luz por lo que realmente cuesta.

El otro problema es la creciente pobreza, por el paro, la precariedad laboral y los bajos salarios, que provocan que haya 10 millones de adultos vulnerables, 1 de cada 4 españoles, según el reciente informe de los Directores y gerentes de Servicios Sociales. Un problemón  que exige mejorar la ayuda a los parados, reducir la precariedad laboral, subir salarios y aplicar una agresiva política de empleo, además de crear una renta básica para las familias más desfavorecidas, al menos las 629.700 familias sin ningún ingreso, según la EPA.

En definitiva, que el bono social eléctrico está muy bien, aunque sea una chapuza cómo se financia y falte mucho por mejorar. Pero no deja de ser “caridad”, un “parche” para evitar dramas y muertes, con el que hay que seguir pero buscando en paralelo resolver los dos graves problemas que hay detrás: unos precios de la luz desorbitados y demasiada pobreza. Mientras no se aborden de verdad estos 2 problemas de fondo, todo lo demás serán “parches”. Aunque los partidos queden muy bien “vendiéndolos"  como medidas sociales  muy progresistas por la televisión. Sean serios y no hagan demagogia.