jueves, 30 de julio de 2015

Menos impuestos y un Presupuesto electoral


Rajoy no se ha cortado al utilizar la economía para ganar las próximas elecciones. Primero, adelantó al 1 de julio la bajada de impuestos prevista para 2016 (rebaja mínima: 16 euros para la mitad de los contribuyentes). Segundo, bajará la luz un 2,2% el 1 de agosto (con trampa, y aun así, el recibo subirá en 2015). Tercero, un Fondo de ayudas sociales y contra la pobreza (tras haberlas recortado a la tercera parte).Y lo más inaudito: mañana aprobará un Presupuesto para 2016, que impondrá al Gobierno que se elija en diciembre. Con él, intenta ofrecer algunos “regalos” más a los electores: subidas a pensionistas y funcionarios y unas cuentas “más alegres” tras cuatro años de recortes. Son medidas de una gran “desvergüenza política” pero con algo positivo: reanimarán la economía y crearán más empleo, las bazas de Rajoy para ganar las elecciones. Eso sí, incumplirán el déficit que impone Bruselas. Pero cuando se sepa, será ya 2016. Y si nos imponen más recortes, ya habremos votado.
 

enrique ortega


El Gobierno Rajoy impuso en 2012 la mayor subida de impuestos de la democracia, aumentando el IRPF, el IVA, Sociedades y los demás impuestos, lo que restó ingresos a los españoles y empresas, recortando el déficit pero agudizando la recesión. Y en 2014, anunció una mini reforma fiscal, que bajaba los impuestos en 2015 y 2016, aunque menos de lo que los había subido. Este 1 de enero empezó la primera rebaja, en el IRPF y Sociedades, y el 10 de julio, el Consejo de ministros Gobierno decidió “adelantar” al 1 de julio una segunda rebaja en la Renta (IRPF), intermedia a la prevista para 2016. Si para el año que viene los tipos del IRPF bajan al 19%-45% (según ingresos), ahora en julio los han puesto en una franja del 19,5%-46%, inferior a la que regía desde enero (20%-47%). Y lo mismo en los tipos que se aplican al ahorro (cobro intereses y dividendos), que quedan en el 19,5-23,5%.

Con este “regalo sorpresa”, el Gobierno Rajoy dice que los contribuyentes van a pagar 1.500 millones de euros menos este año en el IRPF, una media de 75 euros por persona, que se notará en las nóminas desde julio (al bajar las retenciones). Pero lo que no dice es que la rebaja no es igual para todos: es mayor para los que más ganan. Así, el tipo del IRPF baja un 0,5% para los que ganan hasta 35.000 euros y un 1% para los que ganan más. Con lo que los contribuyentes con ingresos inferiores a 12.450 euros se ahorran 3,8 euros en estos 6 meses de 2015, los que ganan entre 12.450 y 20.200 se ahorran 35,4 euros y los que ganan más de 60.000 euros se ahorran 861,9 euros, según el cálculo de la asociación de inspectores de Hacienda Gestha, para quienes esta rebaja del Gobierno supone un ahorro medio de 16 euros para la mitad de los contribuyentes. Vamos, que no es para tirar cohetes.

Vayamos al segundo “regalo”, la bajada de la luz un 2,2% desde el 1 de agosto. Primero, hay que decir que tiene “truco”. Dicen que la hacen porque han saneado las cuentas del sector eléctrico, pero la realidad es otra: la hacen porque nos habían cargado en el recibo un extra de 200 millones de euros para ayudar a las centrales térmicas a quemar carbón nacional y ante la demora del Gobierno para dotar de un marco legal a esas ayudas, han decidido devolverlas, ya que no se usarán en 2015. O sea que nos devuelven vía rebaja algo que ya nos cobraron y que no se ha gastado por negligencia del Gobierno. Eso sí, a cambio, y para evitar más broncas con los mineros y la industria del carbón (que estuvieron a punto de hacerles perder las elecciones en Castilla y León), el mismo Consejo de ministros del 10 de julio aprobó adelantar las prejubilaciones de los mineros, así que lo que nos ahorramos con el recibo de la luz lo pagaremos todos vía Presupuestos. Y además, esta rebaja del 2,2% será insuficiente para compensar el 7,25% que ya ha subido la luz en el primer semestre de  2015.

Tercer “detalle” del Gobierno Rajoy: aprobar 59,9 millones de ayudas para un Fondo contra la pobreza (32 millones), para el Plan concertado (27,2 millones) que financia las ayudas sociales que prestan los Ayuntamientos (comedores, albergues, ayudas y servicios) y para el Plan de desarrollo gitano (412.500 euros). Suena “muy social”, pero lo que no dice el Gobierno es que este dinero es la tercera parte del que se daba en 2011, antes de llegar ellos al Gobierno, cuando recortaron drásticamente estas ayudas, a pesar de que España es el noveno país de Europa con más pobreza: un 27,3% de los españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social (2013), según los criterios europeos (indicador AROPE).Son 12,6 millones de españoles, a los que ahora Rajoy ofrece una limosna de 59,9 millones de euros, cuando haría falta un Plan de choque contra la pobreza con 12.000 millones de euros.

Y vayamos a la cuarta baza electoral, los Presupuestos para 2016, que el Gobierno aprueba mañana, algo inaudito en democracia: el Parlamento trabajará en agosto, para aprobarlos en octubre, antes de disolver las Cortes por las elecciones de diciembre. Por un lado, es una imposición de Rajoy al futuro Gobierno: nacerá con este Presupuesto, que deberá cambiar a golpe de decretos leyes o con otro Presupuesto (si consigue mayoría para cambiarlo). Y sobre todo, es un intento de aprovechar el Presupuesto como “baza electoral”, presentando unas cuentas “más alegres” tras cuatro años de duros recortes. Así, se espera que suban las pensiones (tras años de congelación y una mínima subida del 0,25% en 2015) y los sueldos de los funcionarios (que podrían recuperar la extra). Que aumente el gasto en algunas infraestructuras (AVE), en personal público (tras los recortes de plantillas en sanidad y educación) y en algunas partidas sociales, como Dependencia y ayudas a la familia. Incluso que Educación suba las becas y recupere las ayudas para libros (suprimidas en 2012).

Un mayor gasto para 2016 que dicen es compatible con reducir el déficit público porque habrá ahorros en dos partidas clave: el pago de intereses de la deuda (podrían reducirse en más de 2.000 millones) y en el pago a los parados (otros 2.000 millones menos, a pesar de que la mitad de los más de 5 millones de parados EPA no cobran nada). Y además, dicen, se recaudará más porque España crecerá más. No será fácil que las cuentas salgan. Primero en este año 2015. Porque el objetivo prometido a Bruselas es bajar el déficit público del 5,7% en que cerró 2014 al 4,2% del PIB fijado para este año, lo que supone un recorte de 15.000 millones, bastante difícil de conseguir si el Gobierno hace dos bajadas de impuestos (enero y julio) y si además las nuevas autonomías (que tienen que recortar 10.000 millones) gastan más, como así han prometido los nuevos gobernantes. Pero es que además, para 2016, el objetivo fijado con Bruselas es un déficit del 2,8% del PIB, lo que significa que España tiene que recortar otros 14.000 millones en 2016. Algo aún más imposible, con nuevas bajadas de impuestos y más gasto (en autonomías y con el Presupuesto 2016), por mucho que se crezca.

En definitiva, que Rajoy aprueba más rebajas de impuestos y un Presupuesto electoral, más alegre en el gasto, sabiendo que no va a cumplir con las exigencias de déficit de Bruselas. Pero no le preocupa. Primero, porque sabe que ni Merkel ni los conservadores de la Comisión se lo van a echar en cara ahora, porque no quieren restarle votos y que gane la izquierda o Podemos (con Grecia tienen bastante). Y segundo, porque cuando se sepa el déficit real de 2015 será en febrero de 2016 y si hay que hacer más recortes, impuestos por Bruselas, ya no será un problema para el Gobierno que esté: ya habremos votado.

Y mientras, Rajoy intenta ganar las elecciones con la economía. Sus últimas medidas, bajar impuestos y gastar más en el Presupuesto 2016, son una desvergüenza electoral”, pero realmente van a servir para reanimar la economía, algo que debería haber hecho hace dos años, no ahora. Por un lado, los españoles tendrán algo más dinero para gastar y el gasto público también va a tirar. Con ello, la economía crecerá el doble, un 3,3 % en 2015 y un 3,1% en 2016 (frente al 1,4% en  2014). Y ello permitirá crear empleo, más que antes de la crisis porque ahora se “reparte” más: es un empleo a tiempo parcial y temporal, además de mal pagado. Así, la previsión del Gobierno es crear 602.000 nuevos empleos este año, que se sumarían  a los 433.900 creados en 2014. Más de un millón de españoles que vuelven a trabajar, que consumen y que pagan impuestos, ayudando a crecer más.

Si estas cuentas le salen a Rajoy (y le pueden salir con los regalos electorales aprobados), podrá  presentarse a las elecciones de diciembre con dos datos definitivos, con los que nos van a machacar estos meses. Uno, que en esta Legislatura han creado 18.400 empleos netos. Y el otro, que en España hay 420.700 parados EPA menos que cuando llegaron al poder en 2011. Es su baza electoral, que puede ser un espejismo para mucha gente, que no verá otros elementos del balance: la economía sigue sin ser competitiva, no tenemos un modelo de crecimiento y hay media España que ha salido muy mal parada de esta crisis (parados, pobres, jóvenes sin futuro, mujeres, mayores de 45 años), donde el Gobierno ha pisado muchos callos a demasiada gente, sin olvidar los recortes a las libertades.

Deberíamos ser un país de ciudadanos formados, a los que no engañaran con trucos electorales de última hora y que fuéramos al fondo de las cuestiones. Y el fondo es que, aunque la economía va mejor, España es el segundo país de Europa con más paro y el que tiene más deuda, dos losas sobre nuestro futuro. Un futuro que pasa por buscar un nuevo modelo de crecimiento estable y competitivo, que no se base en el turismo y la construcción, sino en la industria, las nuevas tecnologías  y la exportación. Y un futuro que sanee de una vez las cuentas públicas, con más ingresos (somos el segundo país del euro que menos recauda, un 38,3% del PIB frente al 46,7% en la zona euro, por culpa del elevado fraude fiscal), que permitan más gastos (el gasto público en España es uno de los más bajos de Europa, un 43,9% del PIB frente al 49,3% en la zona euro,), para consolidar el Estado del bienestar (educación, sanidad, gastos sociales y Dependencia), desmantelado por Rajoy. En definitiva, si fuéramos como los demás europeos, deberíamos recaudar 84.000 millones más, que nos permitirían reducir el déficit y gastar 54.000 millones más, sobre todo en educación, formación, tecnología, industria y exportaciones, las asignaturas pendientes de este país.

Pero quizás este esquema es demasiado complejo para unas elecciones, donde todo se juega en simples mensajes. Y aquí, Rajoy, tiene las de ganar, insistiendo en que ha creado empleo (precario y mal pagado) y ha bajado el paro (aunque haya más de 5 millones). Sobre todo si enfrente no hay alternativas de cambio real, políticas que exploren otros caminos para dinamizar la economía, recaudar más y gastar más para modernizar el país y mejorar el nivel de vida de los que más han perdido con la crisis. Yo no las veo.

lunes, 27 de julio de 2015

Vacaciones: España a tope (de turismo barato)


La mitad de los españoles salen estos días de vacaciones, mientras otro 45% no pueden cogerse ni una semana por la crisis, según el INE. Los que salgan se van a encontrar el cartel de “completo en muchos lugares, sobre todo de la costa mediterránea y andaluza, porque este año hay más españoles que viajan y porque será otro verano récord de extranjeros, principalmente británicos, franceses y alemanes. Eso sí, mucho es turismo barato, de extranjeros que vienen sin viaje organizado, a apartamentos ilegales. De hecho, el gasto por turista lleva 25 meses cayendo y ronda los 116 euros diarios. Y se concentra en 6 autonomías, mientras las 11 restantes sólo captan un 10% de turistas e ingresos. España es la tercera potencia turística mundial, tras Francia y USA, pero nuestra primera industria precisa una reconversión a fondo, para conseguir más turismo fuera del verano y de la costa, un turismo de más calidad, que gaste más y cree más empleo.
 

enrique ortega



Siempre creemos que toda España se va a vacaciones en verano, pero casi la mitad no las cogen nunca: el 45% de los hogares españoles (8,3 millones de familias) no puede salir de vacaciones ni una semana al año, según la Encuesta de condiciones de vida del INE (2014). Un porcentaje que ha aumentado con la crisis (en 2010 eran el 40,8% de los hogares) y que sube en el sur de España, sobre todo en Murcia (61,5% de hogares sin vacaciones), Andalucía (59,5%) y Canarias (57,9%), mientras se reduce en Navarra (sólo 21,4% de hogares sin vacaciones), País Vasco (24,6%) y Madrid (28,9%), según el INE.

En Europa, sólo el 60% de las familias saldrá de vacaciones este verano, más que el 54% de 2014, según el Barómetro IPSOS Europ Assistance. Un 43% saldrá una sola vez en Europa (y el 17% varias veces), frente al 42% en España, el 48% en Italia, el 46% en Francia, Alemania o Austria, el 40% en Bélgica t el 33% en Reino Unido. El presupuesto medio para vacaciones de los europeos será este año de 2.390 euros (180 euros más que el año pasado), siendo el mayor gasto el de británicos (3.081 euros), alemanes (2.457 euros) y franceses (2.181 euros) y el más bajo el de españoles (1.719 euros) e italianos (1.708 euros). Cuatro de cada diez europeos prefieren pasar las vacaciones en su país, siendo los que menos salen los españoles (66% veranean aquí), italianos (62%) y franceses (56%) y los que más viajan al extranjero los británicos (59%), alemanes (61%), austriacos (67%) y belgas (71%).

Este año se recupera el turismo de los españoles, la mitad del negocio turístico, por primera vez desde 2010. Los hoteleros han visto un aumento de la ocupación en Semana Santa y primavera y esperan un verano con muchos más españoles en hoteles y apartamentos, sobre todo en la costa mediterránea y andaluza, en la cornisa cantábrica, en Madrid y algunas zonas de Castilla y León. Eso sí, los que viajen comprobarán que han subido los precios este año, entre un 5 y un 10%, tanto en los hoteles y apartamentos como en los servicios (restaurantes y ocio), tras años de caídas. El sector espera un aumento del 10% en la ocupación hotelera de los españoles, con estancias de pocos días, una semana de media.

Los españoles que salgan de vacaciones se van a encontrar este verano con otro récord de turistas extranjeros, la otra mitad del negocio turístico: se espera que nos visiten más de los 24 millones de extranjeros que vinieron el verano pasado. Quizás haya una ralentización del turismo británico (15 millones en 2014, el 23% de todos los turistas), pero se espera un aumento de los turistas franceses (10,6 millones, el 16% del total), alemanes (10,4 millones en 2014, el 16% del total), belgas, italianos y suizos (su moneda se ha fortalecido mucho), mientras bajarán los turistas portugueses y, sobre todo rusos (por la devaluación del rublo y las sanciones europeas), que se desvían a Turquía. Y se espera que crezcan los turistas procedentes de Norteamérica, Latinoamérica y Asia (China, Japón y Corea del sur).

Este verano habrá otro récord de turistas por varias razones. Primera, porque seguiremos recogiendo turistas que antes iban al norte de África (Túnez y Egipto), a Grecia y Turquía y que ahora optan por la seguridad de España, sobre todo en Canarias y Andalucía. También ayuda y mucho la debilidad del euro, que se ha depreciado un 17% en el último año, lo que atrae a turistas con monedas más fuertes, como británicos, nórdicos, suizos y norteamericanos. En tercer lugar, ayuda también el petróleo barato, que ha rebajado los billetes de avión (y el 82% de los turistas que vienen a España lo hacen por vía aérea). Por último, también ha mejorado este año la economía de los principales turistas europeos, sobre todo británicos, alemanes y franceses, aunque no la de italianos y portugueses.

El problema de fondo es que se baten récord de turistas pero gastan menos, porque aumenta el turismo barato. De hecho, el ingreso medio por turista lleva 25 meses cayendo, según la patronal turística Exceltur: los ingresos turísticos totales han crecido un 2,6% hasta abril, según el Banco de España, pero como los turistas han crecido un 4,4%, en realidad el gasto medio ha caído un 1,9%. El gasto medio por turista es de 968 euros (enero-mayo), según Egatur,  y como la estancia media es de 8,34 días, el gasto medio diario es de 116 euros. Un gasto bajo, que es menor entre los turistas que más nos visitan: británicos (102 euros diarios), franceses (94 euros) y alemanes (103 euros), mientras gastan más norteamericanos (158 euros diarios), nórdicos (123 euros) y sobre todo chinos (785 euros diarios).

Los turistas extranjeros gastan menos porque está creciendo el turismo low cost, según los hoteleros de Exceltur. Por un lado, aumentan los turistas que llegan en vuelos de bajo coste, que gastan bastante menos (77 euros diarios) que los que llegan en vuelo normal (108 euros diarios). Y por otro, la mayoría de turistas viene sin viaje organizado, por su cuenta (66,5%), y muchos vienen a apartamentos de alquiler no regulados (apartamentos “piratas”), donde gastan mucho menos (68 euros diarios) que los que vienen a hoteles o apartamentos regulados (108 euros diarios). Así que el perfil del turista medio sería un europeo que llega en vuelo low cost y se aloja en un apartamento ilegal, gastando poco. Y además, la mayoría de lo que gasta no se queda en España: el pago del billete y del hotel lo hacen a agencias y tour operadores extranjeros (británicos y alemanes), que controlan el turismo español.

España es la tercera potencia turística del mundo, tras Francia y EEUU, y este año volverá a batir todos los récords, con 68 millones de turistas extranjeros, 3 millones más que en 2014. Pero no basta con la cantidad: hay que conseguir que vengan más turistas, pero sobre todo  que gasten más, lo que implica buscar más turistas de fuera de Europa, sobre todo de América (Norteamérica y Latinoamérica), Asia y oriente Medio, que gastan más. Precisamente, un problema del turismo español es que está muy concentrado en Europa, de donde proceden el 89% de los turistas. Y otro problema es que más del 80% del turismo está dirigido al turismo de sol y playa, concentrado sólo en 6 autonomías (Canarias, Andalucía, Cataluña, Baleares, Madrid y la Comunidad Valenciana), que se llevan el 90,7% del turismo extranjero. Y los nuevos turistas que habría que captar, desde chinos a árabes o norteamericanos, no buscan sol y playa, sino cultura, compras, deporte o gastronomía.

Se impone pues dejar de hacer triunfalismo con los récord de turistas y buscar consolidar el futuro del turismo, la primera industria del país, para conseguir más ingresos y más empleo: se crea poco (1.560 nuevos empleos en 2014), muy precario (75% temporal y la mitad a tiempo parcial) y muy mal pagado (13.851 euros anuales, 8.846 euros menos que la media salarial española), según un informe de CCOO.


El sector turístico propone trabajar en dos frentes, con ayudas fiscales y financiación (créditos baratos de España y la UE, aprovechando las inversiones del futuro Plan Juncker). Por un lado, con una profunda reconversión del turismo de sol y playa, renovando instalaciones (muchas de los años 80 y 90) y mejorando la oferta, como se  ha iniciado en Baleares. Y por otro, configurar una oferta de turismo alternativo, atractivo y de calidad, asentado en la cultura, la gastronomía, los negocios, el deporte o la salud, para atraer turistas todo el año, a toda España. Y para ello, además de ayudas y créditos, hace falta mejorar las herramientas de venta, potenciando al máximo  las posibilidades de Internet (reservas, aplicaciones, ofertas), un camino para que el turismo español no dependa tanto de los tour operadores extranjeros (traen a 4 de cada 5 turistas). Y como colofón, dedicar más recursos a la promoción turística fuera de Europa.

Además, los hoteleros están muy preocupados con la competencia desleal que les hacen los apartamentos no regulados, particulares que alquilan sus casas a extranjeros, un fenómeno que se ha disparado gracias a Internet: de hecho, hasta mayo, la demanda en apartamentos no reglados ha crecido un 24,5% mientras que la demanda en hoteles y apartamentos reglados crece un 3,3%. Y los hoteleros estiman que hay 2,7 millones de plazas en apartamentos no regulados frente a 2,4 millones de plazas reguladas (hoteles, apartamentos, casas rurales y campings). Piden medidas urgentes al Gobierno y a las autonomías, para regular estos alojamientos irregulares o cerrarlos. Y aseguran que si no se hace, se perderán 2.250 millones de ingresos turísticos, 39.800 empleos y 742 millones en impuestos entre 2015 y 2018.

La vaca del turismo sigue dando leche y contribuyendo más que nadie a la recuperación de la economía (+3,6% de aumento del PIB turístico en 2015) y del empleo. Pero si no se toman medidas, antes o después “se secará”. Ya hay un dato preocupante: está cayendo el gasto medio por turista desde hace más de dos años, porque lo que más crece es el turismo barato. Así que hace falta hacer un alto en el camino, entre tanto record año tras año, y plantear con el sector un Plan de futuro para el turismo, a 10 o 20 años, para consolidarlo y asegurar su porvenir. Necesitamos el turismo de sol y playa, pero hay que complementarlo con un turismo de calidad que nos visite durante todo el año. Debe ser el reto de los próximos años. No sólo presumir de récords de turistas.

jueves, 23 de julio de 2015

EPA: menos empleo del esperado y mucho paro


El Gobierno ha vuelto a echar las campanas al vuelo: en primavera se ha creado más empleo que nunca en los últimos 10 años. Es verdad. Pero también lo es que se han creado 100.000 empleos menos de los que esperaban los expertos: 411.800 empleos, casi igual que los creados en la primavera de 2014, a pesar de que ahora crecemos el doble. Y siguen siendo empleos precarios, temporales y por horas, muy mal pagados.  Además, el paro ha bajado menos que el año pasado, porque aumentan los españoles que buscan trabajo. Con ello, todavía hay 5.149.000 parados, un 22,39% de españoles, el doble que en Europa. Y lo más grave: más de la mitad (el 58,16%), casi 3 millones de parados, no cobran nada. Y dos tercios de los parados llevan más de 1 año sin trabajo (y 2,3 millones, más de 2 años), la mayoría con poca formación, lo que les impide encontrar empleo. Así que no estamos para tirar cohetes.
 

enrique ortega


La primavera suele ser un buen trimestre para el empleo, por el turismo (Semana Santa y puente de mayo), las tareas agrícolas y la contratación previa al verano y las rebajas. Y como ahora la economía crece el doble que el año pasado, se esperaba superar los 500.000 nuevos empleos (516.000 esperaban Asempleo y AFI). Pero no ha sido así: se han creado 411.800 empleos en el segundo trimestre, según la EPA, el mayor aumento en un trimestre desde 2005 pero poco más que en el segundo trimestre de 2014 (+402.400 empleos). Los datos de afiliación a la Seguridad Social ya anticiparon que en junio se ralentizaron las contrataciones, por el final del curso escolar y  las tareas agrícolas.

El empleo se ha creado sobre todo en los servicios (+291.700), por el turismo, la hostelería y el comercio, aunque también creció en la industria (+64.800), la construcción (+32.300) y la agricultura (+23.000). Dos de cada tres nuevos empleos se han creado en Andalucía (+124.700), Baleares (69.900) y Cataluña (+51.800), mientras el empleo bajaba en el País Vasco (-5.700) y Asturias (-3.300). La mayoría de los nuevos empleos se los llevan los hombres (58,6%) y sobre todo los mayores de 40 años (+264.000 empleos), mientras los más jóvenes, los menores de 30 años sólo consiguen 15 de cada 100 nuevos empleos. Y un 83% de los nuevos contratos son temporales.

Se crea empleo, sí, pero muy precario. En lo que va de 2015, un tercio de todos los nuevos contratos son temporales a tiempo parcial. Los contratos temporales son ya el 92,65% de los nuevos contratos y su duración es cada vez menor: en 2014, la duración media de los nuevos contratos fue de 53,3 días, según un informe del CES. Y en 2015, el 24,4% de los nuevos contratos duran 7 días o menos. Y crecen los contratos a tiempo parcial, inferiores a la jornada de 8 horas: ya suponen el 15,7% de todos los contratos, un porcentaje superior al de Italia (14,8%) o Grecia (11,2%), aunque inferior a la media OCDE (16,7%). El mayor problema no es sólo que haya muchos contratos por media jornada (o menos), sino que se hacen porque los parados no encuentran empleos a jornada completa: el 64,6% de los que tienen contratos a tiempo parcial querrían trabajar más horas. Son 2,2 millones de españoles subempleados, el 9,1% de los trabajadores, una tasa que duplica la de la Unión Europea (4,5%), donde somos el país con más subempleo tras Chipre, según Eurostat.

Un empleo precario y, claro, peor pagado. Los españoles que tienen un empleo temporal (25,2% de los asalariados) ganan un tercio menos que los trabajadores fijos, según las estadísticas del INE. Y los que tienen un trabajo a tiempo parcial, por horas, ganan un 38,2% de lo que ganan los que trabajan a tiempo completo. No sólo porque trabajen menos horas sino porque también ganan menos por hora: 10,70 euros frente a 16,11 euros, según el INE. Así se explica que aumenten los trabajadores pobres, aquellos que tienen un empleo pero que apenas consiguen subsistir: son ya 1.815.762 trabajadores pobres, 1 de cada 8 asalariados, el 12,3%, el mayor porcentaje en Europa tras Rumanía 19,1) y Grecia (15,1%).

Y vayamos a las cifras de paro de la EPA, que ha bajado sólo en 295.600 personas en el segundo trimestre, menos que los empleos creados (+411.800) porque en paralelo han aumentado las personas que buscan trabajo, tanto los jóvenes como los mayores que antes no buscaban y ahora buscan (mujeres). Es un indicador de lo que va a pasar en el futuro: puede crecer el empleo pero como también habrá más gente que ahora “se anime” a buscar trabajo, la cifra de paro puede bajar más lentamente. De momento, tenemos 5.149.000 parados, el 22,39% de los españoles, el doble de paro que Europa (11,3% en la zona euro). Y esa tasa sube al 32,3% entre los menores de 35 años y al 50% entre los más jóvenes.

Los datos del paro revelan tres hechos preocupantes de los que apenas se habla. Uno, que hay cuatro autonomías donde el paro supera o roza el 30%: Melilla (36,35%), Andalucía (30,98%), Canarias (30,3%) y Extremadura (29,56%), seguidas de cerca por Castilla la Mancha (27%), Murcia (24,77%) y Ceuta (24,59%), mientras tienen un paro “casi europeo” Navarra (12,55%), el País Vasco (15,98%), la Rioja (16,39%) y Madrid (17,66%). El segundo, que todavía hay 1.657.500 hogares donde todos están parados. Y el tercero y más grave, que más de la mitad de los parados siguen sin cobrar el desempleo: en mayo, sólo cobraban algún subsidio público 2.154.701 parados, el 41,84% de los parados EPA. Y de ellos, sólo un tercio (757.435 parados) cobraba un subsidio contributivo, de 801,50 euros mensuales (63,20 euros menos al mes de lo que estos parados cobraban cuando Rajoy llegó al Gobierno). Y los dos tercios restantes cobran un subsidio de 426 euros. Así que hay casi 3 millones de parados, la mayoría (el 58,16%), que no cobran nada. Y hay cinco autonomías donde casi dos tercios de los parados no cobran nada: Melilla (73,9% parados no cobran), Murcia (66,1% no cobran), Castilla la Mancha (62,6%), Madrid (62,5%) y Canarias (61,8%). Curiosamente, cuatro de las cinco regiones eran gobernadas hasta mayo por el PP.

Con todo, el mayor problema de fondo del paro es que la mayoría de los parados llevan más de un año sin trabajo y eso les resta posibilidades de encontrarlo: tienen un 6,7% frente al 26,5% del resto, según un estudio de Asempleo. Con la EPA de hoy sabemos que 3.186.100 parados llevan más de un año sin trabajar, un 61,8 % de todos los parados (frente al 49,3% en la UE-28). Y de ellos, 2,3 millones llevan más de dos años (y 1,4 millones más de 3 años), un colectivo que tiene muy difícil acceder a los nuevos empleos. Sobre todo si tienen más de 45 años (2 millones de parados)  y además tienen poca formación. De hecho, los datos de la EPA son estremecedores: 2.823.100 parados, más de la mitad del total (54,82 %) tienen baja formación, ya que no han terminado la educación secundaria. Y encima, sólo 1 de cada 6 parados hace cursos de formación. Así, se pueden eternizar” en el paro.

Todos estos son datos reales y oficiales, que no aparecen en los análisis triunfalistas del Gobierno (ni de la oposición: así nos va). Rajoy ha prometido crear este año 602.000 nuevos empleos y de momento lleva 297.500 (a los 411.800 creados en el segundo trimestre hay que restar los 114.300 perdidos en el primero). Puede cumplir y llegar a diciembre con la cifra de ocupados que ha prometido: 18.171.400 (le falta crear 304.900 empleos en dos trimestres: es factible). Con ello, se presentaría a las elecciones con 18.400 españoles más trabajando que cuando llegó al poder en 2011. Y así espera ganarlas. Claro que no dirá que todavía falta recuperar dos tercios del empleo perdido, otros 2,58 millones de empleos, para que haya en España tanta gente trabajando como antes de la crisis (20.753.400 ocupados en 2007). Y tampoco dirá que el paro que espera en diciembre de 2015 (4.866.600 parados, un 21,1% de los españoles) es la segunda mayor tasa de paro del mundo, totalmente inaceptable, máxime si la mitad de los parados no cobra y no tienen futuro, porque llevan demasiado tiempo en paro y además no tienen formación como para optar a un empleo.

Así que menos triunfalismo y más medidas para afrontar el problema que más preocupa a los españoles, el paro. Lo primero es conseguir crear más empleo y de mayor calidad. Para eso hay que crecer más y sobre todo de una forma más competitiva, porque si no, no crearemos empleo suficiente. Según un análisis del Banco de España, la previsión es que España crezca una media del 1,5% en la próxima década (2014-2016), bastante menos que antes de la crisis (crecimos un 2,8% de media en 1.991-2000 y otro 2,9% en 2001-2008), debido a nuestro problema demográfico (faltará mano de obra) y a la falta de capital (si no hay más ahorro, no nos podremos endeudar como antes). Y al crecer menos, el Banco de España prevé que se creará menos empleo: un +0,4% anual entre 2014 y 2026, que sería la cuarta parte del empleo creado antes de la crisis (+1,8 % entre 2001 y 2008) y un tercio del creado antes (+1,2% creado en 1991-2000). En resumen, que si no se hace nada especial, la tendencia es crecer poco y crear poco empleo en la próxima década.

Por eso, el futuro Gobierno debería tomarse en serio crecer más y crear más empleo, para poner el paro a nivel europeo en una década. Eso pasa por hacer otra política, en España y en Europa. Aquí, obligaría a una mayor inversión pública, con apoyos para reformar el modelo económico y promover un crecimiento apoyado en la industria, la exportación, un turismo remozado, la innovación y la tecnología, con un país más competitivo y empresas más grandes y que creen más empleo. Para lograrlo, es básico conseguir más ingresos públicos, para ayudar a la economía y a las empresas a “dar el salto”. Y eso es posible si España recauda más, como Europa, reduciendo el fraude y subiendo los impuestos a multinacionales, grandes empresas y mayores fortunas (se podrían ingresar 50.000 millones más). En paralelo, habría que presionar para que Europa reanimara la economía, con más consumo e inversión en la Europa del norte y más inversiones (Plan Juncker) en la Europa del sur.

Pero no es suficiente. Si se consigue crecer más y crear empleo, la mayoría no llegará a la mitad de los parados, los que llevan más tiempo en paro y tienen poca formación. España tiene que potenciar las políticas activas de empleo, como recuerda periódicamente Bruselas y la OCDE. Hay que gastar más dinero en colocar a los parados, después de que Rajoy recortara un tercio el presupuesto para políticas activas de empleo (de 7.714 millones en 2011 a 4.746 en 2015). Gastamos menos que los países nórdicos o de centro Europa que tienen una tercera parte de paro. Y además, lo gastamos mal: las oficinas de empleo (SPE) no tienen medios (1 funcionario por cada 269 parados frente a 1 por 47 en Alemania, 1 por 36 en Dinamarca o 1 por 22 en Reino Unido) y funcionan mal, sin ayudar a los parados a encontrar trabajo (sólo coloca al 2%). Y como no cobran subsidio, muchos se borran del paro.

En resumen, que es positivo que se cree empleo y baje el paro, pero queda mucho por hacer. Y que hay que ser más agresivo con la política económica si queremos que España no tenga el doble de paro que Europa durante muchas décadas más. Dejen tanto triunfalismo y afronten, unos y otros, el problema que más nos preocupa a todos. Ya.

martes, 21 de julio de 2015

Los precios de la leche se desploman


Los ganaderos están en pie de guerra porque se ha desplomado el precio que les pagan por la leche, incluso por debajo de 20 céntimos litro: menos de lo que vale un litro de agua. Esto pasa porque sobra leche en Europa, aquí se consume poca y desde el 1 de abril ya no haycuotas lácteas”: se ha liberalizado el mercado y las industrias compran la leche que quieren y pagan menos, presionadas por los grandes supermercados, que usan la leche súper barata como “producto reclamo”. Aun así, los consumidores pagamos la leche el triple de lo que pagan al ganadero y con una calidad cada vez menor, para sostener la ”guerra de precios”. Y la cuarta parte de los lácteos que consumimos son franceses. Ahora, con los precios por los suelos, desaparecerán explotaciones lecheras, tras haber cerrado ya 4 de cada 5. Menos empleo y leche de peor calidad. Ojo a comprar leche sólo por precio. No es agua.
 

enrique ortega


La leche en los supermercados nos ha bajado un 6% en el último año, con un precio medio de 67 céntimos por litro, según Facua. Pero en los últimos meses, el precio que pagan por esta misma leche a los ganaderos se ha desplomado, desde los 40 céntimos por litro que les pagaban en 2014 a menos de 20 céntimos que están pagando ahora a los ganaderos de Galicia y la cornisa cantábrica (se ha llegado incluso a los 18 céntimos). Los ganaderos están en pie de guerra, con protestas en media España, porque les pagan la leche al precio del agua cuando producirla les cuesta una media de 35 céntimos por litro. Y aseguran que así tendrán que seguir cerrando granjas lecheras. De hecho, hoy sólo sobreviven 20.000 explotaciones lecheras (9.000 en Galicia) de las 100.000 que había hace 20 años.

Los precios de la leche llevan cayendo desde el verano de 2014, en España y también en Europa (aunque menos). Los precios bajan, primero, porque sobra leche, en el mundo y en Europa, aunque no en España (hay que importar el 28% del consumo). Hay un exceso de leche y productos lácteos en el mercado internacional, coincidiendo con una bajada del consumo en China y en Rusia (importa menos por las sanciones europeas). Y estos excedentes están tirando a la baja de los precios en todos los países. Pero la puntilla ha sido el fin de las “cuotas lácteas” en Europa, desde el 1 de abril de 2015. Hasta ahora, los ganaderos europeos tenían limitada su producción, porque Bruselas no quería pagar excedentes. Pero ahora, ya no hay cuotas y países y ganaderos pueden producir lo que quieran, lo que ha aumentado aún más los excedentes y provocado un desplome de precios.

En España, este desplome de precios es mayor que en el resto de Europa. Así, en junio de 2015, el precio medio de la leche a los ganaderos europeos ha sido de 30,43 céntimos por litro, mientras en España era de 29,27 céntimos (en Galicia y el norte, menos), según datos de la Comisión Europea. Y lo más chocante es que el precio que se paga a los ganaderos en España, un país deficitario en leche (se importa el 28%), sea más bajo que en países donde hay excedentes de leche, como Francia (31,20 céntimos por litro), Dinamarca (31,32 céntimos) Holanda (30,50 céntimos) o Alemania (29,83 céntimos). Y eso se explica no sólo por la tendencia a la baja de los precios internacionales sino por otros factores propios y específicos de España.

Aquí se paga menos por la leche a los ganaderos porque son el eslabón más débil de una cadena donde otros presionan los precios a la baja. Primero, los grandes distribuidores y supermercados presionan a las industrias lácteas para que les ofrezcan leche cada vez más barata, para venderla como un “producto reclamo” en sus tiendas (el 60% de la leche que se vende son “marcas blancas”). De hecho, se ofrece leche entera en brik hasta a 0,54 euros litro. Y para poder ofertar este precio, las industrias presionan a su vez a los ganaderos, ofreciéndoles cada vez menos por la leche que recogen. Y ahora, con el fin de las cuotas, con la liberalización, el mercado se ha convertido en “la ley de la selva”, según denuncia la organización agraria COAG: las industrias recogen menos en unos sitios y más en otros para presionar a la baja los precios. Y aunque están obligados por Ley a hacer contratos anuales, están forzando a entregas mensuales, sin garantizar precios a más largo plazo. Y bajando la calidad de la leche recogida, para abaratar precios.

Además, las industrias lácteas, dominadas por las multinacionales francesas (una cuarta parte de la leche y lácteos consumidos en España son franceses), controlan el mercado, imponiendo condiciones a los ganaderos como un oligopolio: la Comisión de la Competencia (CNMC) les impuso (marzo 2015) una multa de 88,2 millones de euros  a nueve empresas (Danone, Peñasanta, Lactalis, Nestlé, Puleva, Pascual, Asturiana, CL Galicia y Senoble, la que hace los yogures a Mercadona,) y dos asociaciones del sector por "pactar precios" entre ellas, intercambiar información sobre compras y excedentes y “repartirse el mercado, evitando comprar a ganaderos que quieren cambiarse de industria para mejorar condiciones. Ahora, los ganaderos se quejan, además, de que las industrias están alterando el mapa de producción láctea: están comprando menos leche en Galicia y cornisa cantábrica y más en el centro de España, Andalucía, Cataluña y Aragón, porque como ahora el mercado es libre buscan leche más próxima a los lugares de consumo, a las grandes ciudades. Por eso cae más el precio en Galicia y el norte y por eso los ganaderos que peor futuro tienen son los de las zonas montañosas, donde pesa más el coste de la recogida.

En España, el problema de la leche se agrava también porque somos el "vertedero" de la leche y los lácteos que sobran  en Europa, con lo que las grandes multinacionales europeas (francesas, holandesas, danesas, irlandesas, alemanas y polacas)  nos inundan de lo que no venden en sus países. El origen de todo está en el ingreso de España en la Comunidad Europea, en 1986. A cambio de que nos dejaran entrar, el Gobierno González aceptó que nos aplicaran unos cuotas bajísimas de producción de leche, que obligaron a cerrar explotaciones y nos dejaron en manos de las multinacionales europeas. Basta ver las cuotas que repartieron y que han funcionado hasta el 1 de abril: 6,5 millones de Tm para España frente a 30,22 millones de Tm Alemania (con el doble de población), 26 millones para Francia (un tercio más de población), 15,7 millones para Reino Unido, 11,9 millones para Polonia y 5,7 millones para Irlanda (con la décima parte de población que España).

Así que el negocio europeo fue no dejarnos producir leche apenas a cambio de vendérnosla ellos, sus multinacionales: cada año se importan 300.000 Tm de leche fresca (sobre todo francesa) y 2,3 millones de toneladas de quesos, mantequilla, yogures y lácteos, productos con más valor añadido. Y mientras, las industrias lácteas españolas, pequeñas porque trabajaban  en un mercado con pocas cuotas de producción, apenas pueden competir y se dedican básicamente a envasar leche, la parte del negocio con menos margen. Y ahora, con la liberalización del mercado en Europa, las grandes multinacionales lácteas tienen más leche con la que fabricar y nos van a inundar más de productos lácteos, con leche comprada sobre todo a sus ganaderos, a quien pagan más que  a los ganaderos españoles.

Así que lo más probable es que la leche o los yogures que acabamos de comprar en el súper sean de importación y con leche comprada en otros países, mientras nuestros ganaderos ven hundirse los precios y nuestras industrias apenas cuentan : la última española, Puleva, se vendió a la francesa Lactalis, sin que el Gobierno se haya preocupado de promover una o dos grandes lácteas españolas. Y las que hay tienen poco tamaño y menos capacidad de competir, dentro y fuera de España: el mercado lácteo es europeo y mundial.

Muchos consumidores pueden pensar que esta guerra de precios de la leche nos beneficia, aunque perjudique a los ganaderos. Pero no es así. Primero, porque aunque el precio de la leche en origen se desplome, a nosotros no nos trasladan toda la rebaja. De hecho, en junio, el precio medio de la leche en origen fue de 28 céntimos y el precio medio al consumidor era casi el triple, 0,79 euros por litro, según el Observatorio de precios COAG. Y además, hay una gran variedad de precios al consumidor, entre 54 céntimo y 1 euro por litro (según un reciente estudio de FACUA), fruto de una muy diferente calidad: como no hay normas estatales, las industrias tratan de competir a costa de rebajar la calidad de la leche, modificando de forma unilateral los parámetros de calidad de la leche que recogen al ganadero (para pagarles menos). Y el consumidor, con la crisis, no mira mucho la calidad y compra la leche más barata.

La situación del sector lácteo es preocupante: se desploman los precios y nos inundan de productos europeos, a costa de nuestros ganaderos y de nuestras industrias. El fin de las cuotas preocupa a los ganaderos de toda Europa (el Parlamento europeo acaba de aprobar una resolución de apoyo al sector), pero más en España, porque somos el eslabón más débil, tras haber medio desmantelado el sector. Y aún pueden cerrarse muchas más explotaciones, por lo que las organizaciones agrarias están pidiendo, a Bruselas y al Gobierno Rajoy, que intervengan. Piden más controles en la recogida de leche, para que las industrias no abusen y paguen por debajo del coste de producir leche. Y más vigilancia  a los distribuidores y supermercados, para que no vendan por debajo de costes. Además, proponen establecer un parámetro de calidad igual para toda España y que la Agencia de control alimentario investigue todo el camino de la leche de la vaca al consumidor.

Estaría bien un mayor control y acabar con los abusos. Pero no basta. Por un lado, hace falta que los ganaderos se unan, en cooperativas más grandes y con más poder de negociación. Por otro, hace falta industrias lácteas españolas más grandes, que compiten mejor dentro y fuera con las poderosas multinacionales europeas. También hay que fomentar el consumo de leche: cada español toma 74 litros al año (80 en 2008) frente a los 90 litros de media europea o los 190 litros por habitante de Irlanda. Y sobre todo, hace falta que los consumidores seamos más conscientes de la situación, comprendamos que si nos dedicamos a comprar la leche, el queso o los yogures más baratos, estamos contribuyendo a hundir a nuestros ganaderos y a nuestra industria, además de perder calidad. No se trata de pagar más para ayudarles, sino pagar la leche por lo que realmente vale si es buena. No es agua.