El problema de la vivienda angustia cada día más a muchos españoles, sobre todo jóvenes y nuevas familias. La mayoría de los que necesitan una casa no la pueden comprar, porque los precios se han disparado: este año suben un +12,2% anual (la mayor subida trimestral en 18 años), según el INE, que se suma al +55,1% que subió la vivienda entre 2014 y 2024. Resultado: una vivienda usada cuesta de media 2.391 euros/m2 (215.190 euros por 90m2), subiendo a 4.895 euros en Barcelona (440.550 euros por 90 m2) y 5.573 euros en Madrid (501.570 euros por 90m2), según el portal Idealista (mayo 2025). Estos precios disparados exigen pedir una elevada hipoteca (más un 30% ahorrado para el 20% que no se financia, impuestos y gastos), una cuota hipotecaria que supone ya el 23% de los ingresos de una familia (y sube al 46% si se quiere comprar en Barcelona, el 41% en Palma el 40% en Málaga y el 38% en Madrid).
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lunes, 9 de junio de 2025
Alquileres a peor, tras 2 años de Ley de Vivienda
El 26 de mayo se cumplieron 2 años de la Ley de Vivienda, aprobada
por el Gobierno con la oposición del PP (y Vox), que no la aplican en sus
autonomías. Y su balance es nefasto: los alquileres han
subido un +24% estos dos años y el precio de las viviendas se ha
disparado otro +28%. La Ley ha sido contraproducente,
porque los controles de precios han “asustado” a los propietarios,
cayendo más oferta de alquileres (-120.000 en dos años): unos
alquileres se han desviado a pisos turísticos y alquileres de
temporada, otros pisos se han vendido y otros están vacíos. Resultado:
no hay pisos para alquilar y cada uno tiene 35 inquilinos esperando.
Además, no hay suelo disponible ni inversión y se construyen 127.721
viviendas, cuando faltan 600.000.
El problema es político: el enfrentamiento constante entre Gobierno
y autonomías impide pactar medidas eficaces, como reflejó la Conferencia
de Presidentes. Y así, la vivienda no tiene enmienda, en perjuicio de
millones de españoles. Enrique Ortega
El problema de la vivienda angustia cada día más a muchos españoles, sobre todo jóvenes y nuevas familias. La mayoría de los que necesitan una casa no la pueden comprar, porque los precios se han disparado: este año suben un +12,2% anual (la mayor subida trimestral en 18 años), según el INE, que se suma al +55,1% que subió la vivienda entre 2014 y 2024. Resultado: una vivienda usada cuesta de media 2.391 euros/m2 (215.190 euros por 90m2), subiendo a 4.895 euros en Barcelona (440.550 euros por 90 m2) y 5.573 euros en Madrid (501.570 euros por 90m2), según el portal Idealista (mayo 2025). Estos precios disparados exigen pedir una elevada hipoteca (más un 30% ahorrado para el 20% que no se financia, impuestos y gastos), una cuota hipotecaria que supone ya el 23% de los ingresos de una familia (y sube al 46% si se quiere comprar en Barcelona, el 41% en Palma el 40% en Málaga y el 38% en Madrid).
Y si muchas familias y jóvenes no pueden comprar, tampoco
pueden alquilar a los precios actuales: en mayo, los alquileres han vuelto
a subir otro +9,9% anual, según
Idealista, que se suma al +81% que han subido los alquileres en
España entre 2014 y 2024. Con ello, el precio medio del alquiler está ya
en 14,5 euros/m2, según Idealista, un máximo histórico que se traduce en un
alquiler medio (90m2) de 1.305 euros mensuales. Pero es
mucho más en las principales capitales, donde hay más demanda: 23,9
euros/m2 en Barcelona (2.151 euros por 90m2), 21,7 euros en Madrid
(1.953 euros alquiler 90m2), 18,5 euros en San Sebastián, 17,8 euros
en Palme, 15,7 euros en Valencia, 15,6 euros en Málaga y 15 euros en Bilbao.
Unos alquileres disparados que obligan a los inquilinos a destinar el 40% de
sus ingresos, según
el Banco de España, cuando en la UE-27 el “esfuerzo” es del 27%.
El problema en ambos casos (compra o alquiler) es el mismo:
los precios se han disparado porque faltan viviendas (para
comprar y alquilar), porque hay pocas viviendas que salen a la venta o al
alquiler frente a una demanda creciente. El mercado para comprar piso
es muy estrecho y cada vez hay más inversores, inmobiliarias y particulares que
pujan por comprar un piso para alquilarlo después y sacar rentabilidades que
superan el 10%. Un dato que demuestra esta “especulación” en la compra es que un
tercio de las viviendas se compran al contado, sin pedir hipoteca.
Y las inmobiliarias informan que cada día ven compradores que “pujan” por una
vivienda, pagando incluso más de lo que piden. En el caso del alquiler
pasa lo mismo: los pisos “vuelan” en el día, con una
media de 35 inquilinos pujando por cada vivienda que se pone en alquiler
(en 2023 eran 19 candidatos por piso).
Y todo esto pasa 2 años después de la entrada en
vigor (el 26 de mayo de 2023) de la Ley
de Vivienda, que pretendía bajar el precio de los alquileres,
implantando unos “topes” en las ciudades más “tensionadas”. La realidad es que la
Ley no se aplica en la mayoría de autonomías y
Ayuntamientos, porque el PP (y Vox) están en contra. La primera
aplicación de “topes” al alquiler se hizo en marzo de 2024, en 140 municipios
catalanes (incluidas las 4 capitales y sus áreas metropolitanas) y se
amplió en octubre a 131 municipios más (271 en total). Y este año, se han
declarado “zonas tensionadas” algunos municipios del País Vasco
(incluido San Sebastián) y 21 municipios de Navarra, mientras se tramita
en A Coruña y Las Palmas. Pero poco más. Los expertos y el PP (y Vox)
reiteran que estos controles no han bajado los alquileres, mientras el Gobierno
y la Generalitat señalan que sí han bajado en algunas ciudades catalanas.
Pero lo preocupante es que los contratos de alquiler han caído un -21,5%
en 9 de los 15 mayores municipios donde se ha aplicado, según
Idealista.
Esto probaría la principal crítica que hacen la
mayoría de expertos inmobiliarios a la Ley de Vivienda: que retrae
a los propietarios a alquilar. Y que esa “desconfianza”, ante los
controles de la Ley y “el intervencionismo anterior” (desde 2019 se han puesto topes
a la subida de alquileres y a los plazos) han llevado a muchos propietarios a no
alquilar sus pisos, desviando esas viviendas a otros fines o alquilando
más caro, para “cubrirse”. El
portal Idealista ha hecho un estudio y desvela que la oferta de
alquileres ha caído un -17% en estos 2 años de vigencia de la Ley de
Vivienda, mientras la demanda de alquileres ha aumentado un +79% en
estos dos años. Pero esa caída de la oferta de alquileres ha sido mucho más drástica
en muchas ciudades: Barcelona (-46%), Madrid (-21%), Bilbao (-36%), Sevilla
(-31%), Huesca (-43%), Córdoba (-66%), San Sebastián (-36%), Girona (-28%),
Lleida (-38%), Orense (-43%), Oviedo (-52%), Palma (-35%), Palencia (-36%),
Tarragona (-35%), Zamora (-25%), Valladolid (-37%), Zaragoza (-37%), Salamanca
(-29%), Logroño (-23%)…
El estudio
revela que en estos 2 años se han perdido 120.000 alquileres.
¿Dónde han ido? Una parte importante de los alquileres se
han “desviado” a pisos turísticos, que permiten conseguir mayores
ingresos sin controles de precios y contratos. Serían unos 85.600 los
alquileres desviados a pisos turísticos, un aumento del 30%. De hecho,
en las 25 grandes ciudades (donde hay más problemas de alquiler) había 345.000
pisos turísticos en 2024, según Exceltur, una
cifra que no refleja los pisos turísticos “ilegales” (150.000 en Madrid).
Otra cifra importante de alquileres se ha “desviado a alquileres
de temporada: su duración es menor de 1 año y se rigen por el contratos
privados, sin controles de precios ni plazos. Estos alquileres de temporada
suponen ya el 14% de todo el mercado del alquiler y mucho más en las ciudades más tensionadas, según
Idealista: Barcelona (47% de los alquileres son de ya de temporada),
San Sebastián (37%), Badajoz (27%), Girona (26%), Tarragona (20%), Madrid
(17%), Bilbao y Palma (15%), Santander y Valencia (14%)… Y en todas las
capitales han aumentado mucho el último año, bajando sólo en Sevilla y Málaga.
El tercer “desvío” de alquileres tradicionales ha sido por
la venta de estas viviendas: los propietarios, ante los altos precios de
los pisos, han optado por vender y “quitarse problemas” (controles de precios,
impagos…) con los alquileres. No hay datos, pero está claro que una parte
importante de las 1.230.000
viviendas vendidas entre 2023 y 2024 eran viviendas que antes estaban
en alquiler. Y queda otra 4ª vía por la que se ha reducido la cifra de
alquileres: los pisos que se han quedado vacíos estos años, sin vender
ni alquilar: en España hay 3,8
millones de viviendas vacías, aunque sólo el 10,5% (unas 400.000) están
en las ciudades de más de 250.000 habitantes, donde hay más problemas de
alquileres.
En definitiva, que los controles y la Ley de Vivienda han
retraído los alquileres, algo que ya se ve desde las primeras medidas tomadas
por el Gobierno en 2019.Eso llevó a que la oferta
de alquileres haya caído un -56%
desde finales de 2020 a finales de 2024, mientras la demanda de alquileres ha
aumentado +319% desde la pandemia, según Idealista. Este desfase
entre oferta y demanda es el que ha
disparado el precio de los alquileres (de 10,4 euros/m2 en diciembre de
2019 a 14,5 euros/m2 en mayo 2025: +39,5%).
Como en cualquier mercado, los precios del alquiler sólo
bajarán si aumenta la oferta o baja la demanda. La demanda no
puede bajar, porque cada año hay 250.000 familias y jóvenes que buscan casa,
así que la
solución es aumentar la oferta, de viviendas y de alquileres. Y eso
no lo aborda la Ley de Vivienda ni las autonomías y Ayuntamientos del PP. Lo
que ha hecho el Gobierno es tratar de “tapar las fugas” de alquileres,
frenar los pisos turísticos y los alquileres de temporada, imponiendo un
registro obligatorio, que entrará en vigor este 1 de julio, a los
propietarios que quieran hacer este tipo de alquileres. Pero no se limitan ni
reforman. Y, en paralelo, el Gobierno ha presentado, a través de una
proposición de Ley del PSOE, una batería de medidas fiscales para
subir el IVA de los pisos turísticos, aumentar los impuestos a las viviendas
vacías y proponer un nuevo impuesto a la
compra de extranjeros, medidas que son parches y van a retraer aún más la
oferta de alquileres.
El único camino para resolver el grave problema de la
vivienda es aumentar la oferta, con la rehabilitación de
viviendas, la construcción de nuevas viviendas y el aumento del parque de
alquiler. Y eso exige que el Gobierno, las autonomías, Ayuntamientos,
constructores y bancos pacten
Planes de vivienda, ciudad por ciudad. Eso supone, primero, agilizar
el suelo disponible para construir, algo que ahora es un problema,
porque no hay Censos actualizados y una parte de los planes urbanísticos están “paralizados”
por recursos en los Tribunales. El Gobierno propuso (en la anterior Legislatura
y en
marzo de 2024) una reforma de la
Ley del Suelo, para ayudar a los Ayuntamiento a agilizar el planeamiento, pero
la
ha retirado (mayo 2024) por falta de apoyo parlamentario: el PP y Vox
estaban en contra, para debilitar al Gobierno con otra derrota parlamentaria
(aunque sus Ayuntamientos habían pedido la reforma) y los grupos de izquierda
tampoco lo apoyaron por temor a una “burbuja urbanística”…
Además de suelo, construir más viviendas (para venta y
alquiler) pasa por contar con financiación suficiente y con la colaboración
público-privada, pactando precios de venta (sobre todo en VPO) que
compensen las nuevas promociones. Y un mayor gasto en vivienda (ahora
mucho menor que en Europa) , tanto de Ayuntamientos como autonomías y del
Gobierno central. Por eso, el presidente Sánchez
ha propuesto a las autonomías, en la Conferencia de Presidentes, triplicar
el gasto en vivienda: pasar de los 2.300 millones del Plan actual
(2022-2025) a 7.000 millones entre 2026 y 2030, un 60% aportados por el Estado
central y otro 40% por las autonomías (que ahora aportan el 25%). Y eso a
cambio de que las viviendas públicas que se construyan sean
siempre viviendas públicas, no se puedan vender como “libres” (como
se ha hecho con las 2,4 millones de VPO construidas en los últimos 40 años),
para poder tener un parque público (hoy es el 2,5% frente al 8% en la UE-27).
Otro frente de actuación es aumentar el parque de
viviendas en alquiler, lo que exige “no asustar” a los propietarios,
sino incentivarlos y ayudarlos para que alquilen. Eso pasa por varias
medidas: ayudarles (con créditos y subvenciones) a rehabilitar viejas
casas para alquiler, incentivarles fiscalmente (con una deducción
de hasta el 100% en el IRPF) si alquilan a precios “razonables”, agilizar
la normativa en caso de impagos y, sobre todo, facilitarles el alquiler con
seguridad. Una vía es crear empresas municipales y autonómicas que hagan de “intermediarias”
entre el propietarios e inquilinos, como hace el País Vasco con el “Programa
Bizigune”: los propietarios les ceden las viviendas y cobran seguro
cada mes, despreocupándose de todo. Eso sí, hay que aprobar normas legales
para torpedear el trasvase de alquileres a pisos turísticos y alquileres de
temporada, dos fórmulas que suponen la mitad de los desvíos de alquileres
tradicionales.
Con todo, la clave es “cambiar el rumbo”,
aceptar que la Ley de Vivienda ha sido ineficaz y hasta contraproducente: el
Gobierno no puede empecinarse con ella. Hay que cambiar de estrategia y
pactar medidas para construir más viviendas y ampliar la oferta de alquileres.
Pero hay un problema de fondo: el
enfrentamiento político entre el Gobierno y las autonomías y
Ayuntamientos, que son quienes gestionan la política de vivienda. Sin
acuerdo para agilizar el suelo urbanizable, la financiación, las
promociones y la colaboración público-privada, es imposible poner en
marcha una política de vivienda eficaz. Hace falta sentarse, a nivel
estatal, en cada autonomía y en cada Ayuntamiento, para ver cuántas viviendas se
pueden construir y financiar y para sacar más pisos en alquiler (asequible).
La propia Comisión
Europea acaba de pedir a España
que aumente la oferta de vivienda social, con 3 recomendaciones:
aumentar la oferta de suelo (reformando la Ley), reducir los plazos de
construcción y los cuellos de botella administrativos (más la escasez de mano
de obra en la construcción) y reforzar la oferta de vivienda social asequible.
Pero no parece que vayan a escucharlos. El Gobierno está
empecinado en aplicar su Ley y sus controles y el PP está empeñado en no
apoyar ninguna medida del Gobierno (ni la reforma de la Ley del Suelo
ni invertir más) y desgastarlo, aún a costa de que sigan disparándose los
alquileres. Así no hay forma de avanzar. En definitiva, con este irresponsable
enfrentamiento político, la vivienda no tiene enmienda. Y lo
están pagando millones de españoles.
El problema de la vivienda angustia cada día más a muchos españoles, sobre todo jóvenes y nuevas familias. La mayoría de los que necesitan una casa no la pueden comprar, porque los precios se han disparado: este año suben un +12,2% anual (la mayor subida trimestral en 18 años), según el INE, que se suma al +55,1% que subió la vivienda entre 2014 y 2024. Resultado: una vivienda usada cuesta de media 2.391 euros/m2 (215.190 euros por 90m2), subiendo a 4.895 euros en Barcelona (440.550 euros por 90 m2) y 5.573 euros en Madrid (501.570 euros por 90m2), según el portal Idealista (mayo 2025). Estos precios disparados exigen pedir una elevada hipoteca (más un 30% ahorrado para el 20% que no se financia, impuestos y gastos), una cuota hipotecaria que supone ya el 23% de los ingresos de una familia (y sube al 46% si se quiere comprar en Barcelona, el 41% en Palma el 40% en Málaga y el 38% en Madrid).
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lunes, 20 de enero de 2025
Vivienda: muchos Planes y pocos avances
La vivienda no tiene enmienda. Los alquileres subieron
un +11,5% en 2024 y cuestan un 81% más que hace 10 años (los pocos que
hay). Jóvenes y nuevas familias tampoco pueden comprar casa, porque ha
subido +8,1% en 2024 (y +52% la última década). Y por eso, aunque bajan
los tipos, sube la cuota de la hipoteca a pagar. Frente a esta grave
situación, el PP presenta un Plan de 10 medidas para aplicar ahora en las
12 autonomías y 40% de Ayuntamientos que gobiernan. Y el Gobierno, ante
el fracaso de su Ley de Vivienda, presenta otro Plan con 12 medidas. Muchas
coinciden, pero no tienen voluntad de acuerdo. Y sin un Pacto entre Gobierno,
autonomías, Ayuntamientos, promotores y bancos es imposible construir y poner
en alquiler las 600.000 viviendas que hacen falta. Se puede hacer,
actuando sobre el suelo, los Planes urbanísticos, la financiación y las
ayudas, frenando los alquileres turísticos y de temporada. Pero es
imposible si cada uno va por su lado. Siéntense y pacten medidas eficaces. Enrique Ortega
El año 2024 ha sido nefasto para los que buscan alquilar o comprar una vivienda. Los alquileres han subido otro 11,5% (+15,3% en Madrid y +13,9% en Barcelona), según el portal Idealista, que se suma a la subida del +69,5% acumulada entre 2014 y 2023. Con ello, los alquileres han subido +81% en la última década y se sitúan ya en un nuevo máximo: 13,5 euros/metro cuadrado, una media de 1.215 euros por un piso de 90 metros. Pero hay muchas ciudades donde el alquiler medio cuesta mucho más: Barcelona (23,4 euros/m2, 2.106 euros por una casa de 90m2), Madrid (20,7 euros/m2, 1.863 euros de alquiler), San Sebastián (18 euros/m2), Palma (17,2), Málaga y Valencia (14,9 euros/m2). De hecho, los alquileres están en máximos históricos en 31 de las 52 capitales españolas. Además, hay pocos alquileres en el mercado y los que salen duran horas, con los caseros “seleccionando” inquilinos.
Ante la falta de alquileres y su elevado
precio, hay familias que buscan comprar piso, más ahora que han bajado
los tipos. Pero también es muy difícil, porque el precio de compra se ha
disparado: las viviendas subían un +8,1% anual en septiembre de
2024 (según el INE),
el mayor aumento de los últimos años, acumulando una subida del +51,9% desde
2014. Con ello, una vivienda usada (las nuevas son más
caras) costaba en diciembre 2.271 euros/m2, un nuevo máximo
histórico, según
el portal idealista. Eso supone pagar 204.390 euros por un piso de
90 metros cuadrados. Pero en las grandes ciudades, el precio de una casa se
duplica: 4.952 euros/m2 en Madrid (445.680 euros por 90 m2), 4.700
euros/m2 en Barcelona (423.000 euros), 4.442 euros/m2 en Palma,
3.491 euros/m2 en Bilbao, 3.241 euros/m2 en Málaga, 3.035 euros/m2 en Cádiz,
2.836 euros/m2 en Valencia y 2. 827 euros/m2 en Pamplona. Y las
casas en venta también “vuelan”, por la alta demanda, los
inversores y especuladores, dispuestos a no a regatear y pagar más.
Y además, con estos precios de compra disparados, los
jóvenes y familias se encuentran con que
tienen
que pagar ahora una mensualidad más alta de hipoteca para comprar, aunque
hayan bajado los tipos. Así, un piso medio de 90m2, que costaba 162.900
euros de media a finales de 2001, costaba 201.906 euros en 2023 y cuesta ahora
204.390 euros. Y por eso, aunque ha bajado el Euribor, la hipoteca (por el 80%
del valor) ha pasado de costar 462,94 euros en 2021 a 855
euros en 2023 y 812 en diciembre de 2024.
Mínimo ahorro. Pero en las grandes ciudades, donde los pisos han subido
mucho más, la cuota hipotecaria es ahora más cara que en 2023 (y que en 2021): por ejemplo, en Madrid, 1.771 euros al mes ahora frente
a 1.714 euros hace un año y 821 euros en 2021.
En definitiva, que alquilar o comprar casa es prohibitivo
y casi el 40% de los que lo consiguen tienen que destinar más del 40% de sus
ingresos al gasto en vivienda, según
el Banco de España, muy por encima de los que tienen esta alta factura en
Europa (27% de las familias en la UE-27, 17,5% en Francia o Alemania y el 28%
en Italia). Por todo esto, hay que afrontar este grave problema de la
vivienda, que ya es la primera preocupación de los españoles, según el último
Barómetro del CIS. Un problema que no sólo angustia a muchas familias y
jóvenes (el
60% de los jóvenes hasta 35 años viven con sus padres) sino que es también un
grave problema económico, porque frena la expansión de empresas y
negocios.
Al inicio de 2025, parece que los políticos “han
tomado nota” de la preocupación masiva por la vivienda. El 12 de enero,
el PP contraprogramó una Cumbre autonómica en Asturias para adelantarse al
Gobierno y presentar un programa político, con
un anexo de 10 medidas para la vivienda, tras años de inútil gestión
autonómica y municipal y cuando gobiernan
en 12 autonomías y en el 40% de Ayuntamientos (31 capitales). Las medidas
se centran en agilizar la gestión del suelo (después de vetar en
mayo de 2024 la reforma urgente de la
Ley del Suelo propuesta por el Gobierno y solicitada por muchos Ayuntamientos)
y en bajadas de impuestos para compradores y caseros, facilitando el
acceso a hipotecas, fomentando la rehabilitación y reforzando la lucha contra
la ocupación ilegal (los “okupas”, su obsesión y la de Vox).
Al día siguiente, 13 de enero, el presidente Sánchez
anunció un Plan con 12 medidas
para mejorar la situación de la vivienda, a la vista que su Ley de Vivienda
(en vigor desde mayo 2024), no ha sido eficaz y los topes
al alquiler (impuestos en su día por Podemos y Sumar) han
sido contraproducentes: muchos propietarios han dejado
de alquilar, desviando sus pisos al alquiler de temporada o al alquiler
turístico o han vendido su vivienda. El hecho, corroborado por el sector
inmobiliario, es que la Ley y los controles de precios (y el tope de subida) han
provocado una caída del 33% en la oferta de alquileres entre 2019 y
2024, según
los datos de Idealista. Pero hay capitales donde la oferta de alquileres
ha caído mucho más: en Barcelona (-75%: han
“desaparecido del mercado” 3 de cada 4 viviendas en alquiler), Oviedo
(-55%), San Sebastián (-55%), Las Palmas (-51%), Madrid
(-46%), Palma (-46%), Girona (-45%), Bilbao (-44%), Zamora
(-42%), Toledo, (-42%) y Burgos (-40%). Y ha caído también en
Málaga y Valencia (-33%), en Sevilla y Alicante (-32%).
El Gobierno sigue defendiendo su Ley y
los topes a los alquileres en las zonas “tensionadas”, argumentando que el
único sitio donde se han aplicado (Barcelona y su área metropolitana), los
alquileres han
bajado entre un 3% y un 5%. Pero muchos expertos lo atribuyen a la caída de
contratos y reiteran que el
intervencionismo de la Ley ha sido contraproducente. Y
piden medidas para aumentar
la oferta de viviendas, la verdadera causa que explica los precios
disparados de alquileres y compraventas: hay unas 300.000 personas que buscan
piso cada año (jóvenes, inmigrantes y nuevas familias) y en 2024 sólo
se construyeron 90.000.
El nuevo
Plan del Gobierno para la vivienda busca ahora aumentar la oferta de
viviendas. Por un lado, se transfieren a la empresa pública de vivienda
(SEPES) 3.300 viviendas públicas, otras 13.,000 de la SAREB (que traspasará
hasta 40.000) y 2 millones de metros cuadrados de suelo público (mucho de
Defensa), concediéndola además la prioridad para adquirir suelo en el mercado
(para evitar que caiga en manos de especuladores). Además, las viviendas
públicas que se promuevan o adjudiquen mantendrán indefinidamente su
titularidad pública y no se podrán vender (como hasta ahora),
lo que permitirá ampliar el parque público (sólo el 2,5%
del total, frente al 7% de media en Europa). Otra medida es destinar Fondos
europeos a crear “una industria de la construcción”, que avance en
fabricar viviendas modulares, para acelerar plazos de construcción y reducir
costes.
Hay tres
medidas del Plan dirigidas a aumentar la oferta de alquileres.
Una, un sistema de garantías públicas para asegurar a los
propietarios el cobro del alquiler (como hace el programa Bizigune en el País
Vasco) y avales a los inquilinos para casos de impago. Otra, ayudas a los
propietarios que rehabiliten su vivienda para alquilarla (a precio
asequible). Y la tercera, una exención fiscal a los propietarios que
alquilen: el 100% de lo que ingresen no pagará impuestos (siempre que se
ajusten a los límites de subida aprobados y que publica el INE). Las tres
medidas buscan “animar” a los caseros a alquilar, dado que hay 4
millones de viviendas vacías, aunque sólo 400.000 están en zonas “tensionadas”.
Otras
medidas del Plan del Gobierno afectan a las viviendas turísticas (pagarán
el 21% de IVA, como cualquier otro negocio), a los alquileres de temporada
(se
ha creado un registro obligatorio y un Fondo para que los Ayuntamientos
aumenten las inspecciones) y a las compras de pisos por extranjeros no
comunitarios (compraron 27.000 viviendas en 2023), a los que se sube un
100% los impuestos a pagar. Además, se propone a las sociedades de inversión
inmobiliaria (SOCIMI) un mejor trato fiscal si promueven viviendas con
un alquiler asequible. Y, finalmente, anuncian
un Plan de Vivienda 2026-2029, que ampliará las ayudas existentes
para jóvenes, mayores, discapacitados y residentes en zonas tensionadas.
Estas 12 medidas del Plan del Gobierno son un
avance, pero insuficiente.
Se avanza con la empresa pública de vivienda, pero falta un presupuesto
(no hay Presupuestos) y más medios. Las ayudas fiscales para “animar”
a los caseros están bien, pero si están condicionadas a unos topes y
subidas, no funcionarán (como no han funcionado las de la Ley de Vivienda).
Y, sobre todo, son muy “suaves” las medidas para frenar los pisos
turísticos (ojo, 396.883 en agosto de 2024, según el INE, representado el 25% y hasta el 35% del alquiler
en zonas de muchas ciudades) y los alquileres de temporada (han
crecido un +182% en los últimos 5 años y ya suponen el 14% de los
alquileres), básicamente porque su competencia es autonómica y municipal, no
estatal. Y en cuanto a los impuestos a la compra de extranjeros no UE,
es “el chocolate del loro”, porque el
grueso de estas compras (que suben los precios) son los compradores europeos (en Baleares, Alicante,
Canarias, Murcia o Cataluña).
Se echa en falta en las medidas una
actuación más radical en las 4 áreas donde nos jugamos la solución del
problema de la vivienda: suelo, planeamiento, financiación y promoción
pública de viviendas. En España, hay suelo para construir, pero
hace falta catalogarlo (no se sabe dónde y cuánto) y sobre todo prepararlo
para que sea urbanizable y esté a disposición de los promotores, lo que
exige más inversiones y menos burocracia. Además, hay que agilizar el
planeamiento de las ciudades, porque ahora se tarda 10 años y si hay
reclamaciones, el plazo se demora 15 años más (de ahí el intento de reforma de la
Ley del Suelo).
En tercer lugar, hay que buscar financiación suficiente,
pública (hay
que “territorializar” el ICO, el Instituto de Crédito Oficial, y
especializarlo más en la vivienda) y privada, alcanzando un acuerdo con
los bancos para que vuelvan a financiar la vivienda, sobre todo
la protegida (VPO), lo que exige actualizar precios (módulos) y dar facilidades
(suelo y planeamiento) a los promotores privados, actuando también para reducir
los costes de construcción,
facilitar mano
de obra formada (el sector dice
que no encuentra personal) y agilizar los procesos (hoy se tardan 100
meses en una promoción y habría que bajarlo a 50 meses).
Y sobre todo, hay que impulsar la promoción pública de
viviendas, porque es ridícula: sólo 5.241
viviendas protegidas hasta septiembre 2024 (y 8.847 en todo 2023),
frente a 68.587 VPO terminadas en 2008. Eso exige que las autonomías y Ayuntamientos
destinen muchos más recursos a promover VPO, con dinero público (y privado). Ir
construyendo año tras año un parque de VPO, sobre todo para alquilar: harían falta
150.000 viviendas públicas al año para tener en 10 años (1.500.000 VPO más)
un parque de VPO “europeo”. Y el mayor esfuerzo (con financiación estatal) debe
venir de las autonomía y Ayuntamientos, que ya apenas promueven
viviendas (sí conciertos, corridas de toros y fiestas…).
Actuando en
estos 4 frentes (suelo, planes urbanísticos, financiación y
promoción pública), cortando de raíz las fugas de alquileres (a
uso turístico y alquileres de temporada) y facilitando a los propietarios
que alquilen sin miedo (y sin imposiciones), podría empezar a
resolverse el problema de la vivienda en España, que exige tiempo:
habría que construir 150.000 viviendas al año y sacar al alquiler otras
150.000 para atender a la demanda esperable (y eso no resolvería el déficit
actual). Pero para conseguirlo, hace falta un requisito previo:
el
acuerdo entre todos los que deciden en la
política de vivienda (Gobierno, autonomías, Ayuntamientos) y
los “actores” imprescindibles para avanzar (promotores, constructores,
bancos, propietarios e inquilinos). Si no hay un gran Pacto por la
vivienda, no avanzaremos.
Ahora, el Gobierno tendrá que concretar y poner en
marcha sus medidas. Y luego, tendrá que llevarlas al Parlamento y
conseguir aprobarlas. Muchas de ellas, como la reforma de la Ley del Suelo,
los alquileres de temporada o las ayudas fiscales han
sido vetadas en el Congreso por el PP y Vox (algunas con
ayuda de Junts y PNV). Así que es prioritario un gran Pacto de Estado por la
vivienda, como ya
han pedido los promotores (APCE).
Ver las propuestas de cada uno e intentar
consensuar medidas que promuevan más viviendas en construcción y más
alquileres en el mercado, más oferta para rebajar unos precios disparados.
El año 2024 ha sido nefasto para los que buscan alquilar o comprar una vivienda. Los alquileres han subido otro 11,5% (+15,3% en Madrid y +13,9% en Barcelona), según el portal Idealista, que se suma a la subida del +69,5% acumulada entre 2014 y 2023. Con ello, los alquileres han subido +81% en la última década y se sitúan ya en un nuevo máximo: 13,5 euros/metro cuadrado, una media de 1.215 euros por un piso de 90 metros. Pero hay muchas ciudades donde el alquiler medio cuesta mucho más: Barcelona (23,4 euros/m2, 2.106 euros por una casa de 90m2), Madrid (20,7 euros/m2, 1.863 euros de alquiler), San Sebastián (18 euros/m2), Palma (17,2), Málaga y Valencia (14,9 euros/m2). De hecho, los alquileres están en máximos históricos en 31 de las 52 capitales españolas. Además, hay pocos alquileres en el mercado y los que salen duran horas, con los caseros “seleccionando” inquilinos.
No
parece fácil lograr un Pacto, pero sin acuerdos no avanzaremos:
ni el Gobierno podrá aprobar y aplicar sus medidas ni las autonomías y
Ayuntamientos gestionarán mejor. Están condenados a entenderse, a resolver
un problema que es un clamor social. Si no lo hacen, los jóvenes
y familias con menos recursos seguirán sin casa. Y 9
millones de inquilinos seguirán malviviendo, porque tendrán que destinar
más de la mitad de sus ingresos a pagarse un techo. No podemos tolerarlo.
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lunes, 14 de octubre de 2024
Alquileres imposibles: faltan viviendas
El grave problema de la vivienda, con precios y
alquileres disparados, preocupa a muchos españoles, sobre todo jóvenes y familias
vulnerables, que destinan más del 40% de ingresos (los jóvenes el 92%) a
pagar un alquiler. Si lo encuentran, porque hay un 33% menos que en
2009, consecuencia de cambios legales y topes que han llevado a muchos
propietarios a cambiar su piso en alquiler a uno de temporada o turístico. O a
venderlo. La Ley de Vivienda (mayo 2023) es un fracaso y ha reducido los
alquileres. Mientras, se terminan 89.000 viviendas al año (frente a 424.000 en
2009), cuando se crean 275.000 nuevas familias. Tenemos pocos alquileres y
carísimos porque apenas hay viviendas disponibles: faltan 600.000 hasta 2025
y el doble para 2030. La única solución es que Gobierno, Ayuntamientos,
autonomías, promotores y bancos pacten un Plan de Vivienda, conseguir
suelo y financiación para construir 200.000 viviendas al año, la mayoría para
alquiler. Y ayudar (no amenazar) a los propietarios para que
alquilen. Menos Leyes demagógicas y más medidas eficaces. Enrique Ortega
Las manifestaciones, en Madrid y en media España, revelan que el problema de la vivienda agobia cada día más a los españoles. Y no es para menos. Este año 2024, los alquileres siguen subiendo, un +10,2% anual en el tercer trimestre, según el portal Idealista. Y el precio medio de un alquiler en España se coloca en 13 euros/m2 (10,4 euros en 2019). Eso supone pagar 1.170 euros por alquilar un piso de 90 m2. Pero esa es la media. En Barcelona, el precio sube a 2.016 euros (22,4 euros/m2), en Madrid son 1.836 euros (20,4 euros/m2), en San Sebastián son 1.629 euros (18,1 €/m2, en Palma 1.557 euros (17,3 €/m2), en Málaga 1.305 euros (14,5 €/m2) y en Valencia 1.287 euros (14,3 €/m2).
El problema es que la subida de alquileres de este año se
suma a las
subidas del alquiler desde 2014. En 2023, los alquileres subieron
un +10,1%, más que el +8,4% en 2022 y el 4,6% en 2020 (en 2021, con la pandemia.
bajaron un -3,6%). Y antes, entre 2014 y 2019, los alquileres subieron en
España un +50%, según Idealista. Así que en la última década
(2014-2023), los alquileres
han subido un +69,5%, el triple que la inflación general (+21,3%, según
el INE) y cuatro veces más que los salarios (+17,6% han subido los
convenios). Y si sumamos la subida de este año, los alquileres suben casi
un 80% desde 2014…
¿Por qué suben tanto los alquileres? Básicamente,
porque hay pocas viviendas disponibles y una demanda creciente. Por un
lado, apenas se construye vivienda nueva: en 2023 se terminaron 89.119
viviendas, casi las mismas que en 2022 (89.545), tras una década
en la que se construyeron incluso muchas menos (60.000 en 2013, 44.630 en 2016,
78.810 en 2018). Es una cifra ridícula si la comparamos con las 424.459
viviendas terminadas en 2009 o las 650.000 terminadas
en 2006 y 2007. Además, apenas se hacen viviendas protegidas (8.646
VPO en 2023) y la nueva construcción se concentra en la costa mediterránea y
las islas (el 37,2% de las viviendas terminadas) y en el resto de España
(39,1%), más que en Madrid y Barcelona (27,7%).
Apenas se hacen viviendas nuevas mientras cada año crecen
las nuevas familias y los jóvenes que buscan un alquiler, más los últimos
años, cuando la subida de tipos e hipotecas hacen que muchos españoles no
piensen en comprar casa, máxime cuando los precios de compra de los
pisos de han disparado también (+7,8% este año y +39,8% entre 2014 y 2023). El Banco
de España estima que cada año hay 275.000 nuevas familias que buscan
techo, además de 60.000 nuevos inmigrantes. El dato es muy llamativo:
el número
de hogares creció en 1.491.700 entre 2011 y 2023, mientras se
construyeron 762.843 viviendas…
Está claro: la demanda de alquileres se ha
disparado y mientras, apenas se construye. Y tampoco se alquilan muchas de
los 4
millones de viviendas que están vacías. Unas, la mayoría, porque son segundas
residencias o están en mal estado, necesitan rehabilitación. Y, sobre
todo, porque hay pocas viviendas vacías en las grandes ciudades donde
hay más demanda de alquileres: el
Banco de España estima que sólo hay 400.000 viviendas vacías
(el 10% del total) en ciudades de más de 250.000 habitantes.
Esta falta de oferta se ha agravado en los últimos
años, porque los propietarios se han retraído a alquilar, a la
vista de los cambios normativos aprobados por el Gobierno Sánchez. En marzo de
2019 se cambió la Ley de Arrendamientos (LAU), con un Decreto
que limitaba las subidas al IPC y ampliaba los plazos
de alquiler: de 3 a 5 años si el propietario era particular
y hasta 7 años si era empresa. Eso retrajo a muchos propietarios, que reaccionaron
con subidas extras de los alquileres (para “cubrirse”) y retrasando su alquiler
o vendiendo. En febrero de 2022, el Gobierno
aprobó la Ley de Vivienda, que establecía “topes” de
subida a los alquileres en las zonas tensionadas, lo que redujo más la oferta
de alquileres, “asustando a los propietarios”. En mayo de 2023, la Ley entró
en vigor y la
mayoría de expertos coinciden: ha reducido drásticamente la oferta de
alquileres, disparando más los precios.
Los datos vuelven a ser elocuentes. Entre 2019 y 2024, la
oferta de alquileres en España ha caído un -33%, según un reciente
estudio del portal Idealista. Pero en Barcelona (donde la
Generalitat aprobó un control de alquileres ya en 2020), la oferta de
alquileres se ha reducido un 75% desde 2019 a hoy: han
desaparecido del mercado 3 de cada 4 viviendas en alquiler. También ha
caído drásticamente la oferta de alquileres en Oviedo (-55%), San
Sebastián (-55%), Las Palmas (51%), Madrid (-46%), Palma
(-46%), Girona (-45%), Bilbao (-44%), Zamora (-42%), Toledo
(-42%) y Burgos (-40%). Y se ha reducido también la oferta de alquileres
en Málaga y Valencia (-33%), Sevilla y Alicante (-42%).
¿Cómo se ha producido este drástico recorte de la oferta
de alquileres? Por
3 vías: se han “desviado” los alquileres tradicionales a alquileres
de temporada, a alquileres turísticos o a la venta. El primer camino,
el más utilizado, ha sido “desviar” alquileres permanentes a
alquileres de temporada: son por menos de un año, a estudiantes,
trabajadores desplazados (profesores, médicos, camareros, temporeros) o por
vacaciones. No se rigen por la nueva Ley de Vivienda (ni por la normativa de apartamentos
turísticos) y las condiciones se pactan libremente. Estos alquileres han
crecido un +182% entre 2019 y 2024 (+220% en Barcelona) y suponen ya
el 14% de todo el mercado del alquiler, aunque hay ciudades donde
superan la tercera parte del total (y creciendo). El Gobierno intentó
regularlos con un reciente Decreto, pero no consiguió aprobarlo en el Congreso,
por el veto de Junts, junto al PP y Vox.
El 2º camino para desviar alquileres
permanentes es destinarlos
a alquiler turístico. En septiembre había 388.259 pisos
turísticos en las 25 mayores capitales, +55.295 que en junio, según
la patronal turística Exceltur. El problema es más relevante en 48
municipios, con más del 10% de
alquileres turísticos, destacando los centros de Barcelona y Madrid (con más
del 25% de pisos turísticos), Málaga, Sevilla o Palma. El Gobierno promete
regular estos alquileres para el futuro, pero la competencia es autonómica y
municipal y cada ciudad va a su aire, mientras los pisos turísticos aumentan (ver
cuadro), a pesar de las protestas.
El tercer camino para desviar pisos que antes se alquilaban
es venderlos,
aprovechando los altos precios actuales (han subido +47,6%
desde 2014) y la gran demanda, que aumentará con la próxima bajada de tipos
e hipotecas. En los últimos años, Fotocasa
estima que el 12% de los
propietarios que antes alquilaban han vendido, lo que supondría 327.000
alquileres menos desde 2019. La mitad de estos propietarios han desistido de
alquilar, según
Fotocasa, “por malas experiencias” con inquilinos o por temor a la nueva
normativa.
La consecuencia de este triple recorte de la
oferta es clara: hay muchos menos alquileres disponibles y eso sube los
precios y dificulta encontrar un piso para alquilar ("vuelan") Y los que lo consiguen, tienen
que destinar
una mayor parte de sus ingresos al alquiler : ya
suponía el 43% del sueldo medio en 2023, frente al 38% en 2019, según
este estudio de InfoJobs. Pero en las ciudades con los alquileres más
caros, representa mucho más: en Barcelona, el alquiler se lleva el
65% del sueldo medio, en Palma el 63%, en Madrid el 62%, en San
Sebastián el 60%, en Las Palmas el 53%, en Valencia y Santa Cruz de Tenerife el
50%, en Málaga el 49% y en Girona el 48%.
El esfuerzo para pagar el alquiler es mayor en las familias
más vulnerables (con bajos ingresos) y entre los jóvenes.
Así, el pago del alquiler se lleva más del 40% del Salario Mínimo (SMI) en toda
España, según
este estudio de El País. Y supone la mitad o más del SMI en Barcelona
(70%), Madrid (61%), San Sebastián (57%), Bilbao y Málaga (50% SMI). Esto hace
que el pago del alquiler haya llevado a muchas familias a caer en la
pobreza, según reiteran Cáritas
y la
EAPN. Y provoca que muchas familias vulnerables no puedan pagar ahora su
alquiler y aumenten los desahucios (en los últimos 9 meses): en
el 2º trimestre de 2024 han sido 7.850 desahucios, según
el CGPJ, las tres cuartas partes por alquileres (5.874,
un 40% más que hace un año y 5 veces más que en 2020, en
plena pandemia).
Con todo, los que más sufren los alquileres
disparados y escasos son los jóvenes: ganan de media 1.050,77 euros
netos al mes, los menores de 30 años (según el
último estudio del Consejo de la Juventud ) y para pagar un alquiler
necesitan 968 euros de media, según
este estudio de UGT. Además, tienen que pagar los gastos fijos de la
vivienda (agua, luz, Internet y gastos comunitarios): en total 1.131 euros al mes, 80
euros más de lo que ganan los jóvenes en España. Y luego hay que comer,
pagar transporte, vivir… Imposible. Así que la mayoría no pueden alquilar y siguen
viviendo con sus padres, emancipándose
mucho más tarde que en Europa: a
los 30,4 años de media, frente a los 26,3 años en Europa.
El panorama de la vivienda y los alquileres es desolador,
además de suponer “un cáncer para la economía”, porque muchas empresas
(turismo, hostelería, campo, sanidad, educación, industrias) no encuentran
personal debido a que los trabajadores no encuentran un alquiler accesible en
muchas ciudades y pueblos. Urge dejar de “empecinarse” en la Ley de
Vivienda: la ministra Isabel Rodríguez, en un doble gesto de “impotencia” e “incapacidad”
, ha
apelado a la “solidaridad” de los caseros y ha
amenazado con recortar aportaciones estatales a las autonomías que no aplican “topes”(todas
menos Cataluña). Hay que dejarse de “demagogia” y “populismo” y probar otro camino, el que ha
abierto el presidente Illa, con su Plan
de vivienda para Cataluña.
El Plan
Illa tiene 4 ejes, que va a
proponer a los municipios catalanes, a arquitectos y constructores: crear
un Fondo de suelo, agilizar los trámites de las licencias y el
periodo de construcción de viviendas (bajar las entregas de 100 meses a 50), más
inversión para facilitar la construcción a promotores públicos y privados y
ayudas al alquiler, sobre todo a jóvenes. En total, Illa propone invertir
4.400 millones desde la Generalitat para construir 50.000 pisos públicos
en Cataluña de aquí a 2030 (se
terminaron 2.243 VPO en 2023). Un objetivo ambicioso, que supone hacer
las cosas de otra manera: con suelo, negociación e inversión.
El problema del alquiler no se resuelve imponiendo topes
y una Ley: se
resuelve negociando un Plan con los que tienen las competencias
y la decisión (autonomías, Ayuntamientos, promotores y propietarios),
garantizando además los derechos de los inquilinos. Hay que empezar por el
principio, el suelo, que es clave (supone la mitad o más del coste de
una vivienda). En España hay suelo “urbanizable”,
pero falta suelo
“urbanizado”, listo para construir. Y no se sabe cuánto hay ni
dónde está. Por eso, Gobierno, autonomías y Ayuntamientos deben hacer
un Censo de suelo público. Y agilizar que se puede construir en él. El Gobierno
aprobó en marzo de 2024 una reforma
parcial de la Ley del Suelo, para facilitar a los Ayuntamientos que
pudieran aprobar Planes urbanísticos con defectos menores, que llevan años
paralizados en los Tribunales. Pero tuvo
que retirarla en el Congreso por el veto de Sumar, Junts, ERC y Podemos…
Urge conseguir suelo público y facilitárselo a promotores públicos y privados,
porque hoy el proceso tarda de 7 a 10 años.
Además, hay que relanzar las promociones de nuevas
viviendas, aportando inversión pública suficiente y pactando financiación
privada (con bancos e inversores). Ahora hay poca inversión pública en
vivienda (6.900 millones, un
0,5% del PIB, frente al 1% en Europa) y urge aumentarla, a
nivel estatal, autonómico y municipal. Sobre todo, porque la inversión pública para construir viviendas protegidas es sólo la mitad del gasto total (3.472 millones en 2023): el 70% lo aporta el Gobierno central (ojo: con Fondos europeos) y sólo el 30% lo financian las autonomías. Además, los bancos deben volver a financiar
promociones, favoreciendo la promoción privada (subiendo
módulos) de VPO (se
construyeron 8.646 en 2023, frente a 67.909 en 2009). En paralelo, hay que frenar
los costes de construcción (disparados), mejorar la formación de
trabajadores (las constructoras de quejan de que no encuentran personal
cualificado) y agilizar el proceso de construcción (aumentando su ” industrialización”).
Otro frente de actuación es frenar los alquileres de
temporada y los pisos turísticos, para aumentar la oferta. Y en paralelo, negociar
con los propietarios para facilitarles el alquiler con garantías,
sin
topes y con ayudas a los que voluntariamente contengan precios. Una vía es crear
empresas municipales y autonómicas que hagan de “intermediarias”, como
hace el País Vasco con el “Programa
Bizigune”: los propietarios les ceden las viviendas y cobran seguro el alquiler, mientras
se despreocupan de todo. Además, deberían plantearse ayudas para rehabilitar
más viviendas y fomentar fiscalmente (rebajas IRPF, IBI...) que no estén vacías y se alquilen.
Cara a los inquilinos, hace falta que el Estado (con los
pisos del “banco malo”), las autonomías y Ayuntamientos promuevan más
viviendas protegidas (hoy suponen el
2,5% del parque, frente al 10-30% en Europa), para ofrecer alquileres públicos
subvencionados a las familias que no pueden pagar un alquiler de mercado,
aunque baje. Y urge mejorar las ayudas a los jóvenes para el alquiler,
que ahora
se retrasan y no funcionan (7 de cada 10 solicitantes del bono joven de alquiler no lo consiguen) , fomentando la
construcción pública de residencias
para estudiantes. Y necesitamos un sistema ágil, con viviendas públicas
alternativos, para evitar los desahucios de familias vulnerables.
No hay una medida milagrosa para que bajen los
alquileres. Pero la clave es que haya más viviendas y eso debería
obligar a las distintas Administraciones a pactar un
Plan de choque para la Vivienda, hasta 2030, para construir 200.000
viviendas al año (más del doble que ahora) y que viviendas “desviadas”
hoy vuelvan a alquilarse. Debería ser una prioridad para todos. Eso
exige dejarse de politiqueos y demagogia, “sentarse” en toda España (en
cada autonomía y cada ciudad) y negociar suelo, inversiones, medidas y
ayudas. Urge.
Las manifestaciones, en Madrid y en media España, revelan que el problema de la vivienda agobia cada día más a los españoles. Y no es para menos. Este año 2024, los alquileres siguen subiendo, un +10,2% anual en el tercer trimestre, según el portal Idealista. Y el precio medio de un alquiler en España se coloca en 13 euros/m2 (10,4 euros en 2019). Eso supone pagar 1.170 euros por alquilar un piso de 90 m2. Pero esa es la media. En Barcelona, el precio sube a 2.016 euros (22,4 euros/m2), en Madrid son 1.836 euros (20,4 euros/m2), en San Sebastián son 1.629 euros (18,1 €/m2, en Palma 1.557 euros (17,3 €/m2), en Málaga 1.305 euros (14,5 €/m2) y en Valencia 1.287 euros (14,3 €/m2).
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lunes, 13 de mayo de 2024
Faltan viviendas: apenas se construye
Los alquileres siguen subiendo mes a mes (+6,7%
hasta abril) y son un 70% más caros que hace una década, comiéndose
el 40% del sueldo de los inquilinos. Y la compra de un piso se ha
encarecido otro +7% anual, con los tipos de interés por las nubes. El problema
de la vivienda se agrava, mientras la Ley de Vivienda cumple un
año y resulta no sólo inútil sino contraproducente: muchos
propietarios afrontan los topes al alquiler desviando sus casas a alquileres turísticos
y de temporada o vendiéndolas. En consecuencia, cada vez hay menos oferta,
lo que encarece el alquiler. Y se construyen sólo 100.000 casas nuevas,
la 8ª parte que en 2016. El problema de fondo es que faltan viviendas,
para alquilar y comprar, unas 150.000 al año. Y eso dispara los
precios. Por eso urge un Pacto entre administraciones,
promotores y bancos para movilizar suelo y dinero y construir
más viviendas. Y en paralelo, incentivar a los propietarios
(no asustarlos) para que alquilen con seguridad. Enrique Ortega
El problema de la vivienda en España se agrava mes a mes. Los alquileres llevan ya 10 años consecutivos subiendo y en 2024 se han encarecido otro +6,7% entre enero y abril, según los datos del portal Idealista, que refleja un precio del alquiler que alcanza otro récord histórico: 13 euros por metro cuadrado, lo que supone un alquiler medio de 1.170 euros mensuales para un piso de 90 m2. Pero hay 7 grandes ciudades (donde viven 7,3 millones de españoles, la sexta parte de la población) donde el alquiler medio es más caro: Barcelona (21,1 euros/m2), Madrid (19,2 euros), San Sebastián (17,2), Palma (15,8), Málaga (14,2), Bilbao y Valencia (13,9 euros/m2). Y con estas subidas, los alquileres se han encarecido ya un +76,2% en los últimos 10 años (desde 2014), el triple que la inflación general (+22,8%) y casi cuatro veces lo que han subido los salarios (+20,66%). Por eso, ahora, un inquilino debe destinar un tercio de sus ingresos mensuales (el 33% de media en España, pero el 44% en Barcelona y el 37% en Madrid) a pagar su alquiler (si lo encuentra). Un agobio.
Pero no sólo suben los alquileres. También comprar
un piso es más caro cada mes, porque suben los precios de las
viviendas en venta y el coste de las hipotecas: los pisos subieron un +4,7%
en 2023, la mayor subida en 6 años, tras haberse encarecido un +44,5% en
los últimos 10 años (más del doble que la inflación y los salarios). Y en
2024, el precio medio de la vivienda usada (la que más se vende) es de 2.079
euros por metro cuadrado (187.000 euros por una casa de 90 m2), lo que supone
una subida del +7% en el último año, según
Idealista, aunque el precio se dispara mucho más en las grandes ciudades:
desde 4.355 euros/m2 en Madrid (392.000 euros por 90 m2) a 4.317
euros/m2 en Barcelona, 2.759 euros/m2 en Málaga, 2.400 euros/m2
en Valencia, 2.247 euros/m2 en Las Palmas y el despropósito de
5.465 euros/m2 en San Sebastián. Unos precios imposibles para la mayoría:
suponen tener ahorrado un 30% del valor y pagar una hipoteca mínima de 650
euros mensuales.
¿Qué está pasando, porqué se disparan los alquileres y el
precio de los pisos? La respuesta corta es porque no hay viviendas
para alquilar y comprar, porque hay mucha demanda, sobre todo de
alquiler: 27
inquilinos se interesan por cada piso que se alquila en 2024 (en 2023
eran 17 por alquiler). Y en el caso de las ventas, la demanda para comprar
sigue fuerte, a pesar de los altos tipos de interés, porque muchos
compradores son inversores o ahorradores que las compran para
especular (6
de cada 10 viviendas se compran al contado, sin hipoteca), en
muchos casos extranjeros que buscan casa en España (el
15% de las compras totales). Y frente a esta creciente demanda de
alquileres y pisos para comprar, sigue cayendo la oferta, tanto de
alquileres como de pisos en venta.
Esta nueva Ley de vivienda ha agravado el problema del
alquiler en España, ya que redujo la oferta de alquileres un 30%,
sólo entre mayo y octubre de 2023 (ahora será más), según
la Federación de Asociaciones Inmobiliarias. Según una encuesta hecha a 637
agencias inmobiliarias, el 45,59% de los propietarios han aprovechado
para subir los nuevos alquileres (para cubrirse de las bajas revalorizaciones e
impagos) y han endurecido los requisitos que exigen a sus potenciales
inquilinos (obligándoles además a “casting muy severos para “filtrarles por ingresos,
empleo y contrato, edad, nacionalidad o color de piel y tipo de familia). Otro 15,44%
de propietarios responden que se han pasado al alquiler
de temporada (ya supone el 11% de todos los alquileres), un 6,2%
se han pasado al alquiler
turístico (hay 340.000 viviendas turísticas (entre un 10 y un 20% de
los alquileres totales, según zonas) y otro 13,07% de propietarios han
decidido vender el piso que hasta ahora alquilaban.
En consecuencia, hay muchas menos viviendas que se
alquilan. Y en paralelo, se construyen cada año menos viviendas
nuevas, lo que aumenta el déficit de viviendas para alquilar o comprar,
disparando los precios. Así, en
2023, los visados de obra nueva fueron 107.934, un
-0,91% menos que en 2022 (108.923 visados de obra nueva), una cifra similar a
las viviendas iniciadas en 2019 (106.266) y que queda muy lejos de las
viviendas nuevas que se iniciaban en España en los años del boom inmobiliario (865.561
viviendas iniciadas en 2006, ocho veces más que ahora) e incluso después (264.795
en 2008). Los visados
de vivienda libre fueron 98.040 en 2023 y apenas se hizo vivienda
protegida (VPO),
sólo 11.982 en 2023 (frente a las 90.531 VPO iniciadas en 2008), según los
datos oficiales. Y choca que se hayan hecho 3.491 VPO en Cataluña, 1.906 en
Andalucía (3 VPO en Málaga…), 1.854 en Madrid, 1.784 en País Vasco, 511 en la
Comunidad Valenciana o cero VPO en Canarias…
En resumen, no sólo se alquilan menos viviendas sino
que además se construyen pocas viviendas nuevas, por falta de suelo y financiación
y porque a los promotores no les compensa hacer viviendas libres ni protegidas
(ni a las autonomías y Ayuntamientos promoverlas) , por sus bajos precios
(módulos). El resultado es que tenemos
un enorme déficit de viviendas disponibles y esa es la razón básica
de los altos precios de alquileres y viviendas. En España, cada año se crean
275.000 hogares y llegan además unos 60.000 inmigrantes, lo que supone una
demanda de 335.000 viviendas (alquiler o propiedad), según el Banco de
España. Y frente a esta demanda, se construyen menos de 100.000 nuevas
viviendas al año y caen los pisos destinados al alquiler, con lo que
tenemos un déficit de 600.000 viviendas, sólo entre 2012 y 2025, según
el Banco de España.
Otros
cálculos estiman que España necesita 1.500.000 nuevas viviendas en 10
años (150.000 al año), de ellas 1.300.000 para alquilar. Este es el gran
objetivo que tenemos pendiente, no poner topes artificiales a los
alquileres (que retraen más la oferta). Para ello hay que resolver los 4
problemas que tiene hoy la construcción, según
el Consejo de Arquitectos: la falta de suelo (y sus elevados precios),
la falta de financiación (los
bancos se han retirado de financiar a los promotores, tras la
burbuja inmobiliaria y más tras las fusiones), el alto precio del
dinero (los tipos más altos desde 2008) y la enorme burocracia y complicaciones
jurídicas que rodean a los planes urbanísticos. Los promotores-constructores hacen hincapié en los dos que más les
preocupan: la falta de suelo disponible para construir y lo complicado que
resulta conseguir una licencia de obra (hasta 18 meses). Y añaden dos más:
aumento de los costes de construcción y falta de mano de obra formada.
Así que la clave del problema de la vivienda está en aumentar
la oferta, construyendo más viviendas y facilitando que los propietarios
las alquilen, lo que exigiría ponérselo fácil, no imponerles topes
que les disuaden a alquilar. Una vía, seguida por el gobierno vasco (Programa
Bizigune), es impulsar la creación de agencias públicas autonómicas que
les gestionen y aseguren el cobro del alquiler. Otra, incentivar
los alquileres asequibles con deducciones fiscales a los propietarios que
los hagan. Y fomentar la salida al mercado de los 4 millones de
viviendas vacías, aunque eso requiere ayudas para rehabilitar muchas de
ellas, que no están para alquilar. Pero ojo: este enorme parque de viviendas vacías
no es la panacea para resolver el problema del alquiler, porque sólo
400.000 (1 de cada 10) están en
ciudades con más de 250.000 habitantes, donde se concentran los
problemas.
La otra vía, construir más viviendas es clave,
conseguir iniciar al menos 150.000 viviendas al año (50.000 más que
ahora). Para conseguirlo, es urgente lograr un Acuerdo entre administraciones,
promotores/constructores y bancos (privados y el ICO), para conseguir
sacar al mercado todo el suelo posible y financiar promociones de nuevas
viviendas, la mayoría para alquileres a precio tasado. Ese era el objetivo de
la reunión
que mantuvo el presidente Sánchez, el pasado 11 de abril, con los
promotores y patronales inmobiliarias, sindicatos y bancos, aunque no se
concretaron objetivos y faltaban autonomías y ayuntamientos (cuya colaboración
es básica, aunque difícil dada la actual crispación política).
En paralelo, el Gobierno ha tomado algunas medidas
normativas para ayudar a relanzar la construcción de viviendas. Por un
lado, ha aprobado (26 de marzo 2024) y enviado al Congreso una reforma
parcial de la Ley del Suelo, para dar más seguridad jurídica a los
Planes urbanísticos de los Ayuntamientos, para que se puedan poner en marcha
cuando tengan deficiencias subsanables (y no se paralicen, como ahora, en los Tribunales),
además de facilitar que los municipios realicen un registro de solares vacíos
donde obliguen a los propietarios a edificar. En paralelo, ha
aprobado una Orden para facilitar a autonomías y Ayuntamientos la
concesión de “licencias
rápidas”.
Y además de facilitar la construcción de nuevas viviendas,
el Gobierno promueve ampliar la oferta de vivienda por otras dos vías.
Una, con el Plan para construir viviendas públicas con dinero de los Fondos
europeos (1.000 millones): se iban a construir 20.000 viviendas, pero ya se
han firmado
convenios con las autonomías para construir 25.000 VPO, para alquileres
asequibles. La otra, movilizar las 50.000 viviendas que tiene la SAREB,
el “banco malo” público que se creó con los pisos y suelo acumulados tras la
crisis bancaria. La
SAREB ha ofrecido 21.000 de estas viviendas para que
las compren las autonomías, pero ha sido un fiasco: sólo
habían comprado 350 viviendas a finales de 2023. También la SAREB ha
ofrecido 4.770 suelos a Ayuntamientos en condiciones ventajosas. Y hay otras
14.000 viviendas de la SAREB habitadas cuya situación se está tratando de
regularizar, mientras la SAREB ofrece el suelo para otras 15.000 viviendas a
construir con promoción público-privada.
Además, el Gobierno
ha creado un Grupo de Trabajo para aprobar una futura regulación
de los pisos turísticos, para facilitar su regulación y control a
autonomías y Ayuntamientos. Y lo mismo para
los alquileres de temporada, una vía de escape para alquilar sin control
que se debe regular. Pero la clave sigue siendo “atraer” a los
propietarios para que alquilen (en lugar de asustarlos con los topes al
alquiler) y conseguir que entre la promoción pública, la SAREB y
la promoción privada, se construyan más viviendas en España. Que
aumente más la oferta, de alquileres y pisos en venta, lo que acabará
haciendo bajar alquileres y precios. No hay otro camino, por mucho que los controles
de precios (“populismo” contraproducente) suenen bien a algunos. El
problema
de la vivienda sí tiene enmienda: construir más.
El problema de la vivienda en España se agrava mes a mes. Los alquileres llevan ya 10 años consecutivos subiendo y en 2024 se han encarecido otro +6,7% entre enero y abril, según los datos del portal Idealista, que refleja un precio del alquiler que alcanza otro récord histórico: 13 euros por metro cuadrado, lo que supone un alquiler medio de 1.170 euros mensuales para un piso de 90 m2. Pero hay 7 grandes ciudades (donde viven 7,3 millones de españoles, la sexta parte de la población) donde el alquiler medio es más caro: Barcelona (21,1 euros/m2), Madrid (19,2 euros), San Sebastián (17,2), Palma (15,8), Málaga (14,2), Bilbao y Valencia (13,9 euros/m2). Y con estas subidas, los alquileres se han encarecido ya un +76,2% en los últimos 10 años (desde 2014), el triple que la inflación general (+22,8%) y casi cuatro veces lo que han subido los salarios (+20,66%). Por eso, ahora, un inquilino debe destinar un tercio de sus ingresos mensuales (el 33% de media en España, pero el 44% en Barcelona y el 37% en Madrid) a pagar su alquiler (si lo encuentra). Un agobio.
Veamos qué sucede con la oferta de alquileres. Los
expertos alertan que la oferta de pisos en alquiler se ha retraído en los tres
últimos años, debido primero a los topes impuestos a la revisión de
alquileres (2%
desde marzo de 2020 a diciembre de 2023 y el 3% para 2024) para
combatir la inflación y ayudar a los inquilinos más vulnerables. Eso provocó
que muchos propietarios se pensaran alquilar y muchos forzaron subidas bajo
cuerda o alquileres irregulares. Luego vino la
Ley de Vivienda, aprobada por el Gobierno Sánchez en febrero de 2022
y que entró en vigor hace casi un año, el 26 de mayo de 2023. El primer
efecto de esta Ley, que pretendía mejorar los alquileres, ha sido
el contrario: ha
retraído a muchos propietarios a alquilar, porque fija unos topes al
alquiler en las zonas tensionadas, por presión de Sumar y Podemos. Este “populismo
intervencionista” ha frenado drásticamente la oferta de pisos en alquiler,
porque la Ley congela los alquileres actuales en las zonas
tensionadas (lo tienen que solicitar las autonomías y por ahora sólo lo ha
hecho Cataluña) y fija un tope a los alquileres futuros, según un precio
máximo fijado para esas zonas tensionadas.
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