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lunes, 24 de septiembre de 2018

Pinchan las exportaciones (y nos afecta mucho)


Las ventas de España en el extranjero apenas han crecido este año un +3.8%, tras casi duplicarse desde 2008, según el último dato publicado el viernes. Y con ello, por primera vez, las exportaciones no aportarán nada al crecimiento este año, después de haber sido uno de los motores de la recuperación. Las causas son el Brexit (han caído nuestras ventas a Reino Unido), el bajo crecimiento europeo y las tensiones mundiales, por Trump y el proteccionismo, que hacen peligrar la recuperación, según alertan la OCDE y el FMI. Un pinchazo exterior preocupante porque las exportaciones aportan un tercio de la riqueza española (PIB) y mantienen 1.300.000 empleos. Urge un Plan de choque, para reanimar las exportaciones y ayudar a más empresas (sólo 49.000 exportan habitualmente) a vender más fuera de Europa. Nos jugamos un tercio de la recuperación y un 9% del empleo. Otro tema clave (aunque “no vende”) para pactar soluciones, mientras el país sigue empantanado en másteres y tesis.

enrique ortega

La crisis económica estalló hace 10 años, en septiembre de 2008, y en 2009, la economía española se desplomó, cayendo el PIB un -3,6%. En 2010, muchas empresas buscaron una “válvula de escape” con la exportación, intentando vender fuera lo que no conseguían vender dentro, tirando por los suelos precios, salarios y empleos para lograr ser competitivos. Y lo consiguieron: en 2010, las exportaciones crecieron un +16,8%, en 2011 otro +15,2% y entre un 2% y un 9% los años siguientes, consiguiendo un récord en la exportación de bienes en 2017: 277.125 millones de euros vendidos fuera, casi el doble (1,75 veces) de lo exportado en 2009 (159.889 millones). Y si sumamos a la exportación de bienes la de servicios (turismo, finanzas, telecomunicaciones, transporte, servicios informáticos y consultoría), el total de ventas de España al exterior alcanzó los 400.216 millones de euros en 2017, más de un tercio de la producción total española (el 34,3% del PIB, cuando era del 25,3% en 2008). O sea, que un tercio de lo que crecemos viene de las ventas hechas fuera de España, uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo. Y  las exportaciones mantienen 1.300.000 empleos (el 9% del total).

Por todo esto es preocupante que las exportaciones españolas hayan “pinchado” este año 2018. En el primer semestre, crecieron sólo un 2,9%, la tercera parte que en 2017 (+8,9%) y sólo un +0,7% real si descontamos la inflación (+2,2%). Con ello, las exportaciones españolas crecieron por debajo de la exportación de la UE-28 (+4,1%), de la zona euro (+4,2%) y menos que las exportaciones de Alemania (+4%), Francia (+3,1%), Italia(+3,7%), Reino Unido (+4,5%), China (+11,9%), EEUU (+9,6%) y Japón (+6,2%). Y es el primer año desde 2008 en que las exportaciones españolas crecen menos que el comercio mundial (+4,3%). Y aunque en julio han crecido más las exportaciones (+9,8%), según el dato de Aduanas conocido el viernes, el crecimiento exportador en los 7 primeros meses es +3,8%, casi la tercera parte que el año pasado (crecieron un +9,1% hasta julio).

¿Qué está pasando? Básicamente, que España está sufriendo los efectos del Brexit, el enfriamiento de la economía europea y las turbulencias proteccionistas en el comercio mundial, tras las amenazas de Trump. Las exportaciones españolas han caído este año (enero-julio) al Reino Unido (-1,6%), nuestro 5º mejor cliente, por sus dificultades económicas tras el Brexit, a Noruega (-4,1%), Brasil (-0,7%), Perú (-16%), Canadá (-7,7%), Hong-Kong(-11,4%),  Nigeria (-11%)  y Emiratos (-18,3%). Pero, además, se han “enfriado” mucho nuestras ventas al resto de Europa, en especial a Italia, nuestro tercer cliente (han crecido sólo un 0,7%) y Francia, nuestro primer cliente, donde nuestras exportaciones crecen sólo un 1,4%. Y las ventas a Alemania, nuestro segundo cliente, crecen sólo un 2,7%. Fuera de Europa, las ventas a Asia crecen un mínimo 0,5% (+1,7% a China y +1,3% a Japón), a América crecen un 2,5% (+1% a México) y a Oriente Medio un 1,1%.

Por productos, las exportaciones españolas que han caído este año (enero-julio) son los alimentos (-0,2%), debido a las menores ventas de aceites (-15,6%) y tabaco (-6,8%), la energía, por las menores ventas fuera de carbón y electricidad (-36,7%), los  juguetes (-1,6%), la electrónica de consumo (-3,1%) y los medicamentos (-4,7%). Pero apenas han crecido algunas exportaciones claves, como las de automóviles (+0,5%), motores, material de transporte y bienes de equipo (+1,6%), calzado (+0,3%) y manufacturas de consumo (+2,4%). El pinchazo de las exportaciones se ha notado más en Madrid (-3,4%), Asturias (-6,4%) y Murcia (-0,3%), cayendo también en Aragón, Castilla y León y La Rioja. Las zonas más afectadas por el pinchazo exportador son varias comarcas de Levante y Murcia (por los alimentos, juguetes y calzado), País Vasco, Madrid y Cataluña por los bienes de equipo y media España por las menores exportaciones de automóviles.

Este “pinchazo” de las exportaciones debería preocuparnos  porque la exportación es  uno de los tres motores de la recuperación, junto al consumo interno y el turismo (que también “pinchan” desde junio). No es sólo que las exportaciones de bienes y servicios aporten un tercio de la riqueza y un 9% del empleo sino que contribuyen de forma decisiva al crecimiento cada año. Durante la crisis, la caída del PIB no fue mayor porque las exportaciones crecieron entre 2010 y 2014, compensando la caída del consumo interno. Así, en 2012, por ejemplo, el PIB cayó un -1,4%, pero podría haber caído el triple si no hubiera sido porque el sector exterior aportó al PIB un crecimiento del +2,5% que compensó dos tercios de la caída de la demanda interna (-3,9%). Y así ha ido pasando, aunque en menor medida, durante la recuperación: en 2016, España creció un 3,2% y la cuarta parte fue gracias al sector exterior, que aportó un 0,8% a ese crecimiento. En 2017, España creció un 3% y todo fue por la actividad interna, porque el sector exterior no aportó nada, según la última revisión del INE. Y este año 2018, las exportaciones aportaron un 0,2% al crecimiento del primer trimestre (+0,7%) y restaron un -0,2% en el segundo trimestre (+0,6% PIB), según el INE. O sea que este año, las exportaciones no ayudarán nada a la recuperación, según ha pronosticado el Banco de España.

El problema no es sólo que uno de los tres motores de la recuperación española se haya “gripado”, sino que los vientos que vienen de fuera no auguran mejoría en los próximos meses. De hecho, la OCDE acaba de pronosticar  el jueves un menor crecimiento de la economía mundial en 2018 (+3,7%), rebajando dos décimas las previsiones que hizo en mayo para Europa (zona euro), que espera crezca sólo un 2% este año y un 1,9% en 2019, mientras esperan que crezcan muy poco Italia y Francia, dos importantes clientes de España. Y en el resto del mundo, detectan “alta incertidumbre”, por la guerra comercial desatada por Trump y los problemas en Turquía o Argentina, al igual que hizo el FMI en julio. Y piensan que la recuperación internacional puede “haber tocado techo, lo que va a dificultar que aumenten las ventas de España fuera. Y con ello, parte de nuestro crecimiento y empleo.

Lo normal, en un “país normal”, sería que el Gobierno y las fuerzas políticas cerraran filas y acordaran un Plan de choque para reanimar las exportaciones, porque nos jugamos en ello buena parte de la riqueza y el empleo. Y porque la exportación, aunque ha salvado al país, tiene problemas estructurales sin resolver, que alguien debería afrontar ahora. Básicamente, que las exportaciones españolas están excesivamente concentradas. Primero, concentradas en pocos sectores: tres actividades concentran casi la mitad de nuestras ventas fuera, los automóviles (16,7%), la alimentación (16,2%) y la ropa y calzado (6,7%). Segundo, concentradas en pocos paises: el 72% de las exportaciones españolas se dirigen a Europa (52% a los paises euro) y sólo una cuarta parte van a América (10,5%), Asia (8,9%), África (6,4%) y Oceanía (0,7%), las zonas con más potencial del mundo. Tercero, concentradas en pocas regiones españolas: más de la mitad de toda la exportación se concentra en 4 autonomías, Cataluña (25,4%), Andalucía (11,7%), Comunidad Valenciana (10,8%) y Madrid (10,1%), mientras las 13 restantes exportan poco, especialmente Baleares (0,6% del total), la Rioja (0,7%), Extremadura (0,7%), Cantabria y Canarias (0,9%). Y cuarto, concentradas en muy pocas empresas: sólo hay 49.086 empresas españolas que exportan habitualmente (de más de 3 millones), según el ICEX, y sólo 1.000 empresas exportan dos tercios del total, la mayoría grandes empresas y multinacionales (un 35%).

Así que el reto es conseguir exportar más de otros productos, a más paises fuera de Europa, desde toda España y que entren a exportar las pymes (el 98% de las empresas), que hoy apenas exportan. Con ello, podríamos conseguir que España se homologue a otros paises, ya que aunque ha dado un gran salto exportador en 10 años, aun está retrasada respecto al resto de Europa. Así, el peso de las exportaciones de bienes y servicios en España (34,3% del PIB en 2017) es muy inferior a la  media europea: 46% del PIB en la UE-28, según Eurostat. Y somos el 5º país europeo con menos peso de las exportaciones en la economía (34,3%), sólo por delante de Reino Unido (30,2% del PIB), Francia (30%), Italia (31,3%) y Grecia (33,1% del PIB). Y muy lejos de los paises europeos punteros en la exportación: Luxemburgo (aporta el 230% de su PIB), Malta (136,1%), Irlanda (120%), Bélgica (85,1%), Holanda (83%), 11 paises del Este como Hungría (90,1%), Bulgaria (66,3%) o Polonia (54%), Alemania (47,2% de su PIB lo aportan las exportaciones) y hasta Portugal (43,1%), según las estadísticas de Eurostat.

Pero lo más preocupante es que la exportación, a pesar del salto dado en la última década, crea  y mantiene en España menos empleo que en Europa, porque aquí pesa menos y exportan menos las pymes (98% empresas). Así, en España, la exportación aporta el 9% del empleo (1.300.000 ocupados en 2017), frente al  26% en Irlanda (450.000 empleos), 20% en Alemania (6.200.000 trabajadores en la exportación), 12,5% en Italia (2.700.000 empleados) o 10% en Francia (2.200.000 empleados en la exportación), según los datos de la Comisión Europea. De hecho, España es el tercer país europeo donde la exportación crea menos empleo, sólo por delante de Grecia (7%: 370.000 empleos) y Portugal (8,3%:335.000 empleos). Una enorme asignatura pendiente para el 2º país con más paro de Europa.

Los datos son claros: la exportación española ha mejorado mucho pero queda mucho por hacer. Y no se puede perder el tiempo, máxime ahora que ha “pinchado” y que vienen malos vientos del exterior. Por eso la urgencia de pactar un Plan de choque, que reanime las exportaciones y con ellas el crecimiento y el empleo. Un Plan con varias medidas: aumentar el número de empresas que exportan, con ayudas fiscales y financiación (faltan créditos y avales), con asesoramiento y formación, con más oficinas de ayuda exterior, dotando de más recursos al ICEX, cuyo presupuesto se ha recortado a la tercera parte desde 2007. Se trata de “volcarse en la exportación”, desde el Gobierno, las patronales y sindicatos, fomentando en paralelo las fusiones de empresas (las más grandes exportan más), la tecnología, la innovación y la industrialización (la industria es más estable exportando que los servicios).

Además, hay otros dos retos de fondo. Uno, exportar más fuera de Europa, sobre todo en Asia, América y Oriente Medio, las regiones con más potencial económico. Y el otro, diversificar lo que se vende, consiguiendo más ingresos. Porque la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (automóviles, plásticos y metales), y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, a pesar de que estos productos suponen casi la cuarta parte de la demanda mundial. O sea, exportamos productos de menos valor que otros paises y competimos en precio (gracias a los bajos costes salariales, un 22% más bajos que la media europea, según Eurostat) y no en tecnología y calidad. En resumen: hay que exportar más y otras cosas, no intentar  ser “la China de Europa”, no competir fuera tirando los salarios de los españoles.

Ya ven, la exportación no es una cuestión de expertos en economía sino que afecta y mucho a la recuperación, al empleo y a los salarios, a nuestra vida diaria. Pero no leerán ni oirán hablar mucho de ella: no “vende” en los medios  ni interesa a los políticos, que siguen enrocados en temas recurrentes como doctorados y másteres, Cataluña o elecciones. Y por supuesto, no están por la labor de aprobar un Plan de choque por la exportación ni medidas de apoyo a los exportadores en el hipotético Presupuesto 2019. Así nos va.

jueves, 16 de marzo de 2017

España, guerras comerciales y globalización


Malas noticias para el mundo: EEUU tuvo en enero el mayor “agujero” comercial de los últimos 5 años, por China y México, tras cerrar 2016 con un déficit de 502.000 millones de dólares, el mayor desde 2012. Son datos que alimentarán la retórica proteccionista de Trump y desatarán guerras comerciales. Pero EEUU no es un perdedor de la globalización: ha aumentado sus exportaciones y su cuota comercial desde 2005, aunque han ganado más China, México y Corea. Quien más ha perdido es Europa, sobre todo Francia, Reino Unido y Alemania. España es el único país europeo que mantiene su cuota comercial y el 6º país del mundo que más ha aumentado sus exportaciones, que cerraron 2016 con un récord histórico. La crisis ha forzado a nuestras empresas a vender más fuera, tirando precios y salarios. Pero ahora, con la tormenta que amenaza al comercio mundial, urge un Plan de apoyo a las exportaciones españolas, para que no retrocedan. Mucho crecimiento y empleo depende de ellas.
 
enrique ortega

La globalización es la nueva forma de organización del capitalismo en las tres últimas décadas y consiste en tomar el mundo como mercado, para producir y vender. El otro día compré en el súper un chuletón de carne polaca sacrificada en Dinamarca y envasada en Francia. Y cada día usamos un móvil hecho en China o un coche fabricado en Eslovaquia con piezas alemanas y componentes españoles. Esta globalización ha trastocado la economía y a los paises, con claros ganadores y perdedores. El país ganador con la globalización es China, la “fábrica del mundo”, que en 2005 era el tercer exportador mundial, por detrás de Alemania y EEUU, y que hoy es el primero, tras triplicar en estos 11 años sus exportaciones (de 762.050 a 2.180.000 millones de dólares). Y el gran perdedor, según los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido Alemania, que en 2005 lideraba el ranking de paises exportadores y ahora está en tercer lugar, tras China y EEUU, después de aumentar poco sus ventas exteriores en esta década larga (de 969.960 a 1.338.000 millones de dólares).

Estados Unidos, por mucho que diga Trump, no es una “víctima” de la globalización, sino que también ha salido ganando: se mantiene el segundo en el ranking exportador mundial (como en 2005) y es el 2º país que ha ganado más cuota comercial desde 2005 (un +0,57%, hasta el 9,24%), tras China (+5,97% de cuota entre 2005 y 2016, con el 13,1% del comercio mundial), por delante de los otros tres únicos paises más que también han ganado cuota en estos once años : Corea (+0,41%), México (+0,33%) y Brasil (+0,06%), según la OMC. Eso sí,  las exportaciones USA han aumentado un 61,8% (entre 2005 y 2016), menos que las de China (+179,1%), México (+76%) y Corea (+ 74,8%), los tres paises que más han aumentado sus ventas exteriores en los últimos once años.

El gran perdedor de la globalización ha sido Japón, el 4º país en el ranking de exportadores, que se ha dejado un 1,66% de su cuota comercial (4,18% ahora). Pero a nivel de continentes, el gran perdedor ha sido Europa, que ha pasado de tener el 42,7% de las exportaciones mundiales (2005) al 38% (2016), mientras Asia era el único continente que ganaba un 7% de cuota comercial, perdiendo también cuota Latinoamérica (-0,3%) y Norteamérica (-0,1%), según los datos de la OMC. Y Europa ha perdido un 4,7% de cuota porque la han perdido sus cuatro mayores paises, Francia (-1,29%), Reino Unido (-1,18%), Alemania (-0,8%, con un 8,67% del comercio mundial) e Italia (-0,69%), que han perdido mercados mundiales en beneficio de China y otros paises emergentes.

En este contexto, España ha salido bien parada de la globalización: no ha perdido apenas cuota de mercado en el mundo (-0,03% entre 2005 y 2016), tenemos un 1,72% del comercio mundial (ocupamos el lugar 17 en el ranking de paises exportadores) y, sobre todo, somos el 6º país del mundo donde más han crecido las exportaciones desde 2005, un 49,3%, sólo por detrás de China (179,1%), México (+76,4%), Corea (+74,8%), EEUU (+61,8%) y Brasil (+60,4%), muy por delante del crecimiento que han tenido las exportaciones en Holanda (+39,2%), Alemania (+38,9%), Italia (+23,1%), Bélgica (+17,2%), Rusia (+14,2%), Canadá (+9,8%), Francia (+8,2%), Japón (+8,1%) y Reino Unido (+4,4%).

Así que Europa tiene un serio problema exportador, de competitividad frente al resto del mundo, del que se salva España, gracias al enorme esfuerzo hecho sobre todo desde 2012: entre 2000 y 2007, las exportaciones españolas crecieron menos que el comercio mundial (+4,7% frente al 7,4%), con lo que España perdió cuota comercial, pero entre 2012 y 2016, las exportaciones españolas han crecido más que las mundiales (+4,4% frente al 3%) y hemos ganado cuota en el mercado mundial, mientras la perdían Alemania y los principales paises europeos. Eso se debe a la crisis, que ha forzado a las empresas españolas a vender fuera al caer las ventas dentro, y sobre todo a que los exportadores han “tirado precios”, gracias a tres años de inflación negativa (2014 a 2016) y a una rebaja de salarios y costes financieros, además de la ayuda extra de un euro débil (desde 2015).

Gracias a estos factores, las exportaciones españolas cerraron 2016 con un récord histórico: 254.530 millones de euros de ventas exteriores, un 37,5% más que en 2007 (185.023 millones). Y en 2016, España aumentó sus exportaciones lo mismo que creció el comercio mundial (+1,7%), pero mucho más que Europa (-0,1%) y que la zona euro (+07%), que Alemania (+1,2%), Italia (+1,1%), Francia (-0,9%) y Reino Unido (-0,2), e incluso más que China (-6,4%), USA (-3,2%) o Japón (-7,4%), según los datos del Ministerio de Economía. Y este “tirón exportador” fue de gran ayuda para la economía, ya que aportó el 0,5% del 3,2% que creció el país en 2016. Y para muchas grandes empresas, como las del IBEX, las ventas fuera de España suponen ya dos tercios de sus ingresos (y de su empleo).

Pero ahora, de cara a 2017 y 2018, la “euforia exportadorade España choca con dos duras realidades externas. Una, que el comercio mundial ha “pinchado” y crece por debajo de la economía mundial, en 2016 y también este año 2017, donde la OMC espera un aumento del comercio mundial del 1,8 al 3%, que probablemente será realmente menor. Y la otra gran incertidumbre  es Trump y su amenaza de guerras comerciales con China y México, además del recorte de todas las compras norteamericanas al exterior. El riesgo de una “tormenta comercial” en el mundo es grande y más tras publicarse hace unos días que el déficit comercial de enero en EEUU ha sido de 44.300 millones de dólares, el mayor “agujero comercial” norteamericano desde marzo de 2012, provocado por el aumento del déficit con México (+22%) y China (+12,5%), las dos “bestias negras” de Trump. EEUU ya cerró 2016 con un déficit comercial de -502.000 millones de dólares, el mayor de los últimos 5 años, un 60% debido al déficit comercial con China (-300.000 millones de dólares). Y Trump ya ha dicho que el abultado déficit comercial es “un riesgo para la seguridad nacional”.

Ahora, tras salirse EEUU del Tratado Comercial del Pacífico (TPP), denunciar el Tratado comercial con Canadá y México (NAFTA) y paralizar el Tratado comercial con Europa (TTIP), Trump quiere recortar las importaciones norteamericanas, poniendo aranceles (impuestos) y trabas a las exportaciones chinas, mexicanas, latinoamericanas, asiáticas y europeas, lo que provocará una nefasta ola de proteccionismo que frenará aún más el comercio mundial. Y forzará a China a querer vender más en Europa, ya que lo tiene más difícil en USA. Todo ello en un momento en que exportar es más difícil, porque sube la inflación en España (más que en Europa) y subirán los tipos y los costes energéticos y financieros, además de los salarios (tras cuatro años "devaluados"). Y también será un problema en 2017 el Brexit (Reino Unido es nuestro 4º mayor cliente y podemos perder exportaciones entre 500 y 1.000 millones de euros, según un informe del Gobierno español) y el estancamiento económico y la incertidumbre política de Europa, con un pequeño crecimiento en Francia, Italia y Portugal, tres paises donde van el 30% de las exportaciones españolas.

Por todo ello, España debería aprobar un Plan de apoyo a las exportaciones, para ayudar a las empresas a vender fuera ahora que será más difícil. Y ese Plan de choque debería centrarse en tres frentes: diversificar productos a exportar, diversificar paises donde vender y ampliar el número de empresas y regiones exportadoras, junto a medidas de apoyo financiero (faltan créditos y avales para exportar), ayudas institucionales (más gasto en promoción exterior y Ferias) y mejor asesoramiento (consultoría y Oficinas comerciales).

El primer gran reto para reforzar la exportación española es diversificar lo que vendemos fuera. Hoy, las tres cuartas partes de lo que exportamos (el 78%) se concentra en 4 sectores, de los que somos tremendamente dependientes: bienes de equipo, maquinaria (29,3% del total), automóviles (17,7%), alimentos (16,9%) y productos químicos (14,1%). Basta con que una multinacional del automóvil decida recortar su producción o haya heladas y se estropeen las cosechas para que pinchen seriamente nuestras exportaciones. Y además, la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles) y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, los productos donde hay más demanda mundial. Y así resulta que exportamos productos de menos valor, donde competimos en precio, no en tecnología y calidad.

El segundo reto es diversificar también los paises a los que vendemos, porque estamos demasiado centrados en Europa: supuso el 72% de las exportaciones en 2016 (un 66,3 en la UE-28 y un 51,8% en la zona euro). Y eso supone que las exportaciones españolas están concentradas en los mercados que crecen menos y no en los que crecen más, que son los mercados asiáticos y americanos. Las exportaciones españolas a Asia son un 6,1% del total (frente al 10% en Alemania y Francia) y también son bajas las exportaciones a Latinoamérica (5,3% del total), Oriente Medio (3,3%) o África (6,4%), las zonas con más potencial futuro.

El tercer reto es ampliar las empresas y regiones españolas que exportan. Ya ha habido un gran avance, al alcanzarse las 148.794 empresas que exportaron en 2016 (un 46,7% más que en 2008), pero sólo la tercera parte de ellas exportan con regularidad (49.792 empresas). Y de ellas, son sólo 5.000 empresas las que exportan casi todo (el 87,5% del total). Así que la gran mayoría de las 3,2 millones de empresas españolas no exportan ni tienen esta “vía de escape” cuando las ventas interiores no dan más de sí. Además, la exportación está demasiado concentrada en 5 regiones españolas, que acaparan dos tercios de las ventas exteriores: Cataluña (24,7%), Andalucía (11,7%), Madrid (11,5%), Comunidad Valenciana (10,9%) y País Vasco (8,4%). En las 12 autonomías restantes, la exportación ayuda muy poco al crecimiento y el empleo.

En resumen, España ha salido bien parada de la globalización y exporta con más fuerza que muchos paises europeos, pero todavía tiene mucho que hacer, porque exportamos casi la mitad que Italia (con una economía similar) y la cuarta parte (en relación al PIB) que Bélgica, Holanda, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia o Hungría, economías muchos menores. Así que no caigamos en un “falso triunfalismo exportador. Y más cuando el mundo está preocupado por la caída del comercio mundial y las amenazas proteccionistas de Trump, que serán muy negativas para todos. Hay que pactar un Plan de apoyo a las exportaciones, con medios, para no retroceder y ganar mercados, un factor clave para crecer más y crear más empleo en España. Y para eso, no basta con tirar precios y salarios como hasta ahora, intentar ser “la China de Europa”, sino modernizar la economía y las empresas, industrializar más el país, innovar y gastar en tecnología y digitalización, para ofrecer productos y servicios más competitivos, de más valor y calidad. Mejorar el “made in Spain”.

jueves, 19 de enero de 2017

Llega Trump... y lo sufriremos


Mañana 20 de enero toma posesión Donald Trump como nuevo presidente de EEUU. El mundo entero espera a ver qué hace, porque sus propuestas populistas y ultraconservadoras pueden llevarnos a otra recesión. Antes de llegar a la Casa Blanca, ya ha acelerado 2 cambios que nos afectan mucho: han subido los tipos de interés y el dólar. Y España paga más por su deuda y por el petróleo (al alza). Ahora, si Trump baja impuestos, gasta más y pone aranceles a los productos extranjeros, el precio del dinero y el dólar subirán más y habrá guerras comerciales que dificultarán las exportaciones españolas y nuestras inversiones en USA y Latinoamérica. Y este coctel de tipos altos, dólar fuerte y proteccionismo comercial podría provocar una crisis en China y paises emergentes, agravando el estancamiento de Europa. Desde aquí, poco podemos hacer para frenar a Trump. Pero Europa y España sí pueden contrarrestar sus errores con otra política, que reanime la economía europea y española. Es hora de “blindarse” frente a Trump.
 
enrique ortega

Estados Unidos ha sido la economía que mejor ha salido de la crisis económica de 2008, que superó ya en mayo de 2014. El país creció un 2,4% en 2016, el doble que Europa. Y con Obama, EEUU ha creado casi 12 millones de empleos y el paro ha bajado a la mitad, al 4,7%, (9,9% en 2009), la mitad del paro europeo (9,8% zona euro). Pero por debajo de este brillante balance, hay otros datos preocupantes que afectan al norteamericano medio. Como el enorme subempleo: 9,3% de trabajadores a tiempo parcial, sin seguro médico ni vacaciones, porque no encuentran trabajo a tiempo completo. Y 6 millones de estadounidenses han tirado la toalla y ya ni buscan trabajo, están “desanimados”: sólo el 62,7% de las personas adultas son activos (trabajan o buscan trabajo), el porcentaje más bajo en 40 años. Y los que trabajan, tienen sueldos muy bajos, que apenas suben, con lo que el poder adquisitivo de los trabajadores lleva tres décadas estancado. Al final, todo desemboca en un aumento de la desigualdad tras la crisis: el 1% de hogares más ricos ingresan 27 millones de dólares al año y el 90% de las familias sólo  unos 30.000 dólares. Y el 10% más rico se lleva el 75% de la riqueza USA mientras el 10% más pobre no llega al 1%.

Este descontento es el que lleva a Trump a la Casa Blanca, con los votos de millones de norteamericanos que piensan que su vida puede mejorar con soluciones “mágicas”. Y el resto del mundo “cruza los dedos”, esperando que Trump no pueda cumplir ni la mitad de lo prometido. Cumpla o no su programa, el triunfo de Trump ya ha supuesto importantes cambios para la economía mundial. Básicamente dos. Uno, ha acelerado la subida de los tipos de interés que se avecinaba: el 16 de diciembre, la Reserva Federal subió el precio oficial del dinero un 0,25% (al 0,50-0,75%), rompiendo 8 años de tipos bajos para ayudar a salir de la crisis. Y ahora, la Reserva federal anticipa tres nuevas subidas de tipos en 2017, lo que colocaría el precio del dinero en el 1,50% a finales de 2017. Esta subida de tipos y el triunfo de Trump han reforzado al dólar, que lleva un par de meses subiendo frente al euro (cotiza a 1,05 dólares) y otras divisas, camino de cotizar a la par (1 euro por 1 dólar).

Estos dos importantes cambios, antes incluso que Trump tome posesión, ya han afectado al resto del mundo y muy especialmente a España. Porque somos un país muy endeudado, que emite cada día 600 millones de euros de deuda pública. Y si el 20 de octubre de 2016, España pagó un 1,043% por sus bonos a 10 años, el 17 de noviembre, después del triunfo de Trump, tuvo que pagar ya el 1,498%. Y el 1 de diciembre, el 1,540%, medio punto más. Esto es lo que le ha pasado a todos los paises endeudados, de Europa y emergentes: la llegada de Trump crea incertidumbres y los inversores exigen más interés por prestar su dinero. Y así seguirá pasando a lo largo de 2017: los tipos subirán y financiar la deuda será más caro. En cuanto a la subida del dólar, un 4% desde finales de octubre, supone para España tener que pagar un 4% extra por el petróleo, que ya se paga más caro (+10%) y en dólares más caros, lo que encarece doblemente la factura energética del Estado, las empresas y las familias.

Y todo esto, sin que Trump haya pisado todavía la Casa Blanca. Ahora va a tener todo el poder para aplicar su programa, más conservador que el de Reagan y Bush juntos, con la ventaja adicional de contar con mayoría republicana en el Congreso y el Senado. Y se apoyará en un Gobierno de supermillonarios (vean aquí la fortuna de sus altos cargos). Recordemos las 4 propuestas  básicas de su programa populista y ultraconservador. La primera, bajar los impuestos a las personas, pero sobre todo a los más ricos y a las empresas, que podrán traer sus beneficios del extranjero pagando sólo el 10%. La segunda, lanzar un Plan de inversiones públicas en infraestructuras de 1 billón de dólares en cuatro años, más un aumento del gasto militar, que podrían servir a corto plazo para reanimar la economía y el empleo. La tercera, adoptar medidas contra la importación de productos extranjeros (poniendo aranceles, impuestos, del 35 al 45% a los productos chinos y mejicanos) y frenar los acuerdos comerciales con Asia y Europa, renegociando el Tratado comercial con México y Canadá (NAFTA). Y la cuarta, liberalizar el sistema financiero, quitar a la banca y a la Bolsa muchas trabas y regulaciones que puso Obama tras la crisis financiera de 2008. Sin olvidar su propuesta más peligrosa: no hacer frente al cambio climático. ("es un cuento", ha dicho). Si consigue que EEUU no recorte sus emisiones de CO2 un 27% para 2025, como se comprometió Obama en la Cumbre de París, ni financie parte del Fondo verde del Clima (100.000 millones de dólares), será un grave problema para el resto del mundo y la salvación del Planeta.

Bajar impuestos y gastar más son dos medidas que van a tener unas consecuencias claras: subirá la inflación (está en el 2,1%), el déficit público (es el 4% del PIB) y la deuda pública (muy elevada: es el 250% del PIB), lo que provocará que la Reserva Federal suba aún más los tipos de interés (incluso hasta el 2%), para contrarrestar la inflación, y que haya más inversores que pongan su dinero en bonos y valores USA, lo que hará subir más al dólar. Y el proteccionismo comercial podría provocar “guerras”comerciales de EEUU con China y Europa, perjudicando las exportaciones y el comercio mundial (ya débil). Y si a la banca y a los inversores se les regula y vigila menos, como hicieron Reagan y Bush, ya sabemos qué puede pasar: que aumente la especulación (lo que pasó con las hipotecas basura y los bancos de inversión) y nos llevan antes o después a otra crisis financiera internacional.

El coctel  de tipos altos, dólar fuerte y proteccionismo comercial es muy peligroso para los paises emergentes, desde Latinoamérica a Asia: son paises muy endeudados, que van a tener que pagar más intereses por su deuda y cuyas monedas se van a desplomar, como ya ha pasado con el peso mejicano, un país donde  el 80% de sus exportaciones van a EEUU. Y preocupa especialmente que este coctel sea letal para China, uno de los paises más endeudados del mundo: debe 26 billones de dólares y el 42% de esa deuda está nominada en dólares, con lo que tendrá que pagar más intereses por partida doble. En el caso de Europa, la subida de tipos, el fortalecimiento del dólar y los posibles aranceles son especialmente preocupantes porque el continente apenas crece, está estancada. Y, sobre todo porque el Banco Central Europeo (BCE), que está tirando del carro con su política de dinero barato (al 0%) y compra de deuda, tendrá que cambiar de política: o sube los tipos o los inversores se fugarán a EEUU, buscando más rentabilidad. Y eso debilitará aún más al euro, encareciendo las importaciones y el petróleo, reanimando la inflación (que ya está en el 1,1%).

En este contexto, España es uno de los paises más vulnerables al coctel fatídico de Trump. Básicamente, porque somos uno de los paises más endeudados del mundo: debíamos 2.738.441 millones de euros a finales de septiembre de 2016 (2,7 billones), entre las administraciones públicas (1,1 billones), las empresas (914.883 millones) y las familias (715.865 millones, la mayoría en hipotecas). Y eso significa que por cada 1% que suban los tipos de interés, España tendrá que pagar en intereses 27.000 millones más. Eso si nos financian, porque si los mercados se ponen nerviosos, pedirán más por prestar y sobre todo a los paises más débiles (está subiendo nuestra prima de riesgo: de 111 en octubre a 120 en enero). Y España necesita que le presten 220.000 millones más este año 2017, sólo en emisiones de deuda pública (600 millones diarios), con lo que tendremos que pagar más, unos 3.000 millones extras, que habrá que quitar de otros gastos. Y también será más cara la financiación de las empresas, retrayendo su inversión y empleo.

La subida del dólar encarecerá doblemente el petróleo, que lleva subiendo desde noviembre, por el acuerdo de recorte de producción de los paises OPEP y no OPEP. Y esta doble subida (la del petróleo y la del dólar en que hay que pagar el barril) es especialmente importante para España, un país que importa casi toda la energía y cuya factura energética podría subir más de 10.000 millones en 2017, aumentando los costes del Estado, las empresas y familias (carburantes, luz y calefacción más caros), en perjuicio de su inversión y su consumo. Y subirá la inflación, que ya está en el 1,6%, hasta un 2% de media en todo 2017. Un IPC que se comerá lo poco que suban este año los salarios (1,5%) y las pensiones (0,25%), retrayendo el consumo y el crecimiento.

El tercer componente del “cocktail Trump”, el proteccionismo comercial también afecta mucho a España, por varias vías. De entrada, EEUU es el 6º país del mundo al que más vendemos (tras Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido), 11.410 millones de euros en 2015 (9.290 millones de enero a octubre de 2016). Si Trump poner aranceles a nuestras exportaciones a USA, se encarecerán nuestros productos y lo tendrán más difícil las empresas españolas que venden allí combustibles, máquinas, coches, alimentos y fármacos. Pero además, EEUU es el país extranjero con más inversiones españolas, donde hay colocados 65.000 millones de euros de empresas españolas, que ahora pueden tener más complicado operar allí. Y eso afecta mucho a nuestras grandes empresas, las del IBEX, porque el 15% de sus ingresos (y por tanto de su empleo) dependen del negocio en EEUU. Colateralmente, si Trump pone obstáculos a las importaciones de México y el resto de Latinoamérica, eso afectará mucho a empresas y bancos españoles muy asentados allí, como BBVA, Santander, telefónica, Iberdrola, Mapfre y muchas constructoras.

Al final, como se ve, lo que haga Trump en Estados Unidos será clave para el resto del mundo y especialmente para Europa y España. Si apelamos a la historia, veremos que el giro nacionalista de EEUU con Trump no es nuevo: ya en 1921, tras la resaca de la I Guerra Mundial, llegó al poder en Norteamérica el conservador Warren G. Harding (1921-1923), que replegó a EEUU sobre sí mismo (tras el internacionalismo activo de Woodrow Wilson), con la máxima “Estados Unidos primero” (valdría para Trump). Le sucedieron John Calvin Coolidge (1923-1929), también aislacionista, y el republicano Herbert Clark Hoover (1.929-1933), un defensor del proteccionismo como Trump, que aplicó fuertes aranceles, agravando así la Gran Depresión de 1929 durante los años treinta. Ahora, el temor de los expertos (incluido Moody’s) es que Trump lleve al mundo a una nueva recesión, a finales de 2017 o en 2018.

Y eso, porque la política de Trump, aunque aplique sólo la mitad de sus propuestas, va a ser nefasta también para EEUU, además de para el resto del mundo. Porque el déficit provocado por la bajada de impuestos y el mayor gasto va a aumentar el endeudamiento de EEUU y con ello los tipos de interés y la inflación, frenando la recuperación y aumentando  las  desigualdades. Y el proteccionismo y las guerras comerciales, junto a un dólar fuerte, frenarán las exportaciones, deteriorando el empleo. Un gigante que se cierra es un gigante que vende menos. Y si encima los demás van peor, se contagiará de una nueva recesión mundial, si llega, como en los años treinta

Al final, no podemos impedir que Trump cumpla su programa, pero Europa y España pueden  hacer políticas para contrarrestar los efectos negativos de su coctel fatídico (tipos altos, dólar fuerte, proteccionismo comercial). Primero, Bruselas debía aprobar un Plan extra de inversiones, para reanimar la economía europea, como pide ahora el BCE y  propuso la Comisión Europea (aunque sólo eran 50.000 millones extras) y rechazó el Eurogrupo. Y ya en España, Gobierno y oposición deberían pactar otro Plan de choque interno, reanimando gastos e inversiones necesarias y suavizando el ajuste previsto en los Presupuestos 2017. Porque si de fuera vienen “malos vientos de cara” y encima aquí recortamos y subimos impuestos, creceremos aún menos. Algo que no podemos permitirnos con el doble de paro que Europa. Así que tomen nota: Trump ya está ahí y sus políticas van a afectarnos negativamente, aumentando costes al Estado, empresas y familias (por los tipos y el dólar) y recortando exportaciones e inversiones. Hay que reaccionar ya, tomar medidas para contrarrestar lo que viene. “Blindarse” frente a Trump.